Capítulo 2.

Me bajo del Auto el cuál lo estacioné frente a la casa, ni bien piso el suelo me colocó los lentes de sol.

Miro mi reloj para ver que tengo pendiente 5 correos, 20 chats y 10 llamadas perdidas. Pero lo ignoro para ver que son las 8:30 de la mañana. Justo a tiempo.

Abro la puerta de la casa, tiro mis llaves en la mesada y camino por el gran pasillo hasta llegar al comedor.

La señora Berta coloca de nuevo unas tostadas sobre la mesa de desayuno, pues está sirviendo la segunda ronda. La mesa en esta casa se levanta las 9:00 y yo, estoy llegando tarde, de eso no hay duda.

—¿Dónde estuviste?—Pregunta papá mientras hojea el periódico., yo hago un gesto de sorpresa, y ofensa, pero la verdda es que no me importa que no salude antes de preguntar nada.

—Con alguna cualquiera —Asegura Sara mi hermana quien pone más mantequilla en su tostada, mientras Natanael se encoge de hombros.

—¿De nuevo?—Sebastián ríe cuando Natalia le da un codazo en las costillas.

Sí, mis hermanos no están tan bien de la cabeza, pueden ser insoportables, pero son geniales.

—Hijo-papá baja el diario—.Por qué no buscas una chica con la que establecerte de una vez una niña...

—¿Una niña bien?-Interrumpo cuando me siento, me saco los lentes de sol y me sirvo jugo de naranja —¡Claro! Como Carolina, ¿Porqué no quiero una chica buena en mi vida?

El silencio se hizo en la sala, todos saben bien la respuesta, hace un año de esa tragedia en mi vida, de haber conocido lo triste y aburrido que es el «amor verdadero»

—Una niña buena, estudiosa, de familia, Virgen y pura en lo posible, sí, así, como de esas novelas que Sara lee, el chico malo cambia al llegar la chica buena... Si padre, la chica buena que me engañó con su mejor amigo y resulta que lo hizo por 6 malditos meses. ¡ Qué me Jordan papá!

>>Mientras más santas, más probabilidades de terminar con el corazón roto. ¡Tienes suerte!-Digo levantándome de la mesa-Que mi vicio sean las cualquieras... y no la droga ¿Verdad Natanael?... con su permiso, me retiro.

Y eso hice, tome un pedazo de pastel de frutas el cual lo devoré en un segundo y me fui hasta mi cuarto, ahora me da igual que piense mi padre, lo que me molesta es que me siga doliendo hablar de eso.

Cierro con fuerza la puerta de mi habitación cuando veo a una joven arreglando mi cama.

Esas largas piernas, y el corto uniforme dejaban ver parte de sus bien formados traseros, ella queda sorprendida al verme, y yo más al ver que criatura tan bella esté trabajando de mucama, cuando podría ser un Ángel de Victoria's Secret.

—¿Mi hermano te contrató como mi regalo de bienvenida?-Pregunto enarcando mis cejas.

—¿Tengo cara de prostituta?-Pregunta riendo mientras sus ojos verdes musgo brillaban de gracia.-Mi abuela me advirtió del hijo promiscuo del señor Brontë, y ese debe ser usted. -Dice cuando termina de poner las almohadas en la cama.-Pero para su desgracia, soy sólo la mucama.

—Mmmmm-la verdad quería que fuera una mentira, pero aparentemente no lo es-De igualmanera, estas invitada a pasarte a mi cama cuando quieras- digo con una sonrisa cuando ella pasa a mi costado. Se detiene unos segundos me observa y lanza su primer veneno.

—No es una mala idea, para ser sincera señor, pero... por el momento sólo me limitaré ser la mucama. Con su permiso, que tenga un buen día.

Y así es como la Diosa de largas piernas se fue de mi habitación, dejándome el aroma de su perfume... tarde o temprano caerá, de eso estoy seguro.

Bien, mientras desempacaré, el viaje de regreso de Venecia fue terrible.

Todo este año luego de lo de Carolina, me pasé yendo de país a país, estudiando idiomas, tomé de un día para el otro cambiar ingeniería civil, por aprender de arte y cultura, y claro que eso contribuyó a que me convierta en un mujeriego, no tienen idea la cantidad de mujeres buenas que hay en un instituto de Bellas Artes, ni que decir en los museos. Las mejores son las inteligentes por que no sólo dan parla, si no que también conocen mucho de sus cuerpos.

Francia, México, España, Brasil, Italia, algunos de los países que visité en estos meses y me deleitaron con la belleza se sus mujeres, son unos platos esquisitos la verdad.

Pero al fin, decidí que era hora de volver y retomar mi verdadera pasión, la ingeniería Civil. ¿Nerd aburrido? sólo lo soy de vez en cuando.

La verdad que apenas me falta un año y medio para terminar la carrera, y como yo estudiaba en Estados Unidos he conseguido convalidar muchas materias aquí, así que no he perdido mucho tiempo después de todo.

Miro mi habitación, y me doy cuenta que me hace falta una re decoración, esta me recuerda demasiado a la época en que Carolina y yo éramos novios.

Aquí, en esta habitación fue su primera vez... en esa cama. ¡La debí cambiar! Así que ya sé que es lo que haré hoy.

Al final, no voy a quitar nada de mis maletas, no voy a mover nada de aquí. Vamos a tirar esa cama y todo lo que pueda de esta habitación, por que tampoco iré a un depto cuando tengo semejante mansión junto a mi padre en el country más caro del país, a demás, la Universidad me queda a pasos.

Salgo de mi habitación y me vuelvo a cruzar con la mucama quien choca conmigo y me derrama jugo en la remera. Le ofrezco una mirada de odio, ella intenta disculparse, entre risillas, pero ni siquiera quiero oírla, así que me saco la remera allí mismo y se la entrego, ella queda en silencio, sus mejillas se colorearon tanto por la impresión, pero a mi me dio gracia.

—En agua fría, por favor-Digo poniendo la remera en su mano, ella apenas y la agarra, sus ojos me estaban recorriendo-Si, soy sensual y muy apetecible, pero amo esa camisa, mi prima me lo regaló cuando fui a San Paulo, Apurate en lavarla, por favor.

—Eres bastante modesto...-Dice Al fin cuando Natalia abre su puerta y mira a la chica con apremio.

—¿Y mi jugo?-pregunta enojada.

—Acaba de bañarme con él-Respondo rápidamente, cuando ella se disculpa con un gesto y va corriendo hasta las escaleras, llevando mi remera y el vaso.

Mi hermana me mira con enojo también, como culpandome por el jugo, pero, la verdad es que verla me iluminó.

—Nat... ¿quieres ir conmigo a comprar cosas para mi cuarto?

—Siiiiiii-Grita.

Natalia es la menor de los Brontë y un año mayor que yo, pero aún así, nos comportamos como si yo fuera el mayor.

—Bien, vamos, iré a ponerme una nueva remera, hay mucho que quiero tirar de esta habitación.

—¿Puedo elegir las cortinas?

—Todo lo que quieras... y luego te puedo comprar un lindo vestido, y vamos esta noche de fiesta ¿Te parece? -Pregunto cuando ella da pequeños saltos y dice que sí.

Bien, es hora de que hagamos esos cambios. Los necesito en mi vida.

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