23-El problema de tener dos novias
Gracias al reposo, la constitución del cuerpo de Tn y a unos medicamentos muy fuertes proporcionados por Rupert, el chico ya estaba dado de alta y recuperado. Aunque lo mejor era que descansase de pelear. Al menos por un tiempo. El chico dijo que no era culpa suya pues él lo único que deseaba era una vida tranquila en aquella academia.
—Hola—saludó entrando como si nada por la puerta de la habitación de las chicas.
Ambas se quedaron sorprendidas al verlo allí pues no sabían del alta pues el chico quiso sorprenderlas. Ambas estaban cambiándose, justo las tenía en ropa interior.
—Oh, gracias por la vista—sonreía viendo a las dos antes de agacharse y esquivar un cuchillo—eh, eso ha podido hacerme daño.
—¿Podrías voltear?—preguntó Enid acomodándose enseguida.
—Si, o te arrancaré los ojos—añadió Miércoles.
El joven volteó y esperó a que terminasen de vestirse aunque la sonrisa en su cara era más que visible. Cuando le avisaron, se acercó a Enid dándole un pequeño beso mientras ella le sonreía aún sonrojada por lo hacia un momento. Miércoles se acercó y también le dio un pequeño beso pero más rápido antes de voltear y regresar a su escritorio a escribir.
—¿Por qué no me has avisado de que te han dado el alta?—preguntó la loba inflando las mejillas.
—Quería daros una sorpresa...aunque la sorpresa me la he llevado yo—ella se puso más roja que un tomate y hundió la cara en el pecho de éste. Se sentía muy mimosa y cariñosa esos días de celo.
—Si vuelves a entrar sin tocar te mataré—escuchó desde el otro lado de la habitación.
—Ah, mi pequeño cuervo...siempre tan amable—contestó—¿qué tal si damos un paseo por la academia?, visto que no podemos por la amenaza, quiero caminar...tanto tiempo en la enfermería...
—Claro, deja que me arregle un poco el pelo y nos vamos—respondió Enid sonriente.
Mientras ella se peinaba, se acercó a Miércoles y leyó por encima lo que ella estaba escribiendo.
—¿Quieres hacer el favor de dejar de espiar mi libro?—volteó la cabeza—¿o tengo que sacarte los ojos?.
—¿Tienes que ser siempre así de fría incluso conmigo?—preguntó mientras la abrazaba—lo del otro día...no estuvo nada mal...—le dio un beso y pudo notar un leve sonrojo en ella a la par que apretaba los puños—conozco tu debilidad, y tú y Enid sois la mía—le dio otro beso y antes de que ella pudiera decir algo, se marchó con la loba.
Ambos salieron de la habitación para caminar un poco. Miércoles suspiró, ahora que estaba con Tn se sentía más débil. Tocó su mejilla donde le había plantado ese beso y recordó lo que había sucedido en la enfermería con el chico aquella noche. Los besos y caricias que se dieron...no parecía la Miércoles de siempre.
—Ese chico dice la verdad...es mi debilidad...—pensó antes de sacudir la mente y volver a prestar atención a la escritura.
Enid le iba contando algunos chismes a Tn, iban tomados de la mano y el verla sonreír después de temer que la iba a perder encogía su corazón. En cierto punto mientras ella seguía hablando, el joven la tomó para besarla por sorpresa. Eso hizo que la loba cerrase los ojos y se sintiera que iba a derretirse por ello.
—Tn...—se puso roja pues habían algunas personas no muy lejos.
Se tumbaron sobre el césped, Tn apoyado en el regazo de ella sentía las caricias de la rubia a la par que escuchaba todo lo que ella le contaba. Para él, ese pequeño placer era mucho. Allí, tumbado, disfrutando de su chica y el tiempo, no necesitaba nada más.
—Tn, ¿puedo preguntarte algo?—dijo ella haciendo que abriese los ojos y lo primero que vio fueron los ojos de ella.
—Claro, ¿qué ocurre?.
Ella juntó sus dedos avergonzada.
—Lamento todo lo que pasó con...bueno...ya sabes...mi celo. Siento mucho que por poco te lastimo—confesó.
—Nah, no pasa nada. No te preocupes, no debes pensar más en ello—al verlo sonreír, eso calmó su corazón.
Estuvieron un rato allí hasta que les dio un poco de hambre y decidieron ir a la cafetería donde ya estaba Miércoles con Eugene hablando sobre un tema preocupante.
—¿Ocurre algo?—preguntó él.
—Es Eugene...hay un problema...—respondió Miércoles aún molesta por lo de antes aunque el chico no sabía de ello.
—Bueno, dinos—miró al chico abeja—yo te ayudo amigo.
—Pues...noto a las abejas inquietas...cuando ocurre eso es que va a pasar un desastre natural—explicó mientras se colocaba bien las gafas—tengo miedo de que les pase algo...
—No te preocupes, nosotros ayudaremos—se dio un pequeño golpe en el pecho orgulloso—estaremos atentos a todos.
—Muchas gracias.
Entonces vieron a Miércoles levantarse de su asiento. Enid estaba pegada a Tn y orgullosa de ver que su chico era una buena persona que no dudaba en ayudar a sus amigos.
—No necesitamos tu ayuda—dijo de pronto la pelinegra—Eugene, yo te ayudaré.
Dicho esto se marchó dando zancadas a su habitación. Cuando Xavier quiso hablar con ella, simplemente lo ignoró.
—¿Le has hecho algo?—preguntó Enid a Tn.
—No...que yo sepa...en fin, iré a ver que pasa...esto es el problema de tener dos novias—sonreía antes de besar a la loba y marcharse.
Al llegar a la habitación la encontró tumbada y con un libro.
—Necesito concentración y mientras estés tú aquí no la tendré—dijo—primera y última advertencia, largo de aquí, no estoy de humor.
—Bueno, siempre estás igual así que es difícil saber cuando estás de humor.
Se tumbó a su lado ante la mirada de ella.
—No quiero verte ahora mismo—él le quitó el libro, lo dejó a un lado y besó a la joven fría de manera lenta—y encima sabes a la loba...
—Miércoles, ¿qué te ocurre?
—Nada...—volteó a otro lado.
El chico insistió y ella dijo finalmente que odiaba sentirse débil y patética. Confesó que desde su llegada, su vida había cambiado de manera radical y él solamente pudo sonreír.
—No es malo sentirse así. Yo también me siento así cuando estoy con vosotras...—le acarició la mejilla notando su fría piel—es lo que tiene el amor....—susurró antes de besarla.
En está ocasión ella cerró los ojos y ante su negativa...adoró sentirse así en ese momento.
Y así estuvieron hasta la hora de la cena. Enid reía al escuchar lo sucedido pero calló ante la mirada de su roomie. Luego, se marcharon todos a dormir.
No muy lejos de la academia, unas pequeñas criaturas se enfrentaban a una persona y algunas habían caído ya derrotadas mostrando un rastro de sangre por el suelo del bosque.
—Menos mal que no hay nadie por los alrededores—dijo nada menos que Rupert—realmente sois terriblemente feos.
—¿Te atreves a llamar así a mis pequeñas crías?—preguntó una voz infantil.
El joven miró a pocos metros suyo y vio que la luna reflejaba la figura enemiga quien tenía los ojos brillantes.
—Por fin aparece la persona responsable...—Rupert se cruzó de brazos—¿vas a por Nika cierto?.
—Así es...y tú junto a los tuyos no podréis evitarlo—respondió.
—El combate contra la rata voladora me enseñó que debía entrenar y así lo hice...por fin he dominado una técnica—comentó él—y ahora que no hay nadie más aquí puedo hacer uso de ella.
La chica con cuernos reía y le preguntó que técnica era esa.
En ese momento, Rupert junto los dedos de una forma extraña a ojos del ser.
—Expansión de dominio—dijo con una sonrisa.
Unos cuervos volaron y salieron despavoridos de los árboles hasta alejarse de la zona.
Continuará...
Espero que les haya gustado.
Un saludo.
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