La fase que no conocía de ti

Estamos mi hermana, Edvard y yo en mi casa, son las siete, casi las ocho, mi hermana supuestamente está viendo la televisión, yo estoy revisando cosas al azar en mi teléfono y Edvard está en el baño.

De pronto, todas las luces se apagan dejándonos a oscuras, mi hermana y yo prendemos las linternas de nuestros teléfonos e intercambiamos una mirada confundida, entonces un rayo se hace presente afuera.

—¿Está lloviendo? —pregunta Nadia, yo me levanto del sillón y me acerco a la ventana.

El cielo no está gris, está negro, sin embargo, no cae una sola gota, un trueno fuerte suena afuera, frunzo el ceño y volteo hacia mi hermana para negar con la cabeza, reviso el clima en mi teléfono, entonces Edvard aparece por el pasillo.

—¿Se fue la luz? —pregunta y mi hermana y yo asentimos —¿Y eso por qué?

—Hay una tormenta eléctrica —respondo encogiéndome de hombros, no es la gran cosa.

—¿Qué? —volteo a ver a Edvard, está pálido y tiene los ojos muy abiertos.

—Edvard —llamo preocupado al verlo —Tranquilo

En eso, se ve un rayo caer cerca y un trueno muy fuerte se hace presente, Edvard suelta un grito y se tapa los oídos asustado.

Me sobresalto en mi lugar y me acerco a él rápidamente, mi hermana voltea a vernos confundida.

—Edvard, calma —pido con voz suave, otro trueno se escucha y Edvard se tira al suelo de rodillas —Edvard, cálmate por favor

—Aramis, ¿qué pasa? —pregunta mi hermana acercándose.

—Le tiene miedo a las tormentas eléctricas —explico alterado y me arrodillo frente a él —Edvard, clama por favor

Edvard aprieta con fuerza sus oídos tapándolos con sus palmas y rodeándolos con sus dedos, clavándose las uñas en estos; sus ojos están cerrados con fuerza y su cuerpo tiembla.

—Edvard, tranquilo —suplico sin saber qué hacer.

—Mamá, mamá —comienza murmurar mientras se balancea hacia atrás y adelante.

—Nadia, por favor ayudame —pido a mi hermana.

Mi hermana se acerca rápidamente y se coloca a mi lado, me aparta de forma suave empujándome con su brazo para poder ponerse justo frente a Edvard, estira sus manos y con cuidado las coloca sobre las de él y las aprieta.

—Edvard, tranquilo —murmura apretando más las manos de Ed haciendo que este las separe poco a poco —Edvard, mírame

Edvard alza lentamente la vista, pero un nuevo rayo se hace presente y un trueno fuerte hace retumbar las ventanas, por lo cual Edvard suelta otro grito e intenta volver a ponerse las manos en los oídos, sin embargo, mi hermana lo detiene.

—Edvard, cálmate —pide mi hermana seria sosteniendo las manos de Edvard —Concéntrate, dime, ¿dónde estás?

—En mi casa —responde Edvard con voz aguda.

—¿Específicamente?

—Tlatelolco, complejo de departamentos, último piso —contesta.

—¿Quién más está ahí? —interroga Nadia.

—No hay nadie, estoy solo, tampoco hay luz —desarrolla Edvard, con cada palabra sus temblores aumentan.

—Okey, tranquilo, mírame —pide levantando su barbilla con cuidado, Edvard abre los ojos lentamente, están rojos e hinchados —¿Dónde estás ahora?

Edvard gira la cabeza analizando el lugar.

—Aquí, en casa de Aramis —murmura bajando sus manos.

—Exacto, y estamos aquí Edvard, estarás bien —afirma mi hermana.

Edvard asiente lentamente y una pequeña sonrisa se hace presente en sus labios, sin embargo, otro trueno resuena y hace que grite y se lance sobre Nadia en un abrazo; ella lo recibe abrazándolo con cuidado y lo acuna con cuidado, él se separa avergonzado y se queda sentado sobre sus rodillas.

—Lo siento —murmura apenado.

—Está bien, tú tranquilo —responde mi hermana acariciándole el cabello y dejando un beso en su coronilla.

Mi hermana se levanta y Edvard se sienta con cuidado en el pasillo con la espalda recargada en la pared, yo lo miro con una sonrisa y él me la devuelve, otro turno suena sobresaltándolo, me acerco a él mientras intenta controlarse.

—Tranquilo —susurro junto a él y le doy una sonrisa.

—Gracias —contesta de igual forma.

Saco de mi chamarra un par de audífonos y se los pongo, activo el bloqueo de ruido ambiental y eso lo relaja, tal vez no me escuche, pero por lo menos los truenos ya no lo asustan.

Después de un momento, Edvard intenta levantarse, se está quedando dormido y se ve cansado, tal vez por lo que acaba de pasar, al intentar levantarse, se apoya en una pierna y cae de nuevo al suelo.

—¡Edvard! —llamo preocupado y me acerco, él se quita uno de los audífonos y me mira cuando estoy a su lado.

—Estoy bien —tranquiliza y se levanta apoyándose en sus manos quedando sentado de nuevo.

—¿Qué pasó? —pregunto.

—Se me durmió la pierna —responde abrazándose —¿Me levantas?

—Claro

Lo tomo de las manos y lo jalo con fuerza, lentamente él empieza a levantarse hasta quedar de pie, se apoya con la espalda en la pared y se queda así un momento, en eso, notó que sus piernas tiemblan.

—¿Estás bien? —cuestiono al ver eso.

—Sí, voy a dormir un rato creo, tengo sueño —esquiva rápidamente —¿Me ayudas?

Lo tomo con cuidado y lo guío hasta mi cuarto que por fortuna está a solo un par de pasos (literalmente) y lo ayudo a acostarse en el colchón.

—Gracias —murmura una vez que está tirado en su cama improvisada.

—No hay de que —respondo.

Me acerco a la ventana para cerrar las persianas y evitar que entre más luz a mi cuarto y me aseguro que la ventana esté bien cerrada, durante ese proceso Edvard se quedó dormido; salgo de mi cuarto y cierro suavemente la puerta para no despertarlo.

—¿Se durmió? —pregunta mi hermana cuando llegó a la sala, yo asiento —¿Qué le pasó?

Me encojo de hombros como respuesta y ella me mira con una mueca, por desgracia, no puedo darle una mejor respuesta.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top