Capítulo 20: ¡Choque en la corte! Athena vs El Samurai Sombrío, Parte 3
28 de septiembre, 12:40 PM
Corte del Distrito – Sala de Justicia No. 8
Otori:
– Umm....hmmm...
– ¿Se encuentra bien, Srta. Otori? – preguntó Athena amablemente, notando que Otori se estaba tomando más de lo usual para testificar.
– Umm... – Otori se llevó un dedo al labio pensativa. Instintivamente miró a su izquierda en busca de ayuda, pero Onemine no estaba, ya que se había ido para atenderle las heridas a Nakanaka. – Se me olvidó lo que dije anteeeeeeesss...
– Ya veoooooo... – Athena suspiró, desplomándose en su banquillo. («Grandioso. Su lentitud se me está contagiando a mí tambiéeeeeen...»)
Justo entonces, sonó un silbido agudo. Inmediatamente, Taka vino volando desde el escritorio de Blackquill, sujetando un pedazo de papel en su pico, dejándolo caer en el estrado. Luego se posó frente a Otori para presentarle la nota.
– ¡Ohh, gracias, Taaaakaaaa! – Otori sonrió mientras cogía el trozo de papel del pájaro. Luego de leerlo, sus ojos se iluminaron al reconocer lo que estaba escrito en él. – ¡Ohh, eso fue lo que diiiiijeeeee!
– Me anticipé a que podrías olvidarte de tu testimonio, así que me tomé la libertad de preparar notas mientras testificabas... – explicó Blackquill con una media sonrisa. Phoenix, Athena y Hitomi se miraron entre ellos incrédulos al ver ese alejamiento de sus usuales bruscos modales hacia los testigos que ralentizaban el juicio.
Notando esto, Blackquill les hizo una mueca. – Y ustedes siempre andan diciendo que tengo que trabajar en mis "habilidades con la gente".
(«No lo decimos, pero es verdad...») pensó Athena.
La Jueza Gavèlle suavemente negó con la cabeza. – Por favor continúe su testimonio, Srta. Otori... – solicitó.
– ¡Claaaaaarooo! – dijo Otori mientras miraba el papel.
Otori:
– Yo... vi a Tadano corriendo fuera de la bibliotecaaaaa, y se le cayó su teléfonooooo...
– ¿Está absolutamente segura de que fue mi cliente, el Sr. Hitohito Tadano, a quien vio salir corriendo de la biblioteca? – Athena estampó su palma sobre el banquillo.
Blackquill rodó sus ojos y se apoyó sobre el banquillo del fiscal, dándole la espalda a Athena. – ¿Tienes cera en tus oídos, Cykes-dono? ¡Eso fue exactamente lo que dijo! – le gruñó.
Antes que Athena pudiera replicarle a Blackquill por ese comentario despectivo, Otori habló primero. – Umm... bueno... realmente no creo que haya visto a Tadano...
Blackquill se sobresaltó antes de voltearse y lanzarle una mirada a Otori. – Explícate...
– Bueeeenooo... escuché el sonido de pasos corriendoooooo... y el sonido de algo que se caía. Para cuando me di cuenta de lo que pasaba, la fuente de los pasos corriendo se había ido, y encontré un teléfono tirado en el suelo. – explicó Otori.
– ¿Este es el teléfono que encontraste? – Blackquill levantó un uPhone 7.
– ¡Sí! ¡Ese eeeeesss! – exclamó Otori, señalando el teléfono.
Blackquill sonrió. – Que los registros de la corte muestren que la Srta. Otori encontró el teléfono del Sr. Tadano en el suelo mientras huía de la escena del crimen...
– Uggghhh... – Athena suspiró, agarrándose el cabello y jalándoselo de frustración.
– ¡Ohhh, vamos! ¡Mucha gente tiene ese modelo de teléfono, especialmente en ese mismo color! – se quejó Hitomi.
– ¡La Srta. Tadano tiene razón! – intervino Athena. – ¿Cómo fue que determinó que el teléfono que encontró en el suelo le pertenecía al Sr. Tadano si no lo vio correr?
– ¡Ohh, eso es fáaaaaciiil! ¡Había una foto de Shouko en la pantalla de inicio! ¡Esos dos son los mejores amigos, así que pensé que tendrían fotos del otro en sus pantallas de inicio! – replicó Otori felizmente. – ¡Igual que Nene y yo! – Sacó su propio teléfono y lo encendió, revelando una foto de Onemine y Otori sonriéndole juntas a la cámara y con la mano de la otra sobre los hombros.
– Ya veo... – replicó Athena. («Aunque ¿Hitohito realmente tendría una foto como esa? Me lo imaginaría si él y Shouko estuvieran saliendo como novios, pero a pesar de su cercanía, no creo que hayan llegado a ese punto todavía...») Se puso a juguetear con su arete pensativa.
Phoenix entrecerró los ojos. – Esa declaración que acaba de hacer es muy importante... – dijo.
Los ojos de Athena se iluminaron. – Supongo que debería pedirle a la Srta. Otori que la agregue a su testimonio, ¿verdad?
– ¡Aprendes muy rápido! – sonrió Phoenix. Hitomi asintió estando de acuerdo. Ella sabía mejor que nadie que su hermano no tendría esa clase de foto en su pantalla de inicio.
– Srta. Otori, ¿podría por favor agregar esa última declaración a su testimonio? – solicitó Athena.
– ¿Huh? ¿Cuál últimaaaa declaración? – preguntó Otori inocentemente.
Athena se desplomó en el escritorio. – Esa donde acaba de decir que determinó que el teléfono le pertenecía al Sr. Tadano por su foto de la Srta. Komi... – le dijo entre dientes apretados.
– ¡Ohhhh! ¡Muuuuuuyy bieeeeeeeen! – Otori sonrió y asintió.
Otori:
– ¡Sabía que el teléfono le pertenecía a Tadano por su foto de Shouko en la pantalla de inicio!
– Para aclararlo ante la corte, usted dice que el Sr. Tadano tiene en su pantalla de inicio una foto de su compañera de clases, la Srta. Komi. ¿Eso es correcto? – inquirió Athena mientras comenzaba a moverse fuera del banquillo de la defensa y hacia el centro de la sala.
– ¡Sip! ¡Lo recuerdo perfectamente! – dijo Otori felizmente.
Athena se movió hacia el banquillo del fiscal. – Fiscal Blackquill, ¿le molestaría prestarme por un segundo el teléfono del Sr. Tadano? – dijo extendiendo una mano.
– Déjame adivinar: quieres confirmar si la pantalla de inicio del Sr. Tadano realmente tiene la foto de la Srta. Komi, ¿correcto? – replicó Blackquill con una sonrisa arrogante.
– S-sí, en efecto... – replicó Athena dudosa. Un sudor frío se formó entre sus cejas mientras comenzaba a temblarle la mano.
– ¡Entonces veamos si tu teoría es correcta! – Blackquill encendió el teléfono de Hitohito. La pantalla de inicio apareció luego de un rato de mostrar la pantalla de carga para el sistema operativo. Detrás de la hora en el centro y el texto que leía "Deslice para desbloquear" había la imagen de un tomate, que Blackquill mostró ante toda la sala.
(«Bueno, eso fue lo último que me esperaba...») pensó Athena. Mirando más de cerca, notó que el tallito del tomate se parecía mucho al mechón en la cabeza de Hitohito. Aparte de eso, igual que el hecho de que "Tadano" sonaba algo similar a "Tomate", se quedó perpleja ante el hecho de que eligiera un tomate como su imagen en la pantalla de inicio.
Más importante aún, esta no era una foto de Shouko, como había dicho Otori.
– ¡Como puede ver esta corte, la imagen de la pantalla de inicio no es una foto de la Srta. Komi! – declaró Blackquill.
– ¡E-Exacto! – tartamudeó Athena. Sus piernas estaban temblando de la confianza con la cual Blackquill señaló la contradicción entre el teléfono y la declaración de Otori. – ¡L-lo cual significa que, o la Srta. Otori está mintiendo, o que el teléfono que encontró no pertenecía al Sr. Tadano!
– ¡Ahora, espera un momento, Cykes-dono! ¡Antes de que acuses a la Srta. Otori de ser una mentirosa, tal vez deberías considerar el hecho de que el Sr. Tadano podría fácilmente haber cambiado la foto en su pantalla de inicio tras recuperar su teléfono! – replicó Blackquill con una sonrisa.
Athena suspiró con frustración. («Sabía que tendría una respuesta a mi contradicción...»)
– Lo único que hay que hacer es ir al menú de configuración y cambiarla bajo la pestaña de "imagen de fondo". Es tan simple, ¡que incluso Su Calvicie podría hacerlo! – explicó Blackquill burlonamente mientras señalaba hacia el banquillo de la defensa.
Phoenix rodó los ojos y se llevó la mano pensativamente. («Claramente, nunca ha tenido el placer de intentar explicar infructuosamente lo que era una computadora durante seis horas...»)
– Si ese es el caso, entonces no le importará que lo tome prestado y le muestre a la Srta. Otori todas las fotos que hay en él para ver si las reconoce, ¿verdad? – dijo Athena haciéndole un gesto a Blackquill. – Después de todo, si lo único que mi cliente hizo fue cambiar la foto de la pantalla de inicio, todavía debe estar en la memoria del teléfono.
– Hmph, haz lo que quieras... – resopló Blackquill antes de entregarle el teléfono.
Athena se acercó a la silla del acusado y le mostró el teléfono a su cliente. – Sr. Tadano, ¿le parece bien si...?
– Está bien. Haga lo que tenga que hacer... – replicó Hitohito mientras cogía el teléfono y lo desbloqueaba antes de entregárselo de vuelta. Athena regresó al estrado y accedió a la galería de fotos.
– Quisiera que viera todas las fotos almacenadas en este teléfono y le diga a la corte si alguna de ellas coincide con la pantalla que vio cuando recogió el teléfono, por favor... – dijo Athena mientras encendía la pantalla del teléfono encarando a Otori.
– ¡Claro, con gustooooo! – replicó Otori, colocando el dedo en la pantalla táctil del teléfono para deslizarse por las fotos. Mientras se movía por las fotos, Athena mantuvo la mirada fija en el teléfono para examinar cada foto. Dejó que Otori siguiera deslizándose hasta que llegó a una foto de Shouko sosteniendo orgullosamente un vestido blanco en un gancho de colgar ropa.
– ¿Es esta la foto que vio? – preguntó Athena.
Otori negó con la cabeza. – ¡Nop! En la foto que vi tenía su uniforme escolar. ¡Estaba mirando a la cámara con una gran sonrisa en su rostroooo!
– Ya veo. ¡Sigamos buscando! – asintió Athena. («Qué extraño. Shouko no suele mostrar muchas expresiones faciales. Me cuesta creer que una foto como ésa pueda existir...»)
Sus sospechas se vieron confirmadas una vez que ella y Otori terminaron de deslizarse por las fotos. Aunque había otras fotos de Shouko en el teléfono, ninguna de ellas coincidía con lo que Otori había visto ese día. Agarrando el teléfono, Athena se giró hacia Blackquill con una sonrisa triunfante. – Parece ser que la foto no se encuentra en el teléfono después de todo. Por tanto... – Levantó su dedo índice. – ¡El teléfono que la Srta. Otori encontró no pertenecía al Sr. Tadano!
– ¡Las fotos se pueden borrar fácilmente, ¿sabes?! – Blackquill hizo una mueca. – ¡A menos que tengas pruebas de que la foto que la Srta. Otori describió nunca estuvo en el teléfono en primer lugar, no tendrás evidencia sólida de que el teléfono que tienes en la mano y el que ella encontró no eran el mismo!
– ¡Y usted no tiene evidencia de que sean el mismo! – contraatacó Athena. – La razón por la que la Srta. Otori asumió que el teléfono pertenecía al Sr. Tadano, a pesar de ser un modelo común, fue por una foto específica de su amiga como imagen en la pantalla de inicio. Pero aquí tenemos el teléfono confirmado que pertenece al Sr. Tadano, pero la foto no está en ninguna parte de su memoria. A menos que usted pueda probar que la foto existió en este teléfono en primer lugar, ¡su declaración se derrumba!
– ¡Hmph! – Blackquill resopló mientras le daba la espalda a Athena. – Ya he proveído de explicaciones sólidas para la ausencia de la foto. El hecho permanece en que la Srta. Otori encontró un teléfono, ¡y el Sr. Tadano estaba en posesión de su teléfono cuando la policía lo arrestó!
*¡SLAM! ¡SLAM! ¡SLAM!*
– Ya fue suficiente. – declaró la Jueza Gavèlle, negando con su cabeza. Athena tomó esta oportunidad para regresar al banquillo de la defensa. – Antes de que sigamos deliberando al respecto, la corte tiene una pregunta para la defensa: ¿es este asunto realmente importante para el caso?
– ¡P-por supuesto que lo es! – tartamudeó Athena. Sus empezaron a irse de lado a lado por la repentina pregunta.
– ¿Está segura? – La Jueza Gavèlle levantó una ceja y se puso a mover los dedos por su mazo. – No suena demasiado segura de sí misma...
– ¡Absolutamente, positivamente segura! ¡La defensa piensa que el dueño del teléfono que la Srta. Otori encontró es vital para el caso! – declaró Athena, estampando la palma en su escritorio. La declaración de la Jueza Gavèlle era muy acertada en el hecho de que no estaba segura si el dueño del teléfono era importante, pero estaba dispuesta a seguir cualquier línea de interrogatorio para mantener el juicio en marcha.
La Jueza Gavèlle entrecerró sus ojos mientras miraba a Athena. Podía sentir en el lenguaje corporal de la abogada que, pese a que intentaba poner un rostro valiente, no tenía tanta confianza como decía. Estuvo a punto de coger su mazo cuando Blackquill habló.
– ¡Hmph, sólo está fanfarroneando, Su Santidad! ¡No hay nada que ganar de seguir esta inútil línea de interrogatorio! – se burló Blackquill, causando que la Jueza Gavèlle retrajera su mano y le lanzara una mirada de enojo.
– ¡Yo soy quien está a cargo aquí, y decidiré si esta línea de interrogatorio es inútil o no! – espetó tajantemente la Jueza Gavèlle antes de recoger su mazo y prepararlo. – Srta. Otori, la corte desea oír más de su testimonio...
– ¡Claaaaaro! – chirrió Otori. Tras un breve momento, se puso el dedo en la cabeza con confusión. – Umm... ¿qué debo deciiiir?
La Jueza Gavèlle sacudió su cabeza. – Por favor testifique con más detalles sobre el teléfono que encontró, empezando desde el momento en que lo notó hasta el momento en que se lo devolvió a su dueño. – aclaró.
– ¡Muy bieeeeeeen!
Blackquill rodó sus ojos. – Debe ser una broma. ¿En serio planea concederle a la defensa esas afirmaciones tan ridículas?
– Debería conocerme lo suficiente para saber que jamás bromeo cuando se trata de la ley. – replicó la Jueza Gavèlle en tono severo. Luego se volvió hacia Otori. – ¡Puede comenzar su testimonio!
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Declaración del testigo
--Otori y el teléfono--
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Otori:
– Estaba perdida en mis pensamientos cuando escuché ruidos de alguien corriendo.
»Para cuando miré, ya no había nadie allíiiii...
»¡Vi un teléfono celular en el suelo, con la pantalla mostrando una foto de Shouko!"
»¡Creyendo que el teléfono le pertenecía a Tadano, lo recogí y fui a buscarlo!
»¡Terminé vagando por la ciudad por lo que parecieron hoooooras!
»¡Eventualmente, encontré a Tadano y le regresé su teléfono! –
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Athena casi se desplomaba en el banquillo de la defensa sudando frío. («Bueno, eso nos dijo un gran montón de nada...»)
– Estoy muy preocupada porque usted pensara que era una buena idea salir por la ciudad sin saber dónde estaba el dueño del teléfono. Es un lugar muy peligroso por la noche, ¿sabe? Especialmente para una chica joven. – la regañó la Jueza Gavèlle.
– No se preocupe; ¡no es la primera vez que lo hago! ¡Me he ido a pasear por la ciudad muuuuuuchas veeeeeces! – Otori sonrió y juntó sus manos. Athena, la Jueza Gavèlle, y Blackquill se echaron atrás del shock por el hecho de que ignorase su seguridad personal, para confusión de la despistada chica.
– ¡D-de cualquier manera, debo insistir en que tenga un mejor juicio en el futuro, y que entregue los objetos perdidos a la escuela o a la policía! ¿Qué pensarían sus padres si supieran que usted andaba vagando por las calles de noche? – le preguntó la Jueza Gavèlle en tono severo.
– ¡Bueno, a veces mi mamá también se va por ahí! ¡Una vez, nos fuimos todo el camino hasta Sapporo! – dijo Otori bamboleándose de lado a lado.
(«¿Eso es una broma? ¡Para llegar allí hay que tomar un bote o un avión! ¿Cómo puede ser tan despistada como para terminar allí?») pensó Athena sudando frío.
La Jueza Gavèlle estaba similarmente conmocionada por la declaración. – S-Srta. Cykes, puede comenzar con su interrogatorio. Alguacil, por favor mantenga un ojo extra vigilante en ella...
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Interrogatorio
-- Otori y el teléfono --
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Otori:
– Estaba perdida en mis pensamientos cuando escuché ruidos de alguien corriendo.
– ¿Podría describir los ruidos que escuchó en mayor detalle? – inquirió Athena.
– Claaaaro... ummm... – Otori hizo una pausa para recordar la escena. – Bueno... en realidaaaaaad...
– ¿En realidaaaaad qué? – se preguntó Athena impaciente.
– En realidad, sonaba como dos personas corriendo. ¡Una de ellas sonaba realmente fueerteeeee! – explicó Otori, causando que los ojos de Athena se abrieran de golpe.
– ¿Dos personas? Pero acorde con lo que hemos escuchado hasta ahora, ¡la única persona que estaba corriendo en la biblioteca era el Sr. Tadano! – señaló Athena. («Creo que ya lo tengo. Tal vez el Sr. Honshoku se haya escapado de la biblioteca al mismo tiempo que Hitohito, pero Gorimi sólo vio a Hitohito ya que estaba corriendo...»)
– Déjenme adivinar, ¡la otra persona corriendo era usted, Srta. Gorimi! – Blackquill señaló de pronto a la colegiala musculosa, provocando que se encogiera ligeramente del shock.
– ¿Q-qué le dio esa idea? – inquirió defensivamente.
Blackquill se tocó la frente y sonrió. – Estoy 100% seguro de que correr va en contra de las reglas de la biblioteca. Y ya que la carrera del Sr. Tadano violaba las leyes sagradas de su santísima biblioteca, no tuvo más opción que perseguirlo para infligirle el castigo por sus transgresiones...
– Yo... – Gorimi suspiró. – Sí, es tal como dijiste. Yo era la otra persona que estaba corriendo. Corrí detrás de Tadano para castigarlo por correr. Sin embargo, él salió de la biblioteca antes que pudiera alcanzarlo, así que en vez de perseguirlo y dejar que otros estudiantes pudieran causar problemas, regresé a mi escritorio y juré castigarlo más tarde...
– Y así, ¡hemos resuelto el misterio de las dos personas que la Srta Otori oyó corriendo! – Blackquill hizo una reverencia, y luego le sonrió a Gorimi. – Ohhh, pero me parece que tú misma rompiste tus propias reglas cuando saliste corriendo detrás del Sr. Tadano. Después de todo, se prohíbe correr en la biblioteca, sin importar quién lo haga...
– Eso es correcto. Cuando terminé, me golpeé yo misma dos veces con el abanico. Como bibliotecaria en jefe, debo tener estándares más altos para mí misma, y si rompo mis propias reglas, debo aplicarme a mí misma cualquier castigo que le aplique a los demás... – Gorimi se agarró el abanico y miró amenazadoramente a Athena, haciendo que se echara para atrás. –... ¡multiplicado por dos!
(«Cielos, hablando de tomarse su deber en serio. Al menos está dispuesta a aplicarse sus propios estándares...»)
– ¡Realmente es usted un modelo para tus compañeros, Srta. Gorimi! – La Jueza Gavèlle sonrió con orgullo. Luego se volvió hacia Blackquill y lo señaló con la mano. – ¡Usted podría aprender de su ejemplo, Fiscal Blackquill!
– ¿Está segura de eso, Su Santidad? – Blackquill sonrió con arrogancia. – Si me subscribiera a su propia forma de disciplina, ya no quedaría nadie vivo para aprender de sus errores. ¡Se lo puedo asegurar!
– Supongo que es demasiado pedirle que tenga una brújula moral, Fiscal... – La Jueza Gavèlle sacudió su cabeza con tristeza. – Srta. Otori, por favor continúe con su testimonio...
– ¡Claaaaaaro! – chirrió Otori.
Otori:
– Para cuando miré, ya no había nadie allíiiii...
»¡Vi un teléfono celular en el suelo, con la pantalla mostrando una foto de Shouko!
»¡Creyendo que el teléfono le pertenecía a Tadano, lo recogí y fui a buscarlo!
– ¿Tiene alguna idea de a dónde pudo haber ido cuando usted recogió su teléfono? – Athena se puso a juguetear con su arete.
– ¡Nop! – declaró Otori orgullosamente con una sonrisa.
Athena parpadeó varias veces sorprendida ante cuán descuidada podía ser una persona. – ¿Por qué no se le ocurrió entregárselo a la administración de la escuela o a la Srta. Gorimi? ¡Podrían haberlo mantenido a salvo hasta que el dueño regresara para reclarmarlo!
– Hmm... bueeeeenoooo... ¡supongo que no pensé en eso! ¡Perdóoooooon! – Otori se golpeó ligeramente en un lado de la cabeza, sacando la lengua con vergüenza, lo que provocó que Athena exhalara un suspiro.
– ¡Pero no tenía forma de saber dónde estaría! Ni siquiera el Sr. Tadano sabía a dónde iba. Podría haber estado afuera durante un largo tiempo, ¡incluso hasta entrada la noche! – dijo señalando a la chica cabeza hueca.
– Cualesquiera que sean las razones por las que la Srta. Otori eligió ignorar su propia seguridad son irrelevantes. El hecho permanece en que eligió irse en una cacería inútil para devolverle al Sr. Tadano su teléfono... – Blackquill golpeó el escritorio, y miró con los ojos en rendijas a Athena. – A menos que tengas evidencia que sugiera que se fue a alguna otra parte...
Athena negó con su cabeza. – No la tengo...
– Como pensé... – Blackquill hizo un gesto desdeñoso con la mano hacia Athena, y luego se volvió hacia Otori. – Planeo tener una conversación con tus padres, para que sean más atentos con su hija, Srta. Otori. Y en el futuro, te sugiero que no salgas por ahí en la noche. Hay personas peligrosas en la ciudad que me harían ver incluso a mí como un osito de peluche...
– Ohh... aprecio eso, peeeeeeroooo... – Otori se bamboleó de lado a lado. – Quizás se le haga difícil encontrarlos. ¡Mamá también tiende a perderse muchooooooo, y papá tiene que salir a buscarla a menudo!
– ¡Gggnnnrrkkk! – Blackquill se encogió del shock. – ¿Cómo hace tu familia para funcionar? – preguntó incrédulo mientras se sujetaba el pecho. Las personas en la galería empezaron a conversar entre ellas antes de ser silenciadas por el mazo de la Jueza Gavèlle.
– En cualquier caso, me aseguraré que un oficial apropiado de la ley sea quien tenga esa conversación con los padres de la Srta. Otori... – replicó tajantemente la Jueza Gavèlle. – Mientras tanto, por favor continúe con su testimonio, Srta. Otori.
Otori:
– ¡Terminé vagando por la ciudad por lo que parecieron hoooooras!
»¡Eventualmente, encontré a Tadano y le regresé su teléfono!
Athena estampó la palma en su escritorio. – ¿Está absolutamente segura de que fue el Sr. Tadano a quien le devolvió su teléfono?
– ¡Cykes-dono, qué verguenza! – la regañó Blackquill en tono sarcástico. – ¡Puede que la Srta. Otori sea despistada, pero no es ciega! ¡Es perfectamente capaz de reconocer a su compañero de clases!
– Yo... guhhh... – Athena se empezó a ahogar con las palabras, desplomándose sobre el escritorio. Por mucho que quisiera devolverle el comentario con una respuesta ingeniosa, tuvo que admitir que Blackquill tenía razón al decir que Otori tendría que ser capaz de reconocer fácilmente a Hitohito, ya que habían sido compañeros de clase durante todo el año.
– ¡Vamos, Athena! – le dijo Phoenix en tono severo. – No puedes dejar que se sostenga esa declaración. ¡O de lo contrario Hitohito será declarado culpable!
– Lo sé, pero no sé cómo proceder desde aquí... – suspiró Athena. Nerviosa, comenzó a jugar con su arete.
– Bueno, quizás deberías tratar de sondearla en busca de detalles sobre las circunstancias cuando le devolvió su teléfono. Quizás revele algo que demuestre que confundió a alguien más con Hitohito. – sugirió Phoenix.
– Supongo que podría intentarlo... – replicó Athena dudosa mientras miraba a Hitohito. Pese a su apariencia sencilla, su mechón era un detalle lo suficientemente significativo para que cualquiera que lo conociera lo pudiera identificar rápidamente. Giró su atención hacia Otori, haciéndole la primera pregunta que le vino a la mente.
– ¿A qué horas le devolvió el teléfono a su dueño? – preguntó Athena.
– Hmm... no lo recuerdoooooo... – replicó Otori.
(«Lo supuse...») pensó Athena sin molestarse en ocultar que ponía los ojos en blanco.
– Pero sí recuerdo que estaba oscuro afueraaaaaa. Las lámparas de las calles ya estaban encendidas, y era difícil ver afuera del...
– En esta época del año, el sol se pone alrededor de las 5:30 PM, y usualmente se oscurece media hora luego del atardecer, así que tendrían que haberse visto después de las 6:00 PM. – le dijo Phoenix mientras ponía su mano en el mentón pensativo.
– Ya veo. – musitó Athena mientras tomaba nota mental de la hora que su jefe le dio. Luego volteó hacia el estrado. – Y bien, Srta. Otori, ¿pudo ver claramente a mi cliente cuando le devolvió su teléfono?
– Ahora que lo pienso... estuvo fuera de la luz todo el tiempo cuando le devolví el teléfono, así que nunca le vi la caaaaara, pero estoy segura que era éeeeel. Pareció reconocer el teléfono cuando le pregunté si era suuuuyooo... – Otori se bamboleó de lado a lado de nuevo.
Athena estampó la palma en su escritorio. – Si no sabía que era él, ¿por qué le entregó el teléfono en primer lugar? ¡Ese bien podría haber sido un ladrón tratando de explotar su amabilidad, o algo peor!
– ¡Ya hemos establecido que la testigo demuestra una excesiva falta de juicio! – espetó Blackquill golpeando también el suyo. – A pesar de esto, el teléfono del Sr. Tadano estaba en su posesión cuando fue aprehendido por la policía. Ergo, es lógico concluir que la persona con quien la Srta. Otori se encontró era el Sr. Tadano.
– Lo siento, Srta. Cykes, pero eso no es suficiente para probar que la Srta. Otori no le devolvió su teléfono al acusado... – La Jueza Gavèlle sacudió su cabeza.
(«¡Diablos! ¡Y yo que estaba segura de que tenía algo!») gruñó Athena. Una gota de sudor empezó a formarse en su entrecejo mientras se daba cuenta que se le agotaba el testimonio con el cual trabajar, y no se estaba acercando a desacreditar a esta chica tan despistada.
– Vas por el camino correcto; sólo estás haciendo las preguntas equivocadas... – Phoenix cruzó los brazos.
Athena levantó una ceja. – ¿Y qué preguntas debería hacer...?
– Hitomi... ¿sabes a qué hora fue arrestado tu hermano? – preguntó Phoenix.
– Lo siento, pero no... – suspiró Hitomi mientras bajaba la mirada con pena. – Sólo me enteré cuando vi un correo de voz de mamá en mi celular, pidiéndome que fuera a casa inmediatamente. Cuando llegué, me dijo que recibió una llamada de la policía diciendo que Hitohito fue arrestado, aunque no me dijeron cuándo...
– Ya veo... – Phoenix se llevó la mano al mentón pensativo. – ¿Aún tienes ese correo de voz por casualidad?
– V-veamos... –replicó Hitomi mientras sacaba su teléfono. La mano le temblaba mientras navegaba por la pantalla hacia la app de correo de voz. El primer mensaje que apareció estaba etiquetado con el remitente "Mamá", y tenía una marca de tiempo del 26 de septiembre a las 5:45 PM.
Justo cuando estaba a punto de reproducirlo, Phoenix la detuvo. – Está bien, no hace falta reproducirlo. Sólo me interesaba saber cuándo recibiste ese mensaje... – le dijo amablemente.
– ¿Cómo así? – inquirió Hitomi.
– Para tener un intervalo de tiempo general de cuándo arrestaron a tu hermano. Si ya estaba en custodia cuando tu mamá te llamó, podemos asumir de manera razonable que fue detenido en algún momento antes de las 5:45 PM. – explicó Phoenix.
(«...fue detenido en algún momento antes de las 5:45 PM...»)
Al escuchar la hora que mencionó su jefe, Athena inmediatamente recordó lo que había dicho antes.
(«...Tendrían que haberse visto después de las 6:00 PM...»)
Dos intervalos de tiempo diferentes, dos eventos diferentes. Athena no tardó mucho en comparar las partes más relevantes de información de cada uno. Hitohito fue arrestado en algún momento antes de las 5:45 PM cuando Hitomi recibió el correo de voz de su mamá. Por otra parte, Otori declaró que ya había caído la noche cuando le devolvió a Hitohito su teléfono, lo cual, acorde con lo que dijo Phoenix, tuvo que haber sido después de las 6:00 PM.
Juntando esos dos fragmentos de información, ya tenía su contradicción.
– ¿La defensa tiene algo más que añadir? – preguntó la Jueza Gavèlle, alzando su mazo. – Si no es así, entonces consideraré este asunto...
Antes que la Jueza Gavèlle pudiera terminar, Athena apuntó furiosamente para dar una protesta decisiva. Una ráfaga de viento pareció salir disparada de su dedo índice y recorrer toda la sala, provocando que Gorimi retrocediera, que Otori mirara confusa, y que Blackquill se resistiera estoicamente.
– ¡Srta. Otori, es imposible que usted se haya encontrado con el Sr. Tadano a la hora que dice haberlo visto! – declaró Athena con una mirada feroz.
– ¿Huuuh? – Otori ladeó la cabeza. – ¡Pero estoy segura de que le di su teléfono después de que oscurecióooooo!
– ¡Lo sé, y sí le creo! – Athena cruzó los brazos y sonrió. – Sin embargo, la persona a la que usted le dio el teléfono no era él, porque a esa hora ¡el Sr. Tadano ya estaba bajo custodia policíaca!
– ¿Huuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuh?
Otori estaba totalmente perdida. Estaba segura de que la persona a la que le dio el teléfono era Tadano. ¿Por qué si no iba a responder cuando le pidió que le devolviera su teléfono?
*¡SLAM!*
La Jueza Gavèlle golpeó su mazo para silenciar la especulación que empezaba a formarse. – ¡Srta. Cykes, por favor explíquese! ¿Cómo puede estar tan segura de que el Sr. Tadano ya estaba bajo custodia de la policía cuando la Srta. Otori le devolvió el teléfono?
– ¡Es muy simple! – replicó Athena. Activó la interfaz holográfica de Widget para ver los datos. – Recuerden que la Srta. Otori declaró que ya estaba oscuro afuera cuando le devolvió el teléfono. A finales de septiembre en el área de Kanagawa, el sol se pone alrededor de las 5:30 PM, y la noche cae alrededor de media hora después. Con esto, podemos deducir que la Srta. Otori se encontró con el dueño de ese teléfono en algún momento después de las 6:00 PM.
– Ya veo... – la Jueza Gavèlle asintió. – Fiscal Blackquill, ¿es cierto que el Sr. Tadano se encontraba ya en custodia policíaca antes de las 6:00 PM?
– ¿Quién lo dice? – Blackquill se puso de espaldas al resto de la corte.
– ¡Fiscal Blackquill, deje de hacerse el difícil! – le ordenó la Jueza Gavèlle, golpeando su mazo. – ¡Usted, de todas las personas, debería estar al tanto de la hora a la que el Sr. Tadano fue arrestado, así que confirme ante esta corte a qué horas sucedió!
– Hmph, tal vez en lugar de eso, debería preguntarle a Cykes-dono si tiene pruebas de cómo llegó a la conclusión de que la policía atrapó al Sr. Tadano antes de las 6:00 PM. Hasta que ponga substancia en ello, ¡me rehúso a confirmar nada! – Blackquill resopló mientras se reclinaba sobre el banquillo del fiscal.
– ¡Muy bien! ¡Si son pruebas lo que quiere, pruebas es lo que le voy a dar! – declaró Athena. – Alrededor de las 5:45 PM, la hermana del acusado, la Srta. Hitomi Tadano, había recibido un correo de voz de su madre pidiéndole venir a casa, ¡ya que tenía información importante que compartir! Srta. Tadano, lamento pedirle que haga esto, ¿pero podría por favor reproducir el correo de voz ante la corte?
– Está bien. Todo sea por salvar a mi hermano, después de todo... – Hitomi asintió y le entregó el teléfono a Athena con la app de correo de voz ya cargada. Se aseguró de poner los altavoces a máximo volumen, y reprodujo el mensaje.
< Hitomi-chan, habla mamá. ¿Podrías por favor volver a casa? Es sobre tu hermano... l-lo han arrestado... >
El mensaje se cortó abruptamente. Jeanne estaba claramente al borde de las lágrimas al darle la noticia de que Hitohito había sido arrestado. Athena le devolvió el teléfono a Hitomi.
– Gracias, Hitomi... – dijo Athena con voz gentil. Luego se giró hacia Blackquill con una ceja levantada y los brazos cruzados. – ¿Satisfecho, Blackquill?
– Hmph, muy bien... – Blackquill se levantó del escritorio y se giró para encarar de nuevo a la corte. – Es tal como dices: luego de que el Sr. Tadano salió disparado fuera de la escuela, la policía lo interceptó a eso de las 5:20 PM. Por supuesto, no fui informado de esto sino hasta una hora después.
A pesar de su tono calmado, los agudos sentidos de Athena se encendieron al percibir que había una furia oculta en la última declaración de Blackquill. («Hitohito mencionó que el Fiscal Blackquill estaba tratando de resolver otro caso antes de este juicio. No puedo imaginarme lo agitado que debe estar emocionalmente para haber tenido que elegir entre ser fiscal contra el hijo de una amiga cercana o dejar de lado esa investigación.»)
La Jueza Gavèlle asintió gentilmente. – La corte reconoce esta confirmación. Tal parece que la persona a quien la Srta. Otori devolvió este teléfono no era el Sr. Tadano después de todo. A juzgar por el hecho de que todavía lo tenía al momento de su arresto, podemos concluir que el teléfono que la Srta. Otori encontró no era el suyo. Lo cual nos lleva a una pregunta importante... – Se giró hacia Athena con una mirada severa. – ¿A quién pertenecía ese teléfono?
Athena parpadeó. – ¿Huh?
– Le pregunté si sabe a quién pertenecía ese teléfono, Srta. Cykes...
(«¡Diablos! ¡No pensé tan adelante!») Athena se regañó mentalmente. Por un momento creyó que podría pertenecer al Sr. Honshoku, considerando que también estuvo en la escena del crimen. Sin embargo, no tenía pruebas de eso.
– Bueno... uhhh... je... es todo un misterio, ¿verdad? – Athena se agarró tímidamente la coleta por la vergüenza.
– Hmph, siempre se puede contar con Cykes-dono para montarse en un tren de lógica que no va a ninguna parte... – señaló Blackquill mientras miraba hacia los lados con los brazos cruzados. – Al final, ese teléfono resultó ser irrelevante para el caso. Considerando lo que escuché sobre la popularidad de la Srta. Komi en esa escuela, podría ser de cualquiera. Diablos, por todo lo que sabemos, podría haber estado ahí tirado durante días, incluso semanas, entre los mangas y los libros de historia, sólo para ser desenterrado por la conmoción causada por nuestro acusado y la gorila que lo estaba persiguiendo cuando...
– ¡Imposible! – rugió Gorimi, hundiendo su puño en el estrado y casi provocando que un trozo saliera volando. – ¡Si otro estudiante lo hubiera dejado, yo ya lo habría encontrado y lo habría puesto en el cajón de objetos extraviados!
– Estoy de acuerdo con la Srta. Gorimi. Considerando lo apegados que están los jóvenes a sus teléfonos estos días, es improbable que alguno de ellos haya perdido el suyo por más de un día cuando mucho... – comentó la Jueza Gavèlle.
– Hmph, eso no cambia nada. La Srta. Otori encontró un teléfono perdido alrededor de la misma hora que el Sr. Tadano estaba huyendo de la escena del crimen y, por pura suerte, logró devolvérselo a su verdadero dueño sin pasar por los canales apropiados... – les refutó Blackquill a ambas. Y luego se volvió hacia Athena y le apuntó directamente. – ¡Aunque no haya sido una testigo directa, el hecho sigue en pie de que el Sr. Tadano aún sigue siendo la única persona que huyó de la escena del crimen!
– ¡Arrrrrgggghhh! – gritó Athena. – Supongo que el teléfono no era tan relevante como pensé que sería...
– ¡En ese caso, tenemos que hacer que se vuelva relevante! – comentó Phoenix.
Athena levantó una ceja confusa, preguntándose lo que podría querer decir su jefe.
– Por ejemplo, ¿no te parece extraño que alguien tan poco observadora como la Srta. Otori pudiera localizar un teléfono perdido en la biblioteca antes que alguien que siempre mantiene un ojo vigilante sobre cualquier cosa fuera de su lugar? – inquirió Phoenix, apoyándose la mano en el mentón pensativamente.
– Supongo, aunque no sé cómo eso vuelve importante al teléfono... – Athena se puso a enredarse el pelo entre sus dedos nerviosa.
– ¿No tendría más sentido si el teléfono estuviera en el pasillo afuera de la biblioteca? Es decir, ¿en un lugar que la Srta. Gorimi no revisa obsesivamente? – propuso Phoenix.
– ¡Pero jefe, no tenemos ninguna prueba de que haya salido al pasillo! – protestó Athena. – Además, ¿no cree usted que Otori habría dicho algo si hubiera encontrado ese teléfono en otro lugar que no fuera la biblioteca?
– ¿No me dijiste ayer que ella no se dio cuenta de que estaba en una papelera hasta que se lo señalaste? No creo que estar atenta a lo que le rodea sea su punto fuerte... – señaló Phoenix. – Tal vez si reorganizaras tu lógica basándote en esto, ¡encontrarás algo que puedas probar con la evidencia que tienes!
(«Ahí va de nuevo con los consejos crípticos. Ya veo por qué Apollo se frustra tanto con el jefe a veces. Ohh bueno, será mejor pensar bien las cosas. Empecemos asumiendo que Otori no está mintiendo, sino que está malinterpretando todo lo que vio...») pensó Athena mientras encendía la pantalla de Widget para desplegar el Acta del Juicio.
Recordó lo que Otori dijo acerca de escuchar a dos personas corriendo, una de las cuales parecía ser alguien muy grande. Gorimi admitió haber sido una de las responsables, y dijo que Hitohito era el otro. La persecución provocó que este dejara caer su teléfono, el cual Otori encontró y lo recogió. O eso fue lo que dijo.
Sin embargo, gracias a lo que demostraron antes, Athena sabía que el teléfono no le pertenecía en absoluto a Hitohito. Aunque la identidad del dueño del teléfono todavía se le escapaba, sabía que si se había perdido en la biblioteca, Gorimi tendría que haberlo recogido antes que Otori lo hubiese encontrado, lo cual significaba que Otori tendría que haberlo encontrado en otra parte de la escuela.
Eso le dejaba la pregunta de a quién habría escuchado Otori ser perseguido por Gorimi. Estuvo a punto de deslizarse hacia una pieza vital de evidencia cuando...
*¡SLAM!*
– ¡Si la defensa ya no tiene nada más que añadir, entonces quisiera poner fin al interrogatorio de estas señoritas! – La Jueza Gavèlle alzó su mazo. Athena miró a Phoenix y a Hitomi, y asintió con decisión. Era hora de ver a dónde la llevaba su lógica.
– En realidad, Su Señoría, la defensa tiene una teoría: ¡la Srta. Otori encontró el teléfono en otro lugar fuera de la biblioteca! – declaró Athena.
Una ligera sonrisa se formó en los labios de Blackquill. – ¿Ohh? ¡Qué interesante! Espero con ansias escuchar qué fue lo que te llevó a esta conclusión...
– Bueno, para empezar... – Athena volvió a ver sus notas en Widget. – Ya sabemos que el teléfono que la Srta. Otori encontró no era el del Sr. Tadano. Adicionalmente, parte de los deberes de la Srta. Gorimi como bibliotecaria es buscar objetos perdidos y devolverlos a sus dueños. Si alguien hubiese perdido su teléfono, la Srta. Gorimi lo habría encontrado antes que la Srta. Otori...
– ¿Estás segura de esto? Incluso los bibliotecarios más dedicados y vigilantes pueden pasar cosas por alto de vez en cuando. – replicó Blackquill.
– ¡Yo jamás me pasaría por algo así! – Gorimi hundió su puño en el estrado. Athena se sintió agradecida de que su orgullo de bibliotecaria fuera tan grande que le impedía romper su bastante frágil lógica, admitiéndolo.
– Continuando... si el teléfono estuviera en otra parte, digamos en el pasillo de la escuela, eso sería una historia diferente. – explicó Athena. Antes que pudiera continuar, Blackquill la cortó golpeando su escritorio.
– ¿No sería eso muy conveniente para ti? Pero qué lástima que la Srta. Otori despertó su atención al escuchar a dos personas corriendo rápidamente, ¡una de las cuales sabemos que fue la Srta. Gorimi! ¡Y permíteme recordarte que ella nunca abandonó la biblioteca antes que llegara la policía! – contraatacó Blackquill.
– ¡Exacto! ¡Puede que estuviera enfadada con Tadano por correr en la biblioteca, pero hasta yo sé que no debía irme a perseguirlo inútilmente por toda la prefectura de Kanagawa para castigarlo! – Gorimi cruzó los brazos.
– Lo sé... pero usted no estaba persiguiendo al Sr. Tadano, ¿verdad? – Athena también cruzó sus brazos y sonrió de oreja a oreja, causando que tanto Blackquill como Gorimi alzaran una ceja. Luego abrió la pestaña de perfiles en Widget y resaltó la foto de Najimi, transmitiéndola por las pantallas de televisión de la sala para que todos la vieran.
– ¡Fue a esta persona, Najimi Osana! – declaró Athena, apuntándole con el dedo a Gorimi.
La bibliotecaria se encogió del shock al reconocer a esa amenaza de pelos lavandas que siempre le causaba tantos problemas. Una vez que la sorpresa se apagó, golpeó el estrado con sus puños llena de furia.
– ¡Esa CUCARACHA! – gritó Gorimi. – ¡Desde que esa maldita amenaza ingresó a la escuela, no ha hecho otra cosa que provocar caos interminable por toda mi biblioteca!
– Bueno, sé que Najimi puede alborotar un poco a veces, pero seguramente no amerita una reacción tan violenta, ¿verdad? – Athena tímidamente trató de calmar a la colegiala musculosa.
– ¡¿No amerita una reacción tan violenta?! – preguntó Gorimi incrédula. Empezó a resoplar por las fosas nasales mientras miraba furiosa a Athena. – Esa... plaga, que como dices alborota un poco a veces... ¡siempre se pone a hacer torres de Jenga para derribarlas durante los períodos de estudio! – Al decir la palabra "plaga", comenzó a golpear el estrado para enfatizar su punto.
»¡Esta... plaga... ha creado un juego de ver cuánto caos puede provocar junto con sus compañeros antes de que los saque a patadas! – Dos puños más golpearon el estrado. – ¡Esta... plaga... más de una vez ha vandalizado la literatura sagrada que resguarda nuestra biblioteca, ya sea reemplazando los periódicos con mangas pornográficos o pegando fotos de mi cabeza sobre imágenes de gorilas de lomo plateado en libros sobre la naturaleza y la vida salvaje! – Esta vez, astillas de manera salieron volando del estrado cuando lo golpeó. Athena hizo lo mejor que pudo por contener una risita ante la imagen mental de la cabeza de Gorimi superpuesta al cuerpo de un gorila.
»Entonces, para responder a tu pregunta, Srta. Abogada, ¡el hecho de que esa maldita cucaracha sigue con vida es la prueba de que mi reacción ha sido demasiado blanda! – concluyó Gorimi, amenazando con sus puños a la joven abogada.
– Uhhh...o-ok, ha dejado su punto bien claro... – replicó Athena tímidamente. Apostaba a que si intentaba analizar el estado emocional de Gorimi con la Matriz Emocional, con toda confianza el desborde de furia hacia Najimi provocaría que Widget hiciera cortocircuito y explotara.
Mientras cambiaba del menú de perfiles hacia el de la evidencia en Widget, su sonrisa nerviosa cambió a una llena de confianza. Ya estaba empezando a formular un plan...
– ¿Por casualidad Najimi le hizo una visita el día del incidente? – inquirió Athena.
Al escuchar el nombre, una vena brotó en la frente de Gorimi. – ¡¿Cómo supiste que la maldita plaga vino a verme?!
– Uhh, b-bueno, usted me lo acaba de decir... – replicó Athena. – ¿Qué sucedió cuando se vieron?
– ¡Pues que corrí a esa maldita cucaracha fuera de la biblioteca! ¡Sabía que estaba tramando algo en el momento en que entró, y me condenaría si le dejaba mancillar la sagrada tranquilidad de mi dominio! – Gorimi comenzó a agitar furiosamente su abanico en el aire.
– ¿Y hasta dónde persiguió por el pasillo a Najimi? – inquirió Athena.
– ¡Buen intento, Cykes-dono, pero no permitiré que atrapes a mi testigo con tus preguntas engañosas! – Blackquill golpeó el escritorio. – ¡Su Santidad, por favor elimine esa última pregunta del acta del juicio!
– Protesta sostenida... – replicó la Jueza Gavèlle en tono autoritario.
– Espere, Su Señoría. – Athena levantó la mano. – ¡La Srta. Gorimi persiguió a Najimi por el pasillo! ¡Tengo pruebas!
– ¿En serio? ¡Entonces por favor presente su evidencia de que la Srta. Gorimi persiguió a Najimi! – ordenó la Jueza Gavèlle.
– ¡Como desee, Su Señoría! – Athena salió de detrás del banquillo de la defensa con una sonrisa mientras caminaba hacia el estrado, y llevaba en la mano el abanico de papel que encontró en la basura ayer. – ¿Reconoce usted este abanico, Srta. Gorimi?
– Yo... — La cara de Gorimi palideció. – ¡Eso es MÍO! ¡DEVUÉLVEMELO, PEQUEÑA SINVERGÜENZA! – le gritó mientras alargaba la mano para coger el abanico, pero Athena se lo apartó.
– Si era tan importante para usted, ¿por qué lo tiró a la basura? – replicó Athena con confianza, y su sonrisa se volvió amplia y dentuda. Abrió el abanico, revelando las tiras de cabello lavanda que todavía tenía enredadas en el borde, y se giró hacia el resto de la corte. – Como pueden ver todos, este abanico, el cual pertenece a la Srta. Gorimi como acaba de confirmarnos, tiene algunas tiras de cabello lavanda enredadas en el borde. Ahora, no soy experta en colores de cabello, pero estoy 99% segura de que no sólo el cabello lavanda es muy poco común, ¡sino que la única persona entre los estudiantes de la Preparatoria Itan con ese color de cabello es Najimi Osana!
Luego volteó la mirada hacia Blackquill. – Por supuesto, podemos hacer una prueba de ADN en las tiras de cabello si a usted no le parece suficiente, ¡pero tengo confianza en que los resultados apoyarán mi teoría!
– No hay necesidad de pruebas. La fiscalía concede que el cabello en ese abanico pertenece a Najimi Osana... – replicó Blackquill. – Sin embargo, lo que necesitamos ahora son pruebas de que el abanico fue utilizado en el pasillo el día del incidente...
– ¡Muy fácil! Este abanico lo encontramos en la papelera del pasillo en el segundo piso el día después del ataque, junto con cierta cadete espacial... — Athena no necesitaba mencionar el nombre. Cuando dijo las palabras "cadete espacial", los ojos de Blackquill se fueron directo a Otori.
– Srta. Otori, ¿qué estabas haciendo en esa papelera? – le preguntó en tono monocorde.
– ¿Estaba en una papeleraaaaa? – repitió Otori. Tras unos momentos de intentar recordar, su rostro se iluminó. – ¡Ohhh síiiiiii, Shouko me encontró mientras estaba tomando una siestaaaaaaa ~! ¡Ahí fue cuando conocí a Athenaaaaaaa!
– Sé que me voy a arrepentir de preguntar esto, pero... ¿cuánto tiempo estuviste en esa papelera? – suspiró Blackquill.
– Uuuuuummmm... creo que desde esa mañanaaaa. Me olvidé que ayer no había clases, así que mientras esperaba a que empezaran las clases, me fui a tomar una siestaaaaa... – explicó Otori, sin perder ni una sola vez el tono amable, como si lo que dijera fuese totalmente normal para una colegiala.
– Y elegiste una papelera para tomar una siesta... – Blackquill sintió un dolor agudo en su frente, como si lo hubieran apuñalado con algo afilado.
– ¡Sip! ¡Estaba muy cómodaaaaaaaaa! – chirrió Otori.
– Haaaaaaaaaaaaanggggghhhhhh... – Blackquill suspiró mientras se llevaba la palma a la cara sobre el banquillo del fiscal. Si no fuese porque estaba atado por sus deberes y su sentencia en prisión, Blackquill habría marchado fuera de esa sala en ese mismo instante para ir a la casa de los padres de esta chica y decirles algunas palabras de lo descuidados que eran con su hija.
– Continuando... – intercedió Athena. – Asumiendo que recuerdo cómo funcionan las escuelas japonesas, usualmente se saca la basura al final del día, por lo que el abanico no podría haber terminado allí antes del día del incidente. Adicionalmente, ese día no se sacó la basura debido a que la policía cerró la escuela temprano. He de asumir que usted estuvo en clase antes de atender sus deberes como bibliotecaria, ¿correcto, Srta. Gorimi?
– Eso es correcto. – asintió Gorimi. – Estuve en clase durante y después del almuerzo. Luego de eso, fui directo a la biblioteca...
– Gracias por la aclaración, Srta. Gorimi. – replicó Athena mientras iba de ida y vuelta por el estrado. – Ahora, no puedo saber si Najimi asistió a clases, pero ya que usted estuvo en clases hasta la 1 PM, la persecución no pudo haber ocurrido hasta entre esa hora y las 4 PM, y como resultado, ¡el abanico sólo podría haber terminado en la basura durante ese intervalo!
Mientras Athena concluía su punto, los miembros de la galería empezaron a murmurar, especulando sobre esta última revelación. Momentos más tarde, la Jueza Gavèlle alzó su mazo.
*¡SLAM!*
– ¡Orden en la sala! – ordenó, silenciando a la multitud. – Entiendo por qué el abanico no podría haber terminado en la basura antes de la 1 PM. Sin embargo, ¿acaso la Srta. Gorimi no podría haberlo tirado más tarde?
Athena asintió. – Supongo que sí, pero eso en última instancia es irrelevante. La persecución entre la Srta. Gorimi y Najimi no podría haber ocurrido después de que la policía llegó a la escuela, ya que todos los estudiantes fueron llamados a reunirse en el gimnasio, y la policía estuvo monitoreando sus movimientos cuidadosamente después de eso mientras los estaban interrogando. Más aún, la persecución no podría haber ocurrido al día siguiente ya que no sólo Najimi estuvo con nosotros durante todo el día, sino que si el abanico hubiese sido tirado al día siguiente, la Srta. Otori lo habría sabido.
Gotas de sudor empezaron a formarse entre las cejas de Gorimi. Basándose en la lógica de Athena, Gorimi supo que no tenía nada para refutar los puntos de la abogada.
Athena entonces le apuntó con un dedo acusatorio a Gorimi y le lanzó una mirada desafiante. – Eso significa que, entre la 1 y las 4 PM, ¡usted abandonó la biblioteca para perseguir a Najimi luego de que apareció!
– Yo... ¡¡¡¡EEEERRRRRRRRAAAAAAAAAAGGGGGHHHHHHH!!!! – Gorimi rugió hacia el cielo, y luego sus puños atravesaron limpiamente el estrado, convirtiéndolo en un millón de pedazos. Athena soltó un gritillo cuando apenas esquivó la esquirla de madera que vino volando hacia ella. Pero a pesar de este arranque, todos los demás apenas reaccionaron.
La Jueza Gavèlle sacudió su cabeza. – Supongo que debería haber visto venir esto. Alguacil, por favor tráiganos el estrado de reserva e instálelo a la brevedad... – ordenó en un tono seco.
(«¿Debería preguntar por qué la corte tiene un estrado de reserva?») pensó Athena sudando frío mientras volvía al banquillo de la defensa.
Hosonaga miró al otro alguacil en la sala. – ¿Podrías vigilar a la Srta. Otori para que no se vaya por ahí hasta que yo vuelva?
– Ya lo tengo cubierto, anciano... – intervino Blackquill. Luego le asintió a Otori y sin decir palabras le ordenó al halcón en su hombro que volara hacia ella.
Con confusión, Otori miró la pila de fragmentos de madera donde solía estar el estrado. – ¿Huuuuuuh? ¿A dónde se fue el estradooooo? – Se preguntó. Justo entonces, escuchó a Taka volando cerca de ella. – ¡Pajaritoooooo! – exclamó alegremente, extendiendo su brazo para que el halcón aterrizara en él. Una vez que lo hizo, empezó a acariciarlo, para su gran aprecio. [Kometani: Taka se ha encariñado mucho con Otori.]
(«Bueno, supongo que esa es una forma de mantenerla supervisada...») pensó Athena.
**************************
Cinco minutos después, los escombros del antiguo estrado fueron limpiados, e instalaron uno nuevo en su lugar. Todos, incluidos el propio Hosonaga, se quedaron perplejos ante el hecho de que un viejo como él no sólo pudiera remover y reemplazar una enorme estructura de madera por sí solo, sino hacerlo en tiempo récord. Sin embargo, esto no estuvo exento de su costo.
– Fiu... ya me estoy poniendo demasiado viejo para esto... – gruñó Hosonaga mientras se agarraba la cadera del dolor. La peor parte era que tendría que esperar hasta el siguiente receso para poder acceder a su medicación para el dolor.
– Me disculpo por mi temperamento. Fue muy inapropiado de mi parte perder el control. Juro solemnemente que le pagaré a esta corte dos veces para reemplazar este estrado. – declaró Gorimi con los ojos cerrados y la cabeza gacha.
– Me alegra que esté dispuesta a asumir la responsabilidad por sus transgresiones, a diferencia de ciertas personas aquí presentes... – replicó la Jueza Gavèlle, mirando a Blackquill. El fiscal simplemente rodó los ojos y sacudió su cabeza. – Ahora, Srta. Gorimi, ¿le molestaría decirle a esta corte qué fue lo que pasó realmente durante su turno en la biblioteca?
– Por supuesto... – asintió Gorimi. – Durante mi turno, vi a Najimi entrar a la biblioteca. Sabía que no tramaba nada bueno, así que le exigí que se fuera. Sin embargo, Najimi se puso a obstinarme diciendo que estaba buscando a un amigo. En ese momento no sabía que se trataba de Tadano, así que asumí que sólo era una excusa y me puse a perseguir a Najimi por toda la escuela. Esa pequeña cucaracha es muy rápida, así que me llevó como unos diez minutos antes de poder alcanzarle.
»Pero una vez que lo hice, le di a esa cucaracha el castigo que se merecía por todas las veces que perturbó la paz en la biblioteca. Creo que se me pasó un poco la mano, porque rompí el abanico y tuve que tirarlo a la basura antes de volver a la biblioteca. Lo siguiente que supe fue que llegó la policía, y me llevaron para interrogarme...
– Entiendo... – La Jueza Gavèlle asintió. – ¿A qué hora sucedió este incidente?
– No lo recuerdo, pero sí sé que fue bastante tiempo después que Tadano y Yamai habían bajado a los archivos. – explicó Gorimi. Luego miró hacia el suelo avergonzada. – Sin embargo, hay algo más que debo confesar: mentí cuando dije que sólo vi salir a Tadano. La verdad, es que no vi salir a nadie. Sólo dije eso para que nadie supiera que abandoné la biblioteca. Aunque estaba administrándole justicia a esa plaga que no hace más que causar problemas, el hecho de que abandoné mi puesto es inexcusable.
– Usted sólo deseaba proteger su biblioteca de quienes causaban problemas. Eso es completamente entendible... – replicó la Jueza Gavèlle con una sonrisa amable. Su expresión de pronto se tornó más severa. – Lo que no es entendible, es que haya mentido para encubrir sus propias acciones. Tendrá que enfrentarse a un castigo por su perjurio...
– Entiendo... – Gorimi volvió a bajar la cabeza.
– Efectivamente, ¡y tengo la idea perfecta! – sonrió Blackquill. – Vas a fregar los pisos y limpiar todos los baños de la oficina de fiscales...
– ¡Fiscal Blackquill! – lo regañó tajantemente la Jueza Gavèlle. – Le recuerdo que yo soy la jueza aquí, y yo decidiré el castigo de...
– ¡Con este cepillo dental! – Blackquill sacó un cepillo dental, provocando que la Jueza Gavèlle suspirara. – Oooh, y mejor aún, ya que te gusta someterte a tus castigos dos veces, ¿qué tal si haces lo mismo con los pisos y baños del departamento de policía?
–- ¡EEEE-JEM! – exclamó Athena. – Odio interrumpir su diversión, Fiscal Blackquill, pero la última declaración de la Srta. Gorimi ha revelado un hecho crucial sobre este caso. ¡Un hecho tan crucial que le da la vuelta al caso por completo!
– Hmph, tú y los tuyos siempre dicen eso... – dijo Blackquill descartando arrogantemente la declaración de su rival.
Sin embargo, Athena no se iba a dejar amedrentar. Golpeó el escritorio con su palma y señaló a Blackquill. – Mientras la Srta. Gorimi perseguía a Najimi por toda la escuela, dejó la biblioteca desatendida. ¡Eso significa que hay un período de tiempo en el cual el Sr. Honshoku podría haber salido de los archivos de la biblioteca sin ser visto!
Esta revelación causó que toda la galería estallara en especulaciones. Varios de ellos se empezaban a preguntar si esto quería decir que Hitohito era inocente y si el Sr. Honshoku era el verdadero culpable. Otros creían que el Sr. Honshoku no era más que una persona imaginaria que inventó la defensa para tratar de exonerar a su cliente.
*¡SLAM!*
– ¡Orden en la sala! – La Jueza Gavèlle silenció a la multitud con su mazo.
– Acorde con el historial de inicio de sesión en la computadora de los archivos, sólo dos personas trataron de acceder a la terminal: el Sr. Tadano y el Sr. Honshoku. La fiscalía quiere hacernos creer que sólo el Sr. Tadano podría haber atacado a la Srta. Yamai basándose en el hecho de que si el Sr. Honshoku hubiera estado allí abajo, tendría que haber sido visto por la Srta. Gorimi... – explicó Athena, leyendo la evidencia en la interfaz holográfica de Widget. – Pero ahora que sabemos que la Srta. Gorimi no estuvo en la biblioteca toda la tarde, sabemos también que hubo una ventana de oportunidad para que el Sr. Honshoku pudiera escapar; ¡por lo que ese razonamiento queda completamente destruido! – declaró Athena en tono autoritario.
– Cómo te encantaría que las cosas fueran así de simples, ¿verdad, Cykes-dono? ¡Pero tu razonamiento tiene varias fallas flagrantes! – replicó Blackquill.
– ¡Muy bien, entonces dígame una! – lo desafió Athena.
Blackquill se tocó la frente y sonrió. – Aunque es verdad que la Srta. Gorimi estuvo ausente durante un tiempo y no vio al Sr. Tadano mientras huía de los archivos, ¿se te ha olvidado que había otras personas en la biblioteca en ese momento, y que todas lo vieron mientras corría? Pero ni una sola persona le vio un pelo al Sr. Honshoku...
– Eso probablemente se debiera a que el Sr. Honshoku estaba saliendo discretamente. La gente en la biblioteca estaría concentrada en sus propios asuntos, y no se darían cuenta de una persona caminando. Pero una persona corriendo sería otra historia. – explicó Athena.
– ¿Y supongo que tendrás pruebas de que el Sr. Honshoku estuvo escondido en la biblioteca todo este tiempo? – Blackquill levantó una ceja.
– B-bueno, no, pero...
– Y ese no es el único problema con tus declaraciones. Estás aseverando que el Sr. Honshoku estuvo en los archivos de la biblioteca durante casi seis horas y sólo se fue cuando estuvo seguro que la Srta. Gorimi no lo notaría. ¿Estoy entendiendo esto bien? – preguntó Blackquill cruzando los brazos.
– B-bueno, sí... – replicó Athena. («Está tratando de agitarte para que empieces a dudar de ti misma. No dejes que se meta en tu cabeza...»)
Blackquill estampó su palma en el escritorio. – ¿Cómo iba a saber el Sr. Honshoku cuándo no había moros en la costa? Hay varios estantes de libros que bloquean el escritorio de recepción y la puerta de los archivos, asumiendo que la Srta. Gorimi permaneciera en el escritorio. La única forma en que el Sr. Honshoku podría haber sabido esto era que orquestara previamente los eventos que la hicieran salir de la biblioteca en primer lugar. ¡Y ambos sabemos que no tienes evidencia de esto!
Athena empezó a juguetear nerviosamente con su arete. – Bueno, sí, ¡pero también podría haber tenido suerte y salido al mismo tiempo que la Srta. Gorimi estaba persiguiendo a Najimi!
– En tal caso, ¿qué estaba haciendo el Sr. Honshoku allá abajo durante seis horas en primer lugar? No soy un experto en computadoras, ¡pero hasta yo sé que la extracción de datos no llevaría tanto tiempo! – espetó Blackquill.
– Tal vez intentaba sabotear los datos o estaba haciendo algo sin relación alguna en absoluto con lo que estaba haciendo el Sr. Tadano. De cualquier manera, ¡no puede negar la posibilidad de que haya atacado a la Srta. Yamai y salido de la biblioteca sin que nadie lo notara! – argumentó Athena, señalando con su dedo a Blackquill.
– ¡Hmph, lo único que tienes son posibilidades y conjeturas! Los hechos duros y fríos permanecen, de que el Sr. Tadano no sólo fue visto entrando a los archivos con la Srta. Yamai antes del ataque, sino que fue visto huyendo después del ataque. ¡Al mismo tiempo, la única evidencia de que el Sr. Honshoku haya existido en esa sala es ese registro de inicio de sesión de tres horas antes! – declaró Blackquill. – ¡Enfréntalo, la única persona que podría haber cometido el crimen es el Sr. Tadano!
*¡SLAM! ¡SLAM! ¡SLAM!*
– ¡Ya basta! – La Jueza Gavèlle silenció la confrontación de los abogados, haciendo que voltearan su atención hacia ella. – Esta es la opinión de esta corte: no hay evidencia sólida de que el Sr. Honshoku haya permanecido en los archivos de la biblioteca hasta que la Srta. Yamai y el Sr. Tadano hayan llegado. Por otra parte, la corte tampoco puede ignorar la posibilidad de que el Sr. Honshoku haya atacado a la Srta. Yamai y escapado sin ser visto. ¡Por lo tanto, hasta que hayamos oído el testimonio del Sr. Honshoku en persona, será imposible declarar un veredicto sobre el Sr. Tadano!
– Por desgracia para usted, Su Santidad, el hombre sigue igual de elusivo. A pesar de que han estado buscándolo por más de un día completo, aún no tenemos pistas de su ubicación. – replicó secamente Blackquill.
– Entonces tendremos que levantar la sesión por el día de hoy. Fiscal Blackquill, su tarea será ubicar al Sr. Honshoku y, de ser posible, traerlo para que testifique. – ordenó la Jueza Gavèlle.
Hitomi miró a Athena y Phoenix. – ¿Qué pasará si no pueden encontrarlo?
– Bueno, me imagino que después del límite de tres días para el juicio, la Jueza Gavèlle emitirá su veredicto. – replicó Athena.
– ¡Eso es bueno! – los ojos de Hitomi se iluminaron. – Ya que hay la posibilidad de que otro sospechoso sea culpable, no tendrán más opción que declarar inocente a mi hermano, ¿verdad?
– Esa es una posibilidad. Por otro lado, la evidencia en contra de tu hermano sigue siendo muy condenatoria, y sin nada sólido en contra del Sr. Honshoku, también podrían declararlo culpable. – señaló Phoenix, reposando una mano sobre el mentón pensativo. («Y eso sin considerar el hecho de que Yamai trataría de hacer que Hitohito y su familia sean castigados en la corte civil. Y sin evidencia sólida que apunte a un sospechoso diferente, ella tendría muchas posibilidades de ganar en su contra...»)
– Los procedimientos se reanudarán mañana a las 9:30 AM en punto. ¡Se levanta la sesión!
Antes que la Jueza Gavèlle pudiera golpear el mazo y hacer oficial su proclamación, las puertas de la sala se abrieron, revelando a Onemine y Nakanaka. Onemine tenía los brazos cruzados y una expresión severa en su rostro mientras caminaba hacia el estrado para reunirse con Otori, mientras una Nakanaka de aspecto deprimido venía detrás de ella. Tenía su mano cubierta con una venda nueva.
– Perdón por tardarnos tanto. Sacar fragmentos de vidrio de una mano es mucho más difícil de lo que recordaba. – se disculpó Onemine. – Con suerte, no nos perdimos de nada importante.
– ¡Deberías considerar mantener a tu amiga amarrada con una cuerda muy corta! – replicó Blackquill, cruzándose de brazos.
– ¡Como si le fuera a hacer algo tan degradante a mi mejor amiga! ¡Usted tiene una mente muy enferma, fiscal! – le gruñó Onemine, amenazándole con el puño.
– ¡Entonces dime cómo planeas mantener un ojo sobre ella! – Blackquill estampó su palma en el escritorio. – ¡Por la forma en que se fue vagando por las calles en la noche y confió en completos extraños, tuvo suerte de no ser secuestrada por algún lunático depravado!
– ¡L-lo dice el lunático depravado condenado por asesinato! – tartamudeó Onemine. Ella sabía que Blackquill tenía razón sobre el comportamiento peligroso de Otori aquel día; unos momentos después que Otori devolvió el teléfono, Onemine finalmente logró alcanzarla después de buscarla toda la tarde. E incluso al día siguiente tuvo que pasar toda la mañana buscando a su amiga perdida, así que sus preocupaciones sobre mantener un ojo sobre ella tenían algo de mérito.
– Debo disculparme por el comportamiento poco profesional del Fiscal Blackquill, Srta. Onemine. Todos aquí estamos muy preocupados por la seguridad de su amiga. – le aseguró la Jueza Gavèlle. – En cualquier caso, ya pueden marcharse a casa. La sesión está a punto de levantarse por el día de hoy...
– ¿Levantarse? – Nakanaka alzó una ceja. – ¿A qué se refiere con "levantarse"?
– Significa que los procedimientos terminan por...
– ¡Sé lo que significa el término! ¡Lo que pregunto es por qué! – espetó Nakanaka.
La Jueza Gavèlle estaba totalmente imperturbable con la declaración de Nakanaka. – Durante su ausencia, causada por su comportamiento imprudente, descubrimos a otro posible sospechoso: el Sr. Itsuki Honshoku. Para poder emitir un veredicto justo, tenemos que escuchar su testimonio primero, pero como está desaparecido, la corte levantará la sesión hasta que lo encuentren...
– ¿Qué...? ¡No, eso es IMPOSIBLE! – gritó Nakanaka. – ¡No puedo permitirlo! ¡Yo sé lo que vi! ¡Vi a ese bellaco de Tadano agredir violentamente a mi amiga!
– Hmph, guárdate tu ira para mañana... – dijo Blackquill, dándole la espalda a toda la corte. – Tendrás tu oportunidad de testificar entonces...
– ¡No! ¡Para entonces, la Reina de Amarillo será demasiado poderosa! ¡Samurai Sombrío, tiene que darme otra oportunidad! ¡Permítame testificar de nuevo! ¡Le prometo que recuperaré mi honor y acabaré con la malvada Reina de Amarillo, o mi nombre no es MEI KARUMA VAN ZIEKS! – declaró Nakanaka haciendo una serie de gestos arcanos que concluyeron con una pose mayormente asociada con GoJo's Blizzard Adventure.
– Su nombre es Omoharu Nakanaka, no Mei Karuma Van Zieks... – declaró secamente la Jueza Gavèlle. – A pesar de todo, estoy dispuesta a darle otra oportunidad para testificar. ¡Pero será la última! ¡Si no puede probar la culpabilidad del acusado en su siguiente testimonio, la sesión se levantará por el día de hoy, sin peros ni quejas de nadie!
– ¡Gracias, Su Eminencia! ¡No la decepcionaré! – Nakanaka alzó su puño y se preparó mentalmente para la batalla.
Athena soltó un largo gruñido. – Ohhh cieeeelooos, aquí vamos otra vez...
28 de septiembre, 12:45 PM
Salón vacío – Preparatoria Itan
En un salón de clases vacío en el segundo piso se encontraban sentados los miembros del Culto de Komi que habían emboscado a Apollo. Luego de pasar más de media hora en la lluvia, ahora estaban tratando desesperadamente de secarse y calentarse tras estar en el frío, sentados en sus escritorios. En frente del salón, Kozue Taida estaba de pie con los brazos cruzados y una mirada de decepción en su rostro.
– Asumo que todos ustedes tendrán una buena excusa para no sólo haber fallado en capturar al Sr. Justice, sino para haberse quedado encerrados en la azotea... – preguntó Taida con desprecio.
– ¡No fue nuestra culpa! ¡Teníamos a Justice justo donde lo queríamos! ¡¿Cómo íbamos a saber que un psicópata aparecería amenazando a Komi-sama con un cuchillo al cuello?! – dijo Chiarai suplicando, y agitando las manos.
– ¿Y ni siquiera se preguntaron cómo el supuesto "psicópata" no sólo sabía dónde estaban, sino que pudo agarrar a una rehén específica para usarla de palanca contra ustedes? – Taida levantó una ceja. – Esperaría que al menos uno de ustedes tendría que sospechar que era un truco. Quiero decir, en serio, ¿a ninguno de ustedes se le hizo sospechosa esa orden de mantener los ojos fijos en el suelo?
– ¡Bueno, a mí, pero claro que estos malditos idiotas no quisieron escucharme! – dijo Ishioda haciendo una mueca desdeñosa, antes de montar sus pies sucios sobre el escritorio.
– ¡Ese tipo tenía a nuestra Diosa como rehén! ¿Qué se suponía que hiciéramos? ¿Desafiarlo y arriesgarnos a que la mataran? – argumentó Sonoda.
– Qué interesante que digas eso... – intervino Taida. – Porque según lo que escuché, alguien vio a Komi abandonar el edificio seguida de varias otras personas, incluyendo a Apollo Justice, Najimi Osana y otra estudiante. Y ninguno de ellos parecía estar teniendo cautiva a Komi.
– Espere, ¿Najimi estaba con ellos? – exclamó Chiarai. – No me extraña que Justice se haya podido escapar. ¡Esa cucaracha de pelos lavanda probablemente fue quien lo desató mientras nosotros estábamos distraídos!
– La pregunta es, ¿quién es la otra estudiante? ¿Sería la que se hizo pasar por el psicópata con el cuchillo? – se preguntó Sonoda, cruzando los brazos.
Taida se tocó la frente pensativa. – Creo que es una estudiante de otra clase, aunque por lo que alcancé a ver, llevaba puesta lo que parecía ser una capa de mago...
– ¡Yo sé quién es esa perra! – Los ojos de Ishioda se iluminaron al oír lo de la capa de mago. – ¡Trucy Wright! ¡Está en mi clase! ¡Siempre va con ese ridículo disfraz de mago y hablando sobre sus actos de magia! Pero ella es muy diminuta, y el psicópata con el cuchillo era muy alto...
– ¿Dijiste "Wright"? ¿Cómo "Phoenix Wright"? – inquirió Chiarai.
– No tengo idea, maldición... – Ishioda se encogió de hombros.
– Aguanta un segundo, dijiste que era una maga, ¿no? ¡Apuesto a que utilizó algún truco de magia para aparentar que estaba tomando de rehén a Komi-sama! – Chiarai chasqueó los dedos. – ¡Es una simple charlatana, igual que su padre!
– Lo que más me preocupa es por qué Komi iría con gente como esa en absoluto... – señaló Taida.
– Sí, ¿es que no se da cuenta que ellos intentan evitar que Tadano enfrente a la justicia? – Chiarai golpeó el escritorio. Su odio hacia Tadano crecía entre más pensaba en la situación.
– Uhh, quizás por eso es que los está ayudando... – sugirió Shinobino. – Después de todo siempre se la pasa con él todo el tiempo...
– Si ese es el caso, entonces tenemos un gran problema... – Taida se dirigió a todos en el salón. – Tadano de alguna manera le ha lavado el cerebro a Komi, y...
– Tal vez yo pueda ayudarles con este problema... – dijo una voz desde la puerta del salón, captando la atención de Taida y los Cultistas de Komi.
Ishioda levantó las manos incrédulo. – ¿Quién es este hijo de perra salido de los Hombres de Negro?
– ¡Sr. Asano! – exclamó Taida. – ¿Cuánto tiempo lleva allí?
– Lo suficiente... – replicó Asano en tono perezoso mientras caminaba por el salón. Luego se apoyó en el escritorio donde estaba el dinero. – Odio interrumpir su pequeña reunión, pero necesito su ayuda en otra parte. Ha habido algunos eventos bastante inconvenientes para mì y la Srta. Yamai, y necesito su ayuda para corregirlos...
– ¡Espere! ¿Qué le pasó a Yamai? ¿Ella está bien? – inquirió Chiarai en tono preocupado.
– Me temo que ha sido arrestada... – respondió Asano directamente.
– ¡¿A-a-arrestada?! – Chiarai se fue para atrás del shock, cayéndose de su escritorio y golpeándose en el suelo. Le llevó unos momentos registrar por completo que había escuchado que su "novia" había sido arrestada. Una vez que lo hizo, se levantó de nuevo, y marchó furiosamente hacia Asano, agarrándolo de la corbata. – ¡Ella fue la víctima de una agresión! ¡¿Quién la secuestró?! ¡¿Y por qué?!
– Si me quitas las manos de encima... – Asano le agarró la mano a Chiarai y se la empujó de vuelta. – ... entonces te lo diré. El hombre responsable fue ni más ni menos que el Fiscal Simon Blackquill...
– ¿El Fiscal Blackquill? ¿Habla del hombre a cargo del juicio de Tadano? – preguntó Taida.
Asano asintió. – El mismo...
– ¡¿Qué diablos?! ¡Eso no tiene ningún sentido! ¡¿Por qué la persona que intenta condenar a Tadano iría tras Yamai?! – protestó Chiarai, intentando agarrar de nuevo a Asano, pero siempre le desvió la mano.
– Dice que por "obstrucción de justicia, violación de la privacidad y voyerismo", sin embargo, creo que tiene una rencilla personal en contra de Yamai... – dijo Asano despreocupadamente.
– ¡Yo le voy a enseñar que es una rencilla cuando le meta mi puño en su trasero! – gruñó Chiarai mientras cerraba sus puños, provocando que Asano rodara los ojos.
(«Wow, Yamai en serio lo tiene comiendo de su mano.») pensó Asano. Aunque mentalmente gruñía ante la idea de que alguien fuera tan simp como este iluso, supuso que le sería útil como peón si veía la oportunidad de utilizarlo.
Le puso la mano en el hombro. – Entiendo que estés molesto con el Fiscal Blackquill, pero no es un hombre con quien cualquiera pueda meterse. Incluso con sus cadenas, podría matarte a ti o a cualquiera de ustedes antes que le pudieran lanzarle un solo golpe...
– ¡Aunque así sea, no me puedo quedar quieto mientras ese degenerado sigue atormentando a mi novia! ¡Tiene que haber una forma de ayudarla! – suplicó Chiarai.
– Si hay algo para lo que te necesite, te lo haré saber. Entretanto, nosotros deberíamos irnos, Sra. Taida... – replicó Asano mientras empezaba allevársela hacia la puerta.
– Umm, antes de irnos, cuando habló de "corregir", ¿a qué se refería con eso? – le preguntó mientras alzaba una ceja.
– Se lo explicaré cuando lleguemos al centro de detención. Lo único que debe hacer ahora es seguir mis instrucciones, y todo saldrá bien... – replicó Asano. Sin embargo, podía ver que Taida se estaba empezando a poner escéptica de lo que realmente estaba tramando y quizás se lo pensara dos veces antes de mentir en la corte, aunque fuese para lograr que condenaran a Tadano. – Por supuesto, si no se siente dispuesta, siempre puedo decirle a la administración de la escuela sobre usted-sabe-qué...
– Bien, haré lo que me dice... – suspiró Taida. Sabía que lo que fuera que Asano estaba planeando obligarla a hacer no era totalmente legal, pero estaba dispuesta a seguirle el juego con tal de mantener su trabajo a salvo y eliminar a Tadano.
Antes de que se fueran, el teléfono de Asano comenzó a vibrar y dio un repique. Al sacarlo y examinarlo murmuró entre dientes al examinar la fuente de la notificación.
– ¡Mierda! ¿Por qué ahora, en este preciso momento?
– ¿Sucede algo malo? – inquirió Chiarai.
Asano miró a Chiarai, y luego a su teléfono. Una pequeña sonrisa se formó en su cara al ver una oportunidad de lidiar con este nuevo problema que acababa de surgir.
– Mencionaste antes que estabas buscando a un tal Apollo Justice, ¿correcto? – preguntó Asano.
Chiarai asintió nervioso, preguntándose cuánto habría escuchado Asano de su conversación anterior entre él y sus colegas del Culto de Komi.
– Alguien ha irrumpido en el apartamento de la Srta Yamai, y tengo una fuerte corazonada de que el mismo Sr. Justice a quien están buscando es el culpable. Dijiste que querías ayudar, y acabo de encontrar la tarea perfecta para ti. – propuso Asano.
– ¡Lo haré! – Chiarai aceptó al instante. – Ya es bastante malo que ese rufián de Blackquill se esté metiendo con mi novia, ¡pero ahora hay otro degenerado metiéndose en su casa! Eso no está bien, y me aseguraré que Apollo Justice y sus secuaces paguen por lo que han hecho.
– Pero deberíamos tener cuidado. Komi-sama aparentemente anda con ellos, ¡y no queremos lastimarla! – le aconsejó una de las chicas cultistas.
– Tienes razón. Será difícil, pero si nos encargamos de Justice, Najimi y Trucy, Komi seguramente verá la razón, aunque tengamos que purificarla de la corrupción que ellos y Tadano le han infligido... – asintió Chiarai.
– Uhh, ¿qué pasará si es otra persona en lugar de Apollo Justice quien se está metiendo en su casa? ¿No deberíamos informar a la policía? – cuestionó Shinobino.
– ¡No seas un maldito gallina, chico ninja! Este tipo probablemente tenga una buena razón para no querer involucrar a los polis. Además, creo que podemos manejar una irrupción armada bastante bien... – replicó Ishioda, sacando un cuchillo para enfatizar su punto.
– La princesa Yakuza tiene razón. Considerando el camino de guerra de Blackquill en contra de Yamai, involucrar a la policía en esto podría ser... problemático... – replicó Asano.
Ishioda empezó a hervir ante el apodo que le dio Asano. – ¿Cómo me acabas de...?
– Como sea, no les puedo dar todos los detalles, pero seguramente podrán lidiar con ellos sin problemas. Si tienen éxito, hasta les daré algo de dinero para que gasten... – les ofreció Asano.
– ¿Cómo cuánto? – inquirió Sonoda.
– Lo suficiente como para que cada uno de ustedes se compre la última consola PlayStore con juegos incluidos. ¡Ahora, andando! – dijo Asano, aplaudiendo con las manos en gesto de "¡Moviéndose!". – ¡Cada segundo que pierden aquí les da más tiempo a los culpables de escaparse!
Los Cultistas de Komi se levantaron de sus asientos. Algunos prepararon armas para pelear contra Apollo y el resto. Otros estaban en sus teléfonos, avisando a los otros Cultistas de Komi de lo que estaba pasando en la casa de Yamai.
Shinobino, entretanto, se preguntaba cómo esta persona misteriosa conocida como el Sr. Asano supo que alguien había irrumpido en primer lugar. La única posibilidad que se le ocurría era que fuese una alarma silenciosa, pero en ese caso, ¿por qué llegaría a su número privado en lugar de a la policía? Intentó apagar sus sospechas del Sr. Asano diciéndose que, de todos modos, detener a alguien de irrumpir en la casa de una de sus amigos era algo bueno, sin importar nada.
En cuanto al Sr. Asano, escoltó a Taida hasta el estacionamiento donde estaban aparcados sus autos. Tenía confianza en que los Cultistas de Komi podrían lidiar con la irrupción, pero no estaba seguro si su plan para que condenaran a Tadano y eliminar a Blackquill daría resultados. Ya tenía a una de sus testigos y necesitaba ir por la otra. Lo único que le faltaba era su as bajo la manga.
(«Más les vale a ese par de zoquetes tener listo ya a mi rehén. Si este plan falla por culpa de su estupidez, me aseguraré de que paguen por ello...»)
Esta historia continuará...
Acta del Juicio (Athena)
(* - Indica nuevo o actualizado)
Perfiles:
Apollo Justice (Edad: 23): Un abogado que ha estado en la agencia desde antes que yo me uniera. Tiene una habilidad increíble para detectar mentiras a través del lenguaje corporal de la gente.
Trucy Wright (Edad: 16): La querida hija del Sr. Wright. Una aspirante a maga profesional que también es estudiante en la preparatoria Itan.
Hitohito Tadano (Edad: 15): Mi cliente. Un joven amable que está sufriendo de TEPT por culpa de las acciones de Yamai.
Phoenix Wright (Edad: 34): Abogado propietario de la agencia. Le debo mucho por darme la oportunidad de convertirme en una abogada consumada.
Shouko Komi: (Edad: 15): Amiga cercana de Hitohito y su compañera de clase. Es una chica hermosa que tiene problemas para comunicarse.
Najimi Osana (Edad: 15): Estudiante de Itan que siempre tiene mucha energía, y aparentemente tanto Hitohito como Trucy son sus amigos de la infancia. Su verdadero género es un misterio.
Ren Yamai (Edad: 15): No sólo ha secuestrado y acosado a mi cliente durante meses, sino que también lo atacó con un cuchillo. ¡Debo detenerla a toda costa!
Nene Onemine (Edad: 16): Una estudiante que se preocupa por los demás como una hermana mayor. Es muy amable y protectora especialmente con su compañera Kaede Otori.
Kaede Otori (Edad: 16): Una estudiante que parece siempre ser muy lenta y distraída. Le devolvió a Hitohito su teléfono perdido el día del incidente.
Bobby Fulbright (Edad: 33): El enérgico detective a cargo de este caso. A veces me hace preguntarme qué significa realmente la justicia.
Sakura Gorimi (Edad: 17): Una estudiante de segundo año, y la bibliotecaria principal. Aún puedo sentir el golpe que me dio en la cabeza con su abanico mortal.
Omoharu Nakanaka (Edad: 15): Una estudiante con síndrome de adolescencia que se hace llamar la Archimaga "Mei Karuma Van Zieks". Supuestamente vio todo el incidente.
Simon Blackquill (Edad: 28): Un fiscal y prisionero condenado a muerte. Posiblemente haya sido el fiscal de otro caso que ocurrió en Itan antes de ser arrestado.
Kozue Taida (Edad: 49): Profesora de la clase de Hitohito y Shouko. Es muy holgazana y le encanta aprovecharse de Hitohito para que él haga su trabajo en su lugar.
Itsuki Honshoku (Edad: 33): El experto en informática residente en Itan. Accedió a los archivos de la biblioteca el día del incidente.
Masatomo Yamai (Edad: 61): El padre de Ren Yamai (en teoría) y presidente de Yamai Holdings. Un hombre de negocios muy exitoso, pero también un fracaso como padre.
Junichi Asano (Edad: 25): La mano derecha de Masatomo Yamai. Se encarga de las tareas del día a día con las que el Sr. Yamai no puede o no quiere tomarse la molestia, como criar a su hija.
Hitomi Tadano (Edad: 14): Hermana menor de Hitohito, y totalmente opuesta a él en personalidad. Puede ser un poco impulsiva, pero quiere mucho a su hermano y se preocupa por él.
Dick Gumshoe (Edad: 40): Un detective de la división de homicidios con quien el Sr. Wright solía cruzarse a menudo. Aunque le falta inteligencia, lo compensa con su lealtad y corazón.
Hitoshi Tadano (Edad: 46): El padre de Hitohito. Se suponía que se encontraría con el Sr. Honshoku el día que ocurrió el incidente.
Jeanne Tadano (Edad: 43): La madre de Hitohito. Solía ser una vieja amiga del Fiscal Blackquill.
Takara Yamai (Fallecida): La hermana mayor de Ren Yamai, que fue asesinada en la Preparatoria Itan hace siete años.
Carl Pritt (Fallecido): Un antiguo custodio que trabajó en la Preparatoria Itan que fue sujeto de rumores muy perturbadores. Fue condenado por el asesinato de Takara Yamai.
Verity Gavèlle (Edad: 34): La jueza que preside este juicio, una mujer educada pero de carácter severo. Parece conocer bien al Fiscal Blackquill.
Kenshin Hosonaga (Edad: 70): Un alguacil de edad avanzada en la corte que perdió a su hijo hace décadas. Simpatiza con la situación de Hitohito y no quiere que termine yendo por el mismo camino que su hijo.
Lucretia Augustus (Edad: 37): Una detective rubia conocida por su corrupción. Fue contratada por Yamai para coaccionar a Hitohito para que hiciera una confesión falsa.
Brutus Augustus (Edad: 35): Un detective enorme y fornido, y hermano de Lucretia. Fue contratado por Yamai para coaccionar a Hitohito para que hiciera una confesión falsa.
Evidencia:
Distintivo de abogada: Mi nuevo y brillante distintivo. Lo perdí brevemente, pero Hitohito me ayudó a encontrarlo.
Puertas hacia los Archivos de la Biblioteca: Estas puertas supuestamente requieren una identificación del personal para poder entrar. Sin embargo, un fallo en el sensor también permite que las identificaciones de estudiantes las abran.
Diagrama del sótano: Un diagrama del sótano, que muestra los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. El pasillo del sótano y la sala de servidores estaban cerrados durante el crimen.
Reporte médico de Yamai: Un reporte médico de la Clínica Hickfield para Ren Yamai. Según el reporte, fue golpeada dos veces con un objeto contundente.
Reloj antiguo: Un reloj antiguo operado con baterías usado en la agresión, cubierto con la sangre de Yamai y las huellas digitales de Hitohito. Actualmente no tiene baterías en su interior.
Escritura en sangre: Un mensaje garabateado con sangre que va hacia la mano derecha de Yamai que lee "Tadano". Según Hitohito, no estaba allí cuando salió de los archivos.
Llave de la Sala de Servidores: La llave que abre las puertas de la sala de servidores desde los archivos de la biblioteca. Lleva una semana desaparecida.
Termostato: El dispositivo que regula la temperatura entre los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. Fue ajustado durante la hora del crimen, pero no se encontraron huellas digitales en él.
Computadora de los Archivos de la Biblioteca: Una computadora en los archivos de la biblioteca a la que Hitohito accedió por razones desconocidas. Se encontraron huellas digitales de Hitohito, Yamai, y un individuo desconocido en el teclado y el ratón.
Historial de inicio de sesión: Un registro de quién inició sesión en la computadora de los archivos de la biblioteca. El día del crimen, Itsuki Honshoku accedió a la computadora a las 9:15 AM, y la sesión se mantuvo abierta hasta las 1:15 PM, cuando Hitohito Tadano usó las credenciales de su profesora para iniciar su propia sesión.
Huellas en el escritorio: Huellas de manos encontradas en el escritorio de la computadora. Análisis indica que pertenecen a Ren Yamai.
* Abanico de papel: Un abanico de papel roto que se encontró en una papelera, afuera de un aula del segundo piso. Gorimi lo utilizó para atacar a Najimi la tarde del incidente.
Mancha de sangre borrada: Una mancha de sangre revelada con prueba de luminol en el piso junto al escritorio de la computadora. La sangre pertenece a Ren Yamai.
Teléfono de Hitoshi: El historial de llamadas muestra que intentó contactar a Itsuki Honshoku a las 3:15 PM el día del incidente. Sin embargo, no recibió respuesta y terminó dejando un mensaje de voz.
Artículo de Periódico: Artículo del Kanagawa Times que detalla el asesinato de Takara Yamai en la Preparatoria Itan hace siete años. Según el artículo, la persona responsable fue el custodio de la escuela Carl Pritt.
Regalo de Shouko: Un regalo que Shouko hizo para Hitohito. Tiene una tarjeta adjunta con su nombre en ella.
Diagnostico de TEPT: Un diagnóstico provisional escrito, firmado por el Dr. Koizumi que declara que Hitohito Tadano sufre de trastorno de estrés postraumático.
Palillos de metal: Un par de palillos de metal afilados que Yamai usó para amenazar a Hitohito. No hay sangre en ellos.
Llave de la biblioteca: La llave que abre las puertas de la biblioteca. Aparte de la administración de la escuela y el custodio, Gorimi y Honshoku poseen una copia cada uno.
Teléfono inteligente de Yamai: Yamai usó este teléfono inteligente para enviarle un mensaje de texto a Nakanaka pidiendo ayuda en la biblioteca.
* Teléfono inteligente misterioso: Un teléfono inteligente que pertenece a un individuo desconocido a quien Otori confundió con Hitohito. Supuestamente tiene una foto de Shouko Komi en su pantalla de inicio.
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