Capítulo 10: Historia de dos pistas, Parte 2
Nota preliminar: En este capítulo algunos personajes hablan en francés, pero debido a que el autor no tiene fluidez en dicha lengua (y tampoco el traductor), el diálogo en francés será colocado en cursiva y entre corchetes para conveniencia de los lectores. Un detallito que se me escapó mencionar en capítulos anteriores, es que el autor decidió que la mamá de Hitohito es de ascendencia francesa en esta historia, lo cual es su explicación de por qué tiene un nombre occidental en lugar de japonés. Ahora sí, sigamos adelante con la historia.
27 de septiembre, 7:09 PM
Clínica Hickfield – Sala de espera
Shouko, Najimi y Trucy siguieron al Detective Fulbright a través de las puertas corredizas automáticas que llevaban a la sala de espera de la Clínica Hickfield. La sala de espera contenía varias filas de sillas de cuero sintético, que estaban mayormente vacías salvo por algunos pocos individuos esperando a que los llamaran. Había una enfermera detrás del escritorio de la recepción, manteniendo un ojo en el área de espera y lista para saludar a cualquiera que se le aproximase. Los únicos otros individuos notables en el área eran un hombre intentando rehabilitación con un par de muletas, y una colegiala con un parche en el ojo que se paseaba mientras jugaba con su teléfono inteligente.
En cuanto puso un pie en la sala de espera, Shouko empezó a temblar con ansiedad. Estaba muy nerviosa ante el prospecto de ver a Yamai, pero también se sentía muy intranquila en los hospitales en general. Le recordaban un verano cuando sufrió un terrible accidente que la dejó confinada a la cama por un mes entero. Los alrededores le traían memorias de sentirse muy adolorida durante incontables horas, mirando el mismo escenario día tras día, y la única compañía que tenía eran los doctores y enfermeras que le resultaban algo espeluznantes a diferentes niveles. El único consuelo que tuvo durante ese tiempo fue cuando la visitaban sus padres o su hermano menor, lo que ayudaba a romper la monotonía del personal médico tan inquietante.
– ¿Estás bien, Shouko? ¡Estás temblando como una hoja! – le dijo Najimi, notando que Shouko se estaba aferrando más de cerca a sus amigos de lo usual. Shouko negó con la cabeza como respuesta.
[No me gustan los hospitales.] Escribió en su libreta, todavía temblando.
– ¡No te preocupes! ¡Estaremos aquí contigo todo el tiempo! – le aseguró Trucy poniéndole el brazo en los hombros a Shouko.
– ¡Sí, te mantendremos a salvo! – añadió Najimi, implicando que harían lo que fuera para mantenerla a salvo de lo que hubiera en el hospital, y las perversiones de Yamai.
Shouko apenas se sintió un poco más tranquila, pero no podía dejar de temblar. Adicionalmente, había estado empezando a tener pensamientos sospechosos sobre Yamai luego de escuchar a Najimi y Trucy discutir el caso durante el viaje aquí, mientras le ayudaban a escribir algunas preguntas para hacerle. Podía entender el desagrado de Yamai hacia Hitohito, y aunque había prometido que nunca más le haría daño, no podía sacudirse de encima la sensación de que todo este incidente era un plan muy elaborado de Yamai para incriminar a Hitohito, y de esa forma deshacerse de él sin hacerle daño directamente.
Se esforzó lo mejor que pudo para apartar ese pensamiento; lo último que quería hacer era dudar de sus amigos. Además, aunque no se gustaran uno a la otra, por lo menos eran capaces de llevarse civilizadamente, ¿verdad?
– ¡Polly!
Shouko se vio interrumpida de su reflexión cuando Trucy llamó a alguien que estaba sentado en el área de espera. La figura respondió dejando de lado la revista que estaba leyendo y levantándose de su asiento. De inmediato se dio la vuelta y caminó hacia el grupo, y Shouko reconoció al individuo como Apollo Justice.
– ¡Ahí están! ¡Por fin que llegan ustedes! – exclamó Apollo, saludándoles con la mano al grupo.
– ¡Perdón, Polly! El tráfico estaba horrible... – explicó Trucy.
– ¡Probablemente habríamos llegado aquí más rápido si usted hubiera usado su sirena! – le dijo Najimi al Detective Fulbright.
– Ahora que lo pienso, ¡esa no es una mala idea! ¿Por qué no se me ocurrió? – se rio Fulbright.
– ¿Probablemente porque lo habrían disciplinado por hacer eso? – señaló Apollo, cruzando los brazos. Trucy le dio un empujoncito por el comentario.
– ¡Aww, no seas tan aguafiestas, Polly!
– No lo estoy siendo. Simplemente estoy diciendo los hechos. Una sirena de policía es para que los oficiales puedan llegar a la escena en una emergencia, no para saltearse el tráfico que causa inconveniencias. – explicó Apollo.
– Bueno, técnicamente sí lo es, considerando que el tráfico resulta inconveniente cuando tienes que llegar a algún lugar importante, como un crimen en progreso, ¿no? – añadió Najimi, causando que Apollo exhalara.
– ¡Y-ya saben lo que quise decir! – Apollo levantó las manos con exasperación. Por su bien, rezaba a los cielos que Najimi no se convirtiera en el futuro en oficial de policía. – C-como sea, volvamos a lo que importa, ¿quieren? Es decir que la persona que vamos a ver hoy se llama Ren Yamai, ¿correcto?
Shouko les ayudó escribiéndole un mensaje a Apollo.
[Sí. Es una amiga de Najimi y mía de la escuela. ¿Hay algo más que le gustaría saber sobre el caso, Sr. Justice?]
– Quería confirmar el nombre. Creo que ya tengo todo el panorama general del caso luego que Trucy y Najimi me explicaron todo por teléfono. – respondió Apollo. – Aun así, gracias por la oferta.
– Eso es bueno. No se te olvide; ¡tienes que mantener un ojo sobre ella y usar tu poder extraordinario para ver cualquier tic en su lenguaje corporal! – le recordó Trucy.
– ¡No sabía que tenías un poder especial! ¿De qué se trata? ¿Tienes telepatía? ¿Visión de rayos-X? ¿Lanzas lásers por los ojos? ¡Dime, dime! – Najimi saltaba de arriba abajo, clamando por una respuesta. Incluso Shouko tenía curiosidad sobre este poder y se acercó para saber más sobre él.
– Err... ¿deberíamos estar teniendo esta discusión aquí en frente del detective? – se preguntó Apollo. («¿Y cómo diablos ayudaría lanzar lásers por los ojos en un interrogatorio? Bueno, supongo que para el factor de intimidación...»)
– ¡Nah, está bien! ¡Fulbright sabe por qué estamos aquí! – le aseguró Trucy.
– Es cierto, pero quisiera recordarles que estoy poniendo mi propio cuello en riesgo para dejarles que hagan esto. – les recordó Fulbright mientras se ajustaba las gafas. – Adicionalmente, no se les olvide que estarán interrogando a una chica que sufrió una lesión bastante seria. Si me da la sensación de que están siendo demasiado crueles con sus preguntas, no tendré más opción que pedirles que se marchen.
– ¡No se preocupe, Detective! ¡Nos portaremos bien! – dijo Trucy con una sonrisa inocente.
(«Por favor no te veas tan poco sincera al decir eso, Trucy.») pensó Apollo para sí mismo.
– ¡Pero si estoy siendo completamente sincera ahora, Polly! – replicó Trucy.
– ¡Y deja de leerme los pensamientos, por favor! – replicó Apollo, más exasperado que otra cosa ante el hecho de que Trucy le leyera la mente. Shouko miró curiosamente al dúo. Se preguntaba si acaso tenían la misma capacidad para leer a la gente que Hitohito.
Antes que pudiera preguntar más, se vio interrumpida por un grito de una voz femenina que antes estaba jugando un juego en su celular. – ¡Ser Tonto Bright!
– ¡Ahh! ¡Srta. Nakanaka! ¡Mis disculpas, no la vi allí! – dijo Fulbright levantando las manos en shock.
– ¡Mi nombre no es Nakanaka, Tonto Bright! ¡Mi nombre es Mei Karuma van Zieks, Guardiana de la Fuerza Dragón y discípula del Samurái Sombrío! – se anunció Nakanaka, ondeando su chaqueta como si fuese una capa. – ¡He estado esperando por su llegada! ¡Venga ahora! ¡Requiero de su escolta para poder visitar a mi eterna rival y asegurarme que la muerte no la reclame antes que yo!
– Hmm.... – Trucy se puso a pensar en las implicaciones de lo que Nakanaka acababa de decir.
– ¡Excelente! Ya todos están aquí. Voy a chequear todo con la enfermera, ¡e iremos de inmediato! – replicó Fulbright alegremente antes de ir hacia la enfermera que estaba en recepción.
A su vez, Nakanaka notó a Najimi y al resto del grupo, a quienes les lanzó una mirada hostil.
– ¡Osana-dono! ¡Tu presencia aquí debe significar que estás actuando como espía para la Reina de Amarillo! ¡Tienes cinco segundos para decirme qué estás haciendo aquí antes que mi hoja te destaje! – adoptó entonces una postura de iaijutsu.
Apollo se quedó totalmente sacado de onda ante este numerito. («Ok. ¿Quién es esta chica que le falta un tornillo, y por qué está copiando los hábitos del Fiscal Blackquill?») pensó mientras exhalaba un suspiro de molestia.
– Ahí sé tanto como tú, Polly... – replicó Trucy.
– ¡Whoa! ¡Tómalo con calma, Omoharu! Sólo hemos venido a visitar a Ren como amigos. ¿No es así, Shouko? – Najimi se dio la vuelta hacia Shouko y la miró suplicante, esperando que le respaldaran su testimonio. Shouko le respondió asintiéndole vigorosamente a Nakanaka.
– ¡Princesa Komilia! ¡Mis más profundas disculpas! ¡No vi que estabais allí! – Nakanaka de pronto se puso de rodillas e hizo una reverencia frente a Shouko. – Me distraje por la presencia de esa persona cobarde que es Najimi y ese par de trúhanes que le acompañan. Aunque no entiendo por qué estáis con ellos...
[Esas personas son mis amigos, Nakanaka. Yo les pedí que vinieran conmigo.] escribió Shouko, todavía temblando.
– Ya veo... ¡Vuestra benevolencia no conoce límites, Princesa Komilia! – replicó Nakanaka. Luego se puso de pie, terminando su numerito de reverencia. – Supongo que puedo tolerar su presencia... – Señaló con su dedo a Najimi, Trucy y Apollo. – ¡Pero aún percibo la influencia sobrenatural de la Reina de Amarillo en ustedes tres! ¡Si llego a sentir el más mínimo atisbo de intenciones diabólicas en ustedes, los acabaré en el acto!
Fulbright se alejó de la recepción brevemente para intervenir. – No se preocupe, Srta. Naka-err, quise decir van Zieks, ya les he advertido de las consecuencias de conductas inapropiadas. Si ponen un dedo fuera de la línea. ¡yo personalmente los escoltaré afuera! Le aseguro que se van a comportar, ¡o mi nombre no es Bobby Fullbright!—declaró con orgullo el detective, haciendo uno de sus característicos saludos antes de volver para registrar al grupo como visitantes.
– ...Gracias, Sr. Fulbright... – dijo Nakanaka, claramente decepcionada de no poder acabar con nadie.
– Una pregunta: ¿quién es esta tal "Reina de Amarillo" de la que estabas hablando? – preguntó Apollo directamente.
– ¡Ja! – Nakanaka reasumió su dramatización. – ¿Un secuaz de la Reina de Amarillo que no conoce a la señora a la que sirve? ¡Una historia probable! ¡O quizás ella sea aún más diabólica de lo que pensé, si es capaz de hacer que la gente le sirva sin tener idea de lo que hacen!
Apollo le apuntó con el dedo a Nakanaka. – Mira, ¡no estamos en Mazmorra de Dragones o en Los Anillos del Soberano! Sólo estoy aquí con Trucy para vigilarla mientras ella y sus amigos de la escuela visitan a su compañera de clases, ¡así que ya puedes bajarle a tu tontería de la "Reina de Amarillo"! – declaró con impaciencia.
– ¿T-te atreves a hablarme con ese tono, canalla? – Nakanaka se sorprendió por la declaración de Apollo, y se agarró un costado defensivamente. – Por qué... te... ¡te voy a destazar, bellaco! ¡Y para tu información, cerdo falto de cultura, la "Reina de Amarillo" no es una referencia a Mazmorra de Dragones o Anillos del Soberano! Es una referencia a El Rey de Amarillo, una serie de historias cortas escritas por Robert W. Chambers, sobre una obra prohibida que hace que el espectador descienda en la locura y la desesperación. También sirve como base para...
– Sabes, cuando tienes que explicar el insulto, como que pierde su chiste. – intercedió Apollo.
– Sin mencionar que, si esta "Reina de Amarillo" es quien creo que es, acaba de compararla con una obra de teatro, lo cual no es exactamente el insulto más ingenioso del mundo. – añadió Trucy.
– Y también, ¿estás segura de que recordaste citar tu fuente sobre esos hechos? – Najimi le lanzó una sonrisa dentuda.
– Grr... ¡CÁLLENSE! – gritó Nakanaka con frustración.
[¡Por favor deténganse! ¡No quiero que se pongan a pelear!] Shouko corrió en medio del grupo agitando su libreta. Por antagónica que fuera, Nakanaka seguía siendo su amiga, y ella no quería ver a sus amigos peleando entre ellos.
– Lo siento, creo que me dejé llevar un poco. – Apollo se frotó detrás de la cabeza, sonriendo avergonzado. («Aunque para ser justos, esta chica parece ofenderse demasiado fácil...»)
– Sí, supongo que yo también. Es que estoy tan frustrada por lo que le sucedió a Yamai que ni siquiera consideré cómo mis acciones te hicieron sentirte, Komi. – declaró Nakanaka con remordimiento.
– Supongo que debería presentarme para que confíes un poco más en mí. Soy Apollo Justice, y soy un... – Apollo tuvo que detenerse antes de irse de lengua y decir que era un abogado. Sin embargo, se le hizo difícil pensar en una ocupación falsa.
– Un... ¿qué? – Nakanaka levantó una ceja.
– ¡Astronauta! – exclamó, pensando en su mejor amigo desde la primaria y recordando su ocupación. – Perdón por la duda. Debo admitir que me da vergüenza decirlo, ya que todavía no he viajado al espacio. – agregó sonriendo nerviosamente.
– Aww, estoy segura que pronto podrás hacerlo, Polly. Como sea, yo soy Trucy Enigmar, ¡maga extraordinaria! ¡Siéntete libre de llamarme Trucy, si quieres! – dijo mientras se sujetaba su sombrero con confianza.
(«Diablos, probablemente debí haber usado un apellido falso también. Oh bueno, ya es muy tarde para eso...») Apollo quiso darse mentalmente una bofetada.
– Una maga y un astronauta, ¿hmm? – Nakanaka se quedó mirándolos a ambos. Trucy ciertamente se veía como una maga con su elaborado uniforme, pero Apollo no. Quería ponerlo bajo más escrutinio, pero por ahora se contuvo su lengua, por el bien de Komi.
Justo entonces, Fulbright regresó de la recepción con una enfermera. – ¡Ya están listos para dejarles ver a la Srta. Yamai, chicos! Si me siguen por aquí... – exclamó, mientras se movía junto con la enfermera para guiar al grupo por el pasillo que llevaba a la habitación de Yamai.
27 de septiembre
Clínica Hickfield
Shouko, Najimi, Apollo, Trucy y Nakanaka siguieron al Detective Fulbright y a la enfermera por los corredores estériles y bien iluminados de la clínica. Los pasillos tenían varios empleados de hospital vestidos de batas, moviéndose a todos lados para cumplir con las tareas que se les fueran asignadas, con una que otra camilla abandonada en los costados. Había varias puertas que llevaban a salas de chequeo privado y cubículos donde los médicos se ocupaban de rellenar papeleo, conseguir información y otros deberes.
Apollo no estaba particularmente emocionado de haber vuelto a esta clínica, especialmente al estar siguiendo otro muy vago conjunto de instrucciones de parte de su jefe. La última vez que vino aquí, estaba visitando a Phoenix luego de que fue golpeado por un automóvil. No sólo le asignaron encontrar a la persona responsable por el atropello y huida, sino también tuvo que encontrar un puesto móvil de fideos robado y las braguitas mágicas de Trucy, todo lo cual resultaron ser partes pequeñas de un caso por asesinato que ocurrió hacía poco más de un año. Tenía la esperanza de que, por lo menos, lo único que haría aquí sería ayudar a Shouko y al resto del grupo a sacarle respuestas a Yamai, pero presentía que, conociendo su suerte, probablemente terminaría metido en varias tareas no relacionadas.
Al menos, el "director" parecía estar ausente.
– Oigan, parece que el viejo "Director Hickfield" no anda por aquí hoy. Pensé que a estas alturas ya debería haber aparecido para molestarnos... – dijo Apollo.
– Oh, ¿hablas de ese tipo? – preguntó Fulbright. – Parece que tuvo un pequeño desacuerdo con el Sr. Asano luego de expresar un deseo de examinar directamente a la Srta. Yamai. Sólo digamos que el Sr. Asano reaccionó mal, y ahora se está recuperando en otra ala médica, donde no podrá "trabajar" durante varios días.
(«*Fiu*, gracias al cielo. Ya empezaba a preocuparme, especialmente considerando la abundancia de chicas adolescentes en nuestro grupo actual, y como sea que Najimi se identifique. Con suerte, las enfermeras mantendrán un ojo más cerca de él en el futuro.») pensó Apollo para sí mismo.
[¿Quién es el Director Hickfield?] inquirió Shouko con su libreta.
– Alguien que nunca deberías conocer. Jamás. Y dejémoslo así. – replicó Apollo secamente.
La enfermera y el Detective Fulbright finalmente se detuvieron en la puerta marcada como "Sala de Pacientes 201". – La Srta. Yamai se encuentra aquí. – declaró la enfermera mientras abría la puerta para dejarlos entrar.
En cuanto empezaron a entrar en fila, Apollo, Trucy y Najimi notaron que Shouko estaba temblando de nuevo.
– ¿Estás bien, Shouko? – preguntó Trucy preocupada.
Shouko miró entre sus amigos. No, no estaba bien, especialmente ahora que se aproximaban a un lugar muy similar al mismo donde estuvo atrapada por un largo tiempo. El miedo empezaba a apoderarse de ella, y comenzó a retroceder alejándose del grupo, sólo para ser detenida por Najimi, que le agarró el brazo.
– Hey, ¿a dónde vas? ¡Sé que es desagradable, pero te necesitamos aquí! – suplicó Najimi. Sin embargo, continuó temblando. Najimi tuvo que acercársele al oído para susurrarle: – ¡Esto es por Hitohito, recuérdalo!
Ahí estaba: la palabra mágica. Escuchar el nombre de su mejor amigo la hizo dejar de temblar y recordar por qué estaba aquí en primer lugar. Si se echaba para atrás ahora, sin duda su equipo de defensa legal sufriría por la falta de información. No importaba lo aterradora que fuera la situación; ella debía ser valiente. Mentalmente trató de subir su psique y escribió su mantra de motivación en su libreta.
[¡Soy Shouko Komi, y me encuentro bien!] Se los mostró a todos con una expresión de determinación en el rostro.
– ¡Qué bien que recordaste las Cuerdas de Acero! – Apollo no pudo evitar darle una gran sonrisa dentuda y un pulgar arriba al ver que utilizaban su frase característica.
*Pomph*
Komi brotó unas orejas de gato y apretó sus puños con deleite al escuchar el cumplido de Apollo. Pero su emoción se desinfló tras unos segundos al darse cuenta que las Cuerdas de Acero usualmente eran para usarse verbalmente. Pasó página rápidamente en su libreta para escribir otro mensaje.
[Lo siento, no puedo usar sus Cuerdas de Acero apropiadamente. Me resulta muy difícil comunicarme verbalmente...] Shouko sostuvo la libreta algo avergonzada, ocultando su rostro detrás de ella.
– No, no, no, está bien. Lo estás haciendo bien. – aclaró Apollo. – Seguro que algún día tendrás la confianza para hacerlo verbalmente si te sigues esforzando. Sólo da pasos pequeños y haz lo que puedas de manera cómoda. Lo importante es que, si te está ayudando a prepararte mentalmente para algo difícil, entonces lo estás haciendo bien.
Apollo le dio un pulgar arriba. Shouko asintió al entender lo que decía. Ya estaba lista para entrar a la habitación.
Abrió la puerta e ingresó a la sala de pacientes con los otros tres. La habitación tenía dos camas de hospital separadas por una cortina, donde la que estaba junto a la ventana estaba ocupada por Yamai, y la que estaba más cerca de la puerta se encontraba actualmente desocupada. Nakanaka ya había entrado antes que ellos a la habitación, y sin perder tiempo empezó a discutir con Yamai, mientras el Detective Fulbright se paraba a un lado, agarrándose la cabeza con expresión derrotada.
– ... Mira, siento mucho no haber venido antes. ¡Estaba ocupada! – argumentó Nakanaka.
– ¿Haciendo qué cosa? ¿Jugando ese estúpido juego Blaze Insignia? ¡¿Mientras yo he estado atrapada aquí TODO EL MALDITO DÍA, apenas pudiendo moverme de la cama, y con la peor de las jaquecas en el mundo?! – espetó Yamai. Se agarró la cabeza en un vano intento por aliviar el dolor.
– ¡Hey! Ya sabes que estaba ocupada dándole mis declaraciones al Fiscal Blackquill. Aparte, tal vez si ese estúpido asistente de tu papá no anduviera siendo tan mezquino sobre quién podía visitarte, podría haber venido mucho antes. – espetó Nakanaka de vuelta.
Yamai golpeó la mesa con indignación. – ¡Eso no es culpa mía, y tú lo sabes! ¡No sé por qué me estás dando tanta mierda por ello!
– ¡Quizás debiste haberle dicho al Sr. Asano que tu amiga de la infancia quería visitarte y darle permiso automáticamente para hacerlo! – Nakanaka estampó su puño en la pared.
– ¡Bueno, discúuuuuuuulpame, pero algunos de nosotros tenemos que lidiar con un MALDITO DOLOR DE CABEZA A CADA MOMENTO QUE DESPERTAMOS, CON UN DEMONIO! – gritó Yamai.
El grupo hizo un gesto negativo colectivo con sus cabezas, mientras se movían con cautela hacia la fuente de la discusión.
– ¡Whoa, sí que están peleadas! – señaló Trucy.
– Siempre son así. – suspiró Najimi.
(«No tenía idea de que "Mei Karuma Van Zieks" podía hablar como una persona normal. Supongo que deja todo el teatrito de "Guardiana de la Fuerza Dragón" cuando se enoja...») pensó Apollo.
El grupo de cuatro finalmente dio la vuelta en la esquina de la cortina, y vieron a Yamai tendida en la cama de hospital y vestida con una bata rosa de paciente. Estaba iluminada por una lámpara que colgaba del techo sobre su cabeza, sostenida por unos brazos de metal pegados a un soporte en la pared. Tenía la cabeza cubierta de vendajes, y había varios más cubriéndole los brazos, y un par de adhesivos en la cara, uno tapándole el ojo derecho y otro alrededor de su dedo índice derecho.
A un lado de la cama había varias tarjetas de "¡Mejórate pronto!" de amigos y familiares, y había varias pilas de revistas en el piso. En su cama, tenía el teléfono inteligente y un álbum que contenía más fotos de Shouko de lo que se podría considerar sano que tuviera una chica como ella. Al ver a los otros cuatro ponerse a la vista, los ojos de Yamai inmediatamente se fijaron en Shouko, y su expresión cambió de furiosa a feliz en un parpadeo.
– ¡Komi-sama! ¡Mi amadísima diosa! – gritó apasionadamente mientras saltaba fuera de su cama de hospital y corría para envolver al objeto de su afecto en un gran abrazo, sorprendiéndola no sólo a ella, sino al resto del grupo.
– Me pregunto qué pasó con eso de "estoy totalmente adolorida y no puedo moverme de la cama". – dijo Trucy en voz alta.
– Su obsesión con Shouko es prácticamente sobrehumana. – le susurró Najimi en el oído a Trucy.
Apollo por su parte estaba más concentrado en la reacción de Shouko al abrazo. No sólo no lo estaba devolviendo, sino que su lenguaje corporal sugería que se sentía enormemente incómoda con la forma en que Yamai la estaba abrazando.
(«¿Debería detener esto? ¡Shouko no se ve muy cómoda con esta chica!») se preguntó. Recibió su respuesta cuando se dio cuenta que las manos de Yamai estaban bajando hacia la parte inferior de la falda de Shouko. («¡SÍ! ¡DEFINITIVAMENTE TENGO QUE DETENERLA!»)
Sin embargo, antes que Apollo pudiese protestar, Najimi se interpuso y liberó a Shouko del abrazo. – ¿Qué hay de mí, Ren? ¿Dónde está mi abrazoooo? – gimió mientras le ponía los brazos alrededor a Yamai.
– Qué... ¡QUÍTATEME DE ENCIMA! – chilló Yamai, agitando los brazos.
– ¡Aww, qué mala eres al decirme eso, si eres mi amiga de la infanciaaaa! – replicó Najimi con una sonrisa pícara, antes que Yamai le empujara hacia un lado y volviera a meterse en su cama de hospital.
Una vez que Yamai se puso las mantas sobre su cuerpo, se dio cuenta de las dos personas en la habitación a quienes no conocía. – ¿Y quiénes son ustedes, personas sospechosas?
– ¿Sospechosas? ¡Apreciaría que no hicieras comentarios tan groseros sobre Polly! – replicó Trucy con un puchero. Apollo suspiró con exasperación.
– Me parece que estaba hablando de los dos, Trucy... – declaró.
– ¿Polly y Trucy? – Yamai arqueó una ceja, y luego miró a Apollo. – ¡Pensé que Polly era un nombre de chica!
– Erm, "Polly" es sólo un apodo, en realidad. Mi verdadero nombre es Apollo. Apollo Justice. – la corrigió.
– ¿Apollo Justice? ¡Wow, eso suena como el tipo de nombre estúpido que se inventaría Nakanaka si estuviera pretendiendo ser una abogada! – replicó Yamai con una sonrisa dulce que no encajaba nada con el tono claramente desdeñoso de su voz.
– ¡Quisiera ver que lo hicieras mejor! – gruñó Nakanaka. – Tienes la creatividad de un grupo corporativo...
– Hmmmmm... – Trucy comenzó a pensar de nuevo. Estas dos parecían que les gustaba mucho discutir, casi como una pareja casada.
– En realidad, soy un astronauta. Trabajo para... – Apollo empezó a hablar antes que Yamai lo interrumpiera.
– En realidad no me interesa, y francamente, no tiene importancia. El hecho es que tienes aspecto de ser alguien sin escrúpulos, y me preocupa qué intenciones perversas podrías tener hacia mi preciosa Komi-sama.
(«Considerando que hace un minuto intentaste agarrarle el trasero, tú eres la última persona que tiene derecho a llamar "perversos" a otros, Yamai...») pensó Apollo mientras le lanzaba una mirada de enojo a la chica en la cama de hospital.
[¡Ren, estos son mis amigos! ¡Por favor sé amable con ellos!] la regañó Shouko con su libreta.
– Yo... sólo estoy preocupada por tu bienestar. No quiero que nadie se aproveche de ti, eso es todo. – dijo Yamai con una mirada inocente y suplicante en sus ojos.
(«Sí, como si necesitáramos más competencia, ¿verdad?») Apollo puso los ojos en blanco.
– Además, tienes que admitir que es muy extraño ver a un hombre adulto como el Sr. Justice aquí, junto con un grupo de chicas adolescentes como nosotras. – Yamai señaló a Apollo.
– Para tu información, Trucy es mi hermana menor, y la estoy vigilando tanto a ella como a sus amigas, para que nada malo les pase. – contraatacó Apollo.
– ¿Ustedes son hermanos? – Nakanaka levantó una ceja. – ¿Entonces por qué tienen apellidos diferentes?
– Bueno, técnicamente somos medios hermanos, pero eso no cambia nada. ¡Estoy aquí para asegurarme que nadie se aproveche de ella o de sus amigas! – Apollo señaló con su dedo a la chica chuuni. («Con suerte, se tragarán esa excusa...») [Kometani: Apollo no tiene idea de que está diciendo la verdad sobre que él y Trucy son medios hermanos]
Yamai se tomó un momento para pensar en lo que Apollo le dijo. – De acuerdo, supongo que te creeré, ¡pero sólo porque Komi-sama aboga por ti! – dijo sonriendo.
– ¡Bueno, me alegro que todos estén aprendiendo a llevarse bien! ¿No es maravillosa la amistad? – sonrió Fulbright. Todo mundo se dio la vuelta y le lanzó miradas poco impresionadas al Detective, a excepción de Shouko, que estaba totalmente de acuerdo y asintió. – Bueno... supongo que los dejaré volver a su visita... – dijo mientras se alejaba incómodamente.
Yamai señaló el televisor que estaba en el lado opuesto de la habitación, montado en un soporte que colgaba del techo.
– Como sea, Komi-sama, ¿serías tan amable de ir a encender el televisor por mí? – le preguntó.
Nakanaka cruzó los brazos. – Sí te diste cuenta que aún seguimos aquí, ¿verdad? ¡No vinimos todo el camino a este lugar para verte viendo la televisión! – declaró.
– ¡Es para después! ¡No encuentro el control remoto, así que necesito que alguien lo haga por mí! – replicó Yamai a la defensiva.
Trucy entonces se dio cuenta por la esquina del ojo que el control remoto estaba escondido debajo de la almohada. – Umm, ¿no está debajo de la...?
– No está allí. ¡Ayúdame a encender el televisor, Komi-sama! – interrumpió Yamai, causando que Trucy levantara una ceja con suspicacia.
Apollo estaba confundido al principio, sin entender por qué Yamai estaba tan insistente en que le prendieran el televisor. Pero cuando Shouko cogió una silla, entendió lo que estaba pasando y movió la cabeza negativamente.
(«Ya veo para dónde va esto...») pensó Apollo mientras suspiraba, antes de acercarse a la silla donde Shouko estaba a punto de treparse. – Está bien, Shouko, yo lo haré por ti. Soy un poco más alto, así que se me hará más fácil alcanzarlo. – dijo con una sonrisa. [Kometani: Apollo es ligeramente más bajo que Komi.]
Shouko ladeó la cabeza y miró a Apollo con confusión, pero se hizo a un lado permitiéndole usar la silla en su lugar. Yamai miró con horror cómo el escenario que preparó para espiar debajo de la falda de Shouko le salió por la culata, mientras Apollo se ocupaba de encenderle la televisión.
– ¡Ahí tienes, Yamai! – le dijo girándose hacia ella con una sonrisa. («¡Ja! ¡No te vas a asomar!»)
– Graaaaaaciaaaaaaaaaasssss... – gruñó Yamai con una mirada visible de decepción en su rostro, mientras Apollo se bajaba de la silla. Hizo una nota mental para "agradecerle" después por su acto de amabilidad.
Pero en cuanto los pies de él tocaron el suelo, vio los otros botones frente a la televisión y se le ocurrió otra idea. Todavía podría ver el paraíso.
– En realidad, este canal no me gusta. Komi-sama, ¿podrías cambiármelo por favor? – suplicó Yamai. Apollo estaba a punto de subirse a la silla y cumplir la petición antes que ella lo detuviera. – ¡Preferiría que Komi-sama lo hiciera! – exigió, provocando que se detuviera en seco. – A menos que seas de esos chicos cerrados de mente que creen que las chicas no pueden hacer nada por sí solas, ¿hmmm? – añadió con una sonrisa arrogante.
(«Ohh, pedazo de bribona...») Apollo le lanzó una mirada de fastidio. Quería protestar, pero una vocecita en la trastienda de su mente le dijo que tenía que elegir sus batallas y esta no valía la pena pelearla. Suspiró, se alejó de la silla y miró a Trucy con expresión derrotada.
– Ahora, Komi-sama... – dijo Yamai señalando hacia la silla.
– ¡Aquí está! – exclamó Trucy. Antes que Shouko pudiera subirse a la silla, Trucy había sacado el control remoto de donde lo vio antes debajo de la almohada. – ¡Lo encontré, estaba debajo de tu cabeza todo el tiempo! ¿No te parece tonto? Ahora, ¿qué canal querías? – le dijo sonriendo a una Yamai con los ojos muy abiertos.
– ... El canal 43, por favor... – suspiró Yamai. Había sido frustrada tres veces, una por Najimi, otra por Apollo, y otra por Trucy.
– ¡Oooh, el canal Fashion Network, buena elección! ¡También me encanta ese canal! – dijo Trucy mientras ingresaba el número en el control remoto. Una vez que el canal apareció, colocó el control remoto en la mano de Yamai antes de tomar asiento.
Sin que sucediera más nada, todos los demás se sentaron en las sillas restantes, excepto Apollo y Fulbright que se quedaron de pie viendo el show en televisión. Yamai abrió la cobija de su cama y le ofreció a Shouko un lugar junto a ella, pero la chica de cabello oscuro se rehusó educadamente. Apollo se preguntó si este era el mejor uso de su tiempo de visita, aunque sin duda logró darse cuenta que Yamai quería fingir que su objetivo era ver televisión en lugar de espiar debajo de la falda de Shouko luego de haber sido frustrada dos veces. Adicionalmente, pudo ver con mirar a Shouko que estaba muy nerviosa sobre hacerle las preguntas en su libreta, por la forma en como estaba jugueteando con ella.
– Hablando de eso, ¿no dijiste en el viaje aquí que tenías algunas preocupaciones sobre tu amiga Yamai? – le preguntó Apollo a Komi, mirando la libreta.
Shouko asintió afirmativamente. Sin embargo, todavía sujetaba el borde de su libreta con aprehensión. Todavía estaba intentando reunir el valor para abrirla.
– Ohh, ¿estabas preocupada por míiiiiii? ¡Estoy conmovida~! ¡Komi-sama estaba preocupada por míiiii~! – Yamai puso una expresión soñadora, causando que Apollo hiciera una mueca.
– ¡No seas tímida, Shouko! ¡Ella está dispuesta a escuchar todo lo que tengas que decirle! – dijo Trucy, guiñándole el ojo a su amiga.
– Sí, te ayudaremos si tienes problemas, ¿está bien? – añadió Najimi.
Shouko asintió con decisión. Comenzó a buscar por su libreta hacia las preguntas que había escrito antes con el grupo. Una vez que encontró la primera, la sostuvo para que Yamai la viera.
[¿Qué estabas haciendo ayer abajo en los archivos de la biblioteca, Ren?] le preguntó.
Los ojos de Yamai se ensancharon. – ¿Huh? ¿Sabes sobre eso? – Yamai retrocedió sorprendida, y Shouko asintió.
(«Wow, ¡ya la pilló con la guardia baja! Ese es un buen comienzo, veamos qué clase de historia se inventa para explicar eso...») pensó Apollo mientras se frotaba su brazalete.
– Bueno, prácticamente todo mundo y su perro sabe que estabas allá abajo. ¡Ya sabes que los estudiantes no tienen permitido entrar allí! – señaló Najimi.
– ¡Hmph, dile eso a Tadano! ¡Él era el que no se suponía que debía estar allí! – puntualizó Yamai.
– ¡Le estaba haciendo un favor a una profesora que debería haber estado haciendo ella misma su trabajo! – Najimi cruzó los brazos. – Además, estás evadiendo la pregunta. ¿Qué estabas haciendo tú allí abajo?
– B-bueno, si necesitas saberlo... ¡fui allá abajo porque estaba preocupada por Tadano! – dijo Yamai tartamudeando. Shouko ladeó la cabeza con confusión, mientras Najimi rodaba los ojos.
– ¿Fuiste allá abajo porque estabas preocupada por Hitohito? ¿Cómo supiste que estaba allí en primer lugar? – preguntó Trucy.
– No lo sabía. – empezó a explicar Yamai. Se puso la mano en el mentón, pensando en qué palabras utilizar para su explicación. – Cuando Tadano no volvió a clases luego del almuerzo, Komi-sama se empezó a preocupar por él. Y al ver esto, yo también empecé a preocuparme por él...
Shouko asintió. Recordaba muy bien la ansiedad que sintió cuando Hitohito no regresó después del almuerzo. Najimi, por otro lado, mostraba mucho más escepticismo con esta declaración.
– ¿Tú, de todas las personas, preocupada por él? Sí claro, y yo soy el Primer Ministro. – replicó Najimi sardónicamente.
– Mira, sé que hemos tenido nuestras diferencias, ¡pero me he estado esforzando por llevarme bien con él, por el bien de Komi-sama! – aseveró Yamai.
*¡THA-THUUUUUUUUUMP!*
Apollo sintió esa familiar sensación de su brazalete apretándose contra su muñeca izquierda. («¡Lo sabía!») pensó mientras se frotaba la muñeca. La reacción de su brazalete indicaba que Yamai estaba mintiendo, y que tenía un tic inconsciente que la estaba delatando. («Ahora, sólo necesito averiguar dónde lo tiene...»)
– ¡Hey, chico frentón! ¡Deja de mirarme así! ¡Es escalofriante! – La dura voz de Yamai rompió la concentración de Apollo, trayendo su atención de vuelta a la realidad.
– ¡Ohh! Lo siento, es sólo que estaba pensando profundamente, y debo haberme distraído... – Apollo sonrió tímidamente mientras se rascaba detrás de la cabeza.
– Más te vale no haber estado pensando cosas pervertidas sobre Komi-sama, o lo lamentarás... – dijo ella volviendo a su sonrisa dulce.
(«Chica, tienes una carrera muy prometedora como asistente en los cines, con toda esa proyección que estás haciendo...») murmuró para sí mismo, mientras sacudía su cabeza con desaprobación.
– Como sea, les estaba diciendo, fui a buscarlo, y con toda certeza, lo encontré dirigiéndose hacia la biblioteca y bajando hacia los archivos. Lo seguí, para ver si estaba bien y ayudarlo a volver a clases, pero no estaba por ninguna parte. Lo siguiente que supe, ¡fui atacada!
Shouko, Najimi y Trucy adoptaron expresiones sorprendidas. Apollo simplemente alzó una ceja sujetándose el brazalete.
– ¡No lo podía creer! ¡Sólo estaba tratando de ver si Tadano estaba bien, y él me devolvió el favor golpeándome en la cabeza! – Yamai hizo un puchero, frotándose los vendajes que cubrían su herida en la cabeza.
[¡No pudo haber sido él! ¡Jamás haría algo como eso!] Shouko trató de razonar con Yamai con lágrimas en los ojos.
Yamai puso su mano sobre el brazo de Shouko. – Komi-sama... te respeto más que a nadie en este mundo. – le dijo. Apollo no pudo evitar rodar los ojos ante su fingida sinceridad. – Y sé lo mucho que te preocupas por él, pero él fue quien me atacó. ¡Estoy segura de ello!
La mano de Shouko empezó a temblar mientras abría la libreta para tratar de escribir más. Sin embargo, estaba teniendo problemas pensando en qué más decir. Sabía en el fondo de su corazón que Hitohito nunca lastimaría a nadie, pero entre más miraba a Yamai, más le parecía que Yamai genuinamente creía que fue él quien la atacó, a pesar de sus mejores intentos por llevarse bien con él.
– Te golpearon detrás de la cabeza, ¿verdad? Entonces, ¿cómo fue que viste quién te golpeó? ¡Podría haber sido cualquiera, incluso yo! – argumentó Najimi, causando que Yamai levantara una ceja.
– ¿Ohh? ¿Es eso una confesión? – preguntó Yamai. – Es muy noble que quieras defender a tu amigo, pero lo siento, tuvo que haber sido él. Antes de caer inconsciente, vi a Tadano de pie frente a mí, ¡sosteniendo ese reloj manchado de sangre en sus manos!
(«Está dando muchos detalles. Mejor tomar nota mental de esto y pasárselo después a Athena. ¡Tal vez con eso pueda atraparla en su mentira durante el juicio de mañana!") pensó Apollo para sí mismo.
[¡Había muchos lugares donde esconderse allí abajo! ¡Podría haber habido alguien más esperando allá abajo!] Shouko volvó a sostener su libreta desesperadamente. Yamai soltó un profundo suspiro.
– Entre más pienso en esta situación, más pienso que es culpa mía. – Desvió la mirada con tristeza, aparentemente ignorando lo que Shouko había escrito. – Supongo que se tomó el desacuerdo que tuve con él de manera mucho más personal de lo que pensé...
– ¿Cuál desacuerdo? – preguntó Trucy.
Najimi miró entre Yamai y Trucy, y brevemente consideró decirle que Yamai había secuestrado a Hitohito unos meses antes ese mismo año. Se sentiría muy catártico exponerla de esa forma, especialmente considerando que empezaba a sospechar que ella era la razón por la que Hitohito estaba sufriendo de TEPT. Sin embargo, era una acusación muy seria, especialmente sin pruebas. Najimi también se dio cuenta que, si se iba de lengua con eso ahora, Yamai probablemente le pediría a Fulbright que los corriera de la habitación.
A pesar de todo, Najimi no podía dejar la pregunta de Trucy sin respuesta. – Bueno, digamos que fue un desacuerdo sobre quién podía ser amigo de Shouko y quién no, y dejémoslo así.
*¡THA-THUUUUUUUUUMP!*
(«Qué extraño.») Apollo abrió los ojos al recibir una reacción en su brazalete de parte de Najimi. («No me esperaba una reacción también de Najimi. Lo que sea que esté ocultando, sin duda debe estar relacionado a lo que oculta Yamai...»)
– ¡Exacto! – Yamai sonrió amablemente. – Pensé que, debido a su abrumadora normalidad, él no era apto para ser amigo de mi querida Komi-sama. Fui demasiado lejos con mi juicio, así que me disculpé, esperando poder reconciliarme con ambos. Pero supongo que él no aceptó mis disculpas.
Yamai adoptó una expresión más solemne antes de poner una mano sobre el brazo de Shouko.
– Si pudiera devolver el tiempo, lo haría, pero ahora debo vivir con las consecuencias de mis acciones. Desde el fondo de mi corazón, Komi-sama, de verdad, de verdad siento mucho cómo traté a Tadano. Si alguien más pudo haberlo hecho, con gusto te habría revelado a dicha persona. Pero tristemente, nadie más excepto Tadano pudo haberlo hecho. Lo siento mucho, Komi-sama... – dijo Yamai entre lágrimas.
Shouko la miró y derramó una lágrima solitaria. Ella no creía que Hitohito fuese culpable, pero le rompía el corazón ver que Yamai genuinamente pensaba que él era el responsable y no había forma de convencerla de lo contrario. Todo lo que podía esperar era que Athena pudiera encontrar la verdad en la corte mañana, y tal vez convencer a Yamai, y así todos pudieran ser amigos.
Apollo, por otro lado, no se dejó engañar tan fácilmente. Durante todo lo que duró el discursito de Yamai, pudo sentir su brazalete reaccionando como loco, por la cantidad de mentiras que estaba diciendo.
– Umm, ¿podrían disculparme un momento? – dijo Apollo. Trucy lo miró preocupada.
– ¿Estás bien, Polly? – le preguntó.
– Yo... ¡necesito localizar un baño! No me siento muy bien, ¡discúlpenme! – Sin decir más, Apollo salió corriendo fuera de la habitación.
– ¡Voy con él para asegurarme que esté bien! – declaró Trucy antes de salir corriendo tras él.
**************************
– Sabes, realmente necesitas practicar fingir que estás enfermo, Polly. – dijo Trucy sonriendo. Se unió a Apollo en el baño donde él se había refugiado para procesar los pensamientos sobre la reacción de su brazalete.
– Bueno, todos los demás parecieron tragarse mi excusa, o por lo menos fueron demasiado educados para llamarMe la atención... – Apollo suspiró y se apoyó contra la pared.
– Y bien, ¿qué clase de jugosos secretos lograste captar con tu brazalete de percepción, Polly? – dijo Trucy acercándose para preguntar.
– ¿Qué? ¿Cómo te diste...? – Apollo pareció estar en shock antes de suspirar con exasperación. – Ohh, claro, se me olvidó que puedes leer las mentes...
– ¡Hey, no es culpa mía que seas más fácil de leer que un libro del Dr. Swiss! – replicó Trucy defensivamente. – Aparte, no eres el único que puede detectar los hábitos nerviosos de la gente, ¿sabes?
– ¡Sí, sí, ya lo sé! – Apollo negó con la cabeza. – En cualquier caso, mi brazalete reaccionó cada vez que Yamai hablaba de su relación con Hitohito y sus intentos de llevarse bien con él. Aunque dijo que lamentaba cómo lo trató, está acusándolo de ser el culpable porque es el único que podría haberlo hecho.
– ¿Lograste captar el tic exacto que hizo reaccionar tu brazalete? – se preguntó Trucy.
– Todavía no; no tuve una buena oportunidad de hacerlo. Es muy difícil percibirla ya que ha dicho muchas mentiras sin parar, pero creo que tengo una teoría de lo que está pasando. – declaró Apollo.
– Y esa es...
– Has notado lo mucho que Yamai parece estar enamorada de Shouko, ¿correcto? – preguntó Apollo.
– Sí, ¿verdad? Especialmente lo que intentó hacer con el televisor. SI Yamai tenía tantas ganas de ver unas bragas, ¡con gusto le habría enseñado las mías! – declaró Trucy, sacando sus braguitas mágicas que usaba en sus espectáculos. Apollo gruñó ante su pobre elección de palabras.
– Voy a hacer de cuenta que no escuché eso. Continuando, Yamai está enamorada de Shouko, pero Shouko está más interesada en Hitohito. Ya sea que ese interés sea romántico o platónico, es asunto suyo, pero es suficiente para que Yamai lo vea a él como un obstáculo para ganarse el corazón de Shouko. En otras palabras, Yamai, Shouko y Hitohito son parte de un triángulo amoroso totalmente retorcido, y Yamai está tratando de deshacerse de la hipotenusa a través de cargos falsos. – aseveró Apollo, cruzando los brazos.
– Pero si su meta es deshacerse de Hitohito, ¿por qué no hacer algo más directo, como tratar de secuestrarlo o asesinarlo? – se preguntó Trucy.
– Eso suena muy extremo, hasta para ella. – razonó Apollo. – Además, incluso si quisiera hacer algo como eso, lo único que lograría sería que Shouko la odiara para siempre, así que tendría que hacer algo más sutil, y con negación plausible...
– Entiendo tu punto. Entonces, ¿cuál será nuestro siguiente movimiento, Polly? – preguntó Trucy.
– Bueno, si trato de señalarle algo con Fulbright en la habitación, hará que nos saquen en el acto. Si quiero sacarle alguna pista, tendremos que encontrar alguna forma de sacarlo de allí. Y muy probablemente también a los demás, incluyendo a Shouko. Dudo mucho que Yamai muestre sus verdaderos colores mientras ella esté en la habitación. Luego de eso, simplemente debo encontrar cuál es su hábito nervioso y partir desde allí... – sugirió Apollo.
– Bueno, si necesitas una distracción, ¡yo soy tu chica! – dijo Trucy mientras inclinaba su sombrero con confianza.
(«Sólo espero que puedas salir del hospital, o al menos de esa sala de pacientes, en una sola pieza...») pensó Apollo par así mismo.
– ¡Aww, no eres nada divertido, Polly! – Trucy hizo un puchero. Apollo suspiró, deseando que Trucy dejara de leerle la mente. – Ahora, volvamos allí; ¡seguro que todos están preocupados por nosotros!
– Suena bien... – replicó Apollo, empezando a moverse hacia la puerta del baño para salir.
(«Tengo que encontrar la oportunidad perfecta para sacarlos a todos, y luego ver si puedo captar ese tic. ¡Cuídate, Yamai, porque Justice va por ti!»)
27 de septiembre, 7:40 PM
Apartamentos del Parque Matsugaoka – Edificio E-55
Afuera del edificio E-55, habían colocado una enorme manta en el césped para un picnic improvisado. En medio de ella estaba el contenedor con los buñuelos, un enorme termo con café, varios platos y tazas, y pequeños contenedores con leche, crema y azúcar. Jeanne y Hitoshi les habían ofrecido previamente a Athena, Phoenix, Hitohito, Hitomi y Gumshoe ir al apartamento de los Tadano, pero declinaron por la oportunidad ínfima de que vieran a Honshoku regresar a su apartamento.
En una parte de la manta, Gumshoe estaba felizmente comiéndose los bocadillos, llenándose toda la cara y la gabardina de azúcar en polvo. – ¡Mmm! ¡Esto está positivamente delicioso! – declaró Gumshoe entre mordiscos. – ¡Tienen que darme la receta, amigos!
– Vaya, Gumshoe, no sabía que a usted le gustara hornear. – señaló Phoenix.
– Hey, ¿qué puedo decir, amigo? ¡Me he metido de lleno desde que Maggey me enseñó a hacer donas en casa! Ella y yo hemos estado probando recetas de hornear siempre que tengo tiempo libre, ¡y a los chicos de la estación les encanta! – declaró Gumshoe con orgullo.
(«Conociendo lo mucho que lo hacen trabajar allí, me sorprende que tenga tiempo libre. Aun así, me alegra que haya encontrado un hobby que disfruta.») pensó Phoenix mientras mojaba uno de los buñuelos en su café y se lo llevaba a la boca. – ¡Bueno, bien por usted! ¡Seguro que ambos hacen un gran equipo!
– ¡Puedes apostarlo, amigo! – sonrió Gumshoe. – Para ser honesto, a veces tengo problemas para seguir las recetas, así que a veces le pido que me guíe para ayudarme. Excepto que yo suelo hacer casi todo el trabajo manual, ya que ella parece tener la peor suerte haciéndolo.
(«Pensándolo bien, retiro lo que dije antes. Esos dos podrían hacer un equipo vagamente funcional.») pensó Phoenix para sí mismo. – Uhm, ¡sí! Ustedes tienen un gran trabajo de equipo... – replicó Phoenix con algo de verguenza.
Athena, Hitohito y Hitomi estaban amontonados en otra parte de la manta, con un plato de buñuelos para cada uno y tazas de café. Hitohito parecía estar un poco más relajado al poder comer sus bocadillos favoritos, aunque Athena todavía podía sentir algo de discordia en su corazón que indicaba que sus problemas estaban lejos de terminar. Aun así, se sintió aliviada de ver que no fuera tan severo como antes y que pudiera tener un momento de alivio, aunque fuera pasajero.
Hitomi quería saber de qué hablaron su hermano y Athena antes y los estaba hostigando en busca de detalles. Hitohito estaba sin palabras. Athena le explicó que todo lo que habían hablado caía dentro del privilegio abogado-cliente, y que tenía prohibodo compartirlo con quien fuera sin su consentimiento, incluyendo a miembros de la familia. Hitomi no estuvo nada feliz de escuchar esto, y le suplicó a Athena que se lo dijera, ya que estaba enormemente preocupada por el bienestar de su hermano y se sentía impotente al no poder hacer nada para ayudarlo.
– Hitomi... – Hitohito le puso el brazo alrededor de los hombros a su hermano. – Puedo simpatizar con tu preocupación, pero por favor confía en la Srta. Cykes. Está haciendo todo lo que puede por ayudarme con mis problemas. Entiendo que tú también quieras ayudarme, ¡y ya con estar aquí apoyándome me estás ayudando muchísimo!
– Ya lo sé, pero... ¡quiero hacer más, y odio no poder hacer más nada! – gimió Hitomi.
– Lo entiendo, y te prometo que cuando me sienta cómodo para abrirme, te lo diré, ¿de acuerdo? – le dio unas palmaditas en su cabeza a su hermana.
– ¡Más te vale! – replicó Hitomi antes de agarrar a su hermano en un fuerte abrazo.
– Pasando a otros temas... – Athena empezó a jugar distraídamente con su arete – ... hay algo que quería preguntarte. [¿Hablas francés, por casualidad?]
– [¡De hecho sí, lo hago!] – Los ojos de Hitohito se iluminaron. – [Hitomi y yo somos mitad franceses por el lado de mi mamá. ¿Qué hay de ti?]
– [Puedo hablarlo lo suficientemente bien. Pasé mis últimos siete años estudiando en Europa, así que aprendí una gran variedad de lenguajes, incluyendo francés, español, italiano y alemán.] – replicó Athena. – [Aunque probablemente no pueda hablar francés tan bien como tú.]
– [Bueno, ¡a mí me parece que lo estás haciendo muy bien! ¡Sin mencionar que también sabes hablar alemán, español e italiano! ¡Yo jamás podría competir con eso!] – replicó Hitohito.
– [¡Bueno, puedes sentirte orgulloso de que sabes hablar francés mucho mejor que yo!] – Athena le dio una sonrisa para animarlo, y se puso a desordenarle el cabello a Hitohito.
– [Bueno, sabes hablarlo mejor que papá. ¡Escuché que tuvo que aprenderlo antes de casarse con mamá!] – intervino Hitomi.
Athena se rio un poco. – [Bueno, eso tiene sentido. ¡Es más fácil aprender idiomas cuando eres más joven, después de todo!]
– [¡Hey, para que sepas, mi francés ha mejorado mucho desde que me casé con Jeanne!] – se defendió Hitoshi al escuchar a sus hijos y a Athena hablando en francés.
– [¡Whoa! ¿Ustedes también hablan francés, amigo?] – preguntó Gumshoe.
– [¡Sí! ¡Me sorprende que usted de todas las personas lo hable!] – replicó Athena.
Gumshoe se rascó detrás de la cabeza. – [Bueno, para ser honesto, tenía que tomar un par de electivas en la universidad, ¡y Francés parecía interesante! Qué lástima que no mucha gente en la fuerza lo habla...]
– Esperen, ¿soy el único aquí que no sabe hablar francés con fluidez? – preguntó Phoenix. [Kometani: Phoenix sabe decir algunas frases en francés, pero no lo suficiente para llevar una conversación.]
– Oui! – le dijeron todos simultáneamente, haciéndolo suspirar.
(«No sé qué es más humillante: el hecho de que soy el único que no habla francés aquí, o que Gumshoe sí pueda...») pensó Phoenix sudando frío.
Hitohito miró hacia el apartamento donde vivía Honshoku. Todavía no había luces que salieran de la residencia. – Hey, papá, ¿todavía tienes el número del Sr. Honshoku? – le preguntó.
– De hecho, intenté llamarlo ayer. Con suerte, tal vez me responda hoy... – replicó Hitoshi sacando su celular y sacando su lista de contactos para marcar el número de Honshoku.
– ¿Tu papá conoce al Sr. Honshoku? – se preguntó Athena.
– Sí, por lo que he escuchado, el tipo es un friki enorme de la seguridad, y mi papá le ayuda a probar la seguridad computarizada. Y paga decentemente bien. – explicó Tadano. Después de eso, escuchó una voz femenina saliendo del teléfono de su padre.
<¡Lo sentimos, el número que ha marcado ya no está en servicio!>
– Qué extraño... – comentó Hitoshi mientras le enseñaba el teléfono. – El número funcionaba bien ayer.
Los ojos de Athena se iluminaron de sorpresa. – ¿A qué horas lo llamó ayer?
– Creo que fue a las... – Hitoshi sacó su historial de llamadas para confirmar el número – ...3:15 más o menos. Lo estaba llamando para decirle que no podría llegar a su lugar esa noche ya que tendría que trabajar horas extras, pero no contestó, así que le dejé un mensaje en el buzón de voz...
(«¡Eso fue durante la hora del incidente!») pensó Athena para sí misma.
– ¿Qué significa eso? – preguntó Hitohito.
– Bueno, sabemos que el Sr. Honshoku era capaz de recibir llamadas durante el incidente, y que en algún momento entre las 3:15 de ayer y ahora, su teléfono dejó de recibir llamadas. – Athena empezó a juguetear con su arete mientras pensaba en ello. – Eso podría significar cualquier número de cosas: o su teléfono fue destruido, su teléfono está activamente bloqueando las llamadas, o está en un área donde no hay cobertura telefónica...
– Y todas esas posibilidades nos llevan a una de dos posibles conclusiones. – añadió Phoenix. – O hay alguien que no quiere que encontremos al Sr. Honshoku, o mismo el Sr. Honshoku no desea que lo encuentren.
– Tal vez haya olvidado pagar su cuenta telefónica. ¡Yo ya he tenido a gente llamándome y que les responde ese mensaje mientras tuve mi teléfono desconectado! – sugirió Gumshoe.
(«A mí me sorprende más que usted pueda permitirse un teléfono con su presupuesto.») pensó Phoenix. [Kometani: No es que usted sea exactamente estable financieramente, Sr. Wright...]
– Lo dudo. Sé muy bien que hacía buen dinero y que era muy frugal con él, así que no hay forma de que se le haya olvidado pagar su cuenta telefónica. – le refutó Hitoshi. – Definitivamente está desaparecido...
– Bueno, ¿y qué están esperando? – Hitomi se puso de pie de un salto. – ¡Hay que derribar la puerta de su apartamento! – Empezó a correr.
– ¡Detente ahí, amiguita! – le gritó Gumshoe, causando que la hermana menor de los Tadano se detuviera en seco. – No es así de simple. Técnicamente, el Sr. Honshoku no está legalmente desaparecido ya que nadie lo ha reportado a la policía todavía...
– ¡Pero quizás haya pistas en su apartamento! ¿No puede usar su enorme fuerza para derribar la puerta? – preguntó Hitomi. – Además, papá acaba de decir que está desaparecido, y usted es un oficial de la policía, ¿eso no cuenta?
Gumshoe negó con la cabeza. – Ojalá y así fuera, amiguita, pero necesitamos que alguien llene un reporte escrito antes de poder hacer algo legalmente. Y aun así, necesitaría una orden para que me permitieran registrar su apartamento. La última vez que intenté hacer algo como eso para buscar a una persona desaparecida me metí en problemas muy serios. Y no hablo de problemas del tipo "¡espera a ver tu salario a fin de mes!", sino del tipo "¡Entrega tu placa y tu arma!".
Hitomi empezó a pensar. Luego de unos momentos, se le ocurrió una idea. – ¡Ya sé! ¿Qué tal si yo derribo la puerta? ¡Así usted no se meterá en problemas por meterse allí sin una orden! – propuso con un brillito en sus ojos.
– ¿Q-qué...? ¡Esa idea es todavía peor, amiguita! – jadeó Gumshoe. – Aparte del hecho de que todavía necesito una orden para registrar el lugar, si derribas la puerta tendría que llevarte arrestada por irrumpir y daños a la propiedad. Y no creo que ni tu hermano ni tus padres quisieran verte ir a la cárcel sin razón.
– P-pero...
– ¡El Detective Gumshoe tiene razón, Hitomi! – interrumpió Hitoshi a su hija. – Sé que quieres ayudar a tu hermano, pero esta no es forma de hacerlo. ¡Lo último que Jeanne y yo queremos es ver a nuestros dos hijos en la cárcel!
– Yo... – Hitomi levantó la mirada, y vio los ojos suplicantes de sus padres. Suspiró derrotada. – Está bien...
– Mira, amiguita... Srta. Tadano... – Gumshoe se arrodilló para ponerse a la altura de Hitomi y mirarla cara a cara. – Me aseguraré de reportarles esto a mis superiores lo más rápido que pueda, y en cuanto tenga su aprobación, haré todo lo que esté en mi poder para rastrear al Sr. Honshoku y averiguar cómo está involucrado en el caso de tu hermano. Si averiguo cualquier información que pueda ayudar a limpiar su nombre, me aseguraré de pasárselos a la Srta. Cykes y al Sr. Wright. ¿Eso te suena bien?
– Ok, ¡pero le voy a tomar la palabra con eso! – replicó Hitomi.
– Y ahora que lo menciono... – Gumshoe se miró el reloj – ...me temo que tengo que llevármelo de vuelta al centro de detención. – agregó poniéndose de pie.
– ¿Ya? ¡Pero si apenas acaba de llegar! ¿No puede al menos pasar la noche en la casa? – suplicó Hitomi. Gumshoe se rascó detrás de la cabeza con expresión deprimida.
– Si dependiera de mí, les diría que sí, pero por desgracia, sigue siendo sospechoso por el crimen de agresión, así que tenemos que tenerlo bajo custodia hasta el juicio de mañana.
Antes que Hitomi pudiera objetar, Hitohito le puso la mano en el hombro. – Está bien. Lo entiendo... – le dijo antes de girarse hacia el Detective Gumshoe. – Sólo déjeme despedirme de todos.
– ¡Por supuesto, amigo! – asintió Gumshoe.
Todos se reunieron alrededor del Detective y Tadano mientras se preparaban para partir, con Jeanne empacando sus cosas de picnic. Antes que pudiera hablar, Hitomi inmediatamente corrió hacia su hermano, y lo envolvió con sus brazos.
– ¡Más te vale retractar tu confesión y volver a casa! – exigió mientras lo apretaba con fuerza. – ¡Ambos sabemos que tú eres incapaz de lastimar a nadie, y si terminas yendo a la cárcel por haber confesado por algo que no hiciste, yo... yo... jamás te lo perdonaré!
– ¡E-e-está bien, está bien! – replicó Hitohito nerviosamente mientras devolvía el abrazo. – Lo haré. Retractaré mi confesión a la primera oportunidad que tenga.
– ¿Lo prometes? – preguntó Hitomi.
– ¡Lo prometo! – Hitohito movió su mano para acariciarle detrás de la cabeza a su hermanita. Pareció satisfecha con esta respuesta, y descansó su cabeza contra la suya mientras la abrazaba.
Jeanne se aproximó a ambos hermanos mientras se abrazaban, y los atrapó en un abrazo propio. – Los amo tanto a los dos... – murmuró mientras los apretaba. – Espero que todo esto termine rápido, para que podamos volver a estar juntos como una familia.
– Hablando de eso... – dijo Hitoshi. – Tu cumpleaños es en un par de días, Hitohito. Estaba pensando en que hiciéramos algo extra especial para ti cuando toda esta horrible situación haya terminado. Si hay algo que quieras o algún lugar donde quieras ir, sólo házmelo saber y haré todo lo que pueda para hacerlo posible. – El hombre sonrió mientras le desordenaba el pelo a su hijo.
– Pero ¿qué tal si sigo en la cárcel cuando llegue mi cumpleaños? – preguntó Hitohito.
– ¡No lo estarás! – replicó Hitoshi con decisión. Atrapó a su esposa, hijo e hija en un enorme abrazo propio. – ¡E incluso si así fuera, no importará! Encontraré una forma. Es lo menos que te mereces, por todos los problemas con los que has tenido que lidiar...
– Mamá... papá... Hitomi... – Hitohito comenzó a llorar por el afecto que estaba recibiendo de su familia. Le resultaba casi imposible de manejar. En su mente seguía diciéndose a sí mismo que no se merecía esto, que era alguien demasiado normal, aburrido e insignificante para que alguien se preocupara por él. Levantó la mirada y vio a Athena y Phoenix sonriéndole.
– Sé que las cosas están difíciles para ti en este momento, ¡pero sé fuerte! ¡Tienes familia y amigos que te aman y se preocupan por ti, y vamos a hacer todo lo que podamos para probar tu inocencia y que puedas volver con ellos! – le dijo Athena con calidez.
– Athena... todos... ¡gracias! – Hitohito les devolvió el abrazo a su familia. Luego se acercó a Athena. – Bueno... supongo que tendré que ponerme en tus manos mañana... – dijo ofreciéndole la mano a su abogada.
Athena tomó su mano con entusiasmo y la apretó con fuerza. – No te preocupes. ¡El Sr. Wright y yo vamos a pelear por ti hasta el final!
– ¡Así es! – asintió Phoenix. – La investigación de hoy nos reveló varios hechos clave, ¡y creo que tendremos una oportunidad real de limpiar tu nombre mañana!
– ¡Ahora dame uno para el camino! – exclamó Athena. Ella y Hitohito soltaron las manos y chocaron los puños para desearse suerte. – Buenas noches, y duerme bien. Te veré mañana en la corte.
– ¡Tú también, Srta. Cykes! – Hitohito asintió dándole una pequeña sonrisa.
– De acuerdo, ya tenemos que irnos, amigo... – Gumshoe le puso la mano en los hombros a Tadano. – Dejaré que te sientes en el asiento del frente en el camino de vuelta...
– Err... ¡gracias! – replicó Hitohito nerviosamente.
– ¡No se te olviden tus buñuelos! – le recordó Jeanne, sosteniendo el contenedor con sus bocadillos horneados adentro.
– ¡Ohh, claro! ¡Gracias, mamá! – replicó Hitohito, cogiendo el contenedor que le daba su mamá.
En cuanto los dos empezaron a caminar, Gumshoe se giró por última vez para ver a Hitoshi. – Sr. Tadano, err... ¿Sr. Hitoshi Tadano? ¿Sabe en dónde está el edificio del Departamento de Asuntos Criminales? – le preguntó.
– Mmhmm. – Hitoshi asintió.
– Venga a verme allá más tarde esta noche, necesitaré su testimonio para poder llenar ese reporte de persona desaparecida. ¡Así podremos empezar a buscar al Sr. Honshoku! – añadió Gumshoe.
– Eso suena bien, Detective. Tengo algunas cosas que hacer aquí primero. ¡Lo veré allá más tarde! – replicó Hitoshi, ayudando a su esposa a recoger y cargar algunas de las cosas del picnic para llevarlas de vuelta a su apartamento. Los dos grupos tomaron caminos separados, dejando a Athena y Phoenix de pie solos en el complejo de apartamentos.
– Y bien, ¿ahora qué sigue, jefe? – preguntó Athena.
Phoenix miró su reloj. Los ojos se le ensancharon al ver la hora. («¡Ohh rayos! ¡Tengo que ir a La Carneval pronto!») pensó.
Athena miró a su jefe con preocupación. – ¿Sucede algo? – le preguntó.
– Ohh, no es nada. Sólo recordé que hay otro asunto que tengo que atender. ¡Pero ya puedes volver a casa por esta noche! – replicó Phoenix, rascándose detrás de la cabeza nervioso.
– ¿Está seguro? ¡Estoy dispuesta a ayudarle!
– Positivo. – replicó Phoenix. – Además, tendrás un gran día mañana, y será mejor que duermas bien esta noche.
Athena levantó una ceja. Podía ver que había algo que no le estaba diciendo, y que tampoco estaba muy inclinado a hacerlo.
– ¿Qué hay de Apollo? ¡Todavía estoy esperando noticias suyas! – se preguntó.
– Bueno, sin duda que para cuando haya terminado con el grupo de Shouko y recibido la información que necesita, ya será muy tarde. Sin mencionar que yo también debo atender mi propio asunto. ¿Qué tal si nos vemos mañana en Markus & Ise con Apollo, y así comparamos notas durante el desayuno? ¿Te parece bien? – propuso Phoenix.
– Suena bien. – Athena asintió, y se despidió de Phoenix. – ¡Lo veré mañana, jefe!
– ¡Lo mismo digo! ¡Que duermas bien, Athena! – Phoenix se despidió también y se fue por su lado.
Athena se dio la vuelta y vio cómo su jefe caminaba en la dirección opuesta. Seguía sin tener idea de qué podría ser ese asunto, y se preguntó si estaría relacionado con el caso. Podía ver por qué a veces Apollo se ponía algo exasperado con su jefe, pero al mismo tiempo, sabía que tenía que ayudar a Hitohito tanto como fuera posible, y si tenía información vital, no se la estaría ocultando. Soltó un pequeño bostezo y se frotó los ojos.
– Sí, tiene razón; realmente necesito dormir. He estado ocupada todo el día. – dijo en voz alta antes de empezar su caminara a casa. – Por supuesto, conociéndome, en el momento en que me tire en la cama, mi cerebro empezará a dar carreras, y me pondré demasiado ansiosa para cerrar mis ojos.
Suspiró, y miró hacia el complejo de apartamentos, específicamente hacia la ventana con las luces encendidas donde estaba el apartamento de los Tadano.
– Por supuesto, no debería estarme quejando. Al menos yo podré dormir en mi propia cama esta noche. Pobre Hitohito. Esta será su segunda noche siendo obligado a dormir en esa celda oscura y encerrada en la cárcel. ¡Mayor razón por la que no puedo fallarle mañana!
27 de septiembre, 7:43 PM
Clínica Hickfield
Después que Apollo y Trucy regresaron del baño, la conversación que había ocurrido antes ya se había terminado, y las personas que estaban allí se encontraban ahora viendo la televisión juntas. Yamai ocasionalmente intentó invitar a Shouko a meterse en la cama con ella, pero le declinó cada vez que se lo pidió.
A pesar de haber prometido encontrar una forma para que Apollo pudiese interrogar a Yamai lejos de la mirada intrusiva del Detective Fulbright, estaban teniendo problemas para hacerlo. Cada uno de ellos veía algo en la habitación que pensaron que podría funcionar, sólo para que luego les vinieran varias razones de por qué sería un tiro por la culata.
Eventualmente, su atención se fijó en Nakanaka, que estaba jugando Blaze Insignia: Champions en su celular. Se estaba poniendo muy impaciente, pero eso no tenía nada que ver con el juego en su teléfono.
– ¿No podemos cambiar el canal? ¡Este show apesta! – se quejó Nakanaka.
– ¿Qué, para que puedas ver tus estúpidos shows de anime? – Yamai rodó los ojos. – Además, tienes un pozo de dinero gacha en tu celular, ¿de qué te estás quejando?
– Sólo estoy jugándolo por tu gusto de mierda en televisión. ¡Nadie quiere ver ese aburrido espectáculo de modas! – espetó Nakanaka tratando de coger el control remoto de la cama. Sin embargo, Yamai lo agarró primero y lo alejó antes que pudiera alcanzarlo.
– ¡Apuesto a que Komi-sama sí quiere! ¿No es así, Komi-samaaaa? – Yamai sonrió dulcemente mientras mantenía el control remoto fuera del alcance de Nakanaka, mirando hacia Shouko. La aludida se quedó congelada, incapaz de dar una respuesta.
– ¡No, claramente desea ver GoJo's Blizzard Adventure! – replicó Nakanaka. Shouko todavía seguía temblando de ansiedad.
– ¿GoJo's tiene una adaptación al anime? – inquirió Apollo. – Pensaba que sólo era un manga.
– ¡Ja! ¡Amateur! ¡No sólo tiene una adaptación al anime, sino que yo tengo todos los episodios en Blu-Ray! – se jactó Nakanaka.
(«Bueno, qué bien por ti. Debe ser genial seguir siendo adolescente y no tener que preocuparse por cosas como pagar las cuentas y la renta...») Apollo gruñó con amargura dentro de su cabeza. [Kometani: Los celos no te hacen ver nada bien, Apollo...]
– ¿Y por qué querría Komi-sama ver ESE show tan patético? – preguntó con desdén Yamai.
– Ohh, no acabas de llamar a GoJo's patético, tú... – Nakanaka estaba a punto de echársele encima a Yamai para golpearla.
– ¡GoJo's es patético, y todos los que lo ven son aún más patéticos! – Yamai sonrió pomposamente.
– ¡Ahora sí! ¡DAME ACÁ ESE CONTROL! – Nakanaka se tiró en la cama y agarró con ambas manos el control que Yamai sostenía, y trató de arrancárselo por la fuerza a la chica herida.
– ¿Qué...? ¡HEY, ESO ES MÍO! – chilló Yamai e inmediatamente lo agarró más fuerte para evitar que la otra chica se lo quitara.
– ¡No veo tu nombre escrito en él! – Nakanaka continuó forcejeando para quitarle de las manos el control a Yamai. Sin embargo, la terquedad combinada de ambas chicas significaba que sólo podían ponerse a jalarlo de ida y vuelta entre ambas.
– ¡Yo soy la paciente aquí, por lo tanto el control remoto es MÍO! – Yamai entonces soltó la mano izquierda del control remoto y la echó atrás. Cerrando a medias sus dedos, se dispuso a enterrarle las uñas como si fueran garras directo en la cara a Nakanaka. Sin embargo, una figura se interpuso entre las dos antes que las uñas llegaran a su objetivo.
– ¡Chicas, dejen de pelear! – exclamó Fulbright. Se puso entre las dos chicas y trató de apartarlas. Sin embargo, no pudo elegir un peor momento para intervenir en su pelea. Las uñas de Yamai, que iban hacia la cara de Nakanaka, terminaron enterrándose en la cara de Fulbright en su lugar. Antes de que ella se diera cuenta de lo que hacía, ella ya le había rasguñado la mejilla, causando que gritara y se echara atrás de dolor, llevándose la mano hacia el lugar donde ella le había hecho el corte.
Esto alarmó a todos, especialmente a Yamai, que soltó un chillido de horror al darse cuenta de lo que acababa de hacer. – ¡Detective! ¿Se encuentra bien? – le preguntó. – ¡De verdad lo siento, no fue mi intención arañarlo a usted!
Fulbright se estaba agarrando la mejilla que Yamai le había arañado firmemente. – Estoy bien, eso creo. – replicó. Se frotó la mano alrededor de la mejilla para comprobar qué tan seria era la herida. – ¡Disculpen, pero debo retirarme un momento! ¡Más vale que me ponga algo en esto, enseguida vuelvo! – agregó mientras se dirigía frenéticamente hacia la puerta. Antes de salir, el detective agarró a toda prisa algo de cinta médica y gasa de una gaveta cercana y se fue hacia el baño.
Todo mundo parpadeó incrédulo con lo que acababa de suceder. Yamai había atacado accidentalmente a Fulbright, y éste último había salido corriendo fuera de la habitación antes que nadie pudiese procesar lo que estaba ocurriendo.
Luego de unos momentos de procesar los eventos, Nakanaka fue la primera en romper el silencio. – ¡Bien hecho, grandísima idiota! – dijo dándole un golpe en el brazo a Yamai. – ¡Acabas de herir a un oficial de policía, ahora estás en serios problemas!
Yamai se puso la otra mano en el lugar donde Nakanaka la golpeó. – ¡Tú tuviste la culpa, perra con delirios! ¡Si no hubieras tratado de robarme el control, no habría tenido que hacer eso!
– ¡Bueno, tal vez deberías haberme dejado elegir un mejor canal para ver, zorra egocéntrica! ¡Mejor aún, quizás no deberías haber tratado de sacarme los ojos con tus uñas! – espetó Nakanaka. – ¡Ahora tú también irás a la cárcel igual que Tadano!
– ¡No, claro que no! ¡Fue un accidente! – se defendió Yamai. – ¡Además, no es como que lo haya herido de gravedad!
– No sé, la verdad gritó muy fuerte cuando lo arañaste. – señaló Najimi.
– ¡B-bueno, quizás simplemente es un pelmazo que grita al más mínimo dolor! – tartamudeó Yamai mientras se miraba la mano. – ¡Miren! ¡Ni siquiera le saqué sangre!
(«Eso es muy raro. Con un grito así de fuerte, pensé que le habría hecho sangrar, especialmente considerando que estaba buscando frenéticamente gasa y cinta médica mientras salía...») pensó Apollo.
Trucy dio un paso al frente. – ¡Accidente o no, el Detective Fulbright se lastimó por culpa de ustedes dos! ¡Ambas tienen que disculparse con él cuando vuelva! – Les apuntó a las dos chicas con el dedo, muy similar a como lo hacía su padre al levantar una protesta durante los juicios.
– ¿Qué? ¡Ella es la que tiene que disculparse! ¡Ella fue la que le sacó los ojos con sus enormes garras de harpía! – Nakanaka señaló a Yamai.
– Yo NO le saqué los ojos. Además, ¡él no habría tenido que interponerse si tú no me hubieras tratado de robar el control como una niña avariciosa! – Yamai la señaló de vuelta.
– ¡Tú eres la niña avariciosa!
– ¡No, tú lo eres!
Las dos chicas continuaron lanzándose insultos y acusaciones de ida y vuelta. Shouko empezó a temblar. Quería que sus amigas dejaran de pelear, pero estaba demasiado asustada para intervenir.
Apollo negó con la cabeza. – No creo que ninguna de las dos vaya a ceder ni un centímetro a este ritmo. – comentó. («Sin mencionar que ¿cómo vamos a sacar a todos los demás de aquí antes que Fulbright vuelva?»)
– ¡No te preocupes! ¡Ya tengo un plan para eso! – Trucy le sonrió y le guiñó el ojo.
– ¿Plan para qué? – Apollo se preguntó si Trucy quiso decir que tenía un plan para hacer que las dos cedieran un centímetro o sacar a todos de la habitación. Como fuera, odiaba el hecho de que ella pudiera siempre leerle la mente.
– ¡Ya verás! – Trucy se sentó en la cama cerca de donde estaban Yamai y Nakanaka. Las dos voltearon sus miradas hacia donde estaba la maga.
– ¿Y tú qué es lo que quieres? – gruñó Yamai.
– Quisiera que las dos dejaran de pelear. ¡Están poniendo nerviosa a Shouko! – exclamó Trucy, señalando a la pobre chica, que estaba temblando y con los ojos muy abiertos al lado de Najimi y Apollo. Se estaba aferrando a su libreta con una mano y apretando el bolígrafo con la otra. Quería escribir un mensaje para decirles que dejaran de pelear, pero su ansiedad le impidió hacerlo. Esto causó que las expresiones de ambas pasaran de furiosas a arrepentidas.
– ¡Lo siento, Komi-sama! ¡No fue mi intención molestarte! – suplicó Yamai.
– ¡Princesa Komilia, por favor aceptad mis más humildes disculpas! – Nakanaka hizo una reverencia.
(«Wow, no creí que algo tan simple como invocar a Shouko sería suficiente para que estas dos dejaran de pelear, aunque no estoy seguro cómo nos acerca eso a nuestra meta. Bueno, al menos ahora se podrán llevar de manera civilizada.») pensó Apollo.
– ¡Ella tuvo la culpa! ¡Ella empezó! – dijeron las dos chicas al unísono mientras se señalaban una a la otra.
Apollo no pudo evitar suspirar y empezar a sudar con decepción. («Me equivoqué...») Se limpió un poco de sudor del entrecejo.
– Quienquiera que haya empezado es irrelevante; el hecho es que tienen que ponerle fin. Las he estado observando a las dos desde hace un rato, y creo que hay algo que deberían hacer que les ayudará a evitar que se estén picando una a la otra todo el tiempo. – explicó Trucy.
– ¿Hmm? – Yamai levantó una ceja. Estaba algo escéptica de que algo pudiese convencer a alguien tan beligerante y cabeza dura como Nakanaka de ver las cosas desde su punto de vista, pero esperaba que lo que fuera que la maga iba a proponerles le cerrara la boca.
– Miren, simplemente voy a decirlo de frente... – Trucy cruzó los brazos. – ¡Creo que ustedes dos deberían darse un beso y dejarlo todo atrás!
Todos miraron a Trucy con los ojos como platos, especialmente Yamai y Nakanaka. Las dos chicas estaban furiosas al rojo vivo ante su sugerencia.
– ¿D-discúlpame? – Nakanaka estaba estupefacta.
– ¿T-te has vuelto loca? – Yamai estaba similarmente ofendida por su sugerencia.
– Odio estar de acuerdo con Yamai, ¿pero estás consciente de lo que estás diciendo? – preguntó Apollo con una mirada de preocupación.
– Déjenme explicarme... – Trucy se encogió de hombros. – Es obvio que la razón por la que Yamai y Nakanaka se la pasan riñendo todo el tiempo es porque tienen sentimientos sin resolver una por la otra que no saben expresar apropiadamente, así que terminan discutiendo entre ellas por cualquier cosa, para evitar admitir esos sentimientos. ¡Creo que las dos estarían mucho más felices consigo mismas y con la otra si se besaran!
– Tienes que estar bromeando... – exclamaron las dos chicas simultáneamente, incrédulas.
Najimi sostuvo su propio teléfono con una sonrisa de oreja a oreja. – ¡Puedo tomarles fotos! ¡Apuesto a que mucha gente, especialmente en internet, querrá verlas a ustedes dos besuqueándose!
– ¡Toma UNA sola foto, y te despedazo antes de enterrar tus trozos! – amenazó Yamai. La amenaza fue suficiente para que Najimi se callara.
– Entonces ¿significa eso que ustedes dos se van a besar? Porque la forma en que lo dijiste implica que sí quieres... – dijo Trucy pícaramente.
– ¡Hmph! ¡Nunca besaría a esa chica ni en un millón de años! ¡Además, mis labios están reservados para mi querida Komi-sama! – Yamai empezó a soñar con el pensamiento de compartir un beso con Shouko, que inmediatamente se movió para esconderse detrás de Najimi y Apollo.
– Por una vez, estoy de acuerdo con Yamai... – señaló Nakanaka. Se dio cuenta que Yamai se estaba emocionando y que Shouko se estaba poniendo más aterrada. – ¡Q-quise decir sobre que no la besaría ni en un millón de años, no lo de que sus labios le pertenecen a Komi!
– ¿En serio no lo considerarías? ¿Ni siquiera un piquito? – inquirió Trucy.
– ¡En serio no lo haré, así que puedes coger esa fantasía tuya y metértela donde sea que tengas guardados tus mangas yuri de tercera de donde la hayas sacado! – Nakanaka cruzó los brazos desafiantemente y desvió la mirada.
– De acuerdo, entonces haremos esto de la manera difícil. Sé muy bien que te enorgulleces de tus habilidades mágicas, así que... – Trucy se puso de pie y señaló con su dedo a Nakanaka, declarando: – ¡Mei Karuma Van Zieks! ¡Te desafío a un duelo de magia! Y si me ganas, no sólo nunca más volveré a decir nada sobre que tú y Yamai se besen, sino que asumiré toda la responsabilidad en lugar de ustedes dos por lo que le pasó al Detective Fulbright."
Nakanaka levantó una ceja y miró fijamente a Trucy. – ¿Y si tú ganas?
– Si yo gano, ¡tendrás que besar a Yamai! – replicó Trucy. – Dejaré que tú determines la naturaleza de nuestro duelo...
– Hmm... – Nakanaka empezó a considerar la propuesta de Trucy. Por un lado, no quería besar a Yamai. Por el otro, estaría más que feliz de que la maga dejara de estar diciéndolo. Adicionalmente, estaba el hecho de que no sólo había reconocido a su personalidad de "Mei Karuma Van Zieks", sino que directamente la desafió.
Yamai le lanzó una mirada fulminante a la chuuni que estaba pensativa. – Nakanaka, más te vale que no...
– ¡TRUCY ENIGMAR, ACEPTO TU DESAFÍO! – Nakanaka ondeó su chaqueta como una capa mientras posaba dramáticamente.
– ... Eres la mayor imbécil entre los idiotas del mundo... – Yamai suspiró.
Trucy asintió con aprobación. – ¡Muy bien! ¡Muy bien! ¿Y cómo deseas resolver este desafío?
Nakanaka metió la mano en uno de los bolsillos de su chaqueta que colgaba alrededor de su cuello. Y sacó una pequeña caja con una baraja. – Dime, Srta. Enigmar, ¿sabes jugar Arcane: The Harvesting?
– Pues de hecho... – Trucy movió su mano hacia su bolso azul con forma de corazón y lo desabrochó. De inmediato sacó una caja con una baraja propia, y le abrió la tapa con su pulgar. – ¡Claro que sí! ¡De hecho, se podría decir que heredé mi afinidad por las cartas de mi padre!
(«Sí te das cuenta que tu padre era un jugador de póker, ¿verdad?») pensó Apollo.
– ¡Yo también! – se jactó Nakanaka. – ¡Mi padre era un profesional de Arcane y me enseñó todo lo que sé! ¡No tienes oportunidad!
– ¡Adelante! – Trucy provocó a Nakanaka para que la siguiera hacia la puerta. – Llevemos este duelo afuera, ¿quieres? ¡Estoy segura que sería muy doloroso para Yamai ver cómo te derroto de la manera más horrible!
– ¿Afuera? – preguntó Nakanaka. Era una petición muy extraña, considerando que había una mesa perfectamente buena con la cual podrían jugar con las cartas en la habitación. A pesar de todo, asintió y siguió a la maga hacia afuera. – Muy bien, pelearé contigo donde quieras. ¡Aun así te voy a destrozar!
– ¡Más te vale que no pierdas! – le advirtió Yamai. Una vez que las chicas se habían ido, respiró con alivio. («*Fiu*, creí que nunca se irían. Todo lo que tengo que hacer ahora es deshacerme de Najimi y Justice, ¡y tendré a Komi-sama toda para mí sola~!)
– ¡Heeey! ¡Shouko! ¡Polly! – chirrió Najimi alegremente, captando la atención de ambos. – ¿Quieren ver cómo Trucy le patea el trasero a Omoharu con las cartas Arcane?
Yamai sonrió. («¡Qué bien! ¡Komi-sama es demasiado sofisticada y refinada para ver a un par de mujeres crecidas jugando un juego de cartas para niños. Y sin duda alguna Justice debe ser un hombre tan infantil que no podrá resistir la oferta. ¡Ya puedo sentir el abrazo cálido de mi Komi-samaaaaa!») pensó mientras empezaba a babear.
Sin embargo, su evaluación de ambos resultó estar totalmente equivocada. Shouko hizo brotar sus orejas de gato y asintió con entusiasmo ante la sugerencia de Najimi. Jamás había escuchado sobre Arcane: the Harvesting antes, pero sintió mucha curiosidad, con todo el hype que las dos chicas estaban levantando por su duelo.
– ¡No gracias! Ya he visto más que suficiente de ese juego de cartas para toda una vida... – replicó Apollo. – Y por favor, no me llames Polly...
– ¡Ok, Polly! ¡Volveremos cuando Trucy gane! – Najimi sonrió y escoltó a la excitada Neko-Shouko fuera de la habitación, dejando atrás a un desconcertado Apollo y a una muy decepcionada Yamai. De nuevo, su plan para estar a solas con su diosa acababa de ser frustrada por la cruel mano del destino.
(«Se los juro, tienen la misma energía esos dos...») pensó Apollo. De repente, se dio cuenta que él y Yamai eran los únicos que se habían quedado en la habitación. («No estoy seguro si esto era lo que Trucy quería que sucediera, pero ahora es mi oportunidad de averiguar qué es lo que oculta Yamai...»)
– ¡Hey, chico frentón! – Apollo se salió de sus pensamientos al oír la voz chillona de Yamai, que lo miraba condescendientemente. – ¿No vas a ir a ver a tu hermanita jugar juegos de cartas para niños? ¿O estás demasiado ocupado mirándome como el degenerado efebófilo que eres?
– Qué gracioso que me llames así, considerando cómo actúas hacia Shouko... – Apollo comenzó a frotarse el brazalete en su muñeca. – A mí eso me suena a que eres tú la que se la pasa de mirona. ¿Estarás enamorada, tal vez?
– ¡E-e-eso no es asunto tuyo, Apollo Justice! – tartamudeó Yamai furiosa. Apollo cruzó sus brazos con confianza.
– Mira, todo lo que estoy diciendo es que mejor te salgas de tu casita de cristal, antes de empezar a tirarme piedras a mí. – le dijo con una sonrisa de suficiencia.
– Bueno, ¿qué te parecería si te arrojo piedras en tu cara arrogante? ¡Apuesto a que así sí te callas! – tartamudeó Yamai de nuevo mientras golpeaba los bordes de su cama con los puños.
– No hay ninguna diferencia con lo que me hagas a mí. Mantengo mi punto... – Apollo negó con su cabeza y no le dio importancia a su poco creativa respuesta. – Siguiendo, por lo que puedo ver, este individuo Hitohito Tadano del que he escuchado hablar es un buen amigo de Shouko. – le dijo. Pudo ver cómo la cara de Yamai se contorsionaba enfurruñada al oír el nombre de Hitohito, lo que indicaba que iba por el camino correcto. – Ahora, no puedo saber con certeza qué pasó entre ustedes dos, y no quiero especular. Sin embargo, considerando que parece gustarte mucho Shouko, me imagino que si ella estuviera interesada en un chico, eso sería un obstáculo significativo para ti...
– No sé de lo que estás hablando. – Yamai intentaba hacerse la tonta con lo que dijo Apollo. – No veo a Tadano como un obstáculo. ¿Y qué te hace pensar que estoy interesada de esa forma en Komi-sama?
– Estás bromeando, ¿verdad? – Apollo se veía exasperado. – Cualquiera se daría cuenta por tu comportamiento que estás locamente enamorada de Shouko, y eso puedo respetarlo. No creo en juzgar a la gente por sus orientaciones sexuales. Lo que sí no puedo respetar, sin embargo, es tratar de perseguir a alguien que no comparte tus sentimientos, o deshacerte de alguien con acusaciones falsas sólo porque representa un obstáculo para tu afecto.
– ¿Y tu punto es?
Yamai estaba empezando a enfurecerse con las acusaciones de Apollo. ¿Qué le importaba si a ella le gustaba Komi? Eso no era su asunto de ninguna manera. Más todavía, ¿por qué le importaba tanto Tadano o lo que le pasara? Si sólo era un astronauta, pero estaba siendo extremadamente metiche por alguna razón.
Apollo cruzó los brazos y la miró severamente. – Mi punto es que creo que estás usando los cargos en contra de Hitohito como una manera conveniente de deshacerte de él. Admito que no conozco bien al chico, pero sé que Trucy lo considera un amigo, y que se sentiría destrozada si lo encarcelaran por cargos falsos. Y sin duda Shouko también se sentiría de la misma manera...
– Bueno, pues lo siento mucho por ti, pero mantengo lo que dije. ¡Admito que hemos tenido nuestras diferencias, pero he estado tratando de llevarme bien con Tadano, por el bien de Komi-sama! – declaró Yamai.
Apollo sintió que su brazalete le apretaba la muñeca. Se puso la mano alrededor de ella como respuesta. («Aún tiene ese tic. Ahora sólo necesito concentrarme y encontrarlo...»)
– ¿Estás segura? – preguntó Apollo.
La cara de Yamai se contorsionó de rabia. – ¡Acabo de decírtelo! ¿Eres estúpido o algo? Supongo que has de serlo, así que te lo voy a repetir. ¡Te lo repetiré tantas veces como sea necesario para que te lo grabes en esa enorme y estúpida frentezota que tienes!
El mundo alrededor de Apollo comenzó a ralentizarse mientras se concentraba. Su mirada se enfocó en Yamai, y pudo captar hasta el más mínimo detalle en sus rasgos faciales y movimientos corporales. No sólo eso, sino que podía oír letra por letra lo que estaba diciendo, y con cada palabra que decía, se puso a escanear su cuerpo, buscando cualquier hábito nervioso o tic errante.
"A-d-m-i-t-o q-u-e"
"h-e-m-o-s t-e-n-i-d-o n-u-e-s-t-r-a-s d-i-f--e-r-e-n-c-i-a-s,"
"p-e-r-o h-e e-s-t-a-d-o t-r-a-t-a-n-d-o"
"d-e l-l-e-v-a-r-m-e b-i-e-n c-o-n T-a-d-a-n-o..."
(«¡Justo allí!») Encontró el tic nervioso. («En su mano...»)
– Ya puedes dejar de repetirlo... – Apollo miró fijamente a Yamai a los ojos. Nada cambiará el hecho de que tu declaración claramente es falsa...
– ¿En serio? ¿Y en qué te basas para hacer una acusación tan infundada como esa? – Yamai le devolvió la mirada.
– Me estoy basando en tu propio lenguaje corporal. Dime una cosa: ¿estás familiarizada con el concepto de pistas en el póker? – preguntó Apollo, frotándose su brazalete.
– Son los hábitos que una persona tiene, y que un jugador experimentado puede identificar para determinar qué clase de mano tiene. Soy mucho más inteligente de lo que piensas... – replicó ella con una sonrisa confiada.
– Nunca puse en duda tu inteligencia, sólo tu honestidad. – replicó él. – En cualquier caso, aunque el término se utiliza más comúnmente en el contexto del juego de póker, esos hábitos también se aplican a la vida diaria. Se pueden utilizar para saber cuándo alguien te está mintiendo en la cara. ¿Te gustaría un ejemplo?
Yamai levantó una ceja.
– Cada vez que mencionabas que "tratabas de llevarte bien con Tadano", ¡empezabas a frotarte la venda en tu dedo índice derecho con tu pulgar! – declaró Apollo, señalando hacia su mano derecha.
– ¡Bueno, quizás estoy haciendo esto por los nervios del terror que me provoca estar a solas con un hombre mayor y espeluznante del que no conozco sus intenciones! ¿Acaso pensaste en eso? – sugirió Yamai defensivamente.
Apollo mantuvo su mirada sin inmutarse. – No fue mi intención hacerte sentir así. Sin embargo, por favor echa un vistazo a la venda en tu dedo: está bastante arrugada. Has estado tratando de convencer a Shouko y a todos los demás que has intentando arreglar las cosas con Hitohito, y que sólo lo seguiste a los archivos de la biblioteca porque estabas preocupada por él. Y en cada ocasión, sin darte cuenta te has estado frotando la venda. Dime: ¿qué conclusión debería sacar de eso?
Yamai se aferró a los lados de su cama. Empezó a abrir su boca, pero Apollo la detuvo alzando una mano.
– No me respondas, fue una pregunta retórica. Creo que todavía sientes una gran animosidad hacia Hitohito, y la única razón por la cual dices lo contrario es para mantenerte en el lado bueno de Shouko mientras intentas deshacerte de él. Puedes confesar conmigo ahora mismo, o yo puedo ir y decirles a los demás lo que vi hoy: es tu decisión. – declaró Apollo.
Los ojos de Yamai comenzaron a mirar por toda la habitación mientras sopesaba sus opciones. Estaba casi segura que Apollo debería estar fanfarroneando: la única prueba que tenía de su deshonestidad eran sus hábitos nerviosos, los cuales no se sostendrían en un tribunal de justicia. Por otra parte, ¿qué podría pasarle si Komi le creía lo que estaba diciendo? Si eso sucedía, todo lo que había logrado para deshacerse de Tadano y sacarlo del camino para acercarse a Komi se quemaría al instante, y eso no era un riesgo que estuviera dispuesta a tomar. Miró a su alrededor para asegurarse que nadie más la estuviera escuchando, y volvió a enfocar su atención hacia Apollo.
– Está bien, de acuerdo. Tú ganas, Apollo Justice... – El rostro de Yamai se ensombreció mientras lo miraba fijamente a los ojos. – La verdad es ¡que no soporto a Tadano! ¡Lo odio con cada fibra de mi ser! ¡Lo odio desde que lo vi por primera vez, y sinceramente creo que el mundo estaría mejor si se cayera muerto! ¿Quién demonios se cree que es, tratando de asociarse con una diosa como Komi-sama? ¡Todos saben que ella es demasiado buena para una pequeña peste como él! ¿Y sabes cuál es la peor parte? ¡Él realmente cree que ella lo considera su amigo!
– Bueno, por lo que a mí me parece... – empezó a hablar Apollo, pero Yamai lo cortó.
– ¡Komi-sama le tiene lástima! – gritó Yamai de repente, sorprendiendo a Apollo. – Todos en la escuela lo odian porque no entiende cuál es su lugar. Pero Komi-sama, en su infinita amabilidad, sintió lástima por él debido a esto. Sin embargo, por alguna razón, Tadano ha confundido esa lástima con una amistad genuina. He tratado de recordárselo múltiples veces, pero no puede alejarse de ella por alguna razón. De hecho, en mi último intento, parece que le dio por atacarme violentamente, algo que jamás me habría esperado.
– En ese caso, ¿por qué se lo ocultas a Shouko? – le preguntó Apollo. Podía ver que su odio hacia el chico era genuino, pero todo lo demás se sentía como pura calumnia maliciosa.
– Si mi querida Komi-sama tiene algún posible defecto, es que es demasiado compasiva para su propio bien, un defecto del que Tadano ha tratado de aprovecharse. Ella no me creería si se lo dijera, así que he tenido que ocultarle mis motivos para no entristecerla. – Sonrió dulcemente antes de que su expresión volviera a ser un gesto fruncido. – Como sea, ¡Tadano me atacó debido a su trastornado sentido de que el cuerpo de Komi-sama le pertenece, y nada cambiará eso!
– Entonces ¿eso es lo que crees? – señaló Apollo con desdén. El desprecio en su voz dejaba claro que no aprobaba en absoluto la forma en como Yamai trataba a Shouko o a Hitohito.
Ella lo miró con una expresión arrogante. – ¿Prefieres el mar o las montañas?
Apollo se sorprendió por la pregunta. – ¿Q-qué clase de pregunta es esa?
– ¿El mar o las montañas? – insistió Yamai con tono monocorde.
– Uhh... el mar, supongo... – respondió él. La única razón por la que escogió esa opción era por su miedo a las alturas. De repente, Yamai se le vino encima, le agarró la corbata y de un tirón lo acercó hacia ella para ponerse cara a cara con él.
– Si le cuentas a alguien sobre esto, ahí es donde te voy a enterrar, Apollo Justice. – lo amenazó, gruñendo en voz baja. Su cara se contorsionó formando una sonrisa sádica y salvaje, cuando vio que el rostro de Apollo adoptaba una mirada de terror. – Komi-sama y yo estamos destinadas a estar juntas, ¡y nada se interpondrá entre nosotras! ¡Tadano no pudo entenderlo, así que tuvo que irse! ¡Y si tú haces algo para tratar de interferir con nuestro amor, sufrirás su mismo destino!
Apollo no estaba seguro de cómo reaccionar ante esta amenaza. («Acaso... ¿me quiere matar?») se preguntó aterrado. Intentó racionalizar que su amenaza estaba vacía y que no había nada que pudiera hacerle mientras estuviese confinada a una cama de hospital. Sin embargo, no pudo evitar el presentimiento de que había más en ella de lo que se veía a simple vista, y acababa de comprobar lo obsesiva y fanática que era con su lujuria hacia Shouko. Tal vez ese comentario que hizo Trucy sobre que intentara secuestrar y asesinar a Hitohito no eran realmente tan extremos para ella después de todo.
– ¡Ya volvimos! ¡Adivinen quién ganóooooo!
El sonido de la voz triunfante de Trucy hizo que Yamai soltara su agarre en la corbata de Apollo, y los dos miraron hacia la entrada, donde una muy jubilosa Trucy entraba seguida de una derrotada Nakanaka, seguidas del par emocionado de Najimi y Shouko.
– Ugh, un solo turno más, ¡y te habría vencido! – murmuró Nakanaka.
– ¡Sí, eso es lo que dicen todos! – Trucy guiñó el ojo. Apollo tomó la oportunidad de alejarse de Yamai e irse hacia el resto del grupo. – ¡Hey, acabo de darme cuenta que no estabas con nosotros, Polly! ¡Espero que no te hayas metido en muchos problemas aquí dentro!
Yamai hizo su mejor esfuerzo por sonar amable. – ¡Ohh, no! Para nada. ¡El Sr. Justice y yo estábamos teniendo una muy agradable plática sobre lo maravillosa amiga que es Komi-sama! – Miró hacia donde estaba Apollo. – ¿No es así?
– Uhh...s-sí. ¡Y me alegro mucho de que me contara tantas cosas sobre ella! – dijo él tartamudeando. Todavía recordaba la amenaza que le hizo si revelaba sus verdaderos motivos.
Shouko los miró a ambos. No estaba segura de qué hablaban, pero le alegró que sus dos amigos se estuvieran llevando bien.
– ¡Bueno, me alegra que Polly haya sido un buen chico! – Trucy empezó a saltar felizmente sobre sus tacones, causando que Apollo suspirara con exasperación. Luego se volvió hacia Nakanaka. – Como sea, ahora que yo gané, ¿ya sabes lo que eso significaaaaa?
Nakanaka se quedó en silencio. Sabía exactamente lo que había acordado, pero era demasiado orgullosa para decirlo.
– ¡Significa que tienes que darle a Yamai un gran besote! – declaró Trucy con orgullo.
– ¡Ah-ah! ¡De ninguna manera! – Yamai sacudió su cabeza violentamente. – ¡Yo NUNCA accedí a esto! ¡No hay forma de que bese a esa idiota! ¡Jamás, de ningún modo! – Cruzó sus brazos desafiantemente.
– ¡No es como que alguien quisiera que tú lo beses de todas maneras! – dijo Nakanaka sarcásticamente.
– Oh, no te preocupes. ¡Tú no tienes que hacer nada! – aclaró Trucy. – ¡La única que tiene que dar el beso es Nakanaka!
(«Distinción sin diferencia...») pensó Apollo.
Trucy puso un brazo alrededor de Nakanaka y sonrió con satisfacción. – ¡Ahora, para esa trompita! ¡Y hazlo con ganas! ¡Recuerda, lo prometisteeeee~!
– ¡Está bien! ¡Está bien! – Nakanaka se quitó el brazo de Trucy del hombro. – Lo haré. Puede que no me guste, pero hicimos un trato. ¡Y que nadie diga que Mei Karuma Van Zieks rompe sus promesas o hace las cosas a medias! – declaró.
– Mira... no tienes que hacer esto. – le dijo Yamai a Nakanaka mientras la chuuni empezaba a caminar muy dudosa hacia ella y se sentaba en la cama. Alcanzó a ver que Najimi estaba sosteniendo su teléfono. – ¡APAGA ESA MALDITA CÁMARA, PEQUEÑO DEMONIO!
– Aww, qué aguafiestas... – Najimi hizo un puchero, pero guardó su teléfono.
– Salgamos de esto de una vez. No es que me guste más que a ti... – replicó Nakanaka y movió su cabeza cerca de la de Yamai. Las mejillas de ambas se pusieron rojas a medida que se acercaban más. – Aquí voy... – suspiró. Cerró los ojos, tragó saliva, y luego acercó su cabeza para colocar sus labios firmemente sobre los de Yamai en un profundo beso.
Los ojos de Yamai se abrieron como platos cuando los labios de Nakanaka hicieron contacto con los suyos. Se quedó rígida y sin mover ni un músculo mientras su amienemiga la besaba intensamente. Todos los demás se sorprendieron de la pasión que la chuuni le estaba poniendo al beso, incluso Trucy, que tenía una expresión muy similar a la de Komi mientras observaban. Najimi parecía sentir más emoción de mirar a sus amigas besuqueándose y lamentó haber guardado su cámara. Por otra parte, Apollo tenía aspecto de que simplemente quería irse de allí.
Luego de un minuto completo, Nakanaka finalmente interrumpió el beso y con calma se limpió la boca. Luego dirigió su atención hacia el resto del grupo, con las mejillas muy rojas.
– ¡Pppthh! ¡Qué asco! – Yamai inmediatamente empezó a escupir en un vano intento de quitarse el sabor del beso de la boca. – Pensar que... mi primer beso no haya sido con mi amada Komi-sama...
– Whoa... eso fue... ¡de locura! – exclamó Trucy. Sus mejillas estaban casi igual de rojas que las de Nakanaka.
– B-bueno... tú me dijiste que la besara con ganas... así que lo hice... – replicó ella, tapándose la cara para cubrir el rojo de sus mejillas por la vergüenza.
– Sí, pero... yo nunca dije que tenías que hacerlo en los labios... esperaba que le dieras un piquito en la mejilla, ¡no que le chuparas los labios por un minuto entero! – declaró Trucy. Nakanaka sólo pudo parpadear y mirar desconcertada al escuchar este hecho.
La revelación también provocó que Yamai le lanzara una mirada furiosa y asesina a la maga. La única razón por la que no se había abalanzado a estrangularla fue porque todavía sentía mucho dolor y no deseaba ponerse violenta en frente de su diosa. Sin embargo, en silencio juró que se vengaría de Trucy por haber hecho que Nakanaka le robara su primer beso.
– ¡Tampoco había necesidad de meterle lengua, ¿sabes?! – intervino Najimi.
– ¡N-NO LE METÍ LENGUA! – Nakanaka agitó sus puños mientras le gritaba avergonzada a Najimi, que sólo se reía. [Kometani: Sí le metió lengua...]
La puerta se abrió entonces para revelar a Fulbright, que tenía un trozo de gasa muy grueso en la mejilla sujeto con cinta médica. – ¡Hey, disculpen si me tardé demasiado! ¡Espero no haberme perdido de nada mientras me fui! – les anunció.
– ¡Detective Fulbright, quiero que usted...! – empezó a decir Yamai, pero Najimi la interrumpió.
– ¡Ohh, no mucho! ¡Omoharu le acaba de dar un beso francés a Ren durante un minuto entero! – replicó Najimi en tono alegre, lo que inmediatamente le ganó un almohadazo en la cara de una furiosa Yamai, que le arrojó el objeto más grande que pudo agarrar para que se callara.
– Ya veo... – Fulbright se ajustó sus gafas pensativamente.
– ¡F-fue sólo porque perdí estúpidamente una apuesta con esa diabólica Chica Mágica Trucy Enigmar! – declaró Nakanaka, reasumiendo su personalidad chuuni. – ¡Pero no seré engañada de nuevo! ¡Ahora conozco tus estrategias, y la próxima vez que nos encontremos en el campo de batalla de Arcane, yo, Mei Karuma Van Zieks, te VENCERÉ! ¡Y serás tú la que se verá forzada a besar a Yamai!
– ¡¿Q-qué...?! – Yamai les lanzó una mirada muy ofendida a Nakanaka y Trucy. – ¡A-A MÍ NO ME METAN EN SUS JUEGOS ENFERMIZOS, BOLA DE PERVERTIDOS! ¡YA LES DIJE QUE MIS LABIOS SON SÓLO PARA KOMI-SAMA!
– Bueno, para ser justos, Yamai ni siquiera es mi tipo... – dijo Trucy. – ¡Pero estaré más que feliz de tener un duelo contigo de nuevo en el futuro!
Apollo, que quería alejarse de Yamai lo más rápido posible, le puso una mano a Trucy en el hombro. – Quizás ya deberíamos irnos. Creo que ya terminamos nuestros asuntos aquí.
– ¡Supongo que tienes razón! – replicó la maga, antes de mirar a Fulbright. – Perdón, Detective, ya tenemos que irnos, se está haciendo algo tarde.
Fulbright miró su reloj. – ¡Whoa, tienes razón! ¡Ni siquiera me di cuenta de la hora luego de estar en el baño por tanto tiempo!
– Quizás sí es mejor que ustedes se vayan. ¡Tengo algo que discutir con el Detective en privado! – les dijo Yamai con desdén a Trucy, Apollo y Najimi. Luego se giró hacia Komi con una sonrisa. – ¡Pero tú eres libre de quedarte si quieres, Komi-sama! ¡Puedes quedarte por el tiempo que gustes!
[Lo siento, Ren, pero también me tengo que ir. ¡Espero que te mejores pronto!] le escribió. Yamai parecía que sólo quería llorar al leer la respuesta.
– Sé que es difícil verla partir, pero ella también tiene que irse. Además, hay algo que me gustaría discutir contigo y la Srta. Nakanaka en privado también... – le dijo Fulbright a Yamai mientras se frotaba la mejilla. La chica bajó la cabeza derrotada, sabiendo que nada de lo que dijera haría que Shouko se quedara más tiempo.
Antes de irse, Shouko le escribió a Fulbright una última pregunta.
[¿Podremos ir a visitar a Hitohito en el Centro de Detención una vez más?]
– ¡Ohh, por supuesto! No se preocupen, no me había olvidado. ¡Ya llamé a la recepción del Centro de Detención! ¡Todavía podrán visitar a Tadano aunque hayan terminado las horas de visita regulares! – replicó Fulbright alegremente.
– ¡Gracias, Detective! – dijo Najimi con gratitud. – ¡Vámonos ya!
Yamai observó cómo Najimi, Shouko, Trucy, y Apollo abandonaban la habitación con una expresión sombría en el rostro.
(«Cómo se atreven... Komi-sama pertenece aquí conmigo, no con esos tres, ¡y ciertamente no con Tadano! ¡No puedo creer que esa horrible chica Trucy haya forzado a Nakanaka a robarme mi primer beso! Y ese degenerado pervertido, Apollo Justice, me hizo muchas preguntas mientras me miraba con esos ojos. No hay forma que ese hombre sea un astronauta ordinario como dice. Tendré que averiguar quién es realmente y encargarme de él lo más pronto posible.»)
Cogió su teléfono y lo desbloqueó. En la pantalla principal abrió el app de mensajes de texto.
(«Así que decidieron hacer que Komi-sama me abandone para visitar a Tadano. Bueno, eso está por verse...»)
Esta historia continuará...
Acta del Juicio (Athena)
Perfiles:
Apollo Justice (Edad: 23): Un abogado que ha estado en la agencia desde antes que yo me uniera. Tiene una habilidad increíble para detectar mentiras a través del lenguaje corporal de la gente.
Trucy Wright (Edad: 16): La querida hija del Sr. Wright. Una aspirante a maga profesional que también es estudiante en la preparatoria Itan.
Hitohito Tadano (Edad: 15): Mi cliente. Un estudiante de primer año en la Preparatoria Itan. Es un joven amable que me ayudó a encontrar mi distintivo de abogada luego de que lo perdí.
Phoenix Wright (Edad: 34): Abogado propietario de la agencia. Le debo mucho por darme la oportunidad de convertirme en una abogada consumada.
Shouko Komi: (Edad: 15): Amiga cercana de Hitohito y su compañera de clase. Es una chica hermosa que tiene problemas para comunicarse.
Najimi Osana (Edad: 15): Estudiante de Itan que siempre tiene mucha energía, y aparentemente tanto Hitohito como Trucy son sus amigos de la infancia. Su verdadero género es un misterio.
Ren Yamai (Edad: 15): La víctima de este incidente. La hija de un hombre de negocios muy adinerado, y una persona muy desagradable en general.
Nene Onemine (Edad: 16): Una estudiante que se preocupa por los demás como una hermana mayor. Es muy amable y protectora especialmente con su compañera Kaede Otori.
Kaede Otori (Edad: 16): Una estudiante que parece siempre ser muy lenta y distraída. Le devolvió a Hitohito su teléfono perdido el día del incidente.
Bobby Fulbright (Edad: 33): El enérgico detective a cargo de este caso. A veces me hace preguntarme qué significa realmente la justicia.
Sakura Gorimi (Edad: 17): Una estudiante de segundo año, y la bibliotecaria principal. Aún puedo sentir el golpe que me dio en la cabeza con su abanico mortal.
Omoharu Nakanaka (Edad: 15): Una estudiante con síndrome de adolescencia que se hace llamar la Archimaga "Mei Karuma Van Zieks". Supuestamente vio todo el incidente.
Simon Blackquill (Edad: 28): Un fiscal y prisionero condenado a muerte. Acorde con Fulbright, tiene asuntos pendientes en la Preparatoria Itan.
Kozue Taida (Edad: 49): Profesora de la clase de Hitohito y Shouko. Es muy holgazana y le encanta aprovecharse de Hitohito para que él haga su trabajo en su lugar.
Itsuki Honshoku (Edad: 33): El experto en informática residente en Itan. Accedió a los archivos de la biblioteca el día del incidente.
Masatomo Yamai (Edad: 61): El padre de Ren Yamai (en teoría) y presidente de Yamai Holdings. Un hombre de negocios muy exitoso, pero también un fracaso como padre.
Junichi Asano (Edad: 25): La mano derecha de Masatomo Yamai. Se encarga de las tareas del día a día con las que el Sr. Yamai no puede o no quiere tomarse la molestia, como criar a su hija.
Hitomi Tadano (Edad: 14): Hermana menor de Hitohito, y totalmente opuesta a él en personalidad. Puede ser un poco impulsiva, pero quiere mucho a su hermano y se preocupa por él.
Dick Gumshoe (Edad: 40): Un detective de la división de homicidios con quien el Sr. Wright solía cruzarse a menudo. Aunque le falta inteligencia, lo compensa con su lealtad y corazón.
Hitoshi Tadano (Edad: 46): El padre de Hitohito. Se suponía que se encontraría con el Sr. Honshoku el día que ocurrió el incidente.
Jeanne Tadano (Edad 43): La madre de Hitohito. Un manojo de nervios que es muy rápida para suplicar.
Evidencia:
Distintivo de abogada: Mi nuevo y brillante distintivo. Lo perdí brevemente, pero Hitohito me ayudó a encontrarlo.
Puertas hacia los Archivos de la Biblioteca: La entrada a los Archivos de la Biblioteca. Se requiere una identificación del personal para poder entrar.
Diagrama del sótano: Un diagrama del sótano, que muestra los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. El pasillo del sótano y la sala de servidores estaban cerrados durante el crimen.
Reporte médico de Yamai: Un reporte médico de la Clínica Hickfield para Ren Yamai. Según el reporte, fue golpeada dos veces con un objeto contundente.
Reloj antiguo: Un reloj antiguo operado con baterías usado en la agresión, cubierto con la sangre de Yamai y las huellas digitales de Hitohito. Actualmente no tiene baterías en su interior.
Escritura en sangre: Un mensaje garabateado con sangre que va hacia la mano derecha de Yamai que lee "Tadano". La huella digital de Yamai está en el mensaje.
Llave de la Sala de Servidores: La llave que abre las puertas de la sala de servidores desde los archivos de la biblioteca. Lleva una semana desaparecida.
Termostato: El dispositivo que regula la temperatura entre los archivos de la biblioteca y la sala de servidores. Fue ajustado durante la hora del crimen, pero no se encontraron huellas digitales en él.
Computadora de los Archivos de la Biblioteca: Una computadora en los archivos de la biblioteca a la que Hitohito accedió por razones desconocidas. Se encontraron huellas digitales de Hitohito, Yamai, y un individuo desconocido en el teclado y el ratón.
Historial de inicio de sesión: Un registro de quién inició sesión en la computadora de los archivos de la biblioteca. El día del crimen, Itsuki Honshoku accedió a la computadora a las 9:15 AM y Hitohito Tadano a las 1:15 PM.
Huellas en el escritorio: Huellas de manos encontradas en el escritorio de la computadora. Análisis indica que pertenecen a Ren Yamai.
Abanico de papel: Un abanico de papel roto que se encontró en una papelera, afuera de un aula del segundo piso. Parece tener algunos cabellos color lavanda enredados.
Mancha de sangre borrada: Una mancha de sangre revelada con prueba de luminol en el piso junto al escritorio de la computadora. Parece que fue borrada muy deprisa.
Teléfono de Hitoshi: El historial de llamadas muestra que intentó contactar a Itsuki Honshoku a las 3:15 PM el día del incidente. Sin embargo, no recibió respuesta y terminó dejando un mensaje de voz.
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