Capitulo.3 🕶️👓

El concierto empezó poco después de su llegada. Los más entusiasmados del grupo por el espectáculo eran Tachihara y Atsushi, mientras que Akutagawa y Chuya solo los miraban con timidez, ya que estaban gritando a todo volumen.

Akutagawa agarró a Tachihara por la cintura y le tapó la boca con su mano libre; le había comenzado a doler la cabeza por escuchar a Tachihara gritarle al oído, mientras Chuya, por su parte, también le tapó la boca de manera brusca. El concierto siguió sin problemas, los cuatro disfrutando de la música, incluso de la vergüenza que Tachihara les hacía pasar.

Cuando el evento terminó, ambos estaban listos para ir a comer a un café que conocían muy bien, pero Chuya se fijó en un callejón; había alguien siendo acosado. Normalmente no se habría involucrado, pero estaba tan de buen ánimo que no podía ignorar lo que pasaba.

Les dijo a los demás que se adelantaran y se acercó al callejón. Para llamar la atención de los que estaban molestando, pateó un metal que había allí, haciéndoles huir. El pelinaranja rodó los ojos y se acercó al chico que estaba en el suelo.

—¿Estás bien?

—Sí —lo miró mientras se ajustaba los lentes algo dañados—¿Nakahara-san?

—Lo observo detenidamente. —Oh, pero eres Da pai Osamu.

—Se levantó apoyándose en la pared— En realidad soy Dazai Osamu; deberías aprenderte bien los nombres de tus compañeros.

—Bueno, no es como si tú hicieras algo por destacar en las clases para que te noten.

El castaño solo bajó un poco la mirada y se desanimó. Chuya comprendió que había cometido un error; era uno de sus hábitos negativos, no pensaba antes de hablar.

—Se rasca la nuca y suspira con desgano— Lo siento, no fue mi intención.

—Está bien, me lo dicen siempre.

—¿Qué haces aquí a estas horas?

—Bueno, solo vine a ver un concierto. —Sonrió un poco nervioso.

Chuya lo miró fijamente y se acercó, haciendo que el castaño se sobresaltara y lo mirara. Su cabello era algo largo, pero dejaba ver sus ojos por encima de los lentes; su cabello casi llegaba a los hombros. Hizo una mueca.

—¿N-Nakahara-san? ¿Está todo bien?

—Vayamos a un restaurante, ¿te parece? Yo invito.

—No es necesario.

—No seas terco y vamos. —Empezó a caminar y fue seguido.

—¿P-Pero tendrás cosas que hacer?

—Toma su teléfono y empezó a marcar—. Está bien, no es nada importante.

Después de un rato, ambos estaban en una cafetería abierta 24 horas, en completo silencio. El chico de cabello castaño bebía café, mientras Chuya solo miraba lo que hacía. Le sorprendió que, aunque los lentes se empañaran, él siguiera bebiendo como si nada. Su comportamiento le irritaba y, siendo Chuya, lo hacía evidente con sus gestos, que, por supuesto, el otro ignoraba.

—Limpia esos lentes, es molesto.

—¿E-Eh? Disculpa.

Chuya resopló y se apoyó en su mano mientras observaba cómo los limpiaba; el castaño cuidadosamente se los quitó. En ese instante, Chuya abrió los ojos asombrado. El castaño sin lentes se veía atractivo, tenía buena apariencia; claro, su cabello largo cubría parte de su rostro. Chuya seguía sorprendido cuando el castaño terminó de limpiarlos.

—¿Nakahara-san? 

—¿Qué? —movió ligeramente la cabeza para salir de su ensueño— Ah, lo siento, estaba pensando en otra cosa. ¿Son necesarios los lentes? 

—Bueno, sí, puedo ver un poco, pero no mucho.

—¿No usas lentes de contacto? 

—Me irritan los ojos; además de ser incómodos para mí, prefiero los lentes.

Chuya se levantó de la mesa y se acercó a su lado; se sentó junto a él, invadiendo un poco su espacio, lo que hizo que el otro se sintiera incómodo. Acercó sus manos al rostro de este y le quitó los lentes, lo que asustó al castaño por la proximidad. Sin aviso, Chuya le apartó el cabello de los lados y lo miró detenidamente. Al ver sus oídos, notó varios aretes y se sorprendió: eran de diferentes tamaños y diseños. El castaño se apartó rápidamente, tratando de ocultar todo eso.

—¿Tienes aretes? 

—N-no le digas a nadie —exclamó nervioso.

—Si alguien lo sabe, te expulsarán de la escuela, ¿verdad? 

—Sí, por eso no le digas.

—Tengo una pregunta, ¿por qué el más inteligente de la clase tiene aretes? —observó los lentes detenidamente.

—Eso... ¿No has hecho tonterías alguna vez? 

—Sí, —lo miró divertido— ¿esa es tu actitud o solo estás fingiendo? 

—No suelo hablar con personas de mi edad, me resulta muy incómodo, además no es como que ellos me agradezcan mucho.

—Está bien —lo miró no muy convencido y miró el reloj en su teléfono—. Ya es tarde, el último tren está por llegar; será mejor que nos vayamos, y tranquilo, no diré nada a nadie.

El castaño asintió más relajado. Chuya le devolvió sus lentes y él se los puso acomodando un poco su cabello; ambos pagaron la cuenta y se fueron.

Chuya realmente estaba muy interesada en el chico y más desde que lo vio. Tal vez lo molestaría un poco; quería ver hasta dónde podía ayudar a mejorar su apariencia. Tenía mucho en qué reflexionar; por suerte, cuando estaban en el tren, pudo observar discretamente a este. Algo le llamaba la atención, pero no sabía qué..

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