Epílogo

15 años después...

Termino de cepillar mi cabello y me encamino hacia la cocina para desayunar; mi mamá ya se encuentra ahí, y dos platos de desayuno ya están servidos, el aroma es exquisito, como cada vez que hace hotcakes con huevo.

—Buenos días mami —exclamo sentándome a la mesa.

—Buenos días amor —responde ella apagando la estufa —¿Lista para tu primer día?

—Lista —aseguro.

En eso se escucha el sonido de una puerta azotandose, pasos apresurados y una silla siendo arrastrada.

—¡Rudy! ¡Devuélveme eso!

—¡Ven y quítamelo!

A la cocina entra corriendo divertido un chico de catorce años, cabello castaño oscuro, piel bronceada, ojos marrones y lentes cuadrados; me mira con una sonrisa traviesa y me pide que guarde silencio con un gesto mientras sacude entre sus manos un montón de hojas impresas, yo niego con la cabeza mientras ruedo los ojos sonriente ante las travesuras de mi hermaninto.

—Traélo —escucho decir a mi papá y las pisadas suaves y apresuradas que se escuchan por el pasillo me hacen saber que recurrió a métodos externos.

Mi mamá también lo nota pues me jala un poco la silla y después hace lo mismo con la mesa, le sonrío un poco y en eso el joven dálmata que tenemos de mascota entra corriendo a la cocina con la lengua de fuera, Rudy abre los ojos preocupado e intenta echar a correr pero es muy tarde, el perro se lanza sobre él tirándolo al suelo mientras le lame la cara y sus patas manchan la parte alta de su suéter escolar.

—¡No es justo! —reclama risueño intentando quitarse al perro de encima.

—Tampoco es justo que sigas comportándote como un niño travieso a tus casi quince años, Rudy —replica mi papá entrando a la cocina y agachándose para recoger los papeles —Cerbero, suéltalo

El perro se detiene al escuchar a mi papá y retrocede un par de pasos, con una seña mi padre le indica que se siente y este obedece de inmediato.

—Buen chico —afirma mi papá antes de estirar una mano para levantar a mi hermano —Ve a terminar de arreglarte ándale, tienes que ir a la escuela

—Sí papá —accede Rudy derrotado pasando por su lado dando resoplidos.

Mi hermano es lo que casi cualquier padre podría considerar solo como "el gracioso de la clase", pero para mis padres es un dolor de cabeza, ambos habiendo sido los tranquilos de su casa tienen que lidiar con un hijo respondón, bromista, desobligado, flojo y, para colmo, rebelde; aún así, los dos lo quieren mucho.

—Buenos días amor —saluda mi papá acercándose a mi mamá para darle un beso de buenos días.

—Esos sí son buenos días —afirma mi madre con una sonrisa.

—Buenos días hija —exclama abrazándome por la espalda y dejando un beso en mi cabello.

—Buenos días papá —respondo alzando la cabeza para verlo.

—¿Lista para tu primer día de Universidad?

—Nerviosa y emocionada, pero lista —aseguro dando un trago a mi vaso de jugo de naranja y comiendo mi último bocado —Terminé

Levanto mis trastes y los dejo en el lavabo antes de regresar corriendo al pasillo para lavarme rápido los dientes y volver a la sala.

—¿Gustas que te acompañe? —propone mi padre.

—Por favor —acepto sonriente mientras tomo mi mochila.

Arreglo mi chamarra negra, le abrocho el cierre y sacudo mi pantalón por cualquier migaja que se le haya podido quedar y espero a que mi papá se despida de mi mamá y mi pequeño hermano regrese a la cocina listo para desayunar.

—Adios pequeño corredor —despido abrazándolo.

—Adios Milady —responde bromista mi hermano haciendo una reverencia burlona antes de irse a la cocina.

—Adiós campeón —despide mi papá sacudiéndole el cabello —Suerte en tu primer día

—Gracias papá —contesta él con una sonrisa.

—Vamos pequeña —apremia mi papá indicándome que salga.

—¡Adiós mamá! —despido saliendo por la puerta frente a mi padre.

Ambos vamos por la calle en silencio, yo sostengo las correas de mi mochila con aburrimiento y voy mirando al piso mientras pateo algunas piedras, por lo menos hasta que mi papá me da un choque juguetón en el brazo.

—¿Cómo estás? —pregunta.

—Un poco nerviosa —acepto mirándolo —¿Y si no me va bien como a ti y mamá? ¿Y si no le agrado a nadie?

—Oye, no te va a ir como a ella y a mí, te va a ir mejor, está en ti —asegura mi padre —No he conocido a una sola persona que te conozca y no le agrades

—Siempre hay una primera vez

—Y es necesaria, pero ten algo por seguro, si se diera el caso, aquí estaremos nosotros para ti

Le sonrío a mi papá y lo abrazo con cariño, mi papá me devuelve el gesto, se detiene, palmea un par de veces su cabeza y deja un beso en mi cabello.

—Ven, alcanzame —exclama mi padre antes de darme un empujón y echar a correr.

Suelto una risa sonora antes de correr detrás de él, lo escucho reír y quejarse cuando su pie cae en algún bache o algo, podría alcanzarlo, pero prefiero no hacerlo para mantener lo divertido; algunos vecinos salen de sus casas y nos saludan a ambos con una sonrisa que devolvemos, mi padre vivió aquí casi toda su vida salvo por el tiempo que se fue a España y yo estoy cumpliendo casi el mismo camino.

Mi papá se detiene al inicio de las escaleras de la estación del metro, yo río y de un brinco me subo al barandal para deslizarme hasta abajo con un grito de júbilo, mi padre ríe al verme y me sigue bajando uno a uno los escalones.

—¿Un poco mejor? —pregunta mi papá al llegar a mi lado.

—Definitivamente —respondo.

Mi papá me abraza y me jala con cuidado para que lo siga a los torniquetes, yo saco mi tarjeta del metro de mi mochila y mi papá de su cartera, cada uno pasa por un torniquete y subimos las escaleras hacia los andenes.

—Esto es un poco raro —comento haciendo que mi papá me mire con las cejas fruncidas.

—¿De qué hablas? —pregunta.

—Soy la mayor de mis primos, pero tú eres el menor de mis tíos —explico pensando en mi hermano y mis primos —Soy la primera en ir a la Universidad

—Y serás un gran ejemplo para ellos —afirma mi papá —Pero por favor, no repitas mi error

—Lo prometo —respondo.

Nos paramos en el andén uno al lado del otro, le doy una sonrisa rápida a mi papá y paseo la vista por el lugar para detenerme en un chico, está recargado en la pared, porta un par de audífonos de diadema plateados y tiene una consola de videojuegos portátil entre sus manos en la cual está concentrado, su cabello ondulado castaño rojizo cae alborotado por su rostro bronceado y su chamarra de mezclilla negra tiene cosido el emblema de Queen en el brazo. Sin darme cuenta, me quedo embobada en él hasta que escucho una risa, volteó la vista y veo a mi papá con la boca cubierta pretendiendo mirar si viene el tren.

—¿Qué? —cuestiono mirándolo.

—Nada —responde él, no tengo tiempo de insistir puesto que se escucha el silbato del metro acercándose.

...

Estación Universidad, última estación de la línea tres, mi papá y yo bajamos del metro y salimos de la estación, él se detiene en las escaleras del puente peatonal que me dejará dentro de Ciudad Universitaria.

—Disfruta tu primer día pequeña —exclama tomándome de las manos —Todo saldrá bien, confía en eso

—Gracias papá —respondo dándole un abrazo.

—Te quiero mucho mi pequeña princesa, suerte

—También te quiero pa —doy media vuelta lista para subir, tomo las correas de mi mochila, jalo aire profundamente y me impulso al primer escalón —Polacas, allá voy

Mi papá ríe un poco al escucharme y yo subo por el puente, al llegar arriba me despido de él agitando la mano, gesto que me responde y yo sigo mi camino.

Tal vez sea un cliché tonto, pero el aire se respira diferente al entrar a mi escuela, mi facultad queda algo lejos, pero siendo realista, entro a clase hasta dentro de una hora, solo quería un poco de tiempo para familiarizarme con mi escuela y sus pasillos.

Camino un poco por los jardines, de pronto un golpe se escucha cerca y un balón de voleibol aparece rodando en mi campo de visión hasta chocar con mi pie, me agacho a recogerlo y miro a mi alrededor, una chica de cabello castaño claro y piel caramelo se acerca a mí con una sonrisa.

—¡Balón! —indica agitando la mano.

Sonrío un poco, lanzo el balón hacia arriba y le doy un golpe suave que lo empuja hacia adelante, cayendo en las manos de la chica.

—Gracias —exclama al recibirlo —¿Quieres jugar con nosotros?

—Claro, ¿por qué no? —respondo después de pensarlo un poco.

La chica me indica con la cabeza que la siga, yo sonrío ampliamente, aprieto las correas de mi mochila y la sigo dando un pequeño brinco para impulsarme, las dos caminamos unos metros hasta una pequeña cancha de voleibol donde hay otras dos chicas y tres chicos.

—Oigan, ya llegó alguien a equilibrar esto —anuncia la chica señalándome.

—¡Hey, no es justo! —reclama uno de los chicos al otro lado de la red —¡Es una chica!

—Ustedes son cuatro, y nosotras tres —apunta la chica que se encuentra sentada.

—Nos van a poner las humilladas de nuestra vida, pero tiene razón —interviene el chico al lado del primero.

—¿Van? No es como que no nos las pongan ya —refuta el primero —Bueno ya qué, ya la invitaste, ¿cómo te llamas?

—Hola —respondo agitando la mano —Soy Winter

—¡Genial! ¡Ya acompletamos! —claman los dos chicos con una celebración eufórica que me hace fruncir el ceño.

—Lo entenderás mientras te presento al grupo —explica la morena que me llevó hasta ahí —La que está sentada sentada es Summer

Desde el suelo, a uno pasos de nosotras, una chica que su presencia grita "invierno" por su piel blanca como la nieve, cabello rubio platinado y brillantes ojos azules, nos saluda con una sonrisa amplia que le devuelvo sin dudar.

—La que está allá, en su celular, es Fall —indica la morena apuntando a la mencionada.

Un poco más lejos, una chica de un brillante (y evidentemente teñido) cabello verde que hace juego con sus ojos que resaltan sobre su piel blanca llena de pecas marrones, levanta la vista de su teléfono para darme un saludo alegre que no dudo en devolver.

—Y ellos son los idiotas —apunta Fall con su cabeza señalando a los chicos al otro lado de la red.

Los dos que hablaron antes, fulminan a la chica con la mirada y le sacan el dedo medio, el tercero está concentrado en su celular y no voltea ni se inmuta.

—El quejica y más cercano es Narciso —presenta la morena —Mi hermano 

El aludido voltea a verme y levanta rápidamente su mano para saludarme, otra vez; las similitudes con la morena frente a mí son evidentes; ambos de piel caramelo y ojos color chocolate, sin embargo, ella tenía un cabello claro que recordaba a los bosques de otoño, mientras que él exhibía un cabello de apariencia dorada, similar al pasto u hojas secas; era obvio que él era el mayor del grupo.

—El que está a su lado es Julio —informa Fall apuntando con una sonrisa al mencionado.

El jovencito de brillantes ojos grises y muy corto cabello rubio se apoya en el hombro de su amigo para guiñarme un ojo de forma bromista, parece ser el más joven del grupo.

—Y el IDIOTA que no ha dicho nada y está en su celular, es Forest —finaliza la morena causando que el aludido gire la vista y nos vea —Y yo soy Abril

El chico en cuestión me saluda dándome una sonrisa de anuncio de pasta de dientes mientras se acerca, es de piel morena y quebradizo cabello castaño oscuro que asemejaba a un nido de pájaros, sus ojos aumentaban su aspecto de ser un espíritu del bosque al ser de un suave tono avellana, asimilandolo así, parecía un nogal en plena primavera.

—¿Me hablaron? —cuestiona acercándose.

—Deja tu teléfono un rato, Gump —regaña Fall.

—Un gusto conocerlos —exclamo con una amplia sonrisa —Me pareció haber escuchado que eran cuatro

—Sí, ahí viene el cuarto —anuncia Summer señalando el camino por el que llegamos Abril y yo.

Giro la vista en esa dirección y tengo que contenerme para no dejar que me caiga la mandíbula de golpe al ver al chico de la estación acercándose sacudiendo su mochila y bajándose los audífonos antes de girar la vista hacia nosotros exhibiendo sus cálidos ojos miel.

—Hola, lamento llegar tarde —saluda al llegar.

—Siempre llegas tarde, ya nos acostumbramos —reclama Abril, el chico la ignora.

—Te perdiste lo mero bueno, compadre —exclama Julio estirando los brazos.

—¿Qué me perdí?

—¡Ya tienes pareja! —anuncia alegre Narciso, el chico frunce el ceño confundido y el moreno me apunta con una sonrisa traviesa.

—Oh, hola dulzura —saluda él sonriéndome con coquetería haciendo que me ponga nerviosa.

—Eh... Hola —murmuro, nunca nadie me había llamado "dulzura".

—Ignoralo, es un patán desvergonzado —exclama Abril con una mueca de fastidio rodando los ojos.

—Ignorala a ella, todas son iguales —refuta él; ambos se miran con fastidio y se sacan la lengua antes de reír, evidenciando que bromean —Soy Enero

—Winter —respondo tomando la mano que me tendió.

—Bienvenida, te diría algo más interesante, pero no tenemos nombre —comenta risueño sacudiendo los hombros varias veces —Así que solo, bienvenida al club

—Bienvenida al club de los nombres ridículos —murmuro por lo bajo, pero no lo suficiente como para que no me escuche.

—¿Qué dijiste? —pregunta acercándose peligrosamente.

—Oh, nada, solo es la frase de un libro —afirmo retrocediendo un par de pasos mientras sonrío —Bienvenido...

—Al club de los nombres ridículos —finaliza conmigo —¡Sí! ¿Has leído ese libro?

—Sí —respondo contenta —¿También tú?

—¿Bromeas? ¡Es mi libro favorito! —exclama dando brincos de emoción mientras sus amigos ruedan los ojos.

—No le hubieras dicho —reclama Fall.

—Ahora no lo callaremos nunca —secunda Forest.

—¡Cállense! Gente inculta —regaña Enero haciendo un ademán italiano con su mano para enfatizar su punto.

—Espero que tengas paciencia —advierte por lo bajo Abril —Porque hablará de eso por horas

—No, pero los interrumpimos, hay que probar a la nueva —sentencia Julio —Enero, ven

Mientras Enero se pasa por debajo de la red hacia el lado de los chicos, todos se van colocando en posiciones, Abril se para a mi lado y toma el balón con sus dos manos.

—¿Sabes jugar? —pregunta lanzando un poco el balón hacia arriba.

—Más o menos

—Bueno, saca tú

Abril me da el balón y da un par de pasos hacia atrás, me paro para mirar a los chicos, teniendo a Narciso de frente, él me sonríe y yo le devuelvo el gesto, me paro erguida, tomo el balón en la palma de mi mano derecha antes de lanzarlo hacia arriba para sacar; este es un excelente inicio.


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