Canto de felicidad
—¡¿Akemi?!—grito exaltado detrás de mi.
Era mi hermano que había despertado después de haberme visto.
Tenía una cara de sorpresa y estaba en shock, no movía ni un solo músculo.
—¡¡Mira hermano, puedo estar bajo es sol!!—dije mientras me acercaba a el con la intención de abrazarlo.
El me recibió, pero no decía nada.
No podía seguir mirando lo que estaba pasando.
—Si, ya me di cuenta—dijo con los ojos abiertos—necesito una explicación.
—Supongo que si—no logré evitar reírme.
Entramos a la finca y buscamos a Tamayo y Shinobu.
Mi hermano estaba decidió a encontrar una explicación que lo complaciera para entender las cosas.
—¡¿Que?!—exclamo.
Su grito resonó en todo el lugar.
—¡¿Entonces funcionó?!.
—Si—aclaro Shinobu—es libre ahora.
Mi hermano me miro.
Nos encontrábamos sentados frente a ellas, lo cual nos dió una mejor versión de lo que se suponía me hicieron ayer.
—¡¿Oíste eso?!¡Estás curado!—exclamo.
El me tomo de los hombros y comenzó a a sacudirme.
Era tanta su felicidad que olvidó preguntar otras cosas.
Su rostro cambio, sus ojos me miraron y después cuestionó mirando a Tamayo.
—¿Por qué su cabello sigue blanco?.
—Eso aún no solo sabemos, al parecer también lo volví una persona y le quitó la maldición de Muzan. Pero lo que ocasionó que su cabello fuera blanco y sus ojos azules no podrá desaparecer.
—Que extraño. Pensaba que la cura era suficiente— dijo Shinobu.
Mi hermano soltó un suspiro. Parecía cansado, pero era notoria que se sentía más relajado.
—¿Hermano, podrías esperarme afuera?. Tengo que hablar con ellas.
—Si, los dejo solos.
No puse ninguna excusa. Así podría explorar la finca ahora que puedo verla y salir al exterior en el día.
Salí del despacho de la pilar, el lugar era silencioso al parecer nadie más se había levantado.
—¡Akemi!—las voces de unas niñas dijeron mi nombre.
Eran las niñas que me habían atendido unos días atrás, después de que llegamos a la finca.
Ellas caminaron hacia mi, logrado verlas. Eran tres niñas, eran muy adorables.
—Que bueno que ya estás mejor.
—¿Ustedes fueron quienes me cuidaron?.
—¡Si!.
—Entonces estuve en buenas manos—estaba muy agradecido con ellas.
—Era nuestro deber el ayudarte—dijeron decididas.
Me daban tanta ternura, eran muy adorables para soportarlo.
—Espero que sigan ayudando a muchas personas más.
—¡Claro!.
Ellas me acompañaron al jardín para recolectar plantas para preparar medicina. La sorpresa que me lleve al entrar al jardín de medicinas, repleta de platas. Estaba tan cuidado que me daba un aire de confianza.
—Este es el jardín de nuestra maestra.
—¡Ella lo cuida mucho!.
Estaba maravillado.
—¿Todo esto lo ha cuidado?.
—Asi es. Trata de dejar las plantas en su mejor estado en caso de que necesitemos hacer cualquier medicamento de imprevisto.
—Wow, es de admirar.
Las niñas tenían canastas para recolectar las hojas o las flores que estaban en su punto.
Mi mirada estaba viajando a todas direcciones, entre tantos colores me hacía querer oler cualquier flor que veía.
—Veo que te agrada estar aquí—dijeron.
—Disculpen si las estoy incomodando.
—Esta bien, no nos importaría si exploras el lugar—aclaro una de ellas.
—Mientras no rompas alguna cosa todo estará bien.
—Entiendo, de hecho ¿Puedo venir aquí?.
—Tienes que pedirle permiso a nuestra maestra, pero dudo que te diga que no.
—De todos modos le pediré permiso. Puede que se moleste por estar aquí.
—Ella es increíblemente amable.
—Si.
Mientras investigaba por ahí, note que había agua por las orillas de los jardines. Alimentando a las plantas, también peces de colores que adornaban las aguas cristalinas.
Me dió curiosidad, pues jamás había visto peces así.
—Que bonitos peces—dije.
—Si, algunos de estos limpian el agua y la dejan pura. Hay una fuente al fondo donde hay más peces, si quieres puedes ir ahí.
Tenía mucha curiosidad, había visto en el despacho de Shinobu una pecera con peces dorados. Eran muy lindos.
Al caminar por los caminos de piedra llegué a la fuente que alimentaba los jardines.
Tenía mucha vida dentro, peces y plantas acuáticas como flores de un color rosado.
—¡Que hermoso!.
Las niñas soltaron una risa muy tenue.
Después de unos cuantos minutos, mi hermano llegó buscándome.
Había pedido permiso para salir de la finca junto conmigo, lo cual aceptaron.
Al salir de la finca, estuvimos caminando por el sendero.
—¿Y que se siente por fin salir?—pregunto.
—Se siente muy bien. Me llena de emoción que por fin podré pelear contigo contra los demonios....
Mi emoción despareció cuando mi hermano me interrumpió.
—Lo siento pero no podrás.
—¿Que?¿Que quieres decir?.
—No te dejare entrar a la sede de nuevo.
No supe que decir, quería seguir escuchando.
—No volverás a tocar un arma nunca más.
—¿Por qué?.
Mi hermano estaba dudoso. Creo que ha pensado esto por mucho tiempo.
—Ya te lo dije. Creo que tomaré lo que me estuve pensando.
No te volverás cazador de demonios.
—Pero quiero ayudarte.
—Lo hiciste, cuando estableciste un trato con Muzan.
¡Mira! El punto es que, no quiero que sufras mas.
—Pero....
—Pero nada, soy el mayor. Debo de tomar la mejor decisión para ti.
—¿De verdad piensas eso?¿Que acaso soy un chico incapaz de proteger a su familia?.
—No pienso eso. Hiciste muchas cosas para protejerme pero ahora quiero hacer lo que mamá siempre hizo con nosotros.
—Eres un egoísta.
No me sentía bien, no es que solo volviera a ser humano.
Me sentía mal, como si mi corazón fuera oprimido por dentro.
.
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Después de esa tarde, no salí para nada.
Me encontraba encerrado en mi habítacion, trataban de sacarme pero no lo lograban.
—Por favor Akemi—dijo Shinobu—no puedes quedarte ahí para siempre.
—No quiero salir.
—Al parecer, está tan molesto que no quiere ver a nadie—dijeron las niñas.
Shinobu simplemente se rindió y se marchó.
Diran que soy muy rencoroso, pero si veo a mi hermano no dudaré en golpearlo.
Trataba de calmarme, pero el solo imaginar que entraría por la puerta me hacía enfurecer.
Para apaciguar mi ira, arrojaba las almohadas a la pared para cercana.
El golpe de la madera y la tela seguramente se lograba escuchar del otro lado de la pared.
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