Capítulo 13: La voz de su corazón, Parte 1

NOTA PRELIMINAR: Debido al límite de 20 imágenes por capítulo, no pude colocar todas las burbujas de diálogo cuando los personajes gritan algo, sin mencionar que aquí también hay varios diagramas de la escena del crimen que son importantes. Así que pido disculpas si algunas partes las pongo en diálogo en lugar de con la imagen. Y con lo largos que son los segmentos del juicio, quizás deba considerar dividirlos en más partes para que quepan todos. Ya con eso, sigamos con la historia.


28 de septiembre, 8:29 AM

Aula de Clases 1-1 – Preparatoria Itan

Shouko y Najimi ya estaban en sus lugares, esperando a que la clase iniciara. Su amiga Trucy se les unió también, ahora mismo ocupando el asiento de Hitohito. Realmente nadie en el trío quería estar aquí; les preocupaba el destino de su amigo y deseaban poder estar allí con él para apoyarlo. Pero por desgracia, esa no era una opción, así que sólo podían esperar lo mejor y rezar porque Athena y Phoenix lograran absolverlo.

Trucy decidió matar el tiempo haciéndoles compañía no sólo para pasar tanto tiempo con Shouko como fuera posible, sino también por su falta de amigos en su propia clase. Si por ella fuera le gustaría transferirse a esta clase para estar con ellos, pero como lucían las cosas, eso no sería posible sin que Hitohito fuese removido de la escuela. Así que en última instancia decidió que no quería transferirse a esta clase si fuera a expensas de perder a Hitohito.

Mientras caminaban por la escuela antes, notaron que la atmósfera estaba mucho más tensa de lo usual. Las noticias del incidente se esparcieron como la pólvora, y los rumores ya habían echado a rodar a toda marcha. La mayoría de los estudiantes hablaban de lo horrible que era Tadano y expresaban simpatía por Yamai, pero varias de las historias que el trío alcanzó a escuchar eran totalmente invenciones.

Muchos de ellos creían que Hitohito había asesinado a Yamai, aunque los métodos que utilizó variaban de rumor a rumor. Algunos incluso decían que intentó forzarla y violarla, y cuando ella se resistió, él la mató como represalia. Ninguna de las declaraciones que se estaban esparciendo alrededor del cuerpo estudiantil se sostendría en una corte de justicia, pero en lo que a Hitohito concernía, ya estaba condenado por la opinión pública de Itan. Shouko, Najimi y Trucy hicieron el mejor esfuerzo por no escuchar los rumores, y por mucho que Najimi quería ir a gritarles al resto para que dejaran de esparcir acusaciones infundadas, sabía que sería un esfuerzo inútil.

En el salón, estaban ocurriendo conversaciones similares entre los otros estudiantes. Sin embargo, notaron que varios alumnos faltaban cuando el reloj se acercaba a la hora del período de orientación. Hitohito y Yamai eran obvios, considerando que eran el acusado y la víctima del caso respectivamente, pero faltaban otras tres estudiantes en el salón: Nakanaka, Onemine y Otori. Había especulación entre el resto de la clase sobre dónde podrían estar, pero Shouko, Najimi y Trucy sabían que las tres habían sido convocadas a la sala del tribunal para servir como testigos para el Fiscal Prosecutor Blackquill.

Trucy notó que Shouko empezaba a temblar y le puso una mano sobre el hombro. – Hey, ¿te sientes bien? – le preguntó.

Shouko negó con la cabeza. La mañana de hoy ya era suficientemente miserable sin Hitohito. El hecho de que hubiera tanta calumnia maliciosa siendo esparcida sobre su mejor amigo tampoco ayudaba.

– Hey, sé que las cosas se ven difíciles, pero Hitomon tiene a Nick y Athena de su lado. ¡No hay forma de que lo encuentren culpable! – trató Najimi de tranquilizarla. Sin embargo, Shouko seguía mirando con ansiedad al resto de los estudiantes. Aun si encontraban inocente a Hitohito, convencer al resto del cuerpo estudiantil era otra cosa, especialmente cuando muchos de ellos le tenían un odio irracional.

– ¡Sí! Aunque Athena sigue siendo novata, tiene a mi papá de su lado, y él ya es un veterano en los tribunales. Así que te lo garantizo, después de este fin de semana, Hitohito volverá a la escuela, ¡y todos podremos divertirnos, almorzar y caminar a casa juntos! – Trucy sonrió, dándole unas palmaditas en la espalda a Shouko, que volteó a mirarla. Aún no estaba 100% segura de esto, pero la sonrisa convencida de la maga le ayudó a calmarse un poco.

En otro rincón del salón, otros estudiantes estaban conversando. Un grupo de ellos eran los llamados "normies", Shigeo Chiarai, Taisei Sonoda y Mono Shinobino. En particular, Chiarai parecía estar muy complacido consigo mismo.

– Hey chicos, ¿ya se enteraron? – les preguntó Chiarai a sus amigos.

– ¿De qué? – preguntó Sonoda. – ¿Finalmente lograste terminar Eldritch Ring en modo difícil?

– ¿Estás vendiendo tus cartas de Arcane? – inquirió Shinobino, esperanzado de obtener algunas nuevas adquisiciones.

– ¡Mejor aún! – Chiarai sonreía de oreja a oreja. – ¡Tengo una cita!

– ¡Tu mano derecha no cuenta, ya lo sabes! – dijo Sonoda con sarcasmo.

– ¿Qué...? ¡NO! – respondió Chiarai con indignación. – ¡Tengo una cita con Yamai! [Kometani: Chiarai cayó redondito en sus engaños...]

La revelación provocó que tanto Sonoda como Shinobino estallaron en carcajadas. Chiarai no lo encontró divertido.

– ¡Sí, y apuesto a que también tienes una cita con Yadano y Nakanaka al mismo tiempo! – replicó Shinobino en medio de los ataques de risa.

– ¡Apuesto a que intentará después invitar a salir a Komi, vaya bastardo descarado! – añadió Sonoda, apenas logrando contenerse.

– Ohh, ríanse si quieren, pero me anoté esta cita de manera legítima. Verán, tuve una conversación por mensaje de texto con Yamai mientras estaba en el hospital, y me puse a consolarla. Ella apreció mis palabras amables, diciendo que mis mensajes le ayudaban a sobrellevar el dolor. Una cosa llevó a la otra, ¡y me invitó a tener una cita cuando salga del hospital! ¡Hasta tengo los recibos para demostrarlo! – Chiarai levantó su teléfono muy orgulloso para enseñar la conversación entre Yamai y él como prueba, efectivamente silenciando las risas de sus amigos.

– ¡Felicidades! ¡No sabía que lo tuvieras en ti! – Sonoda le dio palmaditas en la espalda. Chiarai levantó una ceja, preguntándose qué querría decir con eso.

– ¿Y cuál es el trato? – inquirió Shinobino.

– ¿Qué quieres decir? – preguntó Chiarai en respuesta.

– Bueno, no te tomes esto a mal, pero Yamai muuuuuuy arriba de tu liga. – señaló Shinobino. Rápidamente procedió a aclarar cuando vio que el otro chico estaba a punto de darle un puñetazo. – L-lo que quise decir es que ella está muy arriba de la liga de cualquiera de nosotros, y que sin duda alguien como ella probablemente querría algo, para haber aceptado salir contigo.

– ¡Ohh, no hay ningún trato! – le dijo Chiarai con arrogancia. – Creo que finalmente notó mi encanto natural y apreció que haya sido amable con ella ayer.

– ¡Dame acá eso! – Sonoda le quitó el teléfono y se puso a deslizarse en la conversación. – Aquí ella dice que quiere que le ayudes a asegurarse que Tadano no vuelva nunca más a esta escuela.

– ¡Como dije, no hay ningún trato! – Chiarai recuperó su teléfono. – De todas maneras nadie lo quiere de vuelta, especialmente como se la pasa acosando a Komi, ¡así que todos tenemos un interés común en asegurarnos que se quede fuera!

– ¡Oye, oye! – Sonoda asintió estando de acuerdo.

Chiarai se puso a moverse por su teléfono. – Bueno, había una cosa más que quería que hiciéramos, o más bien, hay una persona que quiere que vigilemos por si acaso. – les informó al grupo. Abrió la app de galería de fotos y les mostró una foto de Apollo que Yamai había tomado clandestinamente.

– ¿Quién es este tipo tan raro? – preguntó Sonoda.

– ¿Y qué onda con esos cuernos de demonio y la frentezota? – agregó Shinobino.

– Este degenerado aparentemente se la pasó acosando a Yamai cuando Komi fue a visitarla ayer en el hospital. Según me dijo Yamai, este tipo no sólo se puso a hacerle un montón de preguntas intrusivas, sino que además estaba poniendo a Komi visiblemente incómoda. La única razón por la que estaba allí es porque es el hermano mayor de una de las amigas de Komi que estaba acompañándolas. Dijo que era un astronauta, pero Yamai sintió que no estaba diciendo la verdad sobre eso. – explicó Chiarai. La calumniosa explicación sobre Apollo hizo que tanto Sonoda como Shinobino tuvieran tics en sus ojos de la rabia reflexivamente.

– ¡Qué nervio tiene ese tipo! ¡No hay excusa para hacer sentir incómoda a Komi de esa manera! – declaró Shinobino. [Kometani: La autoconciencia no es el punto fuerte de estos tres...]

Chiarai asintió estando de acuerdo. – Y eso no es lo peor. Según dijo Yamai, aparentemente también está tratando de asegurarse que Tadano no vaya a la cárcel por lo que hizo. No sé ustedes, pero a mí eso no me suena a lo que haría un astronauta normalmente...

– Definitivamente no, eso suena más como a un detective privado, o a un abogado o algo así... –Sonoda se golpeó la palma con el puño. – Supongo que los degenerados se la pasan juntos. Como sea, tenemos que encargarnos de él para que Tadano no regrese...

– Lo mismo pensé yo. Por suerte no estamos solos. Muchos otros individuos en la escuela que piensan igual fueron informados de este sujeto, así que si intenta meter las narices por aquí, ¡lo sabremos de inmediato! – les informó Chiarai a los otros dos. Se refería al grupo de estudiantes como él y sus amigos que veía a Komi como una diosa que debía ser adorada, conocidos no oficialmente como "El Culto de Komi".

– Suena bien. ¿Cuál es el nombre de este tipo, por cierto? – inquirió Sonoda.

– Déjame ver... – Chiarai volvió a retroceder en la conversación de texto para buscar la respuesta. – Hmm... ¡ahh, aquí está! ¡Su nombre es "Apollo Justice"!

– Apollo Justice, hmm.... – Shinobino se puso a pensar en algo.

– ¿Sí? ¿Conoces a este tipo? – preguntó Chiarai.

– He escuchado ese nombre antes. Déjame pensar... – dijo Shinobino, y tras unos momentos, su cabeza dio con algo. – ¡Ya lo recuerdo! Hace unos meses atrás, hubo un artículo bien loco en las noticias, donde aparentemente el alcalde de un lugar llamado el Valle de las Nueve Colas fue asesinado por un yokai. Y que el yokai en cuestión fue defendido por un abogado llamado Apollo Justice. ¡Apuesto a que este es el mismo sujeto!

– ¿Yokai? ¡Sácate de aquí! – dijo Sonoda dándole un golpe al ninja en la cabeza.

– ¡Pero es verdad! – protestó Shinobino.

– Lo importante es, que el nombre de este sujeto es Apollo Justice, y que es una amenaza para Komi. ¡Así que si lo vemos, tenemos que detenerlo! – declaró Chiarai.

– ¡Entendido! – asintieron Sonoda y Shinobino.

– ¡Ahora silencio, que la clase va a empezar! – les dijo Chiarai.

(«Probablemente debería informarle a Yamai sobre este dato...») pensó. Sacó su teléfono y volvió a meterse en la conversación entre él y Yamai.

> Shigeo Chiarai: ¡Hey, Yamai! Perdón por molestarte mientras te recuperas, pero averigüé algo de información nueva sobre este tipo Apollo Justice de quien me advertiste. Tenías razón: no es un astronauta, es un abogado.

> Ren Yamai: ¡LO SABÍA!

> Ren Yamai: (emojis de rabia x4)

> Ren Yamai: ¡Apuesto a que es parte del mismo grupo que los abogados de Tadano!

> Shigeo Chiarai: ¡Yikes! ¿Quién querría representar a un degenerado como él? 🙄

> Ren Yamai: Por lo que entiendo, su abogada principal es una idiota de cabello naranja llamada Athena Cykes, que se viste toda de amarillo. Es la misma idiota que chocó contra mí hace unos días en la calle. El hombre que la apoya se llama Phoenix Wright. Lo reconocerás fácilmente por su cabello de pinchos y ese traje azul barato que lleva.

> Shigeo Chiarai: ¿Phoenix Wright? Ahora todo tiene sentido. Escuché que ese tipo una vez utilizó evidencia falsificada para intentar que un criminal saliera libre. No me sorprende que un grupo de gente tan corrupta sean los únicos dispuestos a representar a Tadano. Como sea, nos aseguraremos que no se salgan con la suya. Los detendremos por cualquier medio necesario.

> Ren Yamai: ¡Gracias, Chiarai! Me sentiré mucho más segura contigo aquí para protegerme 😘

> Shigeo Chiarai: 😍😍😍

De vuelta en el otro lado del salón con Trucy, Shouko y Najimi, Trucy se levantó de su asiento. – Bueno, yo ya me tengo que ir a mi propia clase. ¿Qué tal si quedamos de vernos a la hora del almuerzo? – preguntó la maga.

– ¡Claro! – replicó Najimi. Shouko simplemente asintió. Todavía se notaba muy ansiosa.

– Resiste ahí, Shouko. ¡Mi papá y Athena harán que Hitohito salga libre antes de lo que crees! – Trucy le dio unas palmadas en el hombro a Shouko, y luego miró a Najimi. – ¡Tú también mantente fuerte! ¡Todo saldrá bien al final, ya lo verán!

– ¡Por supuesto! No tengo que qué preocuparme. ¡Nick es el mejor abogado que hay por aquí, después de todo! – dijo Najimi sonriendo. [Kometani: Najimi está igual que Komi en lo que a preocupación se refiere.]

[Gracias, Trucy. Te veré más tarde.] Shouko le escribió a su amiga.

– ¡Nos vemos luego! – Trucy se despidió antes de marcharse. Mientras iba saliendo, escuchó al grupo de Chiarai mencionar el nombre de "Apollo Justice" de una forma poco halagadora. No sabía cuál sería el contexto, pero su instinto le decía que no era nada bueno. Una vez salió del salón, cogió su teléfono para enviarle un mensaje de texto a Apollo.

> Trucy Wright: ¡Hey, Polly! Escuché a unos tipos en la escuela hablar sobre ti. No sé qué estaban diciendo, pero sonaban a que no les caías bien por alguna razón. Así que si tienes que venir a investigar en la escuela, ¡por favor ten mucho cuidado!

Mientras iba de salida, su presencia fue notada por cierto estudiante vestido de ninja, que no pudo evitar mirarla cuando se marchó.

(«¿Quién es esa chica que lleva una capa de mago? Nunca antes la había visto, ¡pero es realmente linda! Me pregunto si estará soltera...») pensó Shinobino.

**************************

– ¡Muy bien, clase, todo mundo a sentarse!

La profesora Kozue Taida llamó a orden a toda la clase. A pesar de lo que dijo, los estudiantes tardaron varios minutos en registrar sus palabras, antes de guardar sus teléfonos y otros objetos para volver a sus asientos. Una vez que todos se sentaron, Kozue colocó un sombrero sobre el escritorio del profesor.

– Estoy segura de que todos habrán oído sobre el incidente de hace dos días. He escuchado a muchos más de ustedes hablando al respecto en los corredores antes de clase. La Srta. Yamai se encuentra actualmente recuperándose en el hospital. Tengo confianza en que se repondrá por completo, y más tarde, todos le haremos una tarjeta de "Mejórate pronto". Y también, estarán felices de saber que el culpable ha sido arrestado y está siendo juzgado en la corte mientras hablamos.

La última declaración de Kozue hizo que los del Culto de Komi comenzaran a celebrar, y uno de ellos hasta maldijo a Tadano. Najimi y Shouko sufrieron un respingo simultáneo.

– ¡Cálmense, cálmense! Por razones legales, me veo obligada a no mencionar su nombre, y debo recordarles a todos que debe ser considerado inocente hasta que se pruebe su culpabilidad. – les dijo Kozue severamente a la clase. Su declaración fue recibida con gruñidos decepcionados. – Sin embargo, tengo en buena fe de autoridad que sin importar el resultado, no regresará a esta clase...

Los ojos de Shouko se abrieron de golpe. («Hitohito... ¿no regresará a clase... aunque lo declaren inocente?»)

No lo podría creer. Su primer amigo. Su mejor amigo. La razón por la cual había podido hacer a tantos nuevos amigos y tener nuevas experiencias que nunca se imaginó. Posiblemente alguien por quien albergaba sentimientos más profundos. Él era lo mejor que le había pasado en su vida, ¿y ahora no podría regresar a Itan, sin importar el resultado?

Todo lo que podía hacer era temblar en silencio y de impotencia, y Najimi fue la única persona en el salón que notó su expresión.

– A la luz de esta noticia, el asiento junto a la Srta. Komi ha quedado disponible. Ahora, sé que todos ustedes están muy ansiosos de querer reclamarlo para ustedes, pero para determinar quién se sienta allí de manera equitativa y justa, ¡haremos un sorteo para decidir quién gana dicho honor!

Kozue levantó el sombrero. – En este sombrero están todos sus nombres, incluyendo los de quienes se encuentran ausentes de clase. Quienquiera que salga elegido tendrá la opción de mover su asiento al lado de la Srta. Komi. Una cosa más: este sombrero también tiene un papel etiquetado como "nuevo estudiante". Si ese sale escogido, la persona que reemplazará a Tadano obtendrá ese mismo asiento también. ¡Es justo que el sustituto de Tadano también tenga una oportunidad de ganar el asiento! – explicó Kozue. [Kometani: Se le olvidó decir el "por razones legales no puedo mencionar su nombre" y todo eso...]

*¡PROTESTO!*

Najimi estampó ambas palmas en su escritorio de manera similar a como lo haría Phoenix Wright. – ¿A qué se refiere con "la persona que reemplazará a Tadano"? ¡El juicio ni siquiera ha comenzado! ¡Todavía podría demostrarse que es inocente! – protestó Najimi. – ¡¿Y desde cuándo se decidió que no va a volver a esta clase?!

– ¿Qué te importa? – dijo Chiarai con una mueca burlona. – ¡Todos saben que él lo hizo, bien podemos darle ese asiento a alguien que se lo merezca más!

– Ohh, ¿entonces está bien saltearse los procesos legales porque ustedes se quieren sentar junto a una chica en clase? – espetó Najimi. – Además, él es mi amigo de la infancia, y sé bien que no es perfecto, ¡pero no merece ser tratado así! ¡Especialmente cuando es inocente!

– ¿No se supone que todos son tus amigos de la infancia? – señaló Sonoda con desprecio.

– Bueno, Najimi sin duda pasa mucho tiempo con Tadano... demasiado, diría yo... – señaló Shinobino.

– ¿Y eso qué? – Najmi contraatacó apuntando con el dedo. – ¡Eso no cambia el hecho de que poner a subastar su asiento y tratarlo como un criminal antes que empiece su juicio es injusto!

– ¡Sólo estás enojada porque probablemente no tendrás el asiento al lado de Komi! – declaró Yadano con arrogancia.

– ¡Y probablemente tú tampoco lo tendrás, como siempre pierdes! – señaló otro estudiante.

– ¡CLARO QUE NO! ¡ME VOY A GANAR ESE ASIENTO! ¡YA LO VERÁN! – Yadano apretó sus puños con rabia. [Kometani: Va a perder...]

Los estudiantes continuaron discutiendo sobre quién obtendría el codiciado asiento al lado de su diosa Komi. Mientras peleaban, Najimi notó que Shouko se estaba poniendo peor, la ansiedad le estaba ganando. Empezó a respirar con dificultad, y sus ojos miraban a todas partes, como si quisiera salir del salón. Usualmente, Hitohito estaría aquí para calmarle los nervios, pero con él ausente, Najimi tuvo que salir al paso.

*¡PROTESTO!*

– ¡Detengan esto! – gritó Najimi, estampando los puños en su escritorio. – ¡¿No se dan cuenta que la están poniendo más nerviosa?!

– ¡Estoy de acuerdo! ¡Debemos poner fin a esta farsa! – declaró un estudiante con gafas.

Todo mundo lo miró confuso, incluyendo a Najimi. El chico que acababa de hablar y ponerse de pie no era otro que el deslumbrante narcisista Shisuto Naruse.

– Najimi tiene razón. El juicio de Tadano ni siquiera ha comenzado, y aun así todos ustedes ya están reclamando su asiento como si les perteneciera por derecho. ¿Qué sucedería si Tadano fuera inocente? ¿Qué harían en ese caso? – les preguntó Naruse.

– Pff, abre los ojos. ¡Todos sabemos que Tadano fue quien lo hizo! ¡Él es culpable porque nosotros lo decimos! ¡Fin de la historia! – gruñó uno de los estudiantes con aspecto de delincuentes.

– ¡Aunque lo declaren no culpable, nosotros nos aseguraremos que reciba la justicia que se merece! – Otro delincuente se golpeó el puño con la palma.

– ¡Sí! ¡Él no va a volver! – dijo un tercer delincuente estando de acuerdo. Najimi empezaba a enfadarse cada vez más, mientras Shouko se ponía más y más ansiosa.

– ¡No intentes fingir que no quieres el asiento al lado de Komi igual que nosotros, Naruse! – declaró el primer delincuente.

Naruse simplemente se ajustó las gafas y le restó importancia a las palabras del delincuente. – No me malentiendan: nada me complacería más que sentarme junto a alguien tan maravillosa como yo. Sin embargo, tengo mis estándares, y nunca me rebajaría tanto como para robarle el asiento a alguien que ya pertenece allí.

»Más aún, no soy tan canalla como para juzgarlo culpable sólo por la opinión pública. Tenemos un sistema judicial por una razón, y deberíamos esperar a que haga su trabajo antes de ponernos a subastar su asiento. Taida-sensei, le pido que posponga este sorteo hasta después que el juicio se decida. Sin embargo, si decide insistir, entonces cuénteme por fuera de ello: ¡un ritual tan poco civilizado está por debajo de mí! – le dijo Naruse a toda la clase. [Kometani: Está tratando de verse bien, pero en realidad sí cree en lo que predica. En su mayor parte...]

– Por una vez, estoy de acuerdo con Naruse. ¡A mí también cuéntenme por fuera! – intervino Kometani, saliéndose de su habitual estilo de narración por un momento. Naruse inmediatamente asintió con suficiencia, sin darse cuenta que el comentario de Kometani también era a expensa suya. [Kometani: Además, no soy tan tonto como para no darme cuenta de que si me siento allí al lado de Komi, voy a sufrir la ira de todos igual que Tadano.]

Najimi, Satou, Katou y Sasaki también pidieron que sus nombres fueran retirados del sombrero. Sin embargo, el resto de los estudiantes los dejaron allí, y varios de los del Culto de Komi entre ellos se burlaron de los seis estudiantes que decidieron salirse, preguntándose por qué dejaban pasar la oportunidad de sentarse junto a su diosa de la clase. En ese punto, Shouko ya estaba agarrándose la cabeza, a punto de sufrir un colapso total.

Najimi le lanzó una mirada a la profesora. – Bueno, ¿qué va a hacer, Taida-sensei? Varios otros estudiantes han expresado su desacuerdo con este sorteo tan apresurado, y más todavía de condenar a Tadano antes de su juicio. Así que ¿todavía va a regalar su asiento?

Kozue se puso a revolver el sombrero junto con todos los nombres restantes. Metió la mano y sacó un trozo de papel que contenía un nombre, y lo desdobló. – ¡La persona que se sentará en el lugar de Tadano será Ren Yamai! – declaró. Varios estudiantes más gruñeron de decepción por no ser escogidos, pero estuvieron de acuerdo en que, si alguien merecía ese asiento, era la supuesta "víctima" de la agresión.

– ¿Q-qué? ¿Acaso me estaba escuchando? – preguntó Najimi con incredulidad. – ¿Cómo puede esto ser justo?

Kozue cruzó sus brazos. – ¿No te lo dije antes? ¡Tadano no va a volver sin importar el resultado!

– ¡¿Por qué no?! ¡¿Qué le da a usted el derecho de tomar esa decisión?! – protestó Najimi.

Kozue sacudió su cabeza. – No soy yo quien está tomando esa decisión. Escuché a los altos mandos discutir sobre este incidente, y todos están de acuerdo en que, incluso si Tadano es declarado 100% inocente, todavía será expulsado por haber perturbado la armonía de esta escuela. ¿No te gusta? Puedes ir a hablarlo con ellos, aunque dudo que te vayan a escuchar...

Esta revelación desató una oleada de reacciones mixtas en el salón. Los que eran parte del Culto de Komi comenzaron a celebrar ruidosamente. Otros estudiantes sacudieron sus cabezas incrédulos, pensando que esta acción era ir demasiado lejos, pero se quedaron en silencio. Najimi intentó protestar de nuevo, pero no le salió nada. Aunque lo hiciera, la decisión era definitiva.

En cuanto a Shouko, esto fue la gota que derramó el vaso. Durante todo este intercambio, estaba sufriendo de una mezcla de ansiedad y culpa. La ansiedad por ser el centro de la atención no deseada, y la culpa por todas las cosas horribles que decían de Hitohito, sólo por la amistad de ella con él. La idea de que Hitohito ya no sería más su compañero de clases sin importar el resultado fue demasiado, especialmente porque, en su mente, todo esto era completamente por culpa de ella.

Y sin más, colapsó sobre su silla y se desplomó en el suelo.

28 de septiembre, 9:45 AM

Enfermería – Preparatoria Itan

Los ojos de Shouko parpadearon lentamente mientras se abrían. Lo último que recordaba fue que estaba en clase sufriendo un colapso nervioso. Al recobrar el sentido se dio cuenta que su entorno era mucho más tranquilo. Mirando alrededor, vio que estaba tendida en un sofá de recuperación en la enfermería de la escuela.

– ¡Hey, finalmente despertó! – exclamó una voz, captando la atención de Shouko.

Al girarse, vio a Najimi en una silla frente a ella, con el teléfono en la mano. Una enfermera de la escuela también había venido a verla.

– Qué bueno que al fin despertaste. ¿Cómo te sientes, Srta. Komi? – preguntó la enfermera amablemente.

– Y-y-y-y-y-y-y-y-y-y-y-y-yo... – Shouko empezó a tartamudear. Instintivamente comenzó a buscar su libreta para terminar su mensaje, pero se dio cuenta que no la tenía consigo. Empezó a sentir pánico y se preocupó de que, si no le respondía rápido, la enfermera se podría enfadar con ella.

Por suerte, Najimi de inmediato se dio cuenta de su predicamento. – Ohh, ¿de casualidad no tiene algo que ella pueda usar para escribir, enfermera? – le preguntó.

– Déjame ver... – La enfermera se levantó y se puso a registrar su escritorio. Unos segundos después volvió con un bolígrafo y una libreta de bolsillo para que Shouko pudiera escribirle. – ¡Aquí tienes!

[Gracias.] escribió Shouko.

– ¡No hay problema, cariño! – sonrió la enfermera. – ¿Cómo te sientes?

[Todavía estoy un poco mareada. Lo último que recuerdo fue que estaba en clase. De pronto me desorienté por todo lo que estaba pasando a mi alrededor. Lo siguiente que supe fue que desperté aquí. ¿Ustedes saben qué me pasó?] escribió Shouko, mirando entre todos.

– Mientras todos estaban peleándose por el asiento de Hitomon en el salón, te desmayaste. – explicó Najimi. Recordar esto hizo que Shouko suspirara con depresión. – Amami Satou y yo te trajimos a la enfermería, y yo decidí quedarme hasta que despertaras.

Los ojos de Shouko se abrieron de golpe. Rápidamente garabateó un mensaje. [¿Cuánto tiempo has estado aquí? ¡Espero que no te hayas perdido la clase por culpa mía!]

– Has estado desmayada por casi una hora. – replicó la enfermera. – Le pregunté a Najimi si quería volver a clase, pero insistió en quedarse contigo.

– Sí. Además, luego de lo que pasó en el salón, no me siento de humor para regresar... – Najimi suspiró.

– Bueno, no deberían faltar a sus clases, pero si no se sienten bien, no voy a pelear con ustedes. Si necesitan algo más, por favor háganmelo saber. – ofreció la enfermera con amabilidad antes de volver a trabajar en su papeleo.

– ¡Entendido! ¡Gracias! – replicó Najimi. En eso, Shouko miró el teléfono que Najimi sostenía y lo señaló. – Ohh, ¿esto? He estado viendo el juicio de Hitohito mientras esperaba a que despertaras. Lo están transmitiendo en vivo por el canal de YouTune de la Corte del Distrito.

Shouko sintió nervios, pero también curiosidad. Una parte de ella no quería ver cómo iba, con Hitohito siendo acusado de cosas que no hizo. Al mismo tiempo, el hecho de que el juicio estuviera siendo transmitido en vivo significaba que su curiosidad la iba a carcomer por dentro hasta ver el resultado. Se puso a tocar el teléfono, haciéndole señas a Najimi.

– Está bien, de acuerdo. No iba a mostrártelo, considerando cómo está progresando el juicio, pero ya que insistes... – Najimi rápidamente cargó la transmisión en YouTune.

(«¿Najimi quiere decir que no está yendo bien para Hitohito?») se preguntó Shouko con ansiedad. Sus miedos se vieron confirmados una vez que se cargó la transmisión del video.

Hitohito y el Detective Fulbright estaban juntos en el estrado. Ver al chico con las muñecas esposadas hizo que Shouko se sintiera aún más triste. Tenía una mirada melancólica en el rostro, y cuando no se dirigía a alguno de los miembros de la corte, sólo miraba al suelo derrotado. Justo entonces, se le pidió que testificara sobre sus acciones el día del incidente. Shouko y Najimi miraron con horror al escuchar su testimonio.

– Entré a los archivos de la biblioteca esa tarde para recoger unos registros para mi profesora.

»Estaba muy oscuro y frío allí abajo. Recuerdo que me hizo sentir muy nervioso.

»Mientras accedía a la computadora, fui sorprendido por la Srta. Yamai."

»Nos metimos en una discusión, y empecé a sentir ansiedad y miedo.

»Los eventos son un poco borrosos, pero recuerdo exactamente lo que hice.

»La golpeé detrás de la cabeza, sacándole sangre y noqueándola... –

Shouko se quedó en blanco al ver al teléfono con incredulidad. Había un millón de horribles posibilidades en su mente que se le habían ocurrido para que el juicio de Hitohito estuviera yendo mal, pero este era el peor de los escenarios. Todavía no podía creer que todavía hubiese confesado directamente en una corte de justicia y no podía entender por qué.

(«¿No recibió mi regalo? ¿Acaso no le gustó? ¿O será que mi regalo sólo empeoró las cosas? ¿Dije algo equivocado en la carta? ¿Qué está pasando?») Empezó a temblar de nuevo y se enterró la cara entre las manos, mientras las preguntas asaltaban su mente.

– De verdad lo siento, Shouko. No me di cuenta que sería así de malo... – Najimi le dio palmaditas en la espalda. Escuchar la confesión directamente le había afectado igual, pero tenía que mantenerse fuerte por el bien de su amiga.

Sin embargo, no todo resultó en vano. Cuando Blackquill sacó a colación lo del TEPT, supieron exactamente por dónde iba esto: el secuestro de Yamai había tenido un impacto mental mucho más severo en Hitohito de lo que pensaron. Aunque les desagradaba Blackquill y no confiaban en él, escucharlo hablar sobre cómo Yamai emboscó al chico allá abajo en la oscuridad y le provocó que tuviera un flashback traumático tenía sentido. Recordaban muy bien cuando lo encontraron en el closet de Yamai aquel día, amarrado, amordazado y aterrado hasta los huesos. Recordaron que aunque actuó como si nada hubiera pasado al día siguiente, tal vez el incidente lo había traumatizado más de lo que les dijo. Esto se había vuelto muy evidente con su comportamiento más reciente, ya que se notaba más distante y deprimido que antes.

Un pensamiento horrible cruzó por sus mentes: que tal vez Hitohito realmente sí atacó a Yamai, por puro y desesperado terror.

No querían creerlo, pero era la única explicación que les quedaba, especialmente cuando Hitohito lo había admitido directamente. Incluso su abogada defensora, Athena Cykes, se notaba insegura de sí misma. En la pantalla, pudieron verla sudando profusamente, con los ojos mirando a todas partes con desconcierto, y en cierto momento, empezó a suplicarle a su jefe que le diera un consejo.

– ¿Quieres que lo apague? – preguntó Najimi.

Shouko apenas respondió. Ver a su mejor amigo admitir la agresión y a punto de ser encerrado en la cárcel rompió por completo su voluntad. Estaba empezando a pensar que tal vez las cosas serían mejor si ella rompiera en pedazos su lista de amigos, y volviera a ser una chica solitaria y miserable que no hablaba con nadie ni tenía amigos. Todo lo que había logrado por querer hacer amigos era arruinarle la vida a un chico inocente con sus acciones. En su mente, nadie más saldría lastimado si ella dejaba de intentar hacer amigos y dejaba de lado su tonto sueño.

Eso sería lo mejor, era lo que pensaba. Era lo que se merecía, después de todo. Lo único que se lo impedía era el hecho de que la lista no estaba en su posesión ahora mismo.

(«¡Lo siento, Hitohito! ¡Lamento mucho que una persona tan horrible como yo te haya metido en esta situación! Ojalá pudiera resolverlo, pero ya es muy tarde. Todo lo que puedo hacer es asegurarme que nadie más tenga que sufrir por mi culpa...»)

Najimi miró a Shouko, y luego de vuelta al teléfono. Por un momento consideró cerrar el video allí mismo. No tenía mucho sentido ver el resto del juicio, si todo lo que había hecho era hacerles sentirse todavía peor.

Estuvo a punto de salir de la app de YouTune cuando la voz de Athena resonó con un grito del video.

– ¡Su Señoría, la defensa no cambiará su declaración! ¡Pelearemos hasta el final por nada menos que completa absolución para el Sr. Tadano!

Najimi parpadeó. Justo hacía un momento, Athena parecía estar lista para tirar la toalla. Ahora, se veía como si estuviera lista para pelearse con todos en esa corte para liberar a Hitohito. Quizás aún había esperanza.

– ¡Hey! ¡Shouko! ¡Mira esto! – exclamó Najimi, colocándole el teléfono frente a la cara. Al principio estaba reacia de verlo, pensando que sería más de lo mismo, hasta que una palabra específica la sacó de su estupor y captó su atención.

– Se le olvida que el Sr. Tadano acaba de dar testimonio. ¡Eso significa que tengo el derecho de interrogarlo!

Shouko no podía creerlo. Athena todavía seguía peleando. Igual que Najimi, Shouko no sabía qué habría cambiado, pero al ver a Athena apuntar con su dedo con ese fuego en sus ojos, le hizo darse cuenta que el equipo de defensa de Hitohito aún no se había dado por vencido con él. Aun así, seguía preguntándose si sería demasiado tarde, mientras continuaba observando el video con Najimi.

– Parece que Hitomon todavía podría salir de esto. Si Athena puede probar que su confesión fue forzada, ¡tal vez pueda demostrar que es inocente! Sé que parece desalentador, ¡pero debemos tener esperanza! ¡Nick y Athena no se han dado por vencidos con Hitomon, y nosotras tampoco deberíamos! – declaró Najimi.

(«Los discursos motivacionales nunca fueron mi fuerte...») pensó Najimi.

[¿Quién podría haber forzado a Hitohito a confesar?] inquirió Shouko con expresión preocupada.

– ¡Apuesto a que fue ese Patánquill, haciendo lo que sea con tal de obtener un veredicto culpable para su historial! Aunque si soy honesta, Ren también parece ser una sospechosa muy probable... – murmuró Najimi. La acusación le ganó una furiosa negación con la cabeza por parte de Shouko.

[¡Ren nunca haría algo como eso! ¡Ella se disculpó por haber lastimado a Hitohito, ¿recuerdas?!] escribió Shouko. [Kometani: Komi está en una seria negación...]

– Mira, sé que no quieres oírlo, pero... no creo que Ren estuviera realmente arrepentida por lo que le hizo a Hitomon. Creo que... – Najimi intentó explicar, pero le interrumpió otra violenta negación con la cabeza, esta vez agitando también las manos, pidiéndole que se detuviera. – Mira, sigamos viendo el juicio, y veamos qué es lo que dice Hitomon. Tal vez sí sea el Patánquill después de todo...

Shouko asintió, y volvieron a ver la transmisión. Cambió de opinión sobre romper su lista de amigos por el momento. Aunque todavía no estaba lista para creer que Yamai podría haber tenido una mano en la confesión de Hitohito. Quería creer que habría cambiado para mejor.

Al ver a Blackquill en la pantalla, Shouko entrecerró los ojos con rabia. Era mucho más fácil culpar por todos los problemas y tormentos de Hitohito al fiscal.

(«Blackquill... ¡jamás lo perdonaré por lo que le está haciendo a Hitohito!») pensó furiosa.

La pantalla cambió, mostrando un primer plano de Athena preparándose para hacer su interrogatorio. Shouko sintió que se le bajaba la rabia, y apretó sus puños con anticipación.

(«Por favor, Srta. Cykes... usted es nuestra única esperanza...»)

28 de septiembre, 9:55 AM

Corte del Distrito – Sala de Justicia No. 8

Athena se golpeó la palma con el puño. («Ok... ¡es hora del juego!»)

– ¡Repasemos el testimonio de nuevo! – declaró Athena. Hitohito asintió y procedió a declarar nuevamente.

**************************

Interrogatorio

-- La confesión de Tadano --

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Tadano:

– Entré a los archivos de la biblioteca esa tarde para recoger unos registros para mi profesora.

– ¿Recuerda qué clase de registros le pidió que fuera a buscar la Profesora Taida? – preguntó Athena.

Hitohito se puso la mano en el mentón. – Déjeme pensar... no recuerdo que estaba en la lista de instrucciones que me dio...

– Tómese su tiempo. No hay presión... – dijo Athena tratando de calmarlo. («En realidad, sí hay muchísima presión, pero lo último que quiero hacer es echarle encima más preocupaciones...»)

– ¡Ya recuerdo! Antes que Yamai me confrontara, ¡estaba buscando registros de estudiantes pasados! – explicó Hitohito. Inmediatamente, Blackquill alzó una ceja.

(«¿Registros de estudiantes pasados? ¿Será posible que esto esté relacionado con el incidente de Takara Yamai hace siete años?») se preguntó Athena.

– Sr. Tadano, ¿sabe si...?

Blackquill golpeó el escritorio con su palma. – ¡Cykes-dono! ¿Qué sentido hay en esta línea de interrogatorio? ¡Estamos tratando de determinar si el Sr. Tadano atacó a la Srta. Yamai! ¿Acaso importa lo que estaba buscando antes de eso? – le ladró a la abogada defensora.

– Bueno... umm... ¡por supuesto que es realmente importante! Usted puede ver de lo que hablo, ¿verdad, Su Señoría? – Athena tartamudeó nerviosamente, rascándose detrás de la cabeza.

– De hecho, por una vez estoy de acuerdo con el Fiscal Blackquill. No puedo ver la relevancia que tiene esta línea de interrogatorio con el incidente. – declaró la Jueza Gavèlle.

– Urk... – Athena tuvo un respingo.

– Blackquill sin duda echó abajo eso bien rápido... – comentó Phoenix.

– Bueno, sí, supongo que está tratando de encubrir el hecho de que Hitohito estaba buscando algo relacionado al incidente de Takara Yamai. – le dijo Athena a su jefe.

– Por ahora concentrémonos en probar la inocencia de Hitohito. Ya tendremos tiempo de sobra para confrontar a Blackquill con eso una vez que Apollo termine su investigación. – le aconsejó Phoenix.

– Tiene razón... – replicó Athena.

– ¡Por favor continúe con su testimonio, Sr. Tadano! – solicitó la Jueza Gavèlle.

– ¡Sí, Su Señoría! – asintió Hitohito.

Tadano:

– Estaba muy oscuro y frío allí abajo. Recuerdo que me hizo sentir muy nervioso.

– ¿Podría ser un poco más específico sobre qué tan frío y oscuro estaba en los archivos cuando bajó allí? – preguntó Athena.

– Umm... bueno, no estaba todo totalmente negro, así que pude encontrar la computadora, pero las luces estaban muy opacas, y muchos de los archivos estaban envueltos en las sombras, así que apenas podía ver lo que había allí... – explicó Hitohito.

(«Hmm. Suena suficientemente oscuro como para que una tercera persona pudiera haberse escondido en la escena. Especialmente con todos esos estantes para esconderse detrás de ellos...») pensó Athena. – ¿Y la temperatura?

– Bueno, ¿saben sobre esos congeladores que tienen los restaurantes y otros establecimientos donde sirven comida, que utilizan para guardar la carne y otros ingredientes? – preguntó Hitohito. Athena asintió. – Pues estaba más o menos tan frío como el interior de uno de esos.

– Ya veo... – musitó Athena jugueteando con su arete. – ¿Alguno de estos factores le pareció extraño mientras estuvo allí abajo?

Hitohito negó con la cabeza. – Bueno, las luces opacas me parecieron algo espeluznantes, pero no me pareció inusual. La temperatura, por otro lado, sí era inusual. No sé qué habría que mantener congelado en un lugar como ése...

Athena abrió sus notas en Widget. – Ayer averigüé que esa temperatura podría dañar el equipo computarizado, así que dudo mucho que se pudiera mantener a temperaturas congelantes durante un largo tiempo. Quizás el Sr. Honshoku haya manipulado la temperatura por alguna razón y permaneció cerca cuando usted entró. Es probable que no lo haya visto ya que se estaría ocultando en las sombras donde no pudieran verlo.

– Eso... podría ser posible... – Hitohito parpadeó sorprendido. No lo había considerado.

– Cykes-dono, Cykes-dono, Cykes-dono, ya hemos pasado por esto. Si el Sr. Honshoku realmente estaba en la escena del crimen cuando el Sr. Tadano entró, ¡tendría que haber sido visto por la Srta. Gorimi o la policía! – Blackquill se tocó la frente con el dedo, sonriendo con arrogancia.

– Más todavía, siendo el técnico de informática de Itan, el Sr. Honshoku es la última persona que alteraría la temperatura de una forma que pudiera dañar el equipamiento computarizado. – intervino la Jueza Gavèlle.

– ¡Ack! ¡Tienen razón! – Athena jadeó del shock.

– Debido a las condiciones, ni la iluminación ni la temperatura son relevantes al caso. Por todo lo que sabemos, la temperatura podría haber sido obra de un custodio aburrido que decidió jugar alguna broma. Eso encajaría bien con la mala suerte que tiene esa escuela con sus custodios... – señaló Blackquill.

(«Maldita sea... y yo que pensaba que estaba llegando a algo...») Athena se deprimió.

– Interesante que sepa sobre la historia de los custodios de Itan... – señaló Phoenix.

– Puede continuar con su testimonio... – asintió la Jueza Gavèlle.

Tadano:

– Mientras accedía a la computadora, fui sorprendido por la Srta. Yamai.

»Nos metimos en una discusión, y empecé a sentir ansiedad y miedo. –

(«Me siento un poco mal por pedirle a Hitohito que reviva esas memorias tan dolorosas, pero necesitaré cada trozo de información que pueda obtener si quiero romperle su testimonio...») pensó Athena.

– Perdón... ¿tenía alguna pregunta para mí? – preguntó Hitohito, rascándose la cabeza.

– ¡Ohh, lo siento! – replicó Athena rápidamente. – E-estaba a punto de preguntar qué causó la discusión...

– Bueno, umm... – Hitohito empezó a tartamudear. Admitiéndolo, la mayor parte era ruido blanco en su cabeza, ya que estaba un poco desconectado durante la mayor parte del evento, pero sí podía recordar lo que ella le dijo cuándo lo emboscó.

**************************

– ¡Pero si es el pequeño Chudano, metiéndose donde no debería estar! – le dijo Yamai desde atrás, provocando que los pelos de su nuca se le erizaran.

– ¡¿Q-q-qué estás haciendo aquí?! – preguntó Hitohito asustado, dándose la vuelta lentamente. Yamai sostenía en su mano un juego de palillos bien afilados en su mano y sonreía sádicamente.

– Te vi actuando de manera sospechosa, así que te seguí para ver a dónde ibas, y mira dónde te encuentro: ¡en los archivos de la biblioteca donde los estudiantes tienen prohibida la entrada! Sabes, podría matarte ahora mismo... acabar todo con un solo corte fatal, y nadie podría escuchar tus gritos de ayuda. No es que nadie fuera a ayudarte de todas maneras. De hecho, la mayoría de las demás personas de aquí con gusto me ayudarían a matarte... – Yamai seguía sonriendo.

**************************

El resto de su memoria estaba muy borrosa. De cualquier manera, no había forma de que pudiera admitir que Yamai lo había amenazado en la corte. Ya fue capaz de llegar a él mientras estaba en el Centro de Detención. ¿Qué tal si le hacía algo peor mientras estaba en la cárcel como represalia?

– ¿Sr. Tadano? ¿Está todo bien? – preguntó Athena, claramente preocupada.

– Ohh, lo siento... es sólo que... se me hace duro recordarlo... pero me acuerdo que me exigió saber qué estaba haciendo allá abajo, y que le pareció que yo estaba actuando sospechoso... y supongo que después de eso simplemente me quedé en blanco. Estaba demasiado asustado para recordar lo demás...

(«Pobre Hitohito...») Athena lo miró de nuevo con preocupación. Podía escuchar una gran discordia en su corazón durante esa declaración, y sospechaba que no estaba diciéndoles toda la verdad de lo que pasó allá abajo. Sin embargo, sin ninguna evidencia, no podía extraerle más información. – Yo... siento mucho que te resulte tan doloroso recordar esto...

– Está bien, Srta. Cykes. Entiendo que esto es parte de su trabajo, después de todo. Más bien, yo lamento no tener más información útil para usted... – dijo Hitohito con tristeza.

(«Errrggghhh, me siento como la mayor de las patanas en el mundo...») Athena dio un respingo. Había obligado al chico a desenterrar un recuerdo muy doloroso y no había nada de información nueva que hubiera sacado de él.

– Si ya ha terminado de forzar a su cliente a revivir memorias traumáticas, sigamos adelante con lo que pasó cuando el altercado se volvió físico... – declaró Blackquill.

– ¡Hmph! – Athena hinchó las mejillas. («Como si usted probablemente no le hubiera hecho lo mismo al interrogarlo...»)

Hitohito respiró profundamente. – Bueno...

Tadano:

– Los eventos son un poco borrosos, pero recuerdo exactamente lo que hice.

»La golpeé detrás de la cabeza, sacándole sangre y noqueándola... –


– Me gustaría saber tanto como sea posible de esta confrontación desde el principio. – le solicitó Athena a su cliente. – Con todos los detalles que pueda darme.

– Lo entiendo... – Hitohito asintió y se llevó la mano a la cabeza, tratando de recordar el ataque.

»En cierto momento, me di cuenta que había cogido el reloj sin siquiera pensarlo. Probablemente fue un reflejo inconsciente o algo así. Me puse a agitarlo para amenazarla, advirtiéndole que se alejara de mí. Puede que haya sido mi instinto de pelear o huir, pero no fue mi intención golpearla realmente. En lugar de eso, sólo quería que se alejara de mí lo suficiente para poder escaparme. Sin embargo, mientras intentaba escapar, ella se lanzó contra mí con lo que parecía ser un cuchillo...

– ¡¿Un cuchillo?! – los ojos de Athena se abrieron de golpe. – ¡Seguro que eso tiene que estar en contra de las reglas de la escuela!

– ¿Fue éste el cuchillo en cuestión que viste? – preguntó Blackquill, sosteniendo un pequeño par de palillos de metal.

– ¡E-eso fue exactamente lo que vi! – exclamó Hitohito, señalando al objeto.

– Parece ser un juego de palillos para comer de metal. Aunque puedo ver cómo alguien podría confundirlo con un cuchillo en condiciones tan oscuras... – remarcó la Jueza Gavèlle.

– Parece que Su Santidad tiene mejor vista que Su Calvicie... – dijo Blackquill, sosteniendo el objeto. – En efecto, estos son palillos de metal. Sin embargo, han sido afilado lo suficiente al punto que podrían usarse fácilmente como un cuchillo. ¡De esta forma!

Blackquill recogió un pequeño trozo de papel con una mano, y usó el palillo para cortarla por la mitad de un tajo.

– Efectivamente, la Srta. Yamai llevó un arma mortal a la escuela, aunque haya sido para usar en defensa propia. Afortunadamente no derramó ninguna sangre, pues el arma fue encontrada totalmente limpia en la escena.

*¡SLAM! ¡SLAM! ¡SLAM!*

– ¡Detective Fulbright! ¡Por favor confísquele esa arma mortal al Fiscal Blackquill inmediatamente! – ordenó la Jueza Gavèlle, extendiendo su mazo.

– ¡Enseguida, Su Señoría! ¡Lo siento mucho, Blackquill, pero tengo que pedirle que entregue eso! – Fulbright caminó hacia el banquillo del fiscal y le extendió la mano.

– ¿Acaso Su Santidad tiene miedo de que rompa mis grilletes y me escape de esta corte asesinando a todos con estos palillos? – Blackquill sonrió de manera sombría.

La Jueza Gavèlle blandió su mazo como martillo de guerra. – Ya he escuchado sobre lo que usted hizo, y se lo advierto: ¡sus amenazas NO van a ser toleradas! Si se le ocurre siquiera pensar en romper esos grilletes, ¡haré que lo detengan más rápido de lo que pueda decir "desacato"! – le advirtió con una mirada severa.

– ¡Hmph! ¡Pues tómenlos! De todas maneras, ya había terminado con ellos. ¡Puede quedárselos para sus registros en el Acta del Juicio! – murmuró Blackquill arrojando los palillos hacia el suelo. Fulbright rápidamente se agachó para recogerlo, y la Jueza Gavèlle le lanzó una mirada asqueada a Blackquill antes de retraer su mazo.

Athena sacudió su cabeza. («¿Acaso lo mataría aceptar la derrota con dignidad por una vez en su vida?») se preguntó. – C-continuando, ¿qué hizo luego de que ella se lanzó hacia usted?

– Bueno, la esquivé. ¡Y ella chocó contra un lado del estante! – testificó Hitohito. – Al ver lo que pensé que era un cuchillo debo haber sentido más pánico en ese momento, porque justo entonces, sin pensar, me encontré dándole un golpe a Yamai. ¡Pero esta vez sí le di! ¡Le impacté en la cabeza y se desplomó sin más! – dijo chasqueando su dedo. – ¡De un solo golpe!

– ¿Un solo golpe? – preguntó Athena.

– ¡Sí! No sabía que lo tenía en mí. No me gusta golpear a nadie, y especialmente no me gusta golpear chicas... – aclaró Hitohito, claramente agitado.

– El miedo es un motivador muy potente, en efecto... – murmuró Blackquill. – Un colega prisionero me dijo una vez que, si vas a amenazar a alguien, asegúrate de dejarle una vía de escape. De lo contrario, te darás cuenta que no hay nada que pelee con más ferocidad que un animal acorralado...

(«Lo juro, o es que Blackquill de alguna manera logró meterse en un bloque de celdas lleno de filósofos, o logró echarle mano a un libro de filosofía con el único propósito de inventarse historias en la corte...») Athena bajó la cabeza con exasperación.

Phoenix se agarró el mentón pensativo. – ¿Notaste la última declaración de Hitohito? – preguntó.

– ¿La parte de que no le gusta la violencia? – Athena ladeó su cabeza.

– Antes de eso. ¿No te pareció extraño cuando mencionó que noqueó a Yamai de un solo golpe? – inquirió Phoenix.

– Ahora que lo menciona... sí... algo anda mal con eso... – asintió Athena.

– ¡Ya sabes lo que tienes que hacer! ¡No dejes que esa declaración se desperdicie! – declaró Phoenix con una sonrisa.

– ¡Entendido, jefe! – replicó Athena. Luego se volvió hacia la jueza. – ¡Su señoría, quisiera que el Sr. Tadano acomode su testimonio, por favor!

La Jueza Gavèlle asintió. – Ciertamente. ¿Qué desea que agregue?

– ¡Quisiera que agregue los detalles específicos de su confrontación física, Su Señoría! – solicitó Athena.

*¡SLAM!*

La Jueza Gavèlle golpeó su mazo. – ¡Sr. Tadano, por favor acomode su testimonio con los detalles de su confrontación con la Srta. Yamai!

– ¡Sí, Su Señoría! – asintió Hitohito.

Blackquill cerró los ojos con expresión contemplativa.

– Comencé a blandir el reloj contra Yamai para tratar de asustarla...

»Se lanzó contra mí con lo que parecía un cuchillo, pero falló.

»Luego la golpeé en la cabeza, ¡noqueándola de un solo golpe! –

(«¡Allí está!») Athena entrecerró los ojos. Estaba lista para ir al ataque.

– ¿Dice usted que noqueó a la Srta. Yamai con un solo golpe? – Athena miró a su cliente directamente a los ojos. – ¿Está absolutamente seguro de esto?

– ¡P-Positivo! ¡Fue suficiente para sacarle sangre y noquearla en el suelo! – afirmó Hitohito. Una sonrisa se formó en los labios de su abogada.

– En tal caso... ¡es mejor que revise su tarea porque sus matemáticas están muy mal! – Athena señaló con el dedo directo hacia Hitohito.

– ¿Huh? – El chico ladeó su cabeza confuso. – N-no lo entiendo...

– Quisiera que la corte eche otro vistazo al reporte médico de la Srta. Yamai... – declaró Athena. Ella misma cargó la pantalla de Widget para referencia. – Específicamente, por favor miren la primera línea.

Víctima: Yamai, Ren (Edad: 15, F)

Descripción: La víctima fue hallada boca abajo e inconsciente luego de ser golpeada dos veces detrás de la cabeza con un objeto contundente. Una de las heridas vino de la parte plana del objeto y simplemente causó un moratón, mientras que la otra vino de la parte puntiaguda y causó sangrado externo. También había un pequeño corte en su dedo índice.

– ... La víctima fue hallada boca abajo e inconsciente luego de ser golpeada dos veces detrás de la cabeza con un objeto contundente... – leyó la Jueza Gavèlle de una copia en papel del reporte médico. Lo leyó un par de veces más antes que sus ojos se abrieran de golpe por la realización. – ¡Ajá! Ya veo a lo que se refiere. ¡El reporte dice que la Srta. Yamai fue golpeada dos veces, mientras que el Sr. Tadano declara que sólo la golpeó una vez!

– ¡¿Q-QUÉEEEEEEE?! – Hitohito casi se fue hacia atrás del shock. La boca le colgaba muy abierta, y su mechón se levantó mientras un sudor frío comenzaba a formarse en sus cejas...

– ¡Exactamente! Es una gran contradicción, ¿no lo cree, Su Señoría? – Athena cruzó sus brazos triunfante, y una sonrisa se formó en su rostro. («Me alegra que la Jueza Gavèlle sea más rápida en captar el mensaje que el viejo barbón...»)

– Estoy de acuerdo... ¿qué tiene que decir al respecto, Sr. Tadano? – La Jueza Gavèlle miró con severidad a Hitohito.

– Yo... Uhh.... yo.... ¡no lo entiendo! S-s-sé que la golpeé una vez... o tal vez fueron dos... los eventos son muy borrosos... – Hitohito se puso a jugar nerviosamente con su mechón, tratando desesperadamente de sacudir su cerebro en busca de cualquier excusa.

Athena apuntó con su dedo. – ¡Lo siento, pero esa excusa no servirá aquí! ¡Usted declaró en su testimonio que recuerda exactamente lo que hizo! ¡Sin embargo, su testimonio claramente contradice la evidencia! ¡Así que no hay forma de que pueda decir que esto haya sido un simple error de memoria!

– ¡Ack! – Hitohito sintió que todo su cuerpo y su cabeza se recalentaban por la ansiedad. Athena se estaba acercando demasiado, y con cada paso que daba, él podía escuchar lentamente la voz dulce y enferma de Yamai susurrándole amenazas en su cabeza.

– Sr. Tadano... – Athena bajó la voz para sonar más calmada y empática. – Quiero ayudarlo, pero no puedo hacerlo si me oculta la verdad. Puedo ver que alguien le está forzando a confesar, y sé muy bien que está aterrado de esta persona. Entiendo su miedo completamente, pero si me dice quién le está haciendo, le prometo que haré todo lo que esté en mi mano para protegerlo de él. O ella...

– ¡Srta. Cykes! – exclamó la Jueza Gavèlle. – ¿Acaso usted sabe quién está coaccionando al Sr. Tadano para que confiese?

– ¡Así es, Su Señoría! – declaró Athena. («Es obvio que sólo puede tratarse de Yamai...») – La persona que lo está forzando a confesar es...

Blackquill la interrumpió estampando su palma sobre el escritorio. – ¡Ya fue suficiente, Cykes-dono! No voy a permitir que hagas declaraciones débiles e insustanciales sin evidencia...

– ¿A qué se refiere, Blackquill? – preguntó Athena con indignación. – ¡Acabo de señalar una contradicción evidente y la probé con evidencia! ¡Puedo asegurarle que mis declaraciones sí están sustentadas!

– No me malentiendas. Yo también tengo curiosidad de saber quién forzó al joven Tadano a dar una confesión falsa a mis espaldas. – Blackquill cruzó sus brazos. – Pero creo que ambos sabemos que no tienes ninguna evidencia para probarlo...

– Q-quizás, ¡pero eso no cambia el hecho de que la declaración del Sr. Tadano contradice a la evidencia! – Athena se enfrentó a la declaración de su rival con una mirada de determinación. La verdad, ella esperaba que Hitohito admitiera quién lo estaba coaccionando. Sin embargo, tenía una contradicción, y se iba a aferrar a ella todo lo posible.

Blackquill tenía otros planes, sin embargo.

– Ahh sí, esas "contradicciones" que a ti y tus colegas tanto les gustan. En lo que a contradicciones se refiere, esta fue una de las más débiles. Tan débil, de hecho, que cualquier herida que podría haber causado ya casi habrá sanado...

– ¿A qué se refiere? ¡Pensé que era bastante sólida! – declaró Athena. – ¡Y no vaya a salirme con algo como un "reporte médico actualizado" que diga que la Srta. Yamai sólo fue golpeada una vez, porque eso no resultará conmigo, amigo! – Estampó su palma sobre el escritorio.

– Ohh, por favor, no planeo hacer algo tan estúpido como eso... – Blackquill negó con su cabeza. Luego giró su atención hacia Hitohito. – Sr. Tadano, a diferencia de Cykes-dono aquí, yo sí le creo cuando dice que sólo golpeó a la Srta. Yamai una sola vez. – declaró con una sonrisa.

– ¿En serio? – preguntó Hitohito sorprendido.

– Lo hago. ¡Y dicen que sólo los abogados defensores creen en sus clientes! ¡Ja! – Blackquill se rio.

– ¡Explíquese en este instante, Fiscal Blackquill! – La Jueza Gavèlle extendió su mazo con anticipación.

– ¡No deje que se le enrede su manto, Su Santidad! ¡Tengo toda la intención de hacerlo! – Blackquill agitó una mano con desprecio hacia la jueza. Luego se volvió hacia Hitohito. – Sr. Tadano, antes, usted mencionó haberse desmayado, y al despertar luego de ver lo que hizo, salió huyendo. Así que dígame, ¿qué fue lo que hizo al descubrir el resultado de sus acciones?

– Bueno... – Hitohito se puso a pensar en ello. – Entré en pánico y me pregunté si estaba muerta. Sabía que tenía que salir de allí, así que tiré el reloj y salí corriendo...

– ¡Y allí tienen su respuesta! – Blackquill estampó su palma contra el escritorio. – ¡La culpable del segundo golpe no fue otra sino la misma fuerza de la gravedad!

– ¡P-pero eso es sólo una conjetura! ¡Nadie vio dónde aterrizó el reloj, ni siquiera el Sr. Tadano! – declaró Athena. Intentaba poner un rostro valiente, pero el sudor frío que se formaba entre sus cejas traicionaba su confianza en decrecimiento.

– Tal vez, pero es la única explicación lógica de cómo el Sr. Tadano golpeó a la Srta. Yamai una vez cuando claramente recibió dos golpes. Y también explica por qué uno de los golpes fue menos severo que el otro y no le sacó sangre... – Blackquill sonrió.

(«Oh-oh...») Athena se desplomó.

– Sin la fuerza del brazo del Sr. Tadano golpeando la cabeza de la Srta. Yamai, la gravedad era la única otra fuerza capaz de dar el segundo golpe. Aunque es una fuerza que influencia este planeta, es también la más débil de las cuatro fuerzas fundamentales que rigen este planeta. Por lo tanto, el objeto tendría que haber caído a una distancia significativa para que la aceleración de la gravedad potencie el descenso del objeto a tal punto que golpeara la cabeza de la Srta. Yamai con una fuerza igual o mayor a la de un golpe dado con el brazo. – explicó Blackquill. [Kometani: Blackquill está disfrutando mucho de presumir su conocimiento de escuela preparatoria...]

– ¿Podría por favor explicar eso a la corte en términos coloquiales, por favor? – solicitó la Jueza Gavèlle.

Blackquill sacudió su cabeza con impaciencia. – De acuerdo, usaré palabras más pequeñas que incluso Su Santidad sería capaz de entender: desde la altura a la cual el Sr. Tadano lo dejó caer, la herida sería mucho menos severa que si le hubiese dado un golpe deliberado. – explicó, como si se dirigiera a un niño, para molestia de la Jueza Gavèlle.

– Unnngghh... – Athena pudo sentir que su corazón se hundía.

– De cualquier manera, incluso si el Sr. Tadano se equivocó en el número de veces que golpeó a la Srta. Yamai, eso no cambia nada. Ya fuera que lo haya blandido, dejado caer o disparado de un cañón, ¡el hecho permanece en que él es el único que podría haber utilizado el reloj para golpear a la víctima! – concluyó Blackquill.

– N..... ¡NOOOOOOOOOO! – gritó Athena en shock. («Mi contradicción... se ha ido... totalmente...»)

– Parece ser que no había ninguna contradicción después de todo... – murmuró la Jueza Gavèlle.

Athena golpeó su escritorio decepcionada. – Diablos, creí que tendría algo, pero por supuesto, hay que dejárselo a Blackquill para que tenga preparada una explicación... – suspiró.

– ¡Esto apesta! – chirrió Widget.

– Bueno, todavía no se ha terminado... – le dijo Phoenix a Athena. – Si mi corazonada resulta correcta, la jueza querrá que Hitohito testifique sobre lo que pasó después de que golpeó a Yamai. Esto te dará otra oportunidad para interrogarlo...

– ¿Usted cree que encontraré contradicciones allí? – preguntó Athena a su jefe.

– Será un juicio muy corto si no lo haces. – replicó Phoenix. – No te preocupes. Tendrá que cometer algún error en alguna parte. Sólo sigue haciendo lo que estás haciendo...

– Lo sé, pero... me preocupa que su corazón no sea capaz de soportarlo... – se quejó Athena.

– Bueno, piénsalo de esta forma: imagina cuánta gente más va a sufrir si Hitohito es condenado falsamente, ¡especialmente el propio Hitohito! – señaló Phoenix.

– ¡Tiene razón! ¡Tengo que enfrentar esto! – Athena golpeó su puño con su palma.

*¡SLAM!*

La Jueza Gavèlle golpeó el mazo. Ahora que hemos establecido los eventos que ocurrieron durante el ataque, quisiera escuchar más sobre lo que ocurrió después. ¡Sr. Tadano, por favor testifique ante la corte sobre lo que pasó después de que golpeó a la Srta. Yamai!

– ¡Sí, Su Señoría! – Hitohito obedeció de inmediato. Respiró profundamente y empezó su testimonio.

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Declaración del testigo

--La confesión de Tadano, pt. 2—

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Tadano:

– Luego de que golpeé a Yamai, el miedo me desorientó y me desmayé.

»Cuando desperté, no sabía cuánto tiempo habría pasado.

»Sentí el reloj en mi mano y lo vi cubierto de sangre.

»Entré en pánico, y miré a mi alrededor antes de encontrar el cuerpo de Yamai.

»Dado el estado del cuerpo, y el reloj que tenía en mi mano, me di cuenta de lo que hice.

»Dejé caer el reloj y salí corriendo. Allí fue cuando debió golpearla.

**************************

Athena miró hacia el estrado con una expresión totalmente exasperada.

(«Una vez más, no hay contradicciones obvias. Y aunque hubiese alguna, tampoco veo ninguna abertura que me permita meter la idea de una tercera persona en la escena...») pensó para sí misma suspirando.

– Creo que este testimonio habla por sí solo... – declaró Blackquill con una sonrisa. – ¿Deseas tirar ya la toalla, Cykes-dono?

– ¡No me voy a rendir! – espetó Athena. («Aunque debo admitir que mis oportunidades no se ven bien ahora...»)

– Hmm, el sudor frío en tu frente dice lo contrario... – Blackquill se tocó la frente con confianza.

– Grrr... – Athena gruñó.

– ¡Srta. Cykes, puede comenzar con su interrogatorio! – declaró la Jueza Gavèlle.

Athena miró a Hitohito. («No sé ni por dónde comenzar. Hitohito, me preocupo por ti, pero no me estás poniendo esto nada fácil...»)

Phoenix le puso una mano en el hombro a Athena. – Perdón por sacarte de tus pensamientos, pero justo ahora se me acaba de ocurrir algo...

– ¿Ohh? – Athena se giró hacia su jefe. – ¿De qué se trata?

– Habrás notado que hay más de una persona en el estrado ahora mismo, ¿correcto? – señaló Phoenix.

– Sí, aunque Fulbright ha estado mayormente callado. Hitohito es el único que ha estado testificando... – replicó Athena.

– Bueno, probablemente eso sea porque, a pesar de sus bravatas, Blackquill no está acostumbrado a tener múltiples testigos en el estrado al mismo tiempo, más allá de que sea por conveniencia. Tal vez podamos usar eso a nuestro favor. – propuso Phoenix.

Athena levantó una ceja. – Sí, ¿pero cómo? ¡Yo tampoco estoy acostumbrada a esto!

– Bueno, hay un truco que aprendí de este tipo de situación: cuando alguien está testificando, todos los demás en el estrado también están escuchando, y a veces, el testimonio les hará recordar ciertos hechos. Así que la clave aquí será poner atención a las otras personas en el estrado mientras ese individuo está hablando, y tal vez podrás darte cuenta cuando recuerdan algo. A partir de allí, puedes llamar su atención y sacarles la información. – explicó Phoenix.

– Espere, ¿se refiere a cómo lo hizo con Hitohito más temprano en el juicio?"

– ¡Exacto! – Phoenix le dio un pulgar arriba. Los ojos de Athena se iluminaron.

– ¡Suena a que es una idea genial! ¿Dónde aprendió ese truco, jefe?

– Bueno, es una larga historia, pero digamos que en la etapa temprana de mi carrera, una vez fui de viaje a Inglaterra y me vi involucrado en unos juicios bastante... mágicos. Te contaré más al respecto después del juicio, si estás interesada. – asintió Phoenix.

– ¡Suena bien, jefe! – replicó Athena. («No sabía que el Sr. Wright tenía experiencia haciendo interrogatorios con múltiples testigos. ¡Pensaba que los juicios en Inglaterra en los tiempos modernos eran más parecidos a los de Japón!»)

Phoenix bajó la cabeza pensativo. («Wow, nunca me imaginé que mis experiencias en Labyrinthia volverían a ser relevantes de nuevo. Hablando de eso, hace mucho tiempo que no hablo con el Profesor Layton o Luke. Me pregunto cómo les estará yendo...»)

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Interrogatorio

-- La confesión de Tadano, pt. 2 --

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Tadano:

– Luego de que golpeé a Yamai, el miedo me desorientó y me desmayé.

– ¿Recuerda dónde se desmayó, Sr. Tadano? – inquirió Athena. («Veamos si puedo hacer que funcione ese truco...»)

– Déjenme pensar... – replicó Hitohito.

Mientras estaba pensando, Athena movió su atención hacia el Detective Fulbright en busca de alguna reacción. Hasta ahora, no había cambios en su expresión.

– Nop, no lo recuerdo. Lo siento... – se disculpó Hitohito.

– ¡Cualquier detalle que recuerde sería de ayuda! – suplicó Athena.

Hitohito se rascó la cabeza y trató de pensar con más ahínco. Aunque estaba tratando de que lo declararan culpable, se sentía terrible por no poder responder a las preguntas de su abogada. – Bueno, recuerdo que pasé por encima del cuerpo, así que debe haber sido muy cerca, probablemente contra la pared o algo, pero no recuerdo exactamente dónde...

"!" En ese instante, la expresión del Detective Fulbright cambió. Se acomodó las gafas en su rostro con una mueca pensativa, y se puso a deslizar el dedo índice por el marco. Este cambio en su semblante no le pasó desapercibido a Athena.

(«¡Ahí está! Parece que esa declaración captó la atención de Fulbright. Ahora, ¿cómo fue que lo hizo el Sr. Wright...?»)

– ¡Detective Fulbright! – declaró Athena con un golpe muy autoritario sobre el escritorio.

– ¿Quién, yo? – Fulbright se sobresaltó ligeramente por la sorpresa.

– ¡Sí, usted! – Athena le apuntó al sorprendido detective. – Parece que está pensando en algo sobre lo que el Sr. Tadano acaba de decir. ¿Desea compartirlo con el resto de la clase?

– ¿Pensando...? – Fulbright se ajustó las gafas. – Bueno... cuando el Sr. Tadano mencionó haber despertado apoyado contra la pared, recuerdo haber visto unos archivos en los estantes del lado norte, cerca de la puerta hacia la sala de servidores, que parecían haber sido desordenados, como si alguien se hubiera estrellado con ellos, pero no pude averiguar por qué. ¡Si quieren se los enseñaré en el mapa! – exclamó. Sacó una copia del diagrama de la escena del crimen, y escribió con una pluma en dónde vio los archivos desordenados.

Athena miró entonces a Hitohito. – Sr. Tadano, ¿este es el lugar donde se desmayó?

Los ojos de Hitohito se ensancharon. – ¡Lo es! Allí fue exactamente donde me desmayé. Ahora lo recuerdo. ¡Vi el cuerpo de Yamai frente a mí cuando me di cuenta que el reloj estaba cubierto de sangre! – exclamó, señalando hacia el diagrama. Athena tomó la oportunidad de coger este descubrimiento y guardarlo en la memoria de Widget. No estaba segura del significado de esta nueva información, pero no iba a dejar pasar ningún punto de apoyo que pudiera obtener en este caso.

Entretanto, Blackquill observaba el intercambio en silencio. No podía ver qué diferencia haría este descubrimiento. En lo que a él concernía, Tadano seguía siendo la única persona que podría haberlo hecho.

– ¡Por favor añada esta nueva información a su testimonio, Sr. Tadano! – solicitó la Jueza Gavèlle. Hitohito asintió afirmativamente.

– Luego de que golpeé a Yamai, el miedo me desorientó y me desmayé.

»Me fui hacia atrás contra el estante, y allí fue donde perdí la conciencia.

(«Nada que me sirva para ganar alguna ventaja...») Athena se puso a juguetear con su arete. Le decepcionó que su pregunta no llevara a una contradicción como esperaba. A pesar de todo, no planeaba rendirse tan fácilmente.

– Cuando desperté, no sabía cuánto tiempo habría pasado.

– ¿No tenía en la mano un reloj cuando despertó? ¿No podía haberlo usado para revisar la hora? – preguntó Athena.

– Bueno, lo hice, pero debe haberse roto ya que marcaba las 12:41 cuando claramente era más tarde que eso. – replicó Hitohito.

– ¡Ajá! – Athena chasqueó los dedos ante la realización. – ¡Si ese es el caso, apuesto a que el reloj se paró cuando se cometió el crimen! ¡Al ver esto, el verdadero culpable debe haber entrado en pánico y le quitó las baterías para hacer parecer que el reloj no estaba funcionando en primer lugar!

Blackquill negó con su cabeza y sonrió. – ¿Acaso tu compinche de cabello lavanda no propuso la misma teoría ayer mientras estaban investigando?

– ¡No! Simplemente dijo que el reloj se detuvo durante cierta hora cuando el Sr. Tadano no estaba abajo en los archivos. Mi argumento es que el verdadero culpable manipuló el reloj para inculpar al Sr. Tadano... – replicó Athena.

Por desgracia para ella, Blackquill rápidamente percibió la duda en su voz. – Sí te darás cuenta de lo que está mal con lo que dices, ¿verdad? No sólo no tienes pruebas de que el reloj estuviera funcionando antes del crimen, sino que el mismo Sr. Tadano podría haberlo manipulado también.

– Ohh sí... – Athena se desplomó derrotada.

– Quizás la próxima vez, Srta. Cykes... – comentó la Jueza Gavèlle en tono seco.

(«Espero que el sarcasmo haya sido sin intención...») pensó Athena.

– Sentí el reloj en mi mano y lo vi cubierto de sangre.

»Entré en pánico, y miré a mi alrededor antes de encontrar el cuerpo de Yamai.

»Dado el estado del cuerpo, y el reloj que tenía en mi mano, me di cuenta de lo que hice.

»Dejé caer el reloj y salí corriendo. Allí fue cuando debió golpearla.

*¡UN MOMENTO!

– ¿Está absolutamente seguro de que dejó caer el reloj encima de su cabeza? – inquirió Athena.

– Bueno... la verdad es que no, no lo estoy, pero dada la situación, ese es el único momento en que el reloj podría haberla golpeado, ¿verdad? – replicó Hitohito.

– Bueno... – Athena estaba a punto de proponer su teoría, pero su ojo captó la mirada de Blackquill hacia ella. Ya ella sabía que él sabía que estaba a punto de sugerir que una tercera persona lo utilizó para atacar a Yamai y estaba listo para derrumbársela en cuanto la sacara.

– ¿Y bien? ¿Tiene algo en mente, Srta. Cykes? – preguntó la Jueza Gavèlle.

– No... nada, Su Señoría. – replicó Athena dudosa. Tembló un poco al ver los labios de Blackquill curvarse de nuevo en otra sonrisa. Quería demostrarle que se equivocaba con todas sus fuerzas y restregárselo en la cara, pero tristemente, no tenía nada con qué trabajar.

La Jueza Gavèlle asintió. – Muy bien. ¿Tiene la defensa más preguntas para el acusado?

– Err... – Athena se puso a reproducir el testimonio de nuevo en su mente. Sin embargo, no le vino nada a la mente. Todo lo que quería preguntarle volvía al inescapable hecho de que, acorde con los hechos, la única persona que podría haberlo hecho era Hitohito, y no había manera de probar que había otra persona en la escena al momento del incidente. Reacia, negó con su cabeza derrotada. – La defensa no tiene más preguntas en este momento...

*¡SLAM!*

– ¡Entonces, eso pone fin a este interrogatorio! – La Jueza Gavèlle golpeó con su mazo, y lo sostuvo en posición de rezo. – Esta corte acepta su confesión, Sr. Tadano, y la Diosa de la Ley mira favorablemente su deseo de arrepentimiento...

– Ya era hora... – comentó Blackquill. – Esperaba haber terminado hace media hora, pero por lo menos, todavía tendré suficiente tiempo para seguir investigando... eso...

(«¡Hmph! ¡Qué nervio! ¡Blackquill sólo quiere volver a investigar el incidente de hace siete años en Itan, así que buscaba terminar este juicio lo más rápido posible!») Athena hizo un puchero.

– ¿La defensa tiene algo más que agregar? Si no es así, ¡estoy por dar mi veredicto! – declaró la Jueza Gavèlle, preparando su mazo.

(«Agregar... ¿qué más podría agregar? No hay nada que remotamente señale a una tercera persona en la escena al momento del crimen...»)

– Hey, Athena... espero que no estés pensando en rendirte, ¿o sí? – preguntó Phoenix.

– Bueno... ¿qué más puedo hacer? Las únicas dos personas en la escena del crimen durante el incidente eran Hitohito y Yamai. No importa cuánto trate de desarmar su testimonio, ¡no puedo cambiar ese hecho! – se quejó Athena.

– En tal caso... ¿por qué no intentar un acercamiento distinto? – propuso Phoenix. Athena levantó una ceja con curiosidad. – En lugar de tratar de probar que había una tercera persona en la escena, intenta probar que las circunstancias detrás del incidente harían que fuera imposible que Hitohito fuera el culpable.

– Probar que sería imposible que Hitohito sea el culpable... – Athena se repitió a sí misma esas palabras. Se puso a juguetear con su arete. – ¡Pero eso todavía no demostraría quién cometió el crimen!

– Tal vez no, pero forzaría a Blackquill a mostrar más de su mano para mantener el juicio en marcha... – señaló Phoenix. – Y eso significaría tener que llamar a sus testigos a declarar, incluyendo a la bibliotecaria. Si podemos subirla al estrado, quizás encontremos una abertura para insertar a nuestra tercera persona. ¡Tienes la evidencia para hacer esto!

Athena asintió. – De acuerdo... lo intentaré.

– Si la defensa no tiene nada más que agregar... – la Jueza Gavelle levantó su mazo – ... entonces esta corte declara al acusado, el Sr. Hitohito Tadano, C—

*¡UN MOMENTO!*

La Jueza Gavèlle bajó el mazo. – Estoy empezando a cansarme de este hábito de los abogados de interrumpir cuando estoy a punto de dar mi veredicto... – suspiró con molestia.

– Cykes-dono es famosa por su falta de tacto, como habrá observado... – sonrió Blackquill.

– Fiscal Blackquill, haría bien en salirse de su celda de cristal donde reside, antes de arrojar esas piedras... – replicó la Jueza Gavèlle secamente.

– Ohh, ¿acaso me está ofreciendo un perdón por mis crímenes, Su Santidad? – Blackquill seguía sonriendo. – Debo decir, que eso es inusualmente piadoso viniendo de alguien como usted.

– ¡La Diosa de la Ley jamás se excusaría por perdonar a un criminal como usted, Fiscal Blackquill! – le espetó de vuelta.

Athena se hundió en el banquillo de la defensa con frustración. («Por mucho que me encantaría ver a la jueza dándole molestias a la fiscalía para variar, prefiero tener mi oportunidad de defender a mi cliente hoy mismo...») pensó.

– Me estoy hartando de esta discusión. ¡Sólo golpee ese mazo, anuncie su veredicto, y termine con esto, Su Santidad! – demandó Blackquill.

– En un momento... – La Jueza Gavèlle se puso un dedo en el labio. Podía sentir que se estaba empezando a sulfurar y recordó que Athena quería decir algo. En lugar de seguir mordiendo la carnada de Blackquill, giró su atención hacia la abogada defensora. – ¿Había algo más que quisiera decir, Srta. Cykes?

(«Finalmente alguien me nota...») Athena se limpió el sudor de las cejas y respiró profundamente. – ¡Sí lo hay, Su Señoría! ¡La defensa tiene dudas muy serias sobre cierto aspecto de este caso!

– ¿Oh? ¿Y cuál aspecto sería ese, Srta. Cykes? – preguntó la Jueza Gavèlle.

– En específico, la defensa tiene problemas sobre la ubicación donde la Srta. Yamai fue atacada. Su cuerpo efectivamente fue encontrado junto al estante de libros en la parte superior derecha, pero ¿realmente fue allí donde fue atacada? – propuso Athena.

– Sí. Esto puede que te resulte difícil de creer, pero cuando una persona es atacada y queda noqueada en el suelo, tiende a no moverse mucho de su lugar... – replicó Blackquill sarcásticamente.

Ambas, tanto Athena como la Jueza Gavèlle ignoraron este comentario suyo. – Interesante... ¿qué es lo que propone usted, Srta. Cykes?

Athena cargó a Widget y desplegó el mapa. – ¡La defensa propone que la Srta. Yamai fue atacada en este lugar! ¡Donde está la computadora!

Las reacciones de la sala a la declaración de Athena fueron mixtas. La Jueza Gavèlle y el Detective Fulbright miraron con interés, mientras Hitohito jugueteaba con sus dedos nerviosamente. Blackquill, por otra parte, se burló de la idea.

– ¿En qué te basas para hacer esta acusación tan absurda? – le preguntó.

– Miren estas muestras de huellas digitales en el teclado de la computadora. – Athena se deslizó por los datos hasta llegar a las huellas digitales en la interfaz de Widget. – Durante nuestra investigación, encontramos huellas pertenecientes a tres personas diferentes. Uno de ellos fue el Sr. Tadano. Otras le pertenecen a una persona desconocida, pero dado quién fue el que estaba utilizando la computadora más temprano ese día, podemos asumir con certeza que dicha persona es el Sr. Honshoku.

»¡Y el último juego de huellas pertenece a la víctima, La Srta. Yamai! – declaró Athena, señalando con su dedo. – ¡Esto prueba que la Srta. Yamai estaba utilizando la computadora en el momento del incidente!

*¡PROTESTO!*

– ¡Creí que estabas tratando de probar que el ataque ocurrió frente a la computadora! – Blackquill estampó la mano en el escritorio. – Todo lo que has demostrado es que la Srta. Yamai estaba utilizando la computadora en algún momento. E incluso esa prueba es muy ambigua en el mejor de los casos: ¿puedes demostrar que esas huellas quedaron allí el mismo día del incidente?

– ¿A qué se refiere? Los estudiantes generalmente no tienen permitido entrar a los archivos de la biblioteca. ¿Cuándo más podrían haberlas dejado allí? – preguntó Athena.

– Tal como demuestra claramente la presencia del Sr. Tadano, no es una regla que se hace cumplir de manera estricta. Alguien podría haberle pedido a la Srta. Yamai ir allí en un día diferente para acceder a información distinta de la computadora, y fue entonces que quedaron sus huellas.

– ¿Pero se habrían mantenido allí durante tanto tiempo? – se preguntó Athena.

– Te sorprenderías de cuánto pueden durar. Ha habido reportes de laboratorios criminalísticos sobre huellas digitales que fueron extraídas de una superficie que no había sido tocada en cuarenta años. Eso es mucho más tiempo de lo que cualquiera involucrado en este caso lleva vivo, salvo tal vez por la Sra. Profesora Holgazana. ¡Ergo, las huellas de la víctima en el teclado no prueban nada! – declaró Blackquill.

– Por desgracia, estoy de acuerdo con el Fiscal Blackquill. Las huellas digitales por sí solas no son prueba suficiente de que el ataque haya ocurrido en frente de la computadora. – declaró la Jueza Gavèlle.

Athena asintió sin dudar. – Concuerdo. Las huellas por sí solas no son evidencia conclusiva. Sin embargo, no fueron la única cosa que encontramos en la escena del crimen que podría apuntar hacia mi teoría.

Deslizó el dedo por la app de evidencia de Widget para abrir los datos sobre la mancha de sangre borrada y las huellas en el escritorio. Las seleccionó ambas para desplegarlas lado a lado. – La primera pieza de evidencia que encontramos fue una serie de huellas de mano en el escritorio de la computadora que también pertenecían a la Srta. Yamai. A juzgar por su posición, podemos concluir que se formaron cuando la Srta. Yamai fue noqueada en el ataque, y extendió las manos instintivamente tratando de amortiguar la caída.

»La segunda pieza de evidencia que encontramos fue una mancha de sangre luego de hacer una prueba de luminol cerca de la computadora. Ahora mismo desplegaré el mapa de la escena del crimen para mostrarles dónde la encontramos. – dijo Athena cargando los datos del mapa con la mancha de sangre.

»Como pueden ver por la ubicación, es probable que la sangre haya caído allí luego que el reloj golpeó a la Srta. Yamai, o que haya chorreado del arma. Más aún, la prueba de luminol muestra que la mancha de sangre fue borrada muy deprisa, ¡lo que sugiere que quienquiera que hizo esto habría querido ocultar el hecho de que el ataque ocurrió en frente de la computadora!

»En conclusión, aunque por sí solas no prueban nada, ¡estas tres piezas de evidencia juntas demuestran que el crimen tuvo lugar en frente de la computadora! – aseguró Athena.

– Hmph... – Blackquill se tocó la frente y sonrió pomposamente. No se esperaba estas piezas de evidencia, pero tampoco se estaba perturbando por ellas. – Esas marcas de mano podrían haber sido dejadas si la Srta. Yamai hubiera tratado de levantarse de la silla. Y también, ¿te molestaste en chequear a quién pertenecía esa sangre? Por todo lo que sabemos, podría haberse tratado del Tonto Bright sufriendo una hemorragia nasal y tratando de encubrirla.

– Umm... acerca de eso... – intervino tímidamente Fulbright, jugueteando con sus dedos.

(«Por favor no me vengan a decir que esa mancha realmente fue resultado de que Fulbright tuviera una hemorragia nasal...») pensó Athena sudando nerviosa.

– Luego de ver al Sr. Wright y su hija descubrir esa mancha en la escena, le pedí a los muchachos del laboratorio forense que lo analizaran. Y confirmaron que la sangre le pertenece a la Srta. Yamai... – explicó dudoso Fulbright.

– ¡Nnngggoooohhh! – Blackquill casi se fue para atrás. – ¡Tonto Bright! ¿Por qué diablos no me informaste de esto?

– Bueno... umm... no estaba cerca del cuerpo, así que me imaginé que no estaba relacionada con el ataque... – replicó Fulbright nerviosamente.

– No hay palabras que puedan expresar apropiadamente mi total decepción contigo, Tonto Bright... – gruñó Blackquill.

(«¡Ja! ¡Perfecto! ¡La incompetencia de Fulbright me ayudó a pillar desprevenido a Blackquill!») pensó Athena con una gran sonrisa.

– ¡No te emociones tanto, Cykes-dono! – Blackquill rápidamente recuperó la compostura. – Supongamos que el ataque ocurrió en frente de la computadora tal como sugeriste. ¿Cómo es que eso cambia algo? El hecho es que el Sr. Tadano sigue siendo la única persona que pudo haberlo hecho. Recuerda, entre cuando el Sr. Tadano y la Srta. Yamai bajaron allí y cuando él salió, ¡no había más nadie allí! ¡Tendrían que haberlos visto!

*¡PROTESTO!*

– ¡Esto cambia por completo la naturaleza del ataque! – le señaló Athena a Blackquill. – La Srta. Yamai fue atacada mientras utilizaba la computadora. La evidencia que acabo de presentar lo demuestra. Y también sabemos que durante la confrontación, el Sr. Tadano cogió el reloj que se utilizó como arma en el ataque.

Luego apuntó con su dedo a la Jueza Gavèlle. – Su Señoría, quiero pedirle que se ponga en los zapatos de la Srta Yamai durante este momento. Si usted viera al Sr. Tadano empuñando ese reloj como un arma, ¿intentaría usar una computadora?

– ¡Absolutamente no! – La Jueza Gavèlle negó con la cabeza. – ¡Si alguien me estuviera amenazando con un arma, en ningún momento le quitaría los ojos de encima al agresor, mucho menos estaría haciendo una actividad que requiere toda mi concentración!

– ¡Exactamente mi punto! Y aun así, la evidencia demuestra que la Srta. Yamai no sólo utilizó la computadora durante el incidente, sino que fue atacada mientras lo hacía. La única conclusión que podemos sacar de esto es obvia: ¡la Srta. Yamai no estaba al tanto de su agresor! – Athena estampó su mano sobre el escritorio. – ¡Y en el único momento en que una situación como ésta podría ocurrir sería después que el Sr. Tadano se desmayó! ¡En otras palabras, es imposible que el Sr. Tadano haya sido el agresor de la Srta. Yamai!

– Asumiendo, por supuesto, que el Sr. Tadano no haya atacado a la Srta. Yamai después de haber recuperado el conocimiento desoypes de desmayarse, y asumiendo también, por supuesto, que la Srta. Yamai hubiera usado la computadora ese día. – replicó Blackquill. – Debo admitir que tres piezas de evidencia que apuntan hacia que la usó son más convincentes que una sola, pero al final, todo lo que tienes es un montón de coincidencias alineadas juntas, ¡y ninguna de ellas son lo bastante decisivas para demostrar que utilizó la computadora el día del incidente!

– ¡Pero no puede negar la posibilidad! – replicó Athena.

– ¡Puedo hacerlo, y lo haré! – Blackquill sacudió su cabeza. – ¿O se te olvida que nadie más estuvo en la escena del crimen durante el incidente, aparte del acusado y la víctima?

– ¡Usted se la ha pasado martilleando ese mismo punto durante todo el juicio, Blackquill! ¿Pero qué tal si todo eso resulta ser una enorme y gorda mentira? – declaró Athena. – ¡La defensa desea interrogar a estos testigos que dicen que las únicas dos personas en la escena del crimen eran el acusado y la víctima!

*¡SLAM!*

– ¡Ya basta! Esta es mi opinión al respecto... – declaró la Jueza Gavèlle, golpeando su mazo. – Aunque la posibilidad de que la Srta. Yamai haya utilizado la computadora durante el incidente no haya sido probada de manera conclusiva, sí es lo bastante probable al punto que la corte no desea descartarla. A la luz de eso, al igual que la aseveración de la fiscalía de que sólo el acusado y la víctima estuvieron en la escena del crimen durante el incidente, tenemos un nuevo dilema: en este escenario, es imposible que cualquiera pueda haber cometido el crimen.

– ¿No será posible que la Srta. Yamai podría haberse golpeado a sí misma con el reloj para inculpar al Sr. Tadano? – preguntó Athena.

– ¡Imposible! – le refutó Blackquill. – Habría dejado sus huellas en él. Y considerando que fue encontrada inconsciente en la escena, no hay forma posible de que pudiera haberse noqueado a sí misma y limpiado las huellas del arma al mismo tiempo.

– Ohh sí... – suspiró Athena.

– En cualquier caso, la corte considera que la confesión del Sr. Tadano es insuficiente para declarar un veredicto. Por lo tanto, solicito que llame a sus testigos, Fiscal Blackquill, para asegurar la validez de su declaración de que no había más nadie en la escena del crimen. – proclamó la Jueza Gavèlle.

Blackquill se reclinó sobre el escritorio del fiscal, dándole la espalda a la jueza. – Hmph... si es lo que necesito para probar mi punto. Denme quince minutos, y tendré a mis tres testigos preparadas.

– ...Muy bien. – replicó la Jueza Gavèlle en un tono desaprobatorio. – La corte tomará un receso de quince minutos mientras...

*¡UN MOMENTO!*

– ¡Espere, Su Señoría! ¡Q-quisiera corregir mi testimonio! – suplicó Hitohito desesperadamente.

La Jueza Gavèlle abrió de par en par los ojos de la sorpresa. – Espere, ¿quiere decir...?

– ¡Sí! ¡Acabo de recordarlo! ¡En realidad golpeé a Yamai después de que me desmayé! ¡Mientras estaba utilizando la computadora, como dijo la Srta. Cykes! – Hitohito se aferraba al estrado con ambas manos que seguían esposadas.

–- ¿Q—QUÉEEEEEEEE? – Athena jadeó de shock. («¡Noooo! Esto no está pasando... esto no está pasando... esto no está pasando...»)

– Concéntrate, Athena... se está desesperando. En algún momento tendrá que cometer un error... – le dijo Phoenix calmado a su todavía agitada subordinada.

(«Es fácil para usted decirlo, cuando no es usted el que tiene que interrogarlo. Sin embargo, debo admitir que suena mucho más desesperado... casi como si lo que sea que lo tiene atenazado y aferrándose a él está peleando con más fuerza para mantenerlo atrapado.»)

– ¿Está absolutamente seguro de esto? Lo que está diciendo ahora contradice por completo lo que dijo antes. – inquirió la Jueza Gavèlle en tono escéptico.

– A-Absolutamente... – dijo Hitohito tartamudeando nerviosamente.

– Más le vale elegir sus palabras cuidadosamente, Sr. Tadano... porque no tolero mentirosos en mi sala de justicia... – Blackquill lo estaba mirando amenazante mientras hacía una postura de Iaijutsu. Trató de dar un tajo hacia adelante, sólo para que las cadenas de sus grilletes se lo impidieran.

Este gesto, sin embargo, fue más que suficiente para hacer que Hitohito retrocediera. – Uhhh... umm... ¡s-s-sí, señor! – dijo tartamudeando. Pero sabía, sin embargo, que lo que estaba a punto de decir era una sarta de mentiras. Aún con la amenaza de Blackquill, estaba dispuesto a mentir para que lo condenaran ya que, por muy asustado que estuviera del fiscal, lo que pudiera hacerle no era ni de cerca tan horrible como lo que él pensaba que Yamai le tenía reservado si se atrevía a desobedecerla.

Incluso ahora, podía oír sus palabras...

– "... ¿El mar, o las montañas? ¿Cuál prefieres?"

– ¡Sr. Tadano!

Fue traído de vuelta a la realidad por la voz severa de la Jueza Gavèlle.

– El Fiscal Blackquill sobreestima su autoridad en esta sala, pero comparto sud sentimientos hacia los mentirosos. ¡Tenga eso en mente mientras da su testimonio! – le advirtió.

– ¡S-s-sí, Su Señoría! – replicó nerviosamente. – ¡C-c-comenzaré desde el principio!

**************************

Declaración del testigo

--Lo que realmente pasó--

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Tadano:

– Entré a los archivos de la biblioteca por petición de mi profesora.

»Inicié sesión en la computadora para sacar la información que me solicitó.

»Mientras estaba trabajando... Yamai apareció...

»En un arranque de pánico, traté de alejarla con el reloj antiguo...

»Cuando ella me atacó de vuelta, la esquivé y me desmayé...

»Cuando recuperé el sentido, vi a Yamai trabajando en la computadora...

»Noté que tenía todavía el reloj en mi mano, y sentí la ira surgir dentro de mí hacia ella.

»Me escurrí detrás de ella, y le estampé el reloj en la cabeza, noqueándola.

»Después de darme cuenta de lo que hice, dejé caer el reloj y salí corriendo...

**************************

Toda la sala se quedó en silencio. Athena y Blackquill miraron incrédulos a Hitohito, pero por razones totalmente diferentes. Athena debido a la sobrecarga de emociones que podía oír en su testimonio, y Blackquill debido a la evidente falla en él.

La Jueza Gavèlle, por otra parte, estaba negando con su cabeza en desaprobación. Deslizó la palma de su mano en su mazo, preguntándose cuáles serían las mejores palabras para expresar sus pensamientos.

– Sr. Tadano... tengo una pregunta para usted... – dijo finalmente para romper el silencio. Hitohito levantó la mirada hacia ella. – ¿Acaso fue usted coaccionado o de una manera presionado por el Fiscal Blackquill para dar su confesión? – le preguntó en tono severo.

Antes que Hitohito pudiera responder, Blackquill golpeó su escritorio con ambos puños. – ¿De qué está hablando, mujer? ¡Yo no he hecho tal cosa, y usted lo sabe!

– ¡Le estoy preguntando al Sr. Tadano, no a usted, Fiscal Blackquill! – replicó tajantemente la Jueza Gavèlle. – ¡Si me interrumpe de nuevo, no sólo lo sacaré por desacato, sino que haré que le revoquen su distintivo!

– Hmph. Supongo que realmente no ha dejado atrás sus días en el C.I.F., ¿verdad, Su Santidad...? – Blackquill le dio la espalda y se apoyó contra el escritorio del fiscal. [Kometani: El C.I.F. (Comité Inquisitorial de Fiscales) es un grupo de figuras designadas por el gobierno para investigar y evaluar las acciones de los fiscales, y también para remover y reemplazar a los fiscales problemáticos.]

– Umm... Su Señoría... no he sido coaccionado para dar esta confesión. ¡Esto es lo que realmente sucedió! – suplicó Hitohito.

– ¡Su Señoría! – intervino Athena. – ¡Quisiera interrogar al...!

– Eso no será necesario, Srta. Cykes... – dijo la Jueza Gavèlle. Antes the Athena pudiera protestar, la Jueza Gavèlle levantó el dedo para que Athena se callara. – Por favor. No será necesario interrogar al Sr. Tadano porque ya he visto cuál es la falla en su testimonio.

Esa última declaración pilló a Hitohito por sorpresa. – ¿Q-q-q-qué quiere decir, Su Señoría? – le preguntó.

– Hacia el final, usted mencionó haber dejado caer el reloj sobre ella y salir corriendo, igual que en su segundo testimonio. Sin embargo, dadas las circunstancias diferentes, esto crea una nueva contradicción: ¿por qué el cuerpo y el reloj fueron hallados cerca del estante de libros y no de la computadora? – inquirió la jueza.

– U-Uhhh... – Hitohito estaba perplejo. – Yo, uhh... me olvidé... ¡que moví el cuerpo para utilizar la computadora una última vez! – mintió desesperadamente. Entre más quedaban expuestas sus mentiras, más podía oír la voz de Yamai susurrándole en el oído.

La Jueza Gavèlle sacudió su cabeza y preparó su mazo. – Eso lo dudo mucho. De lo contrario, usted lo habría mencionado en su declaración original. Lo siento mucho, ¡pero no voy a aceptar este testimonio!

– ¡Pero Su Señoría, por favor deme...!

*¡SLAM!*

– Declaro el interrogatorio del Sr. Hitohito Tadano oficialmente terminado. A pesar de haber confesado al crimen, su testimonio está lleno de agujeros, y la corte considera que fue obligado a declarar bajo presión por partes externas. ¡Ahora escucharemos el resto de parte de los testigos del Fiscal Blackquill! – ordenó la Jueza Gavèlle.

Athena miró a Hitohito con preocupación. Pudo ver que empezaba a hiperventilar, y sus ojos iban de aquí para allá, como si buscara una salida.

(«¿En serio esto es todo? Debería alegrarme de poder interrogar a los testigos de Blackquill, ¡pero Hitohito sigue siendo un desastre! Pude escuchar la discordia en su corazón llegar a un punto crítico, y tengo miedo de que si no hago algo ahora, terminará sufriendo un colapso mental o algo peor. Por otro lado, si lo mantengo en el estrado, podría terminar diciendo algo que no tenga forma de refutar, y terminaría condenándose. ¿Qué debo hacer? ¿Dejar que Hitohito siga o levantar una protesta?»)

Antes de poder tomar su decisión, Hitohito golpeó el estrado con fuerza. – ¡Espere! ¡Su Señoría! ¡Por favor! – gritaba.

– Ya tuvo su oportunidad. Ahora, por favor, ¡desocupe el estrado! – ordenó la Jueza Gavèlle.

– ¡P-pero acabo de decir que yo lo hice! ¡Confesé! ¡Eso debería ser suficiente! ¿No es así, Fiscal Blackquill? – gritó Hitohito.

– ¡Hmph! ¿Te parezco el tipo de hombre que aceptará una hoja forjada por mentiras en batalla? –Blackquill estampó ambas palmas sobre el escritorio. – A menos que tus siguientes palabras sean para decirme quién te obligó a dar esta confesión, ¡te aconsejo severamente que abandones el estrado antes que te obligue a hacerlo! – le gruñó, preparándose para dar un tajo de espada con su dedo.

– ¡KEEEE-AAAAAA-RRRRR! – chilló Taka.

El grito de batalla del halcón tomó desprevenido a Hitohito. Estaba a punto de hacer lo que el fiscal le había ordenado cuando sintió que su pecho se le apretaba, y las palabras de Yamai le hacían eco fuertemente en su cabeza.

– ... le informé de lo que pasó entre nosotros y ¿sabes qué? Ella me creyó cada palabra. Una vez que vio la herida en mi cabeza, ella supo que tú me atacaste salvajemente con intenciones de matarme. ¡Obviamente se sintió horrorizada y traicionada de que alguien que decía ser su amigo intentara cometer un asesinato!

Hitohito se agarró la cabeza, intentando silenciar la voz. Sin embargo, se volvía más fuerte y malvada entre más trataba de luchar contra ella.

– ... te odia por lo que me hiciste! ¿Recuerdas cuando dijo que ella misma escogería a sus amigos? ¡Parece que al final me escogió a mí después de todo!

» ...¡Resulta que a la gente no le gustan los chicos que golpean a las chicas sin provocación, porque ahora todos en la escuela te odian!

» ...Todos en la escuela están en tu contra. ¡Diablos, todos en el país están en tu contra!

La respiración de Hitohito empezó a volverse más rápida y agitada a medida que las amenazas de Yamai resonaban en su mente. Comenzó a imaginarse miles de otras voces uniéndose a la de ella en un coro, maldiciendo su nombre y deseándole la muerte. Mientras comenzaba a perderse en su propia cabeza, comenzó a visualizarlos como figuras sin rostro, que apuntaban dedos acusadores hacia él.

En medio de las figuras, vio a Shouko mirándolo. Sin embargo, esta mirada era fría, desaprobatoria, y totalmente intencional, a diferencia de esas miradas penetrantes accidentales suyas. No dijo ninguna palabra, pero su mirada comunicaba el mensaje muy claramente: lo condenaba por lo que hizo y ya no lo consideraba un amigo.

Yamai emergió de entre la multitud y cogió del brazo a Shouko. Sonrió con arrogancia, saboreando su victoria sobre el chico al que más odiaba. De pie triunfante, le repitió la misma amenaza que le dijo la noche anterior:

– ... Es mejor que te quedes en tu jaula donde perteneces, muchachito, o de lo contrario te voy a enterrar. E incluso si no lo hago yo, alguien más lo hará...

– Uhh... ¿Sr. Tadano? ¿Estás bien, amigo? – preguntó Fulbright, intentando sacudir a Hitohito de su estupor.

– ¡Sr. Tadano! ¿Qué le sucede? ¿Está todo bien? – le preguntó la Jueza Gavèlle en tono preocupado.

¡BASTAAAAAAAAAAAAAAAAA! – Hitohito gritó a todo pulmón.

Su repentino arranque pilló a todos en la sala desprevenidos. Se agarró del estrado para sostenerse. Era todo lo que podía hacer para evitar colapsar en el suelo.

– Yo... acabo... de decir que lo hice, ¡así que lo hice! ¡Eso debería ser suficiente, ¿no?! ¡Estoy admitiendo mi culpa! ¡¿Por qué le importa cuándo lo hice, dónde lo hice, o cuántas veces golpeé a la víctima, o si estaba utilizando o no una computadora?! ¡Nada de eso importa! ¡Lo único que importa es que yo fui quien lo hizo! ¡Yo! ¡Soy culpable! ¡Soy culpable, culpable, culpable, culpable, culpableculpableculpableculpableculpableculpableculpableculpableculpableCULPABLECULPABLECULPABLEEEEEEEEE!!!!!!

Toda la sala estalló en especulación luego que Hitohito terminó de gritar su arrebato. En medio de la multitud, tanto Jeanne como Hitomi estaban llorando desconsoladas, preguntándose qué podría haberle pasado para hacerlo actuar de esta forma, con Jeanne lamentando ser un enorme fracaso como madre.

*¡SLAM! ¡SLAM! ¡SLAM!*

– ¡ORDEN! ¡ORDEN EN LA SALA! – La Jueza Gavèlle rugió de una manera poco característica suya, silenciando a la multitud. – ¿Sr. Tadano! ¿Qué significa este arrebato suyo? ¿Por qué está tan decidido a que lo declaren culpable? – Su mirada se volteó hacia Blackquill. – ¡¿Usted sabe algo sobre esto, Fiscal Blackquill?!

– ¡N-no me vea a mí, Su Santidad! ¡Yo también quiero respuestas tanto como usted! – replicó el fiscal, que estaba tan estupefacto como la Jueza Gavèlle.

– ¡A mí tampoco me vean! ¡Estoy totalmente en blanco! – Fulbright levantó ambas manos en shock.

(«Siéntanse libres de añadirme a mí a la lista de gente que no tiene idea de qué diablos está pasando...») pensó Phoenix sudando frío.

La única persona en toda la sala que mantenía totalmente la calma era Athena. Simplemente estaba sosteniendo a Widget con la mano, mirándolo fijamente mientras escuchaba las emociones que hervían en la sala.

– Hey, Athena, no pareces estar muy molesta con todo esto... – señaló Phoenix, causando que Athena mirara al frente hacia donde estaba Hitohito.

– Al contrario, jefe, claro que estoy molesta con esto. Sólo me estaba concentrando en escuchar la voz de su corazón. Hay una sobrecarga de miedo y ansiedad en él, que lo lleva a querer que lo condenen falsamente. – replicó Athena calmada.

– Supongo que esa debe ser tu señal para utilizar la Matriz Emocional, ¿eh? – preguntó Phoenix. – ¿Alguna idea de dónde podría venir esa sobrecarga?

– Tengo la certeza que está relacionada con Yamai... – confirmó Athena. – Eso ya era muy obvio. Pero el problema será confrontar a Hitohito y hacer que admita eso... – añadió. Lo miró de nuevo. Seguía agarrándose la cabeza e hiperventilando mientras susurraba algo entre dientes.

Era ahora o nunca.

– ¡Su Señoría! – Athena se dirigió hacia la jueza. – Quisiera llevar a cabo una breve sesión de terapia con el Sr. Tadano. Si llegamos a la raíz de su ansiedad, ¡creo que descubriremos la verdad detrás de su extraña confesión y lo que sucedió en los archivos!

– ¿Una sesión de terapia? – preguntó la Jueza Gavèlle con curiosidad. – He escuchado a mi colega compartir historias sobre usted llevando a cabo sesiones de terapia durante los juicios. Dice que han producido buenos resultados, aunque debo admitir que estoy algo escéptica...

– ¡La fiscalía no tiene absolutamente ninguna objeción a que Cykes-dono lleve a cabo una sesión de terapia! – dijo Blackquill. – De hecho, estoy seguro que me dará el nombre del individuo responsable de tratar de convertir este juicio en una fiesta de payasos proverbial...

(«¡Cielos! Entre él y Edgeworth, ¿qué onda con la obsesión de la oficina de fiscales con los payasos?») gruñó Phoenix.

– Ya que el Fiscal Blackquill no tiene objeciones, tiene usted mi permiso para llevar a cabo su sesión de terapia, Srta. Cykes. ¡Por favor haga lo que pueda para ayudar al Sr. Tadano! – proclamó la Jueza Gavèlle.

– ¡Entendido, Su Señoría! – exclamó Athena, golpeándose la palma con el puño. – ¡Están a punto de ver la psicología analítica en acción! Auf geht's! ¡Hagámoslo!

Esta historia continuará...


Acta del Juicio (Athena)

(* indica nuevo o actualizado)

Perfiles:

Apollo Justice (Edad: 23): Un abogado que ha estado en la agencia desde antes que yo me uniera. Tiene una habilidad increíble para detectar mentiras a través del lenguaje corporal de la gente.

Trucy Wright (Edad: 16): La querida hija del Sr. Wright. Una aspirante a maga profesional que también es estudiante en la preparatoria Itan.

Hitohito Tadano (Edad: 15): Mi cliente. Un joven amable que está sufriendo de TEPT por culpa de las acciones de Yamai.

Phoenix Wright (Edad: 34): Abogado propietario de la agencia. Le debo mucho por darme la oportunidad de convertirme en una abogada consumada.

Shouko Komi: (Edad: 15): Amiga cercana de Hitohito y su compañera de clase. Es una chica hermosa que tiene problemas para comunicarse.

Najimi Osana (Edad: 15): Estudiante de Itan que siempre tiene mucha energía, y aparentemente tanto Hitohito como Trucy son sus amigos de la infancia. Su verdadero género es un misterio.

Ren Yamai (Edad: 15): La "víctima" de este incidente. Una jovencita horrible que secuestró una vez a Hitohito debido a su obsesión con Shouko.

Nene Onemine (Edad: 16): Una estudiante que se preocupa por los demás como una hermana mayor. Es muy amable y protectora especialmente con su compañera Kaede Otori.

Kaede Otori (Edad: 16): Una estudiante que parece siempre ser muy lenta y distraída. Le devolvió a Hitohito su teléfono perdido el día del incidente.

Bobby Fulbright (Edad: 33): El enérgico detective a cargo de este caso. A veces me hace preguntarme qué significa realmente la justicia.

Sakura Gorimi (Edad: 17): Una estudiante de segundo año, y la bibliotecaria principal. Aún puedo sentir el golpe que me dio en la cabeza con su abanico mortal.

Omoharu Nakanaka (Edad: 15): Una estudiante con síndrome de adolescencia que se hace llamar la Archimaga "Mei Karuma Van Zieks". Supuestamente vio todo el incidente.

Simon Blackquill (Edad: 28): Un fiscal y prisionero condenado a muerte. Posiblemente haya sido el fiscal de otro caso que ocurrió en Itan antes de ser arrestado.

Kozue Taida (Edad: 49): Profesora de la clase de Hitohito y Shouko. Es muy holgazana y le encanta aprovecharse de Hitohito para que él haga su trabajo en su lugar.

Itsuki Honshoku (Edad: 33): El experto en informática residente en Itan. Accedió a los archivos de la biblioteca el día del incidente.

Masatomo Yamai (Edad: 61): El padre de Ren Yamai (en teoría) y presidente de Yamai Holdings. Un hombre de negocios muy exitoso, pero también un fracaso como padre.

Junichi Asano (Edad: 25): La mano derecha de Masatomo Yamai. Se encarga de las tareas del día a día con las que el Sr. Yamai no puede o no quiere tomarse la molestia, como criar a su hija.

Hitomi Tadano (Edad: 14): Hermana menor de Hitohito, y totalmente opuesta a él en personalidad. Puede ser un poco impulsiva, pero quiere mucho a su hermano y se preocupa por él.

Dick Gumshoe (Edad: 40): Un detective de la división de homicidios con quien el Sr. Wright solía cruzarse a menudo. Aunque le falta inteligencia, lo compensa con su lealtad y corazón.

Hitoshi Tadano (Edad: 46): El padre de Hitohito. Se suponía que se encontraría con el Sr. Honshoku el día que ocurrió el incidente.

Jeanne Tadano (Edad 43): La madre de Hitohito. Un manojo de nervios que es muy rápida para suplicar. Sabe hornear postres muy buenos.

Takara Yamai (Fallecida): La hermana mayor de Ren Yamai, que fue asesinada en la Preparatoria Itan hace siete años.

Carl Pritt (Fallecido): Un antiguo custodio que trabajó en la Preparatoria Itan que fue sujeto de rumores muy perturbadores. Fue condenado por el asesinato de Takara Yamai.

Verity Gavèlle (Edad: 34): La jueza que preside este juicio, una mujer educada pero de carácter severo. Parece conocer bien al Fiscal Blackquill.

Evidencia:

Distintivo de abogada: Mi nuevo y brillante distintivo. Lo perdí brevemente, pero Hitohito me ayudó a encontrarlo.

Puertas hacia los Archivos de la Biblioteca: La entrada a los Archivos de la Biblioteca. Se requiere una identificación del personal para poder entrar.

Diagrama del sótano: Un diagrama del sótano, que muestra los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. El pasillo del sótano y la sala de servidores estaban cerrados durante el crimen.

Reporte médico de Yamai: Un reporte médico de la Clínica Hickfield para Ren Yamai. Según el reporte, fue golpeada dos veces con un objeto contundente.

Reloj antiguo: Un reloj antiguo operado con baterías usado en la agresión, cubierto con la sangre de Yamai y las huellas digitales de Hitohito. Actualmente no tiene baterías en su interior.

Escritura en sangre: Un mensaje garabateado con sangre que va hacia la mano derecha de Yamai que lee "Tadano". Según Hitohito, no estaba allí cuando salió de los archivos.

Llave de la Sala de Servidores: La llave que abre las puertas de la sala de servidores desde los archivos de la biblioteca. Lleva una semana desaparecida.

Termostato: El dispositivo que regula la temperatura entre los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. Fue ajustado durante la hora del crimen, pero no se encontraron huellas digitales en él.

Computadora de los Archivos de la Biblioteca: Una computadora en los archivos de la biblioteca a la que Hitohito accedió por razones desconocidas. Se encontraron huellas digitales de Hitohito, Yamai, y un individuo desconocido en el teclado y el ratón.

Historial de inicio de sesión: Un registro de quién inició sesión en la computadora de los archivos de la biblioteca. El día del crimen, Itsuki Honshoku accedió a la computadora a las 9:15 AM y Hitohito Tadano, usando las credenciales de su profesora, a las 1:15 PM.

Huellas en el escritorio: Huellas de manos encontradas en el escritorio de la computadora. Análisis indica que pertenecen a Ren Yamai.

Abanico de papel: Un abanico de papel roto que se encontró en una papelera, afuera de un aula del segundo piso. Parece tener algunos cabellos color lavanda enredados.

* Mancha de sangre borrada: Una mancha de sangre revelada con prueba de luminol en el piso junto al escritorio de la computadora. La sangre pertenece a Ren Yamai.

Teléfono de Hitoshi: El historial de llamadas muestra que intentó contactar a Itsuki Honshoku a las 3:15 PM el día del incidente. Sin embargo, no recibió respuesta y terminó dejando un mensaje de voz.

Artículo de Periódico: Artículo del Kanagawa Times que detalla el asesinato de Takara Yamai en la Preparatoria Itan hace siete años. Según el artículo, la persona responsable fue el custodio de la escuela Carl Pritt.

Regalo de Shouko: Un regalo que Shouko hizo para Hitohito. Tiene una tarjeta adjunta con su nombre en ella.

Diagnostico de TEPT: Un diagnóstico provisional escrito, firmado por el Dr. Koizumi que declara que Hitohito Tadano sufre de trastorno de estrés postraumático.

* Palillos de metal: Un par de palillos de metal afilados que Yamai usó para amenazar a Hitohito. No hay sangre en ellos.

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