Capítulo 6: Es sólo una investigación de la escena del crimen
27 de septiembre, 12:15 AM
Archivos de la biblioteca – Preparatoria Itan
Najimi guio a los dos abogados, Athena y Phoenix, por las muñecas mientras bajaban por las escaleras. El piso brillante de madera de la biblioteca dio paso a un área de aspecto más serio e industrial, con paredes grises y piso de concreto. La luz del sol que entraba por las ventanas de la biblioteca fue reemplazada por lámparas incandescentes que iluminaban las escaleras.
Cuando finalmente llegaron al fondo, los tres se encontraron con una habitación vacía con puertas dobles en dos de las paredes. Una estaba a la derecha, mientras que la otra estaba directo frente a ellos. Aunque las puertas a mano derecha estaban cerradas, las del frente se mantenían abiertas con unos bloqueadores de goma, lo que les permitió vislumbrar ligeramente algunos estantes de almacenamiento adentro.
Mientras se dirigían hacia la puerta abierta, los tres de pronto sintieron una corriente de aire frío, provocando que tiritaran un poco.
– Brr... Hitohito no estaba bromeando cuando dijo que hacía frío aquí. – comentó Phoenix, intentando cerrarse su saco en un vano intento por mantener el calor.
– ¡Puedes decirlo de nuevo, Nick! Si hubiera sabido que estaríamos metiéndonos en el Polo Norte aquí abajo, me habría puesto mi uniforme de invierno. – añadió Najimi, temblando de manera similar a Phoenix.
– ¡Vamos, chicos! ¡No está tan frío! ¡Además, Hitohito cuenta con nosotros, así que no podemos dejar que algo como un poco de frio nos detenga! – dijo Athena cerrando los puños. Estaba esforzándose lo más que podía para poner un rostro valiente, pero incluso ella se vio afectada por el cambio de temperatura, juzgando por el hecho de que estaba temblando casi tanto como sus compañeros.
– ¡Ojalá hubiese traído mi chaqueta invernal! – chirrió Widget, para molestia de Athena.
– Tan transparente como siempre, ya veo... – comentó secamente Phoenix.
– Ok, quizás aquí está haciendo demasiado frío para mi gusto... pero no dejaré que eso me detenga. Tenemos una investigación que hacer por delante, ¡así que vamos! – declaró, golpeándose la palma con el puño.
Una vez que el grupo ingresó a la sala, tuvieron la oportunidad de echar un vistazo a su alrededor. Inmediatamente frente a ellos había dos estantes bilaterales con marcadores de cubiertas y cajas. A la derecha había otros estantes similares alineados en filas, y detrás de éstos otra fila más. Las paredes también estaban totalmente obscurecidas por los estantes donde se archivaban los registros. La única pared que no estaba cubierta por estos registros era la de más a la derecha, que tenía un escritorio con una computadora, y una impresora en la mesa de la derecha, al igual que una puerta de madera en el lado izquierdo.
La sala estaba mayormente vacía, salvo por algunos oficiales de policía que examinaban los estantes en busca de evidencia. Unos momentos después, Fulbright finalmente alcanzó a Athena, Phoenix y Najimi, y se unió a ellos dentro de la sala.
– Esta es la escena del crimen. Recuerden que los estaré observando a los tres, así que nada de pasarse de listos. – les advirtió Fulbright al trío, ajustándose sus gafas con una expresión seria. – Lo que significa que más les vale dejar todo exactamente como lo encontraron.
– ¡Por supuesto, Detective Fulbright! – replicó Athena. Luego se tocó el mentón pensativa. («Conociendo a Blackquill, probablemente le haya dado instrucciones a Fulbright sobre lo que tenemos permitido investigar en este lugar. Más vale que tome nota mental de todas las partes que intenta prevenir que examinemos...»)
– A propósito... – Athena de repente recordó algo. – ¿Qué onda con esos bloqueadores de goma que mantienen las puertas abiertas?
– Es para conveniencia de la policía. – replicó Fulbright. – Normalmente se necesita una identificación del personal para desbloquear las puertas. Sin embargo, la escuela nos permitió mantener las puertas abiertas para que nuestros investigadores puedan ir y venir más fácilmente.
– Ya veo. Lo tendré en mente. – replicó ella.
Najimi empezó a temblar más violentamente. – ¿Podemos encender el calor aquí? ¡Estoy muriéndome de frío! – se quejó.
– Lo siento, pero no podemos. Aquí entre nos, a mí tampoco me gusta, pero desafortunadamente esto cae en la categoría de "dejar todo exactamente como lo encontraron". – replicó Fulbright, algo decaído.
– Bueno, sé que los sótanos pueden ser algo fríos, pero no hay forma de que se supone que sea tan gélido aquí abajo. Estoy seguro que habría que gastar mucha energía para llegar a esta temperatura. – observó Phoenix.
– ¡Es usted muy observador, Sr. Wright! ¡Originalmente estaba incluso más frío! – exclamó el detective. Los abogados y Najimi lo miraron con una expresión de "¿Está hablando en serio?" y se quedaron con las quijadas abiertas por la incredulidad.
– ¡Momento, momento, momento, momento, momento! Acaba de decir que estaba todavía más frío antes. Lo que significa que tienen que haber subido la temperatura en algún momento. Si ese es el caso, ¿por qué no subirla hasta un punto algo más confortable? – preguntó Najimi, apuntándole con el dedo al detective.
– Honestamente, fue decisión del Fiscal Blackquill. Originalmente no quería meterse con la temperatura en absoluto. La única razón por la que pude convencerlo de ajustarla es que aquí hay equipo de computadoras y si se mantiene bajo temperaturas congelantes demasiado tiempo, se estropearían, lo que no sólo dañaría la posible evidencia, sino que destruiría propiedad valiosa de la escuela. – les explicó, volviendo a ajustarse las gafas.
– ¿Equipo de computadoras? – Athena parecía confusa. – No veo ningún equipo de computadoras aquí, aparte de la que está allá al otro lado de la sala.
Esto hizo que Fulbright sacara un mapa para enseñárselo a Athena. – Échenle un ojo a este mapa.
Señaló hacia el texto que decía "Archivos de la biblioteca". – Este es un mapa del área donde estamos ahora. Esta es la sala donde nos encontramos. Observen la sala que tenemos al lado. – Movió su dedo a lo largo del mapa hacia la derecha.
Athena miró donde le estaba señalando. – Sala de los servidores. – leyó en voz alta. – Así que ¿la habitación de al lado contiene servidores de datos?
– ¡Eso es correcto! – Fulbright sonrió orgullosamente. – Una escuela como la Preparatoria Itan guarda muchos registros, y como muchas instituciones similares, están migrando lentamente del almacenamiento físico de datos. Uno de los beneficios, naturalmente, es que pueden guardar mucha más información. Todo el contenido de esta sala se podría almacenar en un disco duro del tamaño de mi puño. Y eso no es todo...
La explicación sobre computadoras y servidores pareció ir por horas. Athena intentó lo mejor que pudo seguirle el paso, pero se perdió en medio de toda la jerga tecnológica, mientras que Phoenix simplemente se desconectó mentalmente y se quedó parado allí con una expresión en blanco, y Najimi ni se molestó en escuchar. Quince minutos después, Fulbright finalmente terminó su largo discurso.
– Umm... wow... eso es... realmente fascinante. Usted parece saber mucho de computadoras para ser un detective. – Athena sonrió nerviosamente, tratando lo mejor posible de sonar emocionada.
– Bueno, antes de convertirme en un detective, estaba estudiando ciencias computacionales en la universidad, pero cuando comencé a leer Las aventuras de Herlock Sholmes en ese momento y lugar supe que mi verdadera vocación era convertirme en un detective y traer justicia, ¡así que hice el cambio! ¡Y aquí estoy ahora, como un campeón orgulloso de la justicia! – Hizo un saludo militar y sonrió.
– Wow... n-no me diga... – Athena se frotó detrás de la cabeza nerviosamente. («Esa es probablemente la razón más estúpida que haya escuchado para que alguien cambiara de carrera. Aunque ahora que lo pienso, sí parece el tipo de persona que se metería en una carrera basándose solamente en el hecho de haber consumido algo bastante popular...»)
– Pasando a otras cosas... hemos establecido que la temperatura fue alterada, pero lo único que no veo en esta escena del crimen es... el crimen como tal... – señaló Phoenix.
– ¡Ahh, por supuesto, por aquí! – replicó Fulbright, llevando al grupo hacia el lado derecho de la sala, y luego señaló el área detrás del último estante en la fila de atrás.
Había una línea de tiza blanca en el suelo, que coincidía exactamente con cómo la policía encontró a la inconsciente Yamai. Al lado de la línea trazada había un pequeño reloj antiguo que tenía una mancha de sangre, y lo que parecía ser una escritura de sangre.
– Aquí es donde se encontró a la víctima, la Srta. Yamai. Por suerte, cuando fui a chequear sus signos vitales, todavía seguía con vida, así que inmediatamente llamé a una ambulancia. Cuando llegaron, tomé una última foto del cuerpo como lo encontré antes de que se la llevaran al hospital. – explicó Fulbright.
– Usted... por casualidad no tendrá una copia de esa foto, ¿verdad? – preguntó Athena.
– Lo siento, pero el Fiscal Blackquill tiene la única copia de la foto. Aunque supongo que, si tienen tantas ganas de verla, se las mostrará con gusto mañana en la corte. – dijo Fulbright sonriéndole a una poco impresionada Athena.
– ¡Hey, eso no es justo! ¿Cómo es que ustedes pudieron ver el cuerpo real, y nosotros tenemos que conformarnos con una línea trazada que sólo nos dice cómo encontraron el cuerpo? – se quejó Najimi dando un pisotón. – ¡Eso para mí no suena muy justo!
– ¡Whoa! – Fulbright levantó las manos defensivamente. – ¡Con calma, por favor! No hay necesidad de que te me sulfures. Si hubiera algo que pudiera darles, lo haría con gusto.
– Bueno, ¡tiene que darnos al menos algo para trabajar! – replicó Najimi, que luego empezó a pensar. («Hmm... algo más que nos diga sobre la condición de Ren. ¿Cómo se llama esa cosa que te dice lo que le pasó a la víctima...? ... ¡Eso es!») ¿Qué tal el reporte de autopsia? Sí tienen eso, ¿verdad? – exclamó Najimi de pronto.
– Bueno... la Srta. Yamai no está muerta, así que obvio que no le harían una autopsia. – explicó Fulbright.
– ¡Bueno, pero como sea que se llame! ¡Sé que ustedes tienen que haber escrito algo que tiene información sobre lo que le pasó a la víctima! – replicó Najimi, alzando los puños.
– ¡Ohh, hablas del reporte médico! Bueno... supongo que sí tengo una copia de sobra aquí conmigo...
Al escuchar esto, inmediatamente Najimi se le echó encima al detective.
– Bueno, ¿pues dónde está? ¿Dónde lo tiene? – exigió, causando que el detective volviera a levantar las manos defensivamente.
– ¡Whoa, bájale un poco! ¡Lo tengo justo aquí! – replicó, sacando un sobre que contenía un reporte médico y dándoselo a Athena, que sacó el contenido al recibirlo. Najimi inmediatamente dejó de registrar a Fulbright y se paró al lado de Athena, mirando por encima de uno de sus hombros mientras Phoenix hacía lo mismo para observar el reporte.
Víctima: Yamai, Ren (Edad: 15, F)
Descripción: La víctima fue hallada boca abajo e inconsciente luego de ser golpeada dos veces detrás de la cabeza con un objeto contundente. Una de las heridas vino de la parte plana del objeto y simplemente causó un moratón, mientras que la otra vino de la parte puntiaguda y causó sangrado externo. También había un pequeño corte en su dedo índice.
Mientras leía la información, los ojos de Athena se vieron atraídos hacia la foto adjunta del reporte, que mostraba a la víctima. («Hmm... esa chica se me hace familiar.») pensó mientras estudiaba los rasgos de la chica en la foto. Pelo castaño, ojos café claro, y otros detalles faciales le hicieron recordar a alguien con quien se había topado un par de días atrás.
– ¡Es ella! – exclamó, señalando la foto del reporte. – ¡Conozco a esta chica!
– Espera, ¿conoces a Ren? – preguntó Najimi con genuina confusión.
– Sí, me encontré con ella hace un par de días, sólo que en ese momento no sabía su nombre. – replicó Athena, recordando su encuentro con Yamai. – Me topé con ella anteayer, cuando estaba haciendo una carrera después del trabajo. A veces, cuando la oficina anda un poco lenta, me gusta salir a correr para liberar la energía acumulada. Como sea, mientras hacía mi ejercicio después del trabajo, me tropecé y me caí, y mi chaqueta accidentalmente se enredó con el bolso de una chica y la hizo caer al suelo junto conmigo.
Phoenix escuchaba atentamente la explicación. («Dos colisiones en dos días... seguramente habrá una lección por aprender en alguna parte. Qué bueno que no se lastimó seriamente.») pensó.
– ¿No fue entonces cuando perdiste tu distintivo? – le preguntó Najimi a Athena.
– Creo que sí. Después de que me caí, fui a ver si la chica estaba bien y traté de ayudarla a levantarse, pero me apartó la mano de un manotón, y empezó a gritarme en tono muy grosero que me fijara por donde iba. Traté de disculparme, pero ella siguió gritándome sobre lo estúpida que yo era y que podría haberla lastimado con mi torpeza. Ni siquiera pude decir ni una palabra sin que me interrumpiera con un chorro de insultos.
»En ese punto, decidí simplemente marcharme, ya que no iba a ir a ninguna parte con ella. Aunque la escuché comentar cómo se le arruinó el día porque "una chica estúpida no se molestó en ver por dónde iba". Fue entonces que me enfadé y me le puse en frente para informarle que, aunque lo que hice fue un accidente, ella no tenía ningún derecho de hablarme así. Y ella me respondió con: – Athena se esforzó por hacer su mejor imitación de la voz de Yamai – "Puedo hablarte como me dé la gana. Tú no eres más que una niña ignorante". – Y entonces volvió a su voz normal. – Le dije que no sólo soy mayor que ella, sino que soy una abogada totalmente calificada, y que debería mostrar más respeto. Eso sólo provocó que se riera en mi cara y me dijo... – Volvió a asumir su voz de "Yamai" – "Si realmente eres una abogada, quienquiera que sea tan tonto de contratarte debería simplemente declararse culpable para evitarse la vergüenza de que le represente una niña que se cree mujer." No les voy a mentir, realmente le quería dar una buena bofetada. Me llevó todo mi autocontrol recordarme que abofetear a una colegiala me metería en más problemas de lo que valdría la pena. Así que simplemente le dije que se largara y me fui. Estaba tan furiosa, que en mi confusión no me di cuenta que se me había desprendido el distintivo de la chaqueta y se me había perdido en algún momento. Así fue como conocí a la víctima.
– Ya veo. – murmuró Phoenix. – Bueno, me alegra que hayas demostrado algo de autocontrol cuando decidiste no abofetearla, o de lo contrario, tal vez tendría que defenderte a ti. – agregó con una risita. («Aunque desearía que hubieras demostrado ese mismo nivel de autocontrol cuando lanzaste a ese oficial de policía encima de Apollo hace unos meses. Todavía me acuerdo que tuve que pasar incontables horas tratando de convencerlo de no presentar cargos contra ti...»)
– Espera, ¿es que siempre le pega a la gente que la hace enojar? – preguntó Najimi con una mirada de curiosidad.
– Bueno, no. Al menos no usualmente. – replicó Phoenix, dudando ligeramente.
– Umm, chicos, ¿les importaría no hacerme sonar como que siempre me pongo violenta cuando me enojo? – suplicó Athena, con una expresión algo abatida.
– Por supuesto. Disculpa por eso, Athena. – dijo Phoenix tratando de sonreír. – Como sea, no te dejes llevar por esto. No puedes controlar cómo actúan los demás, sólo cómo reaccionas a ellos. («Tengo que al menos tratar de dar algún sabio consejo, por trillado que parezca...»)
– Umm... claro... como sea, ¡volvamos a la investigación! – replicó ella, con una sonrisa nerviosa. («Sin mencionar que entre más pienso en ella, más ganas me dan de abofetear a alguien...»)
Athena se dirigió hacia el reloj antiguo que vio en el suelo, y lo recogió para examinarlo.
– Así que, esta es el arma que supuestamente fue utilizada para agredir a la víctima. – dijo Athena en voz alta, girándolo para examinarlo por todas partes. – Hasta tiene sangre en una de sus esquinas, muy probablemente cuando golpeó a Yamai detrás de la cabeza.
– Y déjenme adivinar, la policía encontró las huellas digitales de Hitohito en él. – replicó Phoenix, con expresión exasperada.
– ¡Así es! – sonrió Fulbright. – Esta fue una de las primeras cosas que examinamos en busca de huellas, y qué le parece, había una marca clara de su mano en el lado opuesto del reloj, por donde lo sostuvo al atacar a la víctima.
(«Ojalá usted no se viera tan feliz cuando dice eso...») pensó Athena con expresión sombría.
– ¡Esperen, chequen esto! – dijo Najimi señalando la esfera del reloj. – El reloj está detenido. Veamos, dice... ¡12:41! ¡Jaja! ¡Hitomon es inocente! – declaró.
– ¿Qué quieres decir? – preguntó Athena.
– Bueno, el reloj debe haberse roto cuando fue utilizado como arma, y se rompió a la hora exacta del ataque: ¡las 12:41! Sin embargo, Hitohito estaba almorzando con Trucy a esa hora. Eso significa que ¡NO HAY FORMA DE QUE ÉL HAYA PODIDO COMETER EL CRIMEN! – declaró Najimi, señalando con el dedo a Fulbright [Kometani: Najimi se está imaginando música de testigo acorralado ahora.]
El detective sin embargo parecía imperturbable. – Admiro tu convicción por la justicia, pero me temo que hay varios problemas con tu teoría, y el más importante de todos es que la víctima ni siquiera estuvo en la zona del crimen hasta después de la 1:00 pm. Más aún, hemos examinado el reloj, y resulta ser que no sólo funciona con baterías, sino que se las habían removido, lo que lo hace inútil en términos de dar la hora. Perdón por explotar tu burbuja. – le dijo ajustándose sus gafas.
– Aww, creí que había descubierto algo. Supongo que esa fue una observación inútil. – lloriqueó Najimi, cuyos hombros se hundieron por la derrota.
– No necesariamente. – Phoenix le sonrió tratando de darle ánimos. – Ahora sabemos que es posible que alguien haya manipulado el reloj, posiblemente el verdadero culpable.
Athena giró su atención a la escritura en el piso. Se arrodilló para examinarlo, con Najimi mirándole por encima del hombro. Sus expresiones se volvieron sombrías cuando se dieron cuenta que la escritura en sangre deletreaba "Tadano".
– Veo que ya notaron la escritura en sangre. – señaló Fulbright. – Incluso mientras se aferraba a la vida con sus heridas, logró mantenerse consciente el tiempo suficiente para darnos un mensaje para indicar a su agresor. ¡Un mensaje que utilizamos para administrar justicia! – declaró, presentando su placa con orgullo.
– ¿Cómo es que usar una escritura en sangre para arrestar a alguien es justicia? ¡Apuesto a que el verdadero culpable lo escribió para incriminar a Hitohito! – replicó Najimi, hinchando las mejillas.
– Es muy simple: pudimos sacar una huella digital clara de la escritura en sangre, ¡y dicha huella pertenece ni más ni menos que a Ren Yamai! – les dijo, mientras daba el saludo militar con una sonrisa de oreja a oreja.
– Nnnnggghhh... – gruñó Najimi. Le frustraron su intento de nuevo.
– Ohhh... esto se pone cada vez mejor... – murmuró Athena. Se estaba sintiendo cada vez más desmotivada por el hecho de que toda la evidencia que habían encontrado apuntaba hacia la culpabilidad de Hitohito.
– No pierdas el ánimo todavía, Athena. Ya he tenido que lidiar con mensajes muy similares en varios de mis casos, y a menudo se utilizan para incriminar al acusado. – señaló Phoenix. – Todo lo que prueba esto es que utilizaron la mano de Yamai para escribir el mensaje. Eso no necesariamente quiere decir que la propia Yamai haya sido quien la escribió.
– ¡Exacto! ¡Alguien más debe haber utilizado su mano para escribirlo e incriminar a Hitohito! – Najimi apretó sus puños.
(«Con suerte, podré demostrar que ese es el caso mañana...») pensó Athena para sí misma antes de ponerse de pie y declarar: – Creo que eso es todo lo que podremos averiguar aquí.
– ¡Entonces vamos a ver por allá! – Najimi señaló hacia la pared donde estaba la puerta hacia el cuarto de servidores, al igual que la computadora, y empezó a caminar hacia allá. – ¡No podemos descansar hasta haber inspeccionado hasta el último rincón y grieta sospechosos!
(«Hmm, ¿por qué me suena familiar eso?») se preguntó Phoenix mientras él y Athena seguían al estudiante andrógino hacia la puerta que llevaba a la sala de los servidores. Sin embargo, cuando intentó abrir la puerta, esta apenas se movió.
– ¡Hey! ¿Qué pasa? ¡Esta puerta está bloqueada! – se quejó Najimi, jalando la manija de la puerta.
– Bueno, se supone que hay un montón de información importante almacenada en ese lugar, según lo que dijo el Detective Fulbright. No les haría ningún bien si alguien se metiera y se la llevara. – señaló Phoenix.
– ¡Pues entonces que alguien venga y lo abra! ¡Tenemos que investigarlo TODO! – demandó Najimi, todavía intentando inútilmente abrir la puerta.
– Lo siento, pero sólo estarías perdiendo tu tiempo si miras allí dentro. – le dijo el Detective Fulbright.
– ¿Cómo así? – Najimi pareció confundirse por un momento, antes de adoptar una sonrisa maquiavélica. – ¡Apuesto a que sólo dice eso porque hay algo ahí dentro que sería muy inconveniente para la fiscalía!
– Hey, ¿me estás diciendo que estoy tratando de ocultar evidencia por razones injustas? – replicó el detective furioso, sacudiendo sus puños.
Athena salió al paso para tratar de calmar la situación. – No, sólo pregunta por qué no podemos investigar allí, y por qué la puerta está bloqueada.
El detective se calmó y se ajustó sus gafas. – Bueno, ustedes no pueden entrar allí porque nosotros tampoco podemos. Según dijo el director de la escuela, la llave de esa puerta ha estado perdida desde hace una semana, así que nadie ha podido entrar allí. La verdad es que yo también tengo curiosidad de saber qué hay adentro, pero sin causa probable, no podemos forzar la entrada. – les explicó.
– Supongo que eso tiene sentido. – Athena suspiró decepcionada. – Nadie podría haber entrado allí, así que probablemente tampoco haya evidencia en ese lugar. Probablemente deba tomar nota de eso.
Activó a Widget para proyectar una pantalla de computadora. Se puso a navegar por su registro para el juicio, y añadió la información relevante. Mientras revisaba los archivos, miró el diagrama del sótano, y se dio cuenta que había otra entrada que llevaba al cuarto de los servidores, desde el corredor del sótano.
– ¿Qué hay de esto? – Athena señaló la otra puerta al cuarto de servidores en el mapa. – Aquí hay una segunda entrada.
– ¡Déjame ver! – Najimi se asomó por encima del hombro de Athena para ver el mapa. – ¡Hey, tienes razón, voy a ir a chequearla de inmediato! ¡Ya vuelvo! – exclamó antes de salir corriendo.
– ¡Hey! ¡Espera! – le llamó Fulbright, pero fue demasiado tarde. Najimi ya se había ido a revisar la puerta. Un minuto más tarde, regresó con una mirada de decepción en el rostro.
– ¿También está bloqueada? – preguntó Athena, poniéndose los brazos en jarras.
– Sí... – Najimi suspiró. – Ni siquiera pude entrar por el pasillo del sótano, ya que esa puerta también está bloqueada.
– Bueno, antes que salieras corriendo, te iba a decir que el pasillo del sótano también estaba bloqueado a la hora del incidente. – replicó Fulbright.
– ¡Arrggghhh! – Najimi empezó a pisotear el suelo de frustración. – ¡¿Por qué diablos tienen todo bloqueado aquí?!
– Supongo que la respuesta obvia es para impedir a personal no autorizado. No querrían que los estudiantes anduvieran merodeando por aquí. – teorizó Phoenix, poniéndose la mano en el mentón pensativo.
– ¡Tiene razón, Sr. Wright! – sonrió Fulbright [Kometani: Lamentablemente el juego de palabras del Detective Fulbright aquí se pierde con la traducción]. – El pasillo del sótano contiene muchas utilidades, como la calefacción y el manejo de la electricidad, entre otras cosas. Sería muy problemático si alguien pudiera acceder a estas cosas, así que las únicas personas que tienen las llaves para bajar aquí son el director, el vicedirector, y el custodio de la escuela. – les explicó. Luego se dio cuenta que Najimi estaba a punto de decir algo y sacó su propio dedo. – Y antes que me lo preguntes, cada uno de ellos tiene coartadas.
– ¿Está absolutamente seguro de eso? – preguntó Phoenix.
– Positivo. Si quiere puede preguntarles usted mismo, pero le dirán lo mismo que a mí. – replicó Fulbright, todavía sonriendo. Phoenix y Athena querían argumentar, pero algo en ellos les dijo que el detective no mentía.
– Está bien, supongo entonces que el cuarto de los servidores está descartado. Y las únicas personas que podrían haber accedido al pasillo del sótano a la hora del crimen tienen coartadas. Lo cual significa que la única forma de acceder a los archivos es por la escalera de la biblioteca... y pasando en frente de Gorimi... – resumió Athena. («Cielos, ¿es que no me pueden dar aunque sea UN respiro aquí...?») pensó con una mirada visible de frustración en el rostro.
Luego de la debacle con la puerta, Najimi se dirigió hacia la computadora. Ni siquiera esperó a que Fulbright le diera permiso antes de intentar acceder a ella, y afortunadamente, estaba logueado en una cuenta de invitado.
– ¡Voy a chequear esta computadora! – declaró.
– Umm, ¿no deberías esperar a que te den permiso antes de...? – empezó a decir Phoenix antes de ser interrumpido por el Detective.
– Está bien, esa es una cuenta para invitados. Está configurada para sólo leer información sin escribir ni modificar nada.
– Oh... bueno... supongo que te lo dejaré a ti, Najimi. – dijo Phoenix, más que feliz de dejar que el individuo más joven y familiar con la tecnología hiciera el trabajo de navegar por la computadora en su lugar.
Mientras Najimi se ocupaba de eso, Athena se dirigió hacia un panel que también estaba en la pared. Al examinarlo de cerca, notó que había varios botones, y una pantalla donde se leía "4C", indicando que habían encontrado el termostato de la habitación.
– Ya encontré dónde se ajusta la temperatura. – dijo Athena. Phoenix se acercó para mirar. – ¿Por qué tomarse la molestia de hacer esto? Especialmente con lo que dijo Fulbright acerca de que las temperaturas de congelación pueden dañar los discos duros de las computadoras.
Phoenix se puso a pensarlo en su cabeza por un momento, sujetándose el mentón antes de responderle. – Se me acaba de ocurrir algo. Esto me recuerda un par de casos donde un viejo amigo trabajó hace varios años. En esos casos, el culpable colocó el cadáver de la víctima en temperaturas congelantes para ralentizar la descomposición del cuerpo. Esto tuvo el efecto de alterar el tiempo estimado de la muerte, haciendo parecer que la víctima murió más tarde de la hora real. Quizás, el verdadero culpable haya intentado lo mismo aquí.
– Sí, pero Yamai no murió, así que no habría razón para hacer eso, ¿o sí? – preguntó Athena.
– Bueno, tal vez el culpable creyó que estaba muerta. – replicó él. De repente, Athena oyó las palabras de Hitohito en su cabeza.
– "Yo... no supe qué pensar. En ese momento... creí que estaba muerta."
(«No... eso no puede ser. Tiene que haber otra razón para que manipularan la temperatura...») pensó para sí misma. Sus ojos se fijaron en un anillo de plástico que rodeaba el termostato. – Mire esto, jefe. Seguro que había una tapa de plástico cubriendo esto en algún momento.
– Tienes razón. – dijo mientras lo examinaba de cerca, luego miró hacia el suelo en el área cercana. – Aunque no la veo por ninguna parte.
– Quizás el culpable la haya removido de la escena por alguna razón. Como sea, no lo sabremos con certeza. – replicó Athena mientras abría a Widget para actualizar sus registros.
– ¡Chicos! ¡Vengan aquí a ver esto! – exclamó Najimi, haciendo que los dos abogados se dirigieran a ver qué estaba mirando. – Mientras andaba revisando, encontré un historial de inicios de sesión que muestra a todos los usuarios que accedieron durante cierto día. Acorde con esto, sólo dos personas accedieron a la computadora el día del crimen: Itsuki Honshoku a las 9:01 am, y Kozue Taida a la 1:15 pm.
– ¿Quiénes son ellos? – preguntó Athena.
– Bueno, no tengo idea de quién es este sujeto Itsuki Honshoku, pero Kozue Taida es la profesora de nuestro salón. En otras palabras, probablemente le dio a Hitohito sus credenciales para iniciar sesión, para que pudiera acceder a la computadora en su lugar. – explicó Najime.
– ¡Espera un minuto! ¿Tu profesora le dio su contraseña a un estudiante para que extrajera algo de la computadora por ella? – preguntó Phoenix incrédulo, a lo que Najimi asintió. Sacudió su cabeza mientras suspiraba. – No soy un experto en computadoras, pero incluso yo sé que eso es algo increíblemente estúpido de hacer.
– Bueno, ahora sabes hasta dónde llegan las profundidades de la pereza de Taida-sensei, con tal de evadir sus responsabilidades. – replicó Najimi.
– Personalmente, yo tengo más curiosidad de saber quién es este sujeto Itsuki Honshoku. Si estuvo en la escena del crimen el día del incidente, podría ser una pista importante. Por el momento, ve si puedes encontrar algo más en esa computadora Najimi. – señaló Athena antes de acercarse al Detective Fulbright, mientras Phoenix se quedaba con Najimi. – Oiga detective, tengo algunas preguntas para usted.
– ¡Por supuesto que las tienes! – sonrió el detective. – Después de todo, ¿no tienes curiosidad también por el verdadero camino a la justicia? Desafortunadamente, yo también me hago esa pregunta a día de hoy, pero estoy dispuesto a compartir lo que he aprendido en ese viaje.
– Umm... en realidad, iba a preguntarle si sabe quién es Itsuki Honshoku. – dijo Athena con una mirada exasperada en la cara. («A veces me pregunto si a este tipo sólo le faltan unas cuantas cartas para completar su baraja, o si simplemente está fingiendo para confundirme...»)
– ¿Él? – Se ajustó las gafas pensativamente. – Lo único que sé es que es el especialista en informática de la escuela. – respondió. – ¡Espera un minuto! ¡Ya sé dónde vas con esto! ¡Apuesto a que crees que es el verdadero culpable, y que está incriminando a Tadano! ¡Bueno, me temo decirte que eso simplemente es imposible!
– Uhh... sólo tenía curiosidad porque vi su nombre en la computadora de allá. ¿Pero por qué dice que no puede ser el culpable? – replicó Athena.
– Recuerda que la única persona que Gorimi vio salir de la biblioteca mientras estaba de servicio fue Tadano. Combina eso con el hecho de que no había otra forma de salir de los archivos de la biblioteca excepto por la escalera, y el hecho de que no estaba allí abajo cuando llegó la policía, es obvio que se fue antes de que Yamai hubiese llegado.
– Ok, ok, ya veo su punto. – murmuró Athena. («Aunque, ¿de verdad esa es la única explicación?»)
– ¡Me alegra que lo dejáramos claro! – sonrió Fulbright. – ¿Tenías alguna otra pregunta para mí?
(«¿Tengo más preguntas? Ahora que lo pienso, todavía no sabemos mucho sobre la condición actual de Yamai, o ni siquiera cuál es su lado de la historia...») pensó Athena para sí misma, jugando distraídamente con su arete. – ¿Cómo está la víctima, Yamai, en este momento? – le preguntó.
– De lo último que escuché sobre ella, ha estado toda la noche en el hospital descansando, para recuperarse de sus heridas. Por suerte, no fueron muy severas, así que ya está despierta y activa desde esta mañana. – replicó Fulbright. Esto captó la atención de Athena y Najimi.
– ¿Por casualidad sabe dónde se está quedando? Quisiera preguntarle...
– ¡Absolutamente no! – exclamó Fulbright, levantando su puño. – Las órdenes de su padre fueron claras como el día: ¡ningún abogado debe molestarla con interrogatorios que la hagan estresarse!
– ¡¿Qué?! – jadeó Athena. – Mire, entiendo que su padre esté preocupado por su hija, especialmente después de lo que le pasó, ¡pero sigue siendo una testigo del crimen, y tengo el derecho de tomarle una declaración! – declaró furiosa. A decir verdad, no estaba 100% segura de ese último comentario, pero necesitaba cada trozo de información que pudiera conseguir.
– ¡Whoa, tómalo con calma! – Fulbright levantó las manos defensivamente. – Entiendo de dónde vienes. Hasta nosotros en la policía tuvimos que ser cautelosos con ella para tomarle declaración, debido a lo estricto que es su padre. Sin embargo, tú también tendrías que cuidarte si estuvieras lidiando con la hija de uno de los hombres más ricos y poderosos de Japón.
Athena parpadeó ante esa última oración. – ¿Cómo dice?
El detective volvió a ajustarse las gafas pensativo. – Supongo por tu reacción que no sabes quién es Masatomo Yamai. Es el presidente de Yamai Holdings, un conglomerado de negocios que data desde el siglo XVII y tiene más de cien compañías diferentes bajo su estandarte. Nunca he conocido personalmente al hombre, pero considerando la clase de recursos a los que tiene acceso, no es el tipo de hombre con el que querrías meterte.
– Bueno, ¿y qué hay de mí? – preguntó Najimi, que parecía finalmente tomarse un descanso de andar buscando entre los archivos de la computadora, luego de escuchar la descripción del padre de Yamai. – Yo no soy abogado, ¡sino uno de sus amigos de la escuela!
– Hmm, no lo sé. Te he visto demasiado amigable con esos abogados. Además, incluso los familiares y amigos son sometidos a caso por caso. Tendrás que conseguir su permiso primero para siquiera considerar visitarla en el hospital. – declaró Fulbright en un tono que lo dejaba muy claro.
(«Cielos, hablando de padres sobreprotectores. Apuesto a que sería el tipo de padre que obligaría a cualquier potencial novio a sobrevivir semanas en lo salvaje sólo para considerar pedirle salir con ella.») pensó Athena para sí misma.
– ¡Bueno, eso apesta! – se quejó Najimi antes de reanudar su trabajo en la computadora. Habían perdido esta ronda, pero ya empezaban a tratar de trazar un plan para la siguiente.
**************************
Phoenix y Athena pasaron la siguiente media hora escudriñando toda la sala en busca de más pistas, y Najimi continuó buscando en la computadora cualquier indicio de lo que Hitohito estaba tratando de hacer. Desafortunadamente, todas las partes se quedaron en blanco. Estaban a punto de renunciar cuando de repente oyeron pasos apresurados y una chica los llamó.
– ¡Hey, papá! ¡Aquí tenemos el kit!
Phoenix reconoció la voz de su hija Trucy e inmediatamente fue a saludarla, seguido de Athena y Najimi. Junto a Trucy estaba Shouko, que llevaba una bolsa con una tira colgando de su hombro. Cuando se acercaron, Shouko se quitó la tira del hombro y le presentó la bolsa con orgullo a Phoenix.
– ¡Gracias, Shouko! – le dijo mientras aceptaba el kit. Ella asintió como respuesta a la gratitud de Phoenix. Internamente, se alegró de haber podido proveer algo de asistencia.
Luego de recibir el kit, Phoenix lo colocó en la mesa cercana, rodeada de cuatro sillas. Athena, Najimi, Shouko y Trucy se le unieron también, y abrió el kit para colocar varios de sus contenidos sobre la mesa, incluyendo el polvo para huellas y el spray de Luminol.
– Y bien, ¿qué vamos a investigar primero, jefe? – preguntó Athena, examinando los objetos que colocó sobre la mesa.
– Bueno, ya que esta es tu investigación, supongo que debería dejarte a ti determinar eso. ¿Cuál sería la primera cosa que querrías hacer? – replicó Phoenix.
(«Supongo que el jefe quiere ponerme a prueba... muy bien... ¡hora de dar un paso al frente con el desafío!») pensó para sí misma mientras cogía el polvo para huellas. – Bueno, lo primero que quiero hacer es verificar las huellas que el Detective Fulbright dijo que encontraron en ese reloj antiguo. Luego quiero verificar cualquier otra cosa que podría haber sido tocada durante el incidente, como el termostato, y el teclado de la computadora.
Phoenix asintió con orgullo. – Eso está muy bien para un primer intento. Lo único que necesitarás será un archivo de huellas digitales para comparar las que encuentres. De lo contrario, nos dirán mucho.
– ¿No podemos pedírselo al Detective Fulbright? – se preguntó Athena.
– ¿En serio crees que vaya a entregar esa información tan fácilmente? – preguntó Phoenix.
– Estoy segura que lo hará si podemos persuadirlo. – replicó Athena, y luego volteó a ver a Najimi. – ¿Te interesaría recolectar una muestra de huellas digitales?
Najimi miró a Athena, y asintió firmemente, al parecer entendiendo lo que intentaba hacer. – Suena divertido. Vamos por ese detective. ¡HEY FULBRIGHT! – le gritó.
– ¡Estoy aquí! – replicó mientras venía corriendo y les saludaba. – Y bien, ¿cómo puede este humilde campeón de la justicia ayudarles hoy?
– Bueno, Athena me estaba enseñando sobre huellas digitales, y quería demostrármelo usando ese reloj antiguo. Me preguntaba si tendrá archivos de huellas digitales que podamos tomar prestados para comparar lo que encontremos. – dijo Najimi.
– ¿Qué? ¿Es que no están suficientemente satisfechos con nuestros hallazgos? – replicó Fulbright defensivamente.
– La verdad es que no. Yo creo firmemente que mi amigo es inocente, pero todavía quiero ver que se haga justicia, y para hacerlo, tendré que ayudar a Athena encontrar todos los hechos.
– ¿Justicia, dijiste? ¡No digas más! – les dijo antes de marcharse y regresar con papeles que contenían las huellas digitales de todas las partes relevantes involucradas en el caso.
– ¡Gracias, Detective! – Najimi sonrió de oreja a oreja y tomó los documentos. («Nota mental: puedo convencer a Fulbright de hacer casi cualquier cosa si invoco la palabra "justicia".»)
Athena miró los datos y utilizó la cámara de su teléfono para escanearlos. Una vez que los tuvo dentro de la cámara, inmediatamente los cargó en la base de datos de Widget [Kometani: Probablemente podría utilizar su teléfono para esto, pero está muy apegada a Widget y prefiere utilizarlo cuando sea posible. Sin mencionar que Widget tiene mucho más poder de cómputo]. – Muy bien, ya tengo los datos. ¿Sabes cómo tomar una muestra de huellas digitales? – le preguntó a Najimi, mientras iba por el reloj para examinarlo.
– ¡Claro que lo sé! – replicó Najimi mientras cogía el reloj. Una vez que regresaron a la mesa, cogió el polvo y lo abrió. – Umm... ¿cómo se usa esto de nuevo?
Athena rodó los ojos por un momento antes de explicarle. – Es muy simple, todo lo que debes hacer es echar polvo alrededor del área que deseas examinar, y luego esparcirla con este cepillo. – Le entregó el cepillo para huellas a Najimi. – Una vez que lo hagas, simplemente sopla el exceso de polvo. Si logras sacar una huella, la escanearé para comparar con las huellas digitales en mi base de datos para buscar una coincidencia. ¿Lo entiendes?
Najimi entendió e inmediatamente se puso a trabajar. Shouko observó con curiosidad, mientras Najimi rotaba el reloj, finalmente encontró la sangre y empezó a temblar. Era la primera vez que veía tanta sangre e incluso el sólo hecho de mirarla la hizo entrar en pánico. Trucy notó esto y se acercó a ella.
– Da un poco de miedo, ¿verdad? Ver la sangre de alguien más por primera vez. – le preguntó. Shouko asintió, todavía temblando. – Sé que es aterrador, pero no te preocupes. Estaré aquí si me necesitas.
Las palabras de Trucy tranquilizaron un poco a Shouko. Todavía se sentía algo nerviosa, pero empezó a temblar menos. Entretanto, Najimi había empezado a esparcir el polvo y a soplarlo tal como le dijo Athena. Había una mancha clara de huellas digitales en el lado opuesto del reloj, tal como dijo Fulbright. Athena utilizó su teléfono para escanear las impresiones, que luego envió a Widget, quien desplegó un mensaje indicando que las huellas estaban siendo escaneadas. Tras unos segundos, indicó que encontró una coincidencia con un pitido y mostró que las huellas le pertenecían a Hitohito. Athena y Najimi suspiraron con decepción, pero no se habían sorprendido del resultado.
– ¡Jajaja! ¡Resulta que tuvimos razón todo el tiempo! ¡Las huellas de Tadano están en el arma, lo que prueba completamente su culpabilidad! – sonrió Fulbright.
Najimi soltó un suspiro de decepción. Athena le puso la mano en el hombro. – Bueno, ya nos lo esperábamos, pero hay otros lugares que también quiero examinar. Quizás encontraremos algo que nos ayude a nuestro caso. – le dijo, tratando de mantener un semblante optimista.
– Está bien. Dijiste que hay otros lugares que querías examinar, ¿no? ¡Vamos a ver por allá! – replicó Najimi.
Shouko se quedó mirando. Ver cómo los demás estaban tan determinados por buscar pistas para demostrar la inocencia de Hitohito le hizo querer ayudar también. Sin embargo, tenía problemas para llamarlos, y sin importar cuanto intentara armarse de valor para obtener su atención, las palabras no le salían, causando que empezara a temblar.
– Oh, ¿también quieres ayudar, Shouko? – preguntó Trucy.
*Pomph*
Shouko hizo brotar sus orejas de gato y asintió vigorosamente. Realmente quería ayudar.
Phoenix lo observó divertido. – Je, supongo que las orejas de gato responden esa pregunta, ¿no, Trucy? – le dijo.
– ¿De qué orejas de gato hablas, papá? – preguntó la maga confundida.
– Oh... uh... no, nada. Sólo... me pareció verlas, pero creo que me equivoqué. – replicó Phoenix, rascándose detrás de la cabeza nervioso. («En serio... ¿es que nadie más excepto yo ve cómo Shouko saca esas orejas de gato?») pensó para sí mismo, considerando por un momento que podría estar volviéndose loco, antes de decidir que sería mejor ignorarlo. – Hey Athena, ¿te molestaría dejar a Shouko ayudarte con las huellas digitales? – le preguntó, esperando desviar la atención de ese tema incómodo.
– ¡Claro, jefe! – replicó Athena, haciéndole un gesto a Shouko para que viniera donde estaba el termostato que ella y Najimi estaban por chequear en busca de huellas. Shouko asintió con entusiasmo, y se les unió rápidamente. Cogió el polvo para huellas, y de repente, se puso nerviosa.
Esta era su primera vez utilizándolo, y de inmediato se le vinieron a la mente un montón de cosas que podrían salir mal. ¿Qué tal si lo usaba mal y no encontraba nada? ¿Qué tal si lo derramaba y terminaba desperdiciándolo? Estas preocupaciones empezaron a apilarse, causando que se quedara congelada y empezara a temblar.
– ¿Qué pasa? – preguntó Athena preocupada. Shouko quería responder, pero lo único que le salía eran más murmullos de pánico.
– ¡Vamos, Shouko! ¡Hitomon cuenta contigo! – añadió Najimi.
Allí estaba. Shouko de repente pensó en Hitohito. Al principio, pensó en lo abatido que se veía encerrado en la prisión y volvió a temblar más. Pero entonces, sus pensamientos se movieron más hacia el hecho de que él necesitaba de ella ahora mismo, y lo que diría si fuese él quien la estaba ayudando a aplicar ese polvo para huellas.
– "Sólo recuerda mantener tu mano firme, Shouko, y esparce el polvo alrededor usando el cepillo. ¡No te preocupes, harás un gran trabajo!"
Shouko dejó de temblar, y asintió con determinación, antes de aplicar con calma el polvo para huellas sobre el panel frontal del termostato. Una vez que hubo suficiente polvo en la superficie. Sin embargo, no quedó nada. Aplicó polvo de nuevo y repitió el proceso. Mismo resultado: no había huellas. Miró a Athena con una mirada de disculpa.
– ¿No hay huellas aquí? – preguntó Athena, a lo cual Shouko asintió con culpabilidad. – Está bien. Tal vez eso también podría ser una pista. Después de todo, tenemos evidencia de que el termostato fue manipulado, pero si no hay huellas, significa que o alguien las borró, o quizás utilizó guantes mientras lo utilizaba. – le explicó. Shouko asintió, aliviada de saber que no habían perdido totalmente su tiempo.
Luego se dirigieron hacia la computadora, donde Shouko de inmediato se puso a trabajar echando el polvo sobre el teclado, ratón, y otras áreas de la computadora que la gente solía tocar usualmente. Pensó en Hitohito mientras aplicaba el polvo, y siguió recordándose a sí misma que estaba haciendo esto por él. Esto le dio el valor para hacer con calma la tarea que le habían pedido.
Cuando Shouko terminó, logró recuperar varias muestras de huellas digitales, tanto en el teclado como en el ratón. Athena usó el teléfono y a Widget para escanear las diferentes muestras. Entre ellas, encontraron dos muestras que pertenecían a Hitohito, tres que pertenecían a un individuo desconocido, y una de Yamai.
Athena se sorprendió de ver a Yamai entre las muestras. Sin duda esperaba a Hitohito y aunque no sabía quién sería el dueño de la muestra desconocida, supuso que se trataría del misterioso Itsuki Honshoku. Sin embargo, no se esperaba encontrar las de Yamai entre ellas, y sólo pudo arriesgarse a hacer una teoría del por qué intentaría ella acceder a la computadora en primer lugar.
Shouko se quedó mirando el análisis cuando accidentalmente volteó la botella de polvo para huellas en el escritorio. Rápidamente trató de volver a echar todo el que pudo en la mano y echarlo de vuelta en la botella. Luego utilizó la computadora para escribir una disculpa para Athena por haber tirado el polvo.
– Hey, está bien. Los accidentes pasan, y parece que lograste salvar la mayor parte de... espera, ¡¿qué es eso?! – preguntó Athena.
En su prisa, Shouko no se dio cuenta que una parte del polvo que quedaba formó lo que parecía ser parte de una huella digital. Por una corazonada, aplicó más polvo en el área y lo dispersó. Luego de soplar el polvo, reveló una clara impresión de una mano que estaba sobre el escritorio.
Athena inmediatamente escaneó la mano y la transfirió a Widget. El análisis verificó que esta mano pertenecía a Yamai, y esto le dio una idea a Athena.
– Shouko, echa un poco de polvo por allá, al otro lado del escritorio. – le pidió. Shouko inmediatamente hizo lo que le dijeron. Y con toda certeza, encontraron otra impresión, esta vez de una mano izquierda, al otro lado del escritorio. El análisis de Widget confirmó que esta mano también le pertenecía a Yamai.
– Entonces ¿qué significa esto? – le preguntó Najimi a Athena.
– Honestamente, no estoy 100% segura. Esto definitivamente prueba que hubo alguien más aquí en algún momento durante el incidente, y que ella de alguna manera golpeó las manos contra el escritorio en algún momento. – teorizó la abogada.
– Quizás perdió el equilibrio y se cayó de cara sobre el escritorio, y tuvo que utilizar las manos para frenar su caída. – sugirió Najimi.
– ¿Mientras estaba sentada? Eso lo veo improbable. – replicó Athena. («Sin embargo, tal vez no esté tan lejos de la verdad. Aun así, ¿qué significa todo esto?»)
Komi tecleó un mensaje usando el procesador de texto de la computadora y se lo enseñó a Athena. [¿Fui de ayuda?]
– ¡Por supuesto que sí, Shouko! – Athena le sonrió. – No hay duda que el teclado tiene un montón de huellas revueltas encima, y si no fuera por tus manos tan cuidadosas, quizás no habríamos obtenido muestras tan claras. ¡Quién sabe, quizás esta sea la evidencia que nos ayude a darle la vuelta a nuestro caso en la corte!
Shouko asintió emocionada. Estaba muy feliz de recibir halagos de ella, y aún más de que sus acciones pudieran ser responsables para absolver a Tadano.
Athena compiló las muestras y actualizó sus archivos. Mientras escribía sus notas, re puso a reflexionar en lo que había descubierto durante su investigación.
(«Esta investigación ha desenterrado muchos nuevos hechos. Desafortunadamente, muchos de ellos apuntan directamente a Hitohito. Para empezar, Gorimi dice que sólo vio a Hitohito y a Yamai venir aquí abajo, y que sólo Hitohito salió. Eso ya es bastante malo, pero Nakanaka también dice que fue testigo visual del incidente. No sólo eso, sino que el arma utilizada para atacar a Yamai tiene las huellas de Hitohito encima, y ella escribió el nombre de él con su propia sangre luego del hecho, declarándolo como su agresor. Eso no pinta una buena imagen para él.»)
(«Aun así, creo firmemente en la inocencia de Hitohito, y aún quedan muchas preguntas sin responder. ¿Será posible que Nakanaka realmente haya visto todo el incidente? Sé que hay lugares donde podría haberse escondido, pero ¿realmente podría haberlo visto sin que Hitohito se diera cuenta? Más aún, ¿realmente podría haber accedido a la escena del crimen? Ella definitivamente está escondiendo algo...»)
(«También está este individuo llamado Itsuki Honshoku, que estuvo aquí esa misma mañana. No sabemos nada sobre él, fuera del hecho de que es el especialista en informática de Itan, y que estuvo en la escena del crimen el día del incidente. Si no tiene una coartada con sus actividades, a mis ojos es igual de sospechoso que Nakanaka, aunque tristemente, sin más información, todo lo que tengo es el historial de inicio de sesión de la computadora.»)
(«Aún quedan varios aspectos de este caso de los que no estoy totalmente segura, como de por qué ajustaron la temperatura de esta habitación tan fría, y por qué Hitohito estaba utilizando esa computadora aquí abajo en primer lugar. Y también, con las muestras de huellas digitales que Shouko ayudó a encontrar, ahora me pregunto si Yamai realmente fue atacada en el lugar donde encontraron su cuerpo. Con suerte, todo esto empezará a tener sentido mañana en la corte, pero todavía queda tiempo para investigar hoy, así que lo aprovecharé todo lo que pueda. Ahora, ¡hagámoslo!»)
OMAKE: Agente secreta:
Mientras Athena y Najimi estaban examinando y echando polvo en el reloj antiguo y en otras áreas donde estuvo el cuerpo en busca de huellas digitales, Shouko se encontraba registrando el kit de forense de Phoenix y sacó un par de gafas con las lentes rojas. Se quedó mirándolos con curiosidad y se preguntó para qué serían antes de ponérselos.
Las gafas hicieron que todo en la sala se viera rojo. Shouko no tenía idea de cuál podría ser su utilidad, ya que todo era más difícil de ver. Aun así, no pudo evitar sentirse algo genial sólo llevándolas puestas. Tomó la oportunidad para esconderse detrás de uno de los estantes de almacenamiento mientras todos los demás estaban ocupados.
Shouko se asomó de su escondite para asegurarse que nadie la estaba viendo. Miró alrededor para ver si no había moros en la costa. Una vez que estuvo satisfecha con su privacidad, hizo una pose, colocando su mano derecha como si fuera una pistola, y apuntó de frente.
– ¡Bang! – susurró mientras fingía que hacía un disparo. Luego de un breve momento, se puso el dedo en la boca para soplar el humo imaginario de la boquilla.
– Estás jugando a ser una agente secreta, ¿eh? – dijo una voz.
Se le escapó un chillido, y saltó sorprendida antes de girarse para ver que la voz le pertenecía al Detective Fulbright. Se quedó mirándolo con ojos muy abiertos, temblando con una mezcla de miedo y vergüenza.
– Perdón por asustarte. Parecía que te estabas divirtiendo. – le dijo el detective a la temblorosa chica. – Para ser sincero, en realidad siempre quise ser un agente secreto igual que tú cuando crecía.
Shouko lo miró confusa. En realidad, no estaba considerando eso como una carrera, pero sí sintió curiosidad sobre los sueños de la infancia de Fulbright.
– Ver muchas películas de espías me hizo desear ser como ellos. Infiltrarme en territorio enemigo, pretender que soy un secuaz del villano, y luego frustrar sus planes desde adentro. Pura genialidad. Sé honesta, ¿crees que yo sería un buen agente secreto? – le preguntó.
Ella negó con la cabeza instintivamente. Unos segundos después, se dio cuenta que tal vez había sido demasiado honesta y empezó a agitar las manos frenéticamente, tratando de sacar una disculpa en medio de chillidos.
– Sí, creo que tienes razón. – Fulbright se rio amablemente. – Soy muy grande, hago mucho ruido y destaco mucho. Rasgos perfectos para un campeón de la justicia, pero no tanto para un agente secreto. Ahh, bueno, eso ya quedó en el pasado. ¡Más vale que vuelva a la investigación! ¡Te veo luego, y en la justicia confiamos! – dijo enseñando su placa con orgullo antes de marcharse.
Shouko se quedó mirándolo aún más confusa. Luego pensó en lo que acababa de pasar. Luego decidió que tal vez ahora entendía mucho mejor al Detective Fulbright.
Esta historia continuará...
Acta del Juicio (Athena)
Perfiles:
Apollo Justice (Edad: 23): Un abogado que ha estado en la agencia desde antes que yo me uniera. Tiene una habilidad increíble para detectar mentiras a través del lenguaje corporal de la gente.
Trucy Wright (Edad: 16): La querida hija del Sr. Wright. Una aspirante a maga profesional que también es estudiante en la preparatoria Itan.
Hitohito Tadano (Edad: 15): Mi cliente. Un estudiante de primer año en la Preparatoria Itan. Es un joven amable que me ayudó a encontrar mi distintivo de abogada luego de que lo perdí.
Phoenix Wright (Edad: 34): Abogado propietario de la agencia. Le debo mucho por darme la oportunidad de convertirme en una abogada consumada.
Shouko Komi: (Edad: 15): Amiga cercana de Hitohito y su compañera de clase. Es una chica hermosa que tiene problemas para comunicarse.
Najimi Osana (Edad: 15): Estudiante de Itan que siempre tiene mucha energía, y aparentemente tanto Hitohito como Trucy son sus amigos de la infancia. Su verdadero género es un misterio.
Ren Yamai (Edad: 15): La víctima de este incidente. La hija de un hombre de negocios muy adinerado, y una persona muy desagradable en general.
Nene Onemine (Edad: 16): Una estudiante que se preocupa por los demás como una hermana mayor. Actualmente está buscando a su amiga Kaede.
Kaede Otori (Edad: 16): Una estudiante que parece siempre ser muy lenta y distraída. Suele desaparecer cuando nadie la está vigilando.
Bobby Fulbright (Edad: 33): El enérgico detective a cargo de este caso. A veces me hace preguntarme qué significa realmente la justicia.
Sakura Gorimi (Edad: 17): Una estudiante de segundo año, y la bibliotecaria principal. Aún puedo sentir el golpe que me dio en la cabeza con su abanico mortal.
Omoharu Nakanaka (Edad: 15): Una estudiante con síndrome de adolescencia que se hace llamar la Archimaga "Mei Karuma Van Zieks". Supuestamente vio todo el incidente.
Simon Blackquill (Edad: 28): Un fiscal y prisionero condenado a muerte. Acorde con Fulbright, tiene asuntos pendientes en la Preparatoria Itan.
Kozue Taida (Edad: 49): Profesora de la clase de Hitohito y Shouko. Es muy holgazana y le encanta aprovecharse de Hitohito para que él haga su trabajo en su lugar.
Itsuki Honshoku (Edad: 33): El experto en informática residente en Itan. Accedió a los archivos de la biblioteca el día del incidente.
Evidencia:
Distintivo de abogada: Mi nuevo y brillante distintivo. Lo perdí brevemente, pero Hitohito me ayudó a encontrarlo.
Puertas hacia los Archivos de la Biblioteca: La entrada a los Archivos de la Biblioteca. Se requiere una identificación del personal para poder entrar.
Diagrama del sótano: Un diagrama del sótano, que muestra los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. El pasillo del sótano y la sala de servidores estaban cerrados durante el crimen.
Reporte médico de Yamai: Un reporte médico de la Clínica Hickfield para Ren Yamai. Según el reporte, fue golpeada dos veces con un objeto contundente.
Reloj antiguo: Un reloj antiguo operado con baterías usado en la agresión, cubierto con la sangre de Yamai y las huellas digitales de Hitohito. Actualmente no tiene baterías en su interior.
Escritura en sangre: Un mensaje garabateado con sangre que va hacia la mano derecha de Yamai que lee "Tadano". La huella digital de Yamai está en el mensaje.
Llave de la Sala de Servidores: La llave que abre las puertas de la sala de servidores desde los archivos de la biblioteca. Lleva una semana desaparecida.
Termostato: El dispositivo que regula la temperatura entre los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. Fue ajustado durante la hora del crimen, pero no se encontraron huellas digitales en él.
Computadora de los Archivos de la Biblioteca: Una computadora en los archivos de la biblioteca a la que Hitohito accedió por razones desconocidas. Se encontraron huellas digitales de Hitohito, Yamai, y un individuo desconocido en el teclado y el ratón.
Historial de inicio de sesión: Un registro de quién inició sesión en la computadora de los archivos de la biblioteca. El día del crimen, Itsuki Honshoku accedió a la computadora a las 9:15 AM y Hitohito Tadano a las 1:15 PM.
Huellas en el escritorio: Huellas de manos encontradas en el escritorio de la computadora. Análisis indica que pertenecen a Ren Yamai.
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