Capítulo 26: El destino de Hitohito, Parte 1

28 de septiembre, 2:14 PM

Corte del Distrito – Sala de Justicia No. 8

La sala había empezado a llenarse, pues el juicio estaba a punto de reanudarse.

Entre los que ingresaron se encontraba Franziska. Luego que Athena y Phoenix abandonaron el lobby para acusados, Franziska contactó a Bradford con la información que había recibido de Blackquill, Athena y Hitoshi, incluyendo la dirección. También le informó que se quedaría para ver el juicio hasta el final en caso de que hubiera algo más que pudiera averiguar. Aunque Bradford no estaba de acuerdo con este curso de acción, sabía que Franziska era muy terca, y acordó avisar a un agente que se encontraba apostado en Ijincho que fuera por ellos a hacer una investigación preliminar en la dirección, y que Franziska se reuniría con él después.

Mientras tomaba un asiento en la galería, recordó la discusión que tuvo antes con Phoenix. Le dijo que había intentado contactarla para hacerle saber que recuperó su distintivo, pero no estaba lista para creerle entonces. A pesar de todo lo que había pasado, todavía tenía dificultades para admitir cuando se había equivocado con algo. Por pura curiosidad, encendió su teléfono.

Sus mensajes de texto y correo de voz estaban llenos hasta el tope con mensajes sin responder. Suspiró, preguntándose cuándo debería empezar a hacer tiempo para otras personas. Se deslizó hasta abajo hasta que vio un mensaje de texto con la fecha del 20 de julio, 2019. Dicho mensaje mostraba las palabras "¡Adivina quién acaba de recuperar su distintivo!" y una foto de Phoenix, con su traje azul y una sonrisa de idiota, mostrando su nuevo distintivo a la cámara.

(«Ese tonto decía la verdad...»)pensó. Volvió a mirar la foto. Incluso aunque ya no estaban saliendo, tuvo que admitir para sí misma que ver a Phoenix mostrando su distintivo con una sonrisa de oreja a oreja le parecía lindo. Se deslizó hacia arriba un poco más, y se dio cuenta que había más mensajes de texto preguntándole si había recibido el mensaje que le envió antes.

Miró hacia el banquillo de la defensa, donde Phoenix se encontraba con su protegida.(«Supongo que tendré que disculparme con él más tarde...»)

Entretanto, Athena acababa de volver a su lugar en el banquillo de la defensa al lado de Phoenix. Todos los demás, incluyendo a Hitomi, se habían quedado atrás en el lobby para acusados para apoyar a Hitohito. Se sintió aliviada al saber que Hitohito estaba en buenas manos con sus amigos y familia, en lugar de estar en la silla caliente y cerca de la chica que estaba infernalmente empeñada en arruinarle la vida. Sin embargo, ahora sentía más ansiedad por sus posibilidades de ganar el juicio más que nunca.

La sala había adquirido una atmósfera más opresiva de lo usual. Había muchos murmullos intranquilos entre los miembros de la galería que estaban entrando, y varios de ellos se preguntaban quiénes serían los testigos especiales y si pensarían que Hitohito era el culpable. Para su desesperación, la mayoría de los de la galería creían que Hitohito era culpable, y especulaban que Blackquill estaba trayendo testigos especiales para demostrar su culpabilidad de manera decisiva.

Athena gruñó al escuchar esto, dándose cuenta de lo poco que la gente en la galería ponía atención o intentaba comprender el juicio. Ella sabía perfectamente que Asano y Yamai serían los testigos especiales, y que Blackquill estaba igual de sorprendido y desconcertado por su aparición como ella. Pudo verlo al escritorio del otro lado, y aunque seguía de espaldas, ella podía sentir que su frustración e impaciencia iban en aumento.

Estaba perdiendo el control del juicio y lo odiaba.

– ¿Nerviosa, Athena? – preguntó Phoenix.

– ¿Yo? ¿Nerviosa? ¡Nuncaaaa! – replicó Athena con una sonrisa falsa.

¡Pánico en la disco aquí mismo! – dijo Widget, para molestia de Athena, aunque Phoenix había sido capaz de ver a través de ella incluso sin el comentario del dispositivo.

– No puedo decir que te culpe. Yamai y Asano probablemente serán los testigos más resbalosos que haya tenido este juicio. ¿Quién sabe qué mentiras irán a decir? Y está también el asunto de la Jueza Gavèlle. – le informó Phoenix.

– Lo sé. – asintió Athena. – Estaba actuando muy extraño antes del receso, y pude escuchar una sobrecarga de ansiedad en su corazón. ¿Cree usted que tal vez Yamai y Asano tienen algo que ver con eso?

– Es posible. Lo vi en la sala más temprano durante la mañana, y me di cuenta que se había marchado en cuanto quedó claro que Hitohito no iba a declararse culpable. Definitivamente hay una posibilidad de que haya hecho algo en el entretiempo para influenciar a la Jueza Gavèlle. – musitó Phoenix.

– Eso no es bueno... – señaló Athena.

– Bueno, en cualquier caso, tenemos que tomar las cosas como nos vengan. Sólo usa nuestro método tradicional para lidiar con estos testigos, y las mentiras se desentrañarán por sí solas... – dijo Phoenix en tono esperanzador. – Aun así, mantente alerta. Algo definitivamente huele mal en este juicio...

(«Y por una vez en la vida, Larry no tiene nada que ver...»)

– ¡Claro! Y también, me disculpo por haber coqueteado con su exnovia antes... – dijo Athena bajando la mirada avergonzada.

– ¡Je, no te preocupes por eso! No me ofendí, y no creo que Franziska tampoco lo haya hecho. – replicó Phoenix con una risita. – Aunque si fuera tú, le haría caso a su sugerencia de arreglar Widget, ¡no vaya a ser que diga algo todavía más inapropiado!

(«Sí...imaginen si hubiera dicho algo como eso en frente de Apollo. ¡N-no es que yo jamás lo haría!»)pensó Athena, avergonzada. [Kometani: ¿A quién tratas de engañar?]

– Atenta. ¡La jueza ya está por llegar! – señaló Phoenix hacia el banquillo.

Y tal como le dijo, Athena vio a la Jueza Gavèlle aproximarse hacia el banquillo. Por lo que podía ver, parecía haberse calmado un poco después de la última vez que la vio. Sin embargo, ella sabía mejor que nadie que las apariencias podían ser engañosas, y en el momento en que pudiera leer el corazón de la Jueza Gavèlle, sabría la verdad.

*¡SLAM!*

– ¡La corte se reanuda para el juicio de Hitohito Tadano! – declaró la Jueza Gavèlle.

(«Tal como pensé, ¡sigue con esa misma ansiedad que percibí antes del receso! ¡A pesar de su semblante estoico, su preocupación es alarmante!»)pensó Athena. – ¡La defensa está lista, Su Señoría!

La Jueza Gavèlle notó que la silla del acusado estaba vacía y levantó una ceja. – ¿En dónde está el acusado?

– No se sentía bien, así que está descansando en el lobby para acusados. – explicó Athena.

– Ya veo... – respondió la Jueza Gavèlle. No había razón para creer lo contrario. Luego se giró hacia Blackquill. – ¿Está lista la fiscalía?

No hubo respuesta desde el banquillo del fiscal. Blackquill todavía seguía de espaldas hacia Gavèlle. La mujer soltó un suspiro audible.

¿Está lista la fiscalía? – repitió Gavèlle en tono severo, sin hacer ningún intento para esconder su molestia hacia Blackquill.

– ¿Siempre tiene que hacer preguntas con respuestas obvias, Su Santidad? – respondió Blackquill con una cantidad igual de irritación antes de mirar hacia atrás. Athena apenas podía culparlo por su actitud; supuso que ella también estaría muy molesta si hubiera tenido que pasar media hora con Yamai y Asano. – He estado listo desde cinco minutos después que se llamó al receso...

– Ya veo que esa actitud suya no ha mejorado durante el descanso... – dijo la Jueza Gavèlle. Extendió su mazo y lo empuñó amenazadoramente. – He sido muy tolerante con sus estupideces durante este juicio, ¡pero eso se acaba ahora! Desde este momento, habrá consecuencias muy severas por cualquier desviación de la conducta apropiada en esta corte, ¿está claro?

– ¡Sí, señora, Su Santidad, señora! – Blackquill se dio la vuelta e hizo un falso saludo militar.

Esta vez, Athena sintió rabia y frustración mezcladas con la ansiedad y el miedo de Gavèlle. No sólo eso, sino que parecía que estaba tratando de enmascarar su miedo con rabia, muy probablemente como un mecanismo de defensa por algo que ocurrió durante la pasada media hora. Entre más escuchaba Athena, más se temía lo que estaba por venir.

La Jueza Gavèlle golpeó con su mazo, ignorando el sarcasmo de Blackquill. – Ahora, Fiscal Blackquill, ¡por favor llame a los testigos!

– No, no creo que lo haga... – Blackquill negó con su cabeza.

– Me parece que no le escuché bien... – La Jueza Gavèlle parpadeó incrédula. – Podría haber jurado que dijo "no creo que lo haga..."

– Me escuchó correctamente, Su Santidad... – confirmó Blackquill tocándose la frente con arrogancia. – Tuve una pequeña charla con esos testigos durante el descanso, y los encontré muy faltos de honestidad. Por lo tanto, les dije que se fueran a casa...

La expresión de la Jueza Gavèlle se ensombreció. – Esa no fue una petición, fiscal, ¡fue una orden! ¡Usted va a llamar a esos testigos!

– ¿O sino qué? – la desafió Blackquill. – ¿Me va a dar nalgadas y me enviará a la cama sin cenar?

(«Gracias, Blackquill, por esa imagen mental que no necesitaba...»)pensó Athena sudando frío.

La Jueza Gavèlle estampó su mazo con fuerza. – ¡Si no llama a esos testigos, haré que los pongan a ambos en desacato y entonces anunciaré mi veredicto!

– ¿Y a mí por qué? ¡Si yo no hice nada! – protestó Athena.

– Exacto. Usted no ha hecho nada para impedir que su colega actúe fuera de control, así que, si se vuelve a faltarme al respeto, ¡los dos pagarán el precio! – le respondió severamente la Jueza Gavèlle.

(«¡Eso no tiene ningún sentido! ¿Por qué el comportamiento de Blackquill va a ser mi responsabilidad?»)pensó Athena sombríamente.

– Bueno, bueno, bueno, parece que Su Santidad está jugando duro... – Blackquill sonrió, al parecer sin perturbarse por la amenaza de Gavèlle.

– Blackquill... sólo llame a los testigos... por el bien de ambos... – gruñó Athena, sudando a chorros.

– Parece que no tengo más opción... – Blackquill golpeó su escritorio. – La fiscalía llama a Kozue Taida, Ren Yamai y Omoharu Nakanaka al estrado...

– Más les vale que todavía sigan en la corte, o de lo contrario no será bueno para ustedes... – advirtió la Jueza Gavèlle empuñando su mazo.

Athena se hundió en su escritorio. Sabía que el comportamiento de la Jueza Gavèlle sería diferente, pero no se esperaba que fuera a convertirse por completo en una jueza del infierno. Supuso que quienquiera que la estaba influenciando quería un veredicto de culpabilidad, y por eso estaba buscando cualquier excusa para darlo. El juicio estaba empezando a sentirse más como una formalidad en este punto.

Adicionalmente, reconoció uno de los nombres entre quienes llamó Blackquill.

(«¿Kozue Taida? ¿Qué está haciendo aquí la profesora de Hitohito?»)

[* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *]

Un alguacil de la corte escoltó a las tres testigos y a Asano hasta el estrado. Kozue se paró a la izquierda, con Yamai sentada en su silla de ruedas junto a ella y Asano de pie a su izquierda. Al extremo derecho estaba Nakanaka, que miraba al suelo con semblante deprimido.

– Tiene que ser una broma. ¿Todavía está en serio fingiendo que necesita una silla de ruedas? – le comentó Athena en voz baja a su jefe.

– Bueno, es una forma muy efectiva de inspirar simpatía de otros en la corte. Te lo digo por experiencia de primera mano, y a diferencia de Yamai, el tipo con el que traté sí necesitaba la suya... – respondió Phoenix.

Athena no era la única que no estaba impresionada con Yamai fingiendo una discapacidad. Al otro lado de la sala, Blackquill miraba furioso al estrado.

– Nombre y ocupación/año escolar. ¡Ahora!

– ¡Fiscal Blackquill! ¡Cuide su tono! – le amenazó la Jueza Gavèlle.

– Tch... – Blackquill desvió la mirada.

– Mis disculpas por el comportamiento grosero del Fiscal Blackquill...

– U-Umm... está bien, Sra. Jueza. Seguro que ha pasado por muchas cosas... – le dijo Yamai a la jueza en un tono tímido. Athena rodó los ojos desde el banquillo de la defensa.

– Srta. Yamai, se supone que debe referirse al juez como "Su Señoría". – le regañó Asano.

– Está bien, señor. La corte no está ofendida. Dicho eso, por favor digan sus nombres y ocupación/año escolar... – solicitó la Jueza Gavèlle.

– U-Umm... me llamo... Ren Yamai. Soy estudiante de p-primer año en la Preparatoria Itan...

– Pobrecilla... – dijo la Jueza Gavèlle en un tono de simpatía. – Para haber sufrido tanto. No se preocupe, ¡me aseguraré que la persona responsable de lastimarla se haga responsable por sus acciones!

– G-gracias, Su Señoría. ¡Haré lo mejor que pueda para d-dar mi testimonio hoy! – replicó Yamai.

(«¡Oh VAMOS! ¡No me venga a decir que realmente se está tragando ese flagrante teatro de inocencia fingida, Su Señoría!»)pensó Athena. Su encuentro con Yamai en el lobby de acusados todavía seguía fresco en su mente mientras le lanzaba una mirada a la otra chica.

Los otros procedieron a presentarse también.

– Kozue Taida. Soy profesora en la Preparatoria Itan.

– Omoharu Nakanaka. Estudiante de primer año en la Preparatoria... – dijo en una voz monótona, totalmente vacía de su actitud teatral. Athena se preguntó qué le pasó a Nakanaka en el intermedio para haberse transformado de la bombástica "Mei Karuma Van Zieks" a la chica que tenía aspecto destrozado ahora en el estrado.

Asano se acomodó la corbata. – Técnicamente, no soy un testigo, pero me presentaré. Soy Junichi Asano, asistente y mano derecha de Masatomo Yamai.

– Si usted no es un testigo, ¿qué está haciendo en el estrado? – inquirió Athena.

– Creo que , de todas las personas, deberías saberlo... – replicó Asano. Athena levantó una ceja. – Aunque, supongo que el resto de la corte necesita una explicación. Verán, mi cliente, la Srta. Yamai, ha sido inmensamente traumatizada por todo lo que ha pasado y, como resultado, ha estado muy reacia a testificar. Yo simplemente estoy aquí para ofrecerle apoyo y asegurarme que pueda decir lo que quiere decir sin problemas...

»Especialmente ya que hay ciertos individuos... – Asano miró a Athena – ... que tienen por costumbre atacar a pobres individuos cuyo único crimen es decir algo equivocado en un arranque de nervios...

*¡PROTESTO!*

– ¡Aunque así sea, sigue siendo una testigo y es responsable por lo que dice! – Athena le apuntó con el dedo a Asano.

*¡DENEGADO!*

– Tengo que estar de acuerdo con el Sr. Asano. Srta. Cykes, Fiscal Blackquill, ambos deben tener cuidado de no traumatizar más a la Srta. Yamai con sus preguntas. Con suerte, no necesitaré explicarles lo que pasará si lo hacen... – les advirtió la Jueza Gavèlle, empuñando su mazo.

– ¡Hmph! No prometo nada. ¡Sólo empiecen con el testimonio de una vez! – espetó Blackquill, todavía manteniéndose de espaldas al resto de la corte.

Athena suspiró, esperando que la actitud irreverente de Blackquill no los fuera a meter en problemas a los dos. Sin embargo, en silencio se sentía igual que él por la situación. Podía ver que Asano planeaba interceder sin importar lo que le preguntara, y que Gavèlle lo apoyaría.

[* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *]

Declaración de los testigos

- El primer golpe -

[* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *]

Taida:

El Director Ichou me solicitó ir a buscar unos registros en los archivos de la biblioteca...

»Sin embargo, estaba muy ocupada, así que le pedí a la Srta. Yamai que lo hiciera en mi lugar.

»Le di mi identificación de personal y una nota detallando lo que necesitaba.

Yamai:

H-hice lo que Taida-sensei me pidió, pero p-poco sabía en ese momento, que me estaban siguiendo...

»Cuando accedí a la computadora, ¡T-T-Tadano me acorraló!

»Comenzó a gritarme de manera amenazadora, mientras agitaba su puño. ¡E-estaba muy asustada!

»¡Traté de correr, pero m-m-me golpeó detrás de la cabeza!

»Quedé inconsciente después de eso, y no sé qué pasó hasta que desperté de nuevo. –

[* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *]

Toda la sala se quedó en silencio. Athena estaba haciendo todo lo posible por no gritar "¡Y una mierda!" sobre el contenido del testimonio compartido de Taida y Yamai. La Jueza Gavèlle había cerrado los ojos pensativamente también. Ella también se preguntaba cuánto de su testimonio era preciso, pero con su hijo como rehén y el ojo vigilante del Sr. Smith sobre ella, no podía hacer otra cosa que seguir el juego.

El Fiscal Blackquill, por su parte, estaba que hervía de rabia.

– ¡Eso NO es lo que usted me dijo, remedo de profesora holgazana! – gruñó Blackquill mientras golpeaba el escritorio. – ¡USTED me dijo que había enviado al Sr. Tadano a hacer su trabajo sucio!

– B-bueno... – Taida empezó a tartamudear. Miró a Asano, como si esperase algo. – La cosa es... eso es... yo creo...

– ¡Tiene diez segundos para decirme por qué cambió su historia, o le voy a dar de comer sus entrañas a Taka! – la amenazó Blackquill, mientras preparaba sus dedos como si fuera a desenvainar una espada.

– ¡Fiscal Blackquill! ¡Le ordeno que se controle en este instante! – le regañó la Jueza Gavèlle.

– Dejando las amenazas de lado, ¡estoy de acuerdo con el Fiscal Blackquill! – intervino Athena. – ¡Todo lo que hemos descubierto hasta ahora indica que el Sr. Tadano fue el primero en bajar a los archivos por petición de la Sra. Taida's request, y la Srta. Yamai lo siguió desde su sombra!

– ¿En serio...? – Asano se ajustó sus gafas. – Porque según recuerdo, la única persona que ha indicado esto es el Sr. Tadano, y naturalmente, la palabra del acusado debería tomarse con un grano de sal.

– Yo mismo aquí tengo las declaraciones escritas de la Sensei Floja y la Srta. Fondo Fiduciario, y ambas indican que el Sr. Tadano fue el primero en bajar... – dijo Blackquill sacando dos documentos separados. – Lo cual significa que, o están mintiendo ahora, o mintieron cuando escribieron estas declaraciones. De cualquier manera, su perjurio les ganará un boleto de ida y sin retorno al calabozo junto a su servidor...

– Ohh, vamos, Fiscal. ¿Me va a decir con una cara seria que nunca ha mentido en la corte ni una sola vez en su vida? – preguntó Asano en tono sardónico.

Blackquill lo fulminó con la mirada, causando que la sonrisa de Asano se ensanchara.

– Además, esas declaraciones no sirven de nada, ya que yo tengo evidencia de que la Srta. Yamai fue a quien la Sra. Taida le pidió hacer el recado... – Asano sacó un trozo de papel del bolsillo de su chaqueta y lo agitó para que lo vieran.

Ambos, Blackquill y Athena, parpadearon sorprendidos.

– ¿Qué es eso que tiene allí, Sr. Asano? – inquirió la Jueza Gavèlle.

– Es la nota que la Sra. Taida le dio a la Srta. Yamai, que contiene sus credenciales de acceso en la computadora, y las instrucciones sobre cuáles registros debía extraer de dicha computadora... – replicó Asano, presentando la nota a la corte.

Ambos, Athena y Blackquill, revisaron la nota. Tal como Asano lo dijo, había instrucciones detalladas para extraer archivos relacionados a una selección de antiguos estudiantes, incluyendo a Koshiro Nakanaka y Takara Yamai, al igual que el antiguo custodio Carl Pritt, las figuras claves en el incidente TO-2 que Blackquill estaba investigando. Incluso vio que hasta firmó al pie de la nota para probar que la había escrito.

– Parece estar escéptico, Fiscal. – señaló Asano mientras veía a Blackquill examinar la firma con suspicacia. – Puedo asegurarle que este es el artículo genuino. Puede hacer un análisis de caligrafía para verificarlo...

– Ohh Jaime, tengo total certeza de que esa profesora holgazana escribió esta nota. La pregunta es: ¿por qué tú la tienes cuando la policía no pudo localizarla en posesión del Sr. Tadano o la Srta. Fondo Fiduciario?

– ¡Estoy de acuerdo con el Fiscal Blackquill! Si usted tenía esa nota todo este tiempo, ¿por qué no se la entregó a la policía, Sr. Asano? – Athena le apuntó con el dedo.

Asano negó con su cabeza de manera condescendiente. – Ohh, mi querida y dulce niña...

– ¡Que alguien me asfixie! – murmuró Athena entre dientes.

– ... ¿en serio puedes decirme honestamente que tú, de todas las personas, confías totalmente en que la policía hará lo correcto? Especialmente luego de tu pequeño... incidente con ellos desde hace unos meses... – continuó Asano, refiriéndose a la vez que lanzó a un oficial de policía y éste fue a caerle encima a su colega.

– Errgghh... – Athena gruñó mientras apretaba los dientes.

– ¿A qué incidente se refiere, Sr. Asano? – preguntó la Jueza Gavèlle.

– Nada importante. Tengo buenas razones para no confiarle a la policía esta clase de evidencia, y especialmente no a la oficina de fiscales. Después de todo, tienen un largo historial de destruir la evidencia que no vaya con su agenda, y no podía arriesgarme a que esta pieza vital de evidencia fuese parte de eso. ¿No es así, Sr. Fiscal? – Asano miró hacia Blackquill.

– No sé qué es lo que intentas implicar, Jaime, pero soy perfectamente capaz de ganar sin esa clase de tácticas... – se jactó Blackquill.

(«Ohh, tengo total certeza de que ganar no es su meta de hoy, Blackquill, aunque creo que me guardaré esa carta bajo la manga para después...»)pensó Asano.

*¡SLAM!*

– Aunque sus razones son comprensibles, el hecho permanece en que usted y la Sra. Taida retuvieron testimonio y evidencia importantes que podrían haber aclarado las cosas mucho antes. Voy a discutir un castigo apropiado para ustedes más tarde... – declaró la Jueza Gavèlle. En realidad, sólo lo dijo para cubrir apariencias; no quería hacer nada que pudiera enfurecer al Sr. Smith.

– Muy bien, sólo díganme a dónde debo enviar el cheque y por cuánto... – replicó Asano.

– Usted va a pagar por mí también, ¿verdad? – preguntó Taida esperanzada.

Asano le lanzó una mirada en silencio con una ligera sonrisa en el rostro.

– Usted va a pagar por mí también, ¿verdad? – repitió Taida, esta vez sonando preocupada.

– Umm... S-Su Señoría... ¿t-también yo estoy en problemas? – preguntó tímidamente Yamai.

– Por supuesto que no, querida... – le aseguró la Jueza Gavèlle en voz suave.

– ¿Y eso por qué? ¡Ella también dio una representación falsa de los hechos tanto como la Sra. Taida y el Sr. Asano, al haber dicho que el Sr. Tadano fue el primero en bajar en su declaración escrita! – argumentó Athena.

– ¡Porque la pobre chica fue intimidada por ese fiscal de allí para declararlo! – replicó Asano.

– ¿Y qué pruebas tienes de eso, Jaime? – Blackquill resopló con fastidio.

– ¿Prueba? Mire bien los grilletes en sus muñecas. Esa es toda la prueba que necesito... – señaló Asano.

– Pff... – Blackquill hizo una mueca. – No veo cómo eso...

*¡DENEGADO!*

– Debo estar de acuerdo con el Sr. Asano. ¡Dada su conducta hasta el momento, me parece altamente probable que usted haya coaccionado a la Srta. Yamai para que diera una declaración falsa! – declaró la Jueza Gavèlle. Blackquill negó con la cabeza, fastidiado por la lógica estúpida de la jueza.

– Yo... realmente siento mucho haberles causado tanta confusión a todos... es sólo que... yo... ¡uwaahhh! – Yamai rompió a llorar.

Athena y Blackquill lanzaron miradas molestas a las lágrimas de cocodrilo de Yamai, sabiendo que sólo buscaba pescar simpatía. Por desgracia para ellos, la galería se estaba tragando su pequeño teatro.

– ¡Esa pobre chica! ¡Cuánto ha sufrido!

– ¡¿Quién se imaginaba que ese chico Tadano fuese un monstruo?!

– ¡Y ahora esa horrible abogada y ese fiscal asesino quieren acosarla todavía más!

– Mami, ¿los fiscales son personas malas?

– Sí, lo son, cariño, ¡y los abogados son aún peores!

Blackquill permaneció impasible ante los abucheos de la gente, bajando su cabeza pensativamente. Por otro lado, Athena permanecía boquiabierta ante lo ingenuos que eran todos en la galería.

– Concéntrate, Athena. ¡No dejes que te afecte la gente la galería! – le aconsejó Phoenix.

– No es la galería lo que me preocupa... – replicó Athena. – Es...

*¡SLAM!*

– Srta. Cykes, ya puede ver todo el daño que toda esta odisea le ha provocado a la pobre Srta. Yamai. Por favor no me diga que planea interrogarla en este estado... – inquirió la Jueza Gavèlle.

– Por desgracia, Su Señoría, ¡es lo que planeo hacer! – declaró Athena con confianza.

– Lo lamento, Srta. Cykes. ¡No puedo permitirle que haga eso! – La Jueza Gavèlle negó con la cabeza.

– ¿Qué? ¿Por qué no? – Athena ladeó su propia cabeza confusa.

– Porque... porque ya ha sufrido demasiado, y pienso que su testimonio es lo suficientemente acreditable, por lo que no se requiere más examinación... – explicó la Jueza Gavèlle.

– Aun así, tengo el derecho de hacer el interrogatorio, ¡y no veo razón por la cual se me deba negar ese derecho! – Athena golpeó su escritorio.

La Jueza Gavèlle sabía en silencio que era cierto. Incluso mientras hablaba, Gavèlle no creía en las palabras que salieron de su propia boca, y la jueza en su interior le gritaba que lo que estaba haciendo era un ultraje en contra del concepto de la justicia. Al mismo tiempo, la madre en su interior le forzaba a mantener su acto, sabiendo que si no podía declarar a Hitohito Tadano culpable hoy, su hijo pagaría el precio.

Reacia, forzó a su mano a coger el mazo antes de golpearlo.

*¡SLAM!*

– ¡La respuesta es no! ¡No habrá ningún interrogatorio! – declaró severamente la Jueza Gavèlle.

Antes que Athena pudiera protestar, hubo un estallido de risas proveniente del banquillo del fiscal.

– Je, je, je, ciertamente ya puedo ver de dónde viene, Su Santidad. Después de todo, Cykes-dono es muy famosa por su falta de tacto... – Blackquill sonrió mientras se tocaba la frente.

– ¡Usted es la última persona a quien debería criticar a otros por falta de tacto, Blackquill! – Athena rodó los ojos y gruñó.

– Yo he pasado siete años encerrado en una jaula donde mi único contacto humano eran guardias amargados y prisioneros que deseaban mi cabeza. ¿Cuál es tu excusa? – espetó Blackquill.

– ¿Hay algún punto en esto, Fiscal Blackquill? – inquirió la Jueza Gavèlle con impaciencia.

– Mi punto es que deberían hacerle sentir las consecuencias de sus acciones. ¿Por qué no duplicamos la penalización por cada paso en falso, les parece? – propuso Blackquill.

Confianza: (llllllll[llllllll]   )

– Ohh, vamos, ¿en serio? ¿Cómo es eso justo? – se quejó Athena.

– Hmm... – La Jueza Gavèlle se quedó pensativa. No estaba totalmente opuesta a la idea. Sin embargo, Asano tenía sus dudas.

– En serio, Blackquill, esto sólo lo beneficia a usted. ¿Qué podría ganar si permite que continúe este interrogatorio? – inquirió Asano con suspicacia.

– ¡No hay deporte cuando derrotas a un oponente que no tiene una posibilidad de defenderse! – contraatacó. – Aunque si te vas a poner así de quejica al respecto, ¿qué tal si vamos a todo o nada? Un movimiento en falso, y el juicio se acaba. ¿Eso te satisfará, Jaime?

Confianza: ([llllllllllllllll]   )

(«¿Cómo diablos es eso justo?»)pensó Athena, mientras un sudor frío chorreaba por su cejo.

La Jueza Gavèlle asintió.

– Esto me parece razonable. Tal vez esto haga que la Srta. Cykes se lo piense dos veces antes de hacer una pregunta. ¿Le parece bien, Srta, Ms. Yamai?

– Si la Srta. Yamai no tiene objeciones, yo tampoco... – añadió Asano.(«No es que vaya a hacer ninguna diferencia. Ustedes sólo llegarán hasta donde yo se los permita, Srta. Cykes y Sr. Blackquilll...»)

– Umm... e-está bien. M-mientras me m-mantengan a salvo, Su Señoría. E-esa abogada allí es realmente aterradora... – tartamudeó Yamai, señalando a una exasperada Athena.

– No se preocupe. Por la Diosa de la Ley, la mantendré a salvo... – La Jueza Gavèlle sonrió.

– ¡Gracias, Su Señoría! ¡Daré lo mejor de mí para traer la verdad a la luz! – Yamai sonrió con serenidad. En secreto, estaba planeando cuándo y cómo abrir el grifo de sus lágrimas para humillar a Athena y arruinar su interrogatorio.

Phoenix miró la escena, y brevemente vio a alguien más solapándose sobre Yamai...

– "Ha pasado un largo tiempo, Feenie..."

– ¿Se encuentra bien, jefe? – preguntó Athena, sacando a Phoenix de su estupor. – Sé muy bien que el acto dulce de Yamai es escalofriante, pero usted parecía como si estuviera a punto de perder su almuerzo.

– Ohh, lo siento, es que por un momento me recordó a alguien que conocí en la universidad... – replicó Phoenix. – Nada de qué preocuparse. ¡Sigamos enfocados en el juicio!

– ¡C-claro! – asintió Athena.(«Alguien a quien el Sr. Wright conoció en la universidad, y que Yamai le hizo recordar... apuesto diez a uno a que se trata de una exnovia psicótica. Tengo que preguntarle después sobre esto...»)

*¡SLAM!*

– Con eso fuera del camino, ya puede comenzar su interrogatorio, Srta. Cykes. Pero recuerde: una sola pregunta descuidada o irrelevante, y le cortaré el cable de inmediato, ¿le quedó claro? – le advirtió la Jueza Gavèlle, empuñando su mazo.

– ¡S-sí, Su Señoría! – tartamudeó Athena antes de hundirse en el escritorio sudando frío.(«Gracias, Simon, es usted un verdadero amigo...»)

– No te deprimas tanto, Athena. ¡Al menos ahora tienes una oportunidad para pelear! – trató de asegurarle Phoenix.

(«Sí. Ahora mis posibilidades de ganar fueron de ninguna a mínimas. Ohh, feliz día...»)pensó Athena.

Blackquill cerró los ojos pensativamente.(«Eso es lo mejor que puedo hacer por ti, Athena. ¡Más te vale no meter la pata!»)

[* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *]

Interrogatorio

- El primer golpe -

[* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *]

Taida:

El Director Ichou me solicitó ir a buscar unos registros en los archivos de la biblioteca...

– ¿Qué clase de registros le pidió ir a buscar? – inquirió Athena.

– ¿Estás ciega, o eres analfabeta? ¡Lo dice aquí exactamente en la nota que presenté! – respondió Asano en tono exasperado.

– Estoy al tanto de eso,Sr. Asano... – gruñó Athena, resistiendo el impulso de ir al estrado para darle un puñetazo en la cara. – Lo que estoy preguntando es si el Director Ichou le dijo cuál era el propósito de los registros que solicitó.

– Entonces tal vez debiste haberle preguntado eso en primer lugar, niña tonta... – Asano hizo una mueca. – Además, ya sabemos que los registros eran para las figuras clave del incidente que ocurrió en Itan hace siete años. No necesitamos que la testigo confirme ese hecho...

– ¡DIJE QUE YA LO SÉ! ¡LO QUE QUIERO SABER ES SI EL DIRECTOR LE DIJO ALGO NUEVO! – gritó Athena, estampando ambas palmas sobre el escritorio.

Asano suspiró. – Sr. Wright, por favor controle el temperamento de su protegida. Su conducta infantil no es apropiada para esta sala...

– ¿Quiere ver temperamento? ¡Ya le voy a dar temperamento! – Athena estaba a punto de arremangarse y salir de su puesto para golpear a Asano cuando Phoenix levantó el brazo para detenerla.

– ¡Tranquila, Athena, está tratando de provocarte para que la jueza termine el interrogatorio! ¡No dejes que te haga perder el control! – razonó Phoenix.

– Lo siento, jefe. Es sólo que no me gusta su actitud condescendiente conmigo... – le confesó Athena. – Y esperaba que pudiéramos averiguar algo nuevo...

– Bueno, incluso si la Sra. Taida nos diera algo de información nueva sobre el incidente de hace siete años, dudo que sirviera para desacreditar las alegaciones actuales. – murmuró Phoenix.

– Supongo que tiene razón... – Athena suspiró.

*¡SLAM!*

– Aunque no apruebo el tono del Sr. Asano, concuerdo en que necesita controlar su temperamento en el futuro... – declaró la Jueza Gavèlle. – Sra. Taida, por favor continúe su testimonio...

Sin embargo, antes que Taida continuara, algo se le ocurrió de repente.

(«Esperen un momento. Según dijo el Sr. Wright, Asano estuvo antes en la sala, pero no recuerdo haber escuchado nada sobre el incidente de hace siete años. Blackquill sólo mencionó que era un caso en curso. Tengo un mal presentimiento sobre lo que esto significa...»)

Taida:

Sin embargo, estaba muy ocupada, así que le pedí a la Srta. Yamai que lo hiciera en mi lugar.

*¡UN MOMENTO!*

– ¿Por qué le pidió a la Srta. Yamai que fuera a buscar los registros en su lugar? – inquirió Athena.

– Bueno, el Director Ichou quería que yo fuera a buscarlos, pero estaba muy ocupada, así que le pedí a la Srta. Yamai que lo hiciera... – replicó Taida simplemente.

(«Sí claro. Probablemente es que usted no quería tomarse las molestias, pero no es que el director sea inocente tampoco...»)pensó Athena mientras jugueteaba con su arete. – ¿Por qué se lo pidió específicamente a la Srta. Yamai?

– Yo también tengo curiosidad sobre eso... – intervino Blackquill. – Uno pensaría que usted elegiría al Sr. Tadano para esa tarea, considerando que es el representante de la clase.

– B-bueno, la cosa es que... es cierto que el Sr. Tadano es el representante de la clase, pero la verdad es que últimamente... no ha sido muy confiable. – explicó Taida.

– ¿No ha sido muy confiable? ¿Cómo así? – inquirió la Jueza Gavèlle.

– ¿Por dónde empiezo...? – Taida se puso a desvariar, tratando de sacar alguna mentira que sonara convincente de su cabeza. – Bueno, la mitad del tiempo, no hace lo que le digo, y la otra mitad, lo hace a medias. Siempre llega tarde a la clase, es el primero en salir por la puerta, y encima de todo, su comportamiento inapropiado pone a los demás estudiantes incómodos, en especial a las chicas...

*¡UN MOMENTO!*

– Oiga, espere un segundo. Usted titubeó antes de responder. ¡Creo que está inventándose cosas para hacer ver mal a mi cliente! – Athena le apuntó con el dedo a Taida.

– Escucha, jovencita, sé que te están pagando para abogar por el Sr. Tadano, pero creo que yo, siendo su profesora, lo conozco mejor que tú, que apenas llevas un día de conocerlo... – replicó Taida.

– Grrr... – Athena gruñó por lo bajo. Blackquill quería interceder diciendo que él lo había conocido por mucho más tiempo que las dos juntas y que Taida era una sucia mentirosa, pero también sabía que eso sería un suicido.

Justo entonces, Athena miró de reojo y notó que Yamai le lanzaba una mirada furtiva a Taida.

(«Algo en el testimonio de Taida debe haber captado la atención de Yamai. Podría tratar de sacárselo, pero por otro lado, también podría terminar empeorando más las cosas...»)

Recordó lo que la Jueza Gavèlle le dijo antes. Si presionaba demasiado a Yamai, podría usarlo como excusa para terminar el interrogatorio. Por otro lado, si no presionaba a Yamai en absoluto, le pondría fin al interrogatorio de todos modos.

(«Al diablo...»)

– ¡Srta. Yamai! – intercedió Athena con fuerza.

– ¿H-H-Huuh? – Yamai soltó un gritillo ahogado ya que la pillaron desprevenida.

– ¿Está pensando en algo sobre el testimonio de la Sra. Taida? – preguntó Athena.

– Discúlpame, pero la Sra. Taida es quien está siendo interrogada, no la Srta. Yamai, ¡así que deja de intentar desviar a la corte con este obvio intento de tomarla desprevenida! – protestó Asano.

– ¡La Srta. Yamai es una testigo tanto como la Sra. Taida, así que es igual de válido hacerle preguntas a ella! – argumentó Athena.

(«Ya sé lo que tramas, ¡y no va a funcionar!»)pensó Asano, antes de volverse hacia la Jueza. – Su Señoría, esto no es más que un...

– Está bien. Quisiera hablar... – Yamai hablaba con voz clara y forzada. Athena levantó una ceja ante esa breve grieta en su máscara de "chica tímida y sumisa".

– Srta. Yamai, debería reconsiderarlo... – suplicó Asano. Sin embargo, Yamai levantó la mano para detenerlo.

– Puedo manejarla... – Yamai le lanzó una mirada desafiante a Athena, e inmediatamente regresó a su personalidad "tímida y sumisa".

– B-bueno, cuando Taida-sensei habló sobre que i-incomodaba a otros estudiantes, me acordé... ¡que fue e-especialmente insufrible hacia mi m-mejor amiga Komi-sa-san! – tartamudeó Yamai. Athena volvió a alzar una ceja.

(«Pude escuchar cómo retrocedías allí. Estabas a punto de llamarla Komi-sama, ¿verdad...?»)pensó Athena mirando a Yamai con los ojos en rendijas.

– ¿De qué maneras estaba siendo mi cliente insufrible hacia la Srta. Komi? – inquirió Athena.

Yamai jugueteó con sus dedos. – B-bueno, siempre la sigue a todas partes, y constantemente la f-fastidia por una cosa u otra. Verá usted, Komi-san no puede comunicarse [Kometani: ¿Era esta la mejor parte para colocar el título de la serie, en serio?] de la manera que usted y yo l-lo hacemos, así que ella no le d-dice nada, pero m-me ha confiado que el comportamiento de T-Tadano l-l-la hace sentirse muy intranquila y que le gustaría que la dejara en paz...

(«¡Y un cuerno! ¡Tú eres la que hace que Shouko se sienta incómoda!»)pensó Athena mientras fulminaba a Yamai con la mirada. Detrás de su fachada, Yamai le lanzó una sonrisa maliciosa a Athena, feliz de haberla puesto furiosa. Luego reasumió su personalidad tímida antes de seguir.

– H-he tratado de defenderla en el pasado, ¡p-pero eso sólo provocó que T-Tadano d-dirigiera su agresión hacia m-mí! ¡D-de hecho, apenas hace unos d-días, cuando le dije que se a-alejara de Komi-san luego de que lo pillé m-mirando bajo su falda, me a-amenazó con m-matarme!

Toda la sala comenzó a jadear en shock antes de estallar en especulaciones. Athena sabía por el humor en la galería que ahora tenían mayor certeza de la culpabilidad de Hitohito que antes. Apretó los puños de rabia y frustración ante la cantidad de gente que era tan ingenua y lo fácil que era para Yamai hacerles caer en su engaño.

Sin embargo, al mirar hacia un lado, Athena notó que Asano estaba sudando nerviosamente. Pudo deducir que él sabía que Yamai estaba mintiendo descaradamente, y al hacerlo era vulnerable a que expusieran sus falsedades.

Lo cual era lo que planeaba hacer.

– Ya veo. ¡Por favor agregue esa declaración a su testimonio! – solicitó Athena, cruzándose de brazos.

– ¿Qué? ¿P-por qué?

– Esa declaración que acaba de hacer sobre mi cliente es importante. – explicó Athena. – Quisiera que...

– ¡Este es un intento muy obvio de la defensa para ganar tiempo! ¡Las declaraciones de la Srta. Yamai sobre el comportamiento pasado del Sr. Tadano son irrelevantes al caso actual! – argumentó Asano.

– Estoy de acuerdo. Deberíamos enfocarnos en el presente, no en el pasado... – asintió la Jueza Gavèlle. Athena rodó los ojos.

– No veo razón por la cual las declaraciones de la Srta. Yamai debieran ser añadidas a su testimonio, y solicito que se descarten de...

– Por supuesto que no ves por qué deberían añadir sus declaraciones. ¡Eres un amateur mediocre que está incluso más verde que esa polluela de primavera que está sentada frente a mí! – declaró Blackquill con una sonrisa.

(«¿Podría al menos no insultarme a mí cuando está insultando a otras personas?»)pensó Athena.

– ¿Y supongo que usted sí lo ve, Blackquill? – inquirió secamente Asano.

Blackquill se tocó la frente, todavía sonriendo. – Vamos, Jaime, es evidente para cualquiera que no sea un completo imbécil: Cykes-dono espera que agreguen esa declaración para poder presentar evidencia que la contradiga, y poner en tela de juicio la credibilidad de la Srta. Fondo Fiduciario... ¿o me equivoco?

Blackquill fijó la mirada en Athena.

– B-bueno, s-sí... – respondió Athena, conmocionada de que Blackquill hubiese deducido de manera tan precisa su estrategia.

– Entonces entenderá por qué hay que impedírselo. La Srta. Yamai ya ha sufrido suficiente. Lo último que necesita es que su trauma sea exacerbado por culpa de una abogada de tercera que trabaja para una agencia de cuarta... – Asano se ajustó sus gafas con dos dedos.

– Y pensar que este sujeto decía que me admiraba... – le dijo Phoenix a Athena con un sudor frío.

– Supongo que dejó de lado las adulaciones una vez que se dio cuenta que no iba a conseguir lo que quería... – respondió Athena similarmente.

– Estoy de acuerdo, Jaime. Por lo tanto, arreglaremos las cosas aquí y ahora... – Blackquill colocó su mano en el costado, preparado para desenvainar una espada imaginaria, antes de desafiar a Athena. – Si crees que esta declaración es necesaria, ¡entonces presenta evidencia que lo pruebe! ¡De lo contrario, te cortaré aquí mismo! ¡Ahora, desenvaina!

Confianza: ([llllllllllllllll] )

– ¡Esta es tu oportunidad, Athena! ¡Ya sabes qué hacer! – le dijo Phoenix.

– ¡Puede apostarlo! – Athena se golpeó la palma con el puño, decidida ya con la motivación de su jefe. Y de inmediato, se preparó para presentar el regalo de Shouko.

– ¡Quisiera que la corte observe el regalo que la Srta. Komi le dio al Sr. Tadano al inicio de este juicio! – declaró Athena.

– Eso sería la carta y el peluche de gato, ¿verdad? – Blackquill asintió mientras examinaba la evidencia.

– ¡Efectivamente, lo son! Y puedo ver que Su Señoría y los testigos también saben de lo que estoy hablando. – Athena cruzó los brazos llena de confianza y sonrió, mientras veía cómo la Jueza Gavèlle, Asano y Yamai empezaban a sudar nerviosos.

– ¿Q-qué? Yo, u-uh... — Yamai empezó a tartamudear. Todavía no podía creer que su Komi-sama hubiera hecho todo eso por Tadano.

– ¡Hmph! ¿A-acaso crees que una carta de amor y un peluche de niños prueban algo? – espetó Asano.

– Qué gracioso que la llame una carta de amor, Sr. Asano, considerando sus contenidos. – replicó Athena mientras miraba una copia de la carta en la pantalla holográfica de Widget. – Aunque el término "carta de amor" podría ser un poco hiperbólico, en realidad habla muy positivamente sobre mi cliente. En particular, me gusta esta línea cerca del final...

"Sin embargo, si lo peor llega a pasar, quiero que sepas que haberte conocido y convertirme en tu amiga fue lo mejor que me ha pasado en la vida, y que sin importar lo que suceda, siempre habrá un lugar muy especial en mi corazón sólo para ti."

Yamai se congeló. Era otro recordatorio de que, sin importar lo mucho que intentara vivir en sus delirios, su querida Komi-sama prefería la compañía de Tadano por encima de la de ella. Cada mentira que le había dicho a la corte para villanizar a Tadano era contradicha con evidencia sólida, y una vez más, todo lo que había logrado era enviar a su Komi-sama directo hacia los brazos de Tadano.

– Dígame entonces, Srta. Yamai. Si la Srta. Komi se siente incómoda con el Sr. Tadano, como acaba de declarar, ¿por qué iba a llegar al punto de enviarle un regalo y una carta para darle ánimos y reconfortarlo? – Athena le apuntó con el dedo a Yamai.

– Yo... umm... um um um um um um um um... – Yamai comenzó a morderse las uñas nerviosamente.

– ¡La Srta. Yamai ha mentido descaradamente sobre la naturaleza de la relación entre la Srta. Komi y el Sr. Tadano! ¡Hasta usted puede ver cómo lastima esto su credibilidad, Su Señoría! – continuó Athena, esta vez señalando a la jueza.

– ¿Y-yo? – exclamó la Jueza Gavèlle en shock. Incluso con las amenazas del Sr. Smith, no podía negar lo flagrante que era la mentira de Yamai. Y por mucho que quisiera denegar la evidencia de Athena, no había forma de hacerlo sin verse sospechosa.

*¡UN MOMENTO!*

– No caiga tan rápido en la charlatanería de la Srta. Cykes. ¿Acaso se molestó en revisar si el contenido del regalo era auténtico, Su Señoría? – preguntó Asano.

– Yo... ¡no había pensado en eso! – respondió la Jueza Gavèlle responded, suspirando mentalmente de alivio.

– ¡Yo misma recibí el regalo de las manos de la Srta. Komi en persona en el café Markus & Ise esta misma mañana, y no he hecho nada con él durante el entretiempo! – declaró Athena.

– ¡Yo también estuve allí cuando la Srta. Cykes recibió el regalo, al igual que varios otros testigos! – agregó Phoenix.

Asano sonrió con arrogancia. – Eso dicen, ¿pero cómo podemos estar seguros? Por lo que sabemos, la Srta. Cykes podría haber preparado ese pequeño paquete anoche, usando uno de sus propios peluches, y luego falsificar la carta para que pareciera que la Srta. Komi la había escrito...

– Por favor. ¡Incluso Wright-dono es capaz de encontrar mejores pretextos que ese! – se burló Blackquill.

(«No estoy seguro de si eso fue un cumplido o un insulto...»)pensó Phoenix sudando frío.

*¡PROTESTO!*

– ¿No nos creen? ¡De acuerdo! ¡Pues resulta que la Srta. Komi se encuentra en el lobby para acusados ahora mismo con mi cliente! – le informó Athena a la corte, causando que a Yamai le diera un tic en el ojo. – Podemos fácilmente pedirle que venga y verificar si fue o no ella quien escribió la nota! Su Señoría, solicito permiso para llamar a la Srta. Komi ante la corte para que testifique sobre la carta...

– Yo... – empezó a decir la Jueza Gavèlle. Estaba desesperada por decir que sí, pero tenía miedo de desafiar al Sr. Smith.

*¡PROTESTO!*

– ¡No tenemos tiempo para estas tonterías! ¡Por todo lo que sabemos, tú misma podrías haber amenazado a la Srta. Komi para que hiciera ese regalo! – Asano le apuntó con el dedo a Athena.

– ¡Oh! ¿Así que ahora soy yo la que amenazó a la Srta. Komi? ¡Sólo está cambiando su excusa de nuevo! – Athena le devolvió el gesto.

– Simplemente estoy ofreciendo explicaciones alternativas. Además, ¡todo esto no lleva a nada! ¡Aunque el regalo sea genuino, no hace nada para refutar las alegaciones de la Srta. Yamai de que el Sr. Tadano fue su agresor!

– ¡Es prueba de que la Srta. Yamai está dispuesta a mentir para difamar a mi cliente!

– ¡Su Señoría, esto es una pérdida de tiempo! – Asano agitó la mano con desdén. – ¡Exijo que le ponga fin a estos procedimientos y vaya directo al veredicto!

– ¡Cinco minutos para confirmar al autor de una carta difícilmente es una pérdida de tiempo! –Athena apretó su puño.

*¡SLAM!*

– Por desgracia, tengo que estar de acuerdo con el Sr. Asano. Los contenidos de esta carta son irrelevantes para este juicio. Por lo tanto, el permiso queda denegado. – dijo la Jueza Gavèlle golpeando su mazo.

– ¡¿Qué?! ¡P-pero es una mentira muy obvia! – exclamó Athena incrédula.

– Tal vez, ¡pero es una mentira que no tiene peso sobre el resultado de este juicio! – La Jueza Gavèlle sacudió su cabeza. – He tomado mi decisión, y no quiero escuchar más de sus argumentos...

– ¡Errgghh! – Athena golpeó el escritorio.

– Si Cykes-dono ya terminó con sus estupideces, tal vez la Srta. Fondo Fiduciario y Pereza-sensei puedan continuar testificando... – señaló Blackquill, de espaldas.

(«Sé que está tratando de ocultar sus verdaderas intenciones, ¿pero en serio tiene que ser tan patán al hacerlo...»)pensó Athena.

– No me agrada su tono, fiscal, pero concuerdo. Continúen su testimonio... – asintió la Jueza Gavèlle.

Athena miró a su jefe con el rostro exasperado. – Increíble. Cualquier otro juez nos habría dejado verificar la evidencia, ¡especialmente la Jueza Gavèlle a la que recuerdo!

– Lo sé. Asano ni siquiera se molesta en ocultar que ya la tiene en el bolsillo. Lo único que no puedo determinar es si la está sobornando, chantajeando, o alguna otra cosa. Dudo mucho que podamos probar que Hitohito es inocente en este estado, pero si podemos dañar la credibilidad de Yamai, tal vez podamos lograr que suspenda los procedimientos por hoy.

– S-sí... – Athena asintió, algo dudosa.

Entretanto, Asano se giró hacia Yamai para murmurarle:

Tiene que tener más cuidado con lo que dice. De lo contrario, lo va a arruinar todo. ¡Apéguese al libreto!

¡No me diga lo que tengo que hacer, viejo estúpido! ¡Si ni siquiera me dio suficiente tiempo para prepararme! – respondió ella dándole un pisotón en el pie.

– Ngh—tch... – Tuvo que apretar los dientes.(«Por esto es que odio a las chicas adolescentes...»)

...

Taida:

»Le di mi identificación de personal y una nota detallando lo que necesitaba.

Yamai:

H-hice lo que Taida-sensei me pidió, pero p-poco sabía en ese momento, que me estaban siguiendo...

– ¿Cómo fue que no se dio cuenta que la estaban siguiendo? – inquirió Athena.

– B-bueno, supongo que estaba tan concentrada en la tarea que me asignó Taida-sensei que no me di cuenta que estaba detrás de mí... – propuso Yamai.

– Eso me suena como una excusa. ¡No hay forma de que no haya podido escuchar sus pisadas! – la acusó Athena.

– Nunca llegarás a ninguna parte agitando tu espada de esa manera tan patética, Cykes-dono... – señaló Blackquill. – Considera que, en la secuenciarealde los eventos, el Sr. Tadano tampoco pudo escuchar las pisadas de la Srta. Yamai...

– P-pero ¿no se supone que las pisadas de un chico son más fuertes que las de una chica? – argumentó Athena desesperadamente.

– Hay un hombre allá en el calabozo que fue pillado por malversación de fondos pese a que asumió que su plan era a prueba de tontos. Siempre decía "¡Cuando asumes, te haces quedar mal y me haces quedar mal a !"

– Estoy bastante segura que usted no escuchó ese cliché en su club social en la cárcel... – gruñó Athena.

– Aun así, creo que sería buena idea hacerle caso. No creo que lleguemos a ninguna parte con esta línea de ataque... – señaló Phoenix, provocando que Athena suspirara.

– Ahora que Cykes-dono sabiamente ha elegido no quedar como una idiota, continúen con su testimonio...

...

Yamai:

Cuando accedí a la computadora, ¡T-T-Tadano me acorraló!

»Comenzó a gritarme de manera amenazadora, mientras agitaba su puño. ¡E-estaba muy asustada!

*¡PROTESTO!*

– ¿Asustada? ¿Usted? ¿Del Sr. Tadano? – preguntó Athena en secuencia. Luego sonrió con confianza. – ¡No me haga reír!

– ¡N-no sé de lo que estás hablando! – Yamai estaba muy nerviosa. – ¡Tadano gritaba muy fuerte, fue aterrador! Aún tengo pesadillas con eso...

– ¡Me puede ahorrar ese acto de la "gacela herida"! ¡Sé muy bien que usted no tenía razones para tenerle miedo a mi cliente! – Athena cruzó los brazos.

– Déjame adivinar: ahora vas a retorcer la narrativa para decir que Tadano en realidad es un chico amable y gentil que no lastimaría ni a una mosca, ¿estoy en lo correcto? – inquirió Asano secamente.

– Puede burlarse todo lo que quiera, Asano, ¡pero tengo pruebas! – Athena presentó los palillos de metal. – ¡Quisiera que la corte vuelva a echarle un vistazo a esto!

– ¿Los palillos de metal de antes? – La Jueza Gavèlle examinó la evidencia.

– Correcto. ¡Los mismos que la Srta. Yamai usó para amenazar al Sr. Tadano durante laverdaderasecuencia de eventos!

Asano no estaba impresionado. – Entonces nos restriegas a todos en la cara un trozo de metal, y ahora se supone que tenemos que tomarte la palabra por encima de la de la Srta. Yamai. Quien es la víctima, me permito agregar...

– Muy bien entonces. Asumamos que la versión de los eventos de la Srta. Yamai es la correcta, y que fue mi cliente quien la siguió a ella hacia los archivos en lugar de al revés. Incluso si este fuera el caso, ¡la Srta. Yamai no tendría nada que temer porque ella tenía un arma en su posesión,y mi cliente no!

Toda la sala comenzó a conversar sobre esta revelación. Sin embargo, no pasó mucho antes que la Jueza Gavèlle los silenciara.

*¡SLAM!*

– ¡Orden! – exigió la Jueza Gavèlle. Luego se giró hacia Athena. – Me había olvidado que tenía eso. ¿Pero el Sr. Tadano no tenía también un arma? Ya saben, el reloj antiguo...

– Eso sería imposible en el escenario que la Srta. Yamai está declarando. – Athena negó con la cabeza. Luego presentó el diagrama de la escena del crimen.

»Según su testimonio, usted y el Sr. Tadano estaban parados de esta manera, ¿correcto? – preguntó Athena.

– S-sí... – asintió Yamai.

– Sin embargo, el reloj antiguo se encontraba en el escritorio, justo aquí... – Athena actualizó el diagrama.

»Para que el Sr. Tadano tuviera acceso al arma, no sólo tendría que haber rodeado a la Srta. Yamai, sino recogerla del escritorio. Durante este tiempo, ¡la Srta. Yamai habría tenido una amplia ventana de tiempo para sacar sus palillos y usarlos para repeler a mi cliente! – declaró Athena.

– ¿Pero qué significa todo esto? – inquirió la Jueza Gavèlle.

– Significa que era imposible para mi cliente acceder al arma en el escenario que la Srta. Yamai describió, ¡lo cual significa quela Srta. Yamai está mintiendo descaradamente! –Athena apuntó directamente hacia Yamai.

Los ojos de Yamai comenzaron a mostrar un tic de nuevo, mientras un sudor frío se formaba en su rostro.

– ¿Y bien, Srta. Yamai? ¿Le importaría explicarse?

*¡PROTESTO!*

– En realidad es muy simple: se le olvidó que la tenía... – explicó Asano secamente.

*¡PROTESTO!*

– ¡Esa es una excusa patética, y usted lo sabe! ¡Y le estoy preguntando a la Srta. Yamai, no a usted! – gruñó Athena.

Asano se ajustó las gafas. – Como expliqué antes, ella se sentía muy sacudida debido al incidente, así que estoy aquí para ayudarla a rellenar los huecos en su memoria. Verás, hay una razón perfectamente lógica para que la Srta. Yamai haya olvidado sus palillos...

– ¿La cual es...?

– Cuando la gente entra en pánico, tienden a olvidar la razón y reaccionan puramente en modo de pelear o huir. La repentina aparición del Sr. Tadano y su comportamiento aterrador asustaron tanto a la Srta. Yamai que estaba demasiado concentrada en encontrar una salida para recordar que tenía el arma. Por eso fue que la Srta. Yamai no utilizó los palillos de metal para defenderse...

– Hmph, no hay nada más patético que una guerrera que olvida su espada... – Blackquill rodó los ojos.

– ¡Usted no tiene pruebas de que se le haya olvidado! – argumentó Athena.

– Y bajo esa misma lógica, tú tampoco las tienes de que no se le haya olvidado... – replicó Asano. – Me pregunto, ¿qué piensa Su Señoría sobre esto...?

– El razonamiento del Sr. Asano es perfectamente válido. Lo lamento, Srta. Cykes, pero no puedo aceptar que su razonamiento de que el escenario de la Srta. Yamai sea imposible... – declaró la Jueza Gavèlle.

Athena parpadeó. – P-pero ¿qué pasa con el hecho de que llevaba un arma en primer lugar? ¡No hay forma de que alguien lleve algo como eso a la escuela sin intención de utilizarlo!

Asano negó con el dedo. – Es bastante simple: la Srta. Yamai la llevaba para defenderse contra el Sr. Tadano. Tenía miedo de que algún día, el Sr. Tadano fuese a atacarla en un arranque de furia, y resultó ser que sus miedos estaban justificados. Por desgracia, su miedo se apoderó de ella en el momento más crítico...

– Ya veo... – La Jueza Gavèlle asintió. – Normalmente, condenaría el hecho de llevar un arma mortal a una institución de aprendizaje, pero considerando todo lo que se ha revelado sobre el Sr. Tadano, no puedo culpar a la Srta. Yamai...

La boca de Athena se quedó colgando abierta, incrédula de lo que estaba escuchando. No sólo le habían denegado su razonamiento con una excusa simplona, sino que Asano le dio la vuelta para hacer parecer que Hitohito era aún más un monstruo ante los ojos de la corte. No había forma de que la Verity Gavèlle a quien ella conocía fuese a soportar semejante juego sucio, pero la peor parte era que ella no tenía forma de saber cómo estaba siendo manipulada la Jueza Gavèlle.

Blackquill estampó la palma en el escritorio.

– ¡Continúen su testimonio! – gritó con impaciencia.

– ¡Fiscal Blackquill! ¡Absténgase de ser tan duro con esta pobre chica! – lo regañó la Jueza Gavèlle.

– Tch... sólo sigan de una vez... – Blackquill se estaba poniendo cada vez más impaciente con estos procedimientos. («Si tú no puedes hacer nada con estos dos farsantes, Cykes-dono, entonces tendré que hacerlo yo...»)

...

Yamai:

¡Traté de correr, pero m-m-me golpeó detrás de la cabeza!

– ¿En qué dirección corrió? – preguntó Athena.

– D-d-déjenme pensar... – tartamudeó Yamai. Se quedó en silencio unos momentos. – C-creo que fue hacia la derecha. ¿Puedo ver de nuevo ese mapa?

– Por supuesto... – Athena asintió, y abrió el diagrama de la escena del crimen.

– ¡Sí! ¡Fue hacia mi derecha! M-me lanzó un puñetazo con la mano derecha, y pude evadir h-hacia el lado derecho. ¡Luego traté de salir corriendo, p-pero ahí fue cuando cogió el reloj y me g-golpeó con él, justo allí! – dijo Yamai señalando hacia la línea que marcaba su cuerpo en el mapa. – E-en ese momento caí de rodillas. Traté de levantarme, pero entonces s-sentí la punta afilada del reloj detrás de mi cabeza, que me noqueó y... ¡uwaaaaaa!

Yamai entonces rompió en lágrimas. Athena suspiró, sabiendo perfectamente que estaba fingiendo.

– Pobre chica. Srta. Cykes, ¿de verdad es necesario que siga alargando esto y obligándola a revivir su trauma? – preguntó la Jueza Gavèlle blandiendo su mazo.

– Esa difícilmente es mi intención, ¡pero no puedo parar hasta limpiar el nombre de mi cliente! – declaró Athena. – De hecho, esa declaración que acaba de hacer fue de gran importancia. ¡Solicito que se agregue a su testimonio!

Asano levantó una ceja. Sabía lo que Athena estaba planeando hacer, pero se quedó en silencio. Tenía confianza de que podría enfrentarse a lo que fuera que estaba tramando.

– Supongo que eso está bien, pero recuerde, ¡está sobre hielo fino, Srta. Cykes! – le advirtió la Jueza Gavèlle.

(«Como si eso fuera algo nuevo...») pensó Athena.

...

Yamai:

Me golpeó con su puño, pero lo esquivé y corrí hacia la derecha.

»Logré llegar hasta el estante de libros, pero allí fue cuando me golpeó con el reloj.

»Traté de levantarme, pero me golpeó de nuevo, esta vez con la punta afilada...

– ¿Está absolutamente segura de que la golpearon en la cabeza cerca del estante de libros? –preguntó Athena.

– ¡S-sí! ¿H-hay algún problema? – respondió Yamai.

Athena estampó su puño en su palma. («Ahora sí. Esta vez ya la tengo... eso espero...»)

– ¡Pues claro que hay un problema! – Athena le apuntó a Yamai con el dedo. – ¡Lo que acaba de decir es una flagrante mentira!

– ¿Qué...? — Yamai jadeó con confusión y molestia.

– No veo dónde está el problema, Srta. Cykes. Allí es donde se encontró su cuerpo, así que es razonable que haya sido golpeada allí al menos una vez... – señaló la Jueza Gavèlle.

Athena asintió. – Exacto, pero acorde con la Srta. Yamai, fue golpeada ambas veces en ese lugar. Una cuando dijo que mi cliente la estaba persiguiendo, y la otra para noquearla. Sin embargo, ¡eso contradice nuestra evidencia de que fue golpeada mientras usaba la computadora!

– ¿A qué se...? Oh, quiere decir...

– Veo que ya entiende a donde quiero llegar, Su Señoría... – Athena abrió la pantalla de Widget. – Recuerden que previamente, habíamos encontrado las huellas de sus manos en el escritorio, que muy probablemente las puso allí cuando instintivamente trató de amortiguar su caída luego de ser golpeada. Adicionalmente, está también la mancha de sangre en el suelo cerca de la computadora. Como lo discutimos antes, ¡esto prueba que la Srta. Yamai fue golpeada al menos una vez mientras estaba sentada en la computadora!

– ¡B-bueno, en realidad, sí! ¡Me golpeó cuando estaba sentada junto a la computadora! ¡Él agarró el reloj y me golpeó allí! ¿Satisfecha? – explicó Yamai con un deje de fastidio.

– Entonces, déjeme ver si entendí... usted está diciendo que mi cliente, el Sr. Tadano, llegó por detrás de usted, la amenazó, agarró el reloj, y luego la golpeó detrás de la cabeza. Todo esto sin que usted se diera la vuelta ni una vez para encararlo. ¿Entendí bien? – preguntó Athena.

– ¡Estaba muy asustada, así que evité la mirada! – argumentó Yamai. Tenía los puños apretados debajo del estrado.

Athena golpeó su escritorio. – Pero antes, usted dijo que el Sr. Tadano la estaba amenazando con el puño. ¿Cómo sabría usted eso si no lo estaba mirando?

– Yo... yo... – Yamai forcejeaba consigo misma tratando de pensar un argumento.

Sorprendentemente, sin embargo, Blackquill intervino. – Entonces, ¿estás argumentando que la Srta. Fondo Fiduciario no fue golpeada junto a la computadora? Si es así, felicidades, acabas de anular tu propio argumento. Seguro que habría más en tu plan maestro que eso, ¿no?

– ¡P-por supuesto que sí! – replicó Athena con un sudor nervioso. – Empecemos desde el principio: sabemos que la Srta. Yamai fue golpeada detrás de la cabeza mientras estaba usando la computadora. Las huellas de sus manos y la sangre en el piso son prueba de ello. Sin embargo, en el escenario que nos presenta la Srta. Yamai, sería imposible que ella hiciera eso, ya que estaba mirando a la cara al Sr. Tadano todo el tiempo que supuestamente él la estaba amenazando...

»Entonces ¿cómo podemos reconciliar estas dos declaraciones que se contradicen entre ellas? – preguntó Athena retóricamente. – La respuesta es muy sencilla: la Srta. Yamai en ningún momento vio a su agresor. Y ya que la Srta. Yamai declaró que el Sr. Tadano anunció su presencia amenazándola, la única persona que podría haberla golpeado es la única persona a la que no hemos descubierto su paradero todo este tiempo: ¡el Sr. Itsuki Honshoku!

La sala volvió a estallar en especulaciones por unos momentos, antes de ser silenciada por el mazo.

*¡SLAM!*

– ¿Él otra vez? – La Jueza Gavèlle jadeó en shock.

– ¡Pero eso tampoco tiene sentido! Si ese friki de las computadoras fue el culpable, ¿cómo es que el Sr. Tadano tampoco se dio cuenta de su presencia? – argumentó Blackquill.

– ¡Exacto! – asintió Athena. – Para que la Srta. Yamai haya sido golpeada en la computadora, mi cliente tendría que haber quedado incapaz de verlo, ya fuese porque abandonó la habitación o porque quedó inconsciente. Por supuesto, si se hubiera ido, tendría que haber sido visto por la Srta. Gorimi, y como la policía no reportó que el Sr. Tadano hubiera sufrido heridas, es improbable que la Srta. Yamai lo haya noqueado. Esto sólo nos deja una opción: ¡el Sr. Tadano se desmayó!

Blackquill golpeó su escritorio. – ¿En serio crees honestamente que si el Sr. Tadano se había desmayado, la Srta. Fondo Fiduciario habría regresado a trabajar en la tarea que le fue asignada como si nada hubiera pasado?

– ¡Por supuesto que lo habría hecho! – Athena también golpeó el escritorio. Luego apuntó con el dedo a Yamai. – Porque en realidad, el Sr. Tadano fue a quien la Sra. Taida le asignó el recado, no la Srta. Yamai. Ella era la que lo estaba siguiendo y lo emboscó en la biblioteca. Y cuando se desmayó, el Sr. Honshoku emergió desde las sombras, cogió el reloj, ¡y golpeó a Yamai detrás de la cabeza!

– Bueno, Srta. Yamai, ¿qué piensa de esto? – dijo la Jueza Gavèlle.

*Snap*

Eso fue todo lo que Yamai pudo soportar. Entre más lograban desmantelar su escenario Blackquill y Athena, más frustrada se sentía. No ayudaba que en el fondo, ella sabía la verdad, que ella era la agresora en esta situación y que Tadano se había desmayado antes de que hubiera podido golpearla. En ese caso, Tadano sería inocente.

Ella no podía aceptar eso. Ser declarado no culpable significaba que Tadano seguiría en la vida de Komi. Incluso aunque la Sra. Taida le aseguró que no volvería a clases, eso no serviría de nada ya que el veredicto significaría que la administración de la escuela muy probablemente revocaría su decisión, permitiéndole a Tadano regresar.

Y cuando eso sucediera, Komi estaría de nuevo fuera de su alcance. Y con el conocimiento de todo lo que Yamai le había hecho a Tadano, nunca querría volver a hablarle en su vida.

Su rabia finalmente llegó al tope. Golpeó los puños en el estrado tan fuerte como pudo.

– ¡JÓDETE, ESTÚPIDA ZORRA! – gritó Yamai, soltando todo el odio y furia que había estado acmulando durante todo el interrogatorio.

La Jueza Gavèlle se sorprendió. – ¡S-Srta. Yamai! ¿Qué significa ese arranque tan vulgar?

– ¡¿POR QUÉ DEMONIOS NO PUEDES CREERME LO QUE TE DIGO, CYKES?! – chirrió Yamai, ignorando a Gavèlle. – ¡YO SOY LA MALDITA VÍCTIMA AQUÍ! ¡YO SÉ MEJOR QUE NADIE QUIÉN FUE EL BASTARDO QUE ME GOLPEÓ, Y FUE ESE MALDITO Y ESCALOFRIANTE VIRGEN HIJO DE PERRA CHUDANO! ¡ME GOLPEÓ PORQUE QUIERE METERSE BAJO LA FALDA DE KOMI Y YO NO SE LO VOY A PERMITIR!

(«Vaya, vaya, vaya, parece que por fin empiezas a mostrar tus verdaderos colores, Srta. Ren Yamai...»)pensó Athena mientras soportaba con toda la calma del mundo y una pequeña sonrisa la diatriba de Yamai, lo cual sólo la puso todavía más furiosa.

– ¡USTEDES MALDITOS ABOGADOS SON TODOS IGUALES! ¡TODO MUNDO SABE QUE TADANO ES CULPABLE, Y AUN ASÍ TU VAS Y TE PONES A ESCUPIRME MIERDA SÓLO PARA ENCUBRIRLE SUS MALDITAS ACCIONES! ¡FUE TADANO! ¡TADANO ES EL MALO AQUÍ! ¡ÉL FUE EL QUE MATÓ A MI HERMANA, Y AHORA ESTÁ TRATANDO DE MATARME A MÍ TAMBIÉN! ¡MERECE ARDER EN EL INFIERNO! ¡ÉL Y TODOS LOS DEMÁS MALDITOS HOMBRES EN LA ESCUELA! ¡TODOS ELLOS QUIEREN PROFANAR A MI KOMI-SAMA! ¡TODOS MERECEN ARDER!

– Qué... ¿de qué rayos estás hablando? — Athena se encogió de hombros confusa, mientras la perorata de Yamai se volvía cada vez más descontrolada e incomprensible.

– ¡QUE TE JODAN, CYKES! ¡TÚ SABES MUY BIEN DE LO QUE ESTOY HABLANDO, MALDITA SEA! –escupió Yamai. – ¡QUE TE JODAN QUE TE JODAN QUE TE JODAN QUE TE JODAN QUE TE JODAN!

*¡SLAM!*

– ¡Srta. Yamai, controle su temperamento en este instante! – ordenó la Jueza Gavèlle. Incluso con la amenaza del Sr. Smith's colgándole sobre su cabeza, no podía permitirle a Yamai seguir escupiendo profanidades. – Su lenguaje es totalmente inapropiado para una sala de justicia, y si continúa, no tendré más opción que hacer que la escolten fuera de aquí...

Antes que Yamai pudiese gritarle a la jueza, Asano levantó la mano. – No tendrá que hacerlo. ¡Porque la Srta. Cykes ha estado desviando nuestra atención todo este tiempo!

– ¿A qué se refiere? – Athena levantó una ceja. Yamai respiraba agitadamente mientras miraba a Asano esperanzada. Aunque estaba empezando a calmarse, la garganta todavía le ardía luego de su arranque.

Asano simplemente se encogió de hombros. – Has estado diciendo todo este tiempo que la Srta. Yamai es una mentirosa porque fue golpeada junto a la computadora... ¿pero has considerado la posibilidad de que tal vez la Srta. Yamai esté diciendo la verdad sobre que fue golpeada cerca del estante de libros...?

– ¡Pero la evidencia muestra que fue golpeada junto a la computadora! – Athena golpeó su escritorio.

– Sólo basándonos en tu interpretación... hay explicaciones perfectamente razonables tanto para las huellas de las manos como para la sangre en el piso, ¿sabes...? – Asano agitó un dedo con una sonrisa arrogante.

Athena gruñó. Ya sabía lo que se venía a continuación.

– Para empezar, las huellas de las manos. Cómo habras notado, la Srta. Yamai tiene un fuerte temperamento cuando se siente frustrada, así que lo más probable es que haya golpeado el escritorio en algún momento con sus palmas. Similar a cómo lo hacen tú y tu jefe antes de empezar a escupir falsedades...

Athena inmediatamente se inclinó hacia adelante y golpeó furiosa el escritorio con ambas palmas. – ¿Falsedadess? ¿Cómo se...? – Se detuvo al darse cuenta de lo que acababa de hacer.

Asano sacudió su cabeza y se encogió de hombros divertido. – En efecto... en cuanto a la mancha de sangre... te haré saber que la Srta. Yamai tiende a sufrir de alergias en esta época del año, y a veces, le dan hemorragias nasales...

– Es verdad... ¡las tengo! – mintió Yamai.

Athena suspiró. – No puede hablar en serio...

Asano se giró hacia Yamai. – La mancha de sangre en el suelo, ¿fue resultado de una hemorragia nasal?

– Uh... ¡s-sí, lo fue! – confirmó Yamai, causando que Athena dejara caer su mandíbula, incrédula. – Fue realmente embarazoso, así que me la limpié. ¡Me disculpo por causar confusión!

– ¡De todas las excusas del mundo, esa tiene que ser una de las más desesperadas que he oído! – Athena le apuntó con el dedo a Yamai.

– Por una vez, estoy de acuerdo con Cykes-dono... – Blackquill cruzó sus brazos. – El equipo de investigación también propuso esa misma teoría, así que consulté con los doctores sobre ese mismo asunto. Dijeron que no tiene ningún tipo de alergia identificada...

– ¿Qué? ¡Eso es privado! – gimió Yamai.

– ¡Está tirando por la borda información que es beneficial para la fiscalía! ¿De qué lado se supone que está usted, Blackquill? – Asano levantó una ceja. Había una mezcla de sospecha y molestia en su tono de voz.

– No necesito tus mentiras ni tus engaños, Jaime... – Blackquill le hizo un gesto desdeñoso con la mano.

– Usted rebanó a sangre fría a una mujer, ¿pero mentir en la corte es una línea que no está dispuesto a cruzar? Qué noble... – remarcó Asano sardónicamente.

– ¡Ya basta! ¡Sus explicaciones no son más que conjeturas, Sr. Asano! – argumentó Athena.

*¡SLAM!*

– Siento decirlo, Srta. Cykes, pero tratándose de la víctima, la palabra de la Srta. Yamai tiene mucho peso, a pesar de su temperamento. Como resultado, ¡la corte acepta el testimonio de la Srta. Yamai de haber sido golpeada dos veces junto al estante donde se encontró su cuerpo! – decidió la Jueza Gavèlle.

– ¡Tiene que ser una bromaaaaaaaaaaaa! – Athena se agarró las mejillas y lanzó un grito. Luego se dejó colapsar sobre el escritorio decepcionada.

– ¡Gracias, Su Señoría! – Yamai regresó a su falso semblante amable, excepto por el tartamudeo falso. – De verdad, de verdad que siento mucho mi arrebato de antes. Me he sentido muy frustrada con todo lo que nos ha pasado a Komi-sama y a mí durante los últimos meses, y he estado embotellando mis emociones todo este tiempo hasta que esa abogada y sus tonterías me hicieron soltarlo todo...

– Lo entiendo, querida. Tener que lidiar con todo eso debe haberle pasado factura... – dijo la Jueza Gavèlle en una voz maternal, ignorando que el arranque de Yamai violaba por lo menos media docena de reglas de etiqueta en la corte. – No se preocupe, me aseguraré que el acusado enfrente a la justicia por los crímenes que ha cometido...

(«Por favor que alguien me diga que esto es un mal sueño...»)Athena gruñía en sus pensamientos. Ahora, era su turno de sentirse frustrada. A pesar de todos los fallos que encontró en los argumentos de Yamai y Taida, Asano logró que los descartaran con una excusa simplona. La peor parte era que la Jueza Gavèlle ni siquiera estaba fingiendo ser imparcial en este punto, y aceptó las excusas sin cuestionar. La posibilidad de que estuviera siendo influenciada por fuerzas externas, muy probablemente Asano y Yamai, le ofrecía muy poco confort a a Athena.

Asano tomó nota de la desesperación de Athena y se volteó hacia ella con una sonrisa arrogante. – Veo que ya empiezas a entender la posición en la que te encuentras. A pesar de todos tus esfuerzos, todos los caminos apuntan a la culpabilidad de tu cliente. ¿Quizás ya quieres tirar la toalla?

– ¡No lo escuches, Athena! ¡Todavía puedes darle la vuelta! – Phoenix se estaba esforzando por darle ánimos a Athena. Sin embargo, ella no se veía muy convencida.

– ¿Pero cómo? ¡No logro que se sostengan mis protestas! ¿Cómo puedo probar que mi cliente es inocente si Asano no necesita evidencia para que descarten mis declaraciones?

(«Tengo que admitir que eso es difícil. Nunca me he enfrentado a un oponente que podía hacer cualquier declaración que quisiera y que se la sostuvieran sin evidencia. Incluso Manfred von Karma tuvo que proveer alguna prueba para sus argumentos...»)pensó Phoenix. Su silencio hizo muy poco en darle esperanzas a Athena de que aún tenía una oportunidad.

– Puedes creer todo lo que quieras en tu cliente, Srta. Cykes. Eso no cambia el hecho de que es 100% culpable. De hecho, se los voy a decir a todos ustedes... – Asano se giró hacia la galería. – Si tuvieran una hija, ¿querrían que asistiera a la misma escuela que el Sr. Hitohito Tadano?

– ¡Ciertamente no!

– ¡Ese chico es un depredador!

– ¡Me alegro que mi propia hija no vaya a su escuela!

– ¡Espero que le den la pena capital!

– ¿Cómo puede esa abogada defenderlo?

Athena sintió que se empapaba con su propio sudor, y su cuerpo se ponía rojo de la vergüenza. Podía escuchar las emociones en los miembros de la galería, y todos ellos mostraban furia y animosidad no sólo hacia Hitohito, sino hacia ella también.

Era incomprensible para ella cómo, no sólo que la Jueza Gavèlle se creyera las mentiras de Asano y Yamai, sino que toda la galería también se las estuviera tragando. Sabía que no había forma de obligarlos a todos a que le creyeran, ¿cómo podían ser tan ingenuos como para caer tan fácilmente cuando era claro que sólo apelaban a las emociones?

– Cómo puedes ver, la corte y la juez están de mi lado. Ya tus argumentos han sido rechazados tres veces, así que ¿para qué seguir alargando las cosas? Ambos sabemos que no tienes las habilidades como abogada para continuar con este juicio...

Asano luego levantó una mano. – Te ofrezco un trato: cambia tu declaración a culpable. Has que tu cliente admita todo lo que ha hecho. Y a cambio de que el Sr. Tadano confiese por todos sus pecados... ¡me aseguraré que le otorguen clemencia por sus crímenes!

– ¿C-clemencia...? – repitió Athena.

Asano asintió. – Sí. Aún tendrá que servir su sentencia, pero te prometo que eso será preferible a lo que le espera si sigues con esa actitud desafiante. Si realmente te preocupa su bienestar, cambiarás la declaración de tu cliente...

– ¡No caigas en su juego! ¡Él sabe que la verdad no está de su lado, así que está tratando de hacer que retrocedas! ¡Aún puedes lograrlo! – suplicó Phoenix.

– Lo siento, jefe... pero no puedo seguir haciendo esto... – suspiró Athena. Una lágrima solitaria rodó por su mejilla.

– ¡Le prometiste a Hitohito que lo defenderías! – le recordó Phoenix con una mirada severa.

– Lo sé... – Athena bajó la cabeza avergonzada. – Lo único que puedo esperar es que me perdone por romper esa promesa...

*¡SLAM!*

– ¿Y bien, Srta. Cykes? ¿Qué es lo que hará? – La Jueza Gavèlle empuñó su mazo como martillo de guerra. – ¿Cambiará la declaración de su cliente? Si es así, ¡declararé mi veredicto ahora mismo!

Athena miró a la jueza. Sus rodillas se sentían a punto de colapsar, y ella apenas podía sostenerse en pie. Cuando comenzó el juicio, pensó que podría manejar las cosas, especialmente con Phoenix ayudándola. Sin embargo, ahora estaba dudando de sí misma.

(«Tal vez tenga razón. Tal vez todavía no soy lo suficientemente buena como abogada. ¿Cómo puedo limpiar el nombre de Simon si ni siquiera puedo probar la inocencia de Hitohito?»)

– ¡Su respuesta, Srta. Cykes!

Athena levantó la mirada, con las rodillas doblándose y el cuerpo temblándole.

– S-Su Señoría... la defensa... la defensa declara...

*¡CLANK!*

Athena se vio interrumpida por el ruido de unas cadenas de metal rompiéndose. Todos los que estaban en el estrado se giraron hacia la fuente y jadearon de horror, al igual que la Jueza Gavèlle. Athena y Phoenix, por otro lado, se miraron una al otro y suspiraron. Ya sabían de dónde vino ese sonido y lo que significaba. Ambos también se giraron hacia la fuente y vieron precisamente lo que se esperaban.

El Fiscal Blackquill había roto sus cadenas. Y ahora miraba a los testigos en el estrado con ojos asesinos.

Esta historia continuará...

Acta del Juicio (Athena)

(* - indica nuevo o actualizado)

Perfiles:

Apollo Justice (Edad: 23): Un abogado que ha estado en la agencia desde antes que yo me uniera. Tiene una habilidad increíble para detectar mentiras a través del lenguaje corporal de la gente.

Trucy Wright (Edad: 16): La querida hija del Sr. Wright. Una aspirante a maga profesional que también es estudiante en la preparatoria Itan.

Hitohito Tadano (Edad: 15): Mi cliente. Un joven amable que está sufriendo de TEPT por culpa de las acciones de Yamai.

Phoenix Wright (Edad: 34): Abogado propietario de la agencia. Le debo mucho por darme la oportunidad de convertirme en una abogada consumada.

Shouko Komi: (Edad: 15): Amiga cercana de Hitohito y su compañera de clase. Es una chica hermosa que tiene problemas para comunicarse.

Najimi Osana (Edad: 15): Estudiante de Itan que siempre tiene mucha energía, y aparentemente tanto Hitohito como Trucy son sus amigos de la infancia. Su verdadero género es un misterio.

Ren Yamai (Edad: 15): No sólo ha secuestrado y acosado a mi cliente durante meses, sino que también lo atacó con un cuchillo. ¡Debo detenerla a toda costa!

Nene Onemine (Edad: 16): Una estudiante que se preocupa por los demás como una hermana mayor. Es muy amable y protectora especialmente con su compañera Kaede Otori.

Kaede Otori (Edad: 16): Una estudiante que parece siempre ser muy lenta y distraída. Le devolvió a Hitohito su teléfono perdido el día del incidente.

Bobby Fulbright (Edad: 33): El enérgico detective a cargo de este caso. A veces me hace preguntarme qué significa realmente la justicia.

Sakura Gorimi (Edad: 17): Una estudiante de segundo año, y la bibliotecaria principal. Aún puedo sentir el golpe que me dio en la cabeza con su abanico mortal.

Omoharu Nakanaka (Edad: 15): Una estudiante con síndrome de adolescencia que se hace llamar la Archimaga "Mei Karuma Van Zieks". Intentó usar la sangre de Yamai para incriminar a Hitohito.

Simon Blackquill (Edad: 28): Un fiscal y prisionero condenado a muerte. Posiblemente haya sido el fiscal de otro caso que ocurrió en Itan antes de ser arrestado.

Kozue Taida (Edad: 49): Profesora de la clase de Hitohito y Shouko. Es muy holgazana y le encanta aprovecharse de Hitohito para que él haga su trabajo en su lugar.

Itsuki Honshoku (Edad: 33): El experto en informática residente en Itan. Accedió a los archivos de la biblioteca el día del incidente.

Masatomo Yamai (Edad: 61): El padre de Ren Yamai (en teoría) y presidente de Yamai Holdings. Un hombre de negocios muy exitoso, pero también un fracaso como padre.

Junichi Asano (Edad: 25): La mano derecha de Masatomo Yamai. Intentó hacer un trato con el Sr. Wright para que se dejara perder el juicio.

Hitomi Tadano (Edad: 14): Hermana menor de Hitohito, y totalmente opuesta a él en personalidad. Puede ser un poco impulsiva, pero quiere mucho a su hermano y se preocupa por él.

Dick Gumshoe (Edad: 40):Un detective de la división de homicidios con quien el Sr. Wright solía cruzarse a menudo. Aunque le falta inteligencia, lo compensa con su lealtad y corazón.

Hitoshi Tadano (Edad: 46):El padre de Hitohito. Se suponía que se encontraría con el Sr. Honshoku el día que ocurrió el incidente.

Jeanne Tadano (Edad: 43):La madre de Hitohito. Solía ser una vieja amiga del Fiscal Blackquill.

Takara Yamai (Fallecida): La hermana mayor de Ren Yamai, que fue asesinada en la Preparatoria Itan hace siete años.

Carl Pritt (Fallecido): Un antiguo custodio que trabajó en la Preparatoria Itan que fue sujeto de rumores muy perturbadores. Fue condenado por el asesinato de Takara Yamai.

Verity Gavèlle (Edad: 34): La jueza que preside este juicio, una mujer educada pero de carácter severo. Parece conocer bien al Fiscal Blackquill.

Kenshin Hosonaga (Edad: 70): Un alguacil de edad avanzada en la corte que perdió a su hijo hace décadas. Simpatiza con la situación de Hitohito y no quiere que termine yendo por el mismo camino que su hijo.

Lucretia Augustus (Edad: 37): Una detective rubia conocida por su corrupción. Fue contratada por Yamai para coaccionar a Hitohito para que hiciera una confesión falsa.

Brutus Augustus (Edad: 35): Un detective enorme y fornido, y hermano de Lucretia. Fue contratado por Yamai para coaccionar a Hitohito para que hiciera una confesión falsa.

Franziska von Karma (Edad: 27): Una fiscal internacional de renombre que está buscando a Honshoku. Ella y el Sr. Wright solían ser pareja.

Evidencia:

Distintivo de abogada: Mi nuevo y brillante distintivo. Lo perdí brevemente, pero Hitohito me ayudó a encontrarlo.

Puertas hacia los Archivos de la Biblioteca: Estas puertas supuestamente requieren una identificación del personal para poder entrar. Sin embargo, un fallo en el sensor también permite que las identificaciones de estudiantes las abran.

Diagrama del sótano: Un diagrama del sótano, que muestra los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. El pasillo del sótano y la sala de servidores estaban cerrados durante el crimen.

Reporte médico de Yamai: Un reporte médico de la Clínica Hickfield para Ren Yamai. Según el reporte, fue golpeada dos veces con un objeto contundente y tiene un corte en su dedo índice derecho.

Reloj antiguo: Un reloj antiguo operado con baterías usado en la agresión, cubierto con la sangre de Yamai y las huellas digitales de Hitohito. Actualmente no tiene baterías en su interior.

Escritura en sangre: Un mensaje garabateado con sangre que va hacia la mano derecha de Yamai que lee "Tadano". Nakanaka utilizó la mano derecha de Yamai para escribirlo.

Llave de la Sala de Servidores: La llave que abre las puertas de la sala de servidores desde los archivos de la biblioteca. Lleva una semana desaparecida.

Termostato: El dispositivo que regula la temperatura entre los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. Fue ajustado durante la hora del crimen, pero no se encontraron huellas digitales en él.

Computadora de los Archivos de la Biblioteca: Una computadora en los archivos de la biblioteca a la que Hitohito accedió por razones desconocidas. Se encontraron huellas digitales de Hitohito, Yamai, y un individuo desconocido en el teclado y el ratón.

* Historial de inicio de sesión: El día del crimen, Itsuki Honshoku accedió a la computadora a las 9:15 AM y la utilizó hasta la 1:15 PM, cuando Hitohito Tadano usó las credenciales de su profesora para iniciar sesión. La computadora cerró sesión manualmente a las 3:00 PM.

Huellas en el escritorio: Huellas de manos encontradas en el escritorio de la computadora. Análisis indica que pertenecen a Ren Yamai.

Abanico de papel: Un abanico de papel roto que se encontró en una papelera, afuera de un aula del segundo piso. Gorimi lo utilizó para atacar a Najimi la tarde del incidente.

Mancha de sangre borrada: Una mancha de sangre revelada con prueba de luminol en el piso junto al escritorio de la computadora. La sangre pertenece a Ren Yamai.

Teléfono de Hitoshi:El historial de llamadas muestra que intentó contactar a Itsuki Honshoku a las 3:15 PM el día del incidente. Sin embargo, no recibió respuesta y terminó dejando un mensaje de voz.

Artículo de Periódico:Artículo del Kanagawa Times que detalla el asesinato de Takara Yamai en la Preparatoria Itan hace siete años. Según el artículo, la persona responsable fue el custodio de la escuela Carl Pritt.

Regalo de Shouko:Un regalo que Shouko hizo para Hitohito. Tiene una tarjeta adjunta con su nombre en ella.

Diagnostico de TEPT:Un diagnóstico provisional escrito, firmado por el Dr. Koizumi que declara que Hitohito Tadano sufre de trastorno de estrés postraumático.

Palillos de metal: Un par de palillos de metal afilados que Yamai usó para amenazar a Hitohito. Un análisis de ADN reveló que la sangre de Yamai está en la punta.

Llave de la biblioteca: La llave que abre las puertas de la biblioteca. Aparte de la administración de la escuela y el custodio, Gorimi y Honshoku poseen una copia cada uno.

Teléfono inteligente de Yamai:Yamai usó este teléfono inteligente para enviarle un mensaje de texto a Nakanaka pidiendo ayuda en la biblioteca.

Teléfono inteligente misterioso: Un teléfono inteligente que pertenece a un individuo desconocido a quien Otori confundió con Hitohito. Supuestamente tiene una foto de Shouko Komi en su pantalla de inicio.

Foto sospechosa: Una foto borrosa de un estudiante de aspecto sospechoso subiéndose a un auto negro que Onemine tomó con su teléfono. Fue tomada a las 3:05 PM el día del incidente.

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