Conociéndote
—¿Qué haces aquí, Trunks? —pregunté, luego de que el mesero se retirara.
—Te vi, sola, y quise venir... —pasuó un momento —A hacerte compañía.
—No estaría sola, ahora —le dije.
—¿Lo dices por el mesero? —preguntó burlón.
—Sí —afirmé —, lo digo por él —dije seria.
—¡Oh, vamos! —sonrió —era más que obvio que no querías estar con él —se rió.
—Bueno... Yo... —iba a excusarme, pero el sonido de una tercera voz me hizo detener.
—¡Papi! —decía un niño corriendo a los brazos de Trunks.
—Vegeta... —dijo él, casi en un susurro, pero aún así, pude escucharlo.
—¿Quién es ella? —pregunto el infante.
—¿Ella? —secundó el pelilila —Ella no es nadie.
—¿No piensas presentarme, Trunks? —pregunté.
—No, no lo haré —contestó seco.
—¿Por qué no, papi? —siguió el niño.
—Porque no, y ya deja de molestar Vegeta —sentenció Trunks.
El de cabello lavanda, se levantó del asiento con semblante serio, tomó al niño de la mano y siguió sin mirarme.
—Adiós... —fue lo último que mencionó aún sin verme.
Yo, me quedé paralizada, el volver a ver a mi hijo me dejó consternada, era hermoso, sin duda el niño más bello que he visto en toda mi vida. El cabello negro, tan negro como el mio, con el mismo corte que el de su padre, además... Unos ojos hermosamente azules, idénticos a los de su padre.
Salí corriendo de allí, dejé el pago en la mesa y no me importó que los demás me miraran de forma extraña por mi repentino comportamiento, lo que ahora me interesaba era poder hablar con mi hijo, tenía la esperanza en que tal vez podría alcanzarlos. Pero no fue así. Ellos ya no estaban, ni cerca.
—¡Auch! —dije al estar en el suelo, choqué con alguien de eso estoy segura.
—¡Por Dios! —escuché ahora una voz femenina que no había escuchado nunca.
—Perdón... —dije levantándome, no podía verle la cara, mi cabello me tapaba los ojos.
—Perdóname tú a mí —mencionó ella.
—Tranquila... — sonreí —Soy Pan... —extendí mi mano.
—¡Hay no! —dijo con rechazo —No me gusta saludar de mano, eso es de hombres —se aproximó y me besó ambas mejillas —. Soy Bra —se presentó.
—Encantada, Bra —comenté sonriendo.
—El gusto es mío —mencionó igual —Bueno, hasta luego, Pan —voy de prisa.
Y se fue, sólo me quedé viendo para donde iba, pero luego me volteé y me fui para mi casa.
Llegué, me recosté, pero no descansé nada, mi amiga Marron llegó apenas había puesto mi cabeza sobre la almohada.
—¡PAN! —gritó entrando a la habitación.
—¿Qué pasó? —pregunté alarmada.
—Tienes que salir de aquí, amiga —se sentó a mi par —. Prepárate, iremos a un antro esta noche —dijo emocionada buscando en mi guardarropa –valga la redundancia –, ropa.
—¡No quiero! —me negué poniéndome la almohada encima de mi rostro.
—¡Ah, no! No me dejarás plantada —me lanzó un vestido de lentejuelas de color negro —. ¡Hay que conseguir chicos!
—Tú sólo en eso piensas Marron —hice un gesto de Faceplam —Hablando de chicos... ¿Qué hiciste con ese viejo? —pregunté riendo.
—Lo dejé —respondió.
—¿Qué? ¿Por qué? —cuestioné interesada.
—¿De verdad quieres que te cuente? —preguntó, como si no supera que me interesa.
—¡Sí! —mencioné con los ojos llenos de brillos.
—¡Te encanta el chisme eh! —rió a carcajadas.
—Pues... No me gusta, pero me entretiene —le dije riendo también —. Nos hemos salido del tema ¿Qué pasó?
—Bueno... —comenzó —Es que tenía un aparatito muy pequeño y... —se acercó —siendo sincera, no le funcionaba —se levantó a buscar más ropa —, no me divertía con él.
—Arruinaste mi juventud —tenía los ojos como platos y la mandíbula casi cayendo al piso.
—Tú preguntaste, ahora te aguantas. Mejor nos vamos, ya es tarde.
Y sin más, nos pusimos guapas, y nos fuimos.
Llegamos a un lugar muy grande con un enorme rótulo contorneado de luces de colores. En el rótulo podía definirse la frase «The Nigth». Todo, como en un antro, estaba ruidoso. Nos pidieron nuestras identificaciones y nos dejaron entrar, como era de esperarse, nos fuimos directo a la zona VIP.
Comenzamos a bailar como si no hubiese mañana, todo estaba muy divertido, al rato me había quedado yo sola, estaba cansada y me fui a sentar, me dolían los pies.
—¡Ahg! Estos tacones me están matando —escuché una voz bastante conocida.
—Nos volvemos a encontrar —dije sonriendo.
—¡Pan! —se giró, con una hermosa sonrisa adornando sus labios color rosa.
—No creí encontrarte aquí, Bra —le grité, hablar normal no se podía, el volumen de la música era muy alto.
—Tampoco yo —sonrió.
—Bra, nos vamos —llamó un hombre detrás de nosotras.
—Ok —dijo ella —Mira Trunks... Ella es Pan —presentó —, Pan, él es Trunks.
—Ya la conozco, Bra —dijo seco.
—¿Qué?¿Cómo? —preguntaba.
—Ella... —al parecer le costaba hablar —Ella, es la madre de Vegeta —dijo de una vez.
—¿¡Qué!? —dijo alterada y separándose de mí —Esto no puede ser...
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Continuará...
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