Capítulo 1

Capítulo 1

Poema 2 "Demasiado"

Jamás pensé que

Lo que le pedía,

Era mucho.

Jamás pensé que

Pedirle que me esperara,

Era mucho.

Jamás pensé que

Me odiaba porque

Le pedía mucho.

Jamás pensé callarla

Cuando no quería darme

Lo mucho que le pedía.

Nunca pensé que la dimensión

De -mucho-

Era demasiado,

Para ambos.

En mi vida, pocos recuerdos quedaban intactos. Aún lucidos. Mientras que otros solo se empañaban más con el paso de los años, con el paso de la vida. Que cada día me acercaba a la muerte pero no todo era fácil. No para gente como yo.

Todos estamos solos pero a la vez, no lo estamos. Tenemos fantasmas que no persiguen, que nos recuerdan esos recuerdos empañados o que los borran todavía más. Evitando que recordemos eso que solíamos ser, pero convirtiéndonos en otro tipo de monstruos.

El tipo de monstruos que cometen los mismos errores, porque no recuerdan haberlo cometido antes.

Yo tengo un solo fantasma. Me odia por ser lo que soy, aunque ni ella ni yo tenemos muy claro lo que soy; jamás me detuve a pensarlo, solo era.

Eso me convirtió en lo que ellas temen, y porque temen ellas son débiles. Por eso yo les enseño que no soy lo peor que les puede pasar. A veces exageramos demasiado, pesamos que no pedimos demasiado a la vida. Pero esta nos da una patada. Y ellas se marchitan.

Ella era débil, y hermosa como las demás flores del jardín; pero tenía algo diferente, un fuego en sus ojos que la hacía tan peligrosa como yo. Su valentía la destacaba aun cuando en sus ojos las lágrimas se desbordaban y formaban ríos que se perdían en su barbilla. Me inspiraba a ser ese hombre que formando versos daba vida a sentimientos en otras personas. Entre nebulosas de recuerdos, uno en particular salta nítido como los rayos del sol en una mañana.

—Ella debería estar en jardín —susurre para mí—.  Ella le dará vida a mis pensamientos —dije en voz alta, mientras me paraba de mi silla donde había estado las últimas horas escribiendo unos versos.

Mientras caminaba hacia ella con mis pensamientos a flor de piel, con respiración calma y un ritmo silencioso, pensaba en el sueño que había tenido la noche anterior. El joven que con anterioridad había soñado me decía que no me debía ir de la casa, que él me protegería de cualquiera que entrara, me decía que tenía que dejarla ir para que yo vuelva a ser normal. Deseche ese recuerdo, yo jamás lo he visto en mi vida. Aunque ya lo he soñado más de tres veces; si yo hubiera tenido hijos, ella jamás me hubiera abandonado pero ella nunca estuvo realmente conmigo.

El jardín que me recordaba tanto a ella, se encontraba ahora cuidado por Rose. Estaba realmente dispuesta a regar las flores con tal de salir del encierro. Pero no podía darle la libertad que ella quería, solo podía dejar que disfrutara de lo que sería su nuevo hogar por un tiempo. Hasta que el sol no pudiera iluminarla mucho más y solo la dejara secarse, achicarse para que no pudiera revelar nunca los secretos detrás de las frases.

—Rose —susurré mientras me acercaba por su espalda, observe como su espalda se tensaba-. Debemos entrar, tengo el poema perfecto cariño.

—James, tienes un bello jardín —dijo sin prestar atención a lo que había dicho—. Deberías dejarme cuidarlo el tiempo que este acá.

—Claro, Rose. Nunca te apartaría de tu lugar favorito, sé que no te gusta la habitación. —Me acerque para alejar la jarra con agua que sostenía—. Ven vamos, estas temblando de frío.

—No creo que el frío sea el problema de la chica, James —respondió Ella, mientras me miraba agarrar a la chica—. Rose te tiene miedo.

—Rose nunca me temería, nunca me va a abandonar. ¿No cariño? —Rose solo asintió mientras una lágrima se le deslizo por la mejilla; la agarre más fuerte—. Teme de ti, Ella. Vete.

—Nunca me iré James, tú me encerraste aquí —dijo señalando su cabeza—. Siempre estaré contigo, aun cuando no me veas. Me sientes en tus sueños.

—James... —gimoteó Rose—. Mi muñeca.

—Rose, lo lamento. Ella solo molestaba —murmuré molesto por dejar una marca en su piel—. Vamos adentro. Tal vez te lea el poema luego, debes descansar.

La acomode en una alcoba, la tape y le susurré las buenas noches; cerré la puerta con llave, ella nunca se escaparía. Yo solo le pediría que se quedara como el muchacho lo hacía en sus sueños. Siempre soñaba con que alguien le pedía que se quedará pero ella le decía que no.

No pude reprimir el flash de mi sueño. Una luz blanca ilumino mi mente; vi a un niño, al mismo joven viéndome y tratando de detenerme. Yo estaba en un auto, conduciendo, alejándome. Una foto en la guantera, y allí estaba ella, Ella que me dejó pero mucho más vieja. Mire hacia el frente, mire el cartel que anunciaba mi salida de la ciudad. No recuerdo a dónde me dirigía, solo sabía que a Ella le gustaban las flores y siempre me dijo que cuando encontrara una flor la arrancara y la llevara a su jardín. También Ella se comparaba con las flores, a menudo me decía que no había ni una como Ella. Igual que con las mujeres ni una de ellas se repetía. Ella me dijo que la buscara, no importa que pasara. Ella estaría allí viéndome; hablándome y esperándome.

—Solo una flor más cariño —susurraba en mi oído mientras me abrazaba—. Una más y el jardín estará completo.

Me desperté exaltado tanteando el otro lado de la cama, buscando el calor corporal de alguien que nunca fue mía. Y que solo me seguía.

Unos ruidos de alguien golpeando, un grito se escucharon por la casa. Un estallido de algo de vidrio en la habitación de Rose. No podía marchitarse tan rápido, siempre duraban entre una semana y dos para que no me rogaran salir. Corrí hacia arriba, mi flor estaba tendida en el suelo, marchitándose aun cuando no debía hacerlo. Nunca supe que le pedía mucho, que la estaba matando con solo pedirle que se quedara un tiempo. Aun cuando a Ella no le gustaba que estuvieran mucho tiempo y que ese mucho, era demasiado para ella.

—Yo te dije cariño —dijo Ella mientras me observaba acariciar la mejilla de Rose—. Son flores y ninguna es como yo. Ninguna te puede dar lo que yo te di, ellas son solo temporales.

—Faltaban unos días para que se secara...

—No desesperes falta una flor más, James. —Ella se acercó a mí—. Una más y volveré, no te abandonaré más.

Su voz me hacía extrañar las cosas que no tenía que querer, aquellas que se me escapaban y no podía recordar. Ella me faltaba con su olor a tierra mojada y sus risas que llenaban mi estudio de vida.

—Una más...

—Una más y podremos estar juntos. Demasiado tiempo ha pasado, James. —Ella solo desvió su mirada—. Mira quién está aquí...

—Abuelo... —suspiró—. ¿No habíamos acordado que debería ser cada dos semanas? La alfombra está destruida, demonios.

—Yo... no fui, fue Ella.

—¿Qué hablábamos la semana pasada? Ella no está pero si tengo un cadáver que está manchando el living. Tendré que contratar a alguien y luego ocuparme de ella ¿podrás escribir dos poemas como la anterior vez? —Me miró para luego pasarse una mano por el pelo—. Claro que puedes eres James Rutherford, mi abuelo.

—Edward, ¿cómo que Ella no está acá? ¿Dónde estamos?

—Estamos en las afuera de Nueva York, abuelo. La abuela está en Los Ángeles... —dijo él con la mirada perdida, cuando volvió sacudió la cabeza  —. Pero ya vendrá, luego de la siguiente víctima. Compre claveles ¿sabes? Sé que a Ella le gustaban.

—Sí, le siguen gustando —murmuré frunciendo el ceño ante el leve temblor de sus manos pero aun así nunca lo mencioné, nunca debía hacerlo.

Él siempre fue un chico nervioso pero era en igual de intensidad, alguien impulsivo. Mis hijos nunca pudieron entenderlo, mi mujer tampoco. Yo tampoco lo hacía hasta que me mostró sus trabajos, su arte.

Las pinturas que él hacia eran una obra maestra, solo hacía falta observarla. Pero el necesitaba de mi para conseguir sus herramientas, necesitaba de que alguien se encargara del trabajo. Yo me ofrecí siendo su único apoyo.

Fue algo que nos benefició a ambos, luego de décadas pude realmente hacer un poema sin que termine en la basura o siendo la sombra del hombre poeta que solía ser.

Hacerlo era darnos inspiración para ser más, era trasformar a otras personas en arte. Que sean parte de algo que pocos pueden entender y nadie puede practicar sin sentirlo. Nosotros las hacíamos parte de la obra, parte de la historia.

Cuando te pasas media hora acomodando esas cosas en los gráficos...

Espero que les haya gustado, seguro hay errores de ortografía. But later I will fix that.

this goes to: SwettWriter

because your are my wacha sister.

DES PA CI TO.

VAMOH ESCRIBIENDO POQUITO A POQUITO.

Sorry tenía que ponerlo...

FullOfSilence.

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