Capítulo 6. ✨Es demasiado perfecto para ser verdad✨
Aldora
—¡Aldora, ¿cariño está ahí?! ¡Recuerda que tenemos que ahorrar agua!—tres golpes a la puerta me trajo a la realidad.
Y gruñí molesta porque quería seguir en mi mundo, después que Fénix y yo tuvimos unas situaciones demasiado incómodas para los dos termine deseando que las horas pasaran rápido.
Pero no eran porque el chico no pretendía ponerse una camiseta, no. De eso no, más bien cada vez que él tenía que pasarme las mercancías que no pesaban mucho, siempre terminábamos rozando nuestras manos cosa que nos ponía a los dos muy, pero muy colorado, tanto así que termine diciendo en una torpedees de palabra que hacía mucha calor y que necesitábamos agarra un poco de aire fresco cosa que a él no le molesto.
<<No sé qué me pasaba, mis hormonas estaban más locas de lo normal.>>
Pero él no volvió, y para cuando termine de cerrar el negocio volví con mi hermana en silencio porque estaba prohibido hablar en público o en el bus. Así que lo primerito que hice cuando llegue a casa era bajarme la calentura y hacer que mis mejillas volvieran a su color natural. Y en medio de mi baño me sentía como una colegiala en su adolescencia con plena hormona, y eso que ya hace más de dos años que no tengo una relación por un engaño.
Resople molesta antes de apagar el agua y fundirme en una toalla gris grande, salí del baño y camine molesta hasta mi habitación, pero algo me detuvo a medio camino o más bien choque con un torso demasiado duro por estar en mi cabreadura y no levantar la mirada.
—He... he lo siento.—dije nerviosa apartando mis ojos de sus preciosos ojos que me escaneaban de pies a cabeza y se detenían en mis labios por unos segundo para después subir a mis ojos.
—Perdóname tú a mí, no mire a donde iba.—su voz sonó tan ronca que eso me encendió por completo que sabía que ninguna ducha fría y mucho menos aire fresco iba apagar mis mejillas que ardían con intensidad.
—Yo... Yo... Yo...—y ahí estaba tartamudeando otra vez por esta súper nerviosa, así que respire muy hondo y pase de largo sin decirle nada ni tampoco saber que decir.
Como pude entre a mi habitación y me deje caer en la cama con unas ganas inmensa de morirme.
<<¿Qué te pasa Aldora? No es la primera vez que un chico lindo te habla.>>
Sí, pero este no solo es un chico lindo si no también muy, pero muy sexy que parecía como si los mismo dioses lo fueran creados.
<<Ahora tú creyendo en creencias pasada, que yo sepa a ti te gusta lo mismo que tu abuela y mamá.>>
Solo cállate y déjame pensar.
***
Toda la tarde fue tranquilo y raro. Raro y tranquilo porque Fénix no estaba en la casa y mi abuela Aurora estaba tranquila a pesar que hoy había toque de queda y él era un viajero que no medias las consecuencias a la hora de andar por ahí como si el perteneciera al pueblo.
Además cuando baje a cenar me encontré a una chica rubia que si mi memoria no me falla ella también iba a mi universidad, pero nunca nos hablábamos y estaba ahí en la sala de la casa comiendo galletas que mi abuela había hecho, pero lo más raro fue cuando me miro su sonrisa se ensancho como si nos conociéramos de toda la vida, por lo que mi hermana solo paso de ella y se dirigió a la parte trasera de la casa con mi abuelo.
Por lo que me tocó a mí quedarme a escuchar sus historias bien locas que supuestamente nosotras teníamos una amistad.
Si no fuera porque sabía quién era, hasta yo misma estaría cuestionándome mi amistad con Franmar y pensando que en cualquier momento de mi vida sufrir amnesia o entre en un mundo paralelo de este.
—... Y así fue como nos conocimos Aldora y yo o ¿tú eres Alida?—estaba casi que me reía en su cara porque a veces cuando mi hermana no se había hecho el corte de pelo de ahora nos confundía bastante, ahora ya saben quién es quién y no puedo creer que ella todavía me confunda.
Ni Franmar que ella si es mi única y mejor amiga, que sabe quién soy y no me anda confundiendo con mi hermana. Eso es fastidioso y canso.
—Soy Aldora.—dije secamente antes de agarra mi taza de café y mirar la puerta a ver si cierto señorito llegaba.
—Ah, si lo que pasa es que las dos son idéntica y no sé quién es quién.—alzo la mano como restándole importancia.
—Yo no sabía que Aldora tuviera más amigas que Franmar.—hablo mi abuela por primera vez desde que Katy o como se llame hiciera silencio por una vez en lo que llego.
—Yo también estoy de acuerdo con mi abuela.—dije llevándome las manos a la barbilla porque esta chica me tenía ya alta con sus mentiras loca.
Ella carraspeo nerviosa antes de matarme los ojos como si estuviera diciendo que me calle, pero no lo iba hacer. Y cuando estaba a punto de replicarle la puerta principal se abrió dejando escuchar unas voces de chicos y la que puso todos mis pelos de punta fue la voz que lleva dos días volviendo mis hormonas locas.
—No te burle de él Fénix, que tú también pasaste por lo mismo.—dijo alguien que yo jamás había escuchado.
—Es que no me estoy burlando de él, Samuel. Es que me da gracia todo lo que dice.—respondió un Fénix entre risas.
Las tres únicas personas que estábamos en la sala vimos como Fénix entraba con el tal Samuel hecho un desastre provocando que mi abuela se levante asustada del sillón y fuera hacia ellos. Sus ropas grises estaban rotas y manchadas de barro y parecía que un camión había pasado por encima de ellos.
—¡Por el amor de los dioses celestiales! ¿Qué te pasó Fénix?—el grito que pego mi abuela nos asustó a todos haciendo que ellos dejaran de sonreír y vieran a mi abuela confundido.
Mi abuela se detuvo frente de Fénix inspeccionándolo de pies a cabeza, pero a él le dio más gracias cuando ella lo golpeo en el brazo cuando vio que no tenía nada más que ropa sucia y rasgada.
—No te preocupes Rora, es que Samuel y yo estábamos en los lagos y al parecer había toque de queda y se nos ocurrió fue escondernos cuando vimos a los guardia. —explico él como si nada.
Pero a mi abuela no le dio gracia y le dio un solo golpe en el brazo que hizo que dejara de sonreír.
—Y yo que pensaba que te tenían detenido y ya estaba pensando cómo pagar tu fianza de mañana.—mi abuela lo reprocho molesta pasando por su lado y perdiéndose por el lugar donde se fue mi abuelo y Alida.
La sala se quedó en silencio por unos minutos hasta que alguien carraspeo y todos nos mirábamos unos a los otros.
—He, yo creo que me voy a ver si la gallina puso.—hable con timidez señalando las escaleras y todas las mirada se posaron en mí.
Aunque fue una estupidez lo que dije y además ¿cómo iba a ver si la gallina puso en mi habitación? si no teníamos gallina, yo solo quería huir de ahí lo más rápido que pudiera
—¡Hola soy Katherine, soy amiga de Aldora y sé que está un poco distraída porque no me ha presentado!—hablo la chica que se me había olvidado que existía.
Ella apretó la mano de Fénix muy feliz como si ella fuera tan buena persona.
<<¿Alguien como que quiere morir hoy?>>
—Hola, soy Fénix y él es Samuel.—señalo a su amigo.—Un gusto conocerte Katherine, ¿Te gustaría ir con nosotros a una fiesta antes que caiga el sol?
Yo ya que iba de camino a las escalera me detuve cuando el soltó esa pregunta y no me quede quieta por lo que dijo, sino porque hay toque de queda y todos lo saben.
—¡Claro, ¿pero no hay toque de queda?!
—Para Fénix y para mí no hay nada imposible, sabemos cómo distraer a los guardias... además solo vinimos a cambiarnos.—contesto el tal Samuel muy contento.
Me gustaría invitarme yo misma como hizo Karola, pero soy una buena persona que si dicen que hay toque de queda, se queda tranquila durmiendo en su casa. No molestaba a nadie, y no buscaba problemas.
Note la presencia de Fénix pasar por mi lado y su olor mentolado invadió todas mis fosas nasales con su aroma que me volvía loca.
—¿Y tú castaña, no vas con nosotros?—me gire nerviosa cuando vi que Samuel me sonreía.
Negué nerviosamente y estaba a punto de rechazar la oferta cuando la mano de Fénix se posó en mi hombro haciendo que mi piel se colocara de gallina a la vez.
—Mi prima se queda, ella no es chica de problemas.—hablo con su voz tan ronca y calmada haciendo que toda mis defensa se pusieron en alerta máxima.
—Heeee... yo iba a decir que sí.—me vi diciendo de la nada.
<<¿Aldora que te pasa? Tenemos la nueva serie que ver y nos la vamos a perder por ir tras del chico sexy.>>
Ahora no, conciencia. Necesito callarle la boca a este galán.
<<¿Pero no puedes callársela después de ver la nueva serie?>>
Heeee, no.
—Tu no vas, te quedas aquí con mi tía.—demando poniendo sus ojos negros en mí.
No sé, pero en vez de tenerle miedo, sentí más desafiarlo que quedarme a ver series como todas las noches y no hacer nada.
—Yo voy, te guste o no... además me invito tu amigo.—lo señale con la cabeza.
Él apretó la mandíbula tensa y se dio la vuelta caminando hacia su habitación. Yo solté el aire que no sabía que estaba reteniendo y me di la vuelta para avisarle a mi abuela que iba a salir cuando escuche el grito de mi hermana.
<<Otro problema más al que sumar.>>
***
—¿Entonces al final vamos a salir?
—Si Alida, esta es la quinta vez que lo repito.
Murmure molesta antes de mirarme en el espejo, no llevaba nada del otro mundo. Además Fénix no había dicho que si íbamos a salir con él teníamos que usar ropa negra para camuflajiarnos de los guardias, y como mi linda hermana nos escuchó antes que fuera a pedir permiso ya ella también estaba invitada sola. Así que la carga y responsabilidad era toda de Fénix que no estaba divertido del todo.
—No dejes que esa flacucha nos quite a Fénix.—mi hermana cuando se ponía en plan de celopata activado, no había nadie y ningún botón que la apagara.
Solo la ignore y me asome por la ventana de mi habitación, hoy el cielo estaba muy oscuro por la contaminación del aire. Así que no podía ver las estrellas aunque quisiera.
<<Y nosotras pensando que el futuro seria lo máximo.>>
Resople un poco cansada porque nada fue fácil y tranquilo hoy, hoy fue un día muy cansado y necesitaba descansar, además estaba muy nerviosa porque era la primera vez que salía en una noche de toque de queda.
Alida seguía hablando y hablando mientras que ella se cambiaba y yo miraba lo que se podía decir de cielo, tratando de calmarme porque era difícil hasta que unos toques en la puerta me hicieron reaccionar.
—Voy.—mi voz salió chillona por lo nervios, que me reprendí a mí misma por eso.
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