Tú puedes
La maleta rueda por el suelo, Edvard, mi hermana y yo avanzamos por el camino del aeropuerto hacia los andenes.
Después de todos los chequeos solo nos queda esperar a que me dejen subir al avión, exhalo un suspiro algo dramático y Edvard voltea hacia mí.
—¿Todo bien? —cuestiona confundido.
—Sí supongo —respondo exhalando un suspiro.
—¿Es Liesel? —pregunta y yo asiento —Tranquilo amigo, la encontraremos, lo prometo
—Eso espero —murmuro decaído.
—Aramis, no te pongas así, por favor —suplica Edvard —Sonríe
Alzó la vista y giro la cabeza lentamente para mirarlo y le doy una sonrisa diminuta antes de volver a mí mueca anterior, Edvard exhala un suspiro de resignación y lo veo asentir lentamente.
—¿Por qué no la llamas? —sugiere suavemente.
—Bueno, supongo que no pierdo nada —respondo con una mueca.
Busco entre los bolsillos de mi chamarra y mi pantalón hasta dar con mi teléfono y lo saco, Edvard me pasa su teléfono donde está anotado el último número que conseguimos de Liesel, tras un par de tonos la llamada es cogida.
—¿Bueno?
—Liesel, hola —murmuro con una pequeña sonrisa haciéndose presente.
—Hola Aramis, ¿qué pasa?
—Uhm... Bueno, ya debo regresar a España —comento sin saber muy bien qué decir —Solo quería despedirme
—Buena suerte —responde ella y se hace un pequeño silencio incómodo —Espero que te vaya bien este año
—Muchas gracias, yo espero verte pronto —contesto mínimamente ilusionado, el silencio se hace presente del otro lado de la línea y de pronto...
—¿Mamá?
Una pequeña vocesita aguda e infantil suena haciendo que me incorpore rápidamente, no la he visto, no la conozco, pero sé con certeza que esa es mi hija.
—Liesel...
—Adiós Aramis —la llamada se cuelga y yo suelto un quejido.
—No, no, no —murmuro viendo mi teléfono —¡No es justo!
—Aramis —habla Edvard acercándose a mí —¿Qué pasa?
—Mi hija —respondo y Edvard me mira confundido —Escuché a mi hija Ed
—¿Qué? —cuestiona preocupado —¿Cómo estás tan seguro?
—Era la voz de una niña y le dijo mamá a Liesel, no la conozco ni sé quién es, pero sé que esa era mi hija —explico y siento como un nudo se genera en mi graganta —No es justo Edvard, quiero ver a mi hija, al menos una vez
—La verás Aramis —consuela decidido —Aunque sea lo último que haga te prometo que la verás
Me acerco a paso lento y me abrazo del cuello de mi mejor amigo, Edvard me devuelve el abrazo con fuerza y me suelta cuando finalmente se escucha la primera llamada para abordar.
—Te tienes que ir —murmura Edvard tomándome por los hombros.
—Lo sé —respondo exhalando un suspiro.
—Hey, todo saldrá bien —consuela dándome un ligero apretón —Lo prometo
—Gracias —contesto.
Suena la segunda llamada y me acerco a despedirme de mi hermana antes de dirigirme a abordar mi vuelo, por segunda vez me tengo que ir sin tener noticias de mi novia ni mi hija.
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Pobre de Aramis, no merece lo que le pasa, pero saben algo, esto solo se pone peor.
Espero les guste.
Atte: Ale Bautista
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