¿Papá?
Llego al hospital y me asomo a la habitación de mi mejor amigo, Edvard que justamente estaba volteando hacia la puerta sonríe risueño.
—Hola Mosquetero —saluda.
—Mentalista —respondo entrando a la habitación y recargándome en la pared —¿Cómo te sientes?
—Estoy un poco adolorido, pero mejor
—Me alegra escucharlo, tenemos una charla pendiente
—Lo sé, lo sé —murmura exhalando una risita —Hablamos de eso cuando salga, ¿de acuerdo?
—Me parece justo —accedo cruzándome de brazos.
-¿Y tu hermana? -pregunta con interés.
-En casa, se irá en un par de días -explico simple -¿Has visto a tu familia?
-Juno ha estado aquí casi todos los días -contesta inclinando la cabeza -Sé que mis padres han venido pero no los he visto afortunadamente
Hago una mueca al escuchar eso y Edvard se encoge de hombros en un gesto de total tranquilidad.
-¿Cuándo sales? -inquiero de pronto.
-Eh... Pronto, espero -responde sacándome una risa -Tengo que tomar mi terapia
-No sabía que necesitabas -comento ocasionando una mueca arrepentida en el rostro de mi amigo.
-No la tomo cuando vienes -explica -No me gusta dar explicaciones de eso
-Entiendo, tiene sentido -tranquilizo con una sonrisa sencilla, ya habrá tiempo para hablar de eso.
Desde el pasillo se escuchan pisadas acercándose y ambos nos quedamos en silencio un momento, por la puerta entra Liesel con una sonrisa tímida.
-Hola -murmura al verme y yo le doy una sonrisa tímida -Hola Ed
-Liesel, ¿qué tal? -saluda Edvard sonriente.
-Todo bien por fortuna -responde ella recargándose en la pared frente a la cama de Edvard, lejos de mí -¿Y tú?
-Mejor, gracias -exclama Edvard sonriendo y notando el gesto -¿Problemas en el paraíso?
Liesel y yo exhalamos una pequeña risa y noto como ella se sonroja sutilmente.
-No, no, para nada -afirma ella haciendo que mi corazón salte de alegría -Solo, es raro volver a estar juntos después de tantos años
Edvard voltea a verme con una sonrisa pícara y yo contengo una risa y me encojo de hombros.
-Eso dice ella -comento simple y él asiente.
Edvard hace el intento lento para quedar sentado en su cama y desde el pasillo se escuchan pasos débiles pero rápidos acercándose.
-¡Tío Ed! -grita una pequeña voz infantil haciendo que frunza el ceño.
Volteo la vista y veo pasar frente a mi a una pequeña de no más de 3 años con un bonito vestido rosa y un largo cabello pelirrojo rizado, Edvard sonríe ampliamente y estira los brazos hacia ella tomándola y levantándola con trabajo.
-Hola mi amor -saluda amoroso sentando a la niña en sus piernas -¿Cómo estás Winnie?
-Bien -responde la pequeña.
Veo a Edvard abrazar a la niña y veo su pequeña carita, abro la boca de forma leve y siento todo mi cuerpo perder fuerza, giro la vista hacia Liesel que mantiene su vista lejos de mí por lo cual termino volviéndola hacia Edvard. Él me vé y me da una pequeña sonrisa triste, señalo a la niña y arqueo las cejas preguntando sin decir nada, él no dice nada.
-Winnie -llama Edvard separándose de la niña -Mira, ¿quién es él?
Edvard me apunta con una mano y la niña voltea a verme, la veo fruncir su frente tiernamente e inclinar la cabeza confundida, pasan unos segundos o unas horas hasta que abre los ojos de sobremanera y una gran sonrisa aparece en su rostro.
-¡Papá! -grita emocionada estirando sus bracitos hacia mí.
Escucharla decir eso es suficiente para hacerme caer de rodillas contra el suelo y estirar los brazos hacia ella, Edvard la baja de la cama y la pequeña corre entusiasmada a abrazarme.
-¡Papá! ¡Volvite! -chilla emocionada abrazada a mi cuello.
Abrazo a la niña con fuerza y exhalo un quejido haciendo que un par de lágrimas caigan de mis ojos y escondo mi rostro en el hombro de mi niña.
-¡Volvite! ¡De vedad volvite! -celebra mi niña y yo me levanto con ella en brazos.
-Sí mi niña, sí -murmuro meciéndola de lado a lado -Volví, ya volví
-¡Mamá! -llama la niña, giro la cabeza y veo a Liesel viendo la escena -¡Mamá, papá!
-Sí amor, él es papá -confirma ella con una pequeña sonrisa triste.
-Papá, no te vayas ota vez -pide la pequeña mirándome -Po favo
Exhalo un suspiro de tristeza y asiento unas cuantas veces.
-No pequeña -respondo sonriéndole -No volveré a irme, lo prometo
Escucho a Liesel exhalar un suspiro de tristeza y veo a Edvard, él me da una sonrisa triste pero asiente un par de veces apoyando mi comentario.
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Que bonito encuentro, ¿no creen?
Pd. Bueno, ahora sí agarrense que vienen los problemas.
Espero les guste.
Atte: Ale Bautista.
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