2. Lo que tu quieras.
Dios, que dolor de cabeza. Abro los ojos despacio, tengo un mal sabor de boca, todavía lo odio. ¡Joder, que hijo de puta!. Extiendo mi mano hacia la parte derecha de la cama y encuentro el vacío, no estaba. ¿Por qué coño la tetona no ha llegado?. Me levanto de la cama y voy directo hacia la mesa del comedor, agarro mi teléfono y cuando estoy justo al llamarla escucho sus llaves en la puerta, su llavero con nuestra fotografía y esas dos pequeñas campanitas la delatan.
Me asomo un poco, se encuentra despaldas a mí y frente a ella le sonríen dos chicos hermosísimos. El de la derecha vestía unos jeans ajustados a su cuerpo y pude notar que llevaba un poco doblado el pantalón en la parte baja de las piernas, llevaba unas zapatillas de la marca Nike completamente blancas junto con un calcetín, rojo en el pie derecho y azul en el pie izquierdo, algo que me hizo sonreír un poco pero luego entendí cuando subí la vista hacia el pullover que llevaba, blanco, con la palabra Nike en azul y el símbolo en rojo.
El detalle de la cadena junto con sus llaves en el pantalón conjunto con el cinturón negro, me pareció súper sexi y juvenil, junto con su cabello rubio y esos ojos hermosos, adornados con un tono de azul intenso, y esa sonrisa suya. ¡Vaya por dios, que monada de niño!
Ainhoa platicaba con los dos, y ambos, no dejaban de atenderla. El otro chico era totalmente diferente. Traía el cabello completamente oscuro y despeinado, como suelo decir, “perfectamente alborotado”, que es algo así como, “se ha levantado de la cama y aun así se ve perfecto”(Yo, y mi extraña manera de hablar) Lleva una camisa negra con franjas blancas algo delgadas, por dentro de un pantalón negro semi holgado en las piernas y unas botas de cuero tipo combat en los pies. Se escuchaba desde aquí su voz, era grave y hermosa. Sí, provocaba. Provocaba que las bragas se cayeran al suelo quemadas del calor que producía(gracias a Dios que no llevo puestas) Con todo su cuerpo, con toda su….¡joder, con esa perforación adornada con ese aro negro en la esquina izquierda de su labio inferior encendía a cualquier persona!
Estoy asombrada. Exaltada. Anonadada. Mi mente pervertida no ha dejado de crear imágenes de estos dos cuerpos hermosos devorándose a mi querida Tetona y me lleno de alegría por ella(y borro la imagen que viene a mi cabeza de lo delicioso que me corrí ayer en nombre de ese alguien de quien no quiero ni recordar).
- ¿Alguna vez has follado con dos hombres?.- me pregunta con las mejillas enrojecidas de la vergüenza. La amo.
- ¡Joder, todavía no puedo creerlo!.- grité de emoción y nos abrazamos con alegría.
Corrimos hacia mi pequeña terraza para verles marchar. El chico rubio estaba muy bien ejercitado, al contrario del otro chico, que lucía un cuerpo delgado, no al punto de desnutrición, más bien perfecto. De estos que no necesitan gimnasio, de los que tienen en sus manos más fuerza que ninguno y que, vamos, de los que te follan con una maldita bestia.
Ambos sonreían al vernos, el chico bueno, el de los ojos color cielo, sacudía delicadamente su mano como gesto de despedida, algo que Ainhoa respondió de la misma manera; el chico malo, éste sonreía con malicia escondida mientras soltaba el humo del cigarrillo que traía sujetado con sus dedos.
¡Felicidades!.- volvimos a abrazarnos pero esta vez justo en el medio del salón.
He pasado toda la mañana escuchando la asombrosa anécdota, y creo que la palabra “ASOMBROSA” se queda pequeñita con lo que estoy escuchando. Mientrasella preparaba el desayuno la escuchaba con el trasero descansando justo en frente del horno, donde cocinaba algo rápido.
Luego de tomar un baño, Ainhoa me imita y aprovecho para pintar las uñas de mis pies. Mis recuerdos llegan a mi cabeza. Sí, los de aquella noche, mi primer trío. ¡Joder, que recuerdo! Era un sábado en la noche, por ese tiempo recién comenzaba con Dani, mi primera relación seria. Estuvo conmigo casi toda la universidad hasta el último año, ahí fue que me dejó, vamos que desapareció por completo, y no figuradamente, literal. Se había ido del país sin decirme nada, y no supe de él después de tres o cuatro años después. Me había dejado con demasiados problemas, el primero, la ilusión de casarme y de formar una familia, el segundo, y el más importante, estaba embarazada. Un hijo de puta, y de los grandes.
Con él comencé a experimentar millones de cosas, nos divertíamos mucho pero enamorada de verdad creo que nunca lo estuve. De eso me di cuenta cuando conocí a Fernando justo después de terminar la universidad y encontrar en él todo lo que faltaba en mi vida. Todo era muy diferente.
Esa noche había actividad en la fraternidad de Letras, pero estábamos cansados de ir y ver a las mismas personas, por lo que recuerdo que decidimos ir a una discoteca que Jaime me había recomendado, tampoco quería quedarme en la habitación. Toda la noche él se la pasó sentado junto a la barra, bebiendo cerveza y viéndome bailar, me encanta bailar, pero más bien lo hacía para vigilar que nadie se me acercara, no era para admirar como lo hacía. Él era posesivo conmigo, y algo extraño porque nunca los fue con sus ex –relaciones.
- ¿Te vas a quedar ahí observándome?.- me acerqué y le dije en el oído provocándolo un poco.
- Sí, no me apetece bailar hoy.- me dice y coloco los ojos en blanco, siempre era lo mismo y me estaba cansado un poco de eso.
Recuerdo haber pedido otro gin tonic, bebo un poco de mi bebida y observo detrás suyo, a una distancia regular donde mi vista me permitía observar con claridad que unos ojos hermosos estaban muy pendientes de mí. Un chico monísimo me observaba tímidamente detrás de sus lentes redondos y sus manos varoniles que abrazaban a su bebida sobre la barra.
Vamos, que me puso en ese momento follarme, no, follarme no, violarme. Sí, ese era el concepto correcto. Violarme, porque con los conocimientos que he adquirido en mi vida sobre el sexo y él que, llevaba un rostro de niño bueno, el término “Follarme” o “Follármelo”, no coincidían con lo que iba a suceder si nos dejaban solos. Se tenía que decir, y se dijo.
Se me ocurrió la brillante idea de hacer un trío, ya que en mi puta vida había hecho uno. El machismo de Dani jugó a mi favor, ya que nunca se negaba a nada de lo orgulloso que era, así que aceptó. Fue a planteárselo al chico mientras yo pedía nuestra cuenta, estaba segura que aquel chico no se iba negar a la propuesta, algo me lo decía, y me excitaba que mi cabeza estaba programando todo lo que quería hacer, con ambos dos. Me sorprendió igual que aceptara al instante, nunca imaginé que fuera tan fácil y como conozco a Dani, sé que fue al grano con la esperanza y la intensión de asustarlo para obtener un “no” como respuesta, y me fascinó que no fuese así.
Decidimos irnos a una habitación de hotel, el chico majo nos siguió en su coche y entramos juntos, los tres, al hotel. Estaba muy nerviosa, pero trataba de no demostrarlo. Fue un poco extraño pedir la habitación, la señora de mi lado me observó toda rara por la habitación de pareja que había pedido después de darse cuenta que éramos tres y no dos precisamente. Eso hizo que me sintiera un poco más nerviosa de lo normal, pero me dije “A la verga las inseguridades, yo quiero follarme a dos hombres” y eso me hizo llenarme de fuerzas, saber que era lo que yo quería y que al final estaba a punto de lograrlo.
Entramos a la habitación, serví un poco de whisky para los tres, Dani estaba muy incómodo, al parecer quería terminar con todo, al contrario del chico y yo, que estábamos muy nerviosos. Después de hablar un poco con aquella belleza decidí sentarlos, a ambos, en el borde de la cama. Comencé haciéndole sexo oral a Dani, para que relajara las tensiones y al chico nuevo, lo masturbaba despacio. Me sentía tan poderosa. Tan deseada.
No dejaba de observar a Dani directo a los ojos mientras me tragaba su miembro. Sus párpados comenzaron a pesarle y sus manos ya no podían controlarse agarrando con fuerza mi cabello, mientras marcaba un ritmo un poco desesperado, arriba y abajo. Dejé un beso en sus labios cuando me aparté de él, me acerqué a su oído y le besé el lóbulo de la oreja.
- ¿De quién eres?.- le pregunto y sé que le pone escuchar que soy su dueña.
- Soy tuyo.- me susurra jadeando y me excita aún más.
Voy directo al chico, humedezco su miembro con mis manos y aún de pie frente a él, lo que aprovechó perfectamente Dani para colocarse detrás de mí, separar mis nalgas y jugar con su lengua por toda esa zona. El chico nuevo respiraba aceleradamente y en dos ocasiones detuvo sus ganas de agarrarme del cabello, por lo que me detuve solo un momento levanté un poco la mirada hacia sus ojos agarré sus manos, una la coloqué en uno de mis pechos y la otra en mi cabello. Quería que se sintiera en confianza, que se relajara y que disfrutara, después de todo creo que me dio lástima violármelo. En el fondo no soy tan mala persona.
Dani comenzó a masturbarme con deseo. Los sonidos que provocaban sus dedos a toda velocidad entrando y saliendo de su vagina nos encendía, a mi y al desconocido que de tanto excitarlo me agarró del cabello y me guió directamente hacia sus labios para besarme con locura, y lo hacía perfectamente.
No olvido que después de eso el chico nuevo me susurró“fóllame”, justo cuando Dani me follaba, yo con las rodillas y las palmas de las manos sobre el colchón, con todo mi órgano reproductor hacia afuera de la cama donde Dani me penetraba, y el chico nuevo me follaba la boca con sus rodillas sobre el colchón. Me agarró del cabello, y me dejó en el oído cuatro palabras que despertaron esa parte de mí que pocas veces se despierta, “Quiero que me folles” me dijo. Sonreí, y me dejó sobre su pene, así que seguí con lo que hacía. Dani terminó un poco después, así que salió de mi interior como siempre lo hacía, sin avisar y arrojó un condón sobre el colchón.
- Ahí tienes.- dijo antes de salir de la habitación.
Su mal genio no hizo que nuestra química y nuestros deseos se apagaran. Pasé el seguro a la puerta de la habitación justo después de que Dani la cerrara. El chico nuevo se sentó en el medio de la cama, estiró los pies y me sonrió. No era ya ese niño indefenso que vi en el bar, habíamos creado un fuego juntos y así, lleno de fuego, estaba aún más hermoso.
Le coloqué el condón, despacio. Introduje su miembro poco a poco en mi vagina, moví mis caderas lentamente hasta quedar completamente llena por él. Sonreímos. Se pegó a mi cuerpo para besar mis labios y su delicadeza hizo que iniciara. Así fue, despacio al principio, luego intenso, aceleramos y después….no hubo después, porque el después fue tan delicioso que fue único. Le había hecho el amor por primera vez en mi vida a un hombre y por increíble que fuera, aquel chico no dejaba de sonreírme mientras observaba mi rostro, justo después de haber terminado, juntos, aquel orgasmo que nos destruyó a ambos.
- ¿Por qué ríes?.- le pregunté después de abrir de nuevo mis ojos al lograr recuperar el aire.
- Gracias.- le escucho decir y me quedo con un poco de duda en mi interior. Salgo con cuidado y comenzamos a vestirnos.
- No tienes porque agradecer nada, los tres hemos disfrutado. Además, yo debería agradecerte a ti por aceptar, fui yo la de la idea.- le sonreí.
Después de eso salimos de la habitación y Dani aún seguía en el baño, y se escuchaba su voz hablando con alguien más. El chico nuevo no quiso quedarse a merendar con nosotros, así que lo acompañé a la puerta. Nos quedamos por un momento en silencio, sin observarnos.
- Rubén. Mi nombre es Rubén.- me extiende la mano.
- Virginia.- le agradezco el saludo.- Rubén, no sé por qué siento que quieres decirme algo.
- Yo también siento lo mismo. ¿Qué me escondes, Virginia?
- Sí, si te escondo algo.
Nos reímos juntos por un momento. Creo que habíamos conectado más de que deberíamos, en ese momento.
Ha sido mi primer trío, y aunque pensé que sería totalmente desastroso. Ha sido todo lo contrario, pero no, eso no es todo lo que quería decirte.- veo que en su rostro se dibujó una sonrisa.- Quiero escuchar lo que querías decirme.
Dudó un poco. Lo pensó. Estaba nervioso. Noté en su mirada que temía a mi reacción y comenzaba a preocuparme eso.
- Estoy comenzando a…- quise decir pero habló.
- Soy virgen. Bueno, era virgen.- me quedé callada y asombrada.
- No puede ser cierto.- él solo reía por mi expresión, seguramente.- Disculpa mi reacción es que…aun no puedo creérmelo. Es que no me di cuenta.
- No te preocupes, y, ¿qué era lo que le faltaba a tu confesión?.
Sonreímos, y se me escapa una pequeña risita cuando me acerco a su oído para decirle en voz baja.
-Has sido el primer hombre a quien le hago el amor.
Él no se apartó mucho y colocando su mano en mi cuello, me acercó de nuevo y dejando sus labios justos delante de mi oído me susurró.
No quiero irme.
Nos observamos muy de cerca después de nuestras confesiones, el chico majo, Rubén, y yo. Estábamos justo por darnos un beso, pero me alejé. La cobardía de sentir algo confuso dentro de mí pudo un poco más y hoy me arrepiento.
Lo escuché decir adiós y la despedida me supo amarga, me sentía un poco vacía por no darme la oportunidad de disfrutar, por última vez, de esos labios a los que nunca más volvería a ver y de los sentimientos más intensos que nunca en la vida iba a volver a sentir.
- Rubén.- lo llamé y corrí un poco hacia él para besarle. Bueno, besarnos, porque lo hacía divino.- Hasta, algún día, Rubén.
- Hasta, algún día, Virginia.
Me dedicó por última vez, su sonrisa limpia y llena de alegría. Era algo intenso, nuevo y lleno de…sentimientos se podrían llamar. Era todo muy diferente, y único. Pero hay personas que llegan a tu vida solo para quererte o quererlas así, a ratos, a minutos, a momentos, para enseñarte que lo verdadero sí que existe y que la felicidad dura muy poco tiempo.
Después de eso no volví a saber del chico. Nunca nos volvimos a encontrar. Nunca nos volvimos a buscar. Supongo que la vida lo quiso así y no me arrepiento, aún lo recuerdo con claridad, y ver el recuerdo de su rostro me hace más feliz.
Vi…- escucho a mi amiga detrás de mí y me giro un poco.- Fernando te está llamando.
Me enseña el teléfono y veo su nombre en la pantalla.
Apaga el teléfono.- le ordeno y me voy, con los pies desnudos sobre el suelo, hacia la terraza con mi paquete de cigarrillos y mi mechero.
Me enciendo uno mientras me dejo llevar por la vista, pero no logro sacar de mi cabeza la pregunta: “¿Por qué coño me llama?”. No quiero hablar con él. No quiero verle….bueno, sí que quiero, pero me obligo a no hacerlo.
Observo hacia abajo, el conserje, el señor Antonio está barriendo las hojas que ha colado el viento desde el exterior junto con las que desprende las enredaderas que cubren todo el frente de los dos edificios. Pensándolo bien, me encanta lo oscuro y solitario que aparenta nuestra entrada, está todo tan…no sé explicarlo. Tan profundo, por así decirlo (no se me da muy bien describir exteriores). Está perfecto para filmar alguna peli romántica. Me río de mi misma, quién diría que Virginia hablara de amor, luego de todas las decepciones que éste les ha traído.
Vaya, ya casi lo había olvidado. ¿Y el chico? ¿Dónde vivirá? Repaso mentalmente cada uno de los pisos del edificio de enfrente. Primera planta: los árabes, es imposible que sea su familia, solo tienen treinta y algo de edad, con tres niños, que no pasan de los 13 años. Segunda planta: la señora Gloria, que puede existir una gran posibilidad de que sea su abuela o no sé, algún familiar. Tercera planta: vacío, los dueños están de viaje de negocios. ¿Y el ático? Pienso un poco, recuerdo que Fernando me había comentado que hace más de seis años se encuentra vacío. Vivía anteriormente un chico joven y después de casarse se mudó a otro sitio, por lo que el lugar sigue intacto.
Además, es imposible que no sepa quien vive allí, ambos edificios los gestiono yo siempre, y no me había llegado ningún pedido de compra. Y si viviera, hubiese visto las luces encendidas en la noche o estuvieran abiertas las puertas de la terraza junto con las ventanas, hace un día hermoso. Tan hermoso, que creo que me ha mejorado un poco el daño que ha causado en mi la maldita palabra “sentimientos”, pero del chico misterioso pues, nada.
Me quedo con la opción número dos, puede que estaba bajo la lluvia sufriendo por adelantado el infierno que es tener a esa señora de familia. No me culpen es verdaderamente insoportable. Lo siento, no juzgo a las personas por cómo piensan, pero convivir con una persona que detesta a la sociedad que femenina que lleven minifaldas, a los homosexuales y a las mujeres que fuman, debe ser un infierno. Vamos, que si me dieran a elegir entre, vivir con ella, o con los padres de Ainhoa, elijo la segunda opción. Aunque eso obligue a mi vagina ponerse en cuarentena de por vida. Es doloroso pensarlo, pero prefiero volverme adicta al porno y al los vibradores que a vivir encerrada y consumir día a día una sociedad machista, y lo peor, al lado de una mujer. Pobre chico, como debe estar sufriendo. Es que no puedo dejar de burlarme, internamente la persona malvada que llevo dentro disfruta de su sufrimiento.
Virginia..- le escucho decir a mi amiga que sin darme está justo a mi lado. La observo.-¿En qué estabas pensando que te da tanta alegría?.
Percibo que mis labios están demostrando una sonrisa y la borro al instante. No quiero que piense que me he vuelto más loca de lo que ya estoy. Observo mi cigarrillo, se había consumido casi completo entre mis dedos y no puedo evitar sonreír por lo que he estado pensando. Es que me da pena, mucha pena el chico.
- ¿Me vas a decir que es lo que te ha dado tanta gracia? Te estaba contando algo importante.- le escucho decir con un tono de enojo.
- Tranquila, todo irá bien.- arrojé son saber de lo que estaba hablando. Me levo el cigarro a la boca para terminar con su vida de una vez.
- Ese cabrón me tiene de los nervios. Todos los días me llama a su oficina y me irrita con sus comentarios fuera de lugar.- la escucho quejarse de su jefe.
Vaya he aceptado. Creo que porque es el único tema que la pone furiosa. Ese hijo de puta no la deja tranquila.
- Relájate.- me di la vuelta y apoyé mi espalda al barandal, quedando frente a mis ojos todo mi salón. Llevaba mis braguitas blancas y pulóver negro por encima. Me siento tan cómoda.- Respira profundo y déjate llevar. Estás de vacaciones y no debes de pensar en ese hijo de puta.
- Tienes razón.- acepta lo que le digo. Veo que también anda en bragas y que por encima lleva una blusa de tirantes muy ligera donde sus pezones se quedan marcados.
- Oye, y para la próxima nos vestimos más que andas por casa casi desnuda.- le dije pellizcando uno de sus pezones por encima de la ropa para luego entrar al salón, en cuestiones de segundos.
- La puta..- protesta y detiene la frase acariciando su pezón por encima de la ropa por lo fuerte que la he pellizcado.- Tu andas como quieres y yo no lo te nada.
- Es mi casa, fea.- me burlo de ella.
- ¿Te da envidia que ande enseñando mi cuerpo de modelo a tus vecinos?
- ¿Cuerpo de modelo? Pero sí te pareces a la vaca Lola de mi abuela?
- ¿Tu abuela tiene una vaca?.- me pregunta con una sonrisa.
- No, pero en el infierno de seguro que tiene a dos hombres jóvenes colgados de sus enormes tetas. Era muy calentorra la señora. Así quiero estar justo antes de morir.- me observa con una ceja levantada.- Lo dije para que sonara menos impactante.- sonreí con las manos puestas en mis caderas.
- ¿Por alguna casualidad me estás diciendo que parezco un animal de ganado?
Huída a la una…. A las dos…. Es como si sonara en mi oído la canción de los africanos del ataúd.
Voy a morir.
- Emmmm….creo que sí.- solté.
- Yo te mato.
Tres…..a correr.
Literal. Me fui a toda velocidad hacia mi habitación y con sus manos me empuja para encima de la cama y comienza a hacerme cosquillas. La muerdo en un muslo, lo que me da tiempo para distraerla un poco y devolverle las cosquillas. Se retuerce en la cama de alegría y aunque pide tiempo no se lo doy. Ella sabe la contraseña para que me detenga. No hay otra manera.
¡Koitieren!. ¡Joder, koitieren que me falta el aire!.- la escucho gritar entre risas y ambas nos dejamos caer sobre el colchón con las respiraciones agitadas.
Nos observamos. Reímos a carcajadas llenando toda la habitación. Somos dos tontas.
- ¿No estamos un poco mayorcitas para estar haciendo esto?.- me pregunta mirando el cielo de la habitación con una gran sonrisa.
- Creo que esto es lo que nos hace ser tan cercanas…- me observa con una ceja levantada como si no entendiera nada.- Esto Ainhoa, dejar salir nuestro lado infantil y olvidarnos un poco de lo agotador que es ser adulto.
Se queda en silencio, sabe que no miento. Dejar salir ese ser infantil que hemos enterrado hace ya algunos años es reconfortante. Aunque creo que no es nuestro pequeño interior, es nuestro retraso mental lo que sale cuando nos reunimos todos los años. Así somos.
La mañana transcurrió rápido. En menos de lo que pudimos darnos cuenta estábamos bajándonos de taxi justo en el aeropuerto. Ainhoa vestía un pequeño y ligero vestido de flores en un tono azul oscuro, en el cabello llevaba una diadema de flores, hermosa con su cabello tan natural y en los pies, llevaba unas botas negras hasta el tobillo de punta fina y tacón cuadrad, justo igual que las mías. Yo las combiné con unos jeans negros, de tiro alto hasta el ombligo y justo arriba una camisa completamente blanca, anudada en el frente y con las mangas un poco remangadas hacia arriba. Mi cabello esta vez lo sujetaba justo detrás de nuca con una pequeña bandita negra.
Solo esperamos unos pocos minutos, exactamente lo que tardo en fumarme un cigarro cuando estoy ansiosa, y lo estaba. Me distraje un poco en observarlo todo, pero ahí estaba, el aviso de Ainhoa ya era costumbre.
¡Ya la vi!¡Ahí está!.- le escucho decir y quedándome en el lugar levanto la mirada luego de terminar con el cigarrillo acompañando a mi rostro con una sonrisa.
Ainhoa la abraza con fuerza y ella se deja abrazar. Solo están a cuatros metros de mi y aún así la sentía lejos. La extrañaba tanto.
- ¿No me vas a abrazar?.- me pregunta con una sonrisa y abriendo sus manos.
No puedo soportarlo más. La hago mía y sus brazos tatuados me envuelven. Joder, que hermosos y tan necesarios son los abrazos de aeropuertos.
- ¡Joder, tía que me arruinas las tetas!.- me dice y nos separamos.- ¿A qué son hermosas?
Agarra mis dos manos y las coloca justo encima de su enorme pulóver con las dos manos de calaveras. Las aprieto un poco.
Joder, que bien quedaron.- le digo con una sonrisa y Ainhoa nos interrumpe para advertirnos que nos están observando.- ¡Joder, que se ha operado las tetas! ¡Las tiene hermosas! Ven agarra.
Obligo a Ainhoa a tocarlas y hasta ella se asombró. Explotamos de la risa con su expresión. Ella es demasiado expresiva. Eva, así era. No dejaba de ser la explosiva de las tres, era lo que nos faltaba. Es hermosa, así con su pierna derecha y ambos brazos completamente tatuados de colores vivos dentro de dibujos hermosos y únicos. No dejaba de ser un partidazo por su cabello negro y esas dos mechas justo enfrente de color verde que se había hecho. Con sus bromas guarras y su extraña forma de ser, así, con todo la queríamos. Vestía un enorme pulóver negro como vestido junto con unas botas hasta un poco encima de la rodilla de color blanco, a juego con su mochila de cuadros negros y blancos, y además sus dos maletas negras y verdes repletas de stikers. Su rostro era bello, llevaba unos ojos verdes encantadores y una perforación en su nariz, como si fuese un animal de ganado, pero a ella le quedaba súper sexi.
Hey, tetona. Tenemos que hablar.- llama a Ainhoa que está llamando a un taxi desde su teléfono. Se nos acerca y Eva me guiña un ojo, sé lo que va a decir y me río cómplice.
- ¿Cómo se siente que te den duro por culo,nena?
Ainhoa se queda por un momento en blanco, sin saber de lo que está hablando y sin poder retenerlo más, Eva y yo explotamos de la risa. Ainhoa protesta por haber arruinado la sorpresa y mientras ellas se ponen al corriente del tema agarro una llamada de un número desconocido.
- Diga..- hablo primero mientras me alejo unos cinco pasos.
- No cuelgues, por favor.- le escucho decir y la sonrisa se borra de mis labios completamente.
- ¿Qué quieres Fernando?
- Quiero que me escuches, después, si deseas, no hablamos nunca más, pero escúchame por última vez.
- No es el mejor momento.- digo volteándome para que las chicas no me vean. Masajeo mi frente con mis dedos.- Estoy….
- Lo sé.- le escucho decir y no quiero buscarle porque sé que lo encontraré.
- Habla, no tengo mucho tiempo.
- Le había pedido el divorcio y por eso te llamé esa noche. Después de que te fueras, iba a tomar un taxi para llegar antes a casa con mi equipaje y así celebrarlo juntos, pero ya sabes lo que sucedió.- mis ojos se destruyeron. Las lágrimas comenzaron a caer desoladas. No podía creerlo.- Lo siento.
- ¿Por qué no me seguiste? ¿Por qué no la dejaste y fuiste conmigo?
- Comenzamos a discutir y… Soy un cobarde.
- No llames de nuevo, por favor.
- ¿Es lo que quieres? ¿Quieres dejar de verme?.- lo pensé y me seque las lágrimas.
- Todavía dueles, y eso me hace dudar.
Terminé la llamada y desde ese instante el tiempo fue en cámara lenta. El taxi pasó justo por delante del suyo, pero no lo observé. No quería herirme aún más. Seguía el tiempo corriendo mientras el camino a casa se mantenía silencioso para mí. En el taxi estábamos las tres y estás dos no paraban de hablar mientras yo solo vivía dentro de los recuerdos, donde el dolor seguía latiendo. Quería quedarse para siempre. Íbamos a comenzar de nuevo, pero, todo se fue a la mierda.
Se detuvo por fin, justo en nuestro destino. Mis zapatos tocaron el suelo de primera y el señor Pepe nos ayudó con el equipaje. Mi teléfono comenzó a gritar y vi como la palabra que más odiaba en este momento reluce en la pantalla, lo que determino no responder y enviarlo a buzón.
- ¡No me había dado cuenta!.- grita la tatuada con emoción observando nuestros pies.- ¡Se han estrenado las botas que les regalé por 14 de febrero! ¡Me he enamorado!.
Nos abraza con emoción y nos deja un beso en cada una de nuestras narices. Sonreímos las tres cuando nos recuerda que si no fuéramos amigas, haríamos un buen trío.
- Si lo vuelves a decir, Ainhoa va a terminar cediendo.- me burlo un poco.
- Desde que la desfloraron por detrás me imagino que está más liberal, tengo que aprovechar y meter presión. Quien sabe y un día de estos se deje.- me sigue la corriente Eva.
- Pues, chicas, lamento decirles, que si hacemos un trío corren el riesgo de enmararse.- Eva y yo nos sorprendimos un poco por lo que ha dicho.
- ¿Por qué dices eso?.- pregunta Eva siguiendo con el juego.
- He visto mucho porno gay. Por su bien, no me tienten. He tomado nota, así que ese placer de violarme, que tienen ambas, no les va a funcionar.
Nos quedamos ambas con la boca abierta, mientras que ella hace con una de sus manos como si nos estuviera disparando y luego sopla, como en las películas.
- Se los dejo de tarea.- termina diciendo y nos da la espalda caminando hacia el edificio.
Eva me observa y explotamos de la risa. La hemos pervertido por completo. Ya es otro caso perdido.
¡Guarrilla tetona! ¡Espera, creo que tenemos que planear el plan de cómo abusar sexualmente de Virginia!.- le grita mientras se acerca a ella.
Sonrío por lo traidora que es y por las guarrerías que se nos ocurren. Pago el taxi y mientras estoy regresando al edificio mi teléfono me avisa de que me ha llegado un mensaje.
Fernando: “Que difícil es ver cómo te me escapas de las manos”
Respiro profundo. Una y otra vez. Una y mil veces más para darme fuerzas.
Ya ha pasado dos horas que Eva está en casa. Ainhoa a salido a pedir sus vacaciones y yo, regreso al salón desde mi habitación. Tengo los ojos hinchados, no puedo evitar sentirme una completa idiota. Joder, que se quedó de nuevo con ella.
Cierro mi portátil sin poder concentrarme, percatándome de que Eva está dormida sobre el sofá y me acerco para apagar el televisor. Me siento en el asiento de al lado, donde justo detrás entra el aire de la terraza. Observo su rostro, es tan dulce. Esconde tanto por dentro. Detrás de ese rostro hermoso. Detrás de esos tatuajes que la hacen parecer más ruda. Detrás de toda esa coraza, hay una niña pequeña. Una que nunca tuvo familia, ni perfecta como la de Ainhoa o imperfecta como la mía, donde todas las noches viejas se juntaban para aparentar que todo estaba bien. Ella no tuvo nada.
Mi teléfono comienza a vibrar encima de la mesita que tengo justo delante de mis pies y me estiro un poco para agarrarlo. Un número desconocido de nuevo y aunque no desee tomar la llamada sé que puede estar llamando por alguna cosa del trabajo, además, no puedo negarlo, quiero escucharle. Así somos las personas de masoquistas.
No digo nada, sé que es él. Solo escucho su respiración juntándose con la mía.
- Lo siento…- le escucho decir y mis ojos se cristalizan. Pestañeo muy rápido para que no salga ninguna lágrima todavía.
- Dejemos las cosas como están, por favor.
- Joder, que siempre hecho todo a perder.
¿Por qué cojones no me salen bien las cosas contigo?
- Tal vez sea porque no estamos destinados a seguir juntos.- le digo con el alma destrozada.
Me levanto, colocando el portátil encima de donde estoy sentada y me marcho a la terraza. Se quedó en silencio, sé que le ha dolido como a mí, tal vez darse cuenta de lo que más temíamos. Y creo que tengo razón.
No dice nada. Yo tampoco.
- ¿Y cómo estás pasando el día?.- escucho que desvía la pregunta, es así siempre que le duele algo que le digo y que si seguimos con el tema terminará destruido.
- ¿Piensas que no estamos destinados?.- tengo que saber lo que piensa.
- Solo pienso que estamos pasando por una prueba, que debemos superar.
- ¿Una prueba?.- río indignada masajeándome, con mis dedos, la frente pidiéndole a dios que me de paciencia, pero lastimosamente eso no sucede nunca.- Joder, que el único que está pasando por una prueba eres tú. Que estás arruinando tu vida porque ella te tiene cogido de los huevos y hace de ti lo que le plazca.- mi respiración se acelera. Me estoy poniendo muy alterada y mis lágrimas comienzan a salir.- Estoy cansada. Agotada estoy ya de ser tu muñequita….
- No eres…- me interrumpe y exploto.
- ¡Cállate! ¡Que estoy harta de ser manipulada por ti y que me llenes la cabeza con momentos que nunca se van a dar! ¡Yo te amo, joder!.- me percato que mi tono de voz se ha descontrolado ya que escucho que Eva me llama y aseguro que la he despertado con mis gritos. Me limpio las lágrimas al instante.- Te amo tanto, que me odio con la misma intensidad.
- Yo…- quiso decir pero no supo qué soltar.- Yo también te amo.
- Pero, de que sirve eso. De que valieron esos dos años. Los viajes. Vivir juntos. De que valió presentarte a mis padres y a mis amigos. ¿De qué sirvió?.- las lágrimas salieron de nuevo.- De nada, porque aún sigues ahí, encerrado detrás de sus engaños y sus amenazas.- escuché que Eva volvió a llamarme y me puse aún más nerviosa.- Creo que necesitas un tiempo para darte cuenta lo que verdaderamente deseas, porque ya me estoy quedando sin fuerzas.
No escuché nada de él, y es lo mejor. Respiré profundo, giré mi cabeza y vi como Eva me observaba sentada desde el sofá sin decir, ni expresar nada. Estaba en blanco. Yo, destruida.
- Tengo que colgar.
Esperé un poco para escuchar su respuesta, pero no me dio ninguna. Termino la llamada con el corazón destruido y dejo caer mi cuerpo, apoyado en el marco de la puerta de la terraza sin dejar de observar a Eva. No dice nada, solo me analiza y espera a que mi valentía regrese, o que la tristeza me domine tanto como para que vaya hacia ella y me deje arropar con sus manitas mientras lloro. Ella solo espera por mí, me da mi espacio para pensar un poco.
Me miro las manos y mis lágrimas comienzan a salir, estoy destruida. Me duele saber que este es nuestro segundo final. La puerta se abrió, Ainhoa entró con una sonrisa y enseguida me di la vuelta para borrar las lágrimas de mis mejillas mientras la escuchaba decir:
Miren a quien me he encontrado abajo.- me giro y observo como Eva saltó a sus brazos emocionada y éste la abrazó.
Era el único que faltaba, y ya lo estaba extrañando. Es uno de los pilares más fundamentales de mi vida. Ellos tres lo son.
Lo observo, lleva un pulóver blanco medito por dentro de unos pantalones de tela en un tono gris que le que queda, ufff, espectacular. Lleva un abrigo colgado en su antebrazo derecho mientras que su otra mano sostiene una pequeña maleta de viaje de cuero. En sus pies lleva zapatos clásicos de vestir, también en negro. ¡Oh, dios, siempre está perfecto!. Es el príncipe que toda chica desea. Lleva las cejas un poco gruesas. Los labios en el tamaño correcto (adaptables para todas las vaginas). El cabello lo tiene un poco más largo de lo normal arriba y casi nada a los costados de la cabeza. Joder, que si no fuera mi amigo, de seguro que fuera mi follamigo fijo. De esos con quien follas la mayor parte de la semana (de domingo a domingo) y te mantienes diciéndoles a los demás que es tu amigo, sólo, porque no quieres enamorarte, pero la cruda realidad es que ambos están hasta las carnes. Así es la vida de injusta. Regresando al tema, así está de bueno, y por lo que he podido notar se ha estado ejercitando.
La tristeza se desvanece un poco cuando lo veo reír junto con las chicas. Tenerlos todos juntos me tan bien en este momento tan complicado de la vida. Mi teléfono suena y al observarlo leo el mensaje que me ha llegado.
Fernando: “Recuerda, no puedo vivir sin ti.”3:30 pm.
Jaime me observa, no sé qué decirle. Se dará cuenta muy rápido de lo que me sucede, lo sé. Tiene ese don. El don de conocerme a la perfección, como yo a él. Camina hasta justo el centro del salón, abriendo los brazos me observa con una sonrisa.
-Ya estoy de vuelta.- le escucho decir.
Me acerco a su cuerpo y le abrazo. Con sus brazos me pega fuerte a su cuerpo, y yo hago lo mismo.
- Llegué en buen momento.- escucho que me dice en el oído.
- En el momento perfecto. Te necesitaba aquí conmigo.- me aprieta fuerte, sabe que estoy a punto de llorar de nuevo.
- Shhh, ya estoy aquí.- respiro profundo para no llorar y sonrío un poco.- Soy todo tuyo, nena. Sé que mueres por follarme.
Ambos nos partimos de la risa por lo que me ha dicho en el oído. Siempre me saca una sonrisa, y lo sabe. También cuenta con ese don, el hijo de puta. Lo amo. Los amo a los tres.
Entre conversaciones y sonrisas hemos pasado lo que queda del día. Jaime nos ha traído la sorpresa más grande de todas, le ha conseguido trabajo de secretaria personal en una empresa muy importante del país a Ainhoa. Hemos abierto la botella de champán que había comprado hacía ya tres años atrás para celebrar juntos un día especial, y esto, lo amerita. Ainhoa se puso manos a la obra en la cocina, mientras Eva se encargaba de la música, Jaime hablaba por el teléfono y yo, mientras, me fumaba un cigarrillo en mi terraza.
¿Qué me pasa? ¿Lo extraño? No, nos extraño, a ambos. A lo que fuimos juntos, y esa pequeña porción de lo que pudimos ser. ¡Joder, que rara estoy!.
- Permiso..- mi querido mejor amigo hombre se coloca a mi lado y me agarra la mano para llevarse el cigarrillo a sus labios, para así robarle un suspiro.- ¿Puedes decirle a tus preocupaciones que se marchen de una vez?
Le sonrío. Nos miramos. Es tan hermoso. ¡Joder, creo que llevo mucho tiempo sin follar de verdad! Desvío la mirada y me llevo el cigarro a los labios. ¡Por dios, que desorden tengo en mi vida!
- Sabes..- le observo, pero su mirada está perdida hacia el frente.- he conocido a alguien.
Nos observamos, solo un poco. No me deja casi nunca mirarle a los ojos, sabe que me puedo dar cuenta de lo que siente, lo que piensa y como está en cuestiones de segundos, así que rapta de mis manos el cigarro y se hace dueño de su ser.
- ¿Por qué haces parecer que no es bueno haberla conocido?
- Es algo complicado.- le escucho decir.
- ¿Puedes explicarte?
- Ambos tenemos cosas que debemos resolver.- me observa y estoy un poco confundida. Jaime nunca me oculta nada, no entiendo que cuales son esas cosas que tiene que resolver. Debería saberlas. Nos lo contamos todo.
- ¿Y qué cosas tienes que resolver?
- Sabía que preguntarías..- sonríe un poco triste, termina con el cigarro y lo arroja hacia abajo. Lo observo un poco molesta con lo que ha hecho, sabe que no me gusta que arroje cosas hacia abajo.
Nos tomamos un tiempo. Yo para esperar, él para pensar. Me observa, lleva los ojos con dudas. Teme decirlo. Siento que tiene miedo de algo y está tratando de ser valiente.
- Hay una persona que no puedo sacar de aquí..- me dice y se señala el pecho, justo el lado izquierdo.- Es tan intenso todo con ella. Cuando no hablamos mi vida es perfecta, podría decir que no pienso en ella, pero cuando escucho su voz, el mundo se voltea por completo.
Trago saliva. Me siento un poco incómoda con su declaración, y la verdad es que no sé por qué. No quiero pensar que esa chica puedo ser yo. Respiro profundo desviando un poco la mirada de sus intensos ojos que no dejan de observarme.
- ¿Y la chica lo sabe?.- le pregunto un poco confundida.
Le escucho reír. Me dedico a contemplarlo. Su risa es triste, lo es. Tiene la mirada un poco perdida en la nada. Se enciende un cigarrillo y suelta la primera bocanada de humo.
- No tiene sentido que lo sepa.- me observa fijamente, otra vez.
- Pienso que deberías decirle.- me observa asombrado.- Solo te digo que es mejor aclarar los sentimientos.- sigue sin entender nada de lo que hablo.- Jaime, estás sintiendo cosas nuevas por la aquella chica, pero lo que ya sientes te impide verlo. Aclara tu mente. Confiésate. Bésala. Abrázala. Después de eso sabrás con quién quieres estar.
- ¿Estás segura?.- me pregunta.
No deja observarme. Siento algo extraño en el estómago. Me siento nerviosa. ¿Qué me sucede?
- ¿De qué hablan?.- dice Eva abrazándome por la espalda. La muy pendeja me ha dado un susto enorme.
- Le estaba diciendo a Virginia, lo bien que te quedan las tetas nuevas.- dice Jaime y me guiña un ojo.
¿Por qué miente? Comenzaron a bromear entre ellos, pero yo, la verdad, es que no podía sacarme de la cabeza millones de suposiciones, y eso se sentía incómodo. Decidí dejarlos solos. Fui al baño, me observé en el espejo y recodé aquella vez cuando Jaime se drogó por primera vez en la Universidad, decía cosas raras y al final terminó besándome. Me quedé tan sorprendida que no sabía qué hacer. Pero, no…no puedo ser yo. Empapo mi rostro con agua, para luego secarlo. Tengo que dejar de pensar esas cosas.
Salgo del baño, voy directo a la cocina donde Ainhoa protesta un poco por mi presencia. Es un poco exigente cuando cocina. Me sirvo un trago un poco largo de whiskey y lo vacío en mi boca de un solo golpe, con esfuerzo trago todo y siento como mi garganta arde. ¡Joder, de alguna manera tengo que borrar todas esas idioteces de mi cabeza!
- ¡Hey, para afuera!.- escucho a Ainhoa protestar un poco.
Cojo de la nevera una cerveza y salgo al salón, donde están Eva buscando algo en su teléfono justo enfrente del televisor y Jaime estaba en la terraza hablando por su teléfono, mientras me observa y sonríe un poco con malicia. ¡Joder, que nos pasa! Lleva en sus manos una copa de vino rosado que ha traído de Alemania. Desvío un poco la mirada mientras bebo un gran trago del contenido de mi bebida. Puedo observar que termina la llamada y deja su cuerpo arrecostado en el marco de la puerta de la terraza.
Eva deja la música y se marcha hacia la cocina, comienza a sonar la canción I Love You de Billie Eilish. Esa canción nos llega a ambos, tenemos el mismo gusto musical por lo que nos observamos. Su rostro se quedó sin expresión, al igual que el mío. No tenía ni puta idea de lo que le estaba sucediendo. No sé qué le pasa. No sé qué siente. Ambos desviamos la mirada, un calor sube por mi cuerpo y me enciendo un cigarrillo. Creo que el alcohol me está subiendo. ¿Cómo me puede pasar por la cabeza que mi mejor amigo siente algo más por mí? Definitivamente, tengo que follar. La falta de sexo te nubla los sentidos.
La casa se inunda por la voz de Ricardo Arjona en la canción Ella y me río al instante, es la canción perfecta. Es nuestra canción perfecta. Nos encanta. Eva solo me observa, cuando comienza la guitarra y me río. La tatuada hace como si tocara la guitarra y canta en voz alta. Me rehúso un poco a cantar pero es que Ainhoa ha salido con una escoba para Eva y un cucharon para mí. Me dejo llevar, en cuestiones de segundos la acompañé a nuestro concierto privado mientras se la cantábamos a Jaime. Es que, esa es nuestra canción, nunca dejamos de cantarlas cuando la escuchamos.
Eva colocó a Jaime en el centro de las dos, se colocó detrás de él y yo delante, mientras acompañábamos a nuestro ídolo. En el minuto 2:05 nos callamos y Jaime se quedó sólo cantando, “…y recordar que la vida, es sólo una no hay dos…al cuerpo lo que le pida y al qué dirán un adiós..” . Gritábamos como nunca. Los cuatro, sin detenernos. Jaime me abrazó fuerte. Eva lo abrazó por la espalda. Ainhoa nos abrazó a los tres bien fuerte. ¡Joder, es el abrazo más hermoso que me han dado!
A las once y media de la noche nos bajábamos de un auto negro hermoso que Jaime llamó para recogernos. Ainhoa me ofreció fuego mientras esperábamos en la puerta, la observé bien, estaba hermosa. Llevaba un vestido color durazno en un tono mate hermoso, la tela es algo delgadita y marca muy bien sus curvas. No tiene mangas, lleva un cinturón Louis Vuitton marcando su cintura. Sus zapatos de tacón junto a su bolso también son de la misma marca, y terminando con su vestuario, lleva sobre los hombros un cárdigan blanco largo junto a su cabello recogido en una coleta baja.
- You are beautiful, bitch.- le digo cuando enciendo mi cigarrillo.
Me deja un beso en la mejilla y entramos. Los dos grandulón de la entrada nos abrieron las puertas y caminábamos por un pasillo con luces rojas, donde colgaban en las paredes fotografías de desnudos donde los rostros de las personas no se mostraban. Eva me agarró la mano fuerte, y Ainhoa se la tenía agarrada a ella, esto es recorrido de casería. ¡Por dios, son mis perras!
Mientras observábamos a todos y nos dejábamos observar, pude notar que Eva vestía con un pantalón a cuadros grises y negros, alto hasta la cintura junto con un crop top con mangas cortas. El cabello totalmente liso, unas botas tipo combat de cuero y brillantinas. ¡Joder, está a otro nivel!
El sonido llegó a mis oídos por un momento. La melodía me es conocida y enseguida reconozco a Jacquees en la canción You, la disfruto, me acerco a la barra y le pido al chico mono vestido de traje balanco y negro que me traiga cuatro shots Blue Kamikaz y una botella de Vermouth Dubonnet, y me sorprendí a mi misma por mi perfecto francés. Después de los shosts de bienvenida nos bebimos la botella de Vermouth platicando en la barra y bailando un poco.
Ya han pasado dos horas y aún sigo aquí, observando mi primer mojito justo a la mitad. ¿Por qué estoy así? ¿Por qué me sigue afectado él, si lo conozco perfectamente? ¿Por qué no puedo olvidarle?
-¿Puedes dejar de pensar por unos minutos?.- escucho a mi querido amigo y justo cuando voy a tomar mi bebida, la arrebata de mis dedos y le pide al chico mono que le traiga un Mai Tai y un White Russian.
Lo observo y está hermoso, que lástima de que fuese mi mejor amigo y al único hombre a cual no odio. Me sonríe.
- ¿Estás pensando violarme?.- sonrío con lo que me dice.
- Lo estoy planeando todavía, no eres una presa fácil.
Nos reímos y me ofrece un brindis ya que nos trajeron nuestras bebidas.
- ¿Por qué quieres brindar?.- le pregunto.
- ¿Por qué quieres birndar tú?.
- La verdad, quiero birndar por ti.- frunce el seño con duda.
- ¿Por qué por mi?.
- Quiero que aclares las cosas con esa chica que no puedes sacarte de adentro..- no dice nada y sigue observándome, pero esta vez algo sorprendido.- Sí, quiero verte enamorado de una buena vez.
Me observa. Me analiza. Se ríe.
- Mejor brindamos por tu intento de violación.
- Ok.
Brindamos y bebimos, inundados de risa.
Así éramos, muertos de miedo por el amor, aún sabiando que es lo mejor que podemos tener. Observo hacia atrás, veo a Eva en los brazos de un hombre enorme. Aquel chico llegaba barba y tatuajes. Vestía con un pulover completamente blanco y unos jeans desgastados. Su cabello era algo largo, lo llevaba por los hombros y desde aquí, cada vez que le incidía la luz blanca, pude notar que lleva algunas mechas más rubias que otras. Sus enormes brazos vestían tatuajes hermosos. A veces se le veía reír, y lo hacía hermoso. Cuando lo hacía no parecía un hombre tan rudo. Sus manos rodeaban la pequeña cintura de Eva y ésta sonreía como embobada mientras le hablaba, y me enamoré. Me enamoré por primera vez de dos personas completamente enloquecidas, por la tinta y por sus rostros, que deslumbraban amor, pero del bueno. Del sincero. De ese que muy pocos sienten, y que otros, no logran tener. Me enamoré de ellos. De ella por ser tan feliz, y de él por lograrlo.
- ¿No son hermosos?.- escuché a Ainhoa justo a mi lado y Jaime brinco un poco del susto.
- ¡Ostia, puta!.- la observa con el ceño fruncido.- ¿A caso eres un puto fantasma?. ¿Por qué coño haces ese tipo de cosas?.
- Porque te amo, no te jode.- le respondió Ainhoa y sonrío al ver que se abrazan.
Desvío mi mirada de nuevo hacia la parejita y puedo percibir que él se niega a darle algo que lleva en la mano. Ella insiste ofreciéndole besos distraídos por todo su rostro y él, aunque intenta que ella le preste atención a lo que le dice, se ríe. Ambos nos observan y no dejo de observarles, siguen conversando y él finalmente se lo da, cosa que ella guardó en el bolsillo delantero de sus jeans.
- Ey, ¿brindamos?.—me dice Ainhoa ofreciéndome un trago nuevo.
- ¿Por qué brindamos?.- pregunto.
- Por qué me violen.- dicta Jaime y Ainhoa le da un manotazo en el hombro acompañado de una risa hermosa.
Observo a Eva otra vez. Veo que el troglodita tiene sus manos en su rostro y mientras le habla muy cerca de sus labios y sus frentes pegadas, ella le jura algo que no puedo adivinar y él se convence por fin, le besa la frente, la punta de la nariz y luego los labios. ¡Joder, que hermosa es la vida!. Ella sonríe emocionada y se abrazan.
- Yo quiero brindar por ellos.- les digo y los tres observamos que estaban besándose.
Mis amigos quedaron convencidos, como yo, que su felicidad es la que más deseamos en este momento. Que la vemos feliz y no queremos que acabe nunca. Por ella. Por él. Por los dos, y luego, chin chin.
Eva se nos acercó y abrazó a Ainhoa con emoción, ofreciéndole a Jaime algo que ella no podía ver. Jaime se guardó la cosa misteriosa en el bolsillo del pantalón y Ainhoa se volteó. Todos hicimos nuestro último birndis para ella dos marcharse a bailar. No dejo de observar a Eva, que regresa hacia a mi con aquella sonrisa muy hermosa y me deja en el oído un “Todo va a estar bien”. Jaime me presionó la mano y me sonrió, cosa que hizo que me sintiera un poco más relajada. No quiero que vuelva a caer. No sé si pueda aguantar verla consumirse otra vez.
- ¿Me acompañas?.- me dice Jaime en el oído.
Ambos fuimos tomados de la mano hacia el baño y pude observar bien su espalda junto con su culito, casi me llega la baba al suelo. Entramos al bao de los chicos y mientras entrábamos juntos a uno de los cubículos y cerraba la puerta, él prende un cigarrillo más largo de lo normal. Algo para alegrar la noche.
La primera porción de alegría se quedó con ella y me arrojó el humo en el rostro mientras me ofrecía el cigarro. El segundo fue para mi y después que dejé el humo salir nos observamos. Sus labios esbozan una sonrisa algo sexy y trato de mirar hacia otro lado, estamos en un lugar algo raro y la verdad, lo estoy comenzando a ver más apetecible de lo que siempre está. Vuelve a soltar humo como una chimenea y me lo ofrece otra vez.
- ¿En qué piensas?.- lo escucho decir. Me río un poco y lo observo.
- ¿De verdad quieres saber?.
- Te escucho.
- Me he pasado todo el día viéndote demasiado apetecible..- me entra la risa de momento y él se contagia.
- Joder, que incómodo se siente. Me siento a punto de ser abusado sexualmente.
Nos reímos y terminamos de fumarnos todo aquella hierva mágica. Salimos cogidos de la mano hacia la barra, pedimos una botella de Vodka y comenzamos a bailar. Me sentía en el aire. Soy libre al fin. Llevo la botella en la mano y casi la doy por terminada, dentro de ésta atmósfera puedo observar que Ainhoa se ha colado en la cabina del Dj y le ha enseñado las tetas a todos justo cuando la música explotó. Jaime está coqueteando con una chica muy mona, algo inocente y tímida, y se persibe que está muy drogado, al no ser así ya estuviera con una mujer mayor. Puto gigoló. Eva se reincorpora a la Tetona, y aprovechando que estos se están deborando la boca, con un poco de rapidéz coloca “Needed Me” de Rihanna. Se lleva la mano a los labios y me arroja un beso, cual finjo que lo atrapo y llevármelo al pecho. Esa canción me ayuda a subir mi autestima, y lo sabe.
Me adentro aún más entre las personas. Comienzo a bailar, mi vestido blanco, un poco por encima de la rodilla con mangas largas y un cinturón negro en la cintura, brillaba por las luces y los movimientos lentos al compás de la canción. Me dejé llevar. Me adentré en mis deseos mientras contemplaba a todos con la velocidad aumentada. Mi cuerpo se movía lentamente. Muy despacio. Un chico besaba mi cuello, mientras que una chica me bailaba justo enfrente de mi. Unas manos masculinas desconocidas subían el vestido lentamente entre mis piernas. La chica fumaba algo raro que me ofreció. Acepté. Luego de inhalar profundamente, sus labios me sorprendieron y le seguí el juego. Algo fue susurrado en mi oído. Algo que no entendí. Algo que no comprendí, pero acepté.
¡Joder, que dolor de cabeza!. Abro los ojos un poco, no, demasiado aturdida. Encuentro a un chico hermoso y musculoso a mi lado, abrazado a mi cuerpo….¡El chico de ayer!...¡Virginia que has hecho!...Creo que mejor me voy. Agarro suavemente su pierna y lo alejo de mi. ¿Dónde me he metido?. Recojo mi sostén del suelo al levantarme. Encuetro mis zapatos pero, ¿y mi vestido?. Salgo de la habitación, encuentro el baño, observo mi rostro en el espejo. ¡Dios, que ojeras!. Me coloco rapidamente el sostén junto con mis bragas y sigo con mi huída en ropa interior. >>Madre mía, Virginia, ¿por qué nos haces esto?>>, me grita mi subconsciente con un dolor espantoso de cabeza. Que resaca.
- ¿Puedo ayudarte?.-escucho una voz femenina desde la cocina.
- Si, ¿mi vestido?.- le respondo y la veo sonreír. Lleva el cabello corto, un poco más debajo de las orejas, en un tono rojo oscuro. Está desnuda debajo del delantal y la sigo hacia una habitación llena de botellas. Que colección más interesante.
- ¿Cuándo nos volveremos a ver?.- la escucho preguntar mientras me ofrece el vestido.
- Yo no suelo follar dos veces con la misma persona. Muy bonita la colección.- la veo sonreír, está un poco decepcionada con mi respuesta.
- Virginia…- le presto atención.- ¿me puedo quedar con tus bragas?
La observo, ¿he escuchado bien?.
- ¿A cambio de qué?.- no puedo creer que lo estoy ocnsiderando.
Ella soníe, es hermosa, no puedo negarlo. Comienzo a recordar todo lo sucedido y ….¡Oh my god! ¡Que follada me acaban de dar!.
Saco la botella de Cheval-Blanc Bordeaux, dejo en mi boca el último trago y la arrojo por la ventana mientras el taxista me observa un poco asustado. Joder, todo me da vueltas. El taxi se detiene y le arrojo dos billetes de quinientos al chofer como si fuera puta barata, luego me bajo del auto.
El suelo comienza a moverse y poco a poco voy caminando hacia la entrada del edificio. El fino tacón, de mi zapato derecho, se queda atorado en un agujero del suelo y casi estoy al caerme cuando dos manos me sujetan. Levanto la cabeza, llevauna gorra oscura, la luz no me permite ver con claridad su rostro (el alcohol también influye, bastante), solo sé que tiene unos labios carnosos hermosos.
- ¿Estás bien?.- le escucho decir y me quedo un poco imnotizada.
El calor en mi rostro comenzó a subir y bajo la mirada hacia sus manos…¡Virgen Santa, tiene manos de artista porno! Agarro el picaporte de la puerta, meto las llavez en la cerradura y empujo con fuerza, pero…
- Hijo de la gran pu…- digo algo alterada con la maldita puerta inoportuna.
- ¿Puedo?.- escucho que me dice de nuevo.
- Lo que quieras.- le escucho reír y entro al edificio cuando me abre la puerta.
Me acerco al acerco al ascensor para precionar el botón, me giro y no le veo. Salgo de edificio en su búsqueda y no lo encuentro. Maldigo en voz alta el hecho de no poder llevarlo a mi cama. Me desespera la espera enfrente del ascensor y subo las escaleras como puedo, me salto los escalones ya que no se quedan quietos.
- ¡Maldito día! ¡Maldito los hombres! ¡Maldito los penes!.- me coloco delante de mi puerta y comienzo a llamar.- ¡Joder, abran la puerta!
Me siento en el suelo, justo en el primer escalón, al lado de la puerta. Mis ojos comienzan a pesarme al dejar la cabeza apoyada a la pares y aumenta velozmente el dolor de cabeza intenso.
Joder, ¿por qué apagaron las luces?.
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