Todo mal

Mis párpados pesan, tal vez un poco más de lo normal; siento mi cuello tenso y mis brazos cosquillean, es casi como si fuera despertando... Pero de la muerte. Ese solo pensamiento me hace abrir los ojos de forma brusca encontrándome con las molestas y brillantes luces del techo del hospital.

A no ser que en el más allá también haya hospitales y yo esté tan defectuoso que ni la muerte pudo curarme, tengo el ligero presentimiento de que aún no me he muerto (para mí fortuna o mi desgracia); aprieto los párpados varias veces y muevo mi cuello para destensarme un poco, estiro mis brazos primero a la altura de la cama y luego hacia arriba, siento un poco de dolor, pero nada insoportable, apoyo mis manos en la cama y me incorporo, al momento que intento hacerme hacia atrás noto que no puedo mover las piernas.

Asustado empiezo a intentar moverme sin éxito, no importa lo que haga mis piernas no reaccionan, empiezo a palmearme con ayuda de mis manos y no siento nada.

—No —murmuro poniendo más impetu en mi acción sin conseguir nada —No, no, no, no. ¡No! ¡No!

—Edvard

Alzo la vista, Khaled acaba de atravesar la puerta y me ve con tristeza antes de alzar su vista a mi rostro y negar con la cabeza.

—Lo siento amigo —exclama —Fue demasiado para tu sistema nervioso, no pudieron hacer nada

La revelación termina por caer sobre mí como si fuese un balde de agua fría, siento mis ojos llenarse de lágrimas y al cerrarlos dos de éstas caen por mis mejillas; no hay punto de retorno, fue claro que una vez que perdiera la movilidad no habría terapia o tratamiento que pudiera detenerlo... Oficialmente me estoy muriendo.

Exhaló un sollozo ahogado y tapo mis ojos con mis manos en un patético intento de ocultar mi dolor, la cama se hunde bajo el peso de Khaled que me toma del brazo y me da un apretón a modo de consuelo; me permito llorar un momento, pasos fuera me hacen secarme las lágrimas de forma rápida para ver entrar a Juno y a Kathleen.

—¿Ya le dijiste? —pregunta Juno viéndome.

—Lo descubrió por su cuenta —responde Khaled.

—Eddie —murmura mi hermana acercándose a mi y acariciando mi cabello.

—Estoy bien —digo en un susurro ganándome una sonrisa triste.

—Siempre estás bien —reclama ella.

—¿Qué pasó? —cuestiono mirando a Khaled.

—Te desmayaste, tu cerebro no resistió tu pequeño colapso nervioso, ingresaste hace casi doce horas —explica con una mueca.

—¡¿Doce horas?! —escupo incrédulo, entonces otro pensamiento asalta mi mente —Aramis, ¿cómo está Aramis?

Los tres intercambian muecas incómodas, yo abro los ojos preocupado, Kathleen se acerca a mi cama y se sienta en el lado opuesto a donde está Khaled.

—¿Qué le pasó? —pregunto apenas con un hilo de voz.

—No va a sobrevivir —contesta Kathleen con tristeza —Su marcapasos ya no funcionaba bien y estaba forzando demasiado a su corazón, otro marcapasos ya no le ayuda, necesita un transplante o morirá

—¿Cuánto tiempo tiene? ¿No pueden buscarle uno?

—Edvard, Aramis tiene ansiedad y un diagnóstico de depresión mayor, en términos médicos hay mucha probabilidad de que él mismo intente acabar con su vida y darle un nuevo corazón no serviría de nada —exclama Khaled —Nadie lo pondrá ni siquiera entre los primeros diez lugares de la lista de transplantes, necesitaría un donante directo

—Y hablamos de un corazón —comoleta Juno —No son fáciles de conseguir, suelen ser de los primeros órganos en fallar después de la muerte y por desgracia no puedes arrancarle el corazón a alguien y dejarlo que siga viviendo como si nada. Aramis no va a vivir

—No, no, no, esto no puede ser así, ¡no es justo! —reclamo mirándolos con súplica, como si alguno de ellos pudiera darme otra opción.

—Es la única opción —murmura Kathleen —Su hermana ya está aquí, tuvo que aceptar

—Liesel...

—Está destrozada, no ha dejado de llorar desde que nos dieron la noticia —informa Juno.

—No —exhalo, mi mejor amigo no puede terminar así, no después de todo lo que pasó.

—Edvard, tenemos que hablar de ti —menciona Khaled y lo miro confundido —Encontraron un tratamiento experimental que podría ayudarte a volver a caminar y...

—No —exclamo serio.

—Edvard...

—No, Khaled, no

—¡Inténtalo por Alá!

—Supongamos que acepto —inicio y él asiente —¿Si sale bien qué me promete? ¿Diez años? ¿Veinte?

—Suponiendo que fuese totalmente perfecto, cinco

—¿Y si sale mal?

—Nada, quedarías exactamente igual

—No

—¡Ay por favor! ¡Lo vale!

—No lo vale, no quiero vivir así Khaled —reclamo frunciendo el ceño —Son cinco años, son exactamente lo mismo que me quedaba antes, suponiendo que salga perfecto, ¿y si no? ¿Cuántos? ¿Uno? ¿Dos? ¿Tres si bien me va? No los quiero

—No puedes hacer esto —interviene Juno considerablemente molesta —No puedes decidir que lo dejarás todo así nada más, no puedes ser tan egoísta

—¿Egoísta? Disculpa, hasta donde yo recuerdo sigue siendo mi vida de lo que hablamos

—¡No vives solo Edvard!

—¡No quiero que me cuiden Juno! —reclamo —No quiero ser una carga, no quiero estar arrumbado en una esquina sentado en mi silla de ruedas como un maldito vegetal consciente, prefiero morirme en este preciso momento pero por desgracia eso tampoco es decisión mía

—Edvard —llama la voz de mi novia y al girar a verla la veo con los ojos llenos de lágrimas, sosteniendo entre sus dedos el anillo de compromiso que le dí —Hazlo, por favor, lo prometiste

—Prometí que lo haría tan pronto como pudiera volver a caminar —murmuro tomando su mano con delicadeza y quitando lentamente el anillo ante su mirada de dolor —Eso ya no pasará amor, y lo lamento

—¡Podría pasar! ¡Solo inténtalo, maldición!

—No, no quiero, y no te lo mereces Kathleen

—¡No puedes elegir por mí lo que quiero o no hacer!

—Pero elijo por mí, y elijo no ser una carga

—¡Eres un maldito egoísta!

La veo dar media vuelta entre lágrimas y abrazarse de mi hermana, escucho a Khaled exhalar un suspiro de frustración y dar una palmada.

—Edvard...

—Largo —exhalo, cuando Khaled hace eso significa que empezará a insistir hasta que termine aceptando, cosa que definitivamente no estoy dispuesto a hacer.

—Edvard... —murmura Juno.

—¡Largo! —exijo —¡Los tres! ¡Largo de aquí!

Aprieto los ojos, escucho a Khaled resoplar, pero la presión en mi camilla disminuye y los pasos alejándose me hacen saber que aceptaron mi orden; abro los ojos y siento un par de lágrimas rodar por mis mejillas, alcanzo a ver el cabello negro de mi novia dando vuelta por el pasillo, exhaló un pequeño sollozo y me tiro de nuevo en la cama, dirijo la vista al techo, como si pudiera ver el cielo que está más allá de este.

—¿Por qué elegiste justo este momento? ¿Por qué justo cuando empezaba a vivir? —pregunto como si de verdad hubiera alguien escuchando mis reclamos, como si alguien fuese a responderme y decirme alguna tontería motivacional como que no es personal o es parte de mi propósito o algo así.

Estiro mi espalda y siento como truenan todas las vértebras de mi columna, ahogo un quejido de dolor y cruzó mis brazos sobre mi pecho, intento mover las piernas de nuevo aunque sin ningún resultado; miro con tristeza a la puerta, sé que lo que hago parece egoísta y sé qué tal vez debería dar explicaciones por eso, pero no puedo, no lo comprenderían, ninguno lo haría, ni siquiera Juno que ha estado conmigo toda la vida, no podrían entender lo que es saberte una especie de aburrido muñeco de cuerda al cuál sus movimientos cada vez se van volviendo más complicados de mantener, no pueden comprender lo que es levantarte todos los días con los músculos adoloridos, forzando la garganta para no gritar de dolor con cada movimiento y que a lo largo del día este dolor solo se vuelva tolerable porque ni siquiera desaparece. No me estoy rindiendo, no estoy siendo egoísta, no lo estoy dejando todo; solo estoy cansado, cansado de vivir así, cansado de sufrir, cansado de saber que esto es solo el principio de mi agonía... Y no quiero prolongar mi agonía.

—Ojalá tener está sensación siempre —susurro al percatarme de que, de hecho, mis piernas ya no me duelen —Pero sin las consecuencias que implica

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top