Dije que te ayudaría

Me encamino a la casa de Liesel en mi camioneta con un pequeño paquete de fotos para Winter, cuando llego al lugar apago mi vehículo y exhalo un suspiro; bajo de mi camioneta con el paquete entre mis manos, llego a la puerta verde y toco tres veces antes de dar un paso atrás; Liesel abre la puerta confundida y al verme me sonríe suavemente.

—Volviste —comenta seria.

—Te dije que lo haría —respondo —¿Puedo pasar?

Liesel se hace a un lado y abre totalmente la puerta para dejarme pasar, a un lado de la puerta hay unas escaleras metálicas de color verde oscuro, las paredes del pasillo son de color grisáceo y conducen a una pequeña habitación de color azul celeste; Liesel me conduce hacia un lado donde está la sala con sillones verdes y paredes amarillas, es una casa pequeña pero se siente bastante hogareña.

—¡Winter! —llama Liesel —¡Mira quién vino!

La pequeña Winter aparece gateando desde el comedor a un lado de la sala, alza la vista y al verme sonríe tiernamente y empieza a gatear más rápido hasta llegar a mis pies donde se sienta y estira sus pequeños bracitos hacia mi.

—¡Papá! —dice abriendo y cerrando sus manitas regordetas.

—No Winter, él no es papá —responde Liesel viendo a su hija.

Me agacho para cargar a Winter y la lanzo en el aire haciendo que ría antes de atraparla.

—Mira, traje algo para ti —le anuncio a la pequeña, saco de la bolsa de mi chamarra el pequeño paquete con fotos de Aramis y se lo muestro sacudiéndolo.

—¿Papá? —pregunta siguiendo con sus grandes ojos el paquete.

—Así es —respondo entregándoselo, al ver la primera foto, sonríe contenta.

—¡Papá! —grita emocionada y empieza a sacudir sus piernas, la regreso al suelo y ella coloca el paquete en su boca antes de salir gateando a toda prisa.

—¡Ten cuidado! —advierte Liesel mientras ve a su hija irse —Gracias

—No hay de que —contesto —No sabes lo complicado que fue convencer a Aramis de que sonriera durante nuestra videollamada

—¿Hablas con él? —pregunta interesada.

—Casi diario —admito con una mueca —Usualmente los viernes hablamos por videollamada, casi siempre pregunta por ti

—Quisiera verlo, pero no puedo —menciona triste y la abrazo suavemente por los hombros.

—Aunque sea háblale —pido —Le haría un bien saber de ti, y también a ti

—Tal vez luego —responde y yo asiento —Siéntate si quieres

—Gracias —digo y me siento en el sofá —Ten, esto es para ti

Saco de la otra bolsa de mi chamarra una tarjeta de crédito nueva que metí a nombre de Liesel y se la entrego, veo como brillan sus ojos de emoción pero rechaza la tarjeta con un gesto.

—No, Edvard, no puedo aceptarla —niega con sus manos y yo la tomo por la muñeca y dejo la tarjeta sobre su mano.

—Ten, no la ocupes si no quieres, pero cuando la necesites puedes usarla, la clave de la tarjeta está en la parte de atrás —sentencio y cierro su mano.

—Gracias —responde con media sonrisa y la atraigo en un abrazo.

—Cuando quieras —menciono y la suelto.

En eso se escucha como si algo se arrastrara por el suelo y ambos volvemos la vista hacia el pasillo que es donde se escucha el ruido y vemos a la pequeña Winter empujando con sus manitas una caja mientras gatea hacia nosotros, voy a acercarme a ella pero Liesel me detiene con su brazo, me encojo de hombros y espero a que la niña se acerque y se siente en el suelo.

—Papá —dice cuando todo esto pasa y toma la caja con sus manitas.

Volteo a ver a Liesel confundido y ella se sienta a un lado de su hija, yo hago lo propio delante de ambas; Liesel le quita la tapa a la pequeña cajita de madera y adentro se ven un montón de fotos impresas, la pequeña Winter voltea la caja completa y empieza a buscar una foto hasta que la encuentra y empieza a reír.

—Papá —festeja dando pequeños brinquitos —Mamá

Winter me tiende la foto y al verla es una selfie de Liesel y Aramis en la cual él la está abrazando por la espalda y dándole un beso en la mejilla mientras ella sonríe.

—Mamá, papá —repite contenta y yo sonrío dulcemente.

—Sí, son mamá y papá —respondo asintiendo y ella aplaude mientras ríe.

—Es su caja de fotos —explica Liesel —No son muchas, pero es algo

—Intentaré traerle más cada que venga —contesto y Stella me sonríe complacida.

—¡Papá! —grita Winter haciendo que desviemos nuestra atención a ella, trae en sus manos la foto que le tomé a Aramis apenas el viernes, solo le está sonriendo a la pantalla con los ojos cerrados.

—¿Y quién es él? —pregunta Liesel señalando el pequeño cuadro en el que salgo yo.

Winter se queda callada parpadeando con sus ojitos y luego me señala con su manita, suelto una risita y la tomo a modo de saludo, Liesel ríe y asiente.

—Sí, pero ¿quién es él? —insiste y Winter ladea la cabeza confundida.

—¿Papá? —responde y ambos reímos.

—No, no —niego y la traigo a mi para subirla a mis piernas —Soy tu tío, ¡tío!

—Papá —sentencia y yo niego.

—Está bien, no sabes decir otra cosa —accedo asintiendo —Pero yo no soy papá

—Papá Ed —responde y la miro completamente asombrado al igual que Liesel.

—¡Se aprendió primero tu nombre que el mío! —reclama ella y yo río.

—Solo dijo dos letras Liesel, no se sabe mi nombre —consuelo y levanto a Winter —Pero esa es mi niña, chócalas

Le extiendo la mano y ella la mira antes de estampar su cabeza contra esta haciendo que Liesel y yo riamos.

—Tu padre te adoraría —murmuro bajito y dejo que Winter me siga mostrando sus fotos.

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Doble actualización por todo el tiempo que no publiqué

Winter es un amor, ¿a poco no? Y quien pudiera tener una tarjeta de crédito que corra a cuenta de Edvard Dumas 

Espero les guste.
Atte: Ale Bautista.

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