Capítulo 3: Puedo oír cómo me llamas...


27 de septiembre, 10:10 AM

Taxi – En camino hacia el Centro de Detención

Phoenix miraba por la ventana del taxi, observando cómo la ciudad iba pasando. Trucy estaba sentada al lado de él, mientras Shouko, Najimi y Athena iban adelante en un taxi separado. Había varias cosas en su mente ahora, la más importante era ¿por qué Najimi se estaba guardando secretos sobre cómo se enteró del arresto de Hitohito? Una de sus teorías era que el propio Hitohito se lo contó a Najimi, y eso era lo que tendría más sentido, pero entonces ¿por qué tendría que mentir al respecto?

La voz de Trucy lo sacó de sus pensamientos. – Gracias por dejarme acompañarte, papá. – le dijo con una sonrisa.

– No hay problema, hace mucho que no me acompañas en una investigación. – comentó Phoenix.

– Bueno, tú eres el que siempre me está diciendo que debo concentrarme en la escuela, especialmente una vez que logré entrar en Itan.

– Y lo has estado haciendo. Tus calificaciones en los exámenes fueron excelentes. No podría sentirme más orgulloso de ti. – Phoenix levantó el sombrero de su hija y se puso a desordenarle el pelo.

– ¡Aww, papá! ¡Ya detente, que me avergüenzas! – se rio. – Pero... gracias. Espero poder llegar pronto a ser la primera de mi clase.

– Con tu cerebro, tengo total confianza en ti. – Phoenix sonrió también. Volvieron a mirar hacia adelante, y Phoenix regresó a su tormenta de ideas.

Tras unos minutos, Phoenix volvió a mirar a Trucy, notando que tenía una mirada pensativa en su rostro.

– ¿Tienes algo en la mente, Truce? ¿Es por Shouko? – le preguntó.

– No, creo que con ella estoy bien. Es sólo que, estaba pensando en el día del crimen. – comentó Trucy.

– ¿Ohh? – Los ojos de Phoenix se ensancharon. ¿Acaso sabría algo?

– El día del crimen, de hecho conocí a Hitohito.

– ¿Lo hiciste? – Esto eran noticias para Phoenix. Ella nunca había mencionado esto antes. – ¿Cuándo lo conociste?

– Durante el almuerzo. No te preocupes, no fue nada sospechoso, pero... no quería mencionarlo en frente de Shouko o Najimi. – explicó Trucy.

– Ya veo, ¿pero por qué no?

– Bueno, ¿recuerdas que mencionaron que Hitohito les dijo que se sentía enfermo y que iría a recostarse un rato en la enfermería? – preguntó Trucy, a lo que Phoenix asintió. – De hecho me encontré con él mientras estaba comiendo en la azotea. Bueno, más bien que se quedó dormido mientras intentaba comer su almuerzo. Lo desperté y almorzamos juntos.

Phoenix levantó una ceja ante esto. Naturalmente, el padre sobreprotector en él demostró algo de preocupación por el hecho de que su hija estuviera almorzando sola con un chico, aunque hubiera sido uno que había ayudado a su subordinada.

– No te preocupes, papá, no pasó nada raro. Sólo estábamos almorzando. Como sea, estaba confundida de por qué eligió ir a comer allá arriba, pero en ese momento no quise hacer más preguntas. Sin embargo, ahora que sé que les dijo a Shouko y Najimi que iría a la enfermería... no estoy segura si hice lo correcto.

– Trucy, hiciste lo correcto con lo que sabías en ese momento y respetaste sus límites. Probablemente él no te habría dicho nada aunque le preguntaras. – Phoenix se llevó la mano al mentón pensativo. – Aun así, me pregunto por qué les habrá mentido. Quizás intentó evadir el problema por alguna razón, pero ¿por qué...?

– Bueno... mencionó que tenía una amiga que quería presentarme. También dijo que ella y yo seguro nos llevaríamos bien. Supongo que se refería a Shouko. Aun así, por favor no le digas a ella o a Najimi que Hitohito y yo almorzamos juntos en la azotea. No quiero que se meta en problemas por eso. – Trucy parecía preocupada.

– Bueno, tendremos que decirles tarde o temprano, pero... está bien, por ahora no diré nada, al menos hasta que podamos averiguar más sobre los motivos de Hitohito en todo esto. – replicó Phoenix. Lo último que quería era causar un malentendido que pusiera en peligro su amistad, pero a juzgar por todo lo que estaba pasando, tenía el presentimiento de que ya había uno en curso.

– Gracias, papá. – le sonrió Trucy.

– ¡No hay problema, cariño!

27 de septiembre, 10:29 AM

Centro de Detención - Pasillo

Phoenix y Trucy llegaron al Centro de Detención mucho más tarde de lo anticipado, no gracias a haberse quedado atascados en el tráfico. Apenas habían pasado por el detector de metales cuando Athena, Shouko y Najimi los estaban esperando.

– ¿En dónde han estado ustedes dos? ¡Llevamos esperándolos aquí como por una hora! – se quejó Najimi.

– No fue tanto tiempo. Salimos de la oficina hace poco más de media hora. Nos quedamos atrapados en el tráfico. – replicó Phoenix, restándole importancia a la exageración de Najimi. – Como sea, ahora estamos todos aquí, ¿ya estamos listos para ver a Hitohito?

– Alguien está adentro con él ahora mismo. – replicó Athena.

– Ya veo... – Phoenix pareció decepcionado. Usualmente, podrían entrar de inmediato, pero por ahora, no les quedaría más opción que esperar.

Cinco minutos después, dos adultos salieron de la sala, un hombre y una mujer. La mujer se notaba visiblemente llorando, y el hombre hacía su mejor esfuerzo por reconfortarla, aunque se podía ver claramente que también estaba al borde de las lágrimas. Athena inmediatamente notó que la mujer tenía un mechón de cabello prominente muy similar al de Hitohito.

(«Estos deben ser sus padres... pobre Hitohito...») Athena también sintió que le venían las lágrimas. Verlos a los dos no hizo más que reforzar su determinación en tomar el caso de Hitohito. La única cosa que le impedía marchar por la puerta de los visitantes y hacer su declaración era el hecho de que todavía tenía dudas sobre liderar a la defensa en un caso debido a su propia falta de experiencia. Esperaba que su jefe tuviera la misma determinación para tomar este caso igual que ella.

Fu en ese momento que los padres Tadano notaron al grupo aglomerado afuera. – Ohh, ¿ustedes también vienen para ver a Hito-chan? – preguntó al grupo la Sra. Tadano.

(«¿Hito-chan? Ohh, debe estar hablando de Hitohito. Sin duda son sus padres... esto debe ser muy difícil para ellos. No puedo imaginarme lo que haría si arrestaran a mi Trucy,») fue lo que pensó Phoenix para sí mismo, antes de dirigirse a la pareja.

– Así es. Mi nombre es Phoenix Wright. Soy abogado. – Dirigió su atención hacia el distintivo en su solapa, mostrando la prueba irrefutable de su profesión.

– ¿Abogado? – El Sr. Tadano parecía estar en shock.

– Correcto. Los amigos de su hijo nos contrataron para defenderlo en la corte. – replicó Phoenix señalando a Komi y Najimi.

Ambos miraron por encima del hombro, sin saber qué decir. Les preocupaba que Hitohito no estuviera haciendo amigos en la escuela, aparte de Najimi, pero les alivió ver que ese no fuera el caso. Najimi inmediatamente rompió el silencio.

– ¡Sip! ¡Me aseguré de conseguirles al mejor abogado de toda la ciudad! ¡Este hombre una vez logró resolver un caso interrogando a un loro! ¡Y también pudo demostrar la inocencia de una orca en la corte! Su hijo está en buenas manos.

Phoenix se alegró de que Najimi reforzara sus credenciales, pero en silencio desearía que hubiera utilizado otros ejemplos para hacerlo. Por la esquina del ojo, notó que Shouko le estaba dando una mirada de fascinación al escuchar los ejemplos que dio Najimi.

(«Grandioso, ahora los padres de Hitohito creerán que soy una especie de Abogado Zoólogo o algo por el estilo.») Una gota de sudor nervioso rodó por su frente.

– M-me alegro mucho que mi Hito-chan tenga amigos tan maravillosos... tal vez usted pueda hacer que vea razones y recobre el sentido... – suplicó la madre Tadano.

– ¿A qué se refiere con "que recobre el sentido"? – preguntó Phoenix. («¿Y por qué de repente me viene una sensación de terror anticipado?»)

– Bueno... Hito-chan... insistió en que... – Ahora la mujer estaba visiblemente teniendo dificultades para sacar las palabras. Su marido le puso la mano en el hombro y la sostuvo para evitar que se derrumbara. Esto ayudó a calmarla, pero todavía necesitó unos momentos más para recobrar la compostura y terminar de ordenar sus pensamientos. – Él insistió en que... bueno... nos dijo que... no nos molestáramos... en conseguirle... un abogado...

Esta noticia dejó en shock a cuatro de los cinco recién llegados. Phoenix, Athena, Trucy y Shouko, todos se quedaron mirando a la Sra. Tadano incrédulos. Para su sorpresa, la única persona que no parecía estar en shock por esta noticia era Najimi, pero en lugar de eso, su expresión parecía de tristeza.

Shouko en particular estaba muy conmocionada. No podría creer que su mejor amigo no quisiera que alguien lo defendiera. Esta era sólo otra más en una larga lista de preocupaciones sobre él que habían venido apilándose una tras otra. Quería saber qué significaba todo esto, pero al mismo tiempo, tenía miedo de saber cuál sería la respuesta.

– ¡¿Qué?! – Athena fue quien habló. – ¿Por qué no quiere un abogado? Eso no tiene ningún sentido.

– Lo sé, pero... Hitohito nos dijo que este caso no tiene salvación, y que no quería echarnos una carga encima. Yo... simplemente no lo entiendo. En los últimos meses parecía estar perfectamente bien, pero... de repente es como si ya se hubiera resignado a no tener ganas de vivir. Supongo que... debo haber pasado por alto las señales... menudo padre resulté ser... – El Sr. Tadano bajó la mirada, con expresión depresiva y llena de culpabilidad.

Athena le dio una mirada de simpatía. En realidad, ella probablemente no se habría podido dar cuenta que Hitohito estaba así de deprimido si no fuera porque podía leer las emociones en su corazón. Todo en la conversación que tuvo con él ayer parecía perfectamente normal en la superficie, y estaba segura de que nada en ello habría traicionado sus emociones reales. Sin duda alguna, se lo estaba ocultando a ellos también, y probablemente ya llevaría algún tiempo haciéndolo. Incluso ahora, podía ver que los dos padres estaban destrozados por dentro, sintiéndose culpables por lo que le estaba sucediendo.

– No tienen por qué sentirse culpables. No me cabe duda de que él se estaba esforzando en ocultárselos para que no se preocuparan por él, pero... descuiden... ¡yo voy a llegar al fondo de todo esto! – les dijo Athena a los preocupados padres. – No sé si ya les habrá dicho esto, pero su hijo me ayudó ayer, ayudándome a encontrar algo que perdí. Ni siquiera sabía quién era yo ni qué fue lo que encontró, pero aun así se dio cuenta que yo necesitaba ayuda y decidió ayudarme. Su hijo es una buena persona, y sin importar nada, pienso devolverle la amabilidad que me demostró a mí... y que sin duda les demuestra a otras personas.

– Gracias. Eres demasiado amable, jovencita... yo... ¿cuál es tu nombre? – preguntó el Sr. Tadano.

– Athena Cykes. – respondió ella.

– Srta. Cykes... me alegra que usted y el Sr. Wright hayan venido a ayudar a nuestro hijo. Me... siento muy feliz de que tenga gente como ustedes dos, y amigos como esos tres – señaló a Shouko, Najimi y Trucy – que se preocupan por él. Por favor, hagan todo lo que puedan para ayudarlo.

Ya con eso, la pareja abandonó el corredor. Phoenix miró hacia la puerta de los visitantes del centro. Ya era hora de finalmente conocer a Hitohito en persona.

27 de septiembre

Centro de Detención – Sala de visitantes

El grupo apenas cabía completo en la relativamente pequeña sala para los visitantes del centro. Phoenix miró al individuo que estaba sentado detrás de la pared de vidrio que separaba a los detenidos de sus visitantes.

Hitohito Tadano claramente había visto mejores días: su uniforme estaba lleno de arrugas y sucio, y su corbata apenas estaba parcialmente acomodada. Tenía el cabello hecho un desastre, y unas ojeras enormes bajo sus ojos, que parecían sólo estar mirando al suelo, con expresión de derrota.

Shouko inmediatamente corrió para ponerse delante del grupo y saludar a su amigo. Había pasado casi un día entero desde la última vez que lo vio, pero el aspecto que tenía le rompió el corazón. Ya de por sí estaba muy preocupado por él, pero verlo así: con la ropa desordenada, cansado y encerrado, la hizo sentirse aún más triste. Hitohito sintió la presencia de Shouko y levantó la mirada. Se alegró de verla aquí, pero desafortunadamente las circunstancias actuales le impedían sentirse genuinamente feliz por verla.

– ¿Shouko? ¿Todo está bien? – le preguntó Hitohito.

Komi rápidamente escribió su respuesta en su libreta. [Yo soy la que debería hacerte esa pregunta. ¿Qué hay de ti, Hitohito? ¿Te encuentras bien? Todos hemos estado muy preocupados por ti.]

– Bueno, quisiera decir que estoy bien, pero... en este momento no puedo realmente decir eso... – replicó Hitohito, soltando una risita nerviosa. Si había algún lado positivo de su situación actual, sería que al menos podía ser algo honesto sobre cómo se estaba sintiendo sin decir demasiado y sin que la gente hiciera demasiadas preguntas.

Hitohito miró alrededor, notando a las personas que rodeaban a Shouko al otro lado del vidrio. Najimi estaba allí, y también Athena y Trucy. La única persona que no reconocía era a Phoenix. Sin embargo, considerando que tenía el mismo distintivo en su chaqueta que Athena, dedujo que seguramente no sólo era un abogado, sino que muy probablemente fuese el jefe de Athena. Aun así, fue una sorpresa para él ver a tanta gente venir aquí a visitarlo. Él pensaba que a nadie le importaría si lo encerraban por el resto de su vida.

– He de suponer que... – señaló a Athena y Phoenix – ... ustedes dos desean representarme en la corte.

– Así es, y escuchamos de tus padres que no quieres un abogado. ¿Puedo preguntar por qué? – inquirió Phoenix.

– Bueno... es sólo que... ¿realmente desean defender a una persona que definitivamente es culpable en la corte? – replicó Hitohito. [Kometani: Sí te das cuenta que hasta los culpables reciben representación en la corte, ¿verdad?]

– Preferiría sacar mis propias conclusiones sobre si eres culpable o no. – Phoenix cogió la silla plegable para sentarse. – No te voy a obligar a aceptar nuestros servicios. Sin embargo, tus amigos Shouko y Najimi quieren que te ayudemos, así que al menos, quisiera oír tu lado de la historia acerca de lo que sucedió ayer.

Hitohito respiró profundamente. Ya le habían pedido recordar lo que sucedió ayer lo que se sintieron como docenas de veces, en frente de aquel fiscal encadenado con grilletes. Incluso entonces, todavía le resultaba doloroso recordar lo que vio.

– Bueno... yo... no sé por dónde comenzar...

– Ya recibí un poco de trasfondo de tus amigos. ¿Por qué no empiezas por cuando les dijiste que irías a la enfermería para descansar?

– Está bien... – Hitohito respiró profundo de nuevo. – Fui a la enfermería a descansar luego de que no me sentí bien durante las clases de la mañana...

Phoenix sabía que esa parte era una mentira, pero a juzgar por lo que Trucy y él habían discutido antes, tenía suficiente confianza en sus movimientos durante ese tiempo.

– Luego de eso, iba de regreso a mi clase, pero me topé con mi profesora. Dijo que quería que fuera a buscar algo de los archivos en el sótano de la biblioteca.

– ¿Ese lugar? – preguntó Trucy, cruzando los brazos pensativa. – Pero ¿no se supone que esa área está restringida para los estudiantes?

– Lo está... – replicó Hitohito. – Pero según ella, los representantes de clase son la excepción, así que me imaginé que estaba bien. [Kometani: Para ser una persona tan perceptiva, eres muy fácil de engañar...] Me entregó su identificación y una hoja de papel con instrucciones de lo que tenía que ir a buscar una vez que llegara a la computadora. Llegué abajo, y recuerdo que el lugar estaba muy frío, como si estuviera en un congelador gigante.

(«¿Un congelador? Sé que los sótanos pueden ser fríos, pero eso debe ser una exageración...») pensó Phoenix.

– También recuerdo que estaba muy oscuro y encerrado, y los estantes estaban tan cerca entre ellos que simplemente quería sacar lo que estaba en esa computadora y salir de allí lo más rápido posible. – Hitohito se detuvo allí y empezó a respirar más rápidamente. Parecía que su ansiedad se incrementaba al describir este detalle y se agarró el pecho mientras soltaba bocanadas de aire. Athena puso la mano en el vidrio.

– Está bien, Hitohito, tómate tu tiempo. – le dijo en un tono reconfortante.

Durante este intercambio, Najimi lo miraba con confusión. («Eso es extraño. Durante todo el tiempo que llevo de conocerlo, eso nunca había sido un problema para él. De hecho, hubo aquella vez que nos quedamos atrapados en un elevador durante seis horas sin energía, y él fue el único que permaneció totalmente en calma. ¿Cuándo cambió esto?»)

La respiración de Hitohito se volvió más estable al oír las palabras de Athena. – Gracias... como sea, recuerdo que llegué hasta la computadora. Lo siguiente que recuerdo es que recuperaba la conciencia después de haberme desmayado, aparentemente. Miré mi mano derecha, y encontré un reloj antiguo y pequeño, cubierto de sangre. Y no muy lejos de donde me había caído... – Su respiración se volvió a agitar de nuevo. – Estaba... el cuerpo de ella...

Dio un respingo, y era evidente que se refería al cuerpo de Ren Yamai.

– Yo... no supe qué pensar. En ese momento... creí que estaba muerta. Que había un cadáver en frente de mí, y tenía en la mano un reloj pesado con sangre en él. Una vez que entendí lo que había pasado, dejé caer el reloj y salí corriendo. Abandoné la sala tan rápido como pude, luego salí de la escuela y más allá. Para cuando me detuve a recuperar el aliento, ni siquiera sabía dónde estaba. Terminé dando vueltas sin rumbo, tratando de averiguar dónde estaba y cómo volver, cuando la policía me encontró. Me hicieron algunas preguntas, y luego me arrestaron allí mismo.

– Ya veo... – Phoenix se frotó el mentón, procesando la información que acababa de oír en su cabeza. Luego devolvió la mirada hacia Hitohito. – Entiendo que debe haber sido muy doloroso para ti recordar esto, pero gracias a ello ahora tengo una mejor idea de lo que sucedió. Cierto, hay todavía muchas cosas que no sé sobre el incidente, pero ya tengo suficiente información para creer que eres inocente.

– Aprecio su fe en mí, Sr. Wright, pero... no puedo dejar que me defiendan... mi caso no tiene salvación. – Hitohito desvió la mirada.

Phoenix siguió mirando a Hitohito con determinación. – Sigues diciendo eso, pero hay un enorme vacío en tu memoria. Cualquier número de cosas podrían haber ocurrido mientras estabas inconsciente. De hecho, el que estuvieras inconsciente me lleva a pensar que es más probable que seas la víctima que el perpetrador.

Hitohito miró a Phoenix, enfrentando su mirada. – Bueno, en ese caso déjeme hacerle una pregunta, Sr. Wright: ¿quién cree usted que atacó a Ren si yo no lo hice?

– Yo... no lo sé... pero tengo la intención de averiguarlo. («Arrgh, ¿por qué sigue argumentando que es culpable cuando claramente hay suficiente espacio para dudar de ello?»)

Hitohito parecía decepcionado. – Como dije, mi caso está perdido. No hay nadie más que podría haber cometido el crimen excepto yo.

– Entonces déjame hacerte una pregunta: ¿recuerdas el momento exacto en el que atacaste a la Srta. Yamai? – preguntó Phoenix, observando directamente a los ojos de Hitohito.

– Bueno... no en realidad, ¡pero debo haberlo hecho! – insistió Hitohito.

– Si no puedes recordarlo, ¿por qué crees eso?

– Bueno... – Hitohito titubeó, intentando pensar en una respuesta.

*¡SLAM!*

Este momento fue todo lo que hizo falta para que el Magatama de Phoenix hiciera su trabajo. Varias cadenas rodearon a Hitohito, igual que lo hicieron con Najimi, excepto que las cadenas ahora eran más numerosas. Y esta vez, las cadenas estaban aseguradas por cuatro candados rojos.

– Yo... no lo sé. Pero eso tiene que ser la verdad.

(«¿Psico-candados de nuevo? ¡Ni siquiera he tomado su caso y ya han aparecido dos veces!»)

Phoenix había hecho todo lo posible para ocultar su frustración, pero cualquiera que lo viera en ese momento podría notar fácilmente su sudor frío y su cara de exasperación.

Shouko parecía igual de derrotada que Phoenix. Antes de venir, tenía la esperanza de que pudiera defender a Hitohito y traerlo de vuelta con ella, pero ahora los estaba alejando a todos. La peor parte, ni siquiera se le ocurría una razón de por qué lo hacía. Lágrimas empezaron a correr por su rostro. Lo estaba perdiendo y no podía hacer nada al respecto.

– Lo siento mucho, Shouko. Siento mucho haber sido tan mal amigo para t últimamente... no, siento haber sido un pésimo amigo desde el principio. Me siento muy agradecido por el corto tiempo que hemos podido conocernos, pero ahora...

Respiró profundamente y suspiró, resignándose a un destino que veía inevitable.

(«Tú ganas, Yamai. Gracias a esto... haré exactamente lo que me pediste. Romperé mi amistad con Shouko permanentemente. Tenías razón. Ella se merece amigos mejores que yo...»)

– Tendré que decirte adiós...

Los ojos de Shouko se ensancharon de shock, horror y desesperación. No podía creerlo: ¿su primer y mejor amigo se iría para siempre? Sus ojos le suplicaban que reconsiderase lo que estaba diciendo, pero tristemente no logró llegar hasta él.

– No sé cuánto tiempo voy a estar en prisión, pero lo más probable es que sea muy largo, y probablemente nunca más vuelva a ver a ninguno de ustedes. Así que... quiero que te olvides de mí, Shouko. Quiero que te olvides de que alguna vez existí, y quiero que te olvides de que alguna vez fui tu compañero de clases o tu amigo...

Shouko quería escribir una respuesta, pero las manos le temblaban. No podía comprender lo que estaba oyendo... ¿por qué Hitohito ya no quería seguir siendo su amigo? ¿Qué hizo ella mal? Dejó caer su libreta en el piso del centro de detención, y enterró su cara entre sus manos, ahogando los sollozos.

Athena se estaba agarrando la cabeza por una razón totalmente diferente: había un sobreflujo de tristeza y dolor provenientes de las palabras de Hitohito. Aunque tenía una mirada de resignación en el rostro, podía oír que sus palabras le infligían un gran dolor a su corazón cada vez que intentaba empujar a Shouko fuera de su vida. Su corazón le gritaba que no le hiciera y que la mantuviera cerca, pero algo más le estaba forzando a hacerlo a pesar de todo. No podía imaginarse qué sería, pero podía sentir que estaba a punto de quebrarlo.

De repente, escuchó algo más, pudo oír una pequeña emoción, pero esta vez, provenía de Shouko.

– ...Hi... to... hi... to...

El susurro de Shouko apenas fue escuchado por el resto. Nadie más podría haberse dado cuenta de que dijo algo, pero fue suficiente para que el agudo sentido del oído de Athena pudiera captar sus emociones. Fue la primera vez que Athena pudo percibir lo que realmente estaba sintiendo Shouko, y podía notar que se sentía tan dolida como Hitohito al ver a su mejor amigo tratar de cerrarse con ella. Esto le dio el empujón final que necesitaba para actuar.

(«No puedo dejar que esto siga así...»)

Hitohito desvió su atención hacia Najimi. – Najimi... Shouko todavía necesita hacer cien amigos, y ahora, dejo esa tarea en tus manos. Desde este momento, tú eres su...

Athena azotó la palma de su mano sobre la mesa en el lado de los visitantes. – ¡No te atrevas a terminar esa oración, Sr. Hitohito Tadano!

– ¡S-Srta. Cykes? – Hitohito estaba demasiado conmocionado por esta repentina declaración como para argumentar. No tuvo más opción ah que hacer lo que le dijeron.

Ella recuperó la compostura. – No puedo dejar que termines lo que estabas a punto de decir. Puede que esto suene extraño, pero sé cómo te está haciendo sentir todo esto. Realmente no quieres tener que decirle adiós a Shouko, o a ninguno de tus amigos. Cada palabra que has estado diciendo te ha causado un enorme dolor en el corazón. No sé qué es lo que te está forzando a hacer esto, pero... no puedo quedarme parada y viéndote sufrir así sin hacer nada.

Hitohito parpadeó. Hasta cierto punto, ella tenía razón. Él no quería nada de esto. Si de él dependiera, ya estaría fuera de la cárcel y de vuelta junto a Shouko para apoyarla, ¿pero a quién le importaba lo que él quería? Alguien más importante que él quería que dejase de tener amistad con Shouko, así que eso era lo que tenía que suceder, en su mente.

– Yo... no me merezco esto...

– Claro que sí. – Athena le lanzó a Hitohito una mirada de determinación. – No importa lo que pienses de ti mismo. Eres importante, y mereces ayuda. Tú me ayudaste antes, así que ahora yo te ayudaré.

Le apuntó directamente con su dedo. – Hitohito... ¡voy a defenderte!

Hitohito no sabía qué decir o qué pensar. ¿Por qué esta chica a la que apenas conocía estaba tan determinada a ayudarlo? Hasta donde él sabía, más allá de ayudarle a encontrar su distintivo perdido, él no había hecho nada que mereciera atención especial. En su mente, esto tenía que ser una broma, y quería simplemente rechazar su propuesta y volver a su celda. Sin embargo, al mirarla de nuevo, Hitohito se dio cuenta de que esto probablemente sólo la haría pelear con más fuerza hasta que él aceptara su oferta, y que no iba a aceptar un no por respuesta.

Miró a Najimi y a Shouko. Sus dos amigos lo miraban a los ojos con expresiones suplicantes, esperando que aceptara la declaración de Athena para defenderlo. Se esforzó por negarlo en su cabeza, pero incluso entonces no pudo ignorar el hecho de que ellos querían ayudarlo tanto como la joven abogada. Decidió que en ese punto ya tuvo suficiente de discutir con ellos y consigo mismo, y no quería lastimar más a Shouko de lo que ya lo había hecho.

Respiró profundamente. – De acuerdo... aceptaré tu oferta, Srta. Cykes...

Shouko y Najimi exhalaron de alivio al ver que Athena finalmente logró llegar a él. Quizás no fuese tan hábil como el "Terror que se Alza de las Cenizas", pero si ella era su discípula, él estaría en buenas manos.

– Nunca antes has encabezado una defensa, Athena. ¿Segura que estás lista para esto? – le preguntó Phoenix con una mirada de preocupación.

Para ser sincera, Athena no estaba segura de si estaba realmente lista. Una cosa era convertirse en abogada, pero incluso ahora, la idea de pararse en un tribunal de justicia todavía la aterraba, incluso cuando Phoenix o Apollo eran quienes tomaban la defensa y ella sólo los apoyaba. Miró a Shouko y a Najimi, y después otra vez a Hitohito. Al ver a los amigos juntos, supo que no había forma de darles la espalda ahora, especialmente luego de haber hecho esa declaración tan determinada.

– Será difícil, pero Hitohito cuenta conmigo, ¡así que haré mi mejor esfuerzo para demostrar su inocencia! – Sonrió con confianza mientras se golpeaba la palma con el puño. – Athena Cykes est sur l'affaire! [Kometani: "Athena Cykes está a cargo del caso", o al menos eso es lo que dice el traductor online.]

(«Bueno, entusiasmo no le falta, le concedo eso. Especialmente cuando hace gala de todos los lenguajes extranjeros que ha aprendido. Aun así, necesitará toda la ayuda que pueda conseguir...») pensó Phoenix. Le vinieron a la mente recuerdos de sus primeros juicios, donde a menudo tuvo que arreglárselas como pudo, mucho más que en estos días. Por suerte, siempre tuvo a su mentora Mia para ayudarle cuando las cosas se ponían realmente difíciles, y ahora era su turno de proveer el mismo apoyo a su más reciente protegida.

– Si crees que ya estás lista, haré todo lo que esté en mi mano para apoyarte. – afirmó Phoenix.

– Gracias, jefe. – Athena sonrió, y luego se volvió hacia Hitohito. – Vamos a ir a investigar. No te preocupes, volveremos más tarde. Mantente fuerte hasta que volvamos.

– Yo... haré lo que pueda. Gracias... a todos ustedes... – dijo Hitohito, mirando a los abogados y a sus amigos.

27 de septiembre

Centro de Detención - Pasillo

Athena salió de la sala de visitantes del centro seguida por Phoenix, Trucy, Shouko y Najimi.

– Ok, supongo que... debemos dirigirnos a la escena del crimen para investigar... – Athena sonaba algo insegura de sí misma. Esta no era su primera investigación, pero sí la primera donde ella estaba a cargo. Miró a su jefe, esperando que él pudiera rellenar algunos de los vacíos.

– En efecto. Debemos averiguar si hay más testigos que hayan visto u oído lo que pasó. – agregó Phoenix.

– ¿Cree que los haya? Después de todo, la escuela ya está cerrada por hoy, ¿no? – se preguntó Athena.

– Es cierto, pero no hará daño mantener los ojos abiertos. Puede que todavía haya estudiantes que hayan sido llamados para dar declaraciones adicionales. No tenemos mucho con que trabajar ahora, así que cualquier pista que podamos conseguir será valiosa. Tenemos que averiguar exactamente cuándo ocurrió el ataque, quién estaba en el área en ese momento, y cuál fue el motivo para el ataque. – replicó Phoenix.

[Yo me quedaré con Hitohito un poco más], les dijo Shouko.

– Yo me quedaré con Shouko, y me aseguraré que llegue a casa a salvo. – agregó Trucy, antes de mirar a Shouko. – Si eso te parece bien, por supuesto...

Shouko asintió.

– Yo iré con ustedes a la escuela. – se ofreció Najimi, dirigiéndose a Phoenix y Athena.

– Está bien, podemos manejar esto. Tú mejor deberías quedarte con Shouko y Trucy. – sugirió Athena.

– Bueno... ¿alguno de ustedes sabe cómo moverse por la Preparatoria Itan? – preguntó Najimi con una sonrisa.

Phoenix y Athena se miraron uno a la otra. Aunque Phoenix había entrado a la escuela un par de veces, no estaba tan familiarizado como su hija con la estructura del lugar. Athena, por otra parte, no tendría idea de por dónde comenzar.

– Como pensé. Parece que después de todo necesitarán un guía. ¡No se preocupen, haré todo lo que pueda para ayudarles! – Najimi les guiñó el ojo como si coqueteara.

(«Estaría más inclinado a creerte si no me estuvieras ocultando cosas,») pensó Phoenix, recordando los Psico-candados que aparecieron alrededor de Najimi.

Antes de marcharse, Shouko se aproximó a los abogados con un último mensaje. [Por favor, háganme si hay algo más que pueda hacer para ayudarles.]

– Por ahora no se me ocurre nada, pero si algo surge, te contactaremos de inmediato. Por ahora... mejor quédate con tu amigo. – replicó Phoenix amablemente. Ella levantó su libreta frente a su rostro para ocultarse, y luego, por primera vez, Phoenix y Athena la oyeron hablar:

– ... Gracias... por ayudar... a Hitohito... Sr. Wright... y... Srta. Cykes...

Esta historia continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top