Capítulo 11: Es sólo una cena de filete y un día lluvioso
27 de septiembre, 8:41 PM
La Carneval
– ¡Por aquí! ¡Deténgase justo allí!
Cuando el taxi donde Phoenix iba montado llegó al frente del restaurante occidental, le ordenó detenerse. Ya iba muy tarde para su cita con el contacto misterioso y, en su prisa, casi se le olvidó pagarle la tarifa al conductor. Sólo fue cuando el conductor le gritó que se dio cuenta de su error y a toda prisa se sacó la billetera del bolsillo mientras se daba la vuelta. Le puso en la mano suficientes billetes para cubrir la paga y volvió a correr, sin esperar a que el conductor le diera el cambio.
La arquitectura antigua del edificio del restaurante lo hacía destacar como un sitio histórico entre los edificios de aspecto más moderno que lo rodeaban a varias cuadras de distancia. El edificio tenía un exterior de ladrillos color bronce con piedra blanca cubriendo los bordes, al igual que ventanas y puertas en ambos pisos, con un techo de metal verde encima de todo. En la puerta del frente había un letrero impreso que sobresalía del aspecto antiguo del edificio, en el cuál se leía "La Carneval" y "Desde 1880".
Phoenix llegó corriendo a la puerta del frente y por poco la abre de un tirón, cuando se detuvo para mirar a su alrededor. Se dio cuenta que su frenética carrerita había atraído algunas miradas de los transeúntes, que seguramente se preguntarían qué estaba haciendo al correr hacia el restaurante como si fuera un loco. Hizo lo mejor que pudo para ignorarlos y se calmó, tratando de acomodarse su traje y su cabello. Supuso que como ya iba tarde, no había necesidad de apresurarse y atraer la atención.
Los transeúntes reanudaron lo que estaban haciendo mientras Phoenix abría la puerta de caoba que llevaba hacia el restaurante. Se aproximó con calma hacia el atril de la recepción, donde había un hombre vestido de camarero mirando un libro.
Al notar la presencia de Phoenix, el camarero levantó la mirada y lo saludó con una sonrisa. –Bienvenue au La Carneval! ¿Tiene una reservación con nosotros, señor? – le preguntó.
Phoenix asintió. – Sí, vengo por una reservación bajo el nombre de "Phoenix Wright".
– Veamos aquí... – El anfitrión comenzó a pasar las páginas del libro que tenía en frente. Pasó el dedo de arriba abajo en una de ellas antes de detenerse en un nombre. – Ahh, aquí está. Por fin ha llegado... – dijo mientras revisaba su reloj.
– Perdón por llegar tarde. Me atasqué en el tráfico... – Phoenix se rascó detrás de la cabeza tímidamente. Esa parte era sólo parcialmente cierta.
– En efecto. Me alegra que haya podido llegar a salvo. Ahora, acompáñeme por aquí, Monsieur Wright...
El anfitrión guio a Phoenix por la entrada y hacia el salón principal. Por el piso de madera del comedor había varias mesas, todas cubiertas con un mantel de lino blanco y con una vasija de flores en el centro. Cada mesa tenía varias sillas de madera ornamentadas rodeándola, con cojines de terciopelo rojo. Varios candelabros iluminaban la sala con sombras con forma de flores que colgaban desde el techo.
El restaurante estaba bastante concurrido para la hora del día que estaba operando. Phoenix miró a los clientes que cenaban en las otras mesas y notó que la mayoría de ellos iba vestido de manera formal, con trajes y vestidos que él apostaba podrían costar algunos cientos miles de yenes. Los atuendos de los demás comensales hacían sentir a Phoenix pobre en comparación, a pesar del traje nuevo que había comprado este año.
El anfitrión eventualmente llevó a Phoenix hasta una mesa vacía con una señal de "Reservada" escrito en una fuente cursiva elegante. Le alivió ver que no fue la única persona que llegó tarde a la reservación: la persona que lo contactó tampoco estaba presente, ni había señales de que ya hubiera estado allí. Sin embargo, esto le hizo preguntarse cuándo aparecería este contacto misterioso, o si acaso se dignaría a aparecer en primer lugar.
Antes de irse, el anfitrión colocó los menús de comidas y bebidas en frente de Phoenix. – Su servidor llegará en breve, Monsieur Wright. Por favor disfrute su estancia, señor. – Hizo una cortés reverencia antes de marcharse. Phoenix echó un vistazo rápido al salón. Sin ninguna señal de individuos que se dirigieran hacia su mesa, decidió ponerse a revisar el menú.
El menú tenía una variedad de platillos de varias naciones europeas, o al menos Phoenix asumió que eran originarios de países europeos. Apenas logró reconocer algunos de los ingredientes en las descripciones de los platos, salvo por uno: el tradicional filete de res. Consideró ordenar uno de esos cuando se dio cuenta del precio. («¿VEINTE MIL YENES? ¿De qué hacen estos filetes, de carne de dragón?») Sacudió su cabeza al ver el costo de la comida.
Sintiendo el dolor que le infligiría a su billetera pagar por la comida, decidió revisar el menú de bebidas, suponiendo que después iría a casa y se prepararía un sándwich con lo que había en el refrigerador más tarde. Se salteó las bebidas alcohólicas, en parte porque estaba aquí por trabajo y también porque ya no le gustaba beber alcohol tanto como antes. Vio que el agua carbonatada costaba casi tres mil yenes el vaso. («Cielos, hasta el agua carbonatada aquí cuesta un ojo de la cara.») pensó. («Y miren nada más cómo lo justifican: "Agua carbonatada de Francia". Seguramente eso sonaba impresionante en el siglo XIX, cuando abrieron este restaurante por primera vez, pero estoy seguro que podría conseguirme una botella por dinero de bolsillo en la farmacia de la esquina...»)
– ¡Sr. Aaaanderson!
Phoenix se sobresaltó al escuchar una voz al otro lado de la mesa. Dejó caer el menú y vio que el asiento frente al suyo estaba ocupado por un hombre que no reconoció. Iba vestido de chaqueta y pantalones negros, una camisa de vestir blanca y una corbata de rayas rojo-azul marino. Tenía su cabello negro en un corte limpio de punta, y además, a pesar de que estaban adentro, llevaba unas gafas de sol negras. Si hubiera una frase con la que Phoenix podría describir al hombre en frente de él, diría que se parecía a Hitohito, pero ligeramente mayor, sin el mechón y con gafas.
– Err... creo que tiene al hombre equivocado, señor. Mi nombre es Phoenix Wright... – dijo tartamudeando nervioso.
El hombre negó con la cabeza. – Si usted es Phoenix Wright, entonces sin duda tengo al hombre correcto. O debería decir, ¿al "Hombre Wright"? – replicó con una risita. Phoenix no encontraba esa broma nada divertida. – De nuevo, no hay forma de que nadie que se respete no reconozca al famoso Phoenix Wright, ¿verdad?
– ¿F-famoso? Creo que eso es estirarse un poco... – declaró Phoenix. – Aunque si me estaba buscando, ¿por qué me llamó Sr. Anderson?
– Vamos, Sr. Wright... ¿es que no ha visto The Grid? – preguntó el hombre.
– ¡Ohh, sí, esa película! – replicó Phoenix al recordarlo, y ahora que se fijaba, con las gafas puestas el hombre se parecía mucho al villano de esa película.
– ¡Mis disculpas! No pude resistirme... – se rio el hombre. Se quitó las gafas para revelar un par de ojos verdes, y las guardó en el bolsillo de su chaqueta. – Una serie de películas clásicas, ¿no está de acuerdo?
– Supongo que sí. Aunque yo sentí que Revelations tuvo demasiados huecos en la trama para mi gusto. – señaló Phoenix. Todavía recordaba su decepción el día que salió del cine luego de ir a ver esa película con sus amigos.
– Una opinión justa. Personalmente, yo la considero un placer culposo. Cada una de las películas de The Grid es disfrutable a su manera, en mi humilde opinión. – Levantó las manos desde debajo de la mesa y las colocó al frente de su rostro, entrelazándose los dedos. Phoenix se dio cuenta que llevaba un par de guantes de cuero negro. – Pero asumo que usted no vino aquí para discutir franquicias de películas clásicas conmigo con una botella de pinot noir, ¿verdad?
(«¿Qué diablos es un "Pino Noa"?») se preguntó Phoenix, echando un vistazo rápido al menú de bebidas tratando de encontrar información sobre él, antes de volver su atención hacia el hombre desconocido. – Err, no. Claro que no. Usted dijo que tenía información para mí que concierne al caso en el que estoy trabajando... – replicó.
– En efecto, así es. Pero antes de eso, ¿qué tal si primero ordenamos algo para comer? – Hizo una señal con la mano para informarle a uno de los camareros que estaba listo para ordenar. – Para ser honesto, elegí este local como nuestro lugar de reunión ya que no he comido desde el mediodía, y estoy positivamente famélico, así que pensé que podría matar dos pájaros de un tiro si nos reuníamos aquí...
– Yo... supongo que eso tiene sentido. – replicó Phoenix, sudando nerviosamente. («Aunque ¿no podría haber elegido un lugar con un menú que no costara estos precios?»)
– Me disculpo por mi tardanza, por cierto. – dijo el hombre. – Me encontraba en medio de una llamada importante y perdí la noción del tiempo. Esa Jefa de la Policía es muy habladora, se lo digo...
– ¡Ohh, no hay problema! ¡Yo también llegué un poco tarde! – Phoenix levantó sus manos. («¿La jefa de la policía? ¿Este hombre será una especie de detective?»)
El camarero se aproximó a los dos hombres con una jarra de agua. – Buenas noches, Messieurs. – los saludó con un acento francés exagerado. Les llenó los vasos a ambos de agua con hielo. Al llegar con el hombre de traje, asintió, indicando que ambos ya se conocían. El camarero colocó la jarra en la mesa para sacar una libreta de notas. – Mi nombre es Pierre Paul Jacques, y les serviré esta noche. ¿Puedo comenzar tomando sus bebidas?" [Kometani: El nombre real del camarero es Kouhei Yamada]
El hombre de traje notó que Phoenix dudaba mientras miraba el menú de bebidas. – No se preocupe por el precio. La cena de esta noche va por mi cuenta... – El hombre sonrió, llevándose una mano al mentón.
– ¡Ohh! ¡G-gracias! – Phoenix le sonrió nervioso. Miró de nuevo el menú de bebidas.
(«Eso es increíblemente generoso de su parte. Especialmente considerando cuánto cuesta la comida...») pensó. Aunque se sintió agradecido por la hospitalidad, estaba también un poco suspicaz. No había forma de que el hombre de traje estuviera dispuesto a pagar una cena tan cara por alguien que ni conocía sin alguna clase de propósito. A pesar de todo, decidió ordenar, para no ser grosero.
– Creo que elegiré el agua carbonatada... – Phoenix la señaló con su dedo en la lista. Lo último que quería era arriesgarse a intoxicarse con un individuo extraño.
– No es muy bebedor, ¿verdad? – preguntó el hombre de traje, alzando una ceja.
– La verdad es que no, no lo soy. Sólo en ocasiones especiales... – replicó Phoenix.
El hombre asintió. – Me parece justo. – Se giró hacia Pierre. – Yo también pediré agua carbonatada, con un toque de limón, por favor.
– Excelente, Monsieur Asano... – dijo el camarero escribiendo sus órdenes. – Volveré en un momento...
(«¿Asano? Podría jurar que he escuchado ese nombre antes. De hecho, estoy seguro de haberlo escuchado antes hoy mismo...») pensó Phoenix, mirando al hombre cuyo nombre aparentemente era Asano. Intentó darse un toque la cabeza, tratando de recordar dónde había escuchado el nombre, cuando el otro sujeto comenzó a hablar.
– Me acabo de dar cuenta que todavía no me he presentado. Perdone mi rudeza. – se disculpó Asano, ofreciéndole la mano para un apretón. – Mi nombre es Junichi Asano, Asistente Ejecutivo en Yamai Holdings.
(«¡Eso es!») Phoenix de repente se acordó lo que Fulbright le había dicho antes cuando estaban investigando en Itan.
...
– Si realmente quieren saberlo... – dijo Fulbright mientras se ajustaba las gafas. – El hombre que supervisa estas cosas es su asistente y mano derecha, Junichi Asano. Fue él quien me dijo sobre las restricciones que el Sr. Yamai había colocado sobre los visitantes para su hija.
...
(«Es la mano derecha del padre de Yamai. Aunque, en ese caso, ¿qué está haciendo aquí? ¿Y por qué estaba hablando con la Jefa de la Policía? Tengo un mal presentimiento sobre esto...») Phoenix miró a Asano con cautela. Ahora sí estaba seguro que debía haber algún propósito.
Asano notó que Phoenix no le devolvía el apretón. – Sé lo que debe estar pensando, y tiene todo el derecho de sospechar de mí. Sin embargo, no he venido aquí para ser su enemigo... – declaró.
– ¿En serio? – Phoenix levantó una ceja. – ¿Aunque mi subordinada es quien está defendiendo al muchacho acusado de agredir a la hija de su jefe?
Asano se bajó un trago de su agua helada. – Es mi jefe quien desea retribución contra el Sr. Tadano. Por otra parte, yo deseo ayudarlos tanto a usted como a su cliente. – le dijo al abogado que se sentaba frente a él.
– ¿Y por qué querría usted hacer eso? – preguntó Phoenix con escepticismo.
– Hay dos razones por las que deseo ayudarlo, Sr. Wright. Número uno. – Asano levantó su dedo índice derecho y se lo tocó con el izquierdo. – Aunque entiendo el deseo de mi jefe por castigar a la persona responsable por agredir a su hija, temo que podría estar yendo demasiado lejos y causar un desastre de relaciones públicas para Yamai Holdings. Y yo deseo prevenir eso.
– ¿Y qué es lo que planea hacer? – se preguntó Phoenix.
– Se lo explicaré después, pero el Sr. Yamai cree firmemente en aplastar, por completo y sin piedad, a cualquiera que se oponga a él o le ofenda de cualquier manera. Así, no sólo la persona en cuestión no podrá tomar represalias, sino que servirá como advertencia para cualquiera que tenga ideas similares. – explicó Asano, sujetando el vaso de agua helada en una mano mientras le daba vueltas a los cubos agitándolo. – Admito que a veces puede ser necesario, pero yo creo que es excesivo aplicar esa mentalidad a una familia de clase media baja. Especialmente cuando sólo uno de sus miembros es culpable.
Phoenix parpadeó. No estaba del todo seguro de cómo sentirse con la explicación de Asano. El hombre no sólo no respondió a la pregunta de Phoenix, sino que las implicaciones de lo que dijo sobre aplastar a la familia Tadano completamente y sin piedad le crisparon los nervios al abogado. ¿Estaba planeando el Sr. Yamai demandarlos al punto que quedarían con millones de yenes en deudas y se verían obligados a vivir en las calles?
Volvió a concentrar su atención en Asano. – ¿Y cuál es la otra razón por la que usted desea ayudarme?
– Bueno... – Asano se ajustó la chaqueta y movió la mano hacia la solapa. – Para serle sincero, deseaba conocer a mi ídolo en persona...
– ¿Disculpe? – preguntó Phoenix incrédulo. Al mirar hacia donde Asano había puesto su mano, se dio cuenta que le estaba enseñando un distintivo muy familiar.
– Así es. Soy un abogado, igual que usted. Aunque para ser honesto, recibí mi distintivo apenas hace un mes, y todavía no he participado en un juicio, así que naturalmente aún no tengo la experiencia de un hombre de su calibre. – explicó Asano. – A pesar de todo, espero poder convertirme en un gran abogado como usted algún día.
– Yo... realmente no sé qué decir... – Phoenix se quedó en shock. – Q-quiero decir, me halaga que usted me admire, pero ¿acaso su trabajo como asistente ejecutivo no le consume una gran cantidad de su tiempo? ¿Por qué desea perseguir una carrera en el ámbito legal también?
Asano miró el distintivo de su chaqueta. – Siempre he deseado ser un abogado desde que era niño. Sin embargo, mis opciones eran limitadas. Ciertamente no tenía el dinero para asistir a la Academia de Leyes Themis cuando alcancé la edad de preparatoria, así que tuve que elegir otra escuela. Además, aunque saqué las mejores notas, no tenía el dinero para asistir a la universidad después de la preparatoria, especialmente estando en deuda con un individuo... menos que agradable.
Mientras Asano decía la última oración, Phoenix notó que se estaba masajeando el dedo meñique en su mano enguantada. («La persona a la que le debía dinero... ¿le habrá cortado su dedo? Pensé que eso era costumbre sólo entre los Yakuza. ¿Significa eso que...?») Phoenix se preguntaba sobre eso, pero fue sacado de sus pensamientos cuando Asano comenzó la siguiente parte de su historia.
– Alrededor de este tiempo, un hombre llamado Masatomo Yamai notó mi intelecto y vio potencial en mí. Me acogió y me dijo que, a cambio de trabajar para él como su asistente personal, me ayudaría no sólo con mis deudas, sino a financiar mi educación legal. Así comenzó mi carrera en Yamai Holdings como el chico de los recados para el Sr. Yamai. Apliqué la misma dedicación que con mis estudios en mi trabajo para el Sr. Yamai. Eventualmente, fui promovido a asistente ejecutivo, junto con el salario que implica. Aun así, jamás perdí de vista mi meta, y espero pronto poder retirarme de ser asistente ejecutivo para trabajar a tiempo completo como abogado en nuestro equipo legal, aunque signifique ganar menos dinero.
– Esa... es toda una historia. – dijo Phoenix. – Y... felicidades por recibir su distintivo. Espero que eventualmente llegue a convertirse en ese gran abogado que siempre ha querido ser...
– Gracias. Eso significa mucho viniendo de usted... – Asano sonrió.
Más o menos en ese momento, Pierre volvió con sus bebidas y allí ordenaron sus platos. Phoenix pidió el filete cocinado a término medio. Asano también ordenó un filete, aunque prefería el suyo bien cocido. El camarero tomó las órdenes, y regresó a la cocina para dárselas al chef.
Phoenix pensó un poco en la historia de Asano. Había algunas partes con las que tenía sus dudas, como su deseo de dejar de lado su trabajo bien pagado por uno que ganaba menos dinero, y su supuesta admiración por él. Supuso que si Asano le hubiese dicho mentiras, su magatama lo habría detectado. Pero de nuevo, recordaba haber lidiado con individuos muy astutos que habían engañado antes al magatama.
Adicionalmente, Phoenix tenía la ligera sospecha de que el Sr. Asano estaba tratando de ablandarlo para que hiciera algo por él, viendo cómo había estado hablando de querer ser un abogado y de cuánto lo admiraba. Miró el distintivo del hombre y notó que al menos se veía genuino. Por lo menos, si ese distintivo era falso, al menos habría puesto más esfuerzo en él que dibujarlo en un trozo de cartón y dejárselo así. Sin embargo, decidió mantener su cautela con el hombre. Sin duda alguna, el Sr. Asano estaba esperando a que él se hubiera puesto complaciente para hacerle su oferta.
Durante este tiempo, el Sr. Asano decidió entablar una conversación con Phoenix. – Este restaurante tiene una gran historia, ¿sabe? Data incluso desde la era de la Restauración Meiji en el siglo XIX. – explicó.
– ¿En serio? – inquirió Phoenix. Por mucho que deseaba saber lo que quería el Mr. Asano, él también tenía curiosidad sobre la historia de este restaurante.
– En efecto. Se estableció alrededor del tiempo que Japón estaba formando relaciones diplomáticas con el Imperio Británico cuando la influencia occidental se estaba incrementando su impacto en la nación de Japón. Este restaurante era bastante popular entre los nobles adinerados que deseaban probar la cocina occidental y los platos tradicionales de otras naciones. No sólo eso, sino que este restaurante fue el centro de un caso muy significativo: el asesinato del famoso profesor británico, el Dr. John H. Wilson que ocurrió a principios del siglo XX.
– Está bromeando... – le dijo Phoenix en tono inexpresivo a Asano. – ¿El John H. Wilson? ¿Famoso por Las Aventuras de Herlock Sholmes?
– ¡En efecto, el mismo! – dijo Asano con orgullo, dejando a un Phoenix totalmente incrédulo que puso los ojos en blanco ante la declaración.
– Claro, y lo siguiente que me va a decir es que Dorothy y el resto de sus compañeros comieron aquí para celebrar luego de sus aventuras en Oz, ¿verdad? – replicó Phoenix sarcásticamente. – O que de alguna manera, mi ancestro también fue un famoso abogado que defendió al sujeto que fue acusado de ese asesinato... [Kometani: No estás muy lejos de la verdad, de hecho...]
Asano negó con la cabeza. – Puede reírse, pero Herlock Sholmes y John Wilson fueron ambos personas muy reales. ¿Quién cree usted que escribió Las Aventuras de Herlock Sholmes después de todo? – le preguntó, bajándose un trago de su agua carbonatada. – Admitiéndolo, algunas de las historias fueron exageradas por propósitos dramáticos, pero la mayoría de ellas están basadas en eventos reales que ocurrieron a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
– ¡Espere! Me está diciendo que John Wilson fue asesinado aquí, ¿verdad? – preguntó Phoenix. Asano asintió confirmándolo. – En ese caso, ¿quién escribió las historias de Herlock Sholmes posteriores a 1900? Tengo la certeza de que continuaron por un tiempo después de esa fecha.
– Bueno, para serle sincero, "John H. Wilson" fue en realidad el pseudónimo del autor que escribió las historias. En cuanto a su verdadera identidad, no podría decírselo, tristemente. Los eruditos todavía siguen debatiendo su identidad hoy en día, o si fue hombre o mujer...
– Bueno, supongo que es enteramente posible que la persona responsable de escribir Las Aventuras de Herlock Sholmes haya sido una mujer con un pseudónimo masculino. – concedió Phoenix. – Aun así, es difícil creer que esas historias estuvieran basadas en eventos reales. Siempre pensé que Sholmes era un personaje ficticio...
– No lo culpo, especialmente considerando las maneras tan fantásticas con las que lo han representado en los medios... – lamentó Asano. – Especialmente con...
Un sonido de vibrador de teléfono y un tono muy familiar sonaron desde el bolsillo de la chaqueta de Asano, interrumpiéndolo. Lo sacó para ver quién lo estaba llamando, y al ver el nombre en la pantalla, suspiró. – Disculpe, Sr. Wright, pero tendrá que excusarme por un momento. Debo contestar esto. – le dijo antes de contestar y retirarse de la mesa. – ¡Siéntase libre de empezar a comer sin mí, si la comida llega antes de que vuelva!
Phoenix vio cómo Asano se iba hacia el lobby principal para responder su llamada telefónica. Antes que se marchara, alcanzó a ver el nombre de la persona que estaba llamando: "Yamai, Ren."
(«¿Ella? ¿No debería estar durmiendo a esta hora, considerando sus heridas? Me pregunto para qué podría estarlo llamando a estas horas.») pensó. La música del tono de repique también sonó en su cabeza un par de veces, tratando de averiguar de dónde venía. Tras algunas repeticiones, se dio cuenta que era el tema principal de Blaze Insignia: Three Kingdoms, que reconocía después de haber visto a su hija jugando el mismo juego tantas veces.
(«Parece una elección muy rara para el tono de repique, considerando la carrera de este hombre. Supongo que debe ser un jugador muy dedicado en su tiempo libre. Aunque de nuevo, este tipo no tiene aspecto de tener mucho tiempo libre, considerando que esta chica Yamai probablemente lo debe tener en marcado rápido y lo llama regularmente para que esté en espera cuando lo necesite...»)
Unos minutos después, Pierre regresó cargando una bandeja. – ¡Sus filetes ya han llegado, Messieurs! – declaró con orgullo el camarero, colocando la bandeja sobre un soporte que había cerca. Colocó un cuchillo para carne y un plato de madera en frente de Phoenix, y en dicho plato había uno de metal más pequeño donde estaba el filete recién asado junto con algunos espárragos. Luego hizo lo mismo frente al asiento vacío de Asano. – Ohh, ¿dónde está Monsieur Asano?
– Está atendiendo una llamada, dijo que volvería en un momento. – respondió Phoenix.
– Ya veo. ¡Disfrute de su comida, señor! – Pierre hizo una reverencia antes de coger la bandeja del soporte y regresar a atender a otras personas en el restaurante.
Phoenix cogió sus utensilios y miró el bistec de res que tenía frente a él. El aroma de la carne recién salida del asador y mantequilla con ajo llegó a su nariz e hizo que se le hiciera agua la boca mientras cortaba un trozo. Si este filete sabía tan bueno como olía, probablemente valdría su precio de veinte mil yenes.
– Mmm... – murmuró Phoenix colocando el trozo de filete en su boca y masticándolo. La mantequilla de ajo, sal marina y pimienta negra que sazonaban la carne se combinaban para proveer una mezcla perfecta de sabor para el ya de por sí excepcional corte de carne que se había llevado a la boca. («¡Mmm! ¡Esto está realmente bueno!») Asintió con aprobación mientras mordía y degustaba el bocado de carne en su boca.
En cuanto comenzó a cortar otro trozo del filete, Asano regresó. – ¿Disfrutando de su cena? – le preguntó mientras tomaba asiento.
– Claro. ¡Puedo ver por qué la comida aquí es tan cara! – comentó Phoenix antes de llevarse otro trozo de filete a la boca.
– En efecto. No muchas personas pueden permitirse comer en un lugar tan lujoso como éste. Por suerte, mi posición en Yamai Holdings me convierte en una de esas personas... – declaró Asano con orgullo, acomodándose su chaqueta. – No sólo eso, ¡sino que además puedo compartirla con mi ídolo de toda la vida!
– Umm, bueno... m-muchas gracias por invitarme esta comida... – tartamudeó Phoenix. Se sentía honrado, pero una vocecita en los rincones de su mente le decía que detrás de todos esos halagos había muchos hilos moviéndolos.
– ¡Propongo un brindis! – Asano levantó su vaso. – ¡Por nuestra futura asociación! ¡Salud!
Por fuerza de costumbre, Phoenix levantó su propio vaso. – S-salud... – Estuvo a punto de devolver el brindis cuando se dio cuenta de por qué había alzado su vaso Asano. – Espere un minuto, ¿cómo que futura asociación? ¿De qué está hablando?
– ¡Oh! – Asano bajó su vaso. – Mis disculpas... me estoy adelantando... – dijo riéndose de sí mismo.
Ahora las sospechas de Phoenix se habían incrementado. – ¿Ya me va a decir para qué me invitó a este lugar? Usted dijo que tenía información concerniente al Sr. Tadano en el teléfono, ¡y quiero saber cuál es!
– Sí... tiene razón... supongo que ya es hora... – Asano se enderezó la corbata y enfocó su mirada en el abogado sentado frente a él. – ¿Recuerda lo que le dije antes, sobre que el Sr. Yamai está dispuesto a aplastar a cualquiera que se le enfrente o le ofenda, y cómo yo pienso que esa mentalidad es muy extrema para aplicarse a una familia japonesa de clase media baja?
– S-sí, lo recuerdo... – replicó Phoenix. («No me está gustando por dónde va esto...»)
Asano se bajó un trago de su agua. – Cuando escuché las noticias de que la Srta. Ren Yamai fue atacada en la escuela y llevada al hospital, inmediatamente fui a visitarla para averiguar más. Mientras estuve allí, ella me dijo que su compañero de clases Hitohito Tadano la atacó violentamente y la puso en ese estado. Cuando le pasé esta información al Sr. Yamai por teléfono, por ponerlo en términos sencillos, se enfureció. Exigió que no sólo el Sr. Tadano tenía que pagar, sino que toda su familia debería ser demandada hasta quitarles la última moneda que tuvieran y más. Creo que el monto que exigía alcanzaba varios miles de millones de yenes.
– ¿Q-Q-QUÉEEEEEEEEEEE? – exclamó Phoenix. – ¡Miles de millones de yenes! ¡Eso es una locura!
– Eso fue lo que pensé yo también. Le dije que entendía la necesidad de buscar compensación financiera contra el perpetrador por los gastos médicos de la Srta. Yamai, pero esa cantidad era extrema. Me dijo que no se trataba sólo de los gastos médicos; se trataba del honor de su familia, y al atacar a su hija, el Sr. Tadano les acababa de declarar la guerra a su familia. – explicó Asano. – Seguramente, usted que también es padre debería entender el deseo de ver castigados a los atormentadores de su hija por sus crímenes, ¿verdad?
– Bueno, sí... – replicó Phoenix. Tuvo que admitir que probablemente se sentiría tan furioso como Masatomo si hubiera escuchado que alguien en la escuela había agredido a Trucy de la misma manera que lo hicieron con Yamai. – P-pero eso no significa que yo iría a tales extremos para que se hiciera justicia. ¡Eso no me haría mejor que los que lastimaron a mi hija!
– ¡Estoy de acuerdo! – replicó Asano. – Así que le dije que no sólo es injusto hacer que la familia del Sr. Tadano pague por sus crímenes, sino que hacerlo provocaría que Yamai Holdings quedara como una bola de bravucones mezquinos en los periódicos.
– Entonces, ¿estuvo de acuerdo con usted? – preguntó Phoenix.
– Una vez que lo convencí del desastre de relaciones públicas que ocurriría si persiguiera ese curso de acción, estuvo dispuesto a considerar alternativas. Después de algunas deliberaciones, logré llegar a un compromiso aceptable que sería beneficioso para todas las partes involucradas en este caso. – concluyó Asano.
– ¿El cuál es...? – Phoenix miró fijamente al hombre de traje sentado frente a él. Éste tomó otro trago de su agua antes de devolverle la mirada.
– El Sr. Yamai desea que el Sr. Tadano se declare culpable de los cargos en su contra, y ofrezca una disculpa formal no sólo a la Srta. Ren, sino al resto de toda la familia Yamai por los crímenes que ha cometido en su contra. A cambio, el Sr. Yamai sólo exigirá compensación por los gastos médicos de su hija y nada más. – propuso Asano.
Phoenix parpadeó algunas veces, para asegurarse de que escuchó bien lo que Asano acababa de decir. – Usted... ¿está exigiendo que él se declare culpable? ¿Independientemente de si en realidad es inocente o no? – le preguntó incrédulo.
– Eso es lo que está exigiendo el Sr. Yamai, no yo. – enfatizó Asano, entrelazando juntos sus dedos. – Aunque he estado discutiendo el caso con él, y considera que la evidencia en contra del Sr. Tadano Es irrefutable. Y francamente, estoy de acuerdo con él. Sin mencionar que el mismo Sr. Tadano ha confesado el crimen. Seguramente usted está al tanto de eso, ¿verdad?
– S-sí... – replicó Phoenix. – ¿Pero cómo es que usted está al tanto de eso?
– ... Tengo mis fuentes. Es mi trabajo estar tan informado como sea posible en todos los asuntos que podrían afectar al Sr. Yamai, a su familia, o a su compañía después de todo. – replicó Asano secamente.
– Aun así, ¡el Sr. Tadano podría cambiar de opinión antes del juicio de mañana! – argumentó Phoenix. Al menos, él esperaba que Athena con sus consejos y motivación pudiera convencer a Hitohito de cambiar de parecer.
Asano hizo una pausa por un momento, antes de volver a hablar. – ... Supongo que eso es verdad. Sin embargo, aunque así sea, el Sr. Yamai quiere que este asunto se resuelva tan rápido como sea posible, y sería mucho más fácil convencerlo de que una demanda masiva en contra de la familia Tadano no es necesaria, si usted se asegurara de que acepte los cargos en su contra.
– ¡Escúcheme bien, Sr. Asano! – espetó Phoenix. – Aunque quisiera aceptar su propuesta, que no lo hago, ni siquiera soy yo quien está a cargo de la defensa del Sr. Tadano, así que usted está perdiendo su tiempo.
– Soy consciente de ello. – replicó Asano sin perder la calma. – Sin embargo, por lo que entiendo, la Srta. Cykes puede ser algo... para ponerlo de manera delicada... beligerante. Por lo que he escuchado, una vez le aplicó un lanzamiento de judo a un policía con quien tuvo un desacuerdo, y temía que, si fuera con ella con esta misma propuesta, sufriría el mismo destino. Esperaba que usted pudiera ser la voz de la razón y convencerla de que declararse culpable es lo que más le conviene a su cliente.
Phoenix entrecerró los ojos y empezó a fruncir el ceño de rabia. Ya estaba empezando a odiar al Sr. Asano no sólo por sus amenazas contra Hitohito, sino también por estar hablando mal de su subordinada. – Déjeme hablar con su jefe. Quiero dejarle las cosas bien claras...
– Me temo que eso no será posible en este momento... – replicó Asano.
– Entonces prográmeme una cita con él. ¡Lo veré mañana mismo! – Phoenix golpeó con ambas manos la mesa del restaurante.
– A menos que esté planeando reservar un vuelo para el Reino Unido mañana, creo que eso le resultará imposible... – Asano permaneció imperturbable ante la declaración de Phoenix. – Verá, actualmente se encuentra en una reuión con el presidente de Labrelum Inc., discutiendo un importante trato de negocios, y por mucho que desearía estar en casa con su hija, este trato es vital para el futuro de Yamai Holdings y no puede ser interrumpido por nada. Suficiente decir, que interrumpirlo sería muy malo para el Sr. Tadano...
(«¿Labrelum Inc? ¡Me acuerdo de ellos! Espero que el presidente tenga el buen sentido de rechazar a estos corruptos...») pensó Phoenix para sí mismo. Inmediatamente le negó con la cabeza a Asano. – Bueno, de cualquier manera, no planeo arrojar a Athena o al joven Tadano debajo del autobús para complacer a su jefe, y si el Sr. Yamai tiene un problema con eso, ¡que venga y lo resuelva conmigo! Ahora, si me disculpa, me voy a retirar. Creo que ya he perdido mi apetito...
Phoenix empujó su plato de filete a medio comer ligeramente para alejarlo. Estuvo a punto de pararse cuando el Sr. Asano alargó la mano.
– ¡Aguarde! ¡Antes que se vaya, hay otro asunto que tenemos que discutir! – le llamó Asano. Phoenix volvió a sentarse por pura curiosidad mórbida de escuchar lo que el hombre tenía que decirle.
– Me voy a arrepentir por preguntar esto, ¿pero qué podría ser? – preguntó Phoenix con impaciencia.
Asano sacó un maletín que estaba oculto bajo la mesa y lo abrió. Extrajo varios papeles y un bolígrafo y los colocó frente a él antes de volver a poner el maletín debajo de la mesa. – Lo invité a este lugar también para ofrecerle un trabajo...
– ¿Un trabajo? – Phoenix levantó una ceja. («Seguro, Asano no podría estar pensando lo que creo que está pensando... ¿verdad?»)
– En efecto. ¡Quiero ofrecerle un trabajo como abogado trabajando para el departamento legal de Yamai Holdings! – declaró Asano con orgullo. Lo único que Phoenix pudo hacer fue abrir la boca con incredulidad. – Como abogado que trabaja para Yamai Holdings, no sólo sería responsable de representar a la compañía a través de procesos legales como disputas de propiedad intelectual, fusiones con otras empresas, adquisiciones y muchas cosas más, sino que también ayudaría a desarrollar las políticas legales de la compañía y proteger a Yamai Holdings contra potenciales riesgos legales...
Asano siguió leyendo las responsabilidades listadas en el papel. Para Phoenix, bien podría haberle estado hablando en griego.
– Entiendo que este no es el tipo de trabajo legal al cual usted está acostumbrado... – Asano pareció darse cuenta de la confusión de Phoenix – ... pero yo creo que con algo de entrenamiento, usted podrá destacar en esta posición, dada la determinación que usted demuestra en su trabajo legal actual. No sólo eso, sino que podrá tomar ventaja de beneficios extensivos y ganarse un excelente salario, uno que un abogado de su calibre merece.
Asano se puso de pie para colocarle los papeles a Phoenix en la mesa, y le dejó el bolígrafo a un lado. – Todos los detalles están en estas formas. Si desea aceptar la oferta, todo lo que tiene que hacer es formar aquí... – señaló hacia la línea para firmar en la última página – ... ¡y será oficialmente parte de la familia de Yamai Holdings!
Phoenix apenas miró los documentos que tenía en frente. («Este sujeto... tiene que estar bromeando, ¿verdad?») pensó para sí mismo.
– Sí se da cuenta que yo tengo mi propia firma legal, ¿verdad? – preguntó Phoenix.
– Por supuesto... – replicó Asano, volviendo a su asiento. – Y no estaría comenzando de inmediato. Le daremos suficiente tiempo para que arregle cualquier asunto pendiente con ellos antes de venir a trabajar para nosotros...
– Esto es asumiendo que yo acepte su oferta de trabajo... – le recordó Phoenix.
– En última instancia, depende de usted, pero considere los beneficios: tendría un salario que le daría envidia incluso al mismo Fiscal General, un generoso plan de retiro, la capacidad de hacer sus propias horas, seguro médico y dental. Y eso sería sólo la punta del iceberg. El Sr. Yamai siempre se asegura que sus empleados sean bien recompensados, ¡y usted sería un tonto si rechazara una oportunidad de trabajo tan lucrativa como ésta! – replicó Asano.
– Y para cualificar para esta oferta de trabajo, debo traicionar a Athena y al joven Tadano mañana en la corte y dejar que lo declaren culpable, ¿verdad? – inquirió Phoenix, con claro veneno en su voz. Se estaba incensando cada vez más con la audacia de Asano al ofrecerle un trabajo como soborno para hundir el caso de su subordinada.
– Esa... no es la forma en que yo lo pondría... – Asano se llevó la mano al mentón, como si pensara. – Más aún, ese asunto sería estrictamente entre usted y el Sr. Yamai. Personalmente, yo quería ofrecerle este trabajo independientemente de lo que hiciera mañana en la corte. Sin importar qué opinión tenga usted de mí, admiro su habilidad y tenacidad, y pienso que sería una adición muy valiosa para Yamai Holdings. ¡Sin mencionar que finalmente podré trabajar con mi ídolo de toda la vida!
– ¡Ya se puede guardar su discurso de ventas y sus halagos! – Phoenix empujó la silla y se puso de pie. – Usted y yo sabemos bien que incluso si yo aceptara su oferta de trabajo ahora mismo, no hay forma de que el Sr. Yamai quisiera contratarme si yo fuera en contra de sus deseos y asistiera en la defensa del joven Tadano mañana. ¡Y no hay forma de que le dé la espalda a mis empleados o a mis clientes a cambio de una paga!
– Eso es... desafortunado... – replicó Asano con tristeza. – Sé que usted se preocupa mucho por la gente a la que representa, pero respóndame esto... ¿qué tan bien le han pagado por su trabajo?
Phoenix se quedó sin habla. Ahora que lo pensaba, no estaba financieramente estable, y la renta tanto de su oficina como de su apartamento siempre le dejaban apretado casi todos los meses, siendo que ya mayor parte la pagaba Trucy con sus shows de magia. Aunque él apreciaba esto, en el fondo se sentía culpable por depender de su hija para resolver sus problemas financieros. Pero de nuevo, ¿cómo diablos este sujeto sabía de eso?
– Es un procedimiento estándar en Yamai Holdings hacer un chequeo del trasfondo de todos los candidatos potenciales. Siempre revisamos los expedientes de todos nuestros posibles empleados, incluyendo historial de trabajo, registros criminales, nivel de educación, historial de conducción y crediticio, y mucho más...
– ¡E-espere! ¿Estuvieron chequeando mi trasfondo? – preguntó Phoenix sin poder creerlo. – ¿C-cuándo saben sobre mí? ¿Y cuánto tiempo lleva haciéndolo?
– Para ser sincero... le he tenido un ojo encima desde hace tiempo, Sr. Wright. – admitió Asano. – Como mencioné antes, usted es alguien a quien admiro. Cuando escuché en las noticias sobre sus esfuerzos en el juicio contra la orca y Buckler, y cómo resolvió los problemas que rodeaban al Acuario Shipshape, supe que usted sería un candidato perfecto para unirse a nuestro equipo legal. He estado esperando la oportunidad de ofrecerle este trabajo. Admito que quizás el tiempo no sea el más afortunado, pero al menos finalmente tengo la oportunidad de conocerlo.
»Volviendo a mi pregunta anterior, sé que a usted no le pagan ni siquiera una fracción de lo que se merece por sus esfuerzos, ¡y eso me parece muy injusto! Creo que sus talentos servirían mejor trabajando para alguien que sepa apreciarlos. – remarcó Asano. – Además, la integridad no paga las cuentas, especialmente en esta Era Oscura de la Ley.
– ¡No sé cómo puede llamarse abogado con esa clase de actitud! – Phoenix le apuntó con el dedo a Asano. – ¡Si realmente me admirase como dice que lo hace, jamás diría ese tipo de cosas ni en sueños!
– Simplemente estoy declarando los hechos, Sr. Wright. ¿Cuánto dinero espera ganar de parte de la familia Tadano a cambio de su defensa? ¿Acaso servirá para cubrir las cuentas por su oficina y su hogar? ¿O siquiera una parte de ellas? – contraatacó Asano.
– ¡Olvídelo! – gritó Phoenix alzando una mano. – ¡Considere su oferta declinada!
– ... supongo que me apresuré un poco esperando que tomara una decisión esta misma noche... – dijo Asano, recogiendo su maletín para volver a guardar los papeles. – No debería haber esperado que usted tomara una decisión tan grande sin siquiera darle la oportunidad de contemplar todo el panorama, así que esto es lo que haré: lo dejaré que vaya a dormir y decida si desea o no trabajar para nosotros, y después del juicio de mañana, lo contactaré para confirmar si quiere o no aceptar esta oferta de trabajo.
– ... Haga lo que quiera. Yo ya me voy de aquí. ¡Que tenga buenas noches, Sr. Asano! – dijo Phoenix con un tono asqueado en su voz, y se dio la vuelta para marcharse.
– ¡Ohh, y una cosa más! – le llamó Asano de nuevo. Phoenix se volvió y notó que le estaba extendiendo una tarjeta de negocios. – Tome esto. En caso de que cambie de opinión...
Phoenix cogió la tarjeta de la mano de Asano. Vio que contenía no sólo su nombre completo y ocupación, sino también su número de teléfono y dirección de email junto al logo de Yamai Holdings. Después de mirarla, se la metió en el bolsillo y se fue sin decir ni una palabra.
– ¡Siéntase libre de llamarme cuando quiera, en caso de que desee unirse al equipo ganador! – Esas fueron las últimas palabras que Phoenix escuchó de Asano antes de abandonar el restaurante.
(«Equipo ganador... sí, claro... si alguna vez quisiera venderle mi alma al diablo, sé muy bien a quién llamar...»)
27 de septiembre, 8:55 PM
Centro de Detención - Entrada
Apollo, Shouko, Najimi y Trucy entraron al Centro de Detención. El reloj en la pared marcaba las 8:55 PM. El recibidor estaba casi desierto, salvo por el mismo oficial mayor que vieron antes. Estaba leyendo una revista y mirando su reloj, esperando la hora de que pudiera marcar su salida e irse a casa. Sólo levantó la mirada por encima de su revista al notar el grupo que intentaba pasar por el punto de seguridad, y al reconocerlos, dijo una sola palabra:
– ¡No!
– ¿No qué? – preguntó Trucy confundida. – Ni siquiera hemos dicho nada.
– Sé por qué están aquí, y no pueden pasar. ¡Las horas de visita ya se acabaron por el día de hoy! – insistió el guardia.
– Venimos a visitar al Sr. Tadano. El Detective Fulbright nos dijo que podíamos visitarlo después de las horas normales y que llamó para avisar de antemano. – le explicó Apollo al guardia.
– Ya lo sé, ¡pero aun así no pueden pasar! – volvió a insistir el guardia.
– ¡¿Por qué no?! ¡El Detective Fulbright dijo que podíamos! ¡¿Es que no recibiste la llamada, o eres demasiado flojo para contestar tu teléfono?! – Najimi le apuntó con el dedo.
El guardia simplemente se reclinó en su silla de oficina y cruzó los brazos. – Sí recibí su llamada. También recibí otra llamada de la Jefa de Policía en persona, y ella dijo que las horas de visita se deben cumplir y bajo ninguna circunstancia se permitieran visitantes fuera del horario.
– ¡¿Qué?! ¡Sí, cómo no! – replicó Najimi con incredulidad.
– Tengo la llamada grabada, si no me crees... – le dijo el guardia con una sonrisa arrogante en el rostro. – No significa un cuerno si el Detective Fulbright les dijo que podían pasar. La Jefa de Policía dice que no pueden, y la última vez que revisé, la Jefa de Policía está varios rangos por encima del Detective Fulbright. Así que tendrán que venir mañana...
[Por favor, oficial. ¿No puede hacer una excepción por nosotros? Le prometí a Hitohito que lo visitaría por última vez antes de su juicio de mañana. No podré verlo hasta mañana después de la escuela, así que quiero asegurarme de que está bien y asegurarle que sus amigos lo apoyan y se preocupan por él.] escribió Shouko en su libreta mostrándosela al guardia. Estaba temblando y al borde de las lágrimas.
El guardia vio el mensaje que Shouko había escrito. Apenas se molestó en leerlo antes de negar con la cabeza y hacer un gesto despectivo con la mano rechazando el mensaje escrito. – Escucha, la última vez que hice una excepción por ustedes, me dieron una reprimenda y me dijeron que la próxima vez que rompa los protocolos, me encontraré sin trabajo. Puede que este sea un trabajo de mierda, pero tengo que pagar mis cuentas, ¡y ya estoy bastante en aguas calientes con mis superiores sin necesidad de arriesgar mi trabajo por ustedes! ¡Ahora lárguense!
Shouko empezó a temblar. Le dio la vuelta a la página en su libreta y trató de escribir otro mensaje. Sin embargo, su escritura salió desordenada y deforme debido a su ansiedad, y estaba más y más cerca de llorar con cada palabra que escribía.
[Pero se lo prometí.] escribió. La caligrafía apenas era legible, muy lejos de lo limpia y pulcra que era habitualmente. El mensaje no conmovió al guardia, que simplemente resopló.
– Bueno, entonces supongo que rompiste tu promesa. ¿No es una pena? Toma esto como una lección de vida, niña: ¡no hagas promesas que no podrás cumplir! – replicó sardónicamente el guardia.
Shouko dio un respingo ante el impacto de su declaración tan despreciable. Todas las emociones que estaba conteniendo estallaron, y dejó caer su libreta, enterrando la cara entre sus manos antes de soltar sollozos y salir corriendo fuera de la recepción y hacia la puerta del Centro de Detención.
– ¡Shouko, espera! – gritó Trucy, recogiendo la libreta antes de salir corriendo tras ella. Los únicos que quedaron fueron Najimi y Apollo, y ambos le lanzaron miradas asqueadas al guardia que claramente no tenía una pizca de empatía.
– ¿Se siente orgulloso de sí mismo por hacer llorar a una pobre chica? – le dijo Apollo, sin esforzarse por ocultar el desprecio en su voz.
– ¡Guárdate tu acto de caballero blanco, niño! Si no te gusta puedes ir a hablar con la Jefa, aunque dudo mucho que se tome a bien que la estén molestando con algo tan trivial a estas horas... – replicó el guardia. Estuvo a punto de agarrar su revista de nuevo y estaba listo para simplemente ignorarlos, cuando Najimi estampó un puño en su escritorio.
– ¡HITOMON NO ES ALGO TRIVIAL, PATÁN DESGRACIADO! – le gritó Najimi al guardia, que ya estaba enterrando la cara en las páginas de la revista que leía.
–- Bla, bla, bla. Estoy seguro que es reeeeealmente importante para ti, pero para mí, sólo es otro criminal del montón que ocupa espacio en el centro de detención antes que lo manden a prisión con el resto de la basura, así que no sé por qué merece trato especial. Ahora váyanse de vuelta a su circo: ya tuve suficiente de lidiar con ustedes, payasos... – replicó inmediatamente, sin molestarse en mirar a los ojos al estudiante andrógino que echaba vapor por los oídos.
Najimi se giró hacia Apollo, apretando los puños y resoplando de rabia. – Apollo, ¿te importa si le doy un buen golpe a este viejo?
– Adelante... – replicó el guardia con indiferencia. – Seguro podemos conseguirte una linda celda para que pases la noche. ¿Quién sabe? Tal vez la misma que está al lado de tu amiguito.
– Déjalo, Najimi. – Apollo le puso la mano en el hombro. – Este tipo no lo vale. Mejor vámonos y dejemos que este viejo miserable se pudra el resto de su carrera como un vigilante glorificado. – le dijo mientras se llevaba a Najimi fuera del Centro de Detención para reunirse con Shouko y Trucy.
– Hmph, no me hagas favores... – masculló el guardia antes de volver a leer. – Mocosos estúpidos...
**************************
Apollo emergió de la puerta frontal del Centro de Detención acompañado de Najimi. En el momento en que puso un pie en la acera afuera, sintió que la lluvia empezaba a caerle en la cabeza. Miró al cielo y se maldijo en silencio por no haber traído su chaqueta impermeable o paraguas. Por suerte, Najimi parecía tener esa parte cubierta ya que sacó su propio paraguas.
En ese momento recordó que Shouko y Trucy habían salido corriendo y empezó a buscarlas, esperando que no estuvieran esperándolos afuera en la lluvia por mucho tiempo. Las vio a ambas bajo una parada de autobús, sentadas en la banca. Shouko estaba llorando desconsoladamente, y Trucy le había puesto el brazo alrededor de los hombros, tratando desesperadamente de reconfortarla.
– ¡Shouko! – gritaron Apollo y Najimi mientras corrían por la acera mojada por la lluvia, para reunirse con las otras debajo de ese pequeño techo de la terminal. Shouko no respondió a su nombre y siguió llorando. Trucy miró a los otros dos con expresión de disculpa.
– Pobrecita... he tratado lo mejor que pude para consolarla, pero... – les dijo Trucy con tristeza.
– ¡No puedo creer las cosas que dijo ese condenado guardia! ¡Espero que lo despidan! – murmuró Najimi con rabia.
– Ya lo sé, pero en este momento no hay nada que podamos hacer... será mejor que volvamos a casa antes que esta lluvia empeore... – declaró Apollo en tono sombrío.
– Polly tiene razón, Shouko. Deberíamos irnos. – le dijo Trucy a Shouko, tratando de ayudarla a levantarse.
Sin embargo, Shouko todavía estaba inconsolable. Quería quedarse allí, llorando por el resto de la noche o incluso para siempre. Le había prometido a Hitohito que volvería para verlo antes del juicio, y ahora había roto esa promesa. Tenía miedo no sólo por el hecho de que podría no volver a verlo por el resto de su vida, sino por pensar que él seguramente la odiaría por haberlo abandonado.
(«Quizás las cosas habrían estado mejor, si yo no hubiera sido tan egoísta por querer hacer amigos en absoluto. Al menos, así Hitohito no estaría sufriendo este tormento. Él se merece algo mejor que esto. Algo mejor que yo...»)
– Hey... Shouko... – le dijo Apollo. – Sé que te sientes muy triste porque no pudiste ver a Hitohito como se lo prometiste, pero no te castigues por eso. No fue culpa tuya, y si alguien en el mundo lo cree, es él. Sé que no podrás verlo mañana porque tienes que ir a la escuela, pero eso no quiere decir que no puedas estar allí para él.
Al escuchar esto, Shouko levantó la cara, y lo miró con los ojos rojos y llenos de lágrimas, pero también de curiosidad. Apollo se rascó tímidamente detrás de la cabeza.
– Antes se me ocurrió una pequeña idea. Athena, el Sr. Wright y yo planeamos encontrarnos en el café Markus & Ise mañana por la mañana. Tal vez puedas escribirle una carta o algo para explicarle lo que pasó y que le deseas lo mejor, y puedes dárnosla a nosotros allá. Seguro que eso no sólo te hará sentirte mejor por lo que pasó esta noche, sino que le subirá a él los ánimos.
– ¡Hey, esa es una gran idea, Polly! – Trucy alzó sus puños con emoción. – ¡Tal vez incluso podrías darle un regalo junto con ella! ¡Estoy segura que le encantará, especialmente si viene de ti!
– ¡Y cuando hayan terminado, tal vez yo también pueda firmársela! – intervino Najimi. – ¡Ohh, y Trucy también! ¡Para que así sepa que todos sus amigos lo extrañamos y queremos que vuelva con bien!
Shouko parpadeó, despejándose las lágrimas de los ojos y miró a sus amigos. Cada uno de ellos le sonreía tratando de motivarla, indicando que tenían confianza en la idea. Inmediatamente metió la mano en su bolso para coger su libreta de nuevo.
[¿En serio creen que eso funcionará?]
– ¿Estás bromeando? – preguntó Trucy. – No sólo con eso le asegurarás a Hitohito que no querías romper tu promesa, sino que también le darás algo que le dé valor y fuerza para superar todo esto. ¡No se me ocurre una mejor forma de mostrarle cuánto te preocupas por él!
– Aunque no tengas confianza en tu escritura, ¿qué es lo peor que podría pasar? ¿Que él no lea tu carta? – preguntó Apollo. – Como yo lo veo, si eso es lo peor que puede pasar, ¡no veo razón para que no lo hagas!
– ¡Ahora vamos! ¡Ya basta de quedarte sentada sintiendo lástima por ti misma! – exclamó Najimi ayudando a Shouko a ponerse de pie junto con Trucy. – Vámonos todos juntos a casa. No sé ustedes, ¡pero yo ya no quiero aguantar más esta lluvia!
– ¡Suena bien! – dijo Trucy alzando sus puños. – ¿Lista para irte, Shouko?
Shouko asintió. Estaba a punto de coger su libreta para responder, pero cambió de opinión.
– Estoy... bien... – dijo suavemente.
– ¡Hey, no está mal! ¡Ya le estás agarrando el hilo! – sonrió Apollo. – ¡Apuesto a que con un poco más de práctica serás toda una maestra de las Cuerdas de Acero!
*Pomph*
Shouko asintió emocionada, sacando sus orejas de gato. Najimi se carcajeó de la sugerencia mientras que Trucy sólo sonreía nerviosa. Aunque no le agradase exactamente la idea de que Shouko se volviera tan ruidosa como Apollo, le alegró ver que lentamente estaba mejorando sus habilidades de comunicación. Se sintió muy feliz de ver que sus amigos estaban de mejor humor, pero ahora no pudo evitar preguntarse qué les esperaba mañana. Por ahora, haría lo que podría para estar allí no sólo para Shouko, sino para Najimi también. Ella sabía que incluso bajo su actitud despreocupada, Najimi sentía tanta preocupación como Shouko por el predicamento de Hitohito.
Apollo tenía pensamientos similares en su mente. Se preguntaba qué pasaría mañana durante el juicio, pero también le estañaba mucho que la Jefa de Policía se hubiese tomado la molestia de llamar al recepcionista del Centro de Detención sólo para reiterar una política que seguramente sería conocimiento común para todos los que trabajaban allí. En retrospectiva, tuvo la sensación de que fue explícitamente para impedirles a ellos que pudieran ver a Hitohito, pero no se le ocurría por qué la Jefa de Policía querría hacer eso.
(«Hmm, ahora que lo pienso... antes de irnos del hospital, hablamos sobre visitar a Hitohito en frente de Yamai. ¿Será posible que de alguna manera ella consiguió que la Jefa de la Policía anulara la petición de Fulbright? Sé que suena ridículo pensar que ella tuviera que tendría un motivo para hacer esto. De cualquier manera, no tiene mucho sentido especular. Tengo que llevar a todos de vuelta a sus casas a salvo, y luego volver a la mía para ponerme al día con mi investigación del incidente del 6 de octubre en la Preparatoria Itan. Esta será una noche muuuuuuuuuuy larga. Me alegro de no ser el que tendrá que pararse mañana en la corte...»)
27 de septiembre, 10:12 PM
Apartamento de Athena Cykes
Athena estaba tendida en su cama, con los ojos muy abiertos. Había llegado a casa desde el apartamento de los Tadano hacía casi una hora y media, y estaba tratando de quedarse dormida para poder descansar esta noche. Sin embargo, el caso todavía le daba vueltas en su mente, y varias preguntas le atormentaban el cerebro, impidiéndole conciliar el sueño.
¿A dónde se fue Itsuki Honshoku, la otra persona que estuvo en la escena del crimen, después del incidente? ¿Qué estaba planeando investigar el Fiscal Blackquill en la Preparatoria Itan antes que ocurriera el incidente? ¿Cuál era el asunto que Phoenix tuvo que atender cuando se separaron al irse de los apartamentos? ¿Y quién era la chica que secuestró a Tadano que le provocó que sufriera por TEPT?
No importaba cuánto se esforzara por cerrar los ojos, esas preguntas le impedían conciliar el sueño. Miró su teléfono para ver qué hora era. Las 10:12 PM
Suspiró. Esta sería una noche muy larga. Decidió meterse en la app de mensajes de texto, y casualmente se encontraba abierta en la pestaña de sus conversaciones con Apollo.
> Athena Cykes: Hey, Apollo, ¿estás despierto?
En el momento en que pulsó el botón de "Enviar" en su teléfono, inmediatamente se arrepintió. No estaba segura de si Apollo estaba dormido o no, y si lo estaba, sin duda ella le habría perturbado su sueño.
(«Estúpida Athena. ¡Estúpida, estúpida Athena!»)
Unos cinco minutos después, oyó vibrar su teléfono. Lo agarró y se dio cuenta que Apollo había respondido. Rápidamente abrió al app de mensajes para ver qué le había escrito.
> Apollo Justice: Sí, justo acabo de volver a casa. ¿Qué tal resultaron las cosas por tu lado esta noche?
(«¿Acaba de volver? ¿Ahora mismo? ¡Pero si son más de las diez!») se preguntó antes de teclear una respuesta.
> Athena Cykes: Resultaron bien, considerando todo. Por lo menos, tengo algo de confianza en que tendré suficiente munición para impedir un veredicto de culpabilidad mañana.
> Apollo Justice: ¡Me alegra saber que te fue bien!
> Athena Cykes: ¿Qué hay de ti? ¿Cómo resultó el viaje al hospital?
> Apollo Justice: Fue muy... memorable.
> Athena Cykes: ¿Asumo que descubriste algo sobre Yamai en ese lugar?
> Apollo Justice: ... Podría decirse...
> Athena Cykes: Me suena a que te sacudió bastante...
> Apollo Justice: Así fue. ¡No sabía que tu sentido del oído se extendía a conversaciones por mensaje de texto!
> Athena Cykes: 😆 😆 😆
> Athena Cykes: ¡Ojalá así fuera!
No pudo evitar reírse un poco de esa última parte. Apollo usualmente intentaba actuar de manera profesional, incluso en mensajes de texto, así que era muy raro oírle hacer bromas. Al mismo tiempo, ella deseaba poder leer emociones en el texto también. Sin duda le haría mucho más fácil entender los sentimientos de Shouko de esa forma. Luego volvió su atención a la conversación de texto.
> Apollo Justice: Me guardaré los detalles más grandes mañana, pero la versión abreviada es, que Yamai insiste en que Hitohito fue quien la atacó.
> Athena Cykes: Sí, me imaginé que ese sería el caso. 😔
> Apollo Justice: Aún hay más. Yamai está absolutamente obsesionada con Shouko.
> Athena Cykes: ¿De qué tan obsesionada estamos hablando?
> Apollo Justice: Por lo que pude ver, es una lujuria descontrolada, al punto que Trucy y yo tuvimos que intervenir para evitar que fuera a manosear a Shouko o le mirara debajo de la falda. Sospecho que ve a Hitohito como un obstáculo para ganarse el afecto de Shouko, y que quiere deshacerse de él por cualquier medio necesario.
> Athena Cykes: Eso no es nada bueno... 😰
> Apollo Justice: No, pero al menos, si la llaman a testificar mañana, puedes tener eso en mente cuando la interrogues.
> Athena Cykes: Si acaso la interrogo.
> Apollo Justice: Ahh, claro. Dudo que el Fiscal Blackquill decida llamarla como testigo debido a sus heridas.
> Athena Cykes: Sí. Bueno, voy a tratar de dormir un poco. 😴
> Athena Cykes: Siendo la palabra clave "tratar".
> Apollo Justice: Suena bien. Yo todavía tengo que investigar algunas cosas esta noche, así que seguiré despierto un poco más. Siéntete libre de llamarme si me necesitas. ¡Que tengas buenas noches!
> Athena Cykes: Gracias, Apollo. Tú también. 😉
Athena se sonrojó al ver el último mensaje de Apollo. Le tranquilizaba saber que siempre estaba disponible si ella lo necesitaba. Se estaba sonrojando tanto que tuvo que resistirse al impulso de mandarle otro mensaje lleno de puros emojis con corazoncitos.
También estaba el asunto de lo que Apollo había dicho sobre Yamai. No le sorprendió que decidiera aferrarse a su historia de que fue Hitohito quien la atacó, pero sí le sorprendió enterarse que esa chica estuviera obsesionada con Shouko al grado de que trataría de quitar del medio a cualquier rival que tuviera por el amor de Shouko. Demostrar que Yamai tenía un motivo para mentir sobre Hitohito sería vital para demostrar su inocencia.
Al pensar en la obsesión de Yamai, recordó la conversación que tuvo con Hitohito esa misma noche. Recordó cómo le contó sobre la vez que fue secuestrado. Aunque evitó decir el nombre de la persona responsable, sí mencionó que su secuestradora era una chica que estaba locamente enamorada de Shouko. Al poner juntos estos dos hechos, Athena llegó a una conclusión aterradora.
(«¡Yamai fue la que secuestró a Hitohito!»)
Era tan obvio. Athena se regañó mentalmente por no darse cuenta antes, pero al mismo tiempo, sabía muy poco de las motivaciones de Yamai antes de averiguar sobre su lujuria hacia Shouko. Empezó a pensar más en ello, y se dio cuenta que el incidente actual sin duda era una secuela del secuestro, y que la meta de ambos era la misma: deshacerse de Hitohito Tadano. Y luego recordó el intervalo de tiempo entre ambos incidentes.
(«¿Cuánto tiempo lleva intentando deshacerse de él?»)
Entre más pensaba en ello, más furiosa se ponía. Athena se dio cuenta de que no había forma de que el secuestro y su intento actual de incriminarlo fueran las únicas veces en que Yamai había intentado separar a Hitohito de Shouko, a juzgar por lo aterrado que estaba de admitir que ella fue quien lo secuestró. Odiaba la idea de que un chico tan amable, amistoso y desinteresado como Hitohito estuviera sufriendo tanto a manos de alguien tan horrible y egoísta como Yamai, especialmente si estaba listo para ponerle fin a su amistad con Shouko para escapar del tormento de Yamai.
(«Ya no más. No dejaré que Yamai le vuelva a poner un dedo encima a Hitohito, nunca más.»)
Athena miró por la ventana de su dormitorio. La lluvia se había convertido en un diluvio, y empezó a ver que caían rayos, seguidos del retumbar ensordecedor de los truenos, causando que se llevara las manos a los oídos. Siempre odió las tormentas eléctricas desde que era niña, debido a que le sobrecargaban su sentido aumentado del oído.
Suspiró, sintiendo que todo, desde su cerebro entrando en actividad hasta el clima, parecía estar conspirando en su contra para no dejarla dormir esa noche. Pensó de nuevo en Hitohito, y se dio cuenta de que al menos ella podía dormir en su propia cama, mientras que él tendría que pasar otra noche en esa celda oscura, pequeña e incómoda, y teniendo que soportar el ruido de los truenos.
(«Sé fuerte, Hitohito. Te voy a sacar de esto. Para que puedas volver a casa con tus amigos y tu familia...»)
27 de septiembre, 11:11 PM
Centro de Detención – Celdas de los prisioneros
Hitohito estaba sentado en la cama de su celda, mirando la ventana. No había otra cosa que pudiera hacer: dormir estaba fuera de discusión, y no tenía ganas de levantarse y echar un ojo al material de lectura que le dejaron en el estante. Aunque así fuera, tuvo la sensación de que no podría leer bajo estas condiciones: las luces en el corredor estaban muy opacas, y la única fuente de luz en el interior de las celdas apenas daba suficiente para que pudiera ver por donde iba en caso de necesitar usar el retrete o el lavabo en medio de la noche.
Por lo visto pasaría otra noche sin dormir en la cárcel. Había regresado a su celda hacía más de dos horas con el Detective Gumshoe, que pareció sentirse muy apenado cuando tuvo que volver a encerrarlo. Recordó que se había comido algunos de los buñuelos que su madre le dejó y que Gumshoe tuvo la amabilidad de dejar que se los llevara a su celda mientras esperaba que Shouko viniera a visitarlo como prometió.
Sin embargo, nunca lo hizo. Transcurrieron las horas, y nadie vino a su celda a informarle que tenía visitantes. Vio a los guardias escoltando a un par de prisioneros más a las otras celdas: dos borrachos que se pusieron muy rudos y terminaron teniendo que dormir en sus celdas debido a haberse ido de fiesta excesivamente. Aparte de eso, nadie más había venido. Se rindió después de la marca de dos horas.
Hitohito se preguntaba por qué Shouko no vino a visitarlo. ¿Se habría quedado ocupada en alguna parte? ¿Se habría olvidado de él? Otra posibilidad mucho más perturbadora entró en su cabeza mientras examinaba los posibles escenarios:
(«¿Acaso Yamai de alguna manera pudo convencer a Shouko de que me odiara?»)
No quería creerlo, pero al mismo tiempo, tampoco podía eliminar la posibilidad. Ella había ido a visitar a Yamai, y después de eso, no supo más de ella. Sabía muy bien que Yamai era muy persistente, y se imaginó que tal vez fue capaz de convencer a Shouko de que él no valía la pena y lo abandonara.
(«Quizás se haya dado cuenta finalmente de lo aburrido e inútil que soy. No podría culparla. ¿En qué diablos estaba pensando cuando decidí que de alguna manera podría ser amigo de la chica más popular de la escuela? No es de extrañar que todos en Itan me odien. Apuesto a que harán una fiesta cuando me hayan condenado...»)
– ¡Tienes una visita!
Hitohito se salió de su autodesprecio y miró hacia la puerta de su celda sorprendido. Un oficial de policía mayor estaba parado afuera, esperando impacientemente que él se levantara y lo siguiera. Miró al oficial y parpadeó, preguntándose si lo había escuchado bien.
– ¡Vamos, mueve las patas! ¡Que no tengo toda la noche! – le ladró.
Hitohito obedeció y rápidamente se puso de pie. No podía creerlo: Shouko sí había venido a visitarlo. No sabía cuánto tiempo había esperado, pero no iba a quejarse.
Pero cuando salió al pasillo, empezó a sentir sospechas. El oficial llevó a Hitohito hacia la sala de visitas, y por el camino, alcanzó a vislumbrar la hora en un reloj de la pared. 11:16 PM
Esto le levantó una bandera roja en su cabeza. ¿Por qué Shouko había esperado hasta esta hora para visitarlo? Seguro que no habría forma de que la visita al hospital llevara tanto tiempo. Y además de eso, ¿no se suponía que debía ir a la escuela mañana?
El oficial lo llevó hasta el lado de los detenidos de la sala de visitas. Estaba oscura, salvo por la luz que alumbraba sobre la silla cerca de la partición de vidrio. Al otro lado estaba totalmente negro. El oficial empujó a Hitohito dentro de la sala y cerró la puerta detrás de él. Sin más opciones, se sentó en la silla.
Y casi como si fuera una señal, el otro lado de la sala se iluminó. El repentino destello lo cegó brevemente, pero cuando su visión se aclaró, lo que vio hizo que la sangre se le congelara.
No era Shouko quien había venido a visitarlo. Era Yamai.
Hitohito comenzó a respirar agitadamente por la ansiedad. Estaba sentada en una silla de ruedas, vestida con unas pijamas y cubierta de vendajes. Estaba sonriendo con dulzura, pero él sabía que su semblante dulce no ocultaba sino problemas e intenciones malvadas.
Junto a ella estaba un hombre que no reconoció. Usaba un traje de saco y pantalones negros, camisa de vestir blanca, una corbata a rayas rojas y azul marino, y unos guantes de cuero negro en sus manos. Tenía cabello en punta de corte limpio, y a pesar de estar adentro, llevaba unas gafas de sol oscuras en su rostro. Estaba parado junto a Yamai con los brazos cruzados, sin decir ni una palabra.
Se dispuso a levantarse de su silla e intentar escapar, pero dos oficiales de policía le cerraron el paso.
– ¿A dónde crees que vas, niño? ¡Ella vino todo el camino esta noche para verte! – lo regañó una voz femenina muy familiar.
Miró detenidamente, y reconoció con horror a las dos figuras que lo estaban sujetando: eran los detectives que estuvieron interrogándolo toda la tarde. Aún seguían aquí, y al parecer estaban encompinchados con Yamai y quienquiera que fuese el hombre que la acompañaba. Los dos detectives lo obligaron a sentarse de nuevo en la silla. Uno de ellos le agarró las manos por detrás, mientras el otro le ponía un par de esposas en ellas. Acorralado y atrapado, Hitohito miró con terror a Yamai, que seguía sonriente.
– ¡Hola, Tadano! – Yamai hablaba con una vocecita inocente. – ¿Me extrañaste?
Esta historia continuará...
Acta del Juicio (Athena)
(* indica nuevo o actualizado)
Perfiles:
Apollo Justice (Edad: 23): Un abogado que ha estado en la agencia desde antes que yo me uniera. Tiene una habilidad increíble para detectar mentiras a través del lenguaje corporal de la gente.
Trucy Wright (Edad: 16): La querida hija del Sr. Wright. Una aspirante a maga profesional que también es estudiante en la preparatoria Itan.
* Hitohito Tadano (Edad: 15): Mi cliente. Un joven amable que está sufriendo de TEPT por culpa de las acciones de Yamai.
Phoenix Wright (Edad: 34): Abogado propietario de la agencia. Le debo mucho por darme la oportunidad de convertirme en una abogada consumada.
Shouko Komi: (Edad: 15): Amiga cercana de Hitohito y su compañera de clase. Es una chica hermosa que tiene problemas para comunicarse.
Najimi Osana (Edad: 15): Estudiante de Itan que siempre tiene mucha energía, y aparentemente tanto Hitohito como Trucy son sus amigos de la infancia. Su verdadero género es un misterio.
* Ren Yamai (Edad: 15): La "víctima" de este incidente. Una jovencita horrible que secuestró una vez a Hitohito debido a su obsesión con Shouko.
Nene Onemine (Edad: 16): Una estudiante que se preocupa por los demás como una hermana mayor. Es muy amable y protectora especialmente con su compañera Kaede Otori.
Kaede Otori (Edad: 16): Una estudiante que parece siempre ser muy lenta y distraída. Le devolvió a Hitohito su teléfono perdido el día del incidente.
Bobby Fulbright (Edad: 33): El enérgico detective a cargo de este caso. A veces me hace preguntarme qué significa realmente la justicia.
Sakura Gorimi (Edad: 17): Una estudiante de segundo año, y la bibliotecaria principal. Aún puedo sentir el golpe que me dio en la cabeza con su abanico mortal.
Omoharu Nakanaka (Edad: 15): Una estudiante con síndrome de adolescencia que se hace llamar la Archimaga "Mei Karuma Van Zieks". Supuestamente vio todo el incidente.
Simon Blackquill (Edad: 28): Un fiscal y prisionero condenado a muerte. Acorde con Fulbright, tiene asuntos pendientes en la Preparatoria Itan.
Kozue Taida (Edad: 49): Profesora de la clase de Hitohito y Shouko. Es muy holgazana y le encanta aprovecharse de Hitohito para que él haga su trabajo en su lugar.
Itsuki Honshoku (Edad: 33): El experto en informática residente en Itan. Accedió a los archivos de la biblioteca el día del incidente.
Masatomo Yamai (Edad: 61): El padre de Ren Yamai (en teoría) y presidente de Yamai Holdings. Un hombre de negocios muy exitoso, pero también un fracaso como padre.
Junichi Asano (Edad: 25): La mano derecha de Masatomo Yamai. Se encarga de las tareas del día a día con las que el Sr. Yamai no puede o no quiere tomarse la molestia, como criar a su hija.
Hitomi Tadano (Edad: 14): Hermana menor de Hitohito, y totalmente opuesta a él en personalidad. Puede ser un poco impulsiva, pero quiere mucho a su hermano y se preocupa por él.
Dick Gumshoe (Edad: 40): Un detective de la división de homicidios con quien el Sr. Wright solía cruzarse a menudo. Aunque le falta inteligencia, lo compensa con su lealtad y corazón.
Hitoshi Tadano (Edad: 46): El padre de Hitohito. Se suponía que se encontraría con el Sr. Honshoku el día que ocurrió el incidente.
* Jeanne Tadano (Edad 43): La madre de Hitohito. Un manojo de nervios que es muy rápida para suplicar. Sabe hornear postres muy buenos.
Evidencia:
Distintivo de abogada: Mi nuevo y brillante distintivo. Lo perdí brevemente, pero Hitohito me ayudó a encontrarlo.
Puertas hacia los Archivos de la Biblioteca: La entrada a los Archivos de la Biblioteca. Se requiere una identificación del personal para poder entrar.
Diagrama del sótano: Un diagrama del sótano, que muestra los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. El pasillo del sótano y la sala de servidores estaban cerrados durante el crimen.
Reporte médico de Yamai: Un reporte médico de la Clínica Hickfield para Ren Yamai. Según el reporte, fue golpeada dos veces con un objeto contundente.
Reloj antiguo: Un reloj antiguo operado con baterías usado en la agresión, cubierto con la sangre de Yamai y las huellas digitales de Hitohito. Actualmente no tiene baterías en su interior.
Escritura en sangre: Un mensaje garabateado con sangre que va hacia la mano derecha de Yamai que lee "Tadano". La huella digital de Yamai está en el mensaje.
Llave de la Sala de Servidores: La llave que abre las puertas de la sala de servidores desde los archivos de la biblioteca. Lleva una semana desaparecida.
Termostato: El dispositivo que regula la temperatura entre los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. Fue ajustado durante la hora del crimen, pero no se encontraron huellas digitales en él.
Computadora de los Archivos de la Biblioteca: Una computadora en los archivos de la biblioteca a la que Hitohito accedió por razones desconocidas. Se encontraron huellas digitales de Hitohito, Yamai, y un individuo desconocido en el teclado y el ratón.
Historial de inicio de sesión: Un registro de quién inició sesión en la computadora de los archivos de la biblioteca. El día del crimen, Itsuki Honshoku accedió a la computadora a las 9:15 AM y Hitohito Tadano a las 1:15 PM.
Huellas en el escritorio: Huellas de manos encontradas en el escritorio de la computadora. Análisis indica que pertenecen a Ren Yamai.
Abanico de papel: Un abanico de papel roto que se encontró en una papelera, afuera de un aula del segundo piso. Parece tener algunos cabellos color lavanda enredados.
Mancha de sangre borrada: Una mancha de sangre revelada con prueba de luminol en el piso junto al escritorio de la computadora. Parece que fue borrada muy deprisa.
Teléfono de Hitoshi: El historial de llamadas muestra que intentó contactar a Itsuki Honshoku a las 3:15 PM el día del incidente. Sin embargo, no recibió respuesta y terminó dejando un mensaje de voz.
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