La llevo hasta ese lugar y la cubrió con su chaqueta. La dejo reposar en un pequeño sofá, estaba tan preocupado que no podía dejar de caminar de un lado al otro.
Buscó un kit de emergencias y mientras seguía inconsciente le curó el tobillo. Poco a poco la chica despertó en un estado de pánico total.

—Tranquila, tranquila— dijo calmandola.

—¿Quién eres? ¿Qué.. Qué es este lugar?— se cubrió más con la chaqueta.

—Estas a salvo, eso es seguro— se acercó a ella y se sentó a su lado —Me llamó Sergei, ¿y tú? —

—Runa... — el acento ruso de la chica le había dado a entender que era del mismo país.

—Un gusto Runa, ¿qué fue lo que te paso? —

—Solo se que experimentaron conmigo—

Runa era una mutante que podía comunicarse con los animales, sin embargo su padre quería hacerla más fuerte; así que experimentó con ella, haciendola una metamorfa. La forma principal de la joven era la de una pantera, que fue en la forma en la que Sergei la encontró.

—De acuerdo, tranquila— le acomodo el cabello —Ya no te harán daño—

La leve sonrisa del joven la tranquilizó. Runa asintió y lo miró levantarse. El lugar eran ruinas, pero el chico estaba dispuesto a convertir esas ruinas en su hogar.
Runa se puso de pie y lo tomó de la muñeca, los ojos con los que lo miraba le dieron leves escalofríos.

—¿Todo bien, linda? —

—Puedo, puedo ayudar— su voz sonó tan tímida que tocó una fibra en el fondo de su ser.

Sergei asintió, y entre ambos limpiaron un poco el lugar, entre escombros y polvo se empezó a ver cómo era realmente el lugar. Con un poco de arreglo se vería perfecto para ser un hogar.
Aquella noche  frío se colaba por los espacios que no tenían cristal, Runa con trabajo se transformó en pantera para así ambos tener un poco de calor. El joven de acurrucó junto a ella y así durmieron. Unas horas después Sergei despertó, la chica estaba a su lado temblando, así que se acercó a ella y la abrazó, poco a poco Runa dejó de temblar.

Al ruso le había gustado como se sentía abrazarla así que a partir de ese momento dormirían así hasta que volvieran a  tener ventanas y algo que los protegiera del frío.
Al día siguiente, Runa se despertó envuelta en los brazos del joven. Se acurrucó con él y sonrió.

—Buenos días gatito— dijo adormilado.

—¿Gatito? — una risita se escapó de los labios de la chica.

—Si... — se quedó pensando un momento —Kitti, así te voy a decir—

Runa sonrió y asintió, frunció su nariz como un gatito y se sentó junto con él.

—Bien, en ese caso estoy de acuerdo—

El chico sonrió y asintió, luego de comer algo salieron al bosque. Ambos encontraron entretenimiento en hacer carreras entre ellos, Runa en su cuerpo animal y Sergei con sus nuevas habilidades luego del incidente con el león.
Después de unos metros corriendo el chico saltó atrapando a Runa entre sus brazos.

—Te tengo, Kitti— rió.

—Es trampa— se convirtió en humana y soltó una risita.

—¿Trampa? Si claro— giró los ojos y le hizo cosquillas.

Estaban riendo y jugando cuando Sergei escuchó unos disparos. Se levantó en seco y puso más atención.

—Sergei, ¿qué... — ni si quiera pudo terminar la pregunta cuando el chico escaló un árbol.

Runa se quedó abajo esperándolo, cuando finalmente bajo la miró algo molesto. Había visto a unos cazadores furtivos acabando con una manada de búfalos. Ambos chicos fueron hasta el lugar, como el mayor, Sergei trato de saber las razones por las cuales habían acabado con ellos sólo por los cuernos. Pero no hizo falta, cuando Runa a lo lejos vio que los cazadores sacaban unas armas corrió y se abalanzó sobre uno, atacándolo.
El hombre solo pudo ver cómo una enorme pantera acababa con su vida. Sergei asesinó al otro y se acercó a Runa, quien estaba mordisqueando el cadáver de uno de ellos.

—Kitti, ¿Todo en orden? —  acarició su cabeza.

Lentamente se convirtió en humana otra vez —Sí, perdón si no debía hacer eso—

—Tranquila, es lo apropiado— río leve.

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Habían pasado los años, aquellos adolescentes ahora eran adultos. Aún seguían jugando entre ellos en el bosque, pero esta vez, ahora eran pareja.
Sergei se había hecho un hombre reservado y un tanto rencoroso, teniendo una lista de personas a las cuales iria a asesinar. Runa por su parte era ese lado dulce que el ruso necesitaba.

La chica iba detrás de él, persiguiéndolo hasta que lo derribó, el tamaño de su cuerpo animal ya era más grande, y por tanto era más pesado, pero siempre era gentil con él. Jamás le había hecho daño, y jamás lo haría.

—Te atrape— dijo cambiando de forma.

—Fue suerte, Kitti— rió tomando aire —La próxima vez llegaré antes de que me atrapes—

La fémina giró los ojos y le robó un beso, el cual él no dudó en responder. Era un amor de más de quince años, así que nada ni nadie los iba a separar.
Al romper el beso ella le sonrió, un poco triste.

—Debes irte, ¿no es así?— se movió de encima de él y se sentó en el pasto a su lado.

—Sabes que sí— le acarició una mejilla —Esta vez no puedo llevarte, mi gatita—

—Lo se, solo ten cuidado— lo miró con ojos tiernos.

—Siempre, soy el más grande depredador— una sonrisa orgullosa apareció en el rostro del hombre —Nadie me gana, nunca—

—Lo se, no hay mejor cazador que tú, pero aún así, no quiero quedar soltera— frunció el seño juguetona.

—En tu vida, no te vas a librar de mi tan fácilmente—

Runa sabia que así sería, pero al final, él era un humano mortal, aun podía morir. En el fondo eso la aterraba, perder al único amor de su vida, al hombre que la había cuidado desde que era una adolescente.
Pareciera que Sergei le leyó la mente por que la atrajo a él, acostándose en el pasto con ella en el pecho.

—Tú y yo, siempre estaremos juntos— dijo a modo de promesa.