7-Un par de idiotas
Enid y Tn se encontraban tomando algo en la cafetería pagado por la loba quien al estar con él a solas lo tomaba más como una especie de cita. Aunque Tn por su parte disfrutaba de la comida pues le encantaba comer. Aunque...¿a quién no?. El chico comía poco a poco, saboreando todo y de vez en cuando sonriendo a la loba quien se ruborizaba. En el poco tiempo que llevaba con él se había quedado prendada. Pero quería asegurarse de que sus sentimientos se basaban en un amor y no en una simple atracción.
—Tn, tienes un poco de chocolate, deja que te limpio—acercó la servilleta y le limpió.
—Oh, gracias—le esbozó una gran sonrisa.
La chica sonreía pero escuchó algo de un par de ancianos cercanos.
—Que pareja joven tan bonita hacen—decía la mujer mayor mirándolos con una sonrisa.
Eso puso a Enid todavía más roja si podía ser. Tn no lo había escuchado, seguía comiendo antes de continuar hablando con ella sobre algunos chismes. Miércoles se había ido a la biblioteca un rato para buscar libros de sus autores favoritos ya que no quería escuchar nada sobre chismes.
—Tn, ¿qué te gustaría ser de mayor?, bueno...de que te gustaría trabajar—comenzó la chica dando un pequeño sorbo a su café—si puedo preguntar.
—No lo he pensado la verdad—terminó el trozo de tarta—no tengo ni idea, me dejo llevar por la vida. ¿Y tú?.
—Pues...—jugó con sus dedos—me gustaría ser profesora de guardería...me gustan mucho los niños...ver a todos esos niños jugando...sonriendo...
—Eso es genial—comentó él—seguro que lo haces muy bien. Y como madre serás genial.
Fue decir eso y Enid se puso tan roja como un tomate y no pudo ser capaz de hablar durante un buen rato más a la par que él estaba hablando de unos chismes que leía en el teléfono. Por suerte al continuar charlando de ello, a la loba se le pasó.
—¿Qué te gustaría hacer ahora?—preguntó Enid—¿me acompañas a comprar ropa?.
—Claro, aunque creo que ya tienes...—se quedó dormido en mitad de la frase.
—Tn—chasqueó los dedos despertándolo.
—Lo siento...anoche no dormí...me quedé viendo una película y...—dio un bostezo—pero vamos antes de que me duerma de nuevo.
La ternura que desprendía el chico le resultaba encantadora quien se colocó muy cerca suya mientras caminaban hasta la tienda. Allí la chica se estuvo probando algunas ropas que le gustaban mucho y todas y cada una de ellas era más colorida que la anterior. A Tn le parecía que la chica estaba muy guapa, así se lo hacia saber haciendo que ella se escondiera un poco detrás de las prendas.
—Dios, estoy roja—se miraba al espejo dentro del cambiador.
Salió al cabo de un rato y encontró a Tn sentado en una silla dormido. Ella le hizo una foto sonriendo porque estaba muy tierno. Le despertó y éste se desperezó antes de que fueran a pagar un par de prendas coloridas que le había gustado mucho a Enid. De hecho, Tn pagó una de ellas como regalo.
Afuera dieron unos pocos pasos hasta que se encontraron con Miércoles quien les miró con esa seriedad y frialdad habitual.
—Necesito un café—comentó la pelinegra—vamos—dijo en forma de orden.
La acompañaron a una de las cafeterías y Tn volvió a comer un poco. Todo estaba yendo muy bien, disfrutando de la tranquilidad hasta que escucharon unos gritos afuera. Pagaron y fueron a ver mientras el resto de personas se quedaban dentro algo asustadas.
—¿Qué es eso?—preguntó Tn tranquilo señalando a una bestia cercana.
—Parece un hombre lobo pero más grande y largo—contestó Miércoles—tengo unos cuchillos preparados.
Pero en ese instante aparecieron unos ocho más por una calle cercana, rugiendo y amenazando con unas grandes garras. Enid se abrazó a Tn asustada y muerta de miedo. La gente corría despavorida a un lugar seguro.
—Son nueve...—decía el chico—espera aquí Enid, yo me hago cargo.
—Te echare una mano—Miércoles sacó unos cuchillos—estoy lista, por fin un poco de acción.
—No creo que sea buena idea que luches contra algo así—le dio unos toques en la cabeza—no me gusta ver a mis amigas heridas.
Ella le miró con mala cara.
—Puede que después de mate a esas bestias te mate a ti—dijo.
—Oh, que genio...me gusta—replicó el chico poniéndose en guardia—no hay nada mejor que una buena pelea después de comer y descansar.
Esa frase provocó una sonrisa en la pelinegra.
—¿Le gustan las chicas rudas?—pensaba Enid.
Tn corrió ante la sorpresa de ambas chicas y golpeó con fuerza a uno de ellos estampándolo contra un banco.
—Venga, ¿el siguiente?—pero el golpeado saltó a sus espaldas y le dio un fuerte puñetazo a Tn quien acabó ahora en otro banco—vaya...son más fuertes de lo que parecían...—se crujió los nudillos.
Miércoles les lanzó unos cuchillos que se clavaron en la piel de dos, pero no parecían hacerle demasiado daño. Ella tuvo que esquivar a uno pues le superaban en número. Enid miraba esto paralizada, quería luchar pero el miedo de tantas bestias le podía. Y en uno de esos momentos de confusión en ella, vio a Miércoles recibir una herida en el brazo haciendo que sangrase y gritase de dolor.
—¡Miércoles!—Enid estaba horrorizada.
Por suerte, Tn alargó el brazo y la sacó de esas criaturas. Ahora estaba sudando un poco, aunque decía que estaba un poco emocionado por ver a tantos enemigos. Quería darles tan fuerte como fuese posible pues había herido a una de sus amigas.
Una de ellas corrió hacia ellos cuando fue golpeado por algo, pero...¿por quién?.
—Veo que estáis en problemas—dijo una voz.
Un chico con el pelo rojo como el fuego apareció. Llevaba el uniforme de la academia, Tn le recordó del autobús.
—Guspert—dijo éste mirándolo.
—Es Rupert—corrigió el chico antes de colocarse a su lado—parece que necesitas ayuda.
Rupert era un marginado que podía mover objetos con las manos, incluidos muy pesados y duros, algo que podía resultar de utilidad cuando estaban en una pelea.
—Entre los dos acabaremos pronto—anunció haciendo que las bestias rugieran—parece que nos entienden, mejor, no me gusta matar criaturas tontas.
—Yo pensaban que no eran listas...apenas saben respirar solas—eso les enfureció más.
—Dejen que me una...estoy bien...—Miércoles se tocó el brazo.
Pero le dijeron que se mantuvieran al margen y Enid fue limpiando un poco la herida de su roomie quien maldecía por ser tan débil a los ojos de los demás. Rupert les lanzó uno de los bancos que golpeó duramente a uno de ellos. Sin embargo, parecían ser más duras de lo normal. La pelinegra miraba todo con un gran enojo, quería matar a esos desgraciados.
—Necesitáis ayuda—comentó Enid.
—¿Ayuda?—preguntó Tn—no creo.
—¡Son nueve!—exclamó la loba.
—Aunque hubieran quince...nah, yo ganaría—contestó Rupert esbozando una gran sonrisa.
Pese a querer ser héroes a la vista de cualquiera...Miércoles solamente veía un par de idiotas.
Continuará...
Espero que les haya gustado.
Un saludo :D
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