No, Edvard

Entro al hospital, ha pasado casi una semana desde que Edvard nos corrió a Juno, Kathleen y a mí de su habitación, a la única a la que ha dejado volver a entrar a sido a su novia, algunas veces me he quedado afuera para escucharlos, suele ser bastante triste, hablan de la vida que pudieron haber tenido si Edvard estuviera sano, veo que Kathleen se aprovecha de eso para ver si la nostalgia o el deseo consigue hacer que Edvard cambie de opinión sobre su tratamiento, aunque no parece funcionar.

Veo a una chica, a la cual conocí como la hermana de Aramis, dando vueltas por la sala de espera y deteniéndose a saludar a su sobrina de vez en cuando, la pequeña Winter está sentada en uno de los bancos de la sala de espera; pese a que habían aceptado que Aramis tenía que morir, el chico permanecía en coma en la UCI pues se negaban tanto a desconectarlo como ya directamente a dejarlo morir, dejarían que su debilitado corazón decidiera el momento en que se detendría, esperando que alguna especie de milagro lo salvara.

Inhalo profundo y me encamino hacia la habitación de Edvard a ver si finalmente quiere hablar conmigo, pero veo salir a una enfermera que parece un poco triste y apurada.

—Disculpe —interrumpo haciéndola que me mire y me acerco a ella —¿Está todo en orden?

—Sí jovencito —responde la mujer, tampoco es que sea la primera vez que me ve por aquí —Solo voy a buscar un formulario que solicitó el joven Edvard

La mujer se hace a un lado y pasa de largo, me quedo estático un momento procesando la información y la primera idea que me brinca a la cabeza es buscar a Kathleen y Juno.

—¡Juno! —exhalo dando vueltas, debe estar cerca —¡Juno! ¡Juno!

—¡Aquí! —giro hacia el grito y la veo agitando la mano sentada en la sala de espera, me acerco a ella dando pasos largos —Pasaste frente a mí y no me saludaste

—Lo siento amor, no te ví —excuso dejando un pequeño beso en sus labios que me responde gustosa —¿Y Kathleen?

—Ahí —apunta ella y veo a la mencionada acercándose.

—¡Corre! —apuro haciéndole señas para que se acerque.

—¿Qué pasa? —pregunta cuando está lo suficientemente cerca como para escucharnos.

—Creo que Edvard aceptó el tratamiento —exclamo y veo a las dos abrir los ojos y sonreír con ilusión.

—¿De verdad? —pregunta Juno.

—La enfermera dijo que iba a buscar un formulario que él solicitó y Auguste me contó que Edvard le preguntó sobre el procedimiento

Ambas chicas exhalan un chillido de emoción mientras dan pequeños brincos de alegría.

—¿Qué esperamos? ¡Hay que ir a verlo! —asegura Kathleen.

—Espero que ya quiera vernos —secunda Juno antes de encaminarse hacia la habitación de Edvard.

Apenas a un par de pasos de la habitación se escucha una voz hablando, los tres intercambiamos miradas de confusión y yo agudizo el oído.

—No, Edvard, no puedo aceptarlo, él no lo aceptaría

—¿Liesel? —murmuro confundido.

—Sé que no lo haría pero por desgracia él no tiene jurisdicción en esto por ahora —responde Edvard.

—Enfurecerá cuando despierte

—Pero será muy tarde para evitarlo para ese momento. Por favor Liesel, mira, si no lo haces tendrás dos cadáveres y esto no habrá servido de nada

Esa frase no me gusta nada, sin pensarlo me asomo directamente entrando a la habitación, Edvard gira su vista hacia mí, su sonrisa tranquila me hace saber que esperaba algo por el estilo.

—Liesel, por favor —pide, la chica lo mira con tristeza y luego me mira a mí con una especie de suplica.

—Confío en qué te harán cambiar de opinión, pero si no es así, gracias

Sin más, Liesel sale de la habitación frotándose los ojos, la veo partir y vuelvo la vista a mi mejor amigo que mantiene una serena sonrisa nostálgica.

—Edvard, ¿qué hiciste? —suelto sin más.

—No quiero vivir así Khaled, y si alguien merece vivir aquí, es Aramis

—¡No puedes hacer eso! —reclama Juno.

—Literalmente no puedes —secundo —Solo puedes ayudarlo estando muerto... Ed

—¿Quién dijo que no podía controlar mi muerte? —responde burlón.

—Edvard —solloza Kathleen haciendo que el aludido gire la vista hacia ella y la mire con tristeza.

—Lo siento amor —Edvard estira su mano hacia ella con anhelo —Será para la próxima

—No, no, no puedes pedirme eso

Edvard baja la mirada un poco antes de mirar a su hermana y estirar su brazo hacia ella.

—Juno, hermanita

—No Edvard, no puedo aceptarlo —murmura ella con dolor.

Edvard baja el brazo y la mirada antes de voltear hacia mí, me acerco a él para quedar al borde de su cama, noto como se relaja y esto no me gusta nada.

—Khaled —murmura Edvard mientras sonríe —Hermano

Bajo la vista y lo veo alzar la mano en señal de despedida, me aferro a las barras de su camilla, alzo la vista hacia su rostro y niego, él deja de sonreír.

—No, no, no, no —respondo en total negación —¡Edvard, no puedes hacer esto!

—¿Por qué no Khaled? —reclama suplicante —Yo no quiero esto

—Yo, yo lo entiendo, entiendo que no vas a mejorar, que no hay punto de retorno, que no vas a sanar —afirmo y él sonríe asintiendo —Pero no

Creí que era fuerte, creí que podría aguantar esto cuando pasara, creí... Pero no puedo, no puedo dejar que mi mejor amigo se vaya, no sin una última batalla.

—En las malas y en las peores, no nos vamos ni nos dejamos —recito y pongo los dedos de mi mano izquierda en señal de cruz —¡Promesa de club!

—Lo sé, lo sé —confirma mi mejor amigo —Pero no quiero, no podría soportarlo, no así

—Por favor Edvard, una última vez —suplico, ruego, no puedo perderlo, no puedo dejar ir así a mi mejor amigo —Es lo único que te pido, pelea una última vez

—Ya no puedo Khaled

—¡¿Y por qué no?! —reclamo al borde del llanto —¡Maldita sea Edvard! ¡¿Por qué no?!

—Porque... —Edvard piensa y exhala —No puedo ir a pelear sin un arma, y ya no tengo armas

Exhalo un suspiro de dolor, abro la boca intentando decir algo, pero las palabras no salen de mi boca; esta vez lo entiendo: no se está dando por vencido, no se rinde, está conciente de que ya no puede pelear, y no quiere intentarlo, no quiere sufrir. Y lo apoyo.

—Okey, okey —murmuro mientras asiento —Lo entiendo

—Gracias —susurra Edvard sonriente —¿Hermano?

Estira su mano de nuevo, la miro, esta vez la aprieto con ambas manos y dirijo mi cabeza hacia esta, las dos chicas tras nosotros gritan.

—¡No!

—¡¿Por qué?!

Aprieto los ojos y un par de lágrimas corren por mis mejillas mientras vuelvo la vista al rostro de mi mejor amigo.

—Cuidalas por mí —pide —¿Sí?

—Con mi vida si es necesario —afirmo y él exhala una risa asintiendo —¿De verdad ésta es nuestra despedida?

—Desearía que no —responde —Pero eso parece lamentablemente

—Esperame del otro lado... —repongo y me detengo un momento —Mentalista

—Nos vemos en otra vida... Cascanueces

—¿De verdad tuvieron que pasar diecisiete años para que me pusieras un apodo decente? —reclamo entre risas y sollozos.

—Tal parece —murmura él antes de volver la vista a las chicas —¿Kathleen?

La mencionada se acerca con los ojos llenos de lágrimas, Edvard estira su mano hacia ella y cuando finalmente la toma la jala para besarla; las lágrimas de Kathleen ruedan por sus mejillas hasta que Edvard junto sus frentes y las seca con sus dedos.

—Se feliz sin mí, ¿sí? —pide Edvard abriendo los ojos.

—Nunca voy a olvidarte

—Ni yo a ti, te buscaré en la siguiente vida, lo prometo —asegura frotando su frente con la de ella —Solo no pienses en mí tan seguido

Kathleen ahoga su llanto besando de nuevo a Edvard, el la abraza con delicadeza y acaricia su cabello hasta que ella lo suelta y puede volver la vista a Juno.

—¿Hermanita?

Juno se acerca y se lanza a abrazar a su hermano entre llanto, la veo apretarlo con fuerza y al mismo tiempo cuidado.

—Lamento no haberte entendido, no quería fallarte

—Hey, no digas eso, no me fallaste —asegura Edvard tomándola del cabello para verla a los ojos —Fuiste la mejor hermana que pude haber tenido

—Te voy a extrañar mucho Eddie

—Yo también pequeña, yo también —los gemelos Dumas se abrazan con fuerza, es triste despedirse de la persona que lo inició todo, es triste dejar ir a Edvard —Juno, voy a necesitar que hagas algo por mí

Juno asiente y con cuidado Edvard la jala hacia él para pegar su oído a su boca y comenzar a susurrarle cosas que no alcanzo a escuchar, veo a Juno asentir varias veces y finalmente separarse de él.

—Ultima cosa —menciona Edvard —Cuando esto termine, corre a casa y en el lugar donde escondo mi guitarra encontrarás un sobre gris y uno blanco, leé el blanco y dale el gris a mamá, ¿sí?

—Está bien —murmura ella antes de abrazarlo de nuevo —Te quiero

—Yo también te quiero Juno —responde él y me mira señalandola con los ojos.

Doy la vuelta y tomo a Juno con los hombros para separarla de Edvard con cuidado y la abrazo con delicadeza, miro a Edvard un poco incómodo, él parece pensar un momento antes de hablar.

—Una cosa te pedí que no hicieras cabrón, y te valió madres —reclama haciéndonos reír a Juno y a mí —Pero no podría dejar a mi hermana en mejores manos

—¿Tengo tu bendición entonces? —pregunto bromista.

—Si vivo no me hiciste caso, muerto ¿que diablos te importa? —exclama encogiéndose de hombros —Pero sí

Sonrío suavemente con un dejó de tristeza, la enfermera se asoma en ese momento trayendo consigo un formulario, con una inclinación de cabeza me despido de Edvard y empujo a Juno y Kathleen para que salgan conmigo

—¿Les puedo pedir una cosa? —llama Edvard antes de que salgamos y todos miramos hacia él —No dejen que muera el club de los nombres ridículos, ¿sí?

Las dos chicas y yo intercambiamos una mirada cómplice y hacemos la señal de la promesa de club, dejamos un beso en nuestros dedos y alzamos las manos.

—Que nunca muera el club de los nombres ridículos —declamamos al unísono haciendo reír a Edvard.

...

Después de algunas horas, una enfermera nos avisa que Aramis y Edvard entrarán pronto a cirugía, Nadia, la hermana de Aramis, celebra alegremente y Liesel me da una mirada triste.

—¿No lo convencieron? —cuestiona.

—Aramis tiene corazón, ¿no? —respondo simple, ella asiente y se aleja para tomar a Winter en brazos y acercarse a Juno.

Veo como se llevan el cuerpo inconsciente de Edvard de la habitación, no puedo evitar sentir que una parte de mí se está llendo con él; como si fuese una gran ironía, en ese momento se suelta la alarma del cuarto de Aramis, su corazón finalmente se ha detenido.

Veo al personal correr para atenderlo y llevarlo rápidamente al quirófano, ese lugar a donde entran dos de mis amigos... Y solo saldrá uno.

Nadia está llamando a sus padres mientras los convence de que no es necesario que vuelvan; Liesel busca a Kathleen y Juno se fue a cumplir con el último encargo de Edvard, me ofrecí a acompañarla, pero aseguró que necesitaba hacerlo sola.

Espero sentado en una de las bancas de la sala de espera mirando mi teléfono cuando de pronto al alzar la vista veo a Auguste dando vueltas moviendo la cabeza en direcciones aleatorias, con una mano en la barbilla y otra en el bolsillo. Edvard tal vez sea mi mejor amigo, pero la conexión que tengo con Auguste es... Diferente, y sé que está preocupado.

Con cuidado me levanto para acercarme a él, lo tomo por el hombro y el voltea dándome una sonrisa tranquila.

—Khaled —murmura.

—¿Qué te pasa?

—Dos de mis mejores amigos acaban de entrar a cirugías potencialmente peligrosas —responde con su voz atropellando las palabras —Digo, sé que los médicos son buenos y que tienen potencial y están entrenados para esto pero... Me asusta saber que puede que alguno o ninguno regrese

Pese a que en un principio solo pensaba en calmarlo ese último comentario me hizo dudar, frunzo un poco el ceño y siento mis labios temblar antes de preguntar lo que tanto me temo.

—Auguste, según tú, ¿qué le están haciendo a Edvard?

—¿Cómo que qué? La cirugía de su tratamiento, ¿no?

Abro la boca conteniendo un quejido de dolor y siento como de pronto empieza a faltarme el aire, como si un hueco en mi pecho se llevara mi corazón y mis pulmones. Auguste no estaba con nosotros cuando Edvard se despidió y lo último que él sabe es que Ed quería saber sobre su tratamiento; aprieto los ojos y las manos mientras me preparo para lo que debo decirle.

—Auguste, bien sabes que Aramis no pudo haber obtenido un corazón de la lista

—Sí, lo sé, hubo un donante

—Exacto...

—¿Qué ocurre Khaled ?

—El donante es Edvard —veo a Auguste abrir los ojos de sorpresa y separar un poco los labios, su respiración se vuelve errática, yo aprieto los labios antes de dar el tiro de gracia —Edvard no va a volver

—No, no, no, dime que no hablas en serio Khaled, por favor —suplica, noto cómo sus labios tiemblan y sus ojos empiezan a llenarse de lágrimas, solo puedo bajar la mirada.

Escucho a Auguste exhalar un suspiro de dolor y veo como sus pies se alejan de mi campo de visión, encaminándose a la puerta; lo sigo con la mirada aún agachada, sale del hospital y da unas cuantas vueltas por el camino de entrada, me acerco a la salida, lo veo levantar la mirada hacia el cielo y juntar las manos en modo de oración, frunzo el ceño, Auguste es ateo de corazón, considera que la religión es la forma más estúpida de esclavitud, por lo cual es sorprendente verlo adoptar una postura religiosa, y más aún lo que declama después.

—Por favor Señor, yo, yo nunca te he pedido nada y sé que no tengo ningún derecho a hacerlo, pero por favor, dame una señal, por favor, dime qué ésto no está pasando por favor, es lo único que te imploro

Como si alguna misteriosa fuerza del destino o el mismo Alá intentara burlarse de nosotros, en ese momento llega una ambulancia con la torreta encendida pero sin que se escuche la sirena, cuando las puertas de está se abren, se ve bajar a los paramédicos cargando una bolsa de cadáveres.

—¡Maldito! —grita Auguste con dolor —¡Eres un maldito!

Debería salir a hablar con él, pero veo llegar a Juno y a través del reflejo de la puerta distingo a Kathleen y Liesel, exhalo un suspiro, Auguste se calmará solo, pero yo prometí que las cuidaría a ellas, le estiro mi brazo a Juno y ella me aprieta en un abrazo.

—¿Me contarás lo que te pidió?

—Ya lo verás

Asiento y la empujo con suavidad para que se dirija hacia donde están las otras dos, al pasar frente al pasillo por dónde se llevaron a mis amigos suelto un suspiro.

—Aramis, resiste, todo depende de ti —pido en un susurro antes de seguir a Juno.

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