Mala idea
Estaba sentado en la sala esperando a que Aramis regresara de su misión imposible buscando unas cosas en el periódico cuando escucho un carro frente a la casa, alzo la vista, sonrío y regreso mi vista al periódico.
Cuando la puerta se abre escucho un quejido y levanto la cabeza confundido, frente a mi veo a Aramis caminando a trompicones sin sus lentes y con un lado de la cara golpeado.
—¡Diablos Aramis! Q-q-q —me quedo trabado sin saber que decir mientras me acerco a él preocupado —¡¿Qué pasó?!
—¿Tú qué crees? —responde dejándose caer al suelo semi-inconciente —Me duele todo
—Me sorprendería que no —respondo y lo ayudo a levantarse con cuidado —Ven, vamos a curarte
Lo jalo con cuidado por el pasillo hasta que llegamos al baño, lo ayudo a entrar y a sentarse en el inodoro mientras busco algo para curarlo, sobre el espejo veo el botiquín y me estiro para alcanzarlo, dentro tiene agua oxigenada, alcohol, algodón, vendas y algunas curitas.
Tomo el algodón y el alcohol y me acerco para ponérselo en la mejilla donde tiene un pequeño corte.
—¡Auch! —se queja apartandose y lo jalo del cabello hacia mi.
—No te estés quejando, solo mira cómo te dejaron —le reclamo y sigo con lo mío —¿Dónde están tus lentes?
Aramis se encoge de hombros suavemente y yo exhalo un suspiro de fastidio.
—Te dije que era una mala idea Aramis, ¿sí o no te lo dije? —regaño, ya me parezco a mi mamá.
—Ajá —responde simplemente.
—¿Por lo menos valió la pena? —pregunto —¿Descubriste algo?
—Alcancé a ver unos dígitos de su número de teléfono —responde y se tambalea.
—¡No, no! No puedes desmayarte ahora —aviso y lo jalo más fuerte.
—¡Oye, me lastimas! —reclama poniendo sus manos en la mía.
—Pues deja de moverte, y cállate —sentencio y sigo con lo mío.
Termino con su corte y le pongo solo un curita, reviso su cara para estar seguro de que no tiene algún otro golpe o corte y no encuentro nada.
—Vas a necesitar algo para que no se te inflame tanto el golpe —aviso viendo su piel morada.
—Hay guisantes congelados en el congelador —responde y yo asiento.
—Quédate aquí —pido y me alejo —Por favor trata de no caerte
Él suelta una pequeña risita y yo corro a la cocina para sacar el pequeño paquete de guisantes del congelador, regreso corriendo y veo a Aramis medio dormido (o medio inconsciente) apoyado en sus manos.
—Ven aquí amigo —lo llamo y lo ayudo a levantarse —Ten, ponte esto
Acerco la bolsa a su cara y al sentir el contacto se aleja suavemente.
—Está frío —dice antes de acercarse de nuevo.
—Pues esa es la idea —respondo con obviedad —Mosquetero inútil
—¡Oye! —reclama de vuelta.
—¡Cállate y póntela! —ordeno y lo jalo hasta su cuarto.
Él se acuesta en su cama con la bolsa cubriendo la mitad de su cabeza y yo lo observo.
—¿Me puedo dormir un rato? —pregunta y yo sonrío.
—Claro, creo que lo necesitas —respondo y veo cómo se acomoda para dormirse.
—Gracias —murmura y cierra los ojos.
Me dirijo al baño cuando lo veo dormirse y tomo las vendas, regreso al cuatro para amarrarle la bolsa a la cabeza con cuidado y luego regreso todo a su lugar.
Me meto al cuatro de Aramis para cerrar sus cortinas y cuando voy de salida me acerco a dejar un beso en su coronilla.
—Descansa amigo —murmuro y salgo para seguir con mi actividad en el periódico.
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Edvard es un amor, ¿a poco no?
Y definitivamente este par tiene más química de la que tiene cada uno con su respectiva pareja.
Espero les guste.
Atte: Ale Bautista
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