¿Qué ocurre?

Estaba sentada en casa dándole de comer a Winter cuando escucho que tocan la puerta, frunzo el ceño confundida y espero hasta que vuelven a tocar con un poco más de insistencia.

Me levanto a paso lento y abro la puerta lentamente con desconfianza, a través de la pequeña rendija que abrí veo a Edvard con una pequeña mochila moviéndose desesperado y jalándose el cabello, exhalo un suspiro y abro bien la puerta, el sonido lo hace voltear.

—Hola, perdón por venir así de la nada —saluda con media sonrisa al verme.

—No hay problema —respondo haciéndome a un lado para que pase —¿Qué ocurre?

—Nada importante realmente —admite encogiéndose apenado —Quería salir de mi casa

—¿Todo en orden? —cuestiono guiándolo a la sala.

—Nada nuevo supongo —replica conteniendo la respiración y exhalando un suspiro.

—¡Papá Ed! —grita Winter desde su sillita.

—Hola Winie —saluda Ed moviendo la mano y Winter ríe.

—Permíteme tantito —pido y regreso a darle de comer a la pequeña.

—¿Interrumpo? —pregunta avergonzado —Puedo irme si gustas

—No te molestes, solo, permíteme un momento —afirmo haciéndole una seña hacia abajo para que se siente.

Edvard se sienta en el sillón mirando alrededor mientras yo termino de darle de comer a Winter, una vez que esto pasa, la limpio, llevo los platos a la bajilla y bajo a mi pequeña de su silla, ella se dirige gateando hasta Edvard.

—¿Papá? —llama Winter estirando las manos hacia Ed.

Edvard suelta una risa y saca de la bolsa de su chamarra un paquete de fotos el cual le entrega a Winter.

—¡Papá! —grita emocionada dando brinquitos en el suelo.

Vuelve a colocar el paquete en su boca y se aleja gateando feliz ante la atenta vista de Edvard.

—Les manda esto, por cierto —menciona buscando algo en mi mochila y yo lo veo incrédula —No sabe que las encontré

—¿Entonces cómo nos envió algo? —pregunto.

Edvard saca de la mochila un folder amarillo y me lo entrega, mostrándome dentro lo que parece ser un cuento.

—Entró a un concurso de su facultad —explica Edvard —Lo escribió para su hija y me lo envió para que lo leyera, creo que le gustaría que lo tuviera

—Gracias —respondo aliviada y él asiente —¿Todo está bien?

—Sí, nada nuevo, solo que creo que cada vez tolero menos —se encoge de hombros suavemente mientras hace muecas —Perdón por molestar

—No molestas para nada —tranquilizo haciendo un ademán con la mano —Lo que me sorprende es que teniendo a Khaled, Auguste y Kathlyn hayas decidido venir conmigo

—Sí, están ocupados resolviendo problemas más importantes —exhala y yo lo miro con una ceja arqueada —No estoy diciendo que tú no, solo, pensé que tú sí me recibirías

—Yo creo que todos te recibirían, pero de acuerdo —finalizo.

Nos quedamos sentados en un silencio incómodo y de pronto noto que Edvard mueve mucho el cuello, inclino mi cabeza disimuladamente hacia su espalda y noto que se notan algunas de las vértebras de su columna en la parte baja de su nuca, agacho la vista y noto un par de zapatos que no lo había visto usar antes, parecen una especie de botas o mocasines, pero de un material extraño.

—¿Esos son zapatos ortopédicos? —pregunto llamando su atención, él voltea hacia el suelo y asiente.

—Ajá, tengo unos pocos problemas para caminar —explica brevemente volviendo la vista a sus manos, las cuales mantiene sobre sus rodillas.

—¿Desarrollados a los veinte? —insisto y él se encoge de hombros.

—Mis tenis también son ortopédicos —responde serio y yo asiento no muy convencida.

—¿Qué ocurrió esta vez? —cuestiono y él exhala un suspiro.

—Ya los tengo hartos con mis quejas, ya me tienen harto con sus ideas y terminamos en un inmenso círculo vicioso en el que termino perdiendo por mayoría —contesta rodando los ojos.

—¿Y por qué no te vas? —curioseo algo confundida —Eres el mayor de todos y eres el único que aún vive con sus padres

—Y tú la menor y la única que tiene hijos —contraataca y yo asiento dándole un punto —No puedo irme, no he acabado mi carrera

Asiento creyendo que entiendo su punto y el exhala un suspiro, se asoma al comedor un momento y luego se levanta, sin embargo, vuelve a caer de golpe al sillón quejándose.

—¿Estás bien? —pregunto preocupada.

—Sí, solo, me mareé un poco —afirma levantándose de nuevo, esta vez más lento.

—¿Seguro? —interrogo insistiendo, bajo la vista a sus pies y veo que sus piernas tiemblan —¿Te sientes bien?

Edvard intenta dar un paso, pero se atora al momento y se detiene solamente poniendo su mano en el apoyabrazos del sillón, lo tomo con cuidado para ayudarlo, pero al hacerlo siento que tiembla, alzo la vista y veo que sus ojos empiezan a cerrarse y su vista está perdida.

—No —dice de pronto —No me siento bien

Su cuerpo pierde fuerza y se deja caer hacia delante, lo sostengo de milagro entre mis brazos y lo recuesto con trabajo en el sillón, empiezo a palpar su rostro y su pecho, tiene pulso y respira muy suavemente, pero por algún motivo, no despierta.

—¿Edvard? —pregunto sacudiéndolo —¡Edvard, despierta!

Busco mi teléfono y decido llamar una ambulancia.

Abro los ojos lentamente mientras me adapto a la luz, no estoy muy seguro de en dónde me encuentro, pero por el puro color del techo puedo asumir que no en la casa de Liesel.

—¿Edvard? —escucho cerca mío y giro la cabeza lastimándome en el proceso.

—Auch —me quejo llevando una de mis manos a mi cuello y cerrando los ojos.

—¿Estás bien? —pregunta la voz de nuevo y abro los ojos mientras siento una mano acunar mi mejilla.

Cuando me adapto a la luz veo frente a mi a una chica pelinegra muy linda la cual está intentando mover la almohada que sostiene mi cabeza sin lastimarme, alzo un poco la cabeza y la dejo mover la almohada para volver a recostarme ahora más cómodo.

—¿Kathlyn? —pregunto incrédulo y ella asiente.

—Liesel me llamó, supuso que al haber ido con ella para no estar con tu familia lo último que querrías sería que alguno de ellos viniera por ti al hospital —explica con una pequeña sonrisa —Eso y que no tiene el número de ninguno de ellos

—Y en este momento lo agradezco —respondo levantándome —¿Qué pasó?

—Las enfermeras mencionaron algo sobre. . . ¿terapia? Me parece —desarrolla y hace una mueca —Enfermedad cerebro-muscular, ¿en serio Edvard?

—Yo no te di el diagnóstico, yo ni siquiera te pedí que vinieras para empezar —sentencio molesto y ella me mira con la boca abierta notablemente dolida —¿Puedo irme?

—Voy a avisar —contesta alejándose furiosa.

Espero pacientemente y en menos de cinco minutos una enfermera llega con Kathlyn y una silla de ruedas, la mujer me sonríe con tranquilidad y yo le devuelvo la sonrisa.

—Conoces las recomendaciones —dice y yo asiento.

—Sí Alice, vendré a mi terapia, lo prometo —respondo y la mujer se aleja, no sin antes acunar suavemente mi rostro con una de sus manos.

Kathlyn exhala un resoplido y rueda los ojos haciendo que sin poder evitarlo suelte una pequeña risa, bajo de la cama y rápidamente me dejo caer en la silla con torpeza para poder sentarme; no sé cuanto tiempo pasó, pero no me cambiaron mi ropa, solo me quitaron mis zapatos, así que no debo preocuparme por eso, Kathlyn se acerca y toma la silla para dirigirme a la salida sin decir una sola palabra.

En el camino a la salida algunos médicos y enfermeros me saludan discretamente y yo les devuelvo el saludo, es muy incómodo y triste que después de mi casa, el hospital haya sido el lugar donde pasé más tiempo en mi infancia y todavía a veces. Una vez afuera, Kathlyn deja mis zapatos sobre mis piernas.

—Póntelos en lo que voy por mi auto —ordena sin verme y me aleja de la puerta antes de irse por su carro.

—Como usted diga jefa —murmuro negando mientras me calzo los zapatos.

Un pequeño auto color ocre se detiene frente a mi, Kathlyn baja de este y luego abre la puerta del copiloto, la cual está más cerca de mi; me mira con una mueca de seriedad e impaciencia y yo me encojo de hombros viéndola.

—¿Puedes caminar? —interroga molesta.

—Sí, pero necesito ayuda para levantarme —repongo y ella se acerca rodando los ojos.

Estiro los brazos hacia ella y me toma por los codos, poniendo un pie frente a una de las llantas de la silla y el otro alineado a su cuerpo, me jala con cuidado y yo me impulso para bajar de la silla y me sostengo de sus hombros para no caerme, me incorporo con trabajo, la suelto y ella repite mi acción, ninguno de los dos se mueve hasta que yo asiento con la cabeza, ella vuelve a su auto y yo empiezo a avanzar hasta subirme al asiento del copiloto.

—Este no es tu auto —menciono cuando ella arranca.

—Si respondieras mis llamadas te habrías enterado que tengo un auto nuevo —responde seria y exhalo un suspiro.

-Perdón por lo que dije, no fue mi intención sonar tan grosero -me disculpo agachando la mirada.

-¿E ignorarme los últimos seis meses tampoco fue tu intensión? -contraataca sin despegar la vista de la autopista -¿Y ocultarme un hecho tan importante como este?

-Eso último no es personal -admito, eso solo la hace enfurecer más.

-¡Oh, muchas gracias por la consideración! -reclama y yo me muerdo el labio -¡¿Qué diablos pasa contigo Edvard?!

-¡No quiero seguir saliendo contigo, ¿okey?! -respondo generando que se frene de golpe.

Kathlyn se hace a un lado para estacionarse y detiene el auto, exhala un suspiro de dolor mientras yo lamo mis labios y bajo la vista avergonzado.

-¿Y no era más fácil decirme eso? -pregunta mirándome con tristeza.

Me quedo en silencio sin saber que responder y la veo por el rabillo del ojo asentir cruzándose de brazos volviendo la vista al frente.

-¿Hace cuanto sales con Liesel? -cuestiona dolida y yo volteo a verla incrédulo.

-¡¿Qué?! ¡No! ¡No, no, no, no, no! -niego repetidamente moviendo las manos -¡Yo no salgo con Liesel!

-¿Y entonces por qué estabas en su casa? ¿Por qué su hija te dice "papá"? -insiste empezando a molestarse de nuevo.

-Winter no sabe decir otra cosa, me conoce hace dos semanas -explico con una mueca -Le prometí a Aramis que las cuidaría y eso hago

-¿Y entonces por qué ya no quieres salir conmigo? ¿Ya no me amas?

-¡Claro que te amo! Y mucho de hecho -respondo.

-¡¿Y a qué viene todo esto entonces?! -exige con unas lágrimas rodando por sus mejillas.

-Kathlyn, mírame -exijo desesperado -Yo no avanzo, no hago nada literalmente, y tú te detenías de hacer cosas para no contármelas y no quiero que hagas eso

-¡Pues me lo pudiste haber dicho! -recrimina.

-¡¿Y me hubieras hecho caso?! -reclamo ahora yo dejándola callada -¡Dime la verdad! ¿Lo habrías hecho?

-No -murmura y yo asiento mientras un par de lágrimas caen de mis ojos.

-Por eso no quiero verte, no mientras estorbe en tu vida al menos -respondo y exhalo un suspiro -Me iré en taxi

Estoy por bajar del auto cuando Kathlyn me detiene con su brazo.

-Leo... -ella me interrumpe lanzándose a mis labios.

Respondo el beso con lentitud mientras siento el sabor salado de nuestras lágrimas en sus labios.

-¿Podemos hacerlo diferente esta vez? -propone con una sonrisa triste -¿Mi fantasma de Canterville?

Suelto una pequeña risa y asiento con ternura.

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Y de nuevo, inician los problemas 😈

Espero les guste.
Atte: Ale Bautista.

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