Prólogo

Otro aburrido día de clases que pasaba lentamente, ¿había algo peor que tener que escuchar a viejos y amargados profesores hablar de temas que no le interesaban? Sí, que en ese mismo momento tenía hambre. A él no le molestaba asistir a la escuela, pero sí le era muy aburrido. Lo único bueno de asistir a la escuela era que podía compartir con sus mejores amigos sin que sus padres se entrometieran en lo que ellos hacían.

Cuando la hora del almuerzo llegó, todos los alumnos salían casi corriendo del aula, pues nadie soportaba a la profesora Choi, era una de las más odiadas por toda la escuela. Yoongi salió del salón y se encaminó hacia el comedor, donde debía encontrarse con sus amigos. Al doblar en uno de los pasillos, chocó contra algo, o más bien alguien, que por el impacto del golpe ambos cayeron al suelo.

Ambos jóvenes soltaron un quejido de dolor debido al golpe que recibieron.

—¡Oye! Ten más cui- —El reclamo de Yoongi quedó en el aire cuando sus ojitos se abrieron y apreciaron la belleza con la que había chocado.

Aquel joven de cabellera rosa, mejillas rellenas y teñidas levemente de un tono rosaseo, mantenía un pucherito en sus carnosos labios mientras se sobaba la zona donde se había golpeado, dándole una apariencia totalmente adorable.

—L-Lo siento... —dijo el desconocido. Incluso su voz era dulce al oído. ¿Cómo alguien podía emanar tanta dulzura con solo mirarlo?—. T-Tendré más cuidado —agregó, pero Yoongi no respondió, estaba hipnotizado con su belleza.

Jimin se levantó de golpe y siguió corriendo hacia su destino.

Por otro lado, Yoongi veía embobado la dirección por donde aquel chico se había ido. Cuando finalmente reaccionó, se levantó del suelo y sacudió el poco polvo que pudo haber quedado en su ropa. Nuevamente miró hacia aquella dirección, sentía sus mejillas encenderse al recordar la bella carita de aquel bello ángel que tuvo la suerte de cruzarse.








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