Capítulo 8
No me sentía culpable, mucho menos miserable, al contrario, me sentía glorioso. ¿Quién como yo? La Secretaría de la Facultad el primer día de clases... pero sí me estoy preocupado.
Quizás con esto estaría arruinando el trato que tengo con mi «novia»
Perla parece ser una mujer de negocios, fría, vengadora ¿Cómo se supone que le diga? ¡Hey amor(falso), primer día y la cague! Aunque no es mala idea, para ser sinceros.
Me levanto de la cama y me dirijo al baño, ha sido una noche agotadora, después de ese festín, me di el lujo de salir a tomar unos tragos, un poco avergonzado, pero de igual manera, me sentía fantástico, al fin y al cabo soy todo un mujeriego y eso es difícil de cambiar de una noche a la mañana.
Aunque lo hice por Carolina, hubo un tiempo en que me convertí en un santo por esa chica, dejé mis chats en visto, rechacé en muchas ocaciones a las chicas que intentaban algo conmigo, hoy en día, no estoy tan seguro de volver a hacer algo así.
Abro la ducha, con el agua fría, para darme la gracia de ver si mis ojos dejan de cerrarse por el sueño, tengo toda una mañana para ir a visitar a mi madre, y quizás comenzar a pensar en caminos alternativos para no cruzarme con la secretaria hoy en la facultad.
Luego de estar bajo el agua un buen rato decido que es mejor salir, e ir por el maldito desayuno familiar, ya son las 8:30, en media hora lo quitarán del comedor y tendré que ir a la cocina si no me apresuro. Me lío la toalla por la cintura, y salgo a mi habitación, para solo sorprenderme de ver a Isabel estirando la cama.
— ¿Qué tal los besos ayer?— Pregunto divertido— ¿la pared estaba los suficientemente fuerte para los dos?
Isabel me mira, e intenta parecer poco sorprendida, pero la baba se le escurre, y no por que sea un engreído, bueno, sí lo soy, pero me doy cuenta cuando una mujer queda impresionada al verme.
—Señor Donato, ¿No debería estar desayunado?
— ¿No deberías estar limpiando en vez de verme?
— Es de la mala educación trabajar cuando tienes al patrón delante— Responde con una sonrisa triunfante, y no puedo evitar sentirme halagado.
Pero, quiero incomodarla, así que voy hasta mi armario y saco ropa interior, y mi ropa, sin más desenredo la toalla y la tiro sobre la cama, cuando me volteo a ver a mi acompañante, ella cierra los ojos con un poco de frustración, y aprieta los labios con fuerza.
— Será mejor que salgas— digo mientras me visto— Si te molesta verme vestir claro está.
— No me molesta verlo vestir señor— Dice al fin con un poco de rabia— Lo que me molesta es que tire su toalla húmeda sobre la cama recién hecha
No dejo de reír cuando me abrocho el jean y con el torso descubierto voy hasta Isabel y le paso la toalla en la mano, esta la agarra de mala gana y la pone en su canasta de ropa sucia.
— Disculpame, no volveré a hacerlo, o quizás sí, sí tienes que venir más de seguido por mi habitación.
Ella ríe, cuando se esquiva de mi y va por mi remera, la cuál me lanza y la tomo en el aire.
— No coquetee conmigo Señor Donato, yo no ando con rodeos, le aseguro que no soy del tipo que usted acostumbra... probar.
— ¿Tú eres pura y buena? — pregunto serio Isabel no guarda un segundo su risa, y se mete al baño en busca de más ropa sucia, para desde allí pincharme la cabeza, con unas pocas palabras.
— No, soy una perra—su voz suena a triunfo—. No creo en el amor, o no lo hago por complacer al hombre, es el hombre que me tiene que complacer a mí, yo sólo quiero placer señor Donato, las otras chicas, o buscan el amor en una noche de sexo, o ver si se quedan embarazadas de usted y comer un poco de sus millones, todo eso para mí son banalidades, todo se va, lo único que queda son los momento bien vividos... ahora, con su permiso, me retiro.
— Espera, espera, espera— digo tomándole del brazo antes de que salga de la habitación— ¿Todo lo que dijiste es verdad?
— Cada palabra— me da una media sonrisa—. Usted es interesante señor Donato, pero aún no veo que yo me pueda sacar las ganas, ya veremos cuando me doy placer con su cuerpo.
¿Qué carajos? la chica me acaba de enceder, toda esa seguridad, y la manera de hablar, realmente me dió ganas de tanto que estoy dudando, ¿Como hago ahora para borrar de mi cabeza sus palabras?
Bien, paso uno, entrar de nuevo al baño a bajar este subidón, paso dos, llegar al desayuno antes de que mi padre me arranque la cabeza.
Isabel sale de la habitación, y yo no hago más que quedar boquiabierto, esta chica es oro, pero uno que me puede costar caro.
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