Capítulo 21: Las hermanas Yamai

28 de septiembre, 12:30 PM

Complejo de apartamentos de lujo Kanagawa Hills

– ¿Este es el lugar? ¿Kanagawa Hills?

– Sí, eso creo...

Apollo, Trucy, Najimi y Shouko finalmente llegaron a un completo exterior relativamente modesto. A pesar de su tamaño, el edificio estaba muy limpio y pulcro, y el diseño de la fachada exterior se veía ligeramente más elegante que el complejo de apartamentos donde vivían los Tadano. El exterior estaba completamente abandonado, y las luces de las ventanas indicaban quién estaba en casa dentro del complejo.

El edificio se encontraba a unos quince minutos a pie de la Preparatoria Itan. Sin embargo, Apollo y compañía tuvieron que detenerse en una tienda de conveniencia para conseguir algo de equipamiento para la lluvia, para aquellos que no tenían paraguas. Por alguna razón, la tienda no tenía paraguas, así que Apollo les compró ponchos impermeables a todos, incluso a aquellos que ya tenían paraguas, para protegerse de la lluvia.

Najimi y Trucy también se aprovecharon del viaje para que Apollo les comprara algunos dulces. Él habría protestado más de no ser porque le habían salvado la vida, pero se preguntaba cuánto más planeaban exprimirle su gratitud.

Al llegar al edificio, la mente de Shouko empezó a inundarse de memorias bastante desagradables. Recordaba la primera vez que estuvo aquí con Najimi cuando Yamai les invitó a venir. Poco sabían en ese momento que Hitohito estaba atrapado allí y que Yamai tenía intenciones de matarlo, incluso al punto de amenazarlos con un cuchillo cuando descubrieron a su rehén. Aunque Shouko pudo rescatar a su amigo, no pudo evitar pensar cómo las cosas podrían haber resultado de manera muy diferente.

¿Qué tal si nunca lo encontraban? ¿Qué tal si lo hubiese matado allí mismo y en ese momento? ¿Y qué tal si lo volviera a hacer?

La última pregunta en particular se encontraba al frente de todas las ansiedades de Shouko, especialmente considerando los eventos recientes. A pesar de la disculpa de Yamai, ella sabía en el fondo que su compañera de clases era tan sincera como un político en campaña, y la pregunta que debía estar haciéndose no era "si" sino más bien "cuándo". El ataque reciente contra Apollo también le mostró que Yamai no era la única persona de quien debía preocuparse.

La peor parte de todo era, que sin importar cómo se sintiera respecto a la situación, ella sabía que Hitohito estaba sufriendo diez veces peor.

– Hey, Shouko. ¿Te sientes bien? – le preguntó Apollo en tono preocupado, notando que Shouko estaba temblando de ansiedad.

Ella quería decirle que sí, pero estaba cualquier cosa menos bien. El sólo acto de mirar en la dirección del edificio de apartamentos le trajo a la mente la vívida imagen de cuando encontró a Hitohito amarrado y amordazado en el closet de Yamai, especialmente sus ojos desesperados y pidiendo ayuda. Aunque era ilógico, tenía la sensación de que, si regresaba allí, encontraría algo diez veces peor.

Este era el último lugar donde quería estar.

Apollo percibió esto y le puso una mano en el hombro para reconfortarla. – Sé que esto debe ser muy incómodo para ti. Si quieres irte y volver a casa, lo entiendo completamente. Te prometo que no te voy a juzgar en absoluto. – Luego se volvió hacia Najimi. – Y lo mismo va para ti.

– Aprecio la intención, ¡pero tenemos que hacer esto! ¡Hay que exponer los crímenes de Ren, es la única forma de asegurarnos que Hitomon esté a salvo una vez que Athena y Nick logren absolverlo! – replicó Najimi, alzando los puños.

Shouko estaba de acuerdo, pero seguía insegura. Entre más se acercaba al apartamento de Yamai, más le apretaba el pecho la ansiedad, sobrescribiendo el deseo de ayudar a su mejor amigo.

– ¡Estoy de acuerdo con Najimi! ¡Aunque papá y Athena logren liberar a Hitohito, Yamai y esos fanáticos locos van a volver a lastimarlo! ¡Tenemos que detenerla para que nunca más pueda volver a lastimarlo! – dijo Trucy casi suplicando. – Además, también vinieron por ti y... bueno, tampoco quiero que algo te pase...

– Lo aprecio, Trucy, pero estoy bien... – Apollo extendió las manos para calmarla.

– ¡No me mientras, Polly! ¿Qué tal si averiguan dónde vives? ¿Qué tal si vienen a buscarte mientras duermes? ¡Estoy segura que alguien tan rica como Yamai podría averiguar tu dirección y enviar a esos Komaniáticos tras de ti! – replicó Trucy, apuntándole con el dedo. – Shouko es más fuerte de lo que aparenta. Puede que tenga miedo, ¡pero ella quiere ayudar a salvarte a ti y a Hitohito! Recuerda, si no fuera por su actuación, no habríamos podido rescatarte de esa azotea.

– Ese es un buen punto... – concedió Apollo. Luego miró a Shouko. – ¿Estás segura de esto? Lo que sea que decidas, ¡te apoyaremos todo el camino!

Shouko miró a sus amigos. Trucy había dejado bien claro su punto sobre cómo no sólo era Hitohito quien estaba sufriendo. Apollo había sido atacado simplemente por ser parte de la misma agencia para la que trabajaba la abogada de Hitohito. Sabía que, si no hacía nada, la gente que la acechaba y la adoraba como diosa vendría tras Trucy o Najimi después de eso. O quizás incluso tras alguien más de quien se hubiera hecho amiga.

Más importante, Hitohito era la razón por la que ella tuviera amigos en primer lugar. Ella creía que él merecía algo mejor que ser odiado sin ninguna razón. Así, respiró profundo y tomó su decisión.

– ¡Estoy bien! – dijo Shouko.

Apollo sonrió. – ¡Estás mejorando con esas Cuerdas de Acero! ¡En ese caso, estamos contigo! ¡Ahora vamos a investigar!

– Su apartamento está en el segundo piso, ¿pero cómo vamos a entrar? – se preguntó Najimi. – Ren nos dejó pasar la última vez que estuvimos aquí, pero no está ahora, y dudo mucho que deje sus puertas abiertas.

Apollo miró hacia las escaleras. – Debería haber un balcón por el que podamos entrar. Veo una escalera de mano por allá que podríamos utilizar para subir.

– ¡Polly, esa es una escalerilla! – le recordó Trucy.

Apollo rodó los ojos. – Misma diferencia, Trucy. Como sea, podemos usarla para subir al segundo piso...

– ¡No, nada de "misma diferencia"! – Trucy le jaló el chaleco a Apollo e hizo un puchero. – Son dos escaleras juntas, eso se llama una escalerilla. Si fuera una sola, entonces sí sería una escalera. ¿Me entiendes?

– Y aun así, sigue siendo una escalera... – Apollo cruzó los brazos.

– Mira, incluso si fuera "sólo una escalera", que no lo es, ¿quién nos dice que el balcón no estará cerrado? – señaló Trucy.

– Sí, supongo que eso es justo... – concedió Apollo. («Aunque sigo pensando que sólo es una escalera...»)

– Por suerte para ti, que desconoces de las escaleras, ¡tengo una alternativa! – declaró Trucy metiendo la mano en su bolso mientras sacaba algunas horquillas y un destornillador.

– Uh, ¿y eso para qué es? – preguntó Apollo alzando una ceja.

– ¿Qué no es obvio? ¡Vamos a forzar la cerradura y entraremos por allí! – replicó Trucy guiñando el ojo.

Apollo suspiró. – ¿Debería atreverme a preguntar cómo sabes hacer eso?

– Vamos, ¿es que no sabes nada sobre magos, Polly? ¡Abrir candados y cerraduras es nuestra especialidad! Si puedo liberarme de esposas y camisas de fuerza, ¡también puedo abrir las puertas de los apartamentos! – declaró Trucy con orgullo.

– Si tú lo dices... – Apollo negó con la cabeza. («El Sr. Wright realmente necesita poner atención a los trucos que está aprendiendo Trucy...»)

– T-T-T-T-T... – Shouko empezó a tartamudear.

– ¿Huh? ¿Qué sucede, Shouko? – preguntó Trucy.

Shouko empezó a buscar en su bolso frenéticamente sus materiales para escribir. Quería advertirles que el apartamento de Yamai usaba una cerradura de tarjeta electrónica así que las ganzúas no iban a servirle. Pero antes de que pudiera coger su libreta, se vio interrumpida.

– ¡ALTO! ¡DETENTE DONDE ESTÁS, APOLLO JUSTICE! – dijo una voz femenina grave y dura desde afuera en la lluvia.

– Oh, grandioso. Ya nos encontraron... – Apollo rodó los ojos. Sin embargo, se llevó una sorpresa al darse la vuelta y ver la fuente de dicha voz.

En lugar del Culto de Komi, Himeko Kishi era quien se aproximaba a Apollo. Un poncho impermeable con capucha le cubría el cuerpo y la cara. En su mano con armadura tenía una espada shinai de kendo que sostenía frente a ella. Apollo se preguntaba si estaba con los Cultistas de Komi o estaba actuando por su cuenta.

– ¡Aléjate de Lady Komi, o me veré obligada a acabar contigo! – demandó Kishi, apuntándole con su espada de bambú a Apollo mientras caminaba lentamente hacia él.

– ¡C-cálmate! ¡No quiero tener problemas! – le dijo Apollo, agitando las manos defensivamente.

Kishi no estaba nada impresionada con las súplicas de Apollo. – No te hagas el tonto, Justice. ¡Puedo ver claramente lo que tiene en las manos tu pequeña amiga! – le dijo, causando que Trucy ocultara sus ganzúas rápidamente. – ¡Están planeando irrumpir en el apartamento de mi mejor amiga, y encima arrastrando a Lady Komi con ustedes!

Mientras Kishi se aproximaba, Najimi y Shouko reconocieron su rostro debajo de la capucha, y el guantelete que solía llevar. – ¿Himeko? ¿Himeko Kishi? ¿Qué estás haciendo aquí? – inquirió Najimi.

– Espera, ¿dijiste Kishi? ¿No eres una de las amigas en la lista de Shouko? – preguntó Trucy.

– Podría hacerte la misma pregunta, Najimi. – Kishi apuntó con su espada de madera a Najimi, ignorando a la maga. – Siempre estás causando problemas, ¿pero colaborar con un secuestrador y una ladrona? ¡Eso ya es pasarse de la raya, incluso para ti!

– ¡Yo no soy ningún secuestrador! ¡Shouko me está ayudando por voluntad propia! – argumentó Apollo. Miró a Shouko, que estaba viendo a Kishi como un ciervo ante las luces de un auto y temblando de miedo. Quería respaldar la declaración de Apollo, pero estaba demasiado aterrada para usar su libreta. («¡Vamos, Shouko, apóyame aquí!»)

– ¡Sí! ¡Polly no es ningún secuestrador! – intervino Trucy. – Seguro, puede que a veces se vea sospechoso con sus cuernos de demonio y su voz fuerte puede asustar a ancianitas pequeñas y niños viejos, ¡pero es un buen chico!

– Gracias, Trucy, pero creo que me defenderé yo mismo a partir de ahora... – gruñó Apollo sarcásticamente. («Y también, creo que se te cruzaron unos cables en esa descripción...»)

Kishi se apartó un mechón de pelo de su rostro. – Varios de mis compañeros de clase vieron a una persona sospechosa llevándose a Lady Komi a punta de cuchillo. Siguiendo su rastro, la encuentro en tu compañía con otras dos personas muy sospechosas que intentan meterse en el apartamento de Ren. Dime algo, Justice, ¿qué se supone que debo pensar de eso?

– No es lo que parece, Srta. ... Kishi, ¿verdad? – Apollo inquirió con cautela, a lo que Kishi asintió. – Como sea, tu amiga Yamai ha estado involucrada en unos asuntos bastante horribles. No sólo ha estado acosando a Hitohito Tadano para que rompa su amistad con Shouko, sino que a principios de este año, lo secuestró y...

– ¡MENTIROSO! ¡REN NUNCA HARÍA ALGO COMO ESO! – gritó de repente Kishi, apuntándole con su espada a la garganta de Apollo. Aunque sabía que su amiga tenía un deseo lujurioso hacia Komi, se rehusaba a creer que llegara tan lejos como para secuestrar a alguien por ello.

– ¡Pero es verdad! – argumentó Najimi. – ¡Shouko y yo estuvimos allí! ¡Lo encontramos amarrado en su closet, y nos amenazó con un cuchillo cuando lo encontramos! ¿Verdad, Shouko?

Lo único que la aludida pudo hacer fue asentir débilmente, todavía paralizada del miedo.

– ¡No sólo eso, sino que esos mismos tipos que dicen que teníamos a Shouko a punta de cuchillo también intentaron secuestrar a Polly! – añadió Trucy.

– ¡N-no les creo! ¿P-por qué querrían hacer algo como eso? – preguntó Kishi algo dudosa.

– ¡Porque quieren deshacerse de Hitohito, y me iban a usar a mí como ficha de intercambio para que mi colega se deje perder el juicio! Eso fue lo que me dijeron antes de amarrarme. Y si no fuera por Shouko, Trucy y Najimi, ahora yo sería su rehén. – explicó Apollo. Se desabotonó las mangas para enseñarle las marcas que le dejaron las cuerdas en la piel de sus muñecas como prueba de lo que le hicieron, que todavía le ardían.

Kishi estudió las marcas en sus brazos con escepticismo. – A-aun así, ¿por qué ir tras Ren? ¡Ella es una víctima tanto como tú!

– ¡Porque ella es quien está detrás de las acciones de esa gente! – acusó Apollo, señalando con el dedo a Kishi y haciéndola retroceder. – Yamai ve a Hitohito como una amenaza y quiere deshacerse de él por cualquier medio necesario. Primero trató de secuestrarlo, después mintió sobre que él fue quien la agredió, y ahora está tratando de atacar a cualquiera que busque mantenerlo fuera de la cárcel. ¡Todo porque desea meterse bajo la falda de Shouko!

Cuando Apollo hizo su acusación, la mano de Kishi bajó hacia su cintura. Agarró la otra espada de madera que aún tenía envainada, la desamarró, y la arrojó a los pies de Apollo. – Recógela... – le ordenó.

Apollo parpadeó al ver la espada a sus pies. Luego miró incrédulo a Kishi antes de volver a mirar la espada.

¡RECÓGELA! – ladró Kishi, empuñando su propia espada de madera contra el abogado.

Apollo obedeció algo titubeante y cogió la espada del suelo. Deslizó la mano por la funda hacia la empuñadura mientras estudiaba el arma que le acababan de dar. («¿En serio ella espera que yo...?»)

– ¡Apollo Justice, te desafío a un duelo! – declaró Kishi arrojando su impermeable, revelando su cabello rubio platinado amarrado en una coleta. Sujetó su shinai con ambas manos y se preparó para la batalla.

– Umm... ¿qué cosa? – Apollo parpadeó, sujetando su propia espada colgando a un lado.

Kishi apretó su agarre. – Dije que te desafío a...

- Sí, ya te oí. Lo que quiero saber es ¿por qué? – inquirió.

– Sólo hay una forma de determinar si tus palabras son ciertas: ¡debo pelear contigo a muerte! – replicó Kishi.

(«¿Eso no es un poco dramático?») Apollo sacudió su cabeza y suspiró de frustración por sus circunstancias actuales. Primero, lo atrajeron a la azotea de Itan en medio de la lluvia por culpa de esa profesora de aspecto sospechoso, luego casi lo secuestra un grupo de Cultistas de Komi, apenas logrando escapar gracias al pensamiento rápido de Trucy, Shouko y Najimi. Y ahora, estaba siendo desafiado por otra de las adoradoras de Shouko en una escena que no se vería fuera de lugar en un manga shonen. Si hubiera sabido que este era el rumbo que iba a tomar su día, les habría pedido a Markus e Ise que le agregaran algo de licor a su expreso.

– ¡Hazlo por Shouko, Polly! – lo motivó Trucy desde su lado. En realidad, Shouko no quería ver a sus amigos peleando. Sin embargo, dos cosas le impedían tratar de detenerlos: su ansiedad y el vehemente rechazo de Kishi a retroceder.

A pesar de todo, las palabras de Trucy motivaron a Apollo a levantar la espada que le dieron y sostenerla frente a él. Aunque la situación seguía siendo totalmente ridícula, ya que ninguno de los dos tenía equipamiento protector para un encuentro de kendo. Sin embargo, en este momento no veía otra salida a este predicamento, y si pelear en un duelo contra Kishi era la forma de convencerla de escuchar su lado de la historia, le tocaba seguirle el juego a la locura.

– Está bien... ¡acepto tu desafío! – declaró Apollo, arrojando su propio impermeable y agarrando su espada. La lluvia empezó a arreciar mientras los dos se miraban fijamente, con ráfagas de viento levantando las hojas caídas del suelo y agitando las gotas en el aire.

Esto duró por un minuto antes que Kishi hablara de nuevo.

– ¡Prepárate, Apollo Justice! ¡Yo, la Comandante Himeko Kishi de los Caballeros de la Guardia Imperial de Komi, acabaré contigo! ¡HYAAAAAAAAAAA! – gritó mientras cargaba sobre la hierba, chocando su espada de madera contra la de Apollo.

¡HIMEKO KISHI,

COMANDANTE DE LOS CABALLEROS DE LA GUARDIA IMPERIAL DE KOMI!

Apollo fue sorprendido por la ferocidad de Kishi, apenas teniendo tiempo para aferrarse a su arma. No bien acababa de bloquear el primer golpe cuando ella lo siguió con otro igual de fuerte. Con cada choque de sus hojas, Apollo sintió un subidón de fuerza en sus músculos que se tensaban, lo que le permitió soportar los embates de Kishi.

Pese a su brecha de experiencia, Kishi tenía una notable ventaja contra Apollo por varias razones. Para empezar, él estaba relativamente oxidado, ya que no practicaba el deporte desde la preparatoria, mientras que ella lo practicaba recientemente junto con otras artes marciales. Segundo, él tenía sus dudas sobre lastimar a alguien que no llevaba todo el equipo de protección, mientras que ella no tenía reservas a ese respecto. Y finalmente, sus zapatos eran poco aptos ya que constantemente amenazaban con resbalarse sobre la hierba mojada, lo que lo enviaría al suelo si daba un paso en falso.

Mientras soportaba los ataques, Apollo trató de encontrar una abertura para contraatacar. Sin embargo, los golpes de ella eran demasiado rápidos y feroces para él, especialmente debido a su poco estable apoyo en los pies. Lo único que podía hacer era mantenerse a la defensiva y esperar que ella se cansara. A pesar de su hiato, todavía tenía algo de habilidad instintiva, la cual era la única razón por la que todavía no estaba en el suelo.

Justo entonces, el viento comenzó a arreciar, provocando que las gotas de lluvia atacaran los ojos de Apollo como pequeños dardos. Maldijo entre dientes por su visión reducida, que le dificultaba aún más ver los ataques de Kishi. No estaba seguro si podría mantenerse a este ritmo.

– ¡Vamos, Polly! ¡No seas suave con ella sólo porque es una chica! ¡Patéale el trasero! – lo animaba Trucy, sacudiendo los puños. Luego se giró hacia un lado, y vio a Shouko que la estaba mirando. – Ohh, lo siento, me olvidé que Kishi también era tu amiga. – se disculpó Trucy algo apenada.

(«Créeme, Trucy, ¡el pensamiento de ser suave con ella nunca cruzó por mi mente!») pensó Apollo. Sin embargo, las palabras de aliento de Trucy le ayudaron a concentrarse y examinar la situación. Notó que Kishi respiraba agitadamente, y sus golpes bajaban de ritmo.

(«Kishi se está cansando. ¡Probablemente creyó que su asalto inicial sería suficiente para abrumarme y puso toda su energía en él!») pensó Apollo.

– ¡Estás acabado, Apollo Justice! ¡Ahora ríndete! – le ordenó Kishi. Juntó toda la fuerza que pudo para darle un solo golpe a Apollo con su espada, esperando abrumarlo y noquearlo con él.

Para su sorpresa, Apollo bloqueó el golpe y se mantuvo firme. Una sonrisa se formó en su rostro mientras miraba fijamente a Kishi.

– ¡Un dragón nunca se rinde! – declaró. Con un movimiento rápido, empujó a Kishi y a su espada hacia atrás, provocando que perdiera el equilibrio.

(«¡Es mi oportunidad!») pensó Apollo. Antes que ella pudiera recuperar su postura, él la golpeó en su guantelete, provocando que se fuera dando tumbos antes de caer al suelo. Él mantuvo su postura, esperando a ver qué haría su oponente. Aunque finalmente logró conectar un golpe, no iba a aprovecharse para golpear a una adversaria que ya había caído.

– ¡Suficiente! – Kishi arrojó su shinai a un lado y levantó su palma en gesto de rendición hacia Apollo, con lo cual él se relajó un poco. El viento parecía estar amainando, y la lluvia había disminuido de un diluvio torrencial a una llovizna más ligera. Ambos combatientes respiraban agitadamente mientras la lluvia empapaba sus ropas.

Apollo miró la shinai en el suelo, y luego a Kishi. Se alegró de que el duelo hubiera terminado rápidamente, y esperaba que al haberla derrotado fuese más receptiva a oír su lado de la historia.

No, sabía por el encuentro que Kishi estaría dispuesta a escucharlo después de ganarle. Durante el duelo observó que, a pesar de la ferocidad de sus ataques, estaba peleando de manera honorable, especialmente comparada con los Cultistas de Komi que se abalanzaron encima todos a la vez. Aún seguía sin entender qué era eso de la "Guardia Imperial de Komi", o si los Komaniáticos de la azotea estaban relacionados con ella, pero tenía la confianza en que ella no era como ellos.

En ese momento, tuvo una epifanía sobre por qué Kishi lo desafió en primer lugar: ella quería saber sus motivos para estar cerca de Shouko, igual que él ahora sabía los motivos de ella para desafiarlo.

– Esa esgrima... ¿dónde aprendiste a pelear así? – inquirió Kishi.

– Bueno, honestamente solía practicar kendo cuando estaba en preparatoria, igual que tú. Aunque debo admitir que estoy algo oxidado, como habrás observado... – replicó Apollo tímidamente, rascándose detrás de la cabeza. – Aun así, tú también eres bastante hábil, Srta. Kishi. ¡Me tuviste contra las cuerdas todo el tiempo!

– Ya veo... – replicó Kishi.

Apollo extendió una mano. – Ven, déjame ayudarte a levantarte.

– G-gracias... – Kishi aceptó la mano, y dejó que Apollo la ayudara a ponerse de pie. Asintió apreciando el gesto y se sacudió la hierba y tierra de su falda. Luego de limpiarse, le dirigió una mirada severa a Apollo. – A pesar de tu desventaja, soportaste mis ataques con una gran decisión. Puedo ver por tu estilo de pelea que eres un hombre de honor. Sin embargo, sigo sin entender por qué estás en la compañía de Lady Komi...

– ¡Porque está tratando de ayudarla a probar que Yamai es una maldita perra secuestradora que está incriminando a Hitohito por agresión! – intervino Trucy.

– ¡SILENCIO! ¡Quiero escucharlo de Sir Justice, no de ti! – gritó Kishi, causando que Trucy se encogiera.

– Perdón... – murmuró.

(«Así que ahora soy "Sir Justice"...») pensó Apollo. – Bueno, Trucy acaba de explicarte la razón primaria, pero hay más que eso... – comenzó a explicarle. Trucy sonrió ligeramente al ser reconocida. – Inicialmente, estaba haciendo mi investigación yo solo, hasta que algunos de tus compañeros me emboscaron en la azotea de la escuela. Por desgracia, me superaban en número, y casi me secuestraron, hasta que con la ayuda de Shouko y Najimi, Trucy usó su magia para ayudarme a escapar.

– ¿Magia, dices? – preguntó Kishi curiosa, mientras se llevaba la mano al mentón. – Me informaron que un hombre extraño con un sombrero y un cuchillo apareció y había tomado a Lady Komi como rehén.

Esta declaración hizo que Apollo sintiera curiosidad de cómo estaría relacionada Kishi con los Cultistas de Komi. Aunque claramente estaba asociada con ellos, podía ver que era una persona mucho más honorable y razonable que ellos. Estuvo a punto de preguntarle cuando una risita traviesa se escapó de los labios de Trucy.

– Je, jejejeje... parece que llegó mi momento de brillar. ¡Contemplen, la identidad del misterioso secuestrador de la Srta. Komi!

Trucy se abrió su poncho, causando que el Sr. Hat apareciera. Llevaba un poncho muy similar al de Trucy y el uniforme masculino de Itan. En una mano llevaba un cuchillo, y en la otra una pistola.

– ¡De pie y entréguense! ¡O el diablo se los llevará a todos! – ordenó el Sr. Hat, empuñando tanto el cuchillo como la pistola y causando que todos saltaran de sorpresa.

– ¡N-no recordaba que esa cosa tuviera una pistola! – exclamó Najimi.

– ¡No teman! Sólo es una pistola de utilería para shows de magia. ¡Ni siquiera está cargada! – trató de tranquilizarlos Trucy. [Kometani: Eso mismo dijeron Zak y Valant hace todos estos años...]

– ¡Aun así no deberías andar agitando eso como si fuera un juguete! ¡Puede ser mortal! – protestó Apollo.

Trucy suspiró, y el Sr. Hat guardó las armas de utilería. – Aww, no eres nada divertido...

(«¡DIVERTIDO! ¡No hay nada de divertido en agitar implementos de la muerte por allí! ¡No me vayas a decir luego que traes esas cosas a la escuelal!») pensó Apollo. La sonrisa en los labios de Trucy le indicó que le leyó la mente de nuevo y no quiso oír la respuesta. – C-continuando, ese fue el truco de magia que Trucy usó para rescatarme con ayuda de Shouko y Najimi. El Asombroso Sr. Hat.

– El Asombroso Sr. Hat... – repitió Kishi, examinando el muñeco. Viéndolo de cerca, se preguntó cómo los otros estudiantes pudieron haber sido engañados por algo como eso. Se puso a teorizar que Trucy probablemente habría usado algún otro tipo de magia para hacer que la imitación de un secuestrador armado del muñeco fuese más convincente.

– Luego de que les dimos el esquinazo a esos tipos, escapamos de la escuela. Después de alejarnos un poco, nos detuvimos para descansar un rato, y ahí fue cuando me enteré que Najimi y Shouko querían reunir evidencia de cuando Yamai secuestró a Hitohito en su apartamento, ya que ha estado intentando coaccionarlo para que rompa su amistad con Shouko. Así que accedí a ayudarle como agradecimiento por haberme salvado... – explicó Apollo, a lo que Najimi y Shouko asintieron para confirmar sus palabras.

– Ya veo... – replicó Kishi algo dudosa.

– Sé que debe ser muy difícil para ti creer que tu amiga de la infancia pudiera estar involucrada en algo tan horrible, ¿verdad, Himeko? – preguntó Najimi.

Tal como lo sugería, Kishi se sentía en conflicto. Sabía que Yamai podía ser muy intensa en sus sentimientos por Lady Komi. A menudo ella tuvo que intervenir para protegerla de los actos de "amor" de Yamai. Sin embargo, nunca se imaginó que ella llegaría a cometer actos criminales en persecución de su lujuria, y al principio, se rehusaba a considerar la idea. Pero ahora que sabía que Apollo era digno de confianza, su palabra, combinada con las confirmaciones de Najimi y Shouko, dio paso a una terrible verdad que no podía escapar: Yamai estaba dispuesta a secuestrar y asesinar para meterse bajo la falda de Shouko.

– No, sí les creo. Es sólo que... no sé qué hacer... – replicó Kishi, bajando la mirada avergonzada.

Apollo se puso a pensar un poco. («No puedo culparla. Si Clay estuviera metido en algo como esto, a mí también se me haría muy difícil lidiar con ello. Sin embargo, nos vendría muy bien si nos ayudara. Ella conoce a Yamai mejor que cualquiera nosotros, y su perspectiva podría...»)

– ¡Ya sé! ¡Podrías ayudarnos con nuestra investigación! – sugirió Trucy. Tanto Kishi como Apollo la miraron sorprendidos, pero Apollo rápidamente asintió estando de acuerdo.

– Uhh... s-sí. Podrías ayudarnos. Err... si quieres, claro está... – dijo tartamudeando. Sacudió su cabeza ante el hecho de que nunca se acostumbraría a que Trucy le leyera la mente.

Kishi contempló su oferta. A pesar de todo, Yamai seguía siendo su amiga, y se sentía incómoda de ir a sus espaldas, especialmente mientras estaba en el hospital. Por otro lado, si Yamai realmente estaba involucrada en el secuestro de un compañero de clases a causa de Lady Komi, y había una gran posibilidad de que lo hiciera de nuevo, de ninguna manera podría quedarse parada sin hacer nada. Para ella, esto estaba muy por encima de sus usuales intentos de mirar lascivamente a Lady Komi, y tenía que salvar a Yamai de sí misma antes que hiciera algo drástico.

– No te culpo si no quieres involucrarte. Ella es tu amiga, después de todo... – dijo Apollo. – Así que, si no quieres...

– Los acompañaré... – declaró Kishi, tomando al grupo por sorpresa.

– ¿E-en serio? – preguntó Apollo, ladeando la cabeza con escepticismo.

Kishi asintió con decisión. – Necesito averiguar exactamente qué es lo que Ren ha estado haciendo, para impedir que vaya a lastimar a Lady Komi... y tal vez salvarla de sí misma...

– ¡Muy bien! ¡Bienvenida al equipo! – celebró Trucy, alzando su puño en el aire. Luego volvió a meter la mano en su bolso para sacar su juego de ganzúas. – Ahora, vamos a investigar.

– Eso no va a funcionar. La puerta del apartamento de Ren requiere una tarjeta de acceso para desbloquearla. – le advirtió Kishi.

– Aww, eso apesta... – Trucy bajó la mirada triste mientras guardaba las ganzúas. – ¿Ahora cómo vamos a entrar?

– Supongo que podemos probar con aquella escalera después de todo... – señaló Apollo.

– ¡Que es una escalerilla, Polly! ¡Sigo diciéndotelo una y otra vez! – lo regañó Trucy, cruzando los brazos.

– Eso tampoco servirá. Los apartamentos de aquí no tienen balcones. – les dijo Kishi. – No creo que puedan entrar ahora mismo, pero quizás pueda hablar con Ren más tarde, y convencerla de que me preste su tarjeta de acceso. Una vez que la tenga, les avisaré, y podemos volver para...

– Um-m-m-m-m-m-m-m-m-m... – Shouko empezó a tartamudear suavemente, captando la atención de todos. Se giraron para ver que estaba sosteniendo una tarjeta de acceso.

– ¡Esperen! ¡Esa es la tarjeta de la puerta de Ren! – exclamó Kishi.

– ¿Cómo fue que le pusiste las manos encima? – preguntó Apollo.

Shouko negó con la cabeza y señaló hacia el complejo de apartamentos. Apollo ladeó la cabeza confuso, preguntándose que querría decir.

– Te lo explicará adentro. ¡No quiere que se le moje su libreta! – señaló Najimi.

– Oh... claro... – replicó Apollo. Mentalmente se regañó por no darse cuenta de un detalle tan obvio.

– ¡Ahora vamos, que yo también me estoy empapando! – Najimi les hizo un gesto a todo el grupo para que le siguieran.

En ese momento, Apollo notó que había pasado los últimos minutos parado en la lluvia sin su poncho, lo que lo dejó empapado. Al darse cuenta de esto, instintivamente se llevó la mano a su cabello, suspirando de alivio al ver que sus "cuernos" seguían en su lugar. [Kometani: Es bueno ver que tienes tus prioridades en orden, Apollo...]

(«Qué bueno que me puse gel para el cabello extra esta mañana. Aun así, si sigo más tiempo aquí afuera, podría pescar un resfriado...») pensó mientras cogía su impermeable y se unía al resto del grupo.

28 de septiembre, 12:50 PM

Apartamento de Yamai

El sensor instalado en la puerta dio un pitido suave al aceptar la tarjeta de acceso de Shouko. Abrió la puerta para dejar que Najimi, Apollo, Trucy y Kishi accedieran hacia un pequeño recibidor con dos closets para almacenamiento a su derecha.

El grupo entró y se quitó sus zapatos, dejándolos en un compartimiento en los closets de almacenamiento. Luego fueron hacia la sala, donde frente a ellos había un kotatsu delante de un televisor. Girando en una esquina estaba la cocina, y cerca estaba una pequeña mesa con cuatro asientos, aunque sólo uno de ellos parecía haber sido usado recientemente.

Apollo examinó los muebles mientras Kishi los guiaba hacia la sala de estar. Notó que se veía bastante agradable, y aunque no era exageradamente lujosa, era algo que una simple estudiante de preparatoria nunca podría permitirse. En base a eso, se preguntó por qué Yamai estaba viviendo sola. ¿Sus dos padres estaban tan ocupados que ni se molestaban en cuidar de ella?

(«Supongo que no soy el único que tuvo que pasar sus años de adolescencia sin padres...») Apollo recordó cuando llegó a Japón después de haber huido de Khura'in. Sabía lo solitario que podía ser, y se preguntó si esa sería la razón por la cual Yamai era tan horrible con las demás personas. Al menos él tuvo a Clay como su mejor amigo mientras crecía. Por lo que vio, Nakanaka parecía ser la amiga más cercana de Yamai, y su relación no estaba exactamente estable o en buenos términos actualmente.

Sacudió su cabeza para apartar esos pensamientos. No quería imaginarse eso, especialmente cuando le traía tan malos recuerdos.

Mientras Apollo pensaba en el pasado de Yamai, Kishi examinaba el apartamento de su amiga. Al mirar alrededor, notó que algo no parecía estar bien, pero no lograba señalarlo con precisión.

Mientras pensaba en ello, Apollo habló:

– Ahora que ya estamos adentro, ¿podrías decirnos cómo conseguiste esa tarjeta de acceso, Shouko? – le preguntó. Ella asintió, y sacó su libreta para responder a su pregunta.

– ¡No tienes que sonar tan sospechoso cuando preguntas eso, Polly! – lo regañó Trucy.

– ¡No intentaba hacerlo! – argumentó Apollo.

[Me la dio Yamai el otro día. Creo que quería que viniera a vivir con ella...] escribió Shouko en su libreta.

– ¿Por qué no me sorprende...? – suspiró Apollo.

– ¡A mí sí! ¿No has visto la casa de Shouko, Polly? – preguntó Trucy. – No me malentiendan, este es un bonito apartamento, ¡pero no se compara en nada con la casa de Shouko!

– Te tomaré la palabra... – replicó Apollo cruzándose de brazos.

– Puedo confirmar que eso sucedió. Yo estuve allí... – Kishi también cruzó los brazos y sacudió su cabeza.

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Shouko se estaba preparando para irse a casa de la escuela. Hitohito estaba enfermo en casa ese día, y Najimi estaba con otras personas. Tendría que irse a casa sola porque las personas que usualmente la acompañaba estaban ausentes. Suspiró. Hitohito había estado llamando para decir que estaba enfermo con frecuencia ese mes, y empezaba a preocuparle.

– ¡Komi-samaaaaa~! – le llamó Yamai en una voz cantarina justo cuando terminó de empacar las cosas en su bolso.

Suspiró y miró a la chica que tenía un enamoramiento no-tan-sutil por ella. Por alguna razón, Yamai la había estado molestando más de lo usual últimamente.

– ¿Dónde está Tadanooooo? ¿No se la pasa orbitando a tu alrededor cuando te vas a casa? – inquirió Yamai, ladeando su cabeza. – ¡Ohhh, claaaaro, otra vez no vino! ¡Este mes ha estado llamando para decir que está enfermo muy a menudo! ¡Espero que no esté intentando evitarte!

En ese momento, Shouko no encontró sus palabras nada sospechosas. Estaba más preocupada del por qué Hitohito había estado tan ausente con frecuencia, especialmente en intervalos irregulares. No sólo eso, sino que las veces que sí aparecía, parecía ser más distante de lo usual. Por mucho que quisiera negarlo, no podía descartar esa posibilidad.

– ¡Ohh, ya sé! ¿Quieres venir hoy a mi casa? – preguntó Yamai, prácticamente saltando de anticipación ante el prospecto de tenerla a solas en su casa.

Shouko negó con la cabeza. Sabía bien que no querría estar a solas en casa de Yamai. La chica de pelo castaño frunció el ceño ligeramente.

– Qué lástima... – suspiró Yamai, aunque recuperó su sonrisa rápidamente mientras metía la mano en su bolso y sacaba una tarjeta de acceso. – ¡Tomaaaa! ¡Por si acaso cambias de parecer!

Shouko miró la tarjeta confusa.

– ¡Es una tarjeta de acceso para mi apartamento! ¡Pensé que necesitarías algo de tiempo para considerar mi propuesta, así que preparé esto sólo para ti! E incluso si no quieres venir hoy, siéntete libre de venir cuando te plazca. ¡Considera mi humilde apartamento como tu segundo hogar, mi querida Komi-samaaaa! – explicó Yamai. [Kometani: Esas palabras ciertamente no volverán para morderle el trasero en un futuro cercano...]

Shouko echó rápidamente la tarjeta en su bolso y se marchó. A pesar de que las motivaciones de la otra chica eran claramente pervertidas, no tuvo el valor de rechazar el regalo de Yamai. Mientras salía del salón, se esforzó por ignorar cómo Yamai fantaseaba sobre tenerla en su cama y tocándole las sábanas.

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– Cielos, siento mucho que tengas que pasar por eso, Shouko. ¿Es así todos los días? – preguntó Apollo. Shouko desvió la mirada con tristeza, respondiendo a su pregunta.

– ¡Bueno, míralo por el lado amable! ¡Su perversión ha jugado a nuestro favor, ya que ahora tenemos una forma de entrar en su casa! – exclamó Trucy.

– Supongo. Aun así, deberíamos hacer nuestra investigación rápido y salir de aquí antes que alguien se dé cuenta que estamos irrumpiendo. – sugirió Apollo.

– Esperen, ya que Ren le dio a Shouko la tarjeta, ¿eso no significa que tiene permitido ir y venir aquí como le plazca? – se preguntó Najimi, cruzando los brazos.

– Probablemente, pero no estoy segura que eso se aplique para el resto de ustedes... – replicó Kishi.

Najimi asintió. – Me parece justo. Deberíamos empezar revisando el dormitorio. Allí fue donde tuvo encerrado a Hitomon...

– Por aquí. – dijo Kishi, yendo hacia la puerta en la esquina de la sala y abriéndola.

Adentro estaba el cuarto de Yamai. Al otro lado de la habitación estaba una ventana oculta por cortinas, con un escritorio debajo de ella y la cama a la izquierda, cubierta con una sábana rosa. En el centro había otro pequeño kotatsu, y en la esquina a mano derecha otro escritorio con una laptop. En esa misma pared había una puerta corrediza que llevaba a un closet.

En el momento en que Shouko puso un pie atravesando la puerta, se congeló de miedo. Su ansiedad había estado incrementándose a medida que se acercaba más a la residencia de Yamai, pero en cuanto entró al dormitorio, la ansiedad se apoderó totalmente de ella. Recordó todo, empezando por el comportamiento de Yamai ese día hasta que encontraron a Hitohito amarrado y amordazado en el closet, y finalmente a Yamai amenazándoles a ella y a Najimi con un cuchillo. Tuvo la sensación de que, si abría la puerta del closet de nuevo, encontraría a Hitohito amarrado de nuevo, aunque sabía que era imposible.

Sin embargo, en lugar de encontrarlo tratando de gritar por ayuda a través de la mordaza, tuvo la sensación abrumadora de que encontraría su cadáver. Mientras la imagen mental se formaba en su cabeza, comenzó a respirar agitadamente.

Al escuchar esto, Trucy colocó una mano en su hombro para reconfortarla. – ¿Estás bien?

Shouko estaba cualquier cosa menos bien. Estaba en la habitación que cambió la vida de Hitohito y la suya. No tenía idea de cómo pudo ser tan valiente en ese momento cuando Yamai le estaba apuntando con el cuchillo, considerando que ahora mismo estaba al borde de sufrir un completo ataque de pánico. Sentía que, ya que estaba rodeada de amigos y no había forma de que Yamai apareciera, estaría bien volviendo aquí, pero se equivocó.

Trucy la tomó de la mano. – Lo entiendo. Es difícil estar aquí de nuevo. Está bien. Podemos esperar a los demás afuera a que terminen. – le ofreció.

Shouko miró a Apollo, Najimi y Kishi. Aunque quería abandonar este lugar lo más rápido posible, seguía sintiéndose terrible por no poder ayudarlos. Pero entre más se quedase en este cuarto, más rápida y agitada se volvería su respiración.

– No te preocupes por nosotros, Shouko. Podemos encargarnos de todo aquí. – le dijo Apollo tratando de tranquilizarla con una sonrisa.

Shouko asintió algo dudosa, dejando que Trucy se la llevara afuera. Miró hacia el suelo, sintiéndose avergonzada por dejar que su ansiedad se apoderase de ella. Apollo entonces miró a Najimi, que intuyó exactamente lo que iba a preguntarle.

– Estaré bien. ¡Alguien tiene que ayudarte, Apollo! – le dijo Najimi en un tono muy serio.

(«Bueno, no se equivoca...») pensó Apollo antes de mirar a Kishi, que estaba en conflicto. Por un lado, ella también quería ayudarla, pero no estaba segura si podría. Su especialidad era la protección física, y no tenía idea de cómo reconfortar a alguien sufriendo de ansiedad.

– Yo también les ayudaré, Sir Justice... – declaró Kishi firmemente. Por mucho que le doliera dejar de lado a su Lady Komi, sentía que sus habilidades y conocimiento le servirían más ayudando a Apollo.

– Gracias. Trucy debería ser capaz de reconfortar a Shouko. Por ahora, comencemos la investigación. ¡Cuídate, Yamai, porque aquí viene Justice! – Apollo señaló hacia la habitación. Las reacciones de sus acompañantes fueron muy variadas.

– Umm... ¿qué clase de frase es esa? – replicó Najimi con un gruñido audible. – Suena como algo salido de una caricatura para niños...

– ¡Es una frase muy valerosa, Sir Justice! – Los ojos de Kishi estaban llenos de estrellitas. – Poder decir algo así tan valientemente... sabía que había algo que me gustaba de ti...

– Err... pongámonos en marcha, ¿quieren? – Apollo rápidamente urgió a sus asistentes a entrar a la habitación. – Najimi, dijiste que encontraron a Hitohito en el closet, ¿correcto?

– Sí, por allá. – Najimi señaló hacia la puerta del closet. Apollo fue hacia ella y la abrió. Al principio, se veía exactamente como cabría esperar. Varios atuendos colgados en los ganchos para ropa, y algunas cajas apiladas en el suelo. Al otro lado del closet había un pequeño gabinete que presumiblemente tendría más ropa adentro. Fue entonces que notó que había un rollo de cinta adhesiva marrón encima de una de las cajas.

(«Hmm, parece que han usado suficiente de esto para amarrar y amordazar a una persona totalmente...») pensó Apollo al examinar el rollo, y darse cuenta que era de la mitad del tamaño de uno completo.

– ¡Esa fue la misma cinta que usaron para amordazar a Hitohito! ¡Tengo la total certeza! – exclamó Najimi.

– ¿También lo usaron para amarrarlo? – preguntó Apollo.

Najimi negó con la cabeza. – No, Ren lo amarró con unas cuerdas...

Al escuchar esto, Apollo escaneó el closet de nuevo. En el piso, amontonada en una esquina, había una pila de cuerda. – ¿Cuerda como ésta?

– ¡Sí, exactamente! – Najimi recogió la cuerda. – Esta debe ser la misma cuerda que utilizó. Recuerdo bien la textura cuando ayudé a desatarlo.

– Debo admitir que nunca me di cuenta de esto... – dijo Kishi. – Pensar que Ren tuvo a alguien como rehén en su closet. No puedo creer que haya sido capaz.

– Entonces ¿esto significa que tenemos evidencia de que Ren secuestró a Hitohito? – inquirió Najimi con tono esperanzado.

Apollo negó con la cabeza. – Por desgracia, esto es evidencia circunstancial en el mejor de los casos. No tenemos ninguna otra prueba de que haya sido utilizada para amarrar a Hitohito.

– ¡Pero están la cinta y la cuerda! Sin mencionar que tanto Shouko como yo lo vimos en ese closet. ¿Qué otra explicación podría haber? – Najimi apretó los puños de frustración.

– ¿Quizás usa esto para amarrarse a sí misma? – sugirió Apollo.

Najimi levantó una ceja. – ¡Ah, vamos, este no es momento para bromas!

– Lo digo en serio. Hay gente que tiene fetiches con ese tipo de cosas, y no podemos descartar esa posibilidad... – replicó Apollo.

– Hmm, ella nunca mencionó nada de eso frente a mí, aunque no parece ser el tipo de hobby que compartirías con tus amigos... – señaló Kishi.

– En cualquier caso, quizás haya algo más en los cajones... – Apollo rápidamente decidió cambiar el tema girándose hacia el gabinete para abrir los cajones. Inmediatamente al abrir el cajón superior, la cerró igual de rápido.

– ¿Encontraste algo? – preguntó Najimi.

– El cajón de su ropa interior... – gruñó Apollo. – No creo que encontremos nada allí...

– Bueno, en realidad, la he visto esconder cosas allí a veces. – señaló Kishi.

– En tal caso, ¿supongo que no te molestaría buscar por mí? – Apollo se rascó tímidamente detrás de la cabeza.

– ¡Déjamelo a mí, Sir Justice! – Kishi hizo una reverencia solemnemente. Inmediatamente tomó su lugar en frente del gabinete y comenzó a buscar.

(«Bien, porque preferiría no registrar entre sus cosas inmencionables. En la universidad vi suficientes series de anime para saber a dónde lleva eso. Sin mencionar que, si Trucy me viera registrando allí, jamás me dejaría escuchar el final de eso...») pensó Apollo.

– Qué extraño... – comentó Kishi.

– ¿Qué cosa? – Apollo levantó una ceja.

– Esperen un segundo... – Kishi levantó una mano. Luego abrió los otros cajones y miró rápidamente adentro. – Sí, tal como lo pensé: ¡alguien más ha estado registrando aquí antes!

– ¿Huh? ¿Cómo lo sabes? – inquirió Apollo.

– ¡Miren la ropa y lo desordenada que está! – Kishi señaló el interior de uno de los cajones, que contenía las camisetas de Yamai. Apollo miró y, tal como Kishi lo señaló, se veían arrugadas y desordenadas. Parecía que alguien había tratado de volver a doblarlas, pero no las puso bien ordenadas luego de sacarlas.

– Ok, ¿y?

– Ren siempre mantiene sus ropas bien dobladas. Una vez me gritó por haber puesto un par de pantalones vaqueros sin doblarlos bien. ¡No hay forma de que las deje así! – declaró Kishi.

– Es decir que alguien ya ha estado aquí antes... – replicó Apollo.

– ¡A mí no me vean, yo no he hecho nada! – Najimi agitó las manos defensivamente.

Apollo se llevó la mano al mentón. – Honestamente, no estoy seguro de quién podría haber estado aquí. Se necesita una tarjeta de acceso para poder entrar, y como la puerta del frente no muestra signos de que alguien haya forzado su entrada, sólo dos personas podrían haber entrado...

– Y ninguna de ellas podría haber dejado la ropa en ese estado... – intervino Najimi. – Ya que, tal como dijo Himeko, Ren es una friki de la limpieza. Y como lo vimos hace unos minutos, Shouko tuvo un ataque de ansiedad al entrar a la habitación, lo que también la descarta...

– En ese caso... ¿quién podría haber sido? – se preguntó Kishi.

– No creo que tengamos suficiente información para responder a esa pregunta, y creo que ya encontramos todo lo que podríamos en este closet. Quizás el resto de la habitación tenga más respuestas... – declaró Apollo, guiando al resto del grupo fuera del closet.

Por desgracia para él, el resto de la habitación no tenía más respuestas. Nada en el escritorio cerca de la ventana salvo por algunos libros de texto y otros útiles escolares variados. La búsqueda de los cajones en este tampoco dio frutos. Luego miró hacia la cama, junto a la cual había una mesita de noche con un libro encima. La cubierta parecía ser de una novela de fantasía para jóvenes adultos, pero fuera de eso, no había nada más que llamara su atención.

Enmascarando un suspiro de frustración, Apollo giró su atención hacia el otro escritorio. Encima de éste había un trofeo dorado con la figura de una chica tocando un violín. Al ver la placa, se dio cuenta que era el primer premio en un concurso de violín en escuela secundaria.

(«Interesante, pero irrelevante. Además, ¡mis trofeos de kendo son mucho más geniales!») pensó Apollo. Luego se dio cuenta que había una laptop cerca del trofeo.

(«Una laptop. Tal vez eso me dé respuestas...») pensó mientras se acercaba al escritorio. La laptop era de la misma marca que la de Apollo, pero era un modelo más nuevo y parecía haber sido comprada recientemente. Abrió la computadora y la encendió.

La pantalla de inicio mostraba un papel tapiz similar a la cubierta del libro que había visto antes, aunque ahora podía ver las figuras con mayor claridad: en el centro estaba una chica joven y rubia, con una armadura de metal ligera sobre un vestido blanco. A un lado estaba un joven caballero pelirrojo con armadura de cuerpo completo y una capa verde, y del otro una chica de cabello púrpura vestida con un traje púrpura-rojizo, una capa carmesí, y un guantelete con forma de garra.

Y estaba también el hecho de que la computadora estaba protegida por una contraseña.

(«Por supuesto, tenía que haber un obstáculo...») pensó Apollo. Ya se esperaba eso, pero no le hizo sentirse menos decepcionado. – ¿Alguien de ustedes sabe cuál podría ser la contraseña de la laptop de Yamai? – preguntó Apollo.

– Lo siento, Sir Justice, pero no tengo ni idea... – le informó Kishi.

– Yo tampoco. Aunque apuesto a que debe ser algo como "ILuvKomi433" o algo así... – añadió Najimi.

Apollo rodó los ojos, pero aun así tecleó la contraseña que Najimi le sugirió, aunque tal como se lo esperaba resultó ser incorrecta.

– Quizás Lady Komi lo sepa. Ren parece compartir cosas muy libremente con ella, con la esperanza de ganarse su afecto... – señaló Kishi.

– ¡Buena idea! Deberías preguntarle. Con suerte tal vez ya se sienta mejor. – sugirió Apollo.

– Eso haré. Esperemos que sepa algo. – Kishi abandonó la habitación, dejando a Apollo mirando la pantalla vacía de la laptop.

– Ok, debo decirlo, no me imaginaba que Yamai fuese fan del género de fantasía... – dijo Apollo señalando el papel tapiz de la computadora.

– Ohh vamos, Polly, ¡no me digas que nunca has escuchado de World of Labrynthia! – Najimi rodó sus ojos.

– No. Nunca he escuchado de World of Labrynthia. – Apollo miró a Najimi con los ojos en rendijas. – Y hazme el favor de no llamarme Polly. Sólo Trucy puede llamarme así...

– ¡Como quieras, Polly! – replicó Najimi sonriendo de oreja a oreja, haciendo que Apollo suspirara. – Como sea, no puedo creer que nunca hayas escuchado sobre World of Labrynthia. Aunque supongo que sólo se trata de la novela de fantasía más vendida en varios países, incluyendo el nuestro.

– Sí, sí, ya te entendí. Es popular entre los jóvenes de hoy en día... – Apollo rodó los ojos. Sin embargo, al volver a la laptop, se dio cuenta que el papel tapiz era muy similar a la cubierta del libro que estaba sobre la mesita de noche. Aunque no esperaba revelaciones mayores de esto, le entró curiosidad ya que se acercó al costado de la cama para examinar el libro.

World of Labrynthia: Los Héroes de Labrynthia.

Por A. R. R. Cantabella

Los mismos tres héroes en el papel tapiz de la laptop aparecían en la cubierta del libro. En cuanto Apollo abrió la cubierta, accidentalmente abrió el libro a la mitad, causado que un pequeño marcador cayera fuera de él.

(«Diablos. ¿En qué página estaba?») pensó Apollo mientras recogía el marcador, esperando encontrar la página donde estaba. Cuando lo tuvo en su mano, se dio cuenta que en realidad era una fotografía.

La fotografía mostraba a una chica que se parecía a Shouko vestida con uniforme de preparatoria, con los brazos alrededor de una chica en edad de escuela primaria sonriente con cabello castaño claro.

– Por supuesto, utilizaría esto como marcador de libros... – suspiró Apollo, lo que atrajo la atención de Najimi para ver qué encontró. – ¿Quién es la otra chica en esta foto, su hermana menor?

– No puede serlo. Shouko sólo tiene un hermano, y es apenas un año menor que ella. – Najimi negó con la cabeza. Luego entrecerró los ojos y examinó la foto más de cerca. – Aunque ahora que lo pienso, esa niña se parece a Ren, casi como si fuera ella en la escuela primaria...

– Eso es imposible. Shouko y Yamai tienen la misma edad, ¿no? – señaló Apollo. Aunque, entre el peinado, el color del cabello y los rasgos faciales, no podía negar que era más que probable la niña de la foto fuese Yamai. Pero al mismo tiempo, la chica mayor se parecía demasiado a Shouko para poder verla como alguien más.

(«Tiene que haber una explicación para esta contradicción...»)

Justo entonces, Kishi regresó.

– ¿Cómo está Shouko? ¿Pudiste averiguar la contraseña? – inquirió Apollo.

– Lady Komi aún se siente muy mal, por desgracia. Y no, ella tampoco sabía la contraseña de la laptop. Mis disculpas por las malas noticias, Sir Justice. – le informó Kishi haciendo una reverencia.

– Tranquila. Hiciste lo que pudiste... – dijo Apollo restándole importancia. – Esa laptop era un tiro muy largo de todos modos.

Kishi levantó la mirada y vio que Apollo y Najimi estaban examinando la foto. – ¿Qué tienen allí?

– Es una foto muy rara de Shouko y Ren. Excepto que Shouko está en preparatoria, y Ren en primaria. – le dijo Najimi.

Intrigada, Kishi se les acercó para ver la foto también. Y en ese momento, sus ojos se ensancharon de sorpresa. – ¡Por supuesto! ¡Esa era la sensación extraña que he estado teniendo desde que entramos!

Apollo y Najimi parpadearon confusos.

– Esta chica que dicen que es Lady Komi en la foto... – Kishi señaló con su mano enguantada a la chica mayor de la fotografía. – ¡Ella es en realidad la hermana mayor de Ren!

– ¿Hermana mayor? ¿Te refieres a Takara Yamai? – preguntó Apollo incrédulo.

– ¿Sabes sobre ella? – Kishi miró a Apollo en shock.

– Sí, averigüé un poco sobre ella mientras investigaba para ayudar a mi colega Athena con su caso. – le dijo Apollo. – Después supe más cuando fui a interrogar al Director de Itan. Por lo que pude entender, esas dos eran muy cercanas.

– No tienes ni idea. Ren siempre hablaba de cuánto amaba a Takara más que a nadie en el mundo y que quería ser como ella cuando fuera mayor. De hecho, prácticamente siempre que las veía juntas, Ren tenía sus brazos alrededor de Takara... – recordó Kishi, cruzándose de brazos.

– Wow, no creí que alguien como Ren fuera capaz de amar genuinamente... – señaló Apollo. –Errr, sin ofender...

– Ren no siempre fue así. Antes solía ser amable y alegre, igual que su hermana mayor. Cuando ese hombre horrible la asesinó, Ren quedó destrozada. Se volvió más fría y agresiva desde entonces. Aún salíamos juntas, pero ya no era lo mismo que cuando Takara seguía viva. Nunca más la vi sonreír ni una vez durante todos esos años. – relató Kishi con tristeza.

– Ciertamente parecía muy alegre cuando la conocí por primera vez en clase... – señaló Najimi. – Aunque me di cuenta rápido que lo de "agresiva" todavía estaba allí...

– Todo se debió a Lady Komi. Ella despertó algo en Ren. Lo vi suceder con mis propios ojos... – les dijo Kishi.

– Sé que me voy a odiar por preguntar esto, pero ¿qué fue exactamente lo que "Lady Komi" despertó en Yamai? – preguntó Apollo. Cogió una silla cercana para sentarse y escuchar la respuesta de Kishi, aunque ya tenía una ligera idea de lo que iba a decirle.

– Lo admito, yo también me sentí cautivada cuando vi la belleza de Lady Komi por primera vez. Sin embargo, la reacción de Ren fue totalmente diferente... – recordó Kishi, llevándose la mano al mentón. – Luego de superar el shock inicial, durante el resto del día no habló de otra cosa. Al principio no le di importancia; me sentía feliz por verla sonreír de nuevo. Pero al final del día, al escuché decir algo que captó mi atención. Algo que todavía me da vueltas en la mente hasta hoy...

...

– "Komi-sama es preciosa. Algún día, voy a hacerla mía..."

...

– En ese momento no supe qué hacer. Decidí vigilarla para asegurarme que no le hiciera nada horrible a Lady Komi, pero no me di cuenta de que otros aparte de ella podrían haber estado en peligro. – Kishi miró hacia el closet, donde estaba almacenada la evidencia del secuestro de Yamai. – Sabía que Ren guardaba mucha animosidad hacia Tadano. Varias veces la escuché susurrarle furiosa en el oído, pero nunca me imaginé que haría algo tan extremo. Perdónenme ustedes dos. Si hubiera actuado antes, tal vez Tadano nunca habría sido secuestrado...

– ¡Esto no es tu culpa, Kishi! ¡Nadie podría haber visto venir algo como eso! – dijo Apollo apretando sus puños.

– Gracias, Sir Justice, pero no es tan simple. Debido a mi inacción, han pasado muchas cosas malas, y ahora ella ha sido agredida en represalia por la persona a quien secuestró... – musitó Kishi.

– ¡Hitohito no fue responsable por eso! ¡Él nunca lastimaría a nadie, ni siquiera a Ren! – espetó Najimi inmediatamente.

– ¿Cómo puedes decir eso con tanta seguridad? ¡Él era la única persona allá abajo con ella! – le replicó Kishi. – Mira, no lo culpo por haber atacado a Ren, especialmente después de todo lo que ella le ha hecho. Simplemente no se me ocurre quién más podría haber sido responsable...

– ¿Realmente estás segura? – inquirió Apollo, cruzando los brazos. – ¿Cómo te enteraste del incidente en la biblioteca?

– Yo... lo escuché de Ren. Ella... me llamó a la mañana siguiente y me dijo lo que Tadano le había hecho... – replicó Kishi con algo de duda.

– ¿No crees que podría estar mintiendo sobre eso? Ya en múltiples ocasiones ha demostrado que está dispuesta a mentir para salirse con la suya, y sin dudas te dijo mentiras sobre mí. Me imagino que así fue como averiguaste mi nombre y que por eso fuiste tan hostil conmigo inicialmente, ¿no?

– Yo... – La deducción de Apollo dejó a Kishi sin palabras. Luego de superar el shock del momento, asintió con respeto. – Sí, estás en lo correcto. Como cabría esperar de ti, Sir Justice...

– G-gracias... – replicó Apollo tímidamente. – Entonces, acerca de...

– ¿Estás seguro al 100% de que Tadano es inocente? – preguntó Kishi, mirando a Apollo directamente a los ojos.

– Bueno, honestamente no lo he conocido en persona todavía. Sin embargo, Athena cree en su inocencia, y también Shouko, Najimi y Trucy. ¡Eso para mí es más que suficiente para creer que él no lo hizo! – replicó Apollo con decisión, apretando su puño.

– Ya veo... – Kishi asintió. Luego miró a Apollo y a Najimi. – Muy bien... en ese caso, confiaré en tu juicio, Sir Justice.

(«Bueno, eso fue fácil. Pensé que convencerla de creerme a mí por encima de su amiga de la infancia sería más difícil. Supongo que realmente se han distanciado mucho...») pensó Apollo. – Gracias por confiar en mí. Deberíamos compartir todo lo que hemos encontrado con Shouko y Trucy.

Najimi y Kishi asintieron, y lo siguieron de vuelta hacia la sala. Trucy y Shouko estaban sentadas juntas en un sofá cercano, mientras la primera le frotaba la espalda a la segunda, tratando lo mejor que podía de reconfortarla con algo de éxito. Aunque Apollo podía ver por los rastros de lágrimas en las mejillas de Shouko que había estado llorando mucho mientras ellos investigaban.

– ¿Encontraron algo? – preguntó Trucy, levantando la mirada.

– Sí, algunas cosas. Una cuerda y un rollo de cinta adhesiva... – inició Apollo.

– ¡Se veían exactamente como las que utilizaron para amarrar a Hitohito! – explicó Najimi. Esto hizo que Shouko levantara la mirada también, esperanzada.

– ¡Qué bien! ¡Tal vez podamos usar eso para probar que Yamai secuestró a Hitohito! – sugirió Trucy.

Apollo negó con la cabeza. – No lo creo. Aunque se vean sospechosas, no son evidencia decisiva.

– Quizás por sí solas no, pero si Shouko y Najimi testifican en la corte, ¡serán buena evidencia de apoyo! – argumentó Trucy.

– Tal vez... – Apollo se llevó la mano al mentón. Ya podía imaginarse a sí mismo presentando la evidencia en la corte, junto con los testimonios de Shouko y Najimi, sólo para que el fiscal opositor negara con su cabeza, lo llamara "Herr Frentezota", y luego darle una docena de razones por las cuales su evidencia no era sostenible.

Luego sacó la foto que había recogido. – También encontramos esta foto de Yamai y su hermana mayor. – dijo mientras le daba la foto a Trucy.

– ¡Wow, se parece mucho a ti, Shouko! – observó Trucy. Shouko empezó a temblar de miedo. – Me pregunto si la razón por la que a Yamai le gusta tanto Shouko es porque...

– ¡Mejor no vayamos por esa línea de pensamiento! – la interrumpió Apollo.

– Hablando de Takara, mencionaste antes que tuviste una sensación extraña cuando encontraste esta foto, ¿verdad? ¿De qué se trataba eso? – inquirió Najimi, cambiando rápidamente el tema.

– Oh, sí. Me distraje tanto explicándoles sobre el pasado de Ren que me olvidé de decirles sobre eso. Lo que quise decir fue que usualmente había fotos de Takara colgadas por todo el apartamento, incluyendo su habitación. El hecho de que sólo encontramos una metida en uno de sus libros me dice que alguien debió estar aquí antes que nosotros... – explicó Kishi.

– ¿Segura que no eran fotos de Shouko? – preguntó Apollo.

– Totalmente. Se puede ver por la forma y el color de sus ojos. – Kishi señaló los ojos de Takara en la foto. – Los ojos de Lady Komi son púrpuras, mientras que los de Takara son verdes. No sólo eso, sino que los ojos de Takara se ven más gentiles y suaves. A pesar de su obsesión, nunca he visto a Ren colgar fotos de Lady Komi en la casa.

– Bueno, ¡podría haber jurado que vi unas cuantas en el closet donde Hitohito estuvo encerrado! – replicó Najimi.

Kishi negó con la cabeza. – Es probable que las haya escondido antes de traer compañía...

Shouko empezó a temblar aún más nerviosa. El pensamiento de que Yamai tuviera una colección de fotos suyas ya era perturbador por sí solo, pero le preocupaba aún más pensar cómo había conseguido sacarle dichas fotos en primer lugar. Era casi suficiente para hacerla no desear volver nunca a la escuela, especialmente si a Hitohito no le permitían regresar.

Trucy instintivamente le puso la mano en la espalda para tratar de calmarla, pero esto no ayudó en nada para que dejara de temblar.

Apollo miró la fotografía de nuevo. – La pregunta entonces se vuelve sobre quién estuvo aquí antes que nosotros y removió esas fotos. A este apartamento sólo se puede acceder con una tarjeta, y ya que la puerta del frente no muestra signos de haber sido forzada, podemos descartar a cualquiera que no tenga una. Eso nos deja tanto a Yamai como a Shouko, y ninguna de las dos tendría motivo para quitarlas. Lo único que se me ocurre es que alguien más haya tenido acceso a la tarjeta de Yamai, pero no me viene nadie a la mente...

– ¿Qué hay del superintendente del edificio? ¡Él tendría acceso a todos los apartamentos! – sugirió Kishi.

– Sí, ¿pero por qué iba a robarse un montón de fotos de una chica adolescente a la que ni conoce? ¿Crees que sea alguna clase de efebófilo? – se preguntó Najimi.

– Lo dudo, aunque valdría la pena interrogarlo. Quizás sepa si alguien más posee una copia de la tarjeta de acceso de Yamai aparte de Shouko... – Apollo negó con su cabeza ante la insinuación de Najimi, pero estaba de acuerdo con la sugerencia de Kishi.

– ¡Pues está decidido! – Najimi apretó sus puños. – ¡Hora de interrogar al casero escalofriante de Ren!

(«Desearía que al menos esperaras conocer al hombre antes de sacar conclusiones sobre él...») Apollo negó con la cabeza mientras pensaba para sí mismo. Luego guio al resto del grupo fuera del apartamento.

– ¡Oh, diablos! – exclamó Kishi con horror mirando su teléfono. Los otros se detuvieron antes de llegar a la puerta y se giraron para encararla.

– ¿Qué pasa? – inquirió Trucy.

Kishi señaló su teléfono. – ¡Tenemos que irnos ahora! Los otros Cultistas de Komi... los que intentaron secuestrar a Sir Justice... ¡vienen hacia acá!

– ¿Qué...? ¿Cómo supieron dónde estábamos? – inquirió Trucy.

– ¡Apuesto a que ella se los dijo! ¡Nos vendiste! – Najimi señaló con furia a Kishi.

– ¿Yo? – Kishi se echó para atrás del shock. – ¿Por qué iba a dejarles entrar al apartamento de Ren sólo para...?

– ¡No te hagas la tonta! ¡Sé que fuiste tú! – Najimi la miró con rabia. – ¡Eres la única que podría haber...!

– ¡Najimi, ya basta! Si Kishi nos hubiera traicionado, ¿por qué iba a advertirnos que los Cultistas de Komi vienen en camino? – le regañó Apollo. Luego se agarró la muñeca debajo de su brazalete. – Además, durante todo el tiempo que hemos estado con ella, mi brazalete no reaccionó a nada de lo que dijo. Kishi es digna de confianza...

– Gracias, Sir Justice... – Kishi hizo una reverencia. – ¿Pero a qué te refieres con que "tu brazalete no reaccionó"?

– ¡Te lo explicaré después! – replicó Apollo.

Kishi fue a asomarse por la puerta. Unos segundos después, regresó corriendo. – ¡Ya están aquí! ¡Deprisa, escóndanse! – les ordenó mientras los llevaba a todos rápidamente hacia el closet de almacenamiento junto a la puerta del frente.

Sin tiempo para pensar las cosas, los otros obedecieron sin titubear. Una vez que los cuatro estuvieron adentro del closet, Kishi cerró la puerta detrás de ellas. Sólo cuando se cerró y los cuatro terminaron apretujados en la oscuridad empezaron a arrepentirse de su decisión.

Sin embargo, el arrepentimiento duró muy poco. Afuera de la puerta del closet, pudieron oír múltiples voces susurrando y docenas de pisadas. Era difícil determinar cuántos eran, pero Apollo calculó que por lo menos debían ser más que los que lo atacaron en la azotea de Itan.

(«¿Cuántos fanáticos de Komi hay en esa escuela?») se preguntó mientras los pasos empezaban a bajar de ritmo. Junto con el resto, empezaron a sudar nerviosos mientras escuchaban a través de la puerta.

Los cuatro sabían que sólo bastaría que una persona abriera la puerta del closet, y todos ellos estarían en serios problemas.

A través de la puerta, se podían oír varias voces.

– ¿Qué estás haciendo aquí, Kishi?

– Lo mismo que ustedes. Iba tras Sir Ju—Apollo Justice. Escuché que estaba aquí, y vine a investigar.

– ¿Y? ¿Lo encontraste?

– No, pero mientras me acercaba al apartamento de Ren, vi a alguien sospechoso salir de él. No pude reconocerlo porque tenía la cara cubierta, pero lo perseguí. Sin embargo, logró eludirme, y le perdí el rastro, así que volví aquí. Noté que la puerta del frente seguía abierta, así que vine a ver qué se robó.

– ¿Y entonces? ¿Qué se robó?

– Probablemente sea mejor que les muestre...

Las pisadas se adentraron más en el apartamento. Apollo suspiró de alivio luego de que Kishi no delatara su posición. Sin embargo, sabía que todavía no estaban a salvo. El Culto de Komi seguía en el apartamento, y no tenían forma de saber cuántos había.

Por un momento consideró aprovechar la distracción de los Cultistas de Komi para escaparse junto con Shouko, Trucy y Najimi. Sin embargo, no sólo no tenía forma de saber cuántos de ellos estaban presentes, sino que tampoco sabría dónde estaban. Por todo lo que sabía, tenía que haber alguien en la puerta esperando a que él y sus compatriotas intentaran escapar.

Al mismo tiempo, tampoco tenía forma de saber cuánto tiempo su escondite sería seguro. ¿Qué tal si uno de los Cultistas de Komi abría la puerta por capricho y los revelaba? Peor aún, ¿qué tal si los otros se daban cuenta de que Kishi estaba escondiendo algo y la obligaban a delatar su ubicación? Aunque Kishi era fuerte, Apollo sabía que no tenía forma de enfrentarse ella sola contra todos ellos a la vez.

Apollo no era el único que empezaba a sentirse ansioso. Junto a él, pudo sentir que Shouko empezaba a temblar de miedo tratando de ahogar sus grititos, mientras Najimi parecía estar jugueteando con una mezcla de aburrimiento y ansiedad. Incluso Trucy, que usualmente permanecía imperturbable, se estaba empezando a poner muy nerviosa.

Luego de lo que pareció una eternidad, las pisadas volvieron. El grupo escondido en el closet se sintió aliviado de que muchos de ellos parecieron pasarlos de largo y salieron por la puerta. Esperaban haber tenido éxito en esconderse del Culto de Komi, una vez que las pisadas se apagaron por completo.

Justo entonces, un par de pisadas solitarias se acercó a la puerta. Apollo y el resto se tensaron, sin saber a quién pertenecía. Finalmente, la luz iluminó el closet, revelando a la dueña detrás de dichos pasos.

Esta historia continuará...

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