• • •
N/A: Hola. Éste es un final alternativo de El Chico de los CDs. Sé que había dicho que no iba a hacer uno y en verdad no tenía planeado hacerlo. Pero cuando la historia tenía sesenta mil leídos aproximadamente, les prometí a las chicas que hicieron esto posible que si la historia llegaba a cien mil leídos haría un final alternativo como recompensa y lo publicaría en el grupo cerrado de Facebook. Pero luego las personas comenzaron a hacer finales alternativos de mi historia por su cuenta, sin ningún tipo de permiso ni consentimiento de mi parte, cosa que me resulta tremendamente molesta. Así que si ésta historia va a tener un final alternativo que sea escrito por mí, por lo que decidí subirlo a Wattpad. Ya lo he dicho en muchas ocasiones, pero lo vuelvo a repetir, porque al parecer algunas personas no captan el mensaje: Prohibidas las adaptaciones (de todo tipo), finales alternativos diferentes a éste, continuaciones de la historia, y resubir la historia a otras páginas.
Agradecimientos: A Facu, por leer las primeras seis mil palabras, hace muchos meses, cuando no sabía siquiera si iba a terminar de escribir la historia. A las chicas de HomosexuaLarry, porque fue el único grupo en dónde publiqué mi historia, me hicieron el favor de ser las primeras en leerla y difundirla por desición propia. Sin ellas creo que nada de ésto hubiera sido posible. A algunos amigos directioners de mi ciudad. A las personas que ni siquiera son Larry Shippers pero le dieron una oportunidad. A Laura por ser la primera en leer el final alternativo. Y por último, pero no menos importante, a todas y cada una de las personas que tomaron una parte de su tiempo y lo dedicaron a leer este fic. Muchísimas gracias a todos.
No habrá segunda temporada, más finales alternativos, ni continuaciones. Está en ustedes leer este final o quedarse con la versión original. Nadie los obliga a nada.
Espero no decepcionarlos y que sea de su agrado.
Y con esto doy por finalizado El Chico de los CDs.
[…]
-¡Harry, espera! –se apresuró a decir, haciendo que el aludido se volteara inmediatamente hacia él.
El menor volvió unos pasos hacia atrás hasta quedar frente a Louis nuevamente.
-¿Sí?
-¿Vendrás el próximo sábado?
Harry se sorprendió por la pregunta. Había estado yendo a la tienda todos y cada uno de los sábados durante las últimos tres meses.
-Lo haré.
Louis negó ligeramente con su cabeza. Lucía preocupado y Harry no podía entender el porqué.
-Promételo –el menor frunció el ceño- Sólo… necesito que prometas que vendrás.
Harry trataba de deducir que es lo que estaba afligiendo tanto a Louis así tan de repente, pero al no poder siquiera imaginarlo, se limitó a tratar de calmarlo, que regresara a la normalidad. Al Louis feliz sin preocupaciones.
-Prometo regresar el próximo sábado, Louis –dijo en su tono más dulce y sincero.
-Gracias –dijo tratando de dar su mejor sonrisa.
Harry por su parte le dedicó su más hermosa sonrisa angelical al punto en que sus hoyuelos se marcaron notablemente.
Los siete días siguientes fueron eternos para Louis. Cada minuto. No podía sacar a Harry de su mente. Todas las cosas que habían ocurrido. Debía estar preparado para lo que sea que fuese a ocurrir. Acomodó su uniforme azul marino, colocó el beanie gris que Harry le había obsequiado sobre su lacio cabello, y se dirigió al centro comercial.
-Llegaste temprano –dijo el encargado con las llaves en sus manos, comenzando a abrir el local para la jornada del día.
-Sí, desperté temprano y no pude volver a dormir –dijo con una risita. En realidad apenas si había podido conciliar el sueño durante la noche.
La jornada laboral empezó. Y Louis trataba de mantener su cabeza ocupada en cualquier otra cosa, la ansiedad lo estaba carcomiendo por dentro. Para su suerte sólo tuvo que soportar un par de largas horas antes de ver esa silueta atravesar la puerta de entrada al lugar. Suspiró de alivio, porque después de todo Harry cumplió su promesa y se presentó, pero él aún seguía paranoicamente nervioso.
Harry caminó hasta él como si nada. Louis lo observaba expectante. Cuando estuvieron frente a frente se quedaron mudos mirándose fijamente. El menor no comprendía el porqué Louis no lo saludó efusivamente y comentando alegremente lo primero que se le venía a la cabeza como acostumbraba. Decidió ser él quién rompiera el silencio, antes de que éste se tornara más incómodo.
-¿Hola? –dijo algo tímido.
Louis escuchó su voz y se dio cuenta de que se había quedado congelado. Sacudió ligeramente su cabeza y le dedicó una bonita sonrisa.
-Hola, Harry –respondió.
El menor frunció apenas el ceño. No estaba actuando como de costumbre. Le entregó el CD que había tomado al ingresar al lugar. El mayor lo tomó en silencio y efectuó el cobro. Todo de manera muy silenciosa. Harry se preguntó si había hecho algo malo para que Louis se mostrara tan distante.
-¿Quieres… almorzar conmigo? –preguntó, mostrándose algo indeciso.
¿Qué clase de pregunta era esa? Por supuesto que quería.
-Claro –dijo serio, pero con determinación.
Se dirigieron al pequeño cuarto. Se sentaron frente a frente en la pequeña mesa del lugar, Louis trajo su almuerzo y comenzó a degustarlo, aunque ese día en particular no tenía mucho apetito. El aire en la habitación era muy tenso, casi palpable. Louis apenas le dirigía la mirada, eso lo hería de sobremanera. Hace tan sólo una semana estaban tan cercanos y ahora era como si apenas se conocieran.
-Estás muy callado –dijo nervioso, jugando con sus dedos.
El ojiazul desvió su mirada.
-¿No hay nada que quieras decirme? –Ahora encontrando forzosamente sus ojos con los suyos.
Harry lo miró atónito. No había nada que quisiera decirle. Él tenía su pequeño secreto, sí. Pero no era algo que quisiera que él supiera. A menos que Louis lo hubiera descubierto. Y si ese era el caso, estaba perdido. Tal vez había notado como escogía sus discos al azar. Pero en ese caso, él sería quien debería decirle algo sobre eso. Tal vez era que había estado tenso desde que entró al local ese día, debido a lo que pudo haber sido una tragedia.
-Pude haber muerto –dijo temblando.
-¿Qué? –Preguntó desconcertado.
-Un auto no frenó a causa del clima.
-¡Harry, por todos los cielos! –alzó la voz histérico- ¡Dime que no viniste hasta aquí caminando con el temporal que hay afuera! –el menor hizo una mueca, apenado- ¡¿Por qué?! –gritó preocupado.
-Porque te hice un promesa.
Lo miró fijamente. Louis sintió como un gran nudo se formaba en su garganta. El silencio invadió la sala. Cada pequeña parte del cuerpo de Louis estaba llena de culpa.
-Jamás vuelvas a hacer algo como eso –susurró.
-¿Qué cosa?
-Ponerte en peligro de esa manera. No sé qué haría si algo malo te sucediera.
Ambos agacharon su cabeza. Por alguna razón la tensión no se disipaba y eso los estaba volviendo locos.
-¿Me darás una respuesta? –Preguntó en un débil murmuro.
-¿Respuesta? –preguntó confundido.
-Tú sabes… a mi pregunta.
-¿Cuál pregunta?
-Harry, no me hagas esto. Sabes a lo que me refiero –suplicó, pero el rizado no hacía más que verlo con una genuina cara de desconcierto –Te hice una pregunta. Una semana atrás.
Harry frunció el ceño. Haciendo memoria. Tratando de recrear todo lo transcurrido aquel día. Por más que lo intentara, no lograba recordar ninguna.
-La nota.
-¿Cuál nota?
Louis entrecerró los ojos e inclinó su cabeza hacia un lado. Harry no tenía ni la más mínima idea de lo que le estaba hablando. Nunca dijo nada al respecto. Nunca actuó diferente. Siguió escogiendo sus discos de la misma manera. No sabía acerca de la pregunta. De pronto todo pareció encajar.
-Harry… no has abierto los CDs que compras ¿Verdad?
No necesitó una respuesta. Pudo ver el horror en la cara del menor. Su rostro empalideció, sus ojos se abrieron de sobremanera y sus labios temblaban.
Su corazón parecía salirse de su pecho en cada latido ¿Cómo lo sabía? ¿Cómo explicaría el no haberlo hecho sin que lo considerara un demente?
Louis cubrió su boca con ambas manos y rió por lo bajo.
-No puedo creerlo.
Harry apretó sus puños y agachó su cabeza tanto como le fue posible. No quería verlo a los ojos. Nunca había sentido tanta vergüenza en toda su vida. Deseaba que se lo tragara la tierra.
-Hey –susurró –Harry, mírame.
Pero Harry parecía estar dispuesto a no devolverle la mirada. Entonces el mayor estiró su brazo hasta que su mano alcanzó la barbilla del menor y la levantó. Obligándolo a verlo. El pánico adornaba cada pequeña parte del rostro de Harry.
-Está bien –le dijo con una ancha y tierna sonrisa- No hiciste nada malo.
-Soy un idiota.
-No lo eres –suspiró- sólo promete que los abrirás.
-Lo haré.
Ese mismo día, en la noche, luego de la cena y de una buena ducha caliente, Harry se encontraba con su piyama y su cabello aún húmedo, sentado sobre su cama con una caja frente a él. La caja que guardaba bajo su cama, que contenía todos los discos que compraba. Estaban todos perfectamente envueltos en papel azul. Intactos. Cada envoltorio tenía la fecha escrita a mano en la esquina superior izquierda. Tomó una gran bocanada de aire y tomó el de la fecha más antigua en sus manos. Despegó muy cuidadosamente la cinta adhesiva, tratando de dañarlo lo menos posible. Hizo una graciosa mueca de asco cuando vio que era un CD de jazz. Él odiaba el jazz. Prosiguió desenvolviendo el segundo con la fecha más antigua. Se trataba de un disco de Pink Floyd, uno que él ya tenía. En verdad que no se fijaba en los discos que escogía. Se preguntó qué diría su madre si se enteraba de todo el dinero que le había hecho gastar sólo por ver a Louis cada semana. Al desenvolver el tercero algo llamó su atención. Un pequeño trozo de papel había caído sobre la colcha al abrir el paquete. Lo tomó en su mano y lo leyó.
05/11/1994
“Me gusta tu nombre.”
Quedó boquiabierto. Tragó saliva e hizo memoria. La tercera vez que había ido al local, Louis le había preguntado si todos los CDs que compraba eran para él. Tomó el siguiente paquete y lo abrió con el mismo cuidado, ahora notoriamente más nervioso.
12/11/1994
“Me agradas mucho, Harry.”
Harry sonrió.
19/11/1994
“Para ser honesto, a veces creo que escoges tus discos al azar.”
Luego de leer la tercer nota, tomó su almohada y cubrió su rostro con ella, ahogando un bochornoso quejido. Sentía su cara arder. Quería hacerse una bolita y nunca volver a ver la luz del sol. Sentía demasiada vergüenza. Louis lo sabía todo el tiempo. Sabía que él ni siquiera miraba los discos que escogía. Así que era altamente probable de que todo el tiempo fuera consciente que sólo iba para verlo a él. Sumado a esto, recientemente había descubierto que jamás había abierto los paquetes. Definitivamente era un idiota. Siguió desenvolviendo los discos, ahora con la cara sonrojada.
26/11/1994
“Hoy es un buen día, aprendí más cosas sobre ti.”
Harry sentía que se enamoraba de Louis cada vez un poco más con cada pequeña nota que leía.
03/12/1994
“Si quieres usar ese beanie cada sábado, no me opongo.”
Así que sí era cierto después de todo lo que le dijo cuando se lo había obsequiado. Que le gustaba desde la primera vez que lo vio con él.
10/12/1994
“Adivina quién estaba triste porque pensó que no irías a verlo esta tarde.”
Mordió su labio y recordó como Louis moría de hambre aquel día, esperando por él. En verdad le importaba que él fuera a la tienda cada sábado.
17/12/1994
“Eres muy lindo.”
El corazón de Harry comenzó a latir muy fuerte. Recordó las palabras de Niall. Louis no sólo lo consideraba lindo, no sólo se lo había dicho a través de una pequeña nota de papel, sino que además se lo había dicho a sus amigos.
24/12/1994
“Gracias por pasar mi cumpleaños conmigo. Te quiero.”
Le dijo que lo quería. Bueno, no se lo dijo, pero le escribió que lo quería. Louis lo quería.
31/12/1994
“No sabes cuánto me alegro de haberte conocido”
Harry respiraba rápidamente. Todas esas dulces palabras de su persona favorita en el mundo eran única y exclusivamente para él. Sin saber en qué momento, sus manos comenzaron a temblar, tomando en ellas el CD de la semana anterior. El más importante de todos. Lo abrió cuidadosamente, viendo así la nota que contenía la pregunta a la cual Louis se refería.
07/01/1995
“Me gustas Harry ¿Saldrías conmigo?”
Harry cubrió su boca con ambas manos. Estaba temblando. Sus ojos estaban empañados. Miró fijamente ese pequeño trozo de papel durante minutos. No podía creerlo. Simplemente no podía. Estaba tan feliz que apenas podía soportarlo. Eso en verdad estaba sucediendo. Le gustaba a la perfección en persona, sin siquiera poder explicarse el porqué.
Sólo le restaba un paquete. El de ese día. Lo abrió y sin excepción, encontró una pequeña nota en él.
14/01/1995
“Espero tu respuesta”
Louis estaba tan nervioso ese día. Podía jurar que incluso estaba más nervioso que la semana anterior. Tenía tantas posibilidades cruzando su mente sobre cómo podría llegar a reaccionar Harry que apenas podía concentrarse en el trabajo. Al menos agradecía que ese día, aunque era un día de bastante frío, estaba soleado. El reloj del lugar marcó el mediodía y pudo observar como Harry cruzaba la puerta de entrada. Sus miradas se cruzaron por un segundo, pero automáticamente el menor agachó su cabeza, impidiéndole ver su rostro. Eso no podía ser bueno ¿O sí? El rizado caminó hasta estar frente a él, sin dirigirle la mirada, sin decirle absolutamente nada. Louis, con temor, rompió el tenso silencio.
-Hola.
-Sí.
Dijo casi automáticamente, alzando su vista hacia Louis, con una tímida sonrisa en su rostro.
Louis se quedó observándolo fijamente, sin reaccionar ante lo que acababa de escuchar.
-¿Sí? –preguntó atónito- ¿Esa es tu respuesta?
-Sí –repitió sin borrar su pequeña pero hermosa sonrisa.
El mayor quedó boquiabierto durante unos segundos, sin caer en la cuenta de lo que realmente acababa de suceder. Poco a poco, pareció reaccionar, ya que una enorme sonrisa comenzó a hacerse presente. Rió como idiota, de manera nerviosa. Tomó impulsivamente una de las muñecas del menor y lo llevó consigo hasta el pequeño cuarto. Ni bien se adentraron a la pequeña habitación, Louis abrazó con todas sus fuerzas a Harry, quien correspondió lentamente el abrazo. Louis se balanceaba sobre sus piernas, meciendo suavemente sus cuerpos entrelazados.
-No puedo creerlo –dijo aún con esa estúpida risa nerviosa- ¡Dios! Creo que se me saldrá el corazón del pecho. Mira.
Tomó la mano de Harry y la colocó en su pecho, sobre su corazón, presionándola con su propia mano. El menor podía sentir los latidos desenfrenados de Louis.
-Mira lo que provocas.
Harry lo oyó murmurar y tomó su mano muy lentamente, guiándola hasta su pecho, para que también él pudiera oír sus fuertes y rápidos latidos.
-¿Sabes? Hay algo que he querido hacer desde hace algún tiempo, y que estuve a punto de hacer hace dos semanas atrás –Louis podía sentir las pulsaciones cada vez más aceleradas bajo su mano en el pecho de Harry- Pero no quería hacerlo sin tu aprobación.
El ojiazul inclinó su rostro hacia adelante, acercándose así al rostro del menor. Pero se detuvo y se separó un poco, aclarando su garganta, cuando alguien ingresó por la puerta.
Megan había entrado al cuarto con un par de objetos para envolver, cuando se sorprendió al verlos.
-Oh, lo siento mucho. No quise interrumpir. Sólo envolveré esto rápidamente y me iré –se disculpó, encimando sus palabras al hablar deprisa.
-No, claro que no. No interrumpiste nada. A Harry y a mí nos encanta conversar de pie mientras nos abrazamos –dijo sarcástico.
La rubia hizo lo que debía lo más veloz que pudo y se retiró del lugar.
-Bien ¿Dónde estaba? –dijo acercándose una vez más.
Esta vez un estruendoso ruido de la puerta abriéndose de forma brusca lo hizo detenerse. Su morena amiga había ingresado de muy mala gana al lugar. Les lanzó una breve mirada asesina de soslayo. Harry al verla se aferró un poco más a Louis. Hizo todo apresuradamente y finalizó con un gran portazo al retirarse.
Louis aguardó unos segundos, y cuando iba a intentar acercarse a Harry por tercera vez, Megan volvió a ingresar con distintos artículos para ser envueltos, gesticulando un “lo siento” en sus labios y una expresión apenada.
Louis rodó los ojos y suspiró exasperado.
-Bien. Creo que el destino no quiere que eso suceda el día de hoy. Aprovecharé el tiempo para comer algo –observó la cara angelical de Harry viéndolo con una pequeña sonrisa y se aferró más a su cuerpo ocultando su rostro en el cuello del menor- pero no quiero soltarte- Harry rió muy suavemente, endulzando los oídos de Louis.
El mayor suspiró con una sonrisa y se separó de él muy lentamente, lo tomó de su muñeca, acción que ya se le estaba haciendo costumbre y se dirigieron a la pequeña mesa. Necesitaba comer algo.
-Sigo sin poder creerlo, en verdad dijiste que sí –dijo Louis con una sonrisa gigante que hacía pequeños sus ojos, casi impidiendo ver el color azul de éstos. Harry tampoco podía dejar de sonreír por la situación. –Entonces… eso significa que eres… -Harry mordió su labio- ¿Mi novio?
Harry se removió avergonzado en su silla por la manera en que lo había llamado.
-Eso creo –dijo tímido con un leve tono rosáceo en sus mejillas.
-Eres tan lindo –dijo embobado.
Louis estiró su brazo por encima de la mesa hasta alcanzar la mano de Harry y la cepilló tiernamente con su pulgar.
Sólo hasta que la puerta volvió a abrirse y usó esa mano para darse una palmada en toda la cara, lleno de frustración. Cuando oyó la puerta cerrarse, suspiró pesadamente.
-Nunca tendremos paz y tranquilidad en este lugar ¿Me harías un favor?
-Claro.
-La próxima semana ven cuando finalice mi turno.
Y así fue. Louis tuvo que soportar toda su aburrida jornada laboral sin la compañía de Harry, pero verlo llegar al atardecer hizo que todo valiera la pena. Como siempre el menor caminó hasta estar frente a él.
-Hola –dijo Harry sonriendo.
-Hola –respondió de igual forma y dio un vistazo al reloj de pared- Seis en punto, hora de irse.
Louis se cambió rápidamente de vestuario y salió del cuarto con una resplandeciente sonrisa que mostraba sus blancos y perfectos dientes.
-¿Nos vamos?
-Sí.
Ambos chicos se alejaron del local mientras el par de chicas los observaban.
-Creo que es hora de que lo superes, amiga –Dijo Megan, colocando su mano sobre el hombro de Cinthia- Nunca había visto a Louis tan feliz –La morena suspiró resignada.
-Sí, creo que tienes razón –dijo con una sonrisa de lado.
Luego de una pequeña llamada telefónica a Anne, desde un teléfono público, para avisar que Harry llegaría un poco más tarde ese día acompañado por Louis, ambos se dirigieron a la añeja cafetería frente a la plaza. El clima era frío, pero eso no les impidió que ordenaran un par de malteadas. Louis le propinaba suaves caricias a la mano de Harry por encima de la mesa, mientras le comentaba como se las había arreglado para contarle a sus amigos sobre él, como les había dicho que le gustaba y lo felices que estaban cuando finalmente les dijo que Harry había aceptado salir con él. También le dijo que un día los presentaría. Harry escuchaba cada palabra que salía de los finos labios de Louis como si se trataran de la más bella melodía; y es que para él, lo eran.
Luego de pagar la cuenta, ambos comenzaron a cruzar la plaza. Al igual que aquella vez, había una cantidad muy reducida de personas en las calles. El frío del invierno no parecía tener fin ese año. Estaban pasando por enfrente de aquel gran árbol, ya sin hojas, bajo el que habían estado jugando en aquella ocasión, cuando Louis frenó su andar y lo llamó por su nombre.
-Harry.
El aludido se volteó hacia él y pudo observar como Louis deslizaba sus brazos a los lados de su cintura, envolviéndolo cálidamente. Sin duda alguna, a Louis le gustaba abrazarlo, y él comenzaba a corresponderlo cada vez más rápido.
-Te extrañé.
Louis soltó de repente, tomando por sorpresa al menor.
-Y no me refiero a extrañarte durante mi trabajo. Te extrañé durante toda la semana.
A Harry le costaba trabajo acostumbrarse a todas las cosas bonitas que Louis le decía, pero deseaba que no se detuviera jamás.
Se veían parcialmente iluminados por las anaranjadas luces de las farolas del lugar, esporádicos y diminutos copos de nieve caían lentamente desde el negro cielo de Londres.
-¿Sabes? –dijo viéndolo directamente a los ojos- Creo que las cosas suceden por algo. En este preciso momento me alegro de que nos hayan interrumpido constantemente hace una semana. Este es un lugar mucho más romántico y yo no estoy vistiendo mi glamoroso uniforme de trabajo –agregó divertido.
Louis se acercó muy lentamente al rostro de Harry hasta que sus frías narices se tocaron. Comenzó a mover su rostro muy suavemente en distintas direcciones, haciendo que su nariz rozara con la de Harry en cada movimiento, provocándole un pequeño cosquilleo a lo largo de todo su cuerpo. Pero luego de unos momentos se detuvo, lo observó fijamente y acortó la distancia entre ellos, mientras cerraba los ojos lentamente. Suavemente presionó los labios de Harry con los suyos.
Harry también cerró los ojos, sorprendido, dejándose llevar por el delicado contacto de esos finos labios. Realmente estaba pasando. Louis lo estaba besando. Y era una sensación que no se comparaba con ninguna otra. No había comparación.
Louis se separó de él muy lentamente, quedando sólo a escasos centímetros de su boca. Sus alientos se encontraban, creando nubes blancuzcas de vaho a causa del frío.
-Mi primer beso –susurró.
-El primero de muchos –murmuró.
Louis volvió a besar esos gruesos y rosados labios que tanto le gustaban. Ambos podían sentir la sonrisa del otro durante el beso. Harry podía jurar que Louis sabía a fresa. Tal vez por la malteada de hace unos momentos, tal vez simplemente Louis tenía labios que sabían a fresa.
Una vez finalizado ese segundo y largo beso, rompieron el abrazo y se disponían a seguir su camino. Harry metió sus manos en los bolsillos de su abrigo y tomó un par de guantes negros que estaban dentro, colocándose uno en cada mano.
-Oh –dijo algo decepcionado Louis.
Harry lo observó al oír eso. El mayor dirigió la mirada a sus manos, que también estaban cubiertas y luego a las de Harry, haciendo un pequeño puchero. Harry sonrió divertido. El menor se quitó su guante de la mano derecha, guardándolo en el bolsillo, y extendiendo su mano hacia Louis. Éste lo miró atónito, son su corazón latiendo desenfrenado.
-Mi mano tiene frío.
Louis suspiró y deseó con todas sus fuerzas que la ternura no fuera capaz de matar a una persona, porque de ser así, Harry acabaría con su vida en un abrir y cerrar de ojos.
Louis se quitó el guante de su mano izquierda, lo guardó y entrelazó sus dedos con los de Harry. Ambos se sonrieron y caminaron hasta la casa de Harry, aunque ninguno quería que ese día llegara a su fin.
Louis exhaló el aire contenido en sus pulmones algo desanimado cuando finalmente llegaron a la casa del chico. Harry abrió la puerta de las rejas y se volteó a observar a Louis. Éste volvió a sujetarlo firmemente, con sus brazos alrededor de su cuerpo. Harry sonrió y le correspondió.
-Me gustan tus abrazos, Louis.
-Que bueno. Porque siento que podría abrazarte durante horas –dijo, descansando su mejilla en el hombro del rizado- Harry…
-¿Sí? –Preguntó ahora viendo al ojiazul que ahora se encontraba frente a él viéndolo fijamente.
-No me es suficiente verte sólo una vez a la semana –Harry se estremeció ante esas palabras- ¿Crees que podríamos vernos otro día? –Harry mordió su labio, meditándolo.
-Martes –respondió determinado.
-¿Martes? –frunció su ceño- Bien ¿Escogiste ese día por algo en especial?
-Es mi cumpleaños.
-¡¿Y hasta ahora me lo dices?! –gritó Louis, haciendo sobresaltar a Harry, pero luego rió- ¡Dios, Harry! Debiste habérmelo dicho –suspiró- ¿Entonces? ¿Te gustaría que venga a visitarte a tu casa para pasar el día de tu cumpleaños contigo?
-Me encantaría.
Tres largos días pasaron. Louis se encontraba frente a esa blanca casa de tejado azul. Había estado parado ahí alrededor de cinco minutos. Dio un largo suspiro tratando de relajarse y finalmente presionó el timbre. Pudo divisar la figura de Anne abriendo la puerta de la casa.
-¡Louis! –dijo efusivamente- ¡Que alegría verte! ¡Pasa, la reja está abierta! ¡Harry ven, tienes visita!
Anne, como cada año, había cancelado las clases de ese día con Marianne, sólo para que Harry pudiera disfrutar de su cumpleaños. El ojiazul empujó la puerta de rejas, la cerró detrás de él y se encaminó hacia la casa, pero entonces tanto Anne como él pudieron oír fuertes pisadas en las escaleras y observaron como Harry llegaba corriendo con una gran sonrisa en el rostro. Llegó hasta Louis y lo abrazó con mucha fuerza, envolviendo sus brazos alrededor del cuello del mayor. Escondiendo su rostro entre el hombro y el cuello de éste. Louis tuvo que arreglárselas para mantener el equilibrio y no caer al piso, debido al impacto.
-También me alegra verte, Harry –dijo riendo y correspondiéndole el abrazo.
Louis hundió un poco su nariz en los rizos color chocolate de Harry, absorbiendo su aroma. También pudo notar las livianas ropas que vestía el chico.
-Sujétate bien.
Louis se agachó sólo un poco, tomando la parte trasera de las rodillas de Harry, alzándolo en el aire. El menor se aferró aún más a su cuello mientras reía. Y de esa manera lo cargó hasta el interior.
Una vez en el interior de la vivienda, Anne cerró la puerta y Louis bajó a Harry.
-Hola Anne, que gusto volver a verla –saludó con esa simpatía que tanto lo caracterizaba- Y en cuando a ti –dijo ahora viendo directamente al par de ojos verdes, tratando de sonar demandante- que sea la última vez que sales en piyama con el frío que hace afuera.
Harry vestía su piyama celeste y unas pantuflas de peluche azul con formas de garras de oso. Lucía realmente tierno. El menor sonrió de manera traviesa y le mostró parte de su lengua. Louis hizo un gesto simulando estar exageradamente ofendido por la acción y seguidamente le desordenó sus rulos de manera juguetona, sólo un poco más de lo que ya estaban.
-Harry ve a cambiarte de ropa –ordenó su madre.
Él la miro con lo que parecía iba a ser el comienzo de un berrinche, pero no tuvo tiempo de hacerlo.
-Hazle caso –agregó Louis –no queremos que enfermes. Puedes conservar las pantuflas –le guiñó un ojo.
Harry sonrió como un niño pequeño y subió rápidamente las escaleras. Anne estaba encantada con Louis. La forma en que veía a su hijo con ojos desbordantes de cariño, la forma en que se preocupaba por él, la forma en que Harry se comportaba cuando él estaba cerca.
-Una vida no alcanzará para agradecerte todo lo que haces por Harry –dijo ella emocionada.
-No hay nada que agradecer. Al contrario, gracias por dejarme estar con Harry.
-Se que cuidarás bien de él.
Louis le dedicó una gran sonrisa, agradeciéndole la confianza depositada en él. Sólo unos momentos más y Harry se encontraba bajando las escaleras, con ropa abrigada, conservando su lindo par de pantuflas.
Louis se quitó la mochila que llevaba en sus hombros y la abrió, buscando algo dentro de ella.
-Traje brownies hechos por mi mamá especialmente para tu cumpleaños –dijo mostrando recipiente lleno de ellos.
-Los mejores de la ciudad –agregó el menor con una sonrisa.
Anne y Louis rieron por el sorpresivo comentario que parecía salido de un comercial de televisión.
No hicieron mucho durante el día, pero disfrutaban de la sola compañía del otro. Se tiraron perezosamente en el sofá a ver una vieja película, hasta que a su madre le pareció buen momento para cortar el pastel. Entonces se sentaron los tres en la mesa de la sala. Louis al lado de Harry, y Anne frente a ellos con una cámara en mano.
-¿Podrían acercarse un poco? –pidió Anne –me encantaría tener una fotografía de ambos.
Y es que en verdad, ese momento merecía ser recordado. Harry no recibía visitas ajenas a su familia los días de su cumpleaños desde que estaba en el jardín de niños, y Louis lucía hermoso vistiendo el beanie que Harry le había obsequiado. Ellos acortaron la distancia de sus asientos.
-Sonríe –dijo Louis.
Y Harry lo hizo. Sonrió como si no existiera un mañana.
Una fotografía realmente hermosa.
-Luego te daré una copia –dijo Anne.
-Me encantaría –dijo Louis.
Su madre colocó el pequeño par de velas, con las formas de los números uno y siete, sobre el pastel de cumpleaños. Y las encendió.
Harry las miraba fijamente mientras Louis y su mamá le cantaban animadamente la canción de feliz cumpleaños. Se preguntó si habría personas que se sintieran igual de incómodas durante esa canción. Ellos terminaron de cantar y él seguía observando el par de velas. Su mamá esperaba ansiosa para tomarle una foto al soplarlas.
-¿Puedo preguntarte algo, Louis? –El aludido frunció un poco el ceño.
-Claro, Harry. Lo que quieras.
-¿Qué deseaste en tu cumpleaños?
Louis desvió su mirada, con una tímida sonrisa, totalmente apenado por lo que estaba a punto de decir.
-“Deseo gustarle a Harry”
Harry lo miró sorprendido. Y luego también él bajó la mirada, con una bonita sonrisa.
Ambos se sintieron encandilados por el flash de la cámara y alzaron la vista hacia Anne.
-Lo siento, se me resbaló el dedo –mintió.
-Creo que no necesitaré mi deseo –dijo y sin más sopló ambas velas, siendo nuevamente capturado en una fotografía.
La sensación de que la diferencia de edad se hubiera acortado un año le agradaba a Louis.
Anne dejó la cámara sobre un mueble y le entregó a Harry un obsequio.
Harry abrió el envoltorio, encontrándose con un beanie de color gris, similar al que tenía antes.
-Te dije que te compraría otro.
-Gracias mamá.
Louis tomó el beanie en sus manos y lo colocó en la cabeza de Harry, jalando hacia abajo hasta cubrirle por completo los ojos.
-Oye -se quejó.
Louis rió y alzó el beanie, dejándolo en el lugar dónde debía estar.
-Mucho mejor –dijo Louis.
Ambos se quedaron viendo fijamente a los ojos por largo rato, pero la madre de Harry se aclaró la garganta, haciendo que rompieran el contacto visual automáticamente.
-Cortaré unas rebanadas de torta y me iré a preparar la cena para esta noche, recuerda que vendrá toda la familia. Nos encantaría que nos acompañes a cenar, Louis.
-Está bien –dijo algo inseguro- sólo debo avisar a mí mamá para que no se preocupe.
-Puedes usar nuestro teléfono. Harry, pueden subir a tu habitación a pasar el rato. Los llamaré cuando la comida esté lista.
Dicho esto, comieron unas porciones de pastel y brownies, mientras su mamá se encontraba en la cocina. Luego de una llamada a casa de los Tomlinson, Louis tomó su mochila y ambos subieron las escaleras rumbo al cuarto de Harry.
Una vez allí, Harry colocó uno de sus tantos CDs de Queen para que el ambiente no fuera tan silencioso, en tanto el mayor se dedicaba a observar todo a su alrededor. Algo en particular llamó su atención. Había una mesita de noche a un lado de la cama de Harry. Había un vidrio por encima del mueble del mismo tamaño que este. Y entre la madera y el vidrio se encontraban todas las pequeñas notas que él había escondido dentro de los CDs que Harry compraba. Mordió su labio, conteniendo toda su felicidad y se acercó lentamente a Harry.
Cuando estuvo frente a él, lo observó fijamente a los ojos y muy lentamente posó sus dedos en el borde de su sweater, levantándolo un poco. Harry se estremeció de sobremanera al sentir el roce de los dedos de Louis en su cintura. Pero no duró demasiado, porque al instante Louis comenzó a mover sus dedos, logrando que Harry soltara una estruendosa carcajada. El menor comenzó a reír como nunca en su vida y le imploraba que se detuviera, al no tener éxito con su petición sólo pudo imitar su acción, tratando de devolverle tantas cosquillas como le fuera posible. La guerra de cosquillas duró un rato, hasta que sus estómagos comenzaron a doler debido a la risa. Terminaron tumbados en la cama, exhaustos.
Cuando lograron normalizar su respiración, Louis se levantó de la cama y se dirigió hacia mochila. Nuevamente buscó algo dentro de ella, cosa que escondió detrás de su espalda, y se sentó frente a Harry sobre la cama.
-¡Feliz cumpleaños! –dijo tendiéndole un paquete.
Harry observó un obsequio de forma cuadrada, no muy grande. Estaba envuelto en papel rojo y con un bonito lazo del mismo color. Se preguntó si Louis lo habría hecho a propósito, recordando que ese era su color favorito. Sonrió feliz.
-¿Un CD? –preguntó divertido.
-Sí. Sé que es un regalo algo tonto. Pero no sabía que regalarte. Y me pareció que sería algo significativo, ya que así fue cómo nos conocimos –dijo algo apenado.
-Me encanta mi regalo. Gracias –dijo y le dedicó una hermosa sonrisa.
-¿Vas a abrirlo?
Harry bajó la vista avergonzado, recordando todo el tiempo que había pasado sin desenvolver los CDs que compraba.
-Sí.
El menor tomó suavemente la cinta adhesiva, despegándola, quitando cuidadosamente el papel que envolvía la pequeña caja de plástico. Louis lo observaba expectante y ansioso. Los ojos color esmeralda de Harry brillaron llenos de vida al ver lo que había dentro. Su corazón latía muy rápidamente. Miró embobado su regalo, hasta que finalmente lo apoyó con cuidado sobre la colcha y le dirigió su mirada.
-Y yo a ti, Louis.
Harry habló dulcemente, extendiendo su brazo hasta alcanzar la mejilla de Louis. El mayor pudo sentir su tacto temblar sobre su piel, y colocó su propia mano sobre la de Harry.
El menor se acercó de manera indecisa y tortuosamente lenta al rostro de Louis. Sus respiraciones se encontraban debido a la cercanía y se observaron fijamente durante largo rato, con sus ojos cargados de felicidad, debido a las palabras del otro. Louis cerró sus ojos pausadamente con sus labios entreabiertos. Harry no pudo soportar esa imagen. Louis se veía realmente hermoso y no se contuvo más. Lentamente cerró sus ojos y presionó sus labios sobre los de Louis, en un tierno, largo y cálido beso. Como si hubieran sido hechos el uno para el otro.
A un lado de ellos, sobre la cama, se encontraba el regalo de Harry. El CD de aquella banda que contenía la canción que ellos habían cantado juntos. Pero eso no era lo más importante, sino la pequeña nota de papel que yacía a un lado de éste.
01/02/1995
“Te amo Harry”
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top