Capitulo 10.

"Citas"

—“Mierda”— murmuró por quinta vez. ¿Por qué había aceptado hacer eso? —“Por ella”— se repitió a sí mismo en un murmuro por sexta vez. Aquí estaba, el frente a la oficina del profesor Thompson a las cuatro y media un Lunes, con una extraña (y muy estúpida) excusa y estaba todo sudoroso y tembloroso y no quería mentir —“Por ella”— murmuró una séptima vez. Se acerco a la oficina del profesor Thompson y entro… solo esperaba que ella ya hubiese empezado con su parte.

—“Aquí vamos”— suspiró y ató su largo cabello castaño en una coleta alta. Entró a la biblioteca y comenzó a gritar —“¡SEÑORA DE LA BIBLIOTECA! NO ENCUENTRO ESTE LIBRO, VENGA.”— la señora gruñó y se levanto furiosa hacia donde Natalie se encontraba.

—“Cállate”— le escupió la palabra.

—“¿O si no?”— La reto ella y arqueo una ceja —“¿¡O SI NO QUE!?“— volvió a gritar, la bibliotecaria comenzó a acercarse peligrosamente. Natalie palideció un momento y volvió a hablar —“NO LE TENGO MIEDO”— gritó, la señora avanzó y Natalie decidió que esa era su señal giro torpemente sobre sus talones y comenzó a correr —“Mierda”— susurró para sí misma mientras miraba sobre su hombro para asegurarse de que ella la estaba siguiendo y vio una furiosa bibliotecaria estaba pisándole los talones, para tener su edad puede correr —“Nota mental: hacer más ejercicio”— se reprochó a sí misma. Siguió corriendo, pronto estaría ahí, solo esperaba que James estuviese haciendo su parte.

—“¿A dónde debo ir?”— pregunto el Señor Thompson. James suspiró.

—“Al gimnasio, venga conmigo, hay una situación”— mintió James.

—“Todo aquí tengo que resolverlo yo, ¿de qué sirve que tengamos un director si todo lo hago yo?”— refunfuñó. Caminaron directo al gimnasio, esperaba que todo estuviera marchando bien con Natalie.

El gimnasio estaba cerca, casi estaba por llegar, volteo de nuevo para ver a la bibliotecaria, corrió más rápido, por fin llego. Empujo la puerta y entro por completo, seguida de la bibliotecaria, el gimnasio estaba oscuro.

—“¿Dónde estás mocosa?”

—“Joven Bentley, no veo ninguna situación aquí, de hecho… no veo nada” — gruñó el señor Thompson. Ambos tomaron eso como una señal y salieron por donde entraron. Las dos personas adultas escucharon las puertas cerrarse y se acercaron a la puerta que se encontraba más cerca. —“Bentley”—gruñó amenazadoramente.

—“Mocosa”— gruñó por el otro lado la bibliotecaria —“¿John?”— preguntó con asombro.

—“¿Grace?”— preguntó también. Una luz los aturdió por un momento e iluminó el centro del gimnasio revelando una pequeña mesa con dos platos cubiertos con una especie tapa de aluminio, dos copas y un champagne Dom Perignon en una pequeña cubeta con hielos. Y una rosa azul adornaba el centro de la mesa —“¿Qué demonios?”— susurró él y hecho una mirada a Grace, quien de repente se sonrojo y recordó que tenía un aspecto terrible, intentó acomodarse el cabello con las manos y se aliso un poco la falda. —“Señora Miller”— dijo con cortesía.

—“John”— susurró avergonzada, debía estar sudorosa y toda roja por la carrera que había pegado, volteo a mirarlo y él se encogió un poco, ¿Qué demonios pasaba aquí?

—“Ese mocoso me encerró aquí.”

—“La mocosa me encerró aquí”— gruñó ella. Miro a su alrededor, todo a excepción de la pequeña mesa estaba oscuro —“¿Tú hiciste esto John?”

—“No, yo…he”— algún mocoso idiota había averiguado que la señora Miller le atraía y le estaba jugando una broma. Pero, aquí tenía a Grace frente a ella, con aparentemente una pequeña comida privada e iba a aprovechar la oportunidad. —“Si, yo…”— ¿se lo diría ahora? —“Acompáñeme a comer”— dijo sonriendo. Grace caminó hacia la mesa al mismo tiempo que John y en un gesto amable John arrimo la silla y le ofreció asiento, abrió el champagne y ellos los más jóvenes lo tomaron como una señal.

—“Eso es todo por ahora”— dijo con una sonrisa triunfante. —“Volveremos en un par de horas a abrir las puertas”— comenzaron a caminar.

—“Si, buen plan Natalie Marie”— dijo pasando su brazo por los hombros de ella. Una corriente les recorrió el cuerpo. Entraron a los prados.

—“Tengo una mente brillante”— presumió.

—“No tanto como la mía”— presumió él.

—“¿De quién fue el plan?”— él no respondió —“Oh si ¡mío!”— presumió de nuevo y James comenzó a hacerle cosquillas; de alguna extraña manera terminaron en el césped. Sus manos  vagaron por sus costillas… Y el dolor recorrió el cuerpo de Natalie con intensidad. Se quejó. —“James para”— intento hablar pero salió como un susurro.

—“No, no te burles de mi”— dijo el rubio riendo.

—“Alex…me duele”— James se detuvo bruscamente y palideció un poco…Natalie estaba sollozando.

—“¿Qué sucede?”— Preguntó alterado —“Natalie…”— la tomó por los hombros —“¿Qué te duele? Háblame por favor, lo siento”— dijo aún más alterado. Limpio las lagrimas de ella con sus pulgares —“No llores”— le susurro —“Soy un reverendo idiota”— murmuro. Natalie dejo de llorar.

—“No eres un idiota”— susurro —“No sabías que me dolía” — después se rio un poco —“¿Quién usa la palabra reverendo?

—“No… lo siento, ¿estás bien? ¿Qué te duele? ¿Qué pasó?”

—Sí, estoy bien ya. Gracias, mis costillas duelen.”— James recorrió sus costillas con las yemas de sus dedos. Natalie hizo una mueca.

—“¿Ah í?”— ella asintió, dolía, si, pero no demasiado cuando James lo hacía, dolía de una manera… diferente. James acarició el lado derecho ahora —“Lo siento”— ella negó con la cabeza y el continuo su recorrido, arriba y abajo y de nuevo el lado izquierdo, las manos del rubio iban de arriba hacia abajo, después con las dos manos, Natalie soltó un quejido —“Lo siento”— susurró de nuevo, pero a ella no le importaba las caricias eran diferentes y el dolor también, era como si el quisiese curar su dolor con sus caricias y de alguna manera para ella estaba funcionando, de alguna manera el que James acariciara sus costillas hacia que el dolor se fuese incluso aunque este estuviese ahí. Levantó la cabeza sin cesar sus caricias y la miró a los ojos, grises… atormentados, llenos de miedo, dolor y por ahí encontró un poco de soledad… ¿Por qué? —“¿Qué escondes tras esos hermosos ojos grises?”— pregunto sin esperar respuesta. Y las caricias cesaron, ambos cerraron los ojos y dieron un largo suspiro.

—“Dime que esconden los tuyos”— dijo ella sin pensar.

—“Eso no es algo para discutir hoy”— contesto con frialdad. El abrió los ojos primero, ella lo hizo después, se acerco peligrosamente a ella y por un momento creyó que él la iba a besar, por instinto cerró los ojos y se dejo llevar, esperó a recibir a James pero solo sintió un pequeño beso en la frente. Abrió los ojos y lo observo, el sonreía y se acerco de nuevo, esta vez Natalie no cerró los ojos, James deposito un pequeño beso en su frente —“Pero quizá te lo diga después”— susurró —“¿Cuándo podre saber qué es lo que te esta lastimando?”— Susurró con ternura, subió su mano y la puso sobre la mejilla de Natalie —“¿Cuándo me dejaras entrar en tu vida?”— volvió a susurrar, Natalie se estremeció y el acaricio su mejilla —“Pronto” — susurro más para el que para ella, volvió a besarla en la coronilla y se levanto, por primera vez en un rato abrió los ojos —“Ha pasado un rato, ¿crees que ya deberíamos sacarlos?”— ella se sentó.

—“No lo sé” — susurró intentando recuperarse de lo que acababa de pasar, todo era tan abrumador y nuevo para ella, las caricias, las palabras… esos besos. Sacudió su cabeza —“¿Cuánto tiempo ha pasado?”— James miro su reloj.

—“Aproximadamente cincuenta y tres minutos”

—“Quizá deberíamos solo abrir la puertas, sin decirles, el que la policía no esté justo ahora aquí es una buena señal”— bromeo.

—“Tampoco se oyen gritos así que eso es bueno.”

—“Quizá ella lo mato”— dijo con horror fingido.

—“O el la mato.”

—“No lo creo”— continuo con la broma —“Ella parece bastante ruda, y sabe correr”— recordó su pequeña carrera al gimnasio.

—“Ahora levántate debemos liberar a las bestias”— bromeó. Ella se levanto y una mueca de dolor se formo en su rostro, James cerró los ojos, no podía verla haciendo muecas de dolor. —“La próxima vez avísame que estas dolorida”— le dijo con seriedad. Hicieron su camino al gimnasio.

—“Si”— murmuró ella lo siguió.

—“Dime… por favor”—  comenzó el —“¿Qué te paso? Parece que te dolió bastante.”— Miro a Natalie por el rabillo del ojo, ella palideció. ¿Qué le iba a decir? No podía decirle la verdad, Ronald la golpearía incluso más fuerte… el pensamiento sobre Ron golpeándola la hizo estremecerse, James lo noto. —“¿Qué está mal?”

—“Nada”— dijo como si en realidad fuese nada —“Es solo que pienso que La señora Miller podría haber matado al señor Thompson”— intentó cambiar de tema y extrañamente funciono. Llegaron al gimnasio —“Como ya te dije ella parece ser bastante violenta”

—“Quizá solo se estén besuqueando”— afirmo el rubio.

—“¿Qué?”— estaba confundida, el señalo la puerta del gimnasio, el pequeño cristal dejaba ver un poco lo que sucedía adentro… y definitivamente aquellos dos se estaban besuqueando… James comenzó a abrir la puerta y el sonido sobresalto a los dos que estaban dentro, la señora Miller se alejo con un salto de él y se sonrojó hasta los pies, se arreglo la falda y el cabello con las manos y salió como un rayo de ahí, el señor Thompson se quedo quieto en su lugar, unos tres minutos pasaron y salió de ahí, pero antes de irse gruñó:

—“Castigo doble para ustedes dos, mañana, conmigo”— y seguido de esto se fue, James pudo ver una sonrisa bailando en los labios del señor Thompson. Si, su plan había funcionado.

—“Castigo”— repitió James. Natalie se encogió de hombros.

—“Si, parece que mañana estaremos encerrados dos horas.”

— “Castigo”— probo la palabra —“No puedo ser castigado”— dijo con preocupación —“Eso ira a mi expediente”— dijo con horror —“¡no!”— Gritó, empezó a caminar en círculos y Natalie comenzó a reírse —“¿Te parece gracioso?”— Dijo bruscamente, ella asintió —“Me dan mi primer castigo ¿y tu estas riendo?”— preguntó con enfado.

—“Vamos Alex”— comenzó ella —“No te enfades, es solo un castigo, no es como si no te fuesen a aceptar solo por un castigo, eso no tiene nada que ver. A Izamar también la han castigado y sigue teniendo a varias universidades tras ella”

—“¿De verdad?”— Dijo con esperanza, ella asintió —“Bien, estaba realmente asustado.”

—“No tienes que decírmelo.”

—“Lo sé”— admitió —“No sé cómo le diré a mi madre que tengo un castigo doble”

—“Mira… tengo una gran idea”— comenzó —“Puedes decirle…”— calló para agregarle un efecto dramático —“Mamá, me castigaron” — James se golpeo mentalmente.

—“Es en serio, Jamás he sido castigado”— refunfuñó.

—“Lo sé señor nunca me han castigado por que soy prácticamente perfecto nunca te han castigado”— ambos rieron.

—“Yo no dije que fuera perfecto”— suspiró —“En fin… creo que deberíamos volver a casa”

—“Si, Marie podría preocuparse”— dijo recordando la última vez que no había llegado a casa a comer, había hecho que la buscaran por todas partes y ella solo había ido a comer a casa de Iza, pero se había olvidado de avisarle a Marie. Y cuando llegó a casa la abrazo con demasiada fuerza y después le dio un pequeño sermón del porque debía avisarle si no iba a llegar a comer. Había sido casi divertido… Marie era mejor madre que su propia madre. Una mueca se formo en su rostro.

—“¿Quién es Marie?”— preguntó curioso.

—“Es el ama de llaves”— sonrió —“Es casi como mi madre”— dijo con una sonrisilla, James sonrió de vuelta aunque sabía que la sonrisa no era para él.

—“Mi madre me matara si no llego a tiempo para la cena”— dijo apurado —“Deberíamos irnos”— terminó tímidamente —“Es decir…”— tartamudeó —“Si tu quieres que te acompañe a casa”— ella asintió, el sonrió complacido…

Miércoles, por fin era miércoles. Había esperado este día con impaciencia toda la semana. Esta mañana había despertado de un humor increíble y se había puesto demasiado guapo (o un poco más de lo normal), unos jeans ajustados, pero no demasiado y una camisa blanca dejando sin abrochar los dos botones superiores dejando ver una parte de su pecho, por fin la vería otra vez y eso por alguna razón lo tenía feliz y por supuesto que el sabia cual era esa razón incluso había decidido ir en su Ferrari para no despeinarse y lucir bien ante ella… sonrió ante el recuerdo de su primer beso, había sido exquisito, sus labios suaves y dulces sobre los de él y la manera en la que ella le regreso el beso fue lo que más le agrado… frunció el ceño. ¿Por qué había cerrado los ojos? El no cerraba los ojos, no le gustaba hacer eso, eso hacia las cosas románticas y él no era romántico, definitivamente no era nada romántico… ella no cerró los ojos le susurro su subconsciente. ¿Por qué? Pero eso no importaba ahora, ella había respondido al beso… el que le haya respondido era una buena señal y aquello lo llevaba cerca de su objetivo. Bajó del Ferrari y se acercó a tocar la puerta unos segundos después una mujer mayor le abrió la puerta.

—“¿Qué se te ofrece?”— dijo con cansancio.

—“Yo…”— estaba nervioso ¿Quién era esta mujer? Y ¿Por qué lo hacía sentirse nervioso? —“Busco a Iza…mar”— dijo rápidamente.

—“¿Eres el chico estúpido?”— Harry no contesto ¿Chico estúpido?, sabía que no era el mejor estudiante pero tampoco se consideraba estúpido, sabia mantenerse en sus notas, no eran tan malas, pero tampoco excelentes, excepto claro en ciencias, ¿Por qué esta mujer lo llamaba estúpido? Que atrevida era, a todo esto ¿Quién era esa mujer?

—“Soy Harry Stevens, busco a Izamar.”— respondió, la mujer hizo una mueca y se hizo a un lado para dejar pasar al rizado, Harry dudo un poco pero entro. La mujer hecho una mirada a las escaleras, suspiró.

—“¡IZAMAR!” — un grito proveniente de arriba le contesto:

—“¿QUÉ QUIERES?”— ella sonaba enfadada.

—“EL CHICO ESTUPIDO ESTA AQUÍ”— dijo como si Harry no estuviese a menos de dos metros de ella.

—“¿QUIÉN?”— contestó confundida.

—“UN RIZADO”

—“Ya bajo”— dijo con voz más calmada.

—“Ahora viene”— le dio una sonrisa torcida a Harry. Unos segundos después ella bajo, Harry sonrió sin darse cuenta, se veía muy bonita con esos shorts y esa camiseta de tirantes y su cabello amarrado en un moño informal es lo que la hacía verse mejor, lucia despreocupada, a Harry le gusto eso. Ella le dedico una mirada fría.

—“Stevens”— saludó.

—“Iza”— respondió el.

—“Llámame Izamar, solo mis amigos me llaman Iza”

—“¿Y si mejor solo te llamo?”— bromeo él.

—“¿Y si mejor no?”— Contestó brusca —“Vamos”— indicó con la cabeza y comenzó a caminar. Harry la siguió y tomo asiento en una de las sillas de madera. —“Hoy comenzaremos con un tema nuevo” — Harry anotó eso —“No tienes que anotar eso”— gruño —“Bien, ahora es el turno de la Física”

—“Creía que me ayudabas con Ciencias, no creo haber llevado Física”— murmuró confundido.

—“No seas estúpido”— susurró ella —“La Física también es una ciencia.”

—“No lo sabía”— estaba avergonzado.

—“Lo sabrías si hubieses puesto atención a la primera clase que tuvimos, sabrías que este año nos van a dar tres ciencias distintas, Física, Biología celular y Geología, ya hemos pasado Física, pero claro que no lo recuerdas, creo que no has puesto atención en ninguna clase, ahora estamos pasando Biología celular”

—“¿Y por qué me has dado primero Biología?”

—“Por que pronto vienen los exámenes trimestrales y estos serán de Biología, preferí enseñarte eso primero para que pudieses pasar esos exámenes, unos días antes del examen haremos un repaso de eso. Ahora no quiero interrupciones a menos que tengas alguna duda”— suspiró cansadamente —“Ahora comenzaremos con La mecánica clásica…”

Dos horas después la mano de Harry dolía, había escrito cada palabra que ella le había dicho eh incluso había puesto algunas notas en su libreta por aquello que no entendió bien, ella era una excelente tutora, cada vez que Harry tenía alguna duda ella volvía a explicar pacientemente cada cosa, inclusive si esta era pequeña, sonrió, si que iba a pasar Ciencias.

—“Y eso es todo por hoy, ¿alguna duda Stevens?”

—“Si”— dijo confundido —“¿Por qué no sales conmigo?”— ella suspiró exasperada.

—“Otra vez no”— murmuró —“Por que no.”

—“Esa no es una razón… ¿Qué te parece este viernes?”

—“Tengo planes”— ella sonrió un poco, Harry frunció el ceño.

—“¿Planes?”— Preguntó sorprendido —“¿Cómo una cita?”— frunció aún más el ceño.

—“Eso no es de tu incumbencia Stevens”— Harry gruñó y después se forzó a sí mismo a darle una sonrisa.

—“Tienes razón” — dijo con sorna —“Nos vemos Iza”— Recogió sus cosas, se acerco a ella y su respiración se agito, como un reflejo abrió un poco los labios —“Tranquila cariño, esta vez no te voy a besar, no tienes de que temer”— beso su mejilla y salió como un rayo de allí.

Mierda, que demonios se suponía que le había sucedido hace un momento… ¿Quería que la besara?

—“No”— susurró con horror. Había sido un pequeño desliz, no dejaría que eso pasara de nuevo, Stevens era un idiota, no dejaría que se metiera en su mente y mucho menos en sus pantalones, el ronroneo de un auto la saco de sus pensamiento, Harry estaba yéndose. Se acerco a la ventana. —“El paquete completo” — sonrió.

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