Capítulo 5: El Samurai Sombrío
27 de septiembre, 11:25 AM
Camino del vecindario – En ruta hacia la residencia Komi
Shouko se encontraba caminando de vuelta a su casa con su nueva amiga Trucy a su lado. El clima del mediodía era cálido, y podía sentir una brisa agradable soplando contra su cuerpo, mientras las hojas ocasionalmente caían de los árboles por la acera.
Justo ahora, la maga amiga de Shouko se encontraba contándole sobre varios trucos de magia y el tipo de eventos donde solía hacer sus espectáculos. Shouko hizo su mejor esfuerzo para seguirle el paso y registrar todos los detalles de lo que estaba hablando, aunque lo único que sabía sobre magia era lo que Trucy le había enseñado anteriormente. A pesar de todo, el tema le resultaba muy interesante. Lo que más le impresionó fue que Trucy, incluso desde que estaba en la escuela primaria, ya tenía una carrera impresionante y estaba haciendo mucho dinero.
Después de hablar por un rato, Trucy miró a su amiga y notó que no había reaccionado mucho. – Espero no estarte aburriendo. – dijo nerviosa. Shouko negó con la cabeza. – Qué bueno. – Trucy suspiró de alivio, pero lentamente volvió a fruncir el ceño. – Es sólo que no tengo oportunidad de hablar sobre magia con mucha gente de mi edad. Al menos, no estos días, ya que la mayoría de mis otros amigos van a escuelas diferentes. Casi todos los de mi clase prefieren ignorarme en el mejor de los casos, o activamente me degradan en el peor. A veces me siento muy sola en la escuela...
Shouko no podía evitar simpatizar con ella; después de todo también entendía lo que se sentía no tener amigos. De hecho, si no fuera por Hitohito y su infinita amabilidad y capacidad para entenderla, quizás ella se habría quedado sola. Eso sólo hacía el hecho de que estuviera siendo acusado falsamente de agresión mucho más deprimente: se sentía como si el universo estuviera conspirando en su contra para que ella no tuviera amigos.
Trucy volvió a sonreírle. – Ahh, pero seguro no querrás que te eche encima mis problemas, especialmente cuando ya tienes suficientes propios. – Shouko negó con la cabeza. – Ohh, entonces me disculpo por hacer eso... – Trucy empezó a hablar de nuevo, pero Shouko volvió a sacudir su cabeza, esta vez más vigorosamente, para confusión de la maga. Cogió la libreta de su bolso y empezó a escribir en ella.
[No me molesta en absoluto. Siento mucho que la gente en tu clase te trate así.]
– Ohh, no no no, no tienes por qué disculparte, eso no es tu culpa. – Trucy empezó a agitar las manos nerviosa. – Como sea... me alegro mucho de que nos hayamos hecho amigas, y que me hayas escuchado hablar sobre mi magia, aunque quizás me haya ido un poco por la tangente...
[Lo encontré muy fascinante. Creo que eres alguien realmente muy interesante, y me encantó escucharte hablar sobre ello.] Shouko le escribió de vuelta, causando que la cara de Trucy se pusiera roja.
– ¿D-d-de verdad? Q-quiero decir... ¡gracias! Yo... de verdad no sé qué decir... – tartamudeó, cubriéndose sus mejillas rojas. Otro cumplido de Shouko, y no sabía siquiera cómo reaccionar ni por qué se sonrojaba tanto. Decidió que mejor cambiaría el tema antes de avergonzarse más. – Como sea, ¿tienes planes hoy cuando vuelvas a casa?
Shouko negó con su cabeza, con tristeza. Realmente estaba desesperada por ayudar a Hitohito, pero la realidad era que, pese a su reputación como una diosa, ella era sólo una estudiante de preparatoria ordinaria, y no tenía la misma experiencia en investigaciones que Phoenix, Athena e incluso Trucy. No sabía qué podía hacer para liberarlo, y esa sensación de impotencia la hacía sentirse deprimida.
Trucy notó la expresión caída de su amiga, y le puso una mano en la espalda para reconfortarla. – Entiendo que estés preocupada por Hitohito, pero no te preocupes. Mi papá está ayudando a defenderlo, ¡y te aseguro que logrará que salga libre antes de lo que crees! – le dijo con entusiasmo, esperando poder animarla. Tristemente, aún seguía preocupada. – Me encantaría quedarme contigo, pero tengo que volver a la oficina y recoger el kit de investigación forense de papá.
Los ojos de Shouko se abrieron de golpe; su curiosidad acababa de despertar ante la última oración que dijo la maga. Inmediatamente cogió su libreta de nuevo.
[¿Tu padre tiene un kit de investigación forense?] le preguntó.
– ¡Sip! Tiene una amiga detective que está muy metida de lleno en la ciencia forense, y nos regaló uno. ¡Le encanta compartir su pasión por la ciencia con los demás! – sonrió Trucy.
Shouko ladeó su cabeza. Tenía curiosidad por saber más.
– Tiene varios objetos, ¡pero los que más utilizamos en las investigaciones son el polvo para huellas digitales y el spray de Luminol! – explicó Trucy, para confusión de Shouko. El polvo para huellas se explicaba por sí solo, pero Shouko no estaba segura de para qué serviría el Luminol. Por suerte, la maga se dio cuenta de su confusión. – El Luminol es un químico que sirve para detectar sustancias que hayan aparecido en superficies. Aunque puede detectar una gran variedad de sustancias, se utiliza mayormente para detectar rastros de sangre en una escena del crimen. Resulta muy útil ya que te da una reacción incluso si la sangre fue lavada o removida de alguna forma.
Shouko comenzó a temblar un poco ante la mención de sangre, pero antes que Trucy pudiera seguir explicándole, llegaron a una enorme residencia con portón e intercomunicador. Shouko inmediatamente se dirigió hacia el portón.
– ¿Esta es tu casa? – preguntó Trucy. Shouko asintió en respuesta. – Wow, es muy impresionante. Como sea, me alegra que hayas vuelto a casa a salvo. Fue agradable conocerte, y... uhh... espero que el resto del día te resulte mejor. – agregó mientras presionaba sus dedos tímidamente.
[Tú también cuídate, Trucy] escribió Shouko de vuelta. En ese momento, algo se le ocurrió a Trucy.
– Espera... antes de que entres, ¿podrías darme tu número telefónico? – dijo mientras sacaba su teléfono inteligente de su bolso. – Así puedo mantenerte al tanto de cómo va la investigación y darte actualizaciones sobre la situación de Hitohito.
Shouko asintió y sacó su propio teléfono, intercambiándolo con Trucy para que ambas pudiesen añadir sus números una a la otra. Mientras las dos chicas intercambiaban sus números, la puerta del frente se abrió, y una mujer asomó su cabeza.
– ¿Shouko? ¿Eres tú? – preguntó la mujer, y las dos chicas volvieron su atención hacia ella. – ¡Shouko! ¡Bienvenida a casa!
Inmediatamente la mujer abrió la puerta, incitándolas a ambas a entrar, lo que le permitió a Trucy echarle un buen vistazo. Se parecía mucho a Shouko, excepto que tenía cabello mucho más corto, y llevaba un delantal encima de una camiseta y pantalones vaqueros.
(«¿Es la mamá de Shouko, o su hermana?») se preguntó Trucy. La mujer finalmente se fijó en ella.
– ¿Ohh? ¿Eres una de las amigas de Shouko en la escuela? Nunca te había visto antes. Soy Shuuko Komi, la madre de Shouko. – se presentó la mujer, captando la atención de la joven maga.
– ¿Yo? ¡Ohh! Sip, soy una de sus amigas en la escuela, aunque acabamos de conocernos, ya que estoy en una clase diferente. Me llamo Trucy Wright, es un placer conocerla, Sra. Komi. – replicó mientras se quitaba el sombrero para hacer una reverencia.
– ¡El placer es todo mío! Me alegro mucho de que mi hija esté haciendo tantos nuevos amigos, especialmente de otras clases. – replicó Shuuko felizmente. Luego miró entre las dos. – Aunque me sorprende que ese chico Hitohito no esté con ustedes, Shouko. ¿Cómo se encuentra?
Shouko bajó la mirada con tristeza. La pregunta de su madre le trajo de vuelta la imagen de Hitohito en el centro de detención junto con su actual predicamento. Empezó a juguetear con un mechón de su cabello nerviosamente, lo cual de alguna forma delató a su madre lo que estaba ocurriendo. –Ohh... entiendo. ¿Él está bien? ¿Le sucedió algo? – preguntó la mujer, preocupada.
– Sí, ahora mismo está metido en un problema, pero no se preocupe. Mi papá y su equipo en la agencia están ayudándolo. ¡Volverá a casa muy pronto! – dijo Trucy con confianza, sosteniéndose el ala de su sombrero.
– Eso es maravilloso. ¿Ya lo ves, cariño? ¡Todo estará bien! – dijo Shuuko abrazando a su hija. Shouko todavía parecía estar preocupada, pero se sentía más tranquila luego de ver a su madre y con la confianza de su amiga. Les asintió a ambas, haciéndoles saber que se sentía un poco mejor.
Shuuko de nuevo se volvió hacia Trucy. – ¿Estás ocupada hoy? Eres bienvenida a quedarte a cenar si quieres. – le ofreció a la maga.
– Lo siento, me encantaría quedarme, pero tengo que hacerle un encargo a mi papá. ¡Otro día, definitivamente sí! – replicó Trucy preparándose para partir.
– Ohh, qué mala suerte, pero lo entiendo. ¡Siempre serás bienvenida aquí, Srta. Wright! – dijo Shuuko despidiéndose con la mano.
– ¡Gracias, fue un gusto conocerla! – Trucy se dio la vuelta y le devolvió la despedida a Shuuko.
Shouko también se despidió de su amiga. La verdad, ella también quería ir con Trucy y ayudarla, pero se sentía demasiado nerviosa para comunicarlo. No había mucho que pudiera hacer estando en su casa, y estaba demasiado preocupada por Hitohito como para concentrarse en hacer cualquier cosa productiva.
Cuando miró atrás, Trucy pareció darse cuenta de la aprehensión de Shouko. – Pensándolo bien... si no estás ocupada hoy, ¿quieres venir y ayudarme con el encargo? – le preguntó.
*POMPF*
Shouko asintió con entusiasmo, haciendo brotar sus orejas de gato. Las dos chicas miraron a Shuuko, esperando su aprobación.
– ¡Me parece una idea estupenda! ¡Sólo ten cuidado y trata de volver antes de la hora de la cena! – dijo sonriéndoles a ambas.
– No se preocupe, seguro estaremos de vuelta antes de eso. ¡Nos vemos después, Sra. Komi!
Trucy volvió a despedirse con la mano mientras las dos chicas se dirigían de vuelta al portón para salir a la calle de nuevo.
– Bueno, hora de volver a la agencia para buscar ese kit forense. Quién sabe, ¡tal vez puedas hacer algo de investigación forense hoy mismo y todo! – le sonrió la maga a Shouko.
[Pero ¿en serio está bien que yo haga eso?] escribió ella, mirando confusa a Trucy.
– ¡Por supuesto, es muy fácil de usar! ¡Lo he hecho muchas veces con papá y Polly! ¡Quién sabe, tal vez hasta encuentres una pista vital que nos ayude a limpiar el nombre de Hitohito! – dijo mientras daba saltitos emocionada.
Shouko asintió con determinación. Cualquier miedo o incertidumbre que tuviera, debía dejarlo a raya por el momentp. Ahora mismo, Hitohito necesitaba su ayuda, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera para ayudar a Trucy, Athena y Phoenix a liberar a su amigo.
27 de septiembre, 11:45 AM
Biblioteca – Preparatoria Itan
– Su aura... puedo sentir que... ¡sí! Ustedes son aquellos que el Samurai Sombrío dijo que vendrían...
Athena ahora estaba de frente con una chica muy extraña que había levantado su mano vendada frente a ella, diciendo tonterías sobre su aura. Sin embargo, ese no fue el comentario que más llamó su atención: fue el hecho de que, aparentemente, le dijeron que ellos vendrían, y a juzgar por ese epíteto, sólo podía asumir que el tal "Samurai Sombrío" era Simon Blackquill que le dijo que una abogada como ella vendría aquí, y seguramente también, de darle la menor cantidad de información posible.
– Tú... ¿sabías que vendríamos? – preguntó confusa, jugueteando con su arete en forma de luna.
– En efecto. – La chica extraña adoptó una expresión perpleja. – El Samurai Sombrío vino aquí para aprisionar a ese vil bellaco que asesinó a mi amiga. He hecho todo lo que está en mi mano para proveerle ayuda; a pesar de su semblante sombrío y su estatus como criminal, no hay duda que es un héroe de la justicia tal y como lo dijo el Detective Bufón. – Miró a Athena de pies a cabeza, y mientras examinaba su apariencia, su expresión se tornó aún más sombría cuando sus ojos se fijaron en el distintivo de su chaqueta. – Me advirtió sobre aquellos que vendrían a defender a ese demonio, ¡y que tuviese mucho cuidado de sus retorcidas maquinaciones! Y tal parece que estaba en lo correcto, ¿pero quién diría que el bellaco estaría tan desesperado como para invocar a la Reina de Amarillo de todas las personas?
– ¿Reina de Amarillo? – preguntó Athena. Phoenix también se veía totalmente confuso, y asumió que el apodo que la chica rarita le había dado a su subordinada se refería al atuendo que llevaba, pero ella sabía que ese no era el caso, y este hecho provocó que se le hundiera el corazón. Aun así, intentó mantener la compostura. – En realidad... mi nombre es Athena...
– ¡Silencio! – exclamó la chica extraña, sorprendiendo a los dos abogados y a Najimi. – Tus intentos de ocultar tu verdadera naturaleza no me engañan. Puede que tengas la apariencia, pero esa Señal Amarilla en tu solapa delata lo que realmente eres, Reina de Amarillo... – Le gruñó mientras señalaba con su mano, y entrecerraba los dedos, como si estuviese sacando las garras ante su adversaria.
(«Y ahora esta chica cree que soy una especie de abominación de las historias de Tolkien. Cielos, ahora entiendo lo que debió sentir Apollo cuando la gente lo confundía con un demonio en el Valle de las Nueve Colas») pensó Athena sombríamente mientras un sudor frío le rodaba por las cejas. Miró a su jefe, que sólo pudo darle una mirada de simpatía mientras observaban a la chica hacer gestos con su mano no vendada y murmurar cosas entre dientes, probablemente fuese algún hechizo para "protegerse a sí misma de la Reina de Amarillo" o algo así. («No me cabe duda que el jefe debe haberse enfrentado a gentes aún más raras que esta chica durante su carrera. Bueno, no me queda más que tratar de averiguar todo lo que pueda...»)
Athena dio un paso al frente, poniendo los brazos en jarras.
– En realidad, y para tu información, mi nombre es Athena Cykes, y soy la abogada defensora que representa a Hitohito Tadano. Quisiera que me dijeras todo lo que sabes sobre este incidente, y más importante aún, me gustaría saber quién eres.
La chica extraña se levantó de su asiento para desafiar a Athena. – Entonces, estás arrojando el guante, ¿no, Reina de Amarillo...? – Fijó su mirada en los ojos de la abogada. – Muy bien, te revelaré el nombre de aquella que será testigo de tu perdición.
Tras esta declaración, arrojó la chaqueta del uniforme que colgaba alrededor de sus hombros, como si estuviese quitándose una capa antes de un combate. Empezó a ejecutar una serie de gestos con las manos antes de levantar su mano vendada frente a su cara y apuntar a Athena con la otra.
– ¡Soy Mei Karuma Van Zieks, Guardiana de la Fuerza Dragón! – declaró en voz alta ante unos perplejos Athena y Phoenix. – ¡Recuerda bien ese nombre, Reina de Amarillo, pues será el último nombre que jamás... YEEOWCH!
La chica fue interrumpida por un abanico que la golpeó en la cabeza, cortándole su pequeño teatro en el acto.
– Está prohibido gritar o pretender que estás practicando magia oscura en la biblioteca. – declaró la estoica Gorimi con los brazos cruzados, antes de darse la vuelta y marcharse. Cualquier motivación que la chica extraña tuviera se perdió con ese golpe del abanico, y todo lo que pudo hacer fue frotarse el chichón en su cabeza.
Najimi, que estaba observando su actuación con expresión divertida todo el tiempo, decidió salir al paso y agregar sus dos centavos a la conversación.
– Esta es mi compañera de clases Omoharu Nakanaka. Es una gran fanática de los videojuegos, juegos de mesa y mangas. – dijo Najimi, extendiendo la mano para presentar a su compañera de clases a los abogados. – Ella y Ren son amigas cercanas, y al decir amigas cercanas, quiero decir que discuten por lo menos cinco veces al día por cualquier cosa, como si fueran una pareja casada. Es un espectáculo muy divertido.
– Supongo que eso explica su hostilidad hacia nosotros. Después de todo, estamos defendiendo a la persona acusada de atacar a su amiga. – replicó Phoenix.
– ¡Pero él no lo hizo, Nick! – argumentó Najimi.
– Ya lo sé, pero cuando un amigo cercano sale herido de esa forma, las personas se pueden ver muy afectadas, lo que provoca que se desquiten con quienquiera que piensen que fue el culpable, independientemente de si esa persona es inocente o no. – le explicó. – Con suerte, podremos aclarar las cosas con ella.
– ¡Puedo oír cada palabra que están diciendo! – replicó la aludida con indignación. – E incluso si el Samurai Sombrío no me hubiese dicho que guardara silencio, aun así no les diría nada a ustedes. En lo que a mí concierne, Tadano lastimó a Yamai, y yo no voy a creer lo contrario. – Giró su cabeza y cruzó los brazos de manera desafiante.
– ¡No, no lo hizo! – espetó Najimi.
– ¡Sí lo hizo!
– ¡Que no!
– ¡Que sí!
– ¡Que no...!
– Najimi, ya déjalo... – le regañó Phoenix.
– Pero Niiiiiick... – Najimi empezó a chillar haciendo un puchero.
– Lo sé, y también estoy de acuerdo, pero así no lograrás cambiar su opinión. Más bien, sólo harás que vaya en la dirección contraria. – le explicó.
(«El jefe tiene razón, sonaba bastante agitada cuando habló con nosotros. Sin mencionar que había mucha ansiedad en su corazón. Tal vez todo ese teatro de "Guardiana de la Fuerza Dragón" sea un mecanismo de defensa. Quizás fui demasiado dura con ella antes. Sé que me sentiría igual de ansiosa si algo como esto le sucediera a Junie, aunque quizás no estaría pretendiendo ser una hechicera.») pensó Athena para sí misma. Decidió que, en lugar de exigir respuestas, trataría de romper el hielo un poco con algún tópico no relacionado.
– En fin, noté que tienes una consola portátil de videojuegos contigo. ¿Ese no es el Nontindo Swap? – Señaló el dispositivo de juegos que estaba en la mesa.
– T-tal vez. ¿Qué te importa eso, Reina de Amarillo? – Nakanaka movió su mano para apagar y agarrar el Swap.
– Sólo curiosidad. – Athena se rascó detrás de la cabeza. («Esto claramente no lleva a ninguna parte. Ojalá supiera más sobre videojuegos, pero estudiar a tiempo completo para ser abogada y psicóloga me deja muy poco tiempo para ese tipo de cosas.») pensó mientras trataba de desenterrar el poco conocimiento de videojuegos que tenía. – Hace mucho que no he jugado videojuegos. ¿Qué juego estabas jugando?
– ¡Eso no es asunto tuyo! – Nakanaka sostuvo su consola de manera defensiva, manteniendo la pantalla fuera de la vista de la abogada.
– ¡Apuesto a que estaba jugando el nuevo juego de Blaze Insignia! – intervino Najimi, causando que Nakanaka dejara caer el Swap por la sorpresa.
– ¿Cómo lo supiste...? Err... quise decir... ¡eso no es verdad, para nada! – exclamó, agachándose rápidamente para recoger la consola del piso antes que Najimi pudiera cogerla y confirmar sus sospechas.
– Bueno, es que has estado hablando sobre él mucho en clase, con cualquiera que esté dispuesto a escuchar. – declaró Najimi como si fuese un hecho. – Y también, te escuché hablando sobre tus parejas preferidas. En detalles muy explícitos, me permito agregar.
El andrógino estudiante de pelo lavanda le lanzó una sonrisa pícara a una horrorizada Nakanaka. Athena por su parte parecía confusa.
– Umm... ¿qué es Blaze Insignia? – preguntó. Para su sorpresa, fue Phoenix quien intercedió.
– Ohh, creo que Blaze Insignia es una especie de juego de estrategia medieval, donde controlas a tus soldados en un mapa de cuadrícula para intentar matar al ejército enemigo o algo así. No sé mucho sobre él, pero aparentemente puedes hacer que tus soldados se enamoren entre ellos y eso les da bonos en combate, aunque no veo cómo eso tiene algún sentido.
– Wow, jefe, usted parece saber mucho sobre ese juego. – dijo Athena, tratando de forzar una sonrisa. En su cabeza, sin embargo, estaba llorando y se sentía muy avergonzada de que su jefe, que era menos letrado con la tecnología, supiera más sobre videojuegos que ella.
– Bueno, honestamente sólo sé lo que Trucy me ha contado. Está muy metida en ese juego y habla mucho sobre él. – dijo Phoenix mientras se rascaba detrás de la cabeza. («Aunque si soy honesto, realmente suena bastante interesante. Tal vez deba probarlo alguna vez cuando tenga tiempo libre.»)
– Debí suponerlo. Es mucho más que soldados que juegan al ajedrez o un simple simulador de citas. ¡No hay forma de que ninguno de ustedes pueda entender lo verdaderamente brillante de Blaze Insignia! – Nakanaka se sacudió la vergüenza que le había provocado Najimi, y se puso las manos en las caderas con orgullo mientras sonreía arrogantemente. – De hecho, ¡se han escrito ensayos académicos sobre las relaciones entre los lores de Blaze Insignia: Three Kingdoms, y a día de hoy todavía se debate sobre si sus acciones fueron éticas o no!
[Kometani: Cuando dice "ensayos académicos", se refiere a un montón de discusiones en foros de internet.]
– Err...wow, eso realmente es muy informativo. No sabía que los videojuegos podían inspirar estudios académicos de esa forma. – Athena se esforzaba por aparentar entusiasmo. Incluso cuando hablaba sobre asuntos del mundo real, Nakanaka parecía seguir exagerando las cosas, pero si eso la ponía de humor para conversar, Athena estaba dispuesta a soportar sus chácharas.
– En efecto. Tal vez no seas tan mala después de todo, Reina de Amarillo. Es una pena que estemos en lados opuestos de esta guerra. – Pareció calmarse un poco, y volvió a poner su consola en la mesa.
(«Quizás pueda usar esto como una abertura para preguntarle más... empecemos con lo que sabre sobre Yamai...») Athena se preparó para hacer su movimiento. – Y dime... ¿juegas este juego con tu amiga Yamai? – le preguntó, a lo cual Nakanaka le lanzó una mirada incrédula.
– ¿Qué? ¿Perdiste la razón? ¡Por supuesto que no! ¡¿Cómo se supone que juegue un juego de estrategia por turnos de un solo jugador con otra persona?! ¡E incluso si pudiera, ella es la última persona con quien querría jugarlo!
– Ohh... – Athena se quedó en shock. – Pensé que, ya que ustedes dos eran amigas cercanas... quizás, ustedes dos habrían...
– ¡Para nada! – interrumpió Nakanaka. – Puede que hayamos sido amigas en cierto momento de nuestras vidas, pero todo eso está en el pasado. Estos días, lo único que tenemos en común es que estamos en la misma clase. ¡Ella y yo somos tan diferentes como el día y la noche! – Miró a Athena y vio su reacción escéptica en su rostro, indicando que no le creía lo que estaba diciendo. – Pero no te hagas ideas equivocadas. ¡Eso no quiere decir que no estoy enojada de que Tadano haya elegido atacarla brutalmente y sin provocación! De hecho, ayudaré personalmente al Samurai Sombrío para asegurarme que reciba lo que se merece.
Ese último comentario provocó que Athena le lanzara una mirada furiosa. – ¿Y cómo sabes que fue él quien la agredió? ¡No hay forma de que él haya hecho algo como eso!
– ¿Y tú como sabes eso, Reina de Amarillo? – replicó con arrogancia la chica con vendas, poniéndose la mano en la cadera. – Apenas llevas poco más de un día de conocerlo, y yo he sido su compañera de clases desde el comienzo de este año escolar. Me atrevería a decir que yo soy un mejor juez de su carácter de lo que tú jamás podrías ser.
– Grrr... – Athena gruñó. («Odio admitirlo, pero ella tiene razón en eso. Aun con mi poder, hay demasiadas cosas que no sé sobre Hitohito. Sin embargo, tengo suficiente información para saber que él necesita mi ayuda, y sin importar lo que pase, voy a creer en él...»)
– ¡Hmph! Esa mirada de decisión estúpida en tu rostro me dice que no me crees. – Nananaka desafió con su mirada la de Athena, manteniendo su sonrisa llena de confianza. – Si quieres saber por qué tengo tanta certeza de que Tadano es el culpable, es muy simple: ¡yo vi todo lo que pasó!
– ¿Q-QUÉEEEEEEEEE? – Los abogados y Najimi se quedaron boquiabiertos al unísono, tratando de mantener sus voces bajas para evitar castigo de la constantemente vigilante Gorimi.
Nakanaka pareció disfrutar las miradas perplejas en sus rostros, luego de soltarles encima la revelación. – Así es. Yo vi el momento en que Tadano cruelmente golpeó a Yamai, y luego salió huyendo como el cobarde que es. Jamás perdonaré a ese canalla por lo que hizo.
– ¡E-eso no puede ser! – jadeó Athena. Si ella realmente vio lo que pasó, eso devastaría por completo su caso. – ¿Cómo fue que bajaste las escaleras hacia dónde estaban?
Nakanaka se apartó los mechones de su pelo y mantuvo su sonrisa arrogante. Claramente disfrutaba de destrozar el argumento de Athena. – Hmph, es muy simple: recibí un mensaje de texto de...
Una voz imponente resonó, parando en seco la confrontación entre las dos chicas. El sonido de unas botas pesadas y el tintineo metálico de unas cadenas anunciaron la llegada de la figura responsable por aquella declaración.
– ¿Desenfundas tu espada y te lanzas al ataque sin que el duelo haya comenzado? ¡Y después de todo lo que te dije! Una actuación digna de un amateur, jovencita. – habló el hombre.
A pesar de no saber su nombre, Najimi lo reconoció como el mismo sujeto que estaba regañando a su profesora ayer. Phoenix y Athena, por otro lado, sabían que se trataba del fiscal que sería su rival en la corte, Simon Blackquill.
– ¿S-Samurai Sombrío? – Nakanaka se echó atrás, sin mostrar nada de la confianza que tenía antes. – ¡S-se lo juro, no les dije nada!
– Les revelaste que fuiste testigo del acto. Ya les has dicho demasiado. Si no intervengo cuando lo hice, ya seguramente les habrías revelado cada pieza de información sobre mi caso a la defensa. – replicó Blackquill con desdén.
– Yo... – Nakanaka se agarró la cabeza con vergüenza. Por ahora, se veía totalmente derrotada. Por su parte, el fiscal condenado giró su atención hacia Phoenix.
– Así que nos volvemos a encontrar. ¿Por qué no me sorprende que seas tú el que está defendiendo al joven Tadano?
– En realidad... – Athena salió al paso para corregirlo. – ¡Yo soy quien encabezará su defensa!
– ¿Tú? – La miró como si acabara de declarar que se había convertido en Primera Ministra de Japón. Tras un momento de consideración, su mirada de shock se convirtió en una sonrisa. – Bueno, supongo que Wright-dono ha decidido permitir que la polluela de primavera abandone el nido sin enseñarle primero a volar.
– Grrr.... – Athena gruñó furiosa, y trató de ponerle en la cara el distintivo que llevaba en su chaqueta, pero su diferencia de estatura se lo impidió. – ¡Ahora escúcheme bien, Blackquill! ¿Ve este distintivo? ¡Puede que yo no tenga tanta experiencia como el Sr. Wright, pero estoy tan calificada como él para ser abogada!
Blackquill cruzó los brazos, al parecer sin impresionarse por su declaración. – Eso es lo que dices. Te concederé que tu asistencia ha resultado muy valiosa para tus camaradas, pero no estás ni de cerca lista para asumir el rol como líder de la defensa. Especialmente con tu falta de experiencia y lo fácil que es provocarte.
– ¡NO SOY FÁCIL DE PROVOCAR! – le gritó Athena furiosa al fiscal encadenado. Este sólo pudo sonreír cuando el ruido de su voz invocó inmediatamente a la bibliotecaria para administrarle el castigo en su cabeza con un golpe de su abanico.
– No griten en la biblioteca. – le advirtió Gorimi a Athena antes de marcharse.
Mientras se sobaba el bulto en su cabeza, Blackquill hizo un gesto de negación y sonrió de nuevo. – Y aun así, no niegas que te falta experiencia. Como sea, descanso mi caso. – declaró.
Athena quiso argumentar de vuelta, pero no se le ocurrió nada para refutar lo que acababa de decir sin probar aún más su punto. Aunque no pudo evitar preguntarse por qué el arrebato de ella le ganó una reprimenda de Gorimi, pero el grito de Blackquill antes de eso no lo hizo. [Kometani: Blackquill y Gorimi hicieron un acuerdo de que, para mantener las apariencias, Gorimi castigaría a Blackquill por todas sus transgresiones de una sola vez cuando concluyera la investigación.]
Phoenix decidió intervenir en este momento, para hacer algunas preguntas propias. – Asumo que, como ya está aquí, habrá terminado de investigar la escena del crimen. ¿Eso significa que podemos hacer nuestra propia investigación allá abajo? – le preguntó.
– Hmph. Hagan lo que quieran. Pero déjenme advertírselos: no se atrevan a interferir con nada en la escena del crimen, o los usaré como muñecos de práctica para mi espada. – le advirtió Blackquill a Phoenix con una mirada asesina, que hizo que un escalofrío bajara por toda la espina del abogado. – ¡Tonto Bright! – llamó al detective. – Asegúrate que estos abogados y el individuo que los acompaña no arruinen nada en la escena del crimen. Si veo un solo cabello que no estaba antes en ese lugar, me aseguraré que las reparaciones salgan directo de tu salario.
– ¡Sí señor! – Fulbright hizo el saludo militar. – ¡Me aseguraré que no dejen ningún rastro!
– Muy bien, supongo que ya tenemos la bendición reacia del Fiscal Blackquill para llevar a cabo nuestra investigación. – le dijo Phoenix a Athena y Najimi.
Sin embargo, antes que el grupo se preparara para bajar, Najimi le jaló la manga de la chaqueta a Phoenix para llamar su atención.
– Hey Nick, antes de ir allá abajo, ¿no crees que deberías preguntarle al Fiscal Birdquill sobre sus asuntos pendientes aquí? – preguntó Najimi, provocando que tanto Phoenix como Blackquill voltearan su atención, y el fiscal parecía algo perturbado de que Najimi hubiera pronunciado mal su nombre.
– Ohh, sí, casi lo olvidé. Escuché que usted tiene un asunto sin terminar aquí en la preparatoria Itan. – comentó Phoenix. Blackquill le lanzó una mirada asesina y arqueó una ceja.
– ¿Y dónde fue que escuchaste esa pieza de fantasía? – le preguntó. Phoenix, Athena y Najimi miraron simultáneamente al Detective Fulbright, que simplemente se quedó allí parado jugueteando con sus dedos con expresión tímida. – Hmph, parece ser que el Tonto Bright todavía sigue yéndose de lengua. ¡¿Es que nadie en este maldito lugar puede guardar algo de confidencialidad?!
– ¡Entonces es verdad! – declaró Athena, apuntándole con el dedo.
– Sí, es cierto que tengo una razón para haber vuelto a la Preparatoria Itan, aparte de servir como fiscal en el caso del joven Tadano... pero eso no es asunto de ustedes. – les dijo Blackquill inmediatamente con rechazo.
– ¿Qué? ¿Por qué? – preguntó Athena con indignación.
– Es muy simple. – Se tocó la frente con el dedo. – No tiene relación alguna con el caso actual.
– Ohh, ya lo tengo. – Najimi sonrió de oreja a oreja. – El Fiscal Birdquill solía ser estudiante aquí, y estaba enamorado de una de sus profesoras, pero jamás pudo confesárselo mientras estaba en la escuela. Pero ahora que se ha convertido en un fiscal, tiene una segunda oportunidad, ya que escuchó que hubo un incidente aquí. Seguro piensa que este es el momento que ha estado esperando, y tomó este caso como una oportunidad para decirle lo que realmente siente.
Todos se quedaron mirando en blanco a Najimi por varios minutos, tratando de procesar exactamente lo que acababa de decir.
– Bueno... ¿tengo razón, o tengo razón? – les preguntó Najimi a todos. Blackquill simplemente negó con la cabeza.
– Permíteme recordarte, joven estudiante, que sólo porque estemos en una biblioteca no significa que este sea el lugar para compartir una historia ficticia tan ridícula, que ni siquiera serviría como novela en un quiosco de aeropuerto. – Luego sonrió con desprecio. – Aunque supongo que no puedo culparte por sacar una teoría tan poco basada, considerando tu presente compañía...
– ¿Q-qué quiso decir con eso? – lo desafió Athena. – Y más aún, si ese no es el caso, ¿entonces cuál es? ¿Cómo sabemos que su "asunto sin terminar que no está relacionado al caso actual" no es la verdadera razón por la que Hitohito fue arrestado?
– Déjame preguntarte esto, Cykes-dono: antes que el joven Tadano se convirtiera en un estudiante aquí, ¿hubo algún miembro de su familia que haya sido estudiante o haya trabajado en esta facultad? – inquirió Blackquill.
– Bueno... no, no creo que... – Parecía insegura de sí misma.
– Entonces no hay forma de que esté relacionado con el caso actual, y siendo así, no tengo ninguna obligación de compartir nada contigo. – Hizo un gesto con la mano para que Athena se apartara de su camino, antes de dirigir su atención a Nakanaka, que acababa de volver a jugar con su Swap. – Oye tú, Srta. Mei Karuma Van Zieks. Tengo algunas preguntas más para hacerte.
– ¿Más interrogatorio? ¡Pero he estado aquí toda la mañana! ¿No me puedo ir ya a mi casa? – dijo lloriqueando, lo que provocó que Blackquill le quitase de un tirón el dispositivo portátil de las manos.
– ¿No me dijiste antes que deseabas vengar a Yamai? – dijo mientras agitaba el Swap en frente de ella. La chica se puso de pie y trató de recuperarlo, pero él fue capaz de mantenerlo fuera de su alcance. – ¿Qué crees que pensaría ella si supiera que te fuiste a casa en este momento a jugar videojuegos en lugar de ayudar a la policía a traer justicia a su agresor? Imagina si él termina libre porque tú retuviste información que podría haber sido vital para asegurar su condena. ¿Podrías vivir contigo misma después de eso?
– Bueno... – Ella sólo quería coger de vuelta su Swap e irse a casa, pero las palabras del fiscal la hicieron volver a sentarse y reconsiderarlo.
– Te lo aseguro, luego de que termine este interrogatorio, serás libre de volver a tu casa. – Le colocó de vuelta la consola de juegos en la mano.
– ¿Tendré que ir a la corte a testificar? – preguntó ella.
– Lo más probable, sí. Pero si todo va según lo planeado, probablemente hayamos terminado para la hora del almuerzo. Ahora ven, tu interrogatorio espera. – dijo antes de empezar a caminar hacia la salida de la biblioteca.
– Muy bien, ¡guíe el camino, Samurai Sombrío! ¡Derrotaremos a ese demonio con la fuerza combinada de su espada y mi Fuerza Dragón! – Se puso de pie y siguió a Blackquill afuera, mientras un policía los escoltaba a ambos fuera de la biblioteca.
– ¡Ugh! ¡Qué patán! ¡Cómo disfruta de decir que no tengo experiencia y que soy fácil de provocar! – se quejó Athena, apretando los puños y haciendo un puchero. («Supongo que tendrá razón. Sólo he sido abogada por menos de un año, ¡pero eso no le da derecho a hablarme por encima del hombro como lo hace!»)
– Está tratando de tocar tus fibras sensibles. – le recordó Phoenix. – Después de todo, su especialidad es la manipulación psicológica. No dejes que te afecte.
– ¿Pero qué tal si tiene razón? – preguntó sombríamente. – ¿Qué tal si no tengo la experiencia suficiente para defender a Hitohito? ¿Qué tal si termina siendo condenado injustamente por culpa de mi ineptitud?
– Athena... – Phoenix le puso una mano en el hombro. – Le hiciste la promesa de defenderlo.
– Lo sé, pero...
– ¿Aún crees en él?
– Por supuesto que sí, pero no sé si pueda...
– Entonces ya tienes todo lo necesario para defenderlo, y debes mantener tu promesa de hacerlo.
– ¿En serio usted cree que yo pueda hacerlo?
– No te dejaría tomar este caso si no creyera que estás lista. Sé que puedes hacer esto, y no te preocupes, no vas a estar sola. Yo te estaré ayudando durante cada paso del camino. – le dijo Phoenix a su subordinada. Ella respiró profundamente y se calmó.
– Gracias, jefe. Necesitaba esa charla para animarme. – Athena le sonrió.
– ¡Muy bien! ¡No perdamos el tiempo! ¡Tenemos que salvar a mi amigo de la infancia! – declaró Najimi, agarrando a ambos, Phoenix y Athena, por la muñeca y arrastrándolos hacia las escaleras que llevaban hacia el sótano, mientras Fulbright trataba de seguirles el paso.
Por el camino, Phoenix no pudo evitar seguir curioso.
(«Blackquill fue muy cauteloso de no revelarnos nada sobre su asunto pendiente aquí, pero no estoy totalmente seguro de que no esté relacionado al caso. Hay muy pocas razones por las cuales un fiscal público estaría registrando la Preparatoria Itan. Tal vez cuando Apollo ya no esté ocupado con su caso, podría pedirle que investigue sobre incidentes pasados que hayan ocurrido aquí...»)
27 de septiembre, 12:08 PM
Agencia Polivalente Wright
– Y eso más o menos resume la historia de las huellas digitales y su uso en investigaciones forenses.
Trucy y Shouko habían entrado por la puerta delantera del edificio de oficina donde residía la Agencia Polivalente Wright. Durante la pasada media hora, la maga había estado discutiendo ciencia forense con su amiga. Aunque al principio estaba preocupada, gradualmente se fue abriendo más y más a Shouko, que encontraba el tema fascinante, especialmente con la forma en que lo describía.
[¡Sabes mucho sobre ciencias forenses para ser una maga, Trucy!] le escribió Shouko a su amiga.
– Bueno, fue como lo dije antes, aprendí mucho de mi amiga detective sobre este tipo de cosas. – replicó Trucy, rascándose detrás de la nuca. Las dos amigas comenzaron a subir las escaleras hacia el piso donde estaba la agencia. – Todo ese conocimiento definitivamente ha sido muy útil en más de una ocasión. Polly estaría absolutamente perdido sin mi extensivo conocimiento en la materia.
Por supuesto, Trucy estaba exagerando en ese último punto, pero Shouko no tenía forma de saberlo. Al llegar al piso correcto, y justo cuando mencionó a Apollo, las dos pudieron escuchar una voz gritando "¡BIEN!" Shouko miró confundida, mientras Trucy instintivamente se puso los dedos en los oídos para bloquear el ruido. Y con toda certeza, la misma voz volvió a gritar cinco segundos más tarde:
– ¡SOY APOLLO JUSTICE, Y ESTOY BIEN!
Esto causó aún más confusión para Shouko, que se giró hacia su amiga en busca de una explicación.
– Mejor no preguntes. Es un hábito suyo. – comentó la maga. Sin embargo, esto no apagó en absoluto la curiosidad de Shouko. Abrió la puerta de la oficina, y con toda certeza, Apollo ya había regresado de su juicio de la mañana, y estaba haciendo ejercicios vocales.
– ¡SOY APOLLO JUSTICE, Y...! – empezó a gritar de nuevo, pero antes de terminar, vio a Trucy y Shouko entrando a la oficina, e inmediatamente se detuvo en seco.
Las dos chicas sólo podían mirar con los ojos muy abiertos a Apollo, que tenía una expresión similar en su propio rostro. Se quedaron así durante varios minutos en un silencio incómodo, hasta que Apollo finalmente lo rompió.
– ¿Qué están haciendo ustedes dos aquí? – les preguntó.
– ¡Yo debería hacerte esa pregunta! – replicó Trucy con indignación, poniéndose las manos en las caderas. – Creí que habías dicho que tenías un juicio esta mañana.
– Ohh, ¿eso? El juicio ya terminó. – respondió él.
– Espera, ¿ya perdiste tan rápido? – se burló ella, haciendo que Apollo le lanzara una mirada de exasperación.
– Vamos, Trucy, deberías darme más crédito que eso. – replicó él defensivamente.
– ¡Sólo estoy bromeando, Polly! – dijo ella, luego dirigiéndose hacia el escritorio de su padre, con Shouko siguiéndola. – Aun así, ese fue un juicio muy rápido.
– Dímelo a mí. – Apollo se dirigió hacia el filtro de agua para servirse un poco y bajársela por la garganta, que estaba seca como desierto. – Hasta me sentí un poco mal por el Fiscal Payne. Se veía muy abatido al final luego de haber sido derrotado tan rápido en la corte. Aun así, tenía un deber que cumplir con mi cliente, así que no es que pudiera ponerle las cosas fáciles sólo para no herir sus sentimientos. Y hablando de eso, ¿qué las trajo de vuelta aquí a ustedes?
– Ohh, vinimos a buscar el kit forense de papá. Quiere que se lo lleve a la Preparatoria Itan. – replicó ella mientras empezaba a registrar el escritorio de su padre, sin mucho éxito.
(«Debí imaginarme que al Sr. Wright se le iba a olvidar algo.») pensó Apollo. – ¿Ya revisaste al lado de Charley? – le preguntó.
– Todavía no. – replicó Trucy.
Shouko también estaba viendo a su alrededor, y casualmente, se encontraba mirando la planta en la maceta a la cual llamaban cariñosamente "Charley." Y con toda certeza, había un pequeño saco con varios pines de colores por todas partes. Los pines tenían caritas amarillas con una gran variedad de expresiones. Lo recogió y se lo enseñó a Trucy.
– ¡Ohh, ahí está! ¡Muchas gracias, Shouko! – le dijo sonriendo mientras cogía el saco.
Shouko asintió con entusiasmo después de que le dieron las gracias. Las dos se dispusieron a salir.
– Volveré más tarde. Ya que estás aquí, tal vez sí puedas hacerte cargo de los deberes de limpieza del inodoro hoy después de todo. – dijo Trucy con una sonrisa
– Vaya, gracias. – replicó él con expresión desanimada. Pero antes de que se fueran, Shouko se le aproximó y le mostró un mensaje.
[Te escuché gritando antes. ¿Te encuentras bien?] Tenía una expresión preocupada en su rostro.
– Ohh, eso... perdón si te asusté. Sí, estoy bien, sólo estaba... haciendo ejercicios de voz. Nada importante. – replicó él con algo de vergüenza. – Que la pases bien con Trucy.
Sin embargo, al oír lo de "ejercicios de voz", Shouko se sintió aún más curiosa. Tal vez fuese algo que le pudiera ayudar con su desorden de comunicación. También por un momento le vino la idea de que, si Apollo necesitaba ejercitar su voz, quizás también tuviera un desorden de comunicación. [Kometani: No está tan equivocada, pero el problema de él es en el extremo opuesto...]
[¿Ejercicios de voz? ¿Cómo funciona eso?] le preguntó.
Apollo revisó la libreta un par de veces, sólo para confirmar lo que escribió. Al principio lo miró incrédulo, pero luego se dio la oportunidad de pensar en lo que había escrito. («Ahora que lo pienso, no la he escuchado decir una sola palabra. Siempre escribe todo en su libreta para hablar con los demás. Incluso cuando hablamos por teléfono, tenía problemas. ¡Quizás mis Cuerdas de Acero podrían ser útiles aquí!»)
– Bueno, no hay mucha ciencia en ello. Simplemente grito la frase "¡Mi nombre es Apollo Justice, y me encuentro bien!". Lo hago cada vez que necesito práctica antes de un juicio, o si necesito aliviar algo de estrés. Te sorprendería lo bien que te hace algo de autoafirmación para tu autoestima. ¿Quieres una demostración? – le preguntó.
Shouko asintió, mientras Trucy de nuevo preparaba sus dedos para taparse los oídos y protegerse contra la infame voz de Apollo.
– De acuerdo, aprieta los puños de esta forma. – dijo mientras apretaba sus propios puños. – Y luego gritas, tan fuerte como puedas... ¡MI NOMBRE ES APOLLO JUSTICE Y ME ENCUENTRO BIEN! – gritó, y efectivamente, Trucy se tapó los oídos. – Excepto que, en tu caso, debes reemplazar "Apollo Justice" con "Shouko Komi". Y eso es todo lo que hay que hacer. Ahora inténtalo.
En lugar de eso, Shouko escribió en su libreta y se la enseñó.
[Mi nombre es Shouko Komi, y me encuentro bien.]
– Err...no, se supone que, uh... lo digas en voz alta. Es para ejercitar la voz. – replicó él, algo avergonzado.
Komi bajó la libreta. Apretó los puños tal como él le había dicho antes, e intentó hablar en voz alta.
– ¡M-M-M-M-M-M-M-M-M-M-M-M-M-M-M-M-M-M! – empezó a tartamudear, temblando y sacudiéndose de preocupación. Apollo sólo podía negar con la cabeza.
– Bueno, supongo que es algo que necesita práctica. Tal vez puedas simplemente escribirlo por ahora, y cuando te sientas más cómoda, puedes decir las palabras en voz alta. – sugirió Apollo.
Shouko le echó una mirada, y salió corriendo fuera de la sala.
(«¿Fue algo que dije?») se preguntó, con expresión desanimada. Trucy no pudo más que sacudir su cabeza al ver que Apollo aparentemente había asustado a Shouko haciéndola salir de la sala. Unos segundos después, el teléfono de la oficina empezó a sonar, y Apollo fue a contestarlo.
– Agencia Polivalente Wright, habla Apollo Justice.
<......Mi.....nombre....es.....Shouko..........Ko......>
*click*
Apollo colgó el teléfono y salió corriendo hacia el pasillo, con Trucy siguiéndolo. Y con toda certeza, encontró a Shouko con su teléfono celular en mano, y con aspecto avergonzado.
– ¡Eso estuvo genial para un primer intento! – la halagó. Shouko sólo pudo desviar la mirada; se sentía mal por no haber podido decir la oración completa. – Sé que puede ser difícil al principio, pero no te preocupes, confío en que eventualmente podrás hacerlo. Si realmente lo necesitas, sólo empieza escribiéndolo en tu libreta, y cuando te sientas lista, podrás empezar a gritarlo en voz alta.
Shouko lo miró de nuevo y asintió. Luego volvió a escribir en su libreta:
[Gracias por enseñarme sus "Cuerdas de Acero", Sr. Justice. Espero que tenga un buen día.] Le enseñó su mensaje e hizo una ligera reverencia.
– Gracias. También para ti, Shouko. – Él le devolvió la reverencia. – Y Trucy, ¿podrías decirles a Athena y al Sr. Wright que mi caso ya está resuelto y me haga saber si hay algo con lo que necesiten ayuda?
– Papá probablemente querrá que te asegures que el baño esté extra reluciente, pero no te preocupes. Les haré saber a él y a Athena que ya estás de vuelta. – Se despidió de Apollo con la mano.
– Graciaaaaaas. – dijo él a medias antes de volver a la oficina.
Mientras Shouko y su amiga se alejaban para ir a reunirse con Athena, Phoenix y Najimi, una vez más escribió en su libreta la frase "Mi nombre es Shouko Komi y me encuentro bien". Era un poco cursi, pero le ayudó a incrementar su confianza un poco. Comenzó a escribir la frase múltiples veces, y cada vez que la escribía, se sentía menos y menos preocupada. Tenía la sensación de que había algo que podía hacer para ayudar a Hitohito.
Al menos, tal vez podría decirle sobre el entrenamiento de las "Cuerdas de Acero". Quizás eso también pudiera darle algo de confianza.
Esta historia continuará...
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