Capítulo 14. ✨Ya lo sabia✨
Aldora
—Tu padre está aquí.
Aquellas palabras soltadas por mi abuela, solo hicieron que todo pasará en Cámara lenta delante de mis ojos.
Lo primero que sentí fue el golpee que lleve al caer en el piso y después no recordar más hasta que alguien me tenía sostenida en sus brazos y otro me llegaba el oler alcohol.
—Vamos Aldora responde. —dijo Fénix que me sostenía, mientras que mi abuela era la del algodón con alcohol.
Mi vista se fue aclarando y atrás de mi abuela estaba mi hermana y abuelo.
—Creo que va a vomitar.—dijo Fénix preocupado.
—¿Por qué lo dice? — pregunto mi abuelo también preocupado.
—Su cara lo dice.
Y eso fue todo, porque ya sentía el ácido que quemaba mi garganta y me incline hacia un lado y vomite todo lo que había comido en la mañana y tarde.
—¡Qué asco!
—¡En el piso no!
—¡Mierda!
Todos habían chillado a la vez, que solo Fénix me sostenía el cabello, mientras mi abuela corría a buscar algo con que limpiar.
Mi abuelo me paso un vaso con agua y me lo bebí de un solo trago, que mi estómago lo agradeció mucho.
Pero aun así sentía esa molestia en el estómago.
—¿Qué fue lo que dijiste? —pregunte ya más calmada, aunque todavía el mundo me daba vuelta.
Mis abuelos se miraron la cara triste y con mucha pena, mientras que yo buscaba una explicación con mi hermana también que solo agachaba la cabeza como si ella ya lo hubiera sabido desde Uff.
<<Hasta cuando seguirán las mentiras.>>
Ya estaba más que cansada de que mi vida estuviera llena de mentira y nadie explicara nada, por miedo de que me diera algo si lo sabía.
<<Aunque ya me dio, pero tiene su justificación.>>
Mi abuela me miro con tristeza antes de voltear la cara y soltarlo.
—Tu padre está aquí, y ya sabe lo que Alida ha hecho.
—¿Mi padre? —me señale incrédula y ella asintió con pena.
Yo negué rotundamente, porque ese hombre no podía ser mi padre.
—Yo no tengo padre y ni que se aparezca por aquí porque no lo quiero conocer. —me negaba a saber de sus existencia.
Llevaba más de 18 años sin aparecer y sin ni siquiera mandarnos una carta o lo que sea, demostrando un pequeño de su cariño con nosotras ya que mamá no estaba.
Pero no, nunca lo conocimos y 18 años después aparece.
—Pero princesa, él tiene...—mi abuela quería seguir hablando y ni la deje.
—Jesús resucito a Lázaro el cuarto día y no hubo impedimento, pero ese señor viene a resucitar 18 años después... Pues no abuela, yo no lo quiero conocer y ni que se aparezca por aquí.
Y dicho aquello me fui hacia mi habitación. Sentía mi cuerpo muy pesado y agotado, yo sabía que la confesión me había caído muy mal. Pero eso no justificaba el daño que ya habían hecho y ahí estaba yo como Magdalena llorando en el suelo por aquello.
Nunca supimos de él, ni siquiera algo bueno porque abuela cada vez que decía algo que lo mencionara era:
—Él está loco, toda su familia está loca y todo lo que toca lo destruye. —Fueron sus palabras cada vez que Alida o yo preguntábamos por él.
Yo también estoy de acuerdo con ella, porque todo lo que toca lo destruye y solo empeora las cosas si el aparece. Por eso no quería saber de él, porque a cambiarnos de distrito mi abuela tenía una caja de cosas vieja de mamá y descubrí unas carta que supuestamente mi padre le había mandado a mi madre donde dejaba en escrito que la dejaba por ser una inútil en quedarse embarazada de nosotras y que lo mejor para todos es que nosotras no hubiéramos nacidos.
Cuando yo había leído esa carta, sabía que aquello lo que aún se mantenía vivo para buscar a mi padre y conocerlo se había muerto al leer, aquella carta y sabía que ya nada iba a ser igual para mí. Por eso el dolor que siento al saber que sabe dónde nos encontramos no me deja tranquila y solo empeora más mi estado.
Me deje caer en la pequeña cama cuando otro mareo me agarro y me arrope de pies a cabeza, buscando aquella fortaleza y escudo que necesitaba.
No sé si pasaron quince o treinta minutos cuando sentí que tocaron la puerta y después la abrieron.
—¿Puedo pasar? —mi abuela consultó pero ni pío dije. Aun así la oí entrar. —Creo que debería contarte la historia que le contaba a tu mamá toda las noches cariño.
Ella se había sentado en la orilla de la cama con la intención de que me quitara la sabana, pero así yo me encontraba más segura y sabía que si mi escudo caía, yo también caía.
<<Y no queríamos eso.>>
—Quiero saber que ha hecho Alida, para que todo esto haya salido a la luz. —Solo susurre con la intención de cambiar de tema.
Mi abuela hizo el amargo de quitarme la sabana, pero no lo consiguió y todo lo que quería era saber toda la verdad por todas.
—Cuenta la leyenda que cada veinticinco años, una estrella despierta de su siesta del cielo y baja a la tierra a recorrer el mundo.—comenzó ella a narrar ignorándome por completó. — Lo que nadie sabía es que aquella estrella tenía miedo, miedo de volver a dormir y no ver el mundo como lo había visto desde que comenzó a bajar, él recordaba cómo era la tierra antes de los humanos y se quedó enamorado, ver tantos árboles, tanta naturaleza y paz, sobre todo paz, pero cuando volvió a dormir y quedo confiado que cuando volvería a bajar solo iba a encontrar la bella naturaleza, pero todo cambio, eso no fue lo que paso. Se encontró con personas.
"Pero no contó que bajar cada veinticinco años, el mundo iba a cambiar frente de sus ojos, conoció a muchas personas, río hasta el estómago le doliera, bailo hasta que los pies le pidieran descanso. Disfrutó como ningún humano, recorrió el mundo de pies a cabeza, hizo amigos, también vio como aquellos amigos morían, vio la naturaleza marchitarse y ahora... ahora solo le queda bajar y no volver a despertar y no recordar como dejo el mundo la última vez que bajo... ¿Quieres saber el nombre de esa estrella? Solo quédate a averiguarlo, porque por su nombre lo conocerás... Como siempre renace de la ceniza y vuelve a donde comenzó.
Cuando ella término de contar el cuento, sentí un fuerte dolor en mi pecho y las lágrimas salían por si sola de mí. Me vi dejando caer el escudo y sabía que había caído junto con él. En medio de mi lloradera vi a mi abuela y ella estaba igual que yo, con aquellos ojos tan iguales a los de mi madre rojo por las lágrimas que nos vimos las dos llorando en brazos.
—Ah Estrellita siempre le encantaba esta historia, y siempre terminaba igual como tú al final del cuento. —su mano se posaron en mi mejilla al limpiar las lágrimas que seguían saliendo. —Sabes, Aldora me recuerdas a ella, y cada vez que te veo la veo a ella. Una chica tan dulce y amable, que le apasiona lo que hace y le gusta ayudar al prójimo. Tan buena con el mundo y el mundo tan malo con ella, pero eso solo le sirven para aprender y saber por qué camino andar.
<<¿Tan iguales éramos?>>
—La extraño tanto. —Susurre en su cuello cuando la volví abrazar.
—Yo también la extraño cariño, yo también. —susurro también ella.
—¿Por qué no fue él que murió? ¿Porque las personas buenas son las que debe morir y no las malas, abuela?
—No lo sé cariño, yo no sé la respuesta. Yo también me hacia la misma pregunta todas las noches, cuando no veía a mi hija en la otra habitación estudiando, cantando o bailando como una loca, no la veía más ayudando a tu abuelo en el negocio. Ya no estaba con nosotros en la mesa a la hora de la comida o el día de su cumpleaños... Yo también me hacia la misma pregunta.
—La gente buena no debería morir, porque son la que le da color a este mundo y ya vemos porque el mundo sigue sin color.
Ella asintió dándome la razón, no separamos donde las dos nos miramos con aquellos rojos e hinchado de las lágrimas que solo hizo que brotara una sonrisa de alegría en cada una de nosotras.
—Creo que ya deberías saber toda la verdad. —comentó ella sacando algo de su bolsillo del pantalón y pasándome un sobre no abierto.
Cuando lo vi, le di vuelta donde al frente tenía el nombre mío escrito en letras mayúsculas. No tenía dirección, ni nada que identificara quien lo había mandado.
—¿Quién lo mandó? —curiosee con la intención de abrirlo, pero ella me sostuvo la mano para que no la abriera.
—Estrellita escribió tres cartas días antes de que diera a luz, una fue escrita para Alida, y otra para ti.
Sentí otra punzada en el pecho de dolor, al saber que mi madre nos había escrito algo. Me lleve el sobre al pecho y cerré los ojos, porque aunque no sabía que era lo que decía sabía que por primera vez me iba a imaginar cómo se escuchar su voz en mi cabeza.
—Solo Léela cuando sea el momento importante cariño. —asentí comprendiendo sus palabras y la volví a abrazar.
—Gracias abuela.
—De nada cariño descansa.
Ella se levantó de la cama y cuando estaba abriendo la puerta fue cuando recordé algo de lo que ella había dicho antes.
—¿Para quién era la tercera carta?
Ella todavía dándome la espalda solo soltó lo que ya había pensado.
—Para tu padre... y el mismo día que ella murió se la entregué.
Y sin más, salido de mi habitación dejándome sola y con un dolor muy profundo en el corazón que sabía que la tristeza era poco para lo que sentía en este momento. Porque ya el rencor y la rabia había tocado mi puerta sin avisar, dándole la bienvenida a la venganza y el caos que se iba a desatar.
***
Fénix
<<¿Quién se lleva el primer lugar al más grande idiota del planeta?>>
Pues Fénix.
Sí, yo mismo me llevaba ese premio y los que venían también.
La sigo cagando y todavía no término solucionando el problema.
Las cosas se me han salido de las manos con Aldora y cuando pensé que le iba a contar que no soy de este mundo, surgen que ya el problema ya ha surgido y no hay vuelta atrás. Ya mi hermano Crux está aquí, lo he sentido cuando Aldora se ha desmayado y porque los collares que llevan en su cuello han cambiado de color, y también lleva más de hace quince minutos que me ha estado llamando, pero no he querido contestar.
Miro la luz que sigue encendida en la pequeña habitación y cierro los ojos, agudizó el odio buscando escuchar lo que quiero oír.
<<Pum, Pum.>>
Vuelvo a abrí los ojos aliviado y me ajustó mi ropa negra para salir.
—¿Todo listo?
—Si amo. —responde mis guardianes.
Miro por última vez la habitación y me dirijo a la ventana por donde me lanzo sin mirar si la caía me afectaría. Cuando aterrizó en el piso de tierra, rodeó la casa con la intención de ir por el viejo camino que ya había hecho antes en caso de emergencia. Cuando cruzó al otro lado, llegando a la orilla del bosque veo a la persona que me espera en la entrada con las cosas que necesito.
Solo me acerco a él y le arrebató la mochila de las manos y saco la llaves de la moto de mi bolsillo.
—Deberías apúrate, allá adentro todo es un caos con esa piedra suelta. — comentó él molestó, pero yo solo me encogí de hombro dándome igual lo que pasara después.
—Él no debió pisar esa montaña, ahora que se abstengan a las consecuencias. —encendí la moto, mire mis manos.
Alumbraba y necesitaba forrarme por completo para pasar desapercibido.
—Claro, y las consecuencias es perder media población eso cuenta ¿No? —inquirió molestó.
—¿Si es su precio por estar metiendo las narices donde no lo llaman? Pueeeeees sí. —alargue la e porque no me importaba como en el principio.
—Eres un idiota.
—Y tu un pijo que solo le teme a su padre, solo para que no se entere de la pura verdad.
Él como que no le agrado mi respuesta porque solo negó molesto y se dio la vuelta para irse.
—Ya deberías habérselo contado. —dijo cuando ya se estaba alejando dándose la vuelta para mirarme.
Yo volví sentir aquella punzada en el pecho de dolor, porque estaba mintiendo y estaba haciendo las cosas mal. El plan se me había salido de las manos y yo que no lo iba hacer.
Hice como si no me afectará y mire al cielo oscuro.
—Ya se enterará, su abuela se lo contó y creo que después comenzara hacer pregunta... Pero ahora, solo me toca cuidarla.
No le dio tiempo para responder porque arranque la moto y tome mi camino hacia la montaña, nunca era fácil salir de Diamante. Porque siempre había Guardias por todos lados y más si se acercaban las fechas donde nadie era feliz y solo provocaba muerte, llanto y tristeza en todas las personas.
Deje la moto oculta en un buen sitio y comencé a caminar hasta llegar a mi cueva, mis guardianes se habían quedado en la entrada junto con dos más que habían llegado con mi hermano. La cueva estaba oscura y solo un poquito daba luz, encendí una antorcha de la entrada y entre cuando me dio la bienvenida mi hogar.
Camine hasta detenerme en la Sala y ahí colocó la antorcha, me quité los guantes y la chaqueta que cubría mis brazos donde la luz de mi cuerpo fue dándole claridad también a la cueva, me deje caer en el sofá cansado y coloque mis manos en mi cara.
—Creí que no vendría.—comento mi hermano saliendo de algún lugar.
Yo solo gruñí molesto porque esta era la primera vez que algunos de ellos bajaban a la tierra.
<<Estaba en problema.>>
—Y yo que creí que la caída te había matado y solo vendría a limpiar el desastre que habías hecho en mi hogar.
Él solo se rió y se sentó a mi lado divertido.
—Ya quisiera Fénix, porque que yo recuerde solo eres el experimento de nuestro hermanos. Solo te despiertan cuando ellos quieren y te manda a venir a este lugar desagradable.
—Tan simpático como siempre Crux.—deje caer mis manos a mi lado y lo mire molesto.
Él solo se burló y miro la cueva con admiración.
El cuerpo de Crux era un Moreno alto, forzudo con una cabellera castaña y unos ojos tan negros como los míos que solo nos identificaba cuando por algunos segundos aparecía un reflejo brillante que nos hacía notar entre nosotros.
En nuestros ojos estaba la dirección de la constelación donde pertenecíamos y ellos hablaban por sí solo.
Él silbo asombrado y vi que solo llevaba un pantalón, estaba desnudo de la cintura para arriba y no llevaba zapatos.
—En esa bolsa esta lo que necesita y mañana te mostraré el lugar. —Señale la bolsa que deje caer en la entrada del lugar.
Él se levantó y la buscó, comenzó a revisarla como si fuera lo más cool de este mundo. Saco ropa de otro distrito y comenzó a cambiarse, después comió y se volvió a sentarse a mi lado con la boca llena de puro pan y chocolate.
—Draco está furioso cuando me vine y Orión está a nada de querer matarlo. —comentó él sin dejar de comer.
Parecía al chavo cuando llevaba tiempo sin comer y le daban comida, comida desesperado y no masticaba.
—Sí, ojalá que si lo pueda matar y así dejar de ser su experimento de una vez. —le quite el chocolate de la mano molesto y el gruño en repuesta.
Trago lo que tenía en la boca y me miro apenado.
—Lo hiciste verdad. —no hacía falta que preguntará porque si todos los sentíamos entres nosotros en el mismo lugar, él también lo sentiría cuando llegó aquí a la tierra.
Era por eso que mis hermanos estaban furioso y no lo sabía, que hace rato ya había cumplido la Misión y ellos no lo sabían. Porque no lo podían sentir.
—Sí y no quiero que se entere todavía.
Él asintió comprendiéndome, éramos hermanos y nosotros dos éramos los más unidos que con los otros.
Comí de la última barrada que quedaba y lo mire cansado.
—No sé si la matara y eso me asusta. —hable con toda la verdad, sintiendo ese alivio de poder desahogarme con alguien sin ser juzgado.
—Solo toca esperar Fénix. —el colocó su mano en mi hombro dándome ánimo y solo pude sentir las lágrimas caer.
Sentía aquella presión en mi interior y sabía que ya no había vuelta atrás, por más que intentara arreglar el problema ya lo había cagado.
Me limpie las lágrimas y me dirigí a mi habitación,donde me deje caer y por primera vez en siglo en la tierra pude cerrar los ojosy soñar.
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¿Que tal el capítulo? Espero que le haya gustado muchos mis tréboles, porque poco a poco vamos descubriendo cual es la Misión que Fénix tenía.
No olviden de votar y comentar si le gusto mucho.
Besos y abrazos 😘
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