Capítulo 1: La pesadilla antes del desastre


??? ???, ???

¿Residencia Yamai?

(«¿Qué está sucediendo? ¿Por qué está pasando esto?»)

Hitohito Tadano estaba amordazado y amarrado a una silla dentro de un closet. Apenas podía ver dónde estaba, pero tenía una buena idea de a quién pertenecía el closet. De alguna manera, sabía que esto iba a volver a suceder, pero eso no lo hacía sentirse menos asustado por su actual predicamento. Todo lo que podía hacer era sentarse, en silencio y aterrado de lo que podría ocurrir.

De repente, escuchó voces. Inmediatamente las reconoció de sus amigos, Shouko Komi y Najimi Osana. Seguramente vinieron a salvarlo de nuevo. Comenzó a golpear como pudo la puerta del closet, pero esta vez, nadie vino. Comenzó a gritar desesperadamente a través de su mordaza golpeando con más fuerte. Sin embargo, no importaba lo fuerte que protestara, no hubo respuesta. Tras cinco minutos, se volvió a dejar caer en la silla, derrotado, oyendo cómo sus voces se alejaban.

No podía entenderlo. ¿Por qué no vinieron a revisar? Seguramente lo escucharon, y tenían que saber muy bien de lo que su captora era capaz de hacer. Asumió que probablemente no lo oyeron esta vez. Pero se equivocó, ya que la puerta del closet se abrió, y en lugar de sus amigos, allí estaba Ren Yamai, con un cuchillo en la mano.

– Te escucharon... – dijo con una sonrisa enfermizamente dulce. – Simplemente decidieron que no lo valías. Parece que por fin se dieron cuenta de lo aburrido, normal e insignificante que eres como individuo. – Se burlaba de él, girando el cuchillo y aproximándose amenazadoramente a Tadano. – Ambos sabíamos que ella me escogería a mí al final. Después de todo, quién es mejor amigo para Komi-sama: ¿un virgen patético e inútil como tú, o una chica linda, atractiva y popular como yo? Ahora, tengo sólo una pregunta más antes de terminar con tu miseria: ¿prefieres el mar o las montañas? – Levantó el cuchillo. Hitohito empezó a temblar, tratando desesperadamente de esquivarlo.

Sin embargo, antes que ella pudiese bajar el cuchillo sobre él, el mundo a su alrededor cambió.

26 de septiembre, 2:21 AM

Residencia Tadano

Hitohito despertó sudando frío.

Otra pesadilla. La misma que había estado teniendo por un mes. Respiró profundamente, moviendo los brazos y piernas alrededor y tocándose la boca para asegurarse que no estaba amarrado. Una vez que se calmó, miró alrededor tratando de ver mejor su entorno: estaba en su cama, y todavía estaba oscuro. Cogió su teléfono para ver la hora: 2:21 de la madrugada.

Maldijo para sí mismo en silencio: otra noche en la que despertaba en medio de la noche, y probablemente no podría volver a dormirse. Desde que fue secuestrado por su compañera de clases Ren Yamai, tenía pesadillas de estar allí atrapado en su closet, reviviendo aquel día. Inicialmente eran poco frecuentes, pero en el último mes, ella se había vuelto mucho más agresiva con él. Aprovechaba cualquier oportunidad para amenazarlo y exigirle que terminara su amistad con Shouko, o si no ella lo enterraría. Un par de veces, hasta se puso física y le dio un empujón o lo golpeó cuando estuvo segura de que nadie la estaba viendo. Aunque nunca lo haría cuando Shouko pudiese verla o escucharla: después de todo, le había prometido a Shouko no volver a lastimar a Hitohito nunca más.

Ren inicialmente mantuvo su promesa, pensando que Shouko eventualmente vería la luz y dejaría tirado a Hitohito en favor de ella. Sin embargo, al pasar de los meses, ella vio que Komi no se estaba cansando de Shouko y se estaba acercando más a él, un hecho que la hizo ponerse impaciente. Ren veneraba por completo la tierra sobre la cual Shouko caminaba, pero en su mente, Shouko estaba siendo arrastrada, por lo que ella tenía que deshacerse de Hitohito, pero no de una forma que fuese a molestar a Shouko.

Hitohito trató de no pensar en ello, ya que hacerlo sólo lo estresaba aún más. Intentaba cerrar los ojos y decirle a su propio cuerpo que se fuera a dormir. Sin embargo, cuando revisó su teléfono de nuevo, se dio cuenta que ni siquiera eran las 3 AM. Aburrido, desbloqueó su teléfono y comenzó a buscar por el internet, esperando en vano que leer un poco lo haría cansarse y le haría volver a dormirse. [Kometani: Está equivocado. Mirar la pantalla de un teléfono sólo lo mantendrá más despierto todavía.] Miró las noticias locales en el navegador de internet de su teléfono, y encontró lecturas bastante deprimentes:

"La Era Oscura de la Ley llega a su apogeo: Los expertos legales sugieren que el 80% de la evidencia utilizada en juicios criminales es manipulada o falsificada de alguna manera."

"Incluso después de un mes, el Cristal de Ami Fey sigue desaparecido..."

"Demanda contra Yamai Holdings desestimada. "Otra demanda frívola en esta Era Oscura de la Ley" declara el representante de Yamai Holdings Junichi Asano."

Esa última hizo que Hitohito inmediatamente cerrara su explorador de internet. El sólo ver el nombre Yamai hacía que el estómago se le revolviera con ansiedad. Más todavía, estaba harto de estar oyendo sobre la "Era Oscura de la Ley" en las noticias. A él no le importaba mucho el mundo legal, y el hecho de que incluso en la Preparatoria Itan se oían susurros sobre ella le hacía todavía ignorarlo aún más. Decidió ver algunos videos por YouTune en lugar de eso. Mantuvo el patrón de cambiar entre tratar de quedarse dormido y jugar con su teléfono por varias horas, y para cuando comenzó a sentirse cansado, ya eran las 6:45 de la mañana, quince minutos antes de su hora de levantarse.

A regañadientes se salió de la cama y comenzó a hacer su rutina diaria de movimientos para prepararse para la escuela, empezando con lavarse en el baño. Al mirarse en el espejo, notó que había unos enormes círculos negros alrededor de sus ojos que delataban su falta de sueño. Podría haber intentado conseguir ayuda y decirle a alguien por qué no estaba durmiendo bien, pero no quería molestar a nadie con eso. Además, ¿quién iba a creerle que la razón por la que no podía dormir era que tenía pesadillas donde era secuestrado por una colegiala?

Se echó un salpicón de agua en la cara para sacudirse el cansancio y terminar de despertarse. Una vez que terminó, cogió un kit de maquillaje que había comprado recientemente para aplicarse algo de base alrededor de esos círculos negros en sus ojos. Al menos, serviría para ocultarlos de una inspección de cerca.

Hitohito regresó a su dormitorio y cogió su uniforme. Pero antes de eso, miró su teléfono y lo recogió. De repente sintió el impulso de llamar a la escuela para decirles que estaba enfermo. No era completamente falso: la idea de ir a la escuela y tener que explicarse frente a Shouko y Najimi, o peor, toparse con Ren, honestamente le hacía sentirse enfermo, y ahora sentía que podía colapsar en cualquier momento por el cansancio. Había marcado el número a medias cuando se acordó que ya había tenido que quedarse "enfermo" en casa dos veces este mes, y la gente haría todavía más preguntas si lo volvía a hacer por tercera vez.

Suspiró y regresó a la pantalla principal de su teléfono. Se puso su uniforme escolar, echó el teléfono en su bolsa, y salió.

26 de septiembre, 7:32 AM

Afuera de la Residencia Tadano

Hitohito comenzó a caminar hacia la escuela cabizbajo. No estaba seguro de qué podría esperar, o si habría algo que valiera la pena esperar (aparte de Shouko, por supuesto, pero Ren se aseguraría de arreglar ese problema). Era una sensación horrible, el saber que la única razón por la cual iba a un sitio que le aterraba era porque la alternativa de alguna forma era aún peor.

Por el camino, un pequeño objeto brillante en el suelo captó su atención. Se agachó para recogerlo y lo examinó. Parecía un pequeño botón o pin de oro, con un diseño con forma de girasol que rodeaba una balanza en el frente. Por detrás, tenía grabado el número "72513". Ciertamente se veía valioso, y sin duda quienquiera que fuese el dueño querría reclamarlo lo más pronto posible. Se lo metió al bolsillo por ahora y continuó su camino a la escuela.

Mientras caminaba, se debatía de qué hacer con él. Quería devolvérselo a quienquiera que fuese el dueño, pero no sabía dónde comenzar a buscar. También consideró llevarlo con la policía, y esperar que pudieran reunir al pequeño botón con su dueño, pero para cuando lo hubiera hecho, llegaría tarde a la escuela. Mientras contemplaba qué hacer en su mente, se golpeó de cabeza con otra persona y le hizo caerse al suelo, lo cual lo sacó de sus pensamientos.

– ¡Lo siento! – exclamó Hitohito por puro instinto.

– ¡Hey! ¡Mira por dónde vas, chico! – gritó una voz femenina enojada desde el suelo. Hitohito dio un respingo y se echó atrás de inmediato.

– P-perdón, señorita. No fue mi intención chocar con usted. – chilló. («Ni siquiera he llegado a la escuela, y ya hice enfadar a alguien...»)

Oyó cómo la chica se levantaba y se esperaba que ella le diera una bofetada bien dura. Pero en lugar de eso, sólo se sacudió la ropa, respiró profundo y le habló con un tono de voz más calmado.

– Perdón por gritarte. Sé que no lo hiciste a propósito; es sólo que esta mañana ha sido muy frustrante para mí.

Su disculpa provocó que Hitohito dejara de evitar la mirada, permitiéndole echarle un buen vistazo a la chica con la que había chocado. Llevaba una camisa blanca de vestir sin mangas con una corbata azul, cubierta con una chaqueta amarilla y falda a juego, con calcetas negras y botas blancas, y un guante con tres dedos negro en su mano derecha. Su cabello naranja estaba atado en una coleta de lado con un listón azul, y llevaba un arete con forma de luna creciente en su oreja derecha. Quizás lo que más resaltaba para Hitohito era su collar, el cual parecía contener una pantalla que mostraba un rostro. Hitohito podría jurar que el rostro en la pantalla cambiaba de color y emociones junto con las expresiones de la chica.

– Está bien. No puedo decir que yo haya tenido la mejor mañana. – replicó Hitohito. – Por cierto... – Sacó el botón de su bolsillo y se lo presentó. – Por casualidad... no estarás buscando esto, ¿o sí?

La chica pareció alegremente sorprendida. – ¡Mi distintivo!

Cogió el distintivo de la mano de Hitohito, y lo examinó por detrás. Luego de algo de confirmación, suspiró de alivio y se lo puso en su chaqueta.

– ¡Muchísimas gracias! ¿Cómo supiste que lo estaba buscando? – inquirió.

– Lo encontré no muy lejos de aquí. Se veía valioso, así que lo recogí, esperando poder encontrar al dueño o llevárselo a la policía para que lo hicieran. También noté que estabas moviendo los ojos alrededor, como si estuvieras buscando algo mientras hablábamos. A juzgar por eso y el valor de ese distintivo, me imaginé que estabas rehaciendo tus pasos tratando de encontrar ese distintivo. – explicó Hitohito.

– Nada mal para haber adivinado. – asintió la chica. – Fue casi como si me leyeras la mente.

Hitohito se rascó detrás de la cabeza. – Honestamente no es nada especial. No soy muy bueno en muchas cosas, pero he descubierto que soy bastante bueno en leer situaciones. Como dije, no es nada especial, creo que simplemente tuve suerte de adivinar.

– Bueno, suerte o no, me siento muy agradecida de que lo hayas encontrado. De lo contrario, probablemente habría pasado horas revisando todo este camino, o tal vez más.

– Si no te molesta que te pregunte, ¿cómo fue que lo perdiste? – preguntó Hitohito. Ella se llevó la mano al mentón.

– Bueno, iba camino a mi casa de la oficina. Decidí correr un poco para quemar algo de energía. Creo que no estaba poniendo atención al camino y terminé chocando con una chica de cabello castaño claro que parecía cercana a tu edad. Quizás se enredó con algo ya que no me di cuenta que se me había caído. Traté de disculparme, pero ella simplemente me gritó que tuviera cuidado por donde iba. Hasta me lanzó algunas amenazas de muerte. Estaba tan enfadada por lo grosera que fue que ni siquiera me di cuenta que mi distintivo de abogada había desaparecido hasta esta mañana. – De pronto se puso triste. – Pensándolo bien, creo que yo también fui un poco grosera contigo cuando chocaste antes conmigo. Perdón por eso, supongo que yo no soy mucho mejor que esa chica grosera de ayer.

– Está bien. – Hitohito le sonrió. – Sé que no fue tu intención. Además, tú ya te disculpaste, y eso ya te hace una mejor persona. Por cierto, y si no está mal que pregunte, ¿cómo te llamas?

Los ojos de la chica de cabello naranja se iluminaron al instante.

– Me alegra que hayas preguntado. – dijo mientras mostraba una sonrisa de oreja a oreja y hacía un símbolo de amor y paz con los dedos. – ¡Athena Cykes, abogada de profesión y psicóloga extraordinaria! – exclamó con orgullo.

Hitohito parecía sorprendido. Athena no se veía mucho mayor que él, y no sólo era abogada, sino también una psicóloga. No pudo evitar sentirse un poco inferior en comparación. Sólo pudo ofrecerle la mano para un apretón.

– Soy Hitohito Tadano. No soy nadie especial, sólo un estudiante de preparatoria.

Ella asintió con una sonrisa y aceptó el apretón con entusiasmo. – Bueno, señor Hitohito, especial o no, esta mañana me salvaste el pellejo. Ojalá hubiera alguna forma de agradecértelo.

Hitohito agitó las manos en frente de su rostro. – No, no, sólo me alegro de haber podido devolver ese distintivo a su dueño. – Miró la hora en su teléfono. – Rayos, tengo que irme, o llegaré tarde a la escuela. ¡Gusto en conocerte, Srta. Cykes! – Salió corriendo mientras se despedía con la mano.

– ¡Lo mismo digo! ¡Cuídate, Hitohito! – dijo ella también despidiéndose con la mano.

Mientras el chico se iba corriendo, Athena no pudo evitar mirarlo con preocupación. Igual que Hitohito y su habilidad para leer la situación, ella tenía una habilidad similar para leer las emociones en el corazón de las personas escuchando sus voces. Durante su conversación, notó que había una cantidad significativa de ruido en el corazón de Hitohito, mucho más del que mostraría una persona normal. No podía imaginarse qué lo estaría causando, y por mucho que le gustaría ayudarle, él tenía que ir al lugar donde debía estar, y ella también. Suspiró y se dio la vuelta, continuando su camino hacia la oficina.

(«Espero que ese chico se encuentre bien...»)

26 de septiembre, 8:16 AM

Pasillo del primer piso – Preparatoria Itan

Hitohito atravesó las puertas de su preparatoria a toda prisa. Su encuentro con Athena le dio algo de confianza y una pizca de satisfacción por haber podido hacer una buena acción por alguien. Todavía seguía sin poder creer que fuese una abogada, especialmente a su edad. Se dirigió a su casillero para cambiarse sus zapatos y ponerse los de interior.

Mientras se quitaba los zapatos, un pie accidentalmente le pateó las zapatillas de interior lejos de los casilleros.

– ¡Perdón, no fue mi intención! – dijo una voz femenina alegre y chillona.

Hitohito se ahogó con la saliva en su garganta: reconocía perfectamente esa voz. Al girarse para ver a la responsable, con toda certeza, era ella: Ren Yamai.

– ¡Ohh, pero si sólo es Tadano! ¡Tonta de mí, creí que era alguien importante! – replicó ella, manteniendo una sonrisa dulce que enmascaraba sus verdaderas intenciones. Hitohito empezó a respirar más rápido y agitado.

– Uhh... b-b-buenos días, Ren. – Intentó ser amigable, esperando que al menos eso le salvara de su acoso. Pero en lugar de eso, ella pateó su otro par de zapatos lejos de él.

– Hmm, qué gracioso, no recuerdo haberte dado el derecho de hablarme. Aun así, estoy de buen humor, así que te lo dejaré pasar. Más te vale que vayas por tus zapatos. No te preocupes, le haré mucho mejor compañía a Komi-sama de lo que tú jamás podrías. – le dijo prácticamente cantando.

Hitohito desvió la mirada y suspiró. Tomó la sugerencia y cogió ambos pares de zapatos, que habían sido separados en diferentes direcciones. Una vez que se puso los de interior, puso los de exterior en su casillero, cuando notó que había una nota dentro de él. La cogió y la leyó.

[Más te vale que te alejes de ella, o sino terminaré lo que empecé...]

Rápidamente arrugó la nota y la echó de vuelta en el casillero, antes que le diera más dolores de cabeza. Después la tiraría a la basura, pero por ahora tenía que ir a clases. Se agarró la cabeza con agonía: cualquier sentimiento bueno que consiguió de lo que pasó esta mañana ya se había ido.

26 de septiembre, 8:25 AM

Aula 1-1 – Preparatoria Itan

Hitohito se dirigió a su asiento junto a su amiga, Shouko Komi. A pesar de las advertencias de Yamai, tampoco era que tuviese más opción que sentarse aquí. Shouko escribió en su libreta, siendo su forma usual de comunicarse con los demás.

[Buenos días, Hitohito. Hoy llegaste más tarde de lo usual.]

– Ohh, perdón por eso. Es que me distraje en el camino a la escuela por ayudar a alguien a encontrar un objeto que perdió. Me tardé más de lo que pensé, perdón por preocuparte. – replicó Hitohito, tratando de forzar la mayor sonrisa que pudo. Técnicamente era la verdad, pero sólo una parte del porqué llegó más tarde de lo usual.

Shouko volvió a escribir. [Qué amable de tu parte. Eres muy dulce, Hitohito.]

Shouko se dio cuenta de lo que acababa de escribir e inmediatamente escondió la libreta, sonrojándose. Tadano tampoco pudo evitar sonrojarse. Miró alrededor algo nervioso, esperando que Yamai no hubiese visto esa nota.

Afortunadamente, estaba distraída gracias a que Najimi le estaba compartiendo alguna historia irrelevante, y luego de que Yamai le gritó, al ver a Hitohito, Najimi se despidió de Yamai y se levantó para visitarlo a él.

– ¡Heeeey, Hitomon! – Najimi estaba tan alegre como siempre. – ¿Cómo está mi amigo de la infancia favorito?

Hitohito suspiró. – ¿No que todos son tus amigos de la infancia? – le preguntó. Najimi negó con la cabeza e hizo un gesto de negación con el dedo.

– No. Dije que todos son mis amigos de la infancia, no que todos son mis amigos favoritos de la infancia. Sólo unos pocos selectos tienen ese honor, ¡y tú eres uno de ellos! – Le guiñó el ojo.

Hitohito quería cuestionar la lógica de Najimi, pero en ese momento, estaba demasiado cansado para hacerlo. Además, prefería pensar que sólo era un cumplido y no un intento de arrastrarlo hacia alguno de sus planes locos. Apenas pudo contener un bostezo.

– ¿Estás bien? – preguntó Najimi con preocupación genuina. – Te vez algo cansado.

– Ohh no, estoy bien. Sólo... me quedé viendo algunos shows viejos que me gustaban y perdí la noción del tiempo. – dijo Hitohito restándole importancia.

Shouko lo miró con preocupación. Estaba a punto de escribir sus pensamientos sobre eso, pero llegó la profesora y llamó a toda la clase a poner atención.

**************************

Hitohito apenas pudo concentrarse durante la clase. Sus ojos constantemente luchaban por mantenerse abiertos, y podía sentir que la falta de sueño le estaba pasando factura a su cuerpo. Al menos, si no podía tomar notas, tenía que hacer un esfuerzo por no sobresalir e interrumpir la clase. Su mano garabateaba distraídamente en su libreta, dando la ilusión de que tomaba notas, cuando en realidad su mente estaba en cualquier parte menos en lo que fuera que estaba diciendo la profesora.

Sus ojos se desviaron hacia el reloj más de una vez. En el tiempo que le tomó moverse media hora hasta las 9 en punto, se sintió como si hubiera estado sentado allí durante horas. No ayudaba en nada que podía sentir la mirada de Ren perforándole en la nuca. Irónicamente, se sentía como que eso probablemente era una de las pocas cosas que le impedía caer dormido allí mismo, como si fuera un animal que dormía con un ojo abierto para evitar a los depredadores. Aunque no era un gran consuelo, pues sentía que ella podía levantarse y venir a acabarlo en cualquier momento, y a nadie le importaría.

Luego de lo que se sintió una eternidad. Llegó la hora del almuerzo. Shouko se acercó a Hitohito, sosteniendo su libreta.

[¿Quieres ir a almorzar juntos?]

Hitohito pensó en la nota que Ren había escrito. Sabía de lo que sería capaz si él aceptaba esta invitación. Por otro lado, no tenía el corazón ni el valor para rechazarla directamente.

– Lo siento, Shouko, pero no me siento bien. Iré a la enfermería a recostarme un rato. – mintió.

[¿Quieres que te acompañe?] Shouko tenía una mirada de preocupación sincera en su rostro.

– N-no, estoy bien. Sólo necesito acostarme un poco. ¡Ve a almorzar con tus amigos, no te preocupes por mí! – le dijo antes de agarrarse el estómago.

Lo último que dijo Hitohito sólo hizo que Shouko se preocupara todavía más.

(«¿Acaso le dije algo malo? ¿Estará enojado conmigo? ¿Qué fue lo que lo hizo enfermarse?»)

Su mente no dejaba de divagar con preguntas. Lo único en lo que podía pensar era en hacer lo que Hitohito le dijo y tratar de disfrutar su almuerzo con sus amigos. Aun así, sin importar nada, no podía evitar preocuparse por él.

26 de septiembre, 12:04 PM

Azotea – Preparatoria Itan

No había nadie más en la azotea de la escuela cuando Hitohito abrió la puerta. Esto era perfecto; nadie lo encontraría aquí. Hitohito miró alrededor: era pacífico, estaba nublado pero bien iluminado, y a campo abierto, aparte de los pocos ductos de ventilación y una torre de agua que llevaba de vuelta a la escuela. Lo más notable era una cerca que rodeaba el área interna de la azotea, con la parte superior curvada para disuadir a la gente de intentar treparse por ella. Parte de la razón era que había transformadores de energía al otro lado, a los que la escuela obviamente no quería que nadie tuviera acceso, y también para evitar que los estudiantes cayeran de la azotea, o peor aún, intentaran saltar.

Por suerte para Hitohito, había algunas bancas por allí donde podía sentarse. Tomó asiento en la más cercana, y sacó su almuerzo. Comió algunos bocados antes de bajar los palillos, y miró hacia el cielo tratando de procesar sus pensamientos. ¿Cuánto tiempo las cosas seguirían así, y qué haría al respecto?

Consideró decirle a alguien sobre el acoso de Ren, ¿pero quién le creería? Sin duda ella lloraría lágrimas de cocodrilo, y todos se pondrían de su lado. Y luego ella podría terminar haciendo algo peor que antes. Ni siquiera estaba seguro que Shouko o Najimi le creerían si dijera algo. Después de todo, ella se disculpó, y Shouko quería asegurarse que todos se llevaran bien. Le aterraba la idea de que, si decía algo, Shouko se enfadaría con él por no dejar atrás rencores del pasado. Aun así, si no hacía nada, Ren seguiría atormentándolo.

La única salida que Hitohito podía ver de esta situación era la que más le aterraba siquiera pensar: tendría que seguir las instrucciones de Ren y dejar de ser amigo de Shouko. Él odiaba completamente esa idea: Shouko era su amiga más preciada, y le prometió que le ayudaría a superar su desorden de comunicación y a hacer cien amigos. Por otro lado, si ella era capaz de hacer esas dos cosas, quizás no necesitara más de él. Tampoco le gustaba ese pensamiento, pero quizás fuera para mejor.

Después de todo, Shouko le agradaba a la gente y todos querían acercarse a ella. Pero tenía el presentimiento de que a nadie le importaría o siquiera notaría si él desaparecía mañana. Sospechaba que muchos incluso lo celebrarían.

Mientras esos pensamientos bombardeaban su mente, de pronto empezó a sentir sueño.

(«Quizás sólo tome una siesta rápida... tal vez eso ayude antes que inevitablemente tenga que volver a clase...»)

**************************

– ¿Hey? ¿Estás despierto? Probablemente deberías terminarte tu almuerzo antes de tomar una siesta, ¿sabes?

Hitohito se despertó al oír una voz femenina alegre, que provocó que sus ojos se abrieran de par en par de golpe. Por suerte, la voz no le pertenecía a Ren. En lugar de ella, había una chica de cabello castaño a la que no reconoció. Llevaba puesto el uniforme femenino típico de Itan, salvo que llevaba una capa azul con un diseño de juego de cartas de baraja francesa, asegurada con un broche verde con forma de diamante. Alrededor de su cuello llevaba una bufanda roja y en su oreja izquierda colgaba un arete dorado con forma de diamante.

– Perdón, creo que me dormí sin darme cuenta. ¿Cuánto tiempo estuve dormido? – preguntó Hitohito, frotándose los ojos.

La chica adoptó una expresión pensativa, y luego le lanzó una mirada de preocupación. – Bueno, no estoy segura de cómo decirte esto, pero... has estado durmiendo por casi doscientos años. ¡Ahora estamos en el año 2219!

Hitohito la miró perplejo.

– Sólo bromeo, pero estabas dormido cuando llegué. – dijo ella.

– Ajá... – Hitohito rápidamente recobró la compostura. – Y dime, ¿qué haces aquí arriba, de cualquier manera?

– Lo mismo que tú: vine a comer mi almuerzo aquí arriba. Usualmente vengo aquí cuando necesito un momento para pensar tranquila durante el almuerzo. – La chica sonrió, saltando sobre las puntas de sus pies ligeramente.

– ¡Oh! En ese caso, perdón si te estoy estorbando. Te dejaré para que tengas privacidad. – Hitohito empezó a levantarse, pero la chica levantó la mano para mantenerlo sentado.

– No, está bien. Puedes quedarte si lo deseas. Probablemente será más divertido almorzar con alguien más de todos modos. – Bajó la mano. – Por cierto, ¿cuál es tu nombre?

– Soy Hitohito Tadano, de la Clase 1-1. Realmente no soy muy interesante, dudo mucho que quieras almorzar conmigo... – Se rascó detrás de la cabeza, dándole una sonrisa nerviosa.

– ¡Tonterías! Apuesto a que eres alguien muy divertido para pasar el rato. Probablemente sólo estás siendo modesto. – sonrió ella. Le agarró la mano y se la estrechó. – En cualquier caso, es un placer conocerte, Hitohito. ¡Yo soy Trucy Wright, de la clase 1-3, pero siéntete libre de llamarme sólo Trucy!

– Gusto en conocerte también, Trucy. – Hitohito le devolvió el apretón, tratando de sonreír. («Wright, ¿eh? Podría jurar que escuché ese apellido en alguna parte...»)

Trucy se sentó junto a Hitohito y sacó su propio almuerzo. Mientras comía, Hitohito no pudo evitar notar la capa que llevaba sobre su uniforme escolar. Por lo que pudo ver, sólo le faltaba un sombrero de copa y se vería como una maga. Se imaginó también que encajaría muy bien con la chica en su clase que se vestía como caballero y el chico que se vestía como ninja, y probablemente los tres harían un trío bastante considerable de peleador-mago-ladrón como en juegos RPG.

– Por cierto, ¿usualmente comes aquí arriba? – preguntó Trucy. – Porque nunca antes te había visto por aquí.

– En realidad no, hoy es mi primer día comiendo aquí. Pensé en comer afuera para variar, ya que hoy parecía ser un buen día. – le mintió. Trucy le lanzó una mirada escéptica.

– Hitohito, ha estado nublado desde las diez. – replicó declarando los hechos.

– ¿D-de verdad? – replicó nervioso.

Notó que ella lo estaba mirando directamente, como si quisiera preguntar "¿Cuál es la verdadera razón por la que elegiste retirarte aquí arriba?"

– Bueno... en realidad... – se detuvo. Se dio cuenta que estaba a punto de cargar a una chica que acababa de conocer con sus problemas, problemas que sentía que era mejor dejar enterrados y que nadie los supiera. Supuso que si continuaba, probablemente terminaría espantándola, y que le diría a todos que era un tipo raro. Se dio la vuelta, sintiéndose demasiado avergonzado para mirarla a los ojos.

En vez de eso, Trucy le lanzó una mirada compasiva. – Lo entiendo. Es algo privado. No insistiré más. Como maga profesional, entiendo el valor de guardar secretos. – añadió guiñando el ojo.

La mención de la palabra "maga" captó la atención de Hitohito, haciéndole girar la cabeza para encarar a Trucy. – Ohh, ¿eres una maga? – le preguntó, con muchas ganas de cambiar el tema. Vio que los ojos de Trucy se iluminaban con determinación y ganas de enseñarle algunos de sus trucos. – ¿Puedes mostrarme un poco?

– ¡Jaja! Pensé que nunca lo pedirías. – Sonrió con confianza y se puso de pie. – Por supuesto, no traigo todo conmigo en este momento, pero al menos puedo presentarte a mi confiable asistente. Sin embargo, primero necesitaré tomar algo más.

Chasqueó sus dedos, soltando un pequeño puf de humo, y cuando se aclaró, tenía en la mano un par de bragas estilo bloomers azul claro con encajes rosas.

– Por suerte, ¡puedo sacar cualquier cosa de mis Braguitas Mágicas! – exclamó con orgullo.

(«Ese es un truco bastante asombroso, aunque me pregunto por qué elegiría ropa interior de todas las cosas para utilizarlo...») pensó Hitohito para sí mismo.

Trucy golpeó las bragas unas cuantas veces, y luego con un movimiento de su muñeca, extrajo un sombrero de mago azul claro con cinta blanca y se lo colocó en la cabeza.

– Listo. Todo mago que se precie necesita su sombrero, después de todo. Ahora, ¡ya puedo presentarte a mi asistente! – le dijo, haciendo desaparecer sus Braguitas Mágicas con un rápido movimiento de la mano.

Hitohito observó con anticipación de lo que haría después. Él esperaba que ella extrajera un conejo o sacara a volar una bandada de palomas de su sombrero. Pero en lugar de eso, una marioneta de madera emergió por detrás de su capa. Se veía similar a Trucy, excepto que la marioneta llevaba el uniforme masculino de Itan debajo de su capa.

La aparición de la marioneta asustó a Hitohito, pero incluso más cuando empezó a hablar.

– ¡Buen día tenga usted, Sr. Tadano! ¡Soy el Sr. Hat, de la clase 1-3 y el confiable asistente de Trucy! – Hablaba en una voz relativamente chillona. Hitohito no podía imaginarse cómo hacía la marioneta para hablar, especialmente considerando lo diferente que era su voz comparada con la de Trucy. Aun así, una vez que la sorpresa se disipó, fue suficiente para ponerle una sonrisa en el rostro y mirar a la marioneta con asombro.

– Wow... ¡eres muy talentosa! – la halagó Hitohito.

Trucy sonrió ampliamente. – Gracias. Es un asistente muy confiable de muchas formas. ¡Una vez me ayudó mucho a sacar de un aprieto a mi compañero! – Se sostuvo el ala de su sombrero con confianza.

Hitohito quería ver más de lo que podría hacer, pero se dio cuenta que ya se estaba haciendo tarde. – Probablemente deberíamos volver. Ya casi es hora de que se reanuden las clases. – le recordó.

Trucy retrajo al Sr. Hat de vuelta en su capa. Quería enseñarle un truco más, pero sabía que él tenía razón. – Sí, supongo que tienes razón. Siéntete libre de venir a acompañarme aquí alguna otra vez. ¡Tendré más trucos nuevos para enseñarte! – Se despidió con la mano mientras lo veía marcharse.

– Eso me encantaría. También, tengo una amiga que me gustaría presentarte. ¡Creo que ustedes dos se llevarán muy bien!

– ¡Espero con ansias poder conocerla!

Hitohito bajó por las escaleras. No fue exactamente lo que esperaba que sucediera hoy, pero al menos le sirvió para distraerse de sus problemas con Ren.

(«Qué chica tan agradable. ¡Apuesto a que será una gran amiga para Shouko!»)

26 de septiembre, 1:02 PM

Escaleras – Preparatoria Itan

Tadano bajó varias escaleras para volver a clase. Por el camino, se topó con su profesora, que le pidió que se acercara.

– Sr. Tadano, tengo un trabajo importante para ti, que eres el único que puede hacerlo. – le dijo. [Kometani: Ella es perfectamente capaz de hacerlo. Simplemente quiere evitar la fatiga...]

– Perdón, pero tengo que volver a clase. – replicó Hitohito.

– Será rápido, lo prometo. Sólo necesito que vayas a buscar unos registros en los archivos de la biblioteca de la escuela.

Hitohito pareció sorprendido. – ¿Allá? Pero pensé que a los estudiantes no se les permite entrar en esa área.

La profesora negó con el dedo. – Sólo a los estudiantes ordinarios. Los representantes de la clase son una excepción. [Kometani: Está mintiendo, no lo son.] Pero necesitarás esto. – Le entregó su identificación de personal, y un papel con algunas instrucciones. – Mi identificación te permitirá entrar a la sala. Una vez adentro, ve a la computadora que está atrás. En este papel está todo lo que necesitas saber sobre lo que estás buscando. Cuando hayas terminado, por favor deja todo en mi escritorio y vuelve a clases. ¿Está todo claro?

– Sí, señora. – asintió Hitohito. – Enseguida lo haré.

Se guardó el papel y la identificación y se dirigió a la biblioteca. Por como sonaba, sería un trabajo rápido, probablemente no le llevaría más de quince minutos a lo mucho. Al menos, eso le daría una excusa para llegar algo tarde a clases.

Poco sabía, que alguien lo estaba siguiendo desde las sombras todo el camino hasta ese lugar...

Esta historia continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top