Capítulo 1. ✨Inicio✨

Fénix

Año 2125

¿Qué se siente cuando vas a dormir?

Era una buena pregunta que me hacía cuando me despertaba, sentía, pues felicidad, tranquilidad, mucha, pero mucha tranquilidad, una paz confiado que cuando despierte el mundo seguirá donde lo dejaste, pero eso conmigo no pasaba. Siempre tenía miedo de cerrar los ojos y jamás podía dormir con aquella tranquilidad que mis viejos amigos me contaban.

El mundo ha cambiado y no sé si para bien o para mal, la última vez que baje prometí buscar una solución y reunirme con mis hermanos para poder buscar una ayuda a todo esto.

Pero días antes de acostarme a dormir, hable con ellos y solo me dijeron que todo esto tenía que pasar, que los humanos se tenían que matar entre ellos mismo para que nosotros pudiéramos más adelante reconstruir este planeta, solo por eso yo era el único mensajero que bajaba y pasaba una temporada aquí para después infórmale.

De miles de mis hermanos y hermanas, yo solo podía bajar y andar en la tierra donde podía camufla guiándome con los humanos.

<<Ya estaba comenzando a creer que era Caín 2.0>>

Ahora, ahora que sé que el mundo ha cambiado. Me da miedo abrir los ojos y ver más destrucción.

Me duele el cuerpo por el impacto donde aterrice, siempre caigo cada veinticinco años en el mismo lugar, es como si este sitio tuviera un imán magnético que solo me llamara a mí. Abro los ojos y lo primero que veo es oscuridad, sí. Mucha oscuridad, en el cielo no se ve ninguna estrella por la capa de humo negro que la cubre, siempre fue así desde el año 2025, capa tras capa de humo negro que solo dañaba la tierra y a ellos mismo.

Respire hondo antes de mirar mi cuerpo y ver que volvía a tener el mismo cuerpo de un chico de veinticinco años que su apariencia nunca cambia y que su cuerpo emana luz de noche porque soy una estrella, todos mis viejos amigos siempre pensaba que las estrellas tenían un solo género como lo llaman ellos y otros que era solo roca grande en el universo.

<<Qué bobo eran.>>

Antes de girarme a la derecha donde está mi cueva oculta por unos guardianes que mis propios hermanos y hermanas mayores colocaron para mi protección cuando vieron que los seres humanos comenzaron a matarse unos contra otros en medios de guerras, por odio o a veces por envidia o celos.

A simple vista todos piensa que son dos simples roca grande como monumento que no se puede mover, pero es solo un reflejo de lo que ellos le hacen ver a cualquiera que pase por esta montaña. Pero en realidad son dos farolas de luz muy, pero muy brillante que podía dejar a un humano ciego que por lo que también se tiene que camuflar guiar con cualquier cosa solo para protegerme a los lejos.

—Hola, אוֹר .—saludé pasando por su lado triste, como cada vez que me despertaba, ellos eran los únicos que si permanecían aquí en la tierra mientras que yo volvía a mi hogar.

<<Suertudo, ¿Por qué siempre era yo el que dormía y no ellos?>>

—Amo.—respondieron los dos con una voz no acta para los humanos.

Entre a mi cueva dándole vida de nuevo cada vez que me despertaba y me deje caer en un sillón como lo hacen llamar los humanos, mi estómago también rugió de hambre antes de dejar ver a la señora de cincuenta y cinco años entrar por la entrada de la cueva por donde yo había entrado hace minutos.

Hace más de veinticinco años me hice amigo de una chica pelirroja que era fanática de las estrellas y planetas, nos conocimos cuando yo estaba visitando a un viejo amigo que estaba a punto de morir y ella no dejaba de llorar y reclamarle a su jefe que la dejara observar las estrellas por un telescopio que según ellos podían ver a solo corta distancia los planetas más cercanos o cometas.

Ella fue la única que le hable de mí e hicimos un pacto que cuando volviera a bajar del cielo yo le contaría muchas cosas, pero a cambio ella me contaría su historia y aquí estamos.

La señora mayor parecía que la vejez todavía no le pegaba, caminaba hacia mí con un bolso en su hombro y una cesta de comida en la mano.

—Aurora ¿Por qué no me avisaste que estaba aquí? Yo fuera mandado a unos de mis protectores para que te ayudara.—le reclame mientras corría, abrazarla también de alegría.

Yo vivía en una montaña fuera de la vista de los humanos y solo Aurora lo sabía porque yo se lo conté y confié en ella desde el momento que la conocí, así que mis protectores solo la conocen a ella y hacen todo lo posible para que nadie se dé cuenta cuando ella sale de pueblo y ella los conocen solo como roca grande e inmensa en la entrada de la cueva, a veces los conocía por pájaros o cualquier cosa que pase desapercibido delante de los ojos humanos.

—Sabes que no estoy tan vieja como dicen que estoy, solo te estuve esperando todo el día. Además, es mucho ya sus ayudas cuando salgo de mi zona para buscar comida.—dijo pasando sus manos blancas y un poquito arrugada por mi cara.

No entendía por qué los humanos nacían, crecían, se multiplicaban y después morían, era como un ciclo muy repetitivo ver pasar la vida en tus ojos, despedirte de personas que no volverás a ver y solo porque así la naturaleza lo demandaba.

<<Qué ridículo se oía eso, cuando ellos lo explicaban.>>

—Pero igual fuera avisado.—la guié hasta el sillón y nos sentamos juntos mientras que ella no dejaba de verme y tenderme la cesta de comida.— ¿Qué? No he cambiado, si es lo que imagina.

—Es que tú nunca cambias, eres como ese chico con traje de super héroe que mi abuela me contó que estuvo congelado, yo no sé por cuantos años y seguía teniendo la misma apariencia.

—Capitán América Aurora, Capitán América... eso era una película.—le digo mientras me llenó la boca de comida y gozo de su delicia.

Cada vez que bajo ya la comida no es igual y las personas tampoco, hay más gente mala que buena y no se sabe de quién confiar.

—Sí, si como digas. Ahora dime como es todo allá arriba, ve que te estuve esperando por más de veinticinco años.—su voz impaciente me causo risa y también verla mover sus manos para llamar mi atención.

—No, primero tú, ese fue nuestro trato. Tú me cuenta tu historia y yo después te lo cuento todo.

Ella bufo molesta antes de cruzarse de brazo y mirarme.

—Puff, ta bien... sabe que siempre me case con Leo, con el padre de mi hija Estrella.—asentí sorprendido porque cuando la conocí ella me dijo que el padre de su hija era un hombre que huía del compromiso.— Si, no me mires así que yo no lo amenace para nada, nos casamos, montamos el negocio de electrónica, nuestra Estrellita creció se enamoró de un idiota que la dejo embarazada y bueno, nuestras nietas crecieron con nosotros cuando mi bebe murió dando a luz y hoy es el cumpleaños número dieciocho de mis nietas... ha, Leo sigue de holgazán, pero enamorándome cada día.

—¿Estrella murió?—susurré impactado mirándola, ella insistió.

Cuando conocí a la pequeña Estrella tenía once años y era una linda niña igualita a su madre llena de risa y muy inteligente, llena de mucha vida que pensé que viviría por muchos años.

Ella me enseño una foto donde aparecía su hija ya mayor con una barriguita inmensa sonriendo feliz a la cámara y mostraba en un cartel mi nombre, sentí que mi corazón se encogió mientras que las que se hacían llamar lágrimas brotaba en mis ojos.

—Ella te quería mucho y siempre preguntaba por ti, siempre decía: Mamá, cuándo volverá Fénix, él prometió que volvería cuando yo cumpliera treinta seis años y me mostraría esa estrella que una vez te mostró.—me recito sus palabras haciendo que mi corazón se volviera más pequeños.—Ella siempre decía que tú fuiste su único amigo que prometió volver por ella.

—Yo... yo lo siento Aurora.—la abracé llorando en su cuello mientras ella pasaba sus manos por mi espalda.

—No hay nada que perdonarte cariño, ella nunca supo que tú eras una estrella que solo bajaba cada veinticinco años. Solo fue la vida que nos la quitó, pero a cambio nos dejó a dos preciosas princesas.

—Es lo único bueno que al menos pudieron dejarnos.

Ella asintió antes de acomodarse bien en el sillón y yo comenzarle a contar toda mi historia desde el comienzo hasta el fin.

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¿Que tal el primer capítulo?

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La palabra אוֹר es Luz en hebreo.

Besos y abrazó a todos 😘

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