Capítulo 6

Capítulo 6

Poema 7


No sé dónde estoy,

Atrapado en la mente

De quien fui.

Alguien que nadie conoce,

Ni yo mismo.


Los recuerdos atascados

Con las lágrimas,

En algún lugar

Para poder dejarlos ir.

Cuando las luces se apaguen.


Todo fue tu culpa,

Nunca supe quien fui.

En que me había convertido.

Y como esto término matándote,

Matándonos, quebrándonos.


No quiero vivir con esto,

Pero debo hacerlo.

Te dejo seguir,

Un camino que no es el mío.

Si me dejas vivir la vida a mi modo.


EDWARD

—Sam, deja que te ayude con la bebe.

— ¿Dónde iremos James? No queda nada de nuestra familia —respondió Sam pasando por alto a nuestro abuelo, me acerque más a la puerta—. Ustedes deben moverse continuamente ¿no?

—No lo sé, Ed se encarga de eso. —James parecía estar perdiendo el hilo de la conversación—. ¿Por qué entregaste a Martín?

—Abuelo, no hagas como si no supieras. Él fue a tu habitación a noche ¿no? Debió decirte algo.

—No, yo ayer estuve... —La voz de James se detuvo, contuve mis ganas de entrar—. De todos modos Sam, sea lo que sea; tú acabas de hacer algo peor.

—Yo nunca viol...

—Hermano, ¿por qué no dejas a la dulce Isabella con el abuelo? Así podemos hablar tranquilamente de los planes, para empezar a movilizarnos. —Sus pupilas se dilataron levemente mientras me recorría con la mirada para después asistir con la cabeza—. James agarra a Isabella y ve con Marge, ella está empacando alimentos y medicamentos.

—Ed, dime cuál es el plan —dijo Samuel dándose vuelta una vez que James desapareció con la bebé en brazos. Espere unos minutos y recorrí la habitación la mirada.

—Mi plan es escapar —mencioné acercándome, antes que hiciera algún movimiento lo inmovilice contra el ropero—. Pero antes, tengo algunas ideas de cómo deshacerme de vos.

—Soy tu hermano Ed, no puedes hacerme esto.

—Isa también lo era, y mira como termino. —Saque el cuchillo que mantenía en mi chaqueta, lo pase por su cuello, cerca de la arteria—. No sabes hace cuanto que el abuelo no tiene sangre para escribir sus poemas...

—Él... él es el hombre que mataba a las jóvenes. Imposible.

—Que no te engañe su Alzheimer, Samuel. Una vez que se mata, nunca se olvida; es como andar en bicicleta —conteste mientras hilos de sangre empezaban a recorrer su cuello, bajando hasta perderse en por debajo de sus ropas, manchándolas—. Y una vez que le agarras el gusto... bueno, es casi imposible no querer siempre más.

—Ed, te quedaras solo al final. Sin nadie que te entienda, no te atrevas a matarme.

—Tengo a Marge, la pobre no va a poder alejarse de mí. No cuando yo tengo planeado todo. —Clavé el cuchillo en su mano izquierda, aunque el estúpido quiso zafarse, quite el cuchillo para clavárselo en la otra—. Nuestra familia estuvo condenada desde el principio: el abuelo tiene esquizofrenia, mato a más de 40 jóvenes y ustedes no pudieron darse cuenta. Solo yo. Empecé a ayudarlo cuando su Alzheimer se empezó a notar.

— ¿Por qué Isa? ¿No podía haber sido otra chica? —Samuel trato de morderme pero solo logro que clavara el cuchillo en su costado—. ¡Demonios!

—Isa fue un capricho mío, quizás debí dejarla vivir pero había sufrido la violación de nuestro padre. Otro inútil. Bueno, nuestra madre no pudo hacer mucho y la abuela era demasiado flexible, demasiado débil para tener toda la verdad sobre sus hombros. —Lentamente lo di vuelta y enfrente su mirada llena de debilidad—. Tú tampoco estás hecho para esto, Samuel. Es hora de que te lleves todo el legajo de nuestra familia a la tumba.

Nadie pregunta nada, ninguno de los dos individuos que me rodean y observan mientras cargo nuestro trasporte con comida y mantas. James ni siquiera pregunta y entra en la parte trasera con la bebe y dónde está mi cuñada durmiendo, pero parece que alguien ha olvidado como dejar la boca cerrada.

—Mataste a Samuel ¿y ahora qué?

—Ahora debemos irnos, el cuerpo será encontrado en un par de horas y además tengo que llevar a mi cuñada con una bebe y James. —Abro la puerta de acompañante—. Si no dejas de cuestionar todo lo que hago, te dejo subir y escapar... con nosotros.

—Me estás diciendo que o me subo al auto o hasta acá llegué ¿no?

—Pensé que ya lo habías captado, yo no bromeo Marge. Nunca podrás volver con tu familia, yo mando en esto; estás dentro o muerta. Tus opciones son esas.

— ¿Dónde encajo en esto Edward? No soy exactamente una mujer malvada que pueda soportar sus asesinatos, no soy tu abuela ni tu madre.

—Pero lo serás eventualmente.

—No puedes cambiarme, aunque quieras corromperme. Siempre seré la misma. —Sus ojos desbordaban sentimientos, esos sentimientos que yo borraré y quitaré.

—Entonces no tienes nada que perder, sube —conteste mirándola temblar y abrazarse a sí misma—. Olivia no puede saber nada de lo que hacemos, ella... no tendrá opciones.

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