Capítulo 7: Cadetes espaciales y Psico-candados
27 de septiembre, 2:30 PM
Archivos de la biblioteca – Preparatoria Itan
La investigación en los archivos de la biblioteca ya estaba llegando a su fin. Athena estaba insertando tantos datos como le era posible en Widget para el juicio mientras intentaba formular teorías de cómo encajaba todo, con la ayuda de Phoenix Wright. Desafortunadamente para él, la mayor parte de la evidencia parecía señalar hacia Hitohito como el culpable, pero ella seguía determinada a limpiar su nombre.
Mientras Athena y Phoenix repasaban las notas del caso, Najimi, Trucy y Shouko se habían amontonado para hacer una especie de reunión de emergencia improvisada.
– Nick y Athena están haciendo lo que pueden para ayudar a Hitomon, así que también tenemos que hacer nuestra parte. ¡Hay que encontrar una forma de visitar a Ren y sacarle una declaración! – le dijo Najimi al grupo.
Shouko había pensado en ello, y a pesar de que su preocupación principal en ese momento era Hitohito, una parte de ella también estaba preocupada por Yamai. Aunque era muy intensa en sus muestras de afecto, e incluso con las cosas que había hecho en el pasado, seguía siendo su amiga, y esperaba que no hubiera salido demasiado lastimada. Aun así, la idea de visitarla le provocaba algo de ansiedad.
– Bueno, a juzgar por su reporte médico, sabemos que se está quedando en la Clínica Hickfield. ¿Por qué no simplemente vamos allá y hablamos con ella? – preguntó Trucy.
– Porque aparentemente, su papá es tan estricto que nadie que no tenga su aprobación tiene permitido visitarla, especialmente abogados, e incluso los miembros de la familia necesitan recibir aprobación antes de visitarla. – explicó Najimi con un puchero.
– ¡Eso ni siquiera tiene sentido! – replicó Trucy, poniéndose los brazos en jarras. – Si es un presidente ejecutivo o lo que sea de esta gran compañía, ¿cómo es que tiene tiempo para aplicar esta clase de medidas?
– Bueno, probablemente tiene a gente a la que le paga por hacerlo. Tengo una idea. – Najimi se dirigió hacia Shouko, que levantó la mirada sorprendida. – Apostaría a que Ren todavía querrá ver a Shouko más que a nadie en el mundo, y si le podemos prometer que la va a visitar, sin duda le va a suplicar a su papá que le permita visitarla, lo que nos permitirá sacarle una declaración.
Esta sugerencia provocó que Shouko comenzara a temblar de miedo. Aunque técnicamente fuese amiga de Yamai, no le gustaba la idea de quedarse a solas con ella, ya que era excesivamente pervertida incluso cuando estaba en compañía de otras personas. No quería ni imaginar lo que sería estar a solas con Yamai, sin Hitohito o Najimi para esconderse detrás de ellos.
– ¿Sucede algo malo, Shouko? – preguntó Trucy, notando el temblor de su amiga. Shouko quería asentir para confirmar que sí, algo malo sucedía, pero tenía demasiado miedo para hacerlo. Trucy volvió a mirar a Najimi. – Quizás deberíamos intentar otra cosa. No parece que a Shouko le agrade mucho esta idea.
– Entiendo por qué no te gusta esto, Shouko. – le dijo Najimi, mirando a su amiga temblorosa y poniéndole la mano en el hombro. – Pero realmente necesitamos sacarle una declaración a Ren para que Athena y Nick sepan exactamente lo que dirá en la corte, y que encuentren una forma de contrarrestarlo. No estoy haciendo esto por diversión, estoy haciéndolo para ayudar a Hitohito.
Shouko asintió, pero seguía temblando. Trucy le puso la mano en el otro hombro para motivarla.
– Además, estoy segura de que podemos convencerlos de que querrías llevar a algunos amigos de la escuela, que también están preocupados por ella.
– Sí, de esa forma, no tendrás que visitarla tú sola. – añadió Najimi. – Entonces ¿qué dices?
Shouko gradualmente dejó de temblar. Tener a Najimi y a Trucy allí la hacía sentirse menos aprehensiva con la idea. Adicionalmente, tenía tanta curiosidad por saber lo que Yamai tenía que decir sobre el incidente como todos los demás en la sala. Luego de considerar un poco más la idea, les asintió con aprobación.
– ¡Excelente! – Najimi se emocionó. – ¡Veamos si podemos convencer al Detective Fulbright que nos ayude a contactar al padre de Ren y que nos deje visitar a su hija! – exclamó mientras llevaba al grupo hacia donde estaba el detective.
»¡Disculpe, Detective! ¿Será que hay alguna forma de convencerlo de que nos deje ver a nuestra amiga Ren en el hospital? – preguntó Najimi directamente, tratando de dar una sonrisa inocente.
– Como les dije antes, eso depende de su padre. El Sr. Yamai es quien decide si alguien puede o no visitar a su hija Ren. – replicó Fulbright replied, ajustándose sus gafas.
– ¿Cómo es que alguien tan ocupado como él lleva registro de eso? Seguramente, considerando su posición como Presidente de Yamai Holdings, estaría demasiado ocupado manejando su conglomerado para estar al tanto de esas cosas. – señaló Trucy, cruzando los brazos pensativa.
– Eres muy astuta, Srta. Wright. Por lo que he escuchado, el Sr. Yamai pasa cada momento de sus horas despierto manejando Yamai Holdings. Incluso en las raras ocasiones en las que pasa tiempo con su hija Ren en persona, siempre está al teléfono o en la computadora haciendo trabajo. – explicó Fulbright.
Trucy no pudo evitar sentirse algo mal por Ren, a quien le faltaba una figura paterna en su vida. Por lo que sonaba, el Sr. Yamai parecía sólo cuidar de su hija desde un punto de vista financiero, pero nunca de manera paternal. Eso hacía que Trucy se sintiera agradecida de tener a Phoenix como su papá; aunque no fuera perfecto, siempre estaba allí para ella durante los puntos más bajos de su vida.
– Si ese es el caso, ¿quién se ocupa de estar al tanto de la gente que visita a Ren? – preguntó Najimi.
– Si realmente quieren saberlo... – dijo Fulbright mientras se ajustaba las gafas. – El hombre que supervisa estas cosas es su asistente y mano derecha, Junichi Asano. Fue él quien me dijo sobre las restricciones que el Sr. Yamai había colocado sobre los visitantes para su hija. Pero no dejen que su relativamente joven edad les engañe. En teoría, el hombre tiene muchos talentos y es capaz de cumplir con cualquier rol en la corporación que se requiera.
– ¡Pues contáctelo! Dígale que queremos hacer una visita. – pidió Najimi.
– Lo haría, pero estaría perdiendo el tiempo de ambos. Por mis experiencias lidiando con él, el Sr. Asano y el Sr. Yamai odian perder su tiempo por cualquier razón. – suspiró Fulbright.
Al oír este intercambio, Shouko se armó de valor y escribió un mensaje. Sabía que a pesar de sus miedos, necesitaban la declaración de Yamai, y ella era quizás la única que podría convencerlos de darles permiso de visitas. Luego de terminar de escribir, le enseñó el mensaje a Fulbright para que lo leyera.
[Realmente estoy muy preocupada por mi amiga Ren. ¿Podría por favor intentar conseguirnos permiso para verla? ¡Estoy segura que ella también desea verme a mí!]
El detective leyó el mensaje. – M-mira, aprecio las circunstancias, y entiendo de dónde vienes, pero...
– Pero nada. Realmente queremos ver a nuestra amiga. Concédale su petición y hable con el Sr. Asano por nosotros. Si no resulta, le prometo que ya no lo vamos a molestar más. – suplicó Najimi.
– Hmm... – Fulbright pasó un momento pensando las cosas. – De acuerdo, contactaré al Sr. Asano en cuanto pueda. Y les haré saber los detalles. Pero no puedo prometerles nada, y lo más probable es que su respuesta sea no, ya que ninguno de ustedes son parientes de los Yamai.
– ¡Muy bien! ¡Gracias, Detective Fulbright, usted es un verdadero amigo! – sonrió Najimi.
Entretanto, Phoenix se encontraba marcando el número de Apollo, luego de enterarse por boca de Trucy que había vuelto hoy de su juicio victorioso.
< Hola, Sr. Wright.>
– Hola, Apollo. Ya me contaron sobre tu juicio de hoy. Lamento los resultados, pero seguro a la próxima lo conseguirás. Después de todo, incluso el Sr. Payne necesita algunas victorias a cada tanto.
< Umm, Sr. Wright, no sé qué le dijo Trucy, pero en realidad yo gané el juicio hoy. De hecho, volví antes del almuerzo.>
– Por supuesto que lo hiciste, sólo estaba bromeando. No dudé de ti ni por un segundo. Bueno, tal vez uno o dos, pero eso no es ni aquí ni allá... – Phoenix se rio un poco mientras escuchaba un suspiro al otro lado de la línea. Sin importar cuan profesional intentara actuar, incluso Phoenix no podía evitar meterse con Apollo de vez en cuando, especialmente con lo fácil que era de avergonzar. – Como sea, ¡buen trabajo hoy! Manejar un juicio por tu cuenta no es tarea sencilla, incluso contra Winston Payne.
< Sí, gracias, Sr. Wright.>
– Volveremos a la oficina en unas cuantas horas, y quisiera pedirte que nos hagas algunos favores mientras regresamos.
< ¡Claro! ¿Qué necesitan? >
– Primero, quisiera que busques la dirección de Itsuki Honshoku. Es un profesional de informática que estuvo en la escena del crimen el día del incidente, aunque no hemos tenido oportunidad de conocerlo en persona.
< ¡Entendido! ¿Alguna otra cosa? >
– Cuando hayas terminado con eso, quisiera que investigues sobre incidentes que hayan ocurrido en la Preparatoria Itan donde se haya requerido intervención policíaca.
< Puedo hacerlo, sin problemas.>
– Gracias; me alegro de poder contar contigo.
< Hablando de eso, ¿cómo marcha la investigación? >
– Bueno...
Durante la conversación, Najimi de repente gritó: – ¡Entonces voy a ir a revisarlo! – Y salió corriendo fuera de la sala hacia las escaleras.
– ¡Hey! ¡Espera, todavía no terminamos aquí! – le gritó Athena mientras corría detrás, y Shouko la seguía, confusa sobre lo que estaba pasando.
– Hey Apollo, tengo que colgar; algo está pasando aquí. Te veré en la oficina, cuídate.
< Usted también, Sr. Wright." >
*Click*
Cuando Phoenix terminó la llamada, Najimi, Athena y Shouko habían abandonado la sala, dejando atrás a Trucy y a un muy confundido Fulbright.
– Umm, Trucy. ¿Qué acaba de suceder? – preguntó Phoenix, que estaba tan confuso como el detective que se rascaba la cabeza.
– Najimi preguntó a dónde llevaba el sótano, y le dijeron que al otro lado de la escuela. Luego preguntó si alguien había investigado allí, y cuando Fulbright respondió que no, inmediatamente fue corriendo a revisarlo, y Athena y Shouko fueron detrás. – replicó Trucy, cruzando los brazos.
(«No me sorprenderé si después regresan con malas noticias y un chichón en sus cabezas por el abanico de Gorimi...») pensó Phoenix para sí mismo. – Bueno, gracias por quedarte, todavía queda una cosa más por investigar aquí.
– ¿Y qué cosa es? – preguntó Trucy.
– Quiero rociar algo de luminol en el área de la computadora. Luego que Shouko encontró esas huellas digitales, no puedo sacudirme la sensación de que podría haber manchas de sangre que podrían haber sido borradas en ese lugar. – señaló Phoenix.
– Oooh, ¿puedo hacerlo yo, por favor? – Sus ojos se iluminaron, y su padre no pudo evitar soltar una risita ante el entusiasmo de su hija.
– Je, adelante, todo tuyo.
– ¡Gracias, papá! – Trucy se puso a saltar felizmente antes de colocarse las gafas y ponerse a trabajar con la botella de luminol de su padre.
( «Tengo unos buenos chicos de mi lado...» ) pensó Phoenix con una sonrisa, mientras pensaba en Trucy, Athena y Apollo.
27 de septiembre
Pasillo del segundo pisto – Preparatoria Itan
– ¡Nada de correr en la biblioteca o los pasillos! ¡Un strike más y se larga de aquí, Srta. Cykes!
Gorimi acababa de terminar de golpear a Athena y Shouko en la cabeza con su abanico, por haber corrido en la biblioteca mientras perseguían a Najimi. Luego de regañar a las dos chicas, se dio la vuelta y regresó a la biblioteca, dejando a Athena sobándose el bulto en su cabeza.
– ¡Ayyy! ¿Cómo es que un abanico de papel duele tanto? – se quejó.
Shouko se encogió de hombros. Estaba tan confundida como Athena, pero no le molestaba tanto. Le recordó cuando Hitohito, Najimi y ella estaban estudiando en la biblioteca juntos para los exámenes, y a Najimi le dio por ponerse a jugar en vez de estudiar. En última instancia, terminaron jugando un juego improvisado de Jungle cuya torre colapsó haciendo mucho ruido. Aunque recibió un golpe con el abanico por ello, fue muy divertido y era un bonito recuerdo para ella.
– Parece que a ti también te dio duro. ¿Estás bien? – preguntó Athena, a lo que Shouko asintió. – Qué bueno.
Athena miró a su alrededor. Todavía estaban en el segundo piso, afuera de varias aulas de clase, y Najimi se había perdido totalmente de vista. Ella supuso que Najimi probablemente ya habría llegado al pasillo del primer piso, y estaba buscando el lugar donde estaba la otra entrada al pasillo del sótano. Decidió que sería mejor bajar el ritmo para mantenerse al tanto de su entorno.
[Gracias por hacer todo esto por Hitohito.] le escribió Shouko a Athena.
– ¿Por qué? ¿Te refieres a defenderlo? – le preguntó, y Shouko asintió. – ¡Ah, claro! Por supuesto. No hay forma de que vaya a darle la espalda, especialmente luego de que me ayudó ayer y de ver cómo estaba sufriendo en el centro de detención...
Ambas, Athena y Shouko, pensaron en lo miserable que se veía Hitohito en el centro de detención, como si hubiese perdido las ganas de vivir. Lágrimas comenzaron a formarse en los ojos de Shouko; no podía entender por qué dijo que su caso estaba perdido y por qué estaba listo para decirle adiós, casi como si estuviera tratando de alejarla tanto a ella y a todos los demás que se preocupaban por él. Ni siquiera podía imaginar cuánto tiempo debía haberse sentido así; sin duda el reciente arresto empeoró las cosas, pero ¿cuánto tiempo llevaba Hitohito deprimido, y qué podría haberlo causado?
– Perdón si te molesté cuando lo mencioné... – dijo Athena con algo de remordimiento.
[Está bien, pero no sé qué podría haber causado que quisiera decirme adiós. ¿Acaso cree que soy una amiga horrible?] Lágrimas empezaron a fluir por las mejillas de Shouko.
– No, claro que no. Admito que te conozco desde hace menos de un día, pero puedo decir con confianza que él no piensa que eres una amiga horrible. Por lo que he visto, eres muy amable, dulce, y te esfuerzas por ayudar; cualquiera se sentiría afortunado de considerarte su amiga. Eso lo demostraste especialmente cuando me ayudaste a buscar las huellas digitales en la escena del crimen. Creo firmemente que Hitohito se siente igual que yo, y sé que, en su corazón, él realmente no quiere decirte adiós. – explicó Athena.
[Me siento feliz de que digas eso. También me alegro de que Hitohito no piense que soy una amiga terrible. Sin embargo, ¿a qué te referías cuando dijiste "sé que en su corazón él realmente no quiere decirte adiós"?] escribió de nuevo, sonrojada ligeramente por los cumplidos que le dio Athena.
– Bueno, me alegro que aprecies estas cosas, porque es verdad. En cuanto a lo último... ¿cómo te lo explico? – le dijo, intentando pensar en una frase para explicarle su poder de una manera que no sonara demasiado increíble. – Espero que esto no te suene demasiado raro para que lo creas, pero yo puedo oír y leer las emociones en los corazones de la gente cuando hablan. Sé exactamente qué emociones está sintiendo una persona en ese momento, sin importar que intenten aparentar otra cosa o si tratan de ocultarlo. Por ejemplo, si una persona parece feliz cuando habla, pero en realidad está triste, puedo detectar su tristeza. Y si una persona tiene miedo incluso aunque aparenta estar estoica, también puedo detectarlo. Puedo incluso detectar emociones que ocurren al mismo tiempo, así que, si por ejemplo alguien siente una mezcla de tristeza, rabia y sorpresa, puedo detectarlas todas simultáneamente.
Shouko parpadeó y se quedó mirando a la abogada. La habilidad de Athena sonaba muy similar a la habilidad de Hitohito para leer la situación, e igual de fascinante. Sin embargo, también tomó nota de su capacidad para detectar emociones en las voces de las personas.
– Espero que esto no suene demasiado increíble para ti. – señaló Athena, pensando que la mirada de Shouko era incredulidad.
Sin embargo, la chica negó con la cabeza. Ella creía cada palabra que dijo la abogada, sin cuestionarla. Cosas mucho más extrañas ocurrían en su escuela a diario, después de todo.
– Qué bueno. Ese poder es como supe que Hitohito no quería decirte adiós, porque el pensamiento de estar lejos de ti le causa un gran dolor. Sé que aún quiere ser tu amigo, pero algo o alguien le está obligando a decir lo contrario. No sé lo que podría ser, pero te lo prometo, como psicóloga analítica y como abogada, ¡que llegaré al fondo de todo esto! – declaró Athena, golpeándose la palma con el puño llena de determinación.
Shouko derramó más lágrimas, aunque esta vez, eran lágrimas de felicidad. Estaba feliz de ver a Athena tan comprometida con ayudar a su mejor amigo, y esperaba que su habilidad, combinada con su dedicación, le ayudara a Hitohito volviera a ser tan amable y alegre como siempre.
[Gracias por ayudar a Hitohito.] escribió Shouko, limpiándose las lágrimas de los ojos, y esforzándose lo mejor que podía para sonreírle.
Athena no pudo evitar sonreír. – Hitohito significa mucho para ti, ¿verdad?
Shouko escondió sus mejillas ruborizadas detrás de su libreta, y asintió ligeramente. Luego empezó a escribir de nuevo en ella, manteniendo su cara oculta. Tenía mucho que decir al respecto, y ya que Athena compartió un hecho personal sobre sí misma, se sintió obligada a devolver el favor.
[Hitohito fue mi primer amigo. Antes de conocerlo a él, mi familia eran las únicas personas con quienes pasaba tiempo de calidad. Debido a mi desorden de comunicación, nunca tuve amigos en la escuela primaria ni en la secundaria. Estaba muy asustada para acercarme a nadie y creí que nadie querría hacer amistad con la niña rara que nunca hablaba.]
– No es nada divertido, estar aislado de los demás, ¿verdad? – replicó Athena sombríamente.
Shouko asintió y continuó escribiendo. Le explicó todo sobre su desorden de comunicación a Athena en varias páginas. Luego que la abogada leyó todo y lo entendió, Shouko continuó donde se había quedado: cuando entró a la preparatoria.
[Cuando atravesé las puertas de la Preparatoria Itan por primera vez, creí que seguiría estando sola igual que en mis años anteriores. Y entonces conocí a Hitohito. No sólo se dio cuenta de que tenía problemas para comunicarme, sino que incluso hizo un esfuerzo para hablar conmigo. Fue la primera vez que hablé con alguien tanto. Me sentí muy feliz.]
[Después de nuestra conversación, él me preguntó cuál era mi sueño. Le dije que quería tener cien amigos. No estoy segura de por qué se lo dije en ese momento, y tuve miedo de que se riera de mí por tener un sueño tan infantil. Sin embargo, lo que me dijo cambió mi vida: ofreció ser mi primer amigo, y ayudarme a conseguir los otros noventa y nueve.]
[No pude creer lo que estaba escuchando... pero acepté su oferta, por supuesto. Cuando me fui a casa de la escuela, pasé toda la noche abrazando uno de mis peluches de gatos, llorando de felicidad. Fue el mejor día de toda mi vida: finalmente tenía un amigo, e incluso me ofreció ayudarme a encontrar aún más amigos.]
[Hitohito significa un mundo para mí. Sin él, seguiría tan sola y sin amigos como cuando estaba en primaria y secundaria. Si lo condenan, no sé qué voy a hacer. Por eso es que no quiero decirle adiós...]
– ¡No lo harás! ¡No sólo me tienes a mí, sino al resto de la Agencia polivalente de tu lado y del lado de Hitohito! ¡Nos aseguraremos de probar que es inocente! – Athena se golpeó la palma con el puño mientras sonreía para inspirarle confianza. – Hablando de Hitohito, ¿cuántos amigos has hecho desde que lo conociste, si no te importa que te pregunte?
[Catorce.]
– ¡Catorce! – exclamó Athena sorprendida. Shouko escribió nerviosamente otra entrada en su libreta.
[Sé que no son muchos, especialmente comparado con los que tienen los estudiantes más populares...]
– No, no, no, no quise decirlo de mala manera. Sólo me alegro de que finalmente hayas podido hacer algunos amigos después de haber estado sola por tanto tiempo. – Athena se corrigió nerviosamente. – Dicho eso, no deberías sentir que tienes que compararte con otros estudiantes. Catorce amigos aun así no es nada desdeñable. Y estoy segura que hay muchos otros que querrán conocerte también. Quién sabe, puede que incluso encuentres amigos muy cercanos con quienes hacer cosas como tener pijamadas o algo así.
Shouko se puso a pensar en lo que dijo Athena. Nunca pudo tener una pijamada con nadie mientras crecía debido a que no tenía amigos. Incluso ahora, no se le ocurría a nadie a quién invitar para tener una pijamada. Entre sus amigos actuales, los más cercanos eran obviamente Hitohito y Najimi. Por mucho que disfrutara de la compañía de Tadano, tenía sus dudas sobre invitar a un chico a quedarse la noche en su casa. No se le ocurrían otros amigos en su lista a quienes estaría dispuesta a preguntarles, ni siquiera a Najimi, y especialmente no querría invitar a Yamai de ninguna manera.
Mientras pensaba en esto, un crujido empezó a sonar en una papelera cercana, captando la atención de las dos chicas. Las dos fueron a levantar la tapa, y adentro se asomó una chica de cabello negro-verdoso, con el uniforme escolar de Itan, con expresión perezosa, asustándolas a ambas.
– Hmm... ¿quién es usted, señorita~? – inquirió la chica, mirando a Athena. – ¿Es una profesooooora~?
– ¿Yo? – replicó Athena, señalándose a sí misma. – Err, no, soy una abogada. – Le enseñó su distintivo para que la chica lo viera.
– ¿Una abogada? – inquirió la chica, mirando el distintivo. Pasó bastante tiempo agarrándole la solapa a Athena y estudiando el distintivo. – Si es una abogada, ¿quiere decir que alguien está en problemas? ¿Estoy yo en problemas? – preguntó inocentemente la chica luego de varios minutos de mirar el distintivo.
– Uhh, no, no estás en problemas, pero sí estoy aquí para ayudar a alguien que sí lo está. – corrigió Athena a la chica. («Wow, esta chica realmente se toma su tiempo. Me pregunto si sabrá que no hay escuela hoy.») pensó. – A propósito, sí te das cuenta que las clases están suspendidas hoy, ¿verdad?
– ¿Lo están? – La chica se quedó contemplando lo que Athena acababa de decir. – ¡Ohh~! Con razón Nee-nee y los demás no están aquí...
(«¿Nee-nee? ¿No querrá decir Nene?») pensó Athena. Fue entonces que recordó, esa chica llamada Nene Onemine le había dicho algo antes.
"Sí, pero estoy tratando de encontrar a Kaede. Otra vez anda perdida, y estoy preocupada."
(«Nene mencionó que estaba buscando a una chica con cabello negro-verdoso. ¿Será posible que esta chica sea...?») Los pensamientos de Athena se vieron interrumpidos cuando la chica miró a Shouko.
– ¡Ohh, pero Shouko está aquí! ¡Holaaaa, Shouko! – le dijo mientras le saludaba con la mano. Shouko le devolvió el saludo, con los ojos muy abiertos. – ¿Tú también te olvidaste que hoy no había escuela? – le preguntó, a lo que Shouko negó con la cabeza.
– De hecho, Shouko me está ayudando. – explicó Athena, volviendo a poner sus pensamientos de vuelta en curso. – Por cierto, mencionaste a "Nene" antes. ¿No te estarás refiriendo a "Nene Onemine", por casualidad?
Los ojos de la chica se iluminaron al instante. – ¡Sip! ¡Esa Nene~! ¡Es mi mejor amiga de todas! – dijo emocionada.
– Ya veo... si la descripción que me dio es correcta, ¿entonces tú eres Kaede Otori? – preguntó Athena. La aludida asintió.
– ¡Sip! ¡Yo soy Kaede Otori! – exclamó, haciendo una reverencia. – ¡Es un placer conocerla, Srta. Abogada!
– Un placer conocerte también. – Athena le devolvió la reverencia. – ¡Soy Athena Cykes, abogada defensora!
– Athena Cykes, hmmmmm.... – Kaede miró la ropa de la joven abogada y algunos de sus accesorios por más o menos un minuto. – Me gusta mucho tu atuendo. ¡Especialmente tu arete! – le dijo con una sonrisa cálida.
– ¡Aww, gracias! – Athena se sonrojó, mientras se agarraba su coleta tímidamente. – ¿Sabías que lo hicieron a partir de una roca que trajeron de la luna? – le informó.
– ¡Wooow! ¿Una roca de la luna? ¡Eso es reeeeeaaalmente genial! – exclamó Kaede felizmente. Incluso los ojos de Shouko también se iluminaron. Estaba igual de fascinada por el arete tanto como Kaede.
– M-muchas gracias. Me alegro mucho que les guste. – dijo Athena, juntando las manos y sonriéndoles a ambas chicas.
– ¿Crees que si voy a la luna, yo también podría conseguir un arete igual de bonito que el tuyo? – preguntó Kaede con completa sinceridad.
– Errr... en realidad, la roca la trajeron a la Tierra desde la luna, y luego la cortaron aquí. – explicó Athena, dándole una sonrisa nerviosa.
– Ohh... – replicó Kaede, aparentemente algo decepcionada al principio. Sin embargo, rápidamente recuperó su sonrisa feliz. – Tal vez yo pueda ir a la luna algún día, y conseguir una roca bonita y brillante para hacerme un arete con ella. – dijo alegremente.
(«Por suerte, esta chica no puede perderse tanto que terminaría accidentalmente en la luna... ¿verdad?») se preguntó Athena. [Kometani: Athena está subestimando de lo que Otori es capaz.]
Luego de este intercambio, Shouko de repente recordó algo y cogió su libreta.
[A propósito, Kaede, ¿por qué estás en esa papelera?] preguntó Shouko.
– ¿Estoy en una papelera? – cuestionó Kaede antes de mirar abajo por varios segundos. – ¡Ohh... jee jee~! ¡Creo que estoy en la basura! Me pregunto cómo acabé aquí.
Athena sintió que se le hundía la cara. («Wow... imagínense perderse y terminar en la basura. Ahora entiendo por qué Nene se preocupa tanto por ella...») pensó para sí misma. – B-bueno, ahí sé tanto como tú. En cualquier caso, ¿necesitas que te ayude a salir de allí? – le preguntó mientras le ofrecía la mano.
– ¡Claro! – dijo Otori mientras tomaba la mano a Athena. Shouko también extendió la suya, y entre las dos ayudaron a sacar a la chica despistada del basurero. El uniforme de Kaede tenía algo de polvo encima por estar metida en esa papelera por un largo tiempo, pero afortunadamente no había desechos de comida. Luego de sacarla, Athena recogió la basura que se salió mientras ayudaban a sacar a Kaede y empezó a meterla de vuelta. Mientras lo hacía, recogió un abanico de papel roto.
(«¿Otro abanico? ¿Será que también le pertenecía a Gorimi?») se preguntó mientras lo examinaba. La madera que sujetaba el papel estaba partida a la mitad, probablemente a causa de haber sido utilizado para golpear a alguien en la cabeza. Mientras lo examinaba, notó algunas tiras de cabello lavanda atascadas en la madera.
(«No hay duda de que esto fue utilizado para golpear a Najimi en la cabeza. ¿Pero qué está haciendo aquí?») se preguntó antes de recordar que Kaede era conocida por irse por allí y perderse si se quedaba sin vigilancia. Frenéticamente echó el abanico en la papelera y miró a donde estaba Kaede, y por suerte, aún estaba allí, siendo observada por Shouko.
– Ahora que ya saliste, ¿quisieras venir con nosotros para llevarte con Nene? – le preguntó Athena suavemente a Kaede. – Está realmente preocupada por ti.
– ¡Claro! ¡Espero que ella esté bien también! – replicó Kaede con una sonrisa.
– ¿Tienes el número de Nene, Shouko? – le preguntó Athena, a lo cual Shouko asintió y sacó su teléfono. – ¿Podrías decirle que ya encontramos a Kaede y preguntarle dónde podría vernos?
Shouko asintió y contactó a Nene vía mensaje de texto. Luego de terminar su conversación, le entregó su teléfono a Athena, que hacía su mejor esfuerzo para mantener un ojo sobre Kaede.
<Shouko Komi: Hola, Estoy con la Srta. Cykes ahora mismo. Encontramos a Kaede aquí en la escuela. Estaba escondida en una papelera en el segundo piso.
Nene Onemine: Muchísimas gracias, ¡qué alivio! Me alegro de que la encontraran.
Shouko Komi: ¿Dónde te gustaría que nos encontráramos?
Nene Onemine: Veámonos en el frente de la escuela. Asegúrense de mantener un ojo sobre Kaede, o podría desaparecer de nuevo.>
Athena terminó de ver el teléfono y se lo devolvió a Shouko. – ¡Gracias! – dijo para halagar a la chica callada, que asintió con gratitud. – De acuerdo, ¡vamos a reunirte con tu amiga, Kaede! – añadió mientras se golpeaba la palma con el puño.
– ¡De acuerdo! ¡Guíen el caminoooooo ~! – dijo Kaede en tono juguetón. Athena se le quedó mirando, y recordó lo que Nene escribió en su conversación de texto.
– "Asegúrense de mantener un ojo sobre Kaede, o podría desaparecer de nuevo."
– Hey, Kaede. – dijo extendiéndole la mano. – No quiero que vuelvas a perderte. ¿Quieres tomarme de la mano?
– Hmm... – Kaede se tomó unos momentos para pensarlo. Al menos, Athena asumió que debía estar pensando; era muy difícil saber qué podría estar pasando por su cabeza. – ¡Está bien!
Kaede finalmente agarró a Athena de la mano y permitió que la abogada defensora la escoltara hasta su amiga, con Shouko siguiéndolas. Por el camino le envió un mensaje a Trucy para informarle de sus planes. («Probablemente sea buena idea hacerles saber a dónde vamos, por si acaso terminan dando vueltas por la escuela buscándonos...»)
27 de septiembre, 3:00 PM
Archivos de la biblioteca – Preparatoria Itan
Mientras Athena y Shouko iban a buscar a Najimi, Trucy, que llevaba un par de gafas con lentes rojas, estaba ocupada examinando la escena del crimen con el spray de luminol de su padre. En su mayor parte, aparte de la escritura con sangre, no hubo más reacciones donde encontraron el cuerpo de Yamai. Sin embargo, cuando empezó a rociar cerca del escritorio de la computadora, encontró una reacción en el piso.
– ¡Hey, papá! ¡Mira esto! ¡Conseguí una reacción aquí! – lo llamó Trucy. Phoenix cogió otro par de gafas de su kit y se apresuró a donde estaba su hija, deteniéndose solamente cuando su hija alargó la mano para que no fuera a pisar accidentalmente el lugar donde encontró la reacción, a la cual apuntó de inmediato. – ¿Lo ves? ¡Está justo aquí!
Phoenix examinó el punto azul brillante en el suelo que Trucy acababa de descubrir. Parecía una pequeña gota de lo que asumió era una gota de sangre, excepto que estaba borroneada, como si alguien hubiera tratado de limpiarla deprisa.
– ¡Buen trabajo, Trucy! – le dijo a su hija, dándole una palmadita afectuosa en la espalda.
– ¡Gracias, papá! – Ella le devolvió la sonrisa. – Aunque me pregunto por qué hay sangre aquí también. ¿No se supone que la encontraron allá? – Señaló hacia donde dibujaron la silueta de tiza.
– Bueno, si esto es sangre en el suelo, entonces no es una cantidad muy grande. Me imagino que luego de que el culpable golpeó a Yamai, algo de sangre fresca que quedó en el arma debe haber caído al suelo, y el culpable trató de cubrir este hecho rápidamente al darse cuenta. – teorizó Phoenix.
– Si ese es el caso, ¿eso significa que Yamai en realidad fue atacada en el escritorio de la computadora? – preguntó Trucy.
– Es una posibilidad. – replicó él.
– ¡Bueno, seguiré buscando más reacciones! – exclamó ella antes de irse con el spray de luminol.
– ¡Buena suerte! – le dijo Phoenix mientras tomaba su libreta de notas. («Quizás deba tomar nota de esta reacción e informarle a Athena en cuanto nos reunamos.») pensó mientras anotaba sobre la reacción de luminol.
– ¡Usted y sus subordinados parecen estar trabajando muy duro, en nombre de la justicia! – exclamó Fulbright detrás de Phoenix.
– ¡Aaah! – Phoenix se sobresaltó, sorprendido. («¡Me olvidé que todavía seguía aquí!») – ¡Uhh, sí! ¡Totalmente! Queremos ayudar a nuestro cliente después de todo. – le dijo con una sonrisa nerviosa.
– ¡Ah, jajajaja! Perdón por eso, no fue mi intención asustarlo. – se rio el detective.
(«Y aun así lo hizo. Lo juro, a pesar de su presencia, este tipo a veces parece un fantasma...») pensó Phoenix sudando frío. Luego levantó la mirada de nuevo para ver que el detective había adoptado una expresión más seria.
– En cualquier caso, me alegra que ustedes estén trabajando duro, aunque no puedo evitar preguntarme si no están simplemente dando falsas esperanzas...
– ¿Falsas esperanzas? – Phoenix levantó una ceja y cruzó los brazos. – Mire, si este es otro intento para hacernos darnos por vencidos con nuestro cliente, entonces puede ahorrárselo. No llegué hasta donde estoy dudando de mis clientes cuando información inconveniente sale a la luz, y no planeo darme por vencido ahora. Sé que Athena también siente lo mismo.
– Lo entiendo. En serio lo entiendo. – Fulbright se ajustó sus gafas. – ¿Recuerda cuando mencioné que teníamos razones para haber arrestado a Tadano antes? Bueno, había una razón aún más significativa por la que presentamos cargos por agresión. No quise mencionarlo delante de sus amigos ya que realmente no deseaba romperles el corazón, pero ahora que no están aquí, puedo decírselo: Tadano confesó el crimen.
– ¡¿Hizo QUÉEEEEEEE?! – Phoenix se quedó en shock. Tenía el presentimiento de que Hitohito estaba planeando confesar, considerando cómo intentaba alejar a todos y se rehusaba a recibir ayuda legal, pero aun así le conmocionó escuchar a Fulbright admitirlo abiertamente. – E-esa es una declaración enorme, pero no estoy seguro si creerle. Usted podría estar simplemente diciendo eso para desmotivarnos. – Le apuntó con el dedo al detective.
– Desearía que así fuera, pero a diferencia de usted, Sr. Wright, yo no hago declaraciones sin evidencia que las respalde. – El detective sonrió y sacó una copia de una nota escrita para que Phoenix la leyera.
[Confieso ser el individuo que agredió a Ren Yamai en los archivos de la biblioteca el día 26 de septiembre.
Hitohito Tadano]
La nota era muy simple y no contenía nada excepto una completa admisión de sus acciones. Sin embargo, la firma al pie del papel indicaba que sí fue Hitohito quien escribió y firmó esta confesión.
(«No estaba mintiendo. En verdad confesó. Bueno, esto sin duda nos va a complicar un poco más las cosas...») pensó para sí mismo.
– Siéntase libre de conservar eso; tengo suficients copias. – dijo Fulbright antes de reírse a carcajadas.
Phoenix no pudo más que adoptar una expresión exasperada. («Por favor díganme que guardar copias de una nota de confesión en tu persona para desmoralizar a los abogados de la oposición no es el nuevo procedimiento estándar en el departamento de policía notes, y que sólo es una peculiaridad suya...»)
– Bueno, yo tengo que irme, así que esto significa que ustedes también tienen que salir. ¡Buena suerte, y en la justicia confiamos! – El detective dio un último saludo antes de subir las escaleras, dejando a un perplejo Phoenix con la confesión en las manos.
– Hey papá, acabo de terminar de investigar, y no encontré más reacciones de luminol. – exclamó Trucy antes de ver a su padre mirando hacia la salida. Preocupada, le puso la mano en la espalda. – ¿Papá, estás bien?
La mano saco a Phoenix de su trance. Metió la nota dentro del bolsillo de su chaqueta. – Ohh, sí, perdón por eso. Gracias por hacer esto por mí. Fulbright dijo que tenemos que salir, así que vamos a reunirnos con Najimi. Hay algo de lo que necesito hablarle.
– ¿Ohh? ¿Y eso qué sería? – preguntó Trucy.
– Lo sabrás cuando nos veamos. Por ahora, vamos arriba. – replicó Phoenix.
Trucy tuvo curiosidad sobre de qué sería la nota que su padre estaba sosteniendo. Quería preguntarle al respecto, pero se imaginó que no le respondería de inmediato. Además, supuso que hablarían de eso cuando encontraran a Najimi.
Entretanto, Phoenix pensó un poco más sobre la confesión que Hitohito habría escrito.
(«Tengo la sensación de que esto me ayudará a romper esos Psico-candados que vi en Najimi antes. Sin duda que debe habérselo confesado verbalmente a Najimi, y no quería que yo lo supiera por alguna razón. Esta no es la primera vez que he tenido que lidiar con un cliente que confesó un crimen que supuestamente había cometido, pero sin duda esto nos dará una batalla cuesta arriba en la corte mañana. Espero que Athena sea capaz de manejarlo...»)
27 de septiembre
Biblioteca – Preparatoria Itan
El sol de la tarde brillaba por las ventanas de la biblioteca mientras Phoenix y Trucy emergían del gélido sótano. Quedaban menos policías que antes, pero Gorimi seguía presente, manteniendo su ojo vigilante. Sostenía su abanico con una mano mientras deslizaba sus dedos por él con la otra, mientras sus ojos escudriñaban la sala en busca de gente que causara problemas con los que tuviera que lidiar. Phoenix y Trucy sabiamente decidieron abandonar la librería e ir al pasillo antes que la bibliotecaria decidiera que ellos estaban causando problemas por una razón u otra.
Cuando llegaron al pasillo, vieron a Najimi caminando hacia ellos, con la cabeza gacha.
– ¡Hey, Najimi! ¿Tuviste suerte? – llamó Phoenix, caminando hacia del estudiante andrógino de pelo lavanda.
– ¡Cerrado! – replicó Najimi con un suspiro. Phoenix negó con la cabeza.
– Bueno, ¿qué esperabas? Si un extremo de ese pasillo estaba cerrado, dudo mucho que fueran tan descuidados como para dejar abierto el otro. – replicó el abogado.
Najimi se puso a juguetear con un mechón de su cabello en el dedo. – Para ser honestos, esperaba que lo hubieran hecho. Pensé en dar un vistazo ya que la policía no se molestó en ir allá. Hay que revisar cada rincón y grieta, ¿no? – les dijo, antes de mirar entre ambos. – ¿Dónde están Shouko y Athena, por cierto?
– Te estaban persiguiendo. Saliste corriendo sin avisar. – replicó Trucy.
– ¡Pues vamos tras ellas! – Najimi empezó a correr, pero Phoenix le puso una mano en el hombro, haciéndole detenerse en seco.
– Deberíamos esperar aquí. Sin duda que nos estarán buscando también, y será más fácil que nos encuentren si no estamos dando vueltas por la escuela. – declaró Phoenix.
– Sí, supongo que tienes razón, Nick... – suspiró Najimi como respuesta.
– Les enviaré un mensaje de texto para que sepan dónde estamos. – ofreció Trucy para ayudarles, y sacó su teléfono.
– ¡Gracias, Trucy! – replicó Phoenix. Luego sintió que su magatama empezaba a temblar en su bolsillo. – Mientras esperamos, tengo algunas preguntas para ti, Najimi.
– ¿Hmm? – Najimi miró a Phoenix con una ceja levantada. Phoenix entonces sacó la pequeña roca verde de su bolsillo.
El mundo otra vez se puso negro alrededor de Phoenix, dejándolos sólo a él y a Najimi enfrentándose entre ellos. Las cadenas que vio antes y formaban una barrera entre ambos regresaron, al igual que los dos candados rojos. Miró fijamente al estudiante andrógino con una expresión de determinación en sus ojos.
– Quisiera revisitar una conversación que tuvimos antes, Najimi. – dijo Phoenix, iniciando la confrontación.
– ¿Q-qué quieres decir? ¿Y por qué me miras de ese modo, Nick? – replicó Najimi, con una actitud inusualmente nerviosa. Sus ojos iban de aquí para allá. – ¿Nick? ¡Sr. Wright! ¡Me estás asustando!
– Me disculpo, esa no es mi intención. – replicó Phoenix, sin desviar la mirada. – Sin embargo, quiero saber: ¿cómo fue que supiste que Hitohito fue arrestado?
– C-c-como dije antes... – Najimi empezó a tartamudear – ... alguien en el departamento de policía me lo dijo. ¡El padre de uno de mis amigos de la infancia!
– ¿No dijiste antes que fue uno de tus amigos de la escuela? – Phoenix arqueó una ceja.
– ¿E-e-e-eso dije? – Najimi empezaba a sudar a chorros. – Yo... bueno, eso es... quise decir que yo... el amigo de la escuela... me lo dijo a través de alguien que trabaja en el departamento de policía.
Phoenix entrecerró los ojos mientras miraba a Najimi.
– Hmm, bueno, sí te creo cuando dices que fue uno de tus amigos de la escuela... porque sé exactamente quién te lo dijo... – Phoenix entonces apuntó con el dedo directo hacia Najimi. – La persona que te dijo que Hitohito fue arrestado... fue el propio Hitohito, ¿verdad?
Najimi se sobresaltó del shock. – ¿Cómo lo supiste? – exclamó. Al hacerlo, uno de los Psico-candados de hizo añicos.
(«¡Tal como pensé! Estaba en lo correcto...») murmuró Phoenix para sí mismo. Procedió entonces a explicar. – Es muy simple... ¿quién sería más probable que te informara que uno de tus amigos fue arrestado, que ese mismo amigo en persona?
– Supongo que eso tiene sentido... – replicó Najimi. – Pero Hitohito es más cercano con Shouko. Uno pensaría que le habría informado a ella en vez de a mí...
– Quizás Hitohito no quería romperle el corazón a Shouko, pero se imaginó que tú serías capaz de manejar la verdad. De cualquier manera, no puedo estar seguro de por qué Hitohito eligió informarte a ti sobre su arresto, y su confesión posterior. Sólo que lo hizo. – explicó Phoenix mientras cruzaba los brazos.
– De acuerdo, entonces Hitohito me lo contó. ¿Pero qué con eso? ¿Por qué importa que haya sido él quien me dijo que había sido arrestado? Lo único que importa es que me lo dijo, y por eso fue que solicité sus servicios para defenderlo. – Najimi pareció recobrar la compostura. Sin embargo, Phoenix mantuvo su determinación.
– En efecto, ¿por qué? Honestamente, en circunstancias normales no me importaría quién te lo dijo. Sin embargo, el hecho de que trataste de ocultarme ese hecho indica que tendría que haber una razón para ocultármelo. ¡Y sé cuál es esa razón!
– ¿Razón? ¡No estaba intentando ocultarte nada, Nick! – dijo Najimi casi suplicando. – Como sea, eso no importa en este momento. ¡Lo que importa es que tenemos que ayudar a Hitohito!
– Estoy de acuerdo... – replicó Phoenix. – Por eso necesito que me hables con honestidad. ¿Acaso la razón por la que no quisiste decirme quién te dijo sobre el arresto de Hitohito está relacionada con esta nota? – Sacó la nota de la confesión firmada de Hitohito y se la entregó a Najimi. – Esta es una confesión escrita y firmada por el mismo Hitohito. Creo que podría haberte dicho algo similar por teléfono cuando te llamó, y creíste que si yo me enteraba de esto, ni siquiera haría el intento de ayudarlo. ¿Estoy en lo correcto?
Najimi miró la nota, y colapsó de rodillas ante la derrota. – Entonces no estaba bromeando sobre esto, ¿eh? De verdad piensa que lo hizo, y hasta firmó una confesión...
Con un suspiro, dejó caer los brazos hacia sus costados, y el segundo Psico-candado se rompió, haciendo que las cadenas que los rodeaban se retrajeran. El vacío negro que los rodeaba dio paso de vuelta al familiar pasillo afuera de la biblioteca de la Preparatoria Itan.
*¡DESBLOQUEO EXITOSO!*
Phoenix se acercó a Najimi, que seguía con la cabeza gacha, y le ofreció una mano. – Está bien. Quiero ayudarlos tanto a ti como a tu amigo, pero necesito que me hables con honestidad. La razón por la que no me dijiste quién te contactó sobre el arresto de Hitohito, ¿fue porque él mismo te lo confesó por teléfono?
Najimi aceptó la mano y Phoenix le ayudó a ponerse de pie. – Sí... como dije antes, lo había estado buscando desde aquella tarde cuando no regresó después del almuerzo. Sabía que había dicho que iría a recostarse, pero me imaginé que sería sólo por un rato. Me preocupé demasiado toda la tarde, y más todavía cuando llegó la policía y él todavía no había regresado. Asumí lo peor...
– ¿Qué quieres decir con que asumiste lo peor? – preguntó Trucy, cruzando los brazos pensativa.
– No lo sé. Que quizás lo habrían secuestrado, o algo peor... – replicó Najimi, jugueteando con el dobladillo de su falda nerviosamente.
(«¿Será idea mía, o Najimi acaba de decir esa última oración como si ya hubiera ocurrido antes...?») pensó Phoenix. – Entonces, ¿cuándo fue que supiste lo que le sucedió a Hitohito?
– Fue alrededor de... creo que por las 7-8 pm que recibí la llamada de Hitohito. Me dijo que estaba en la estación de policía y que fue arrestado por haber agredido a Ren. Yo le dije que tenía que haber un malentendido, ya que el Hitohito que conozco nunca lastimaría ni a una mosca. – Lágrimas empezaron a chorrear por las mejillas de Najimi, y la voz se le quebraba mientras contaba la historia.
– Tómate tu tiempo... – Trucy le puso una mano en la espalda a Najimi, frotándole suavemente para tratar de reconfortarle. Najimi respiró profundamente. Incluso el sólo recordar la historia le resultaba doloroso, ni hablar de tener que contarla de nuevo.
– Ok... ya estoy bien... – Najimi recobró la compostura. – Perdón... es sólo que...
– Te entiendo. – replicó Phoenix en tono cálido. – Estoy aquí para ayudarte.
– Gracias... – Najimi se apoyó contra la pared para descansar. – Cuando le dije que tenía que haber un malentendido, él me dijo que no lo había, y que realmente sí lo había hecho. Me dijo que le confesó a la policía que él era el responsable del crimen. También me dijo que... que no debería preocuparme por él, porque... su caso no tenía salvación, y que... y que... – Parecía que estaba al borde de sufrir un colapso. – Que cuidara de Shouko mientras él estuviera en prisión.
Se desplomó en el suelo y empezó a llorar. Trucy cogió el brazo de Najimi y se lo echó al hombro antes que terminara de colapsar, mientras Phoenix le agarraba el otro y ayudaba a su hija para sostenerle juntos, llevándole a una banca para que pudiera sentarse.
Luego de poner a Najimi en la banca, Phoenix y Trucy se sentaron a ambos lados, mientras Trucy le ponía una mano en la espalda. Najimi enterró su cabeza entre las manos y siguió llorando. – Lo siento... no les dije esto porque tuve miedo... de que si sabían que él había confesado... no aceptarían defenderlo...
Al decir estas palabras simplemente se dejó ir en sollozos. Trucy hizo lo mejor que pudo para reconfortar a Najimi frotándole la espalda.
– No tienes nada por qué disculparte. Tenías miedo por tu amigo, y querías ayudarlo. – le dijo Trucy a Najimi, deslizando su mano por la espalda.
(«Debió ser una sensación horrible para Najimi, que alguien tan cercano fuese arrestado, confesara a pesar de ser inocente, y luego intentara alejar a todos los que intentaban ayudarlo. Me recuerda a ese caso de hace diez años, cuando defendí a la fiscal general de ese entonces por petición de su hermana menor. Con suerte, también podré ayudar a Najimi como lo hice con ella...») pensó Phoenix para sí mismo, mientras Trucy seguía intentando reconfortar a Najimi. – Él es un amigo muy cercano para ti, ¿verdad?
Najimi se limpió unas pocas lágrimas. – Sí, aunque no es que recientemente lo haya tratado como se merece un amigo. Incluso con la cantidad de amigos que tengo, él es mi amigo más cercano. Si tuviera que sacrificar a todos mis amigos sólo para tenerlo a él, lo haría sin dudarlo. – dijo con una seriedad poco característica suya. – De hecho, es prácticamente como si fuera de mi familia. Desde que lo conozco, hemos pasado cada festival Obon con él y casi todas las celebraciones de Año Nuevo también.
(«¿Cada año? ¿Es que Najimi no tiene su propia familia con quién pasar el Obon?») se preguntó Phoenix. – Entiendo. ¿Tú crees que Hitohito es inocente?
– ¡Por supuesto que sí! ¡Como dije antes, Hitohito nunca lastimaría a nadie! – insistió Najimi en medio de las lágrimas.
– Eso es todo lo que quería escuchar... – replicó Phoenix con una sonrisa. Najimi lo miró con sorpresa. – Si tú crees en la inocencia de tu amigo, entonces yo también lo haré. Esta no es mi primera vez defendiendo a alguien que confesó su supuesto crimen, y dado mi historial, probablemente no será la última. A pesar de todo, y aunque sólo estaré como asistente en la defensa, yo pelearé por la inocencia de tu amigo hasta el final. ¡Y estoy seguro que Athena también!
Najimi se limpió las lágrimas como pudo. – De verdad... ¿lo dices en serio? – le preguntó.
– ¡Sip! ¡Mi papá nunca le da la espalda a alguien que necesita ayuda! – añadió Trucy con una sonrisa.
– Muchísimas gracias. – Najimi sintió que le invadía un gran alivio, y les sonrió con gratitud al abogado y a su hija. – ¡Sabía que tú eras la persona correcta a quién llamar, Nick!
Phoenix le dio unas palmaditas en la espalda a Najimi, y le ofreció la mano para ponerse de pie. – Ahora que eso ya está resuelto, ¿qué tal si vamos a reunirnos con Athena y Shouko?
– ¡Hagámoslo! – dijo Najimi, aceptando la mano y usándola para pararse.
– Justo ahora acabo de recibir un mensaje de texto de Athena. Dicen que se dirigen hacia afuera con una chica llamada Kaede Otori y que van a llevarla para que se reúna con su amiga. – les informó Trucy.
– Me alegra que hayan encontrado a la amiga de la Srta. Onemine. Muy bien, ¡vamos afuera a verlas! – replicó Phoenix, indicándoles que lo siguieran.
27 de septiembre, 3:56 PM
Afuera de la Preparatoria Itan
Athena escoltaba a Kaede por la mano fuera del edificio de la escuela, con Shouko siguiéndoles de cerca. Los ojos de Shouko miraban de aquí para allá nerviosamente; como usualmente los estudiantes solían andar por la escuela, el que ahora estuviera tan vacía le resultaba un poco escalofriante. No ayudaba el hecho de que Hitohito no estuviera a su lado para ayudarla a aliviar su ansiedad. Sólo podía esperar que se encontrara bien, o por lo menos tan bien como pudiera estar alguien en la cárcel.
El frente de la escuela estaba similarmente callado, igual que en la mañana. Al parecer había incluso menos autos de policía en el estacionamiento. Nene se encontraba esperándolas allí, tal como dijo que lo haría, y al reconocer a su amiga, empezó a agitarles la mano. – ¿Kaede? ¡Por aquí, Kaede! – les llamó.
– ¡NEE-NEEEEEE! – Kaede se soltó de la mano de Athena y corrió hacia su amiga, a una velocidad inusual para una chica como ella. Nene también salió corriendo y abrió sus brazos al llegar a ella, atrapando a su amiga en un fuerte abrazo, que Kaede le devolvió poniendo sus propios brazos alrededor de los hombros de Nene suavemente.
– Kaede, ¿dónde estuviste? ¡Me tenías preocupada todo el día! – regañó Nene a su amiga en un tono gentil pero firme.
– Lo sieeeentooo, Nee-nee, pensé que habría escuela hoy... – replicó Kaede. – Para ser sincera... yo también me preocupé por ti cuando no apareciste...
– Bueno, ¿por qué no me llamaste por teléfono cuando nadie apareció? ¡Habría venido corriendo de inmediato! – inquirió Nene.
– Bueeeeenoooooo... – Kaede empezó a pensar. – Iba a hacerlo, pero entonces noté un abanico de papel en la basura, así que fui a verlo, y entonces me metí en la papelera y... ¡me olvidéeeeeeee! Jejejeje. – Se dio un pequeño golpecito en la cabeza. Nene suspiró.
– Ohh, ¿qué voy a hacer contigo? – preguntó retóricamente. Adoraba a Kaede y su personalidad despreocupada y dulce, pero eso no le impedía causarle problemas a veces. Luego se volvió hacia Athena y Shouko. – Muchísimas gracias por encontrarla. Habría estado aquí toda la noche si no fuera por ustedes dos. Si hay algo que pueda hacer por ustedes, por favor no duden en pedírmelo.
Shouko asintió a hizo una reverencia, al igual que Athena.
– ¡No hay problema! – dijo Athena, que luego se llevó la mano al mentón pensativa. – Honestamente, en este momento lo que más estoy buscando es información.
– Ahh, sí, mencionaste que eras la abogada de Hitohito antes, ¿verdad? – preguntó Nene, a lo que Athena asintió. – Desearía poder ayudarte, pero por desgracia, ahora mismo no hay nada que se me ocurra. Estuve ocupada tratando de buscar a Kaede toda la tarde ayer. – Suspiró con una mirada algo deprimida.
– Ya veo... bueno, aprecio la intención de todos modos, y me alegra que Kaede se encuentre sana y salva contigo. – replicó Athena. («Si yo fuera Nene, consideraría muy seriamente ponerle un rastreador de GPS a Kaede ...») pensó. [Kometani: Athena está operando bajo la suposición de que Onemine no ha intentado eso antes .]
– Hablando de Kaede... – dijo Athena, antes de mirar a la chica distraída. No estaba 100% segura de que Kaede pudiera recordar mucho de nada, pero cualquier información sería de ayuda para ella en este punto. – ¿Por casualidad viste algo relacionado con Hitohito o Ren Yamai ayer mientras andabas por allí?
– ¿Hmmmmm? – La chica Otori empezó a pensar profundamente. – Buenooooo... oh, sí, ahora recuerdo, vi a Hitohito corriendo, eso creoooooo...
– ¿Eso crees? – preguntó Athena, tratando lo mejor que podía de tenerle paciencia a esta chica tan despistada. – ¿Estás segura de que fue Hitohito a quien viste?
– ¿Taaaal veeeeez? – replicó Kaede, para exasperación de Athena. – Ohh sí, ahora recuerdo. Sé que era él, porque dejó caer su teléfono. Traté de encontrarlo para devolvérselo, pero... me perdíiiii. Pero eventualmente lo encontré, y se lo devolví. Luego de eso, ¡me encontré otra vez con Nene!
– Wow... uhhh... gracias por la información, Kaede... – replicó Athena nerviosamente. («¡Esto no es bueno! Kaede también lo vio huyendo de la escena del crimen. Espero que la policía no se entere...»)
– ¡Oigan ustedes!
Una voz familiar sacó a Athena de sus pensamientos, y atrajo la atención de las cuatro chicas. Se trataba de Simon Blackquill, con el Detective Fulbright escoltándolo. Shouko inmediatamente se congeló de terror al verlo. Era el mismo hombre encadenado que vio ayer interrogando a Taida-sensei, y aquí estaba frente a ella. Tenía la sensación de que si hacía el más mínimo movimiento en falso, rompería sus cadenas y la cortaría en dos allí mismo donde estaba parada.
– No pude evitar escuchar que viste a Tadano huir de la escena del crimen. Me temo que tendré que pedirte que vengas con nosotros... – declaró Blackquill, con los brazos cruzados.
– Ummm... – Kaede empezó a pensar, pero entonces Nene se paró en frente de ella de manera protectora, y le lanzó una mirada amenazante al fiscal encadenado.
– ¿Quién es usted, y qué es lo que quiere con Kaede? – declaró Nene, desafiando a Blackquill con la mirada y colocando su brazo de manera protectora frente a su amiga.
– Mi nombre es Simon Blackquill. Soy un fiscal público, y la señorita Kaede aquí es una testigo importante para un juicio criminal. – declaró Blackquill, devolviéndole la mirada a Nene.
– Una historia muy probable, especialmente considerando que usted tiene aspecto de que acaba de escaparse de la cárcel. ¿Cómo sé que no está tratando de secuestrarla? – Nene le apuntó con el dedo.
– Entiendo tu escepticismo... – intervino Fulbright. – Pero puedo avocar por el Sr. Blackquill como un aliado de la justicia, y a pesar de su apariencia intimidante, ¡nunca caería tan bajo como para ser un villano! ¡Especialmente no en mi guardia! – Mostró orgullosamente su placa.
– Usted dice ser un aliado de la justicia, ¿pero cómo sé que no es su compañero en el crimen? – Nene miró la placa. Se veía auténtica, pero sus instintos de hermana mayor ahora estaban a toda marcha, y por todo lo que sabía, el detective vestido de blanco podría simplemente estar tratando de ganarse su confianza para entregarle a Kaede a un hombre peligroso. Su comentario al parecer ofendió a Fulbright.
– ¿Estás diciéndome que soy un detective falso y un villano disfrazado? – preguntó furioso, sacudiendo su puño.
– Estoy diciendo que no confío en ninguno de ustedes. A no ser que otros oficiales de policía confirmen su historia, ¡no les dejaré que se lleven a Kaede! – espetó ella, con una expresión igual de enojada.
– No tengo tiempo para estos juegos. O ella viene a la estación para que la interroguemos. ¡o tú tendrás que pasar la noche en una celda por obstrucción de la justicia! – gruñó Blackquill, mientras preparaba su mano como si estuviese a punto de desenvainar una espada.
– Está bien... – Athena se interpuso entre Nene y Blackquill. Pudo ver que el fiscal se estaba poniendo agitado por la actitud protectora de la estudiante, y aunque no le agradaba la idea de entregarles un testigo a la fiscalía, tampoco quería que ninguna de las dos chicas fuese arrestada por obstrucción de la justicia. – Puedo confirmar que Blackquill es un verdadero fiscal, y que Fulbright es un verdadero detective.
Nene miró a Athena y a Blackquill. Seguía sin comprender cómo o por qué un hombre de aspecto tan sospechoso como Blackquill era un fiscal, y ciertamente no se fiaba ni de él ni de su compañero detective, pero confiaba en el juicio de Athena.
– Ok, entonces... pero yo también iré con ella... – les dijo sujetando el brazo de Kaede de manera protectora.
– Hmph, como quieras. Ven acá, Srta. Kaede. En cuanto tu interrogatorio haya terminado, podrás irte a casa. – dijo Blackquill.
– ¡Muy bien! – chirrió Kaede alegremente. No tenía ni idea de que Blackquill planeaba ponerla a testificar en contra de Hitohito. Nene, por otra parte, sí se dio cuenta de inmediato.
– Lo lamento mucho... – les dijo a Athena y Shouko con tristeza. – Sólo espero que Hitohito no se enfade conmigo o con Kaede por esto.
– Está bien, lo entiendo. Estoy segura que Hitohito también lo entenderá. – replicó Athena. Shouko estaba demasiado asustada para responderle.
Antes de marcharse, los ojos de Blackquill se fijaron brevemente en Shouko, que todavía seguía congelada y temblando. Se le acercó y la miró, como si intentara procesar su apariencia.
– Hmm... no... no puede ser... – murmuró para sí mismo mientras la miraba. Algo sobre Shouko le resultaba familiar. Sin embargo, rápidamente negó con la cabeza.
Shouko se sintió aún más aterrada ahora que el hombre tenía su mirada sobre ella. Todo lo que podía hacer era tartamudear mientras Blackquill la observaba fijamente.
– ¿Qué sucede? ¿Acaso la conoce, Blackquill? – preguntó Athena, parándose cerca de Shouko.
– Absolutamente no. Fue sólo un caso de error de identidad. No tiene nada que ver contigo. Además, ¿no deberías preocuparte más por el destino de Tadano, Cykes-dono? – replicó Blackquill. Antes que ella pudiera protestar, el fiscal levantó una mano. – Vámonos, Tonto Bright, volvamos a la estación.
Fulbright obedeció y escoltó a Nene y Kaede a una patrulla de policía, que se las llevó a la estación. Athena miró a Shouko, que todavía seguía temblando.
– ¿Estás bien, Shouko?
La pregunta inmediatamente captó su atención, haciéndola mirar a Athena. Respiró profundamente unas cuantas veces para poder calmarse antes de asentir. Luego cogió su libreta.
[Ese hombre me dio mucho miedo...]
– Sí, lo sé... – replicó Athena estando de acuerdo, en un tono depresivo. – ¿Lo conocías? Él pareció reconocerte por alguna razón.
Shouko negó con la cabeza. No tenía idea de por qué Blackquill la reconocería, considerando que la primera vez que lo vio fue ayer, cuando la policía llegó a la escuela. Tal vez él también la había visto, pero no tenía idea de por qué se fijó en ella tan repentinamente.
[¿Ese hombre es el que está tratando de meter a Hitohito en prisión?] escribió.
– Es el fiscal a cargo de este caso, así que sí, está tratando de meter a Hitohito en prisión. – replicó Athena. De inmediato, y para tratar de calmarla, agregó con una sonrisa alegre: – ¡Pero yo no se lo voy a permitir, así que no te preocupes!
A pesar de lo que dijo, por dentro seguía nerviosa. No sólo Kaede vio a Hitohito salir corriendo de la escena del crimen, sino que su testimonio ahora estaba en las manos del Fiscal Blackquill. Tenía algunas ideas sobre sospechosos alternativos para el crimen, pero todavía era evidencia muy condenatoria en contra de Hitohito. Y para empeorar, Phoenix todavía no le informaba sobre su confesión.
Entretanto, los pensamientos de Shouko se desviaron hacia el Fiscal Blackquill. Era extremadamente aterrador, y además, estaba intentando que condenaran a Hitohito. De cierta forma, ella sabía que era parte de su trabajo como fiscal y que no debería tomarlo de manera personal, pero lo hacía. Ese hombre intentaba alejar a Hitohito de ella, y eso ella lo odiaba, especialmente con lo impotente que se sentía ahora al no poder detenerlo. Todo lo que podía hacer era rezar porque Athena y Phoenix pudieran salvarlo.
Había un pensamiento similar que tanto Shouko como Athena tenían en sus mentes. ¿Por qué Blackquill había reconocido a Shouko? Athena creía que tal vez tenía algo que ver con el asunto pendiente que Blackquill tenía en la escuela, pero como estaba con los labios tan cerrados respecto a eso, no lo averiguaría en un futuro cercano.
Por ahora, se concentraría en Hitohito, y una vez que Phoenix, Trucy y Najimi se reunieran con ellas, irían a visitarlo.
Esta historia continuará...
Acta del Juicio (Athena)
Perfiles:
Apollo Justice (Edad: 23): Un abogado que ha estado en la agencia desde antes que yo me uniera. Tiene una habilidad increíble para detectar mentiras a través del lenguaje corporal de la gente.
Trucy Wright (Edad: 16): La querida hija del Sr. Wright. Una aspirante a maga profesional que también es estudiante en la preparatoria Itan.
Hitohito Tadano (Edad: 15): Mi cliente. Un estudiante de primer año en la Preparatoria Itan. Es un joven amable que me ayudó a encontrar mi distintivo de abogada luego de que lo perdí.
Phoenix Wright (Edad: 34): Abogado propietario de la agencia. Le debo mucho por darme la oportunidad de convertirme en una abogada consumada.
Shouko Komi: (Edad: 15): Amiga cercana de Hitohito y su compañera de clase. Es una chica hermosa que tiene problemas para comunicarse.
Najimi Osana (Edad: 15): Estudiante de Itan que siempre tiene mucha energía, y aparentemente tanto Hitohito como Trucy son sus amigos de la infancia. Su verdadero género es un misterio.
Ren Yamai (Edad: 15): La víctima de este incidente. La hija de un hombre de negocios muy adinerado, y una persona muy desagradable en general.
Nene Onemine (Edad: 16): Una estudiante que se preocupa por los demás como una hermana mayor. Es muy amable y protectora especialmente con su compañera Kaede Otori.
Kaede Otori (Edad: 16): Una estudiante que parece siempre ser muy lenta y distraída. Le devolvió a Hitohito su teléfono perdido el día del incidente.
Bobby Fulbright (Edad: 33): El enérgico detective a cargo de este caso. A veces me hace preguntarme qué significa realmente la justicia.
Sakura Gorimi (Edad: 17): Una estudiante de segundo año, y la bibliotecaria principal. Aún puedo sentir el golpe que me dio en la cabeza con su abanico mortal.
Omoharu Nakanaka (Edad: 15): Una estudiante con síndrome de adolescencia que se hace llamar la Archimaga "Mei Karuma Van Zieks". Supuestamente vio todo el incidente.
Simon Blackquill (Edad: 28): Un fiscal y prisionero condenado a muerte. Acorde con Fulbright, tiene asuntos pendientes en la Preparatoria Itan.
Kozue Taida (Edad: 49): Profesora de la clase de Hitohito y Shouko. Es muy holgazana y le encanta aprovecharse de Hitohito para que él haga su trabajo en su lugar.
Itsuki Honshoku (Edad: 33): El experto en informática residente en Itan. Accedió a los archivos de la biblioteca el día del incidente.
Masatomo Yamai (Edad: 61): El padre de Ren Yamai (en teoría) y presidente de Yamai Holdings. Un hombre de negocios muy exitoso, pero también un fracaso como padre.
Junichi Asano (Edad: 25): La mano derecha de Masatomo Yamai. Se encarga de las tareas del día a día con las que el Sr. Yamai no puede o no quiere tomarse la molestia, como criar a su hija.
Evidencia:
Distintivo de abogada: Mi nuevo y brillante distintivo. Lo perdí brevemente, pero Hitohito me ayudó a encontrarlo.
Puertas hacia los Archivos de la Biblioteca: La entrada a los Archivos de la Biblioteca. Se requiere una identificación del personal para poder entrar.
Diagrama del sótano: Un diagrama del sótano, que muestra los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. El pasillo del sótano y la sala de servidores estaban cerrados durante el crimen.
Reporte médico de Yamai: Un reporte médico de la Clínica Hickfield para Ren Yamai. Según el reporte, fue golpeada dos veces con un objeto contundente.
Reloj antiguo: Un reloj antiguo operado con baterías usado en la agresión, cubierto con la sangre de Yamai y las huellas digitales de Hitohito. Actualmente no tiene baterías en su interior.
Escritura en sangre: Un mensaje garabateado con sangre que va hacia la mano derecha de Yamai que lee "Tadano". La huella digital de Yamai está en el mensaje.
Llave de la Sala de Servidores: La llave que abre las puertas de la sala de servidores desde los archivos de la biblioteca. Lleva una semana desaparecida.
Termostato: El dispositivo que regula la temperatura entre los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. Fue ajustado durante la hora del crimen, pero no se encontraron huellas digitales en él.
Computadora de los Archivos de la Biblioteca: Una computadora en los archivos de la biblioteca a la que Hitohito accedió por razones desconocidas. Se encontraron huellas digitales de Hitohito, Yamai, y un individuo desconocido en el teclado y el ratón.
Historial de inicio de sesión: Un registro de quién inició sesión en la computadora de los archivos de la biblioteca. El día del crimen, Itsuki Honshoku accedió a la computadora a las 9:15 AM y Hitohito Tadano a las 1:15 PM.
Huellas en el escritorio: Huellas de manos encontradas en el escritorio de la computadora. Análisis indica que pertenecen a Ren Yamai.
Abanico de papel: Un abanico de papel roto que se encontró en una papelera, afuera de un aula del segundo piso. Parece tener algunos cabellos color lavanda enredados.
Mancha de sangre borrada: Una mancha de sangre revelada con prueba de luminol en el piso junto al escritorio de la computadora. Parece que fue borrada muy deprisa.
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