Capitulo 13.

"Esta el dolor en dejar ir... pero también esta la paz en dejar ir"

*nota de la autora: Por favor, escucha “In the mourning"  de Paramore. Ellos fueron mi inspiración en este capítulo*

El tiempo pasó ¿Minutos? ¿Horas? Ninguno sabia, el tiempo había sido olvidado para ellos, las lagrimas habían cesado, y el fue lo suficientemente fuerte como para no llorar frente a ella, no sería débil frente a ella se había dicho, lo que ella necesitaba ahora era a alguien fuerte a su lado. Un momento después de que se desplomara en el suelo con ella en sus brazos había notado en una esquina su chaqueta, tirada… rota y había temblado un momento, los recuerdos de la tarde anterior pasaron como flashes en su mente, el la había dejado con la chaqueta, ella la traía puesta. Sabía que lo que fuese que estaba sucediendo pasó después de que él se fue. Y no había estado allí… para ella. La ayudaría a superar lo que paso, pero esa también era una pregunta. ¿Qué paso? Y ¿Cuánto tiempo tardaría ella en decirle lo que en realidad paso? ¿Le diría la verdad? ¿Le diría quien fue? ¿Cuánto tiempo pasaría antes de que no pudiera controlarse y fuera por la persona que hizo eso?  Y abrió la boca pero las palabras murieron antes de salir de su boca ¿Qué era lo que se preguntaba en una situación como aquella? ¿Qué clase de situación era esa? ¿Y cómo podría él detener su dolor? ¿Ella quería su ayuda? Maldijo por lo bajo, las preguntas estaban mareándolo. Quizá debería preguntar lo más obvio.
—“Natalie” — medio susurró y ella se movió un poco y alzó la cara. Aún con el rímel corrido y el cabello mojado, los moretones –él se estremeció-, los hinchados labios y los hermosos ojos grises rojos de tanto llanto, él pensó que lucía más hermosa que cualquier otra mujer en el mundo, incluso aunque no había visto a todas las mujeres del mundo, eso le hizo sonreír y ella le dio una sonrisa triste y antes de que él pudiera decir algo más ella dijo:
—“James” — intentó que la voz no se le quebrara pero fallo —“¿Me harías un pequeño favor?” — le miro con los ojos tristes. No dudó ni un segundo.
—“Lo que sea” — dijo con voz suave mientras su mano subía y bajaba tranquilizadoramente por la espalda de ella —“Solo pídemelo”
—“Yo…”— la voz se le quebró —“Necesito que me lleves a un lugar”
—“No tengo un auto” — murmuro más para el que para ella.
—“Usemos el de mis padres” — dijo como si nada —“Solo necesito que estés conmigo” — se volteo a verlo de nuevo, sus ojos picaban con lágrimas y no sabía cuánto tiempo pasaría antes de que explotara de nuevo —“Por favor” — le suplico y en respuesta el beso su coronilla.
—“Bien” — dijo simplemente.
—“Bien” — respondió ella, él la acaricio una vez más en la espalda y beso su coronilla y su mejilla antes de decir:
—“Creo que debería dejarte… debes ducharte y ponerte algo limpio” — ella sonrió de lado y aunque no era una sonrisa completamente de ella, el sonrió de vuelta, esa media sonrisa había sido algo. Con cuidado de no hacerle daño se levanto con ella aún entre sus brazos y suspiro dramáticamente —“No creas que no me gusta esto, pero si no me sueltas nunca podremos salir” — medio sonrió y ella medio sonrió también. 
“Eso es un avance” — pensó él.
—“Lo siento” — dijo ella con las mejillas rosadas y muy despacio fue deslizando sus brazos fuera del cuerpo de James. Caminó hacia la ducha y abrió ambas llaves y antes de continuar se giro a James —“Y si tu no sales de aquí no podre ducharme” 
—“Lo siento” — ahora era él quien estaba sonrojado. Y con el rostro sonrosado la dejó sola, unos segundos después de cerrar la puerta el agua caía irregularmente. Ya estaba dentro. Se dio la vuelta y se dirigió a la sala de estar, tenía que darle su privacidad, unos pasos después ahí estaba, cerca de la puerta, cerca de la sala de estar. Un punto intermedio, la sangre se le congeló y la piel se le erizó, cerca de la puerta unas pequeñas gotas de sangre manchaban el azulejo y en la sala de estar había ropa, ropa de chica. Ropa destrozada de chica. La puerta del baño se abrió y la escucho subiendo las escaleras, otra puerta se cerró. Y volvió a concentrarse en la escena. Sangre y ropa. Se acerco a la ropa y se quedó quieto. Más sangre manchaba la alfombra que estaba cerca del sofá. Y de pronto todo paso como un rayo ante sus ojos y un pequeño y asqueroso rompecabezas se armó en su mente. Ella, sangre, los moretones, la ropa, su chaqueta rota, ella llorando, la sangre de nuevo, los moretones y rasguños en su cuerpo. Y así supo lo que había pasado. Lagrimas picaron en sus ojos. Pero aquello solo duro unos segundos, pronto su rostro se torció y sus puños se apretaron, la rabia en sus ojos era evidente.
—“Maldita sea” — maldijo por lo bajo. 
—“James” — susurro con miedo —“¿Qué sucede?” —después de haberse puesto unos cómodos jeans y una camiseta de cuello V manga larga había bajado y él no lo había notado. Así que lo había estado mirando y se había acercado a él silenciosamente; sin embargo el no la había visto hasta que hablo. James la miro y la furia desapareció de su rostro al mirarla.
—“Natalie” — susurró mientras le acariciaba la mejilla y ella se estremeció. Él lo recordó, no debía tocarla, ¿Qué pensaría ella ahora? Se alejó un poco y las ganas de preguntarle que había sucedo se esfumaron.  —“¿A dónde nos dirigimos?”
—“A la florería más cercana.”
El frunció un poco el ceño y se dirigió a la puerta, espero a que ella lo alcanzara, abrió la puerta, dejo que ella pasara primero y sin vergüenza alguna tomo las llaves de la pequeña mesa junto a la puerta, salió y cerro tras de sí esta misma. 
—“¿Donde está el auto de tus padres?” — pregunto despacio.
—“En el garaje” — suspiro pesadamente —“¿Sabes conducir?” — Pregunto solo para confirmar.
—“Si” — frunció un poco el ceño e hizo una mueca chistosa —“Curiosamente se conducir y tengo mi permiso pero, no tengo un auto”
—“Es que... no se conducir"— se ruborizo un poco.
—“Si que somos el paquete” — comenzó —“Tienes auto pero no sabes conducir y yo sé conducir pero no tengo auto”
—“Somos el paquete” — repitió ella. Había logrado sonreír por primera vez en el día y todo gracias a James, se apresuró a abrir la puerta del garaje antes de pensar en todo lo que tendría que agradecerle a James después. Y unos segundos después la puerta de metal comenzó a elevarse revelando en el interior una preciosa Jeep Patriot color rojo. Los ojos de James se iluminaron un poco.
—“¿Tienes una Jeep Patriot?” — pregunto incrédulo —“¿Y no la has usado nunca?” — Ella se encogió de hombros —“Asombroso” — suspiro sorprendido y se acerco sigilosamente a la camioneta paso su mano sobre el capo y volvió a sonreír —“Vaya que eres extraña” — no lo había dicho como un insulto, sin embargo eso la tomo algo desprevenida.
—“¿Qué?”
—“Nada” — dijo negando con la cabeza —“Lo mejor de esto es que yo conduciré esta belleza antes que tu” — sonrió socarronamente.
—“Eso es porque no se usarla” — se quejo ella mientras le mostraba su diminuta lengua—“Si supiera cómo usarla, esta nena no estaría justo aquí justo ahora” — el sonrió un poco y ella se rio. Unos segundos después un “bip” asustó a James y Natalie rio aún más. Un momento después ella estaba subiendo en el asiento de copiloto y otro momento después James estaba junto a ella en el asiento del piloto.


Las sonrisas aún no se borraban de sus rostros. Y no lo hicieron durante el camino a la florería, habían platicado un poco y habían hecho una que otra broma, y todo parecía completamente normal para ella, como si nada hubiese sucedido, como si no fuese aquel día. Como si fuese ayer…
Unos veinte minutos después James estaciono frente a una pequeña pero hermosa florería y la sonrisa de ella se fue. Si había sucedo las cosas. Si era ese día. Nunca más seria ayer… Con las lágrimas pinchando nuevamente en sus ojos comenzó a bajar de la camioneta pero una mano en su hombro la detuvo
—“No llores” — suplicó con los ojos cerrados —“Me mata” — susurró, y eso fue todo, no lo resistió más y volvió a llorar por ¿quinta? ¿Sexta? ¿Decima vez en el día? Y James la atrajo hacia sí. Sus brazos eran cálidos y reconfortantes y la sostenían justo de la manera en que ella lo necesitaba. Un beso en la coronilla la hizo volver a la realidad.
—“Alex” — susurró y ambos sonrieron un poco era la primera vez en el día que le llamaba así y se había sentido correcto… para ambos. —“Debo ir por las flores”
El la dejo ir despacio y ella comenzó salió de la camioneta al mismo tiempo que él y para cuando estaban en la puerta su corazón se aceleró un poco, las marcas de lo sucedido anoche estaban en todo su rostro, la mano de James se poso en su hombro.
—“Te vez bien” — dijo como si su cara no estuviese llena de moretones. —“Vamos” — le dio un pequeño empujón y ella empujó levemente la puerta del pequeño local. Ambos entraron y ella inmediatamente se dirigió al mostrador, el aroma de tantas flores la mareaba un poco. Tocó la pequeña campana sobre el mostrador y unos segundos después una ancianita apareció. 
—“Pequeña Natalia” — dijo con entusiasmo, y ella como siempre hizo una mueca porque no le gustaba como pronunciaba su nombre —“Se que así no es” — dijo adivinando sus pensamientos. Ella sonrió un poco.
—“Mags” — dijo con una media sonrisa y la anciana asintió y desapareci00F3 unos segundos después.
—“Me gusta cómo suena Natalia” — murmuró para sí mismo James pero ella lo escucho.
—“Pero es Natalie” — medio gruñó, medio se rio. James le dio una sonrisa nerviosa
—“Aquí están” — dijo la anciana —“Catorce ‘no me olvides’ en un pequeño ramo” — dijo con una sonrisa triste mientras colocaba el pequeño ramo sobre el mostrador—“Casi cuatro años. Como pasa el tiempo”
—“Casi cuatro” — murmuró con tristeza —“Pronto cumpliría catorce también”
—“Sabes que no es tu culpa” 
—“Sabe usted que si lo es”
—“Natalia” — regañó la anciana en un intento de aligerar el ambiente —“No tendremos esta discusión de nuevo” — suspiró cansada.
—“No” — afirmó mientras sacaba el dinero de su bolsillo y lo ponía en el mostrador —“Porque sabemos que tengo la culpa” — tomó el ramo entre sus manos, se volteó violentamente y camino rápido hacia la puerta. Se detuvo antes de salir —“Yo lo mate” — y salió con James pisándole los talones, su boca picaba, tenía tantas preguntas, pero el pensamiento de que aquello le causaba dolor a ella le causaba un pequeño dolor a él también ¿por qué?
—“¿A dónde nos dirigimos ahora? ¿A casa?” —  preguntó, medio esperando que dijera que no.
—“No, vamos a otro lugar.”
—“¿A dónde esta vez?”
—“Al cementerio” — murmuró en voz tan baja que él apenas pudo oírle. No volvió a preguntar de nuevo.
 
Quince minutos después James volvió a estacionarse, pero esta vez lo había hecho cerca de un cementerio. Ella bajo del auto con el ramo entre las manos y espero a que James encendiera la alarma y encontrara su camino junto a ella. Y así fue, unos minutos después están caminando entre varias tumbas, casi todas tenían sobre ellas unos ramos de flores marchitas y algunas incluso tenían basura alrededor, Natalie dio vuelta junto a una gran tumba y se detuvo frente a una muy pequeña comparada a esta, James camino siempre detrás de ella y ahora estaba parado detrás de ella. La tumba era pequeña y tenia flores alrededor de esta y curiosamente no estaban marchitas, al frente de esta había una pequeña lapida de color blanco y sombre esta una cruz de un blanco más resplandeciente. James leyó la lapida en silencio.

Jacob “Jake” E. Hiragizawa

1999 — 2009

Amado hijo y hermano.

Amante de los comics, de las flores y las largas caminatas con su hermana mayor.

Por siempre en nuestros corazones.


James se estremeció un poco y miró con tristeza la pequeña tumba del hermano de Natalie. Ahora entendía.  O quería hacerlo. Natalie estaba sufriendo mucho y aquello le destrozaba el alma. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por unos sollozos muy fuertes. Era ella.

Otra vez.
Y por quizá décima vez en el día el corazón de James dio un vuelco, odiaba verla llorar, odiaba ver como sus hombros subían y bajaban mientras el aire se iba de sus pulmones por tanto jadear, odiaba lo moradas que se ponían sus mejillas cuando lo hacía, odiaba como parecía que sus ojos y boca caían cuando lloraba, odiaba no poder hacer nada para que ella parara de sufrir.
—“Maldición” — murmuró ella —“Maldita sea” — siguió —“Joder” — dijo más fuerte en un jadeo, el aire en sus pulmones era bastante escaso en ese momento y la vista se le nublaba porque las lagrimas evitaban que viera con claridad. Siguió maldiciendo una y otra vez. Sus rodillas temblaban y las flores se resbalaban de sus sudorosas manos. —“Lo siento” — murmuró esta vez pero esta vez no lo soporto, sus piernas la traicionaron y en menos de un segundo estaba de rodillas con la cara empapada frente a la tumba de su hermano, con delicadeza colocó el ramo sobre esta e hizo lo que siempre hacia después de eso. Acarició la tumba de su hermano con suma delicadeza y miro la lapida por quizá millonésima vez desde que había sido puesta. Y se preparó para lo que venía —“Jake” — habló fuerte, siempre lo hacía —“Te amo” — susurró —“Y siempre lo haré” — susurro más bajito esta vez. Pero continuó con voz firme —“Las cosas no son las mismas desde que no estás, pero algunas cosas buenas ocurrieron” — hizo una pequeña pausa y subió el rostro en busca de James —“Mamá y Papá están fuera casi siempre, tienen ese gran caso y si ganan tendrán un montón de dinero. Pero creo que ya tenemos suficiente. Marie encontró un guapo muchacho, su nombre es Brandon y creo que él está por pedir su mano, ella está muy emocionada sobre eso. Es decir ¿Quién no lo estaría? Tu lo estas. Lo sé. Veamos… Los abuelos… ¿Qué te digo de ellos? Ya sabes, la compañía de aparatos y de comics va muy bien, aún me mandan alguno cada mes… ¡o es verdad! “— una sonrisa triste apareció en su rostro —“Fueron a ese crucero por el mundo, me mandan una o dos postales cada dos meses y vendrán para navidad a visitarte, Izamar tiene a ese nuevo novio suyo… Josh. Bueno creo que ya no son pareja, no estoy segura de eso, ella se muere por Harry, lo sé. Y creo que Harry está enamorado de ella, pero no puedes decírselo, es un secreto. Y conocí a este chico” — señaló con el pulgar a James —“Su nombre es Alex…es… genial” — se calló unos segundos y las lagrimas estaban estallaron otra vez —“Maldición” — murmuro —“Lo siento” — habló de nuevo, pero la voz le temblaba —“Lo siento Jake” — se limpió furiosamente las lagrimas y puso sus manos sobre el pasto y las apretó —“Es mi culpa Jake. Todo es mi culpa Jake. Lo siento y de verdad lo siento, se que siempre lo digo. Por mi vida, te juro que lo siento. Siento mucho lo que te hice…”— enterró las uñas en la yerba y arranco un poco de esta, continuo haciéndolo hasta que sus uñas sangraron —“Fui la peor hermana del mundo” — comenzó a golpear furiosamente el suelo —“Fue  mi culpa Jake y lo siento… yo te mate” — susurró y sus puños se detuvieron de un momento a otro. James estaba arrodillado junto a ella sosteniendo sus manos. El estaba a punto de llorar, sin esperar a que ella dijera nada la acerco a él y la abrazó con más fuerza que nunca. Y ella le devolvió el abrazo, porque lo necesitaba, porque necesitaba su calor, su fortaleza… porque estaba expresando mucho en ese abrazo. Y ella volvió a llorar —“Yo lo mate Alex” — susurró —“Yo lo hice, fui yo” — él abrió la boca pero ella hablo antes que él —“Si Alex, yo lo hice… “— y sin que se lo preguntara ella le confesó todo. —“Estábamos caminando a casa después de la escuela, había pasado a recogerlo como siempre y el estaba leyendo esa estúpida historieta que yo odiaba pero no recuerdo su nombre. Y mamá y papá no estaban en casa así que pensé que sería buena idea ir a comer a nuestro restaurante chino favorito, aunque a nuestros padres nunca les había agradado que fuéramos a ese restaurante, no se nos permitía hacer muchas cosas y Jake y yo realmente amábamos ese restaurante, pero mis padres creían que era muy peligroso, sin embargo aún así  lo hicimos, caminamos hasta el restaurante y antes de llegar la gente estaba muy alterada, todo el mundo estaba demasiado quieto, pero no le dimos importancia, así que entramos… pero el entro primero” — sollozó —“James el entro primero” — continuó —“Y había un maldito hombre con una pistola en las manos” — se rio sin humor —“Una maldita pistola… y el hijo de puta lo hizo. Le disparo a mi hermano menor y yo no hice nada por protegerlo, estaba congelada ahí, sin hacer nada. Congelada. Soy una mierda. Y después intente acercarme a él, pero el hombre se alteró tanto que me disparo en el brazo, me arrastre hasta Jake y lo abrace hasta que perdí el conocimiento. Y cuando desperté tenía el brazo vendado y mis padres estaban junto a mí llorando tan fuerte que creía que me quedaría sorda. Pregunte desesperadamente que sucedía, pero mamá lloraba tan fuerte que no me escuchaban, así que lo grite y mamá se calló y salió de la habitación dando un portazo. Papá se acerco a mí y me dijo que Jake había muerto, le dije que había sido mi culpa y que me perdonara, le suplique que me perdonara pero… él me dijo que no era mi culpa. Por un momento le creí, sin embargo las cosas nunca volvieron a ser las mismas. No pude hablar con ellos los primeros seis meses después de eso porque me había quedado sin voz. Después de esos seis meses mis padres comenzaron con sus negocios nuevamente y casi nunca estaban en casa. Cuando los veía no podía ni mirarlos a los ojos y nunca hablamos, excepto ese día, Papá me llama y dice lo mucho que me ama y que no es mi culpa, mamá no me habla nunca pero sé que está ahí con mi papá llorando… ¿no lo entiendes James? También los mate a ellos. Me odian. Por eso merezco todo esto, la mierda que tengo. Aún ni siquiera sé porque alguien con un corazón como el de Izamar está conmigo, no entiendo. Tampoco entiendo porque estoy aquí con alguien tan maravilloso como tú, no los merezco. Alguien que mató a su hermano no merece algo así. Merezco lo que Ronald hizo anoche. Es mi castigo.”
James se estremeció y la apretó aún más fuerte. Sollozó un poco y se alejo poco a poco, la tomo firmemente de los hombros y la miro a los ojos.
—“No” — dijo firmemente —“No eres una asesina, no mataste a tu hermano, no mereces lo que Ron hizo anoche, no mereces un castigo” — ella abrió la boca, pero él la corto —“Tu mereces más de lo que estas obteniendo ahora. Tu no mataste a tu hermano, solo querías darle una buena tarde, porque lo amabas lo suficiente como para desobedecer a tus padres y llevarlo a comer comida china. Tus padres no te odian Natalie… ellos están asustados. Asustados de perderte también a ti, asustados porque perdieron a un hijo y no pueden mirarte o hablarte porque saben que te sientes culpable, porque ellos se sienten culpables. Porque no estuvieron allí para él. Y para ti. Y ahora no están porque aún no pueden soportar el dolor… Pero dime ¿Quién soporta el dolor? ¿Quién es tan fuerte como para soportar la pérdida de un hijo? Nadie. El dolor no es en este momento algo que ellos ven como una opción. Ellos piensan que te han decepcionado, que te han perdido… e incluso me atrevo a pensar que ellos también sienten que te han decepcionado y ahora están tan rotos que no saben cómo arreglarte antes de arreglarse primero a ellos. Ellos te aman con todo su ser, porque son tus padres, porque están programados para eso y aún si no estuvieran programados para eso, te amarían… porque eres maravillosa y cálida y alegre y todo eso que te hace ser tu. Ellos no te odian” — suspiró —“Y tampoco te culpan… tienen miedo.”
—“Miedo” — probó la palabra —“¿Miedo de que?” — Susurró —“¿Miedo de que los mate también a ellos?” — murmuró entre dientes.
—“Miedo de perderte a ti también. Por eso te quitaron algunas restricciones, por eso te dejan hacer lo que quieras, porque creen que quizá tenían demasiadas restricciones con ustedes y provocó que… Jake… muriera. Sin embargo no fue culpa de tus padres, no fue tu culpa. Solo llegaron en el momento equivocado. Tú no lo mataste” — tomo sus mejillas entre sus manos —“¿Lo sabes?” — ella lo miró —“Tu. No. Lo. Mataste.” — Besó su frente —“Tu. No. Mereces. Nada. Malo.” — Beso su mejilla derecha —“No. Eres. Una. Asesina.” — Besó su mejilla izquierda —“Ellos. No. Te. Odian.” — Besó de nuevo su frente —“Lo amabas tanto que querías hacerlo feliz. Lo amas tanto que haces todo esto por él. Y él también te ama” — nuevamente no lo soporto y ella lo abrazo, rodeo su torso con sus manos y lo abrazo con fuerza, enterró su rostro en su pecho y sollozó, James se estremeció cuando sintió que ella besaba levemente su pecho sobre su camiseta. Ella lo abrazó –si era posible- más fuerte. —“Tu no lo mataste ¿Lo sabes?”

—“Ahora lo sé”

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