~14~
El orfanato era una vieja iglesia reformada, con la fachada algo derruida y un bonito jardín donde a primera vista jugaban unos niños con un balón y mas allá unas cuantas niñas saltaban la soga. Unas pocas monjas cuidaban a los niños que jugaban y otras caminaban atareadas en diferentes actividades, mientras Mikael y Luna caminaban por el estrecho sendero de grava hacia la puerta de lo que seria la oficina de recepciones.
Una mujer de cabello corto y algo cano, con grandes gafas de lectura colgando de la punta de su pequeña nariz, los miro por sobre el lente y sonrió un poco forzada.
―Bienvenidos al hogar San Agustín, ¿en que puedo ayudarlos?
―Mi nombre es Erik Meyer y ella es mi esposa Kassandra ―respondió Mikael esbozando una sonrisa seductora, necesitaba encandilar a cuantos pudiera para obtener la mayor información posible ―tenemos una cita con la madre superiora la señorita Maura.
Efectivamente como esperaba la dama, aunque estaba bastante entrada en años, no pudo evitar sonreír embobada con la sonrisa de Mikael, revisando apresurada el registro.
―Si, aquí dice que tienen cita para las diez ―consulto su reloj ―llegan ustedes muy puntuales.
―Intentamos ser responsables, no queremos que pierda usted su valioso tiempo.
―Es usted un hombre muy amable, señora es tan afortunada.
Luna fingió una sonrisa y asintió tomándose del brazo de Mikael con actitud romántica.
―No se imagina cuanto.
―Hacen una bella pareja ―suspiro la mujer, luego se coloco mejor las gafas y señalo el corredor que estaba a la derecha de ambos ―por favor sigan por ese corredor hasta la puerta de que se encuentra el final en color marrón oscuro, la madre los debe estar esperando.
―Muchas gracias ―respondieron ambos y caminaron por el corredor indicado observando el sitio con ojos críticos.
―Es demasiado deprimente para ser un lugar donde hay tantos niños pequeños ¿no lo crees? Y también algo antiguo ―comento Luna como si adivinara los pensamientos de Mikael.
―Bastante ―dejo salir el aire con lentitud cuando alcanzaron la puerta y tomo la manos de Luna de manera inconsciente antes de llamar.
―Tranquilo, todo saldrá bien.
―Gracias Luna, no sabes lo bien que me hace saber que estas aquí este día, no podría hacerlo sin ti.
―Prometí ayudarte y lo haré, ya veras que lo encontraremos... llama.
Mikael asintió y llamo suavemente a la puerta, dentro se escucho la voz rasposa y algo apagada de una mujer, indicando que podían entrar, así que el abrió y la dejo entrar primero, luego entro el y cerro tras de si.
Lo primero que ambos notaron era la gran cruz que colgaba de la pared que estaba de espaldas al escritorio donde la monja se encontraba sentada, era aun mayor que la recepcionista pero tenia una mirada dulce que transmitía cierto sosiego, les sonrió poniéndose en pie al tiempo que los estudiaba así como ellos a ella y a la habitación, apenas iluminada con la luz que entraba por los vitrales y la lampara que estaba sobre el escritorio de madera.
―Deben ser los señores Meyer ―dijo la anciana señalando las sillas que estaban a unos metros de ellos delante del escritorio.
Ambos sonrieron asintiendo ante sus palabras y se acercaron a sentarse donde se les indico, luego ella también lo hizo y les sonrió sin dejar de mirarlos.
―Creo que hable con usted señora la semana pasada por teléfono.
―Si madre, una amistad me recomendó venir aquí cuando supo sobre mi problema ―le dijo poniendo expresión de dolor.
―Lo entiendo querida ―le respondió la anciana con una dulce sonrisa ―no debe preocuparse mas, intentaremos darle un poco de felicidad a ustedes y a uno de los tantos niños que tenemos aquí.
―No sabe cuanto ansió eso ―le contesto Luna ―tenemos tanto amor para dar, y lamentablemente yo no... ―fingió sentirse muy dolida para continuar, entonces Mikael la consoló y miro a la madre superiora con angustia.
―Esto es tan doloroso para nosotros, lo hemos intentado todo, pero desafortunadamente no logramos tener hijos propios, ansiamos mas que nada formar una familia, entonces comprendimos que todo este amor que tenemos en nosotros debe ser para un niño que lo necesite realmente.
―La adopción es un acto de caridad cristiano, el señor se los recompensara, trayendo a su vida un niño que efectivamente necesita de ese amor.
―Lo entendemos, por eso lo pensamos bien y decidimos que queremos adoptar.
―Lamentablemente cada día hay mas niños huérfanos, tantos que no sabemos ya que mas hacer, son tantos y tenemos tan poco para mantenerlos.
―Esperamos que esto les sea de ayuda madre, por suerte mi esposo es un hombre trabajador y muy responsable ―le dijo Luna sacando un sobre con una buena suma de dinero ―nos gustaría ser benefactores, dar nuestro granito de arena, espero no la incomode ―le paso el dinero.
La anciana lo tomo, colocándose las gafas para leer y mirando dentro del sobre, luego levanto la mirada hacia ellos y sonrió guardándolo en uno de los cajones bajo llave.
―Son tan amables, todo ayuda es bienvenida.
Luna y Mikael sonrieron y se sentaron mas derechos tomándose las manos.
―Entonces, ¿usted cree que tendremos alguna oportunidad para conocer a los niños y ver si podemos adoptar a uno de ellos?
―Lamentablemente debo informales que no tenemos bebés recién nacidos en estos momentos, se que las parejas jóvenes como ustedes buscan niños pequeños para criarlos como propios desde el inicio.
―Pero no es nuestro caso ―le dijo Mikael
―Mi salud es delicada ―intervino Luna ―no puedo cuidar de un bebé recién nacido, nosotros buscamos una niño o una niña de mas edad, sabemos que siempre buscan a los recién nacidos, pero nosotros pensamos que todos merecen una oportunidad.
―Son unos ángeles sin dudas ―se maravillo la anciana ―aquí tenemos niños de todas las edades, estoy segura que aquí esta ese niño afortunado que tanto buscan.
―¿Hay niños de alrededor de los 6 o 7 años? ―pregunto Mikael intentando mantener la calma.
―En estos momentos tenemos una niña de esa edad y dos niños. Los demás son mas pequeños y mucho mas grandes, desafortunadamente algunos llevan tanto tiempo aquí que es improbable que sean adoptados.
―¿Podremos conocerlos? ―insistió Mikael casi ansioso.
―¿Puedo preguntar porque esa edad específicamente?
Mikael se tenso pero Luna mantuvo la calma, suspiro pesadamente y miro a la anciana con ojos llorosos.
―Nosotros tuvimos un hijo que murió a esa edad, su habitación, sus cosas, todo permanece en casa intacto, a riesgo de que parezca extraño, sentimos que adoptar a un niño de su misma edad seria como darle la oportunidad que pudo tener nuestro hijo.
―¿Y puedo ser indiscreta al preguntar como falleció el niño?
―Una extraña enfermedad, fue todo tan repentino ―intervino Mikael reaccionando ―un día estaba bien y al otro estaba internado en un hospital luchando por su vida.
―Lamento mucho su perdida ¿hace cuanto tiempo sucedió esto?
―Hace dos años, intentamos reponernos, tener mas hijos, pero como le dije por teléfono mi salud es delicada, y ya no puedo volver a ser madre, no es algo que me lleve a la muerte pero si debo ser cuidadosa, solo eso.
―Comprendo, creo que estudiare su caso y esperare a que me lleguen los papeles corroborando todos sus datos, pero mientras los llevare a conocer a los tres niños de los que les hable, mas adelante hablaremos sobre como continuar.
―Muchísimas gracias madre ― replico Luna ―los papeles se los traerán nuestros abogados cuando usted nos pida hacerlo.
―Veremos como les va este día y ya después veremos eso.
Se puso en pie lentamente y les indico que la siguieran.
―Los llevare al patio a esta hora están todos en los jardines.
Mikael de nuevo tomo la mano de Luna como si se aferrara a una tabla de salvación en medio del océano, eso la hizo sentir importante, sonrió y camino a su lado hasta el patio interior opuesto al que vieron al entrar.
―Esos de allá jugando con el balón son los niños, el de cabello castaño es Daniel, tiene 6 años, su madre fue una de nuestras niñas tiempo atrás, lastimosamente al salir no le fue muy bien, cuando vino buscando ayuda ya estaba muy mal de salud y embarazada, murió al nacer el bebé, fue muy triste, el otro niño fue abandonado aquí por su abuela, al parecer su madre lo abandono dejándolo con ella y aquella que esta allí sentada leyendo es la niña de la que les hable, su nombre es Ileana, ella nació en Australia, la trajo una antigua maestra que trabajaba aquí, murió hace unos años, nunca nos dijo como llego Ileana a ella, solo nos pidió que la cuidemos y así lo hicimos.
Mikael apretaba tan fuerte la mano de Luna que esta tenia problemas para disimular el creciente dolor, así que se aparto un poco de el y metió las manos en los bolsillos de su chaqueta.
―Que bonita niña ―dijo sonriendo ―siempre desee tener una niña, ¿tu que dices mi amor, intentamos hablar con ella?
Mikael tan solo asintió y la siguió cuando ella camino hacia la niña que al verlos bajo el libro y se los quedo mirando.
Luna sintió que se estremecía de pies a cabeza porque cuando sus ojos se encontraron con los de la niña tuvo la certeza absoluta de que al fin habían encontrado a la hija de Mikael, esa niña tenia su misma mirada.
―Hola Ileana, mi nombre es... ―miro sobre el hombro para ver si la madre superiora estaba cerca, pero la mujer se mantuvo en su sitio a cierta distancia para darles privacidad y espacio mientras ellos conversaban con la pequeña ―mi nombre es Luna.
―Que bonito ―le contesto ella sonriendo y luego miro a Mikael, se inclino hasta estar a la altura la niña, hincando la rodilla en el suelo.
―Mucho gusto Ileana yo soy Mikael.
―¿Ustedes viene para adoptar a uno de nosotros?
―Por ahora solo queremos conocer...
―Si ―interrumpió Mikael de inmediato ―queremos adoptar y pensamos que te gustaría ser nuestra hija.
Luna se lo quedo mirado tensa, Mikael estaba apresurándose a sacar conclusiones, pues si era verdad que la niña se parecía mucho a él, no era seguro que fuera su padre, antes debían hacerle alguna prueba de adn, ademas olvidaba que ellos no estaban casados y para adoptar debían estarlo, eso sin contar con que le habían dado nombres falsos a la madre superiora.
―Mikael nosotros deberíamos...
―¿Te gustaría?
Ileana los miro y luego asintió sonriendo.
―Entonces lo haremos, te adoptaremos.
―¿Cuando?
―Pronto, me encargare de que sea pronto ―le aseguro Mikael.
Luna tenso la mandíbula y dejo que Mikael lo manejara por el momento, pues comprendía que el estuviera tan entusiasmado pero en cuanto salieran de allí, tendría que tener una larga conversación.
Se quedaron unos minutos mas conversando con la niña, no muchos para no llamar la atención de la madre superiora, luego regresaron junto a ella.
―¿Que les pareció nuestra pequeña Ileana?
―Es encantadora, muy correcta y amable ―le dijo Luna.
―Fue educada fuera del orfanato, la mujer de la que les hable antes, se encargo de su educación, siendo una niña tan bella y adorable, nunca entendimos porque no se lograba una adopción, siempre que una pareja estaba interesada, de pronto ya no lo estaban y parecía que algo los hacia detenerse.
Luna y Mikael se miraron entre si.
―Madre, nos gustaría hablar con usted en privado nuevamente, si es posible creo que hay algo que debe saber ―le dijo Mikael.
La mujer se los quedo mirando intrigada, asintió y los guio de nuevo al interior del edificio, cuando todos estaban sentados, Mikael saco de su bolsillo una tarjeta de presentación y se lo entrego a la monja, esta lo tomo, leyendo y luego lo observo sin comprender.
―Mi nombre verdadero es Mikael Cameron, y ella es mi prometida Luna Collins, si me deja que le explique con calma, el motivo por el cual le mentí, se que comprenderá mis reservas iniciales.
La monja los miro unos minutos, luego cruzo los dedos sobre la mesa y asintió, prestando atención al relato que Mikael comenzó a hacer inmediatamente. Para cuando termino de hablar, la madre superiora se secaba los ojos con un pañuelo y se apoyaba contra el respaldo de su silla.
―No comprendo como es que hay mujeres tan crueles ―dijo conmovida.
―Es por eso que no podía decirle quien era, ahora creo que puedo confiar en usted y en que me ayudara, ¿seria tan amable de decirme si Dana Sanders es una de las benefactoras de este orfanato.
La monja se altero y asintió.
―Lo es desde hace casi 7 años, prácticamente desde que...
―Desde que la niña llego aquí ¿verdad?
―Si.
―Madre se que esto que le pediré es poco común, pero ¿usted cree que seria posible que me permitiera hacerme una prueba de adn?
―Por lo general le pediría una orden judicial señor Cameron pero en vista de lo sincero que fue conmigo y de la historia que me contó podría permitirle que se hiciera la prueba por supuesto tengo que acompañarlo.
―No hay problema, lo haremos juntos.
―Señor Cameron, si la prueba sale positiva, usted entiende que deberá pedirle a un juez que le entregue la custodia de la niña de manera legal y que la madre, quizás quiera reclamar también ese derecho.
―Si, lo se, pero la prueba de adn no la hago con la intención de ir hasta el juez para pedir la custodia de la niña, no le daré a Veronica la mínima posibilidad de tener el poder de arrebatarme a mi hija, la adoptare.
―Para adoptar debe estar casado ―le recordó la madre superiora.
―Lo estaré, mi prometida y yo nos casaremos en poco tiempo.
Luna lo miro boquiabierta.
¿Que ellos que?
―Sabe... siempre estoy de parte de la justicia y de que las cosas se hagan de manera debida, pero tengo la corazonada de que en esta ocasión debo confiar en usted y apoyarlo en esto, ahora pienso en tantas cosas que han pasado a lo largo de los años desde la llegada de Ileana y todo encaja a la perfección, usted a sufrido por casi 7 años la perdida de su hija y yo al menos le puedo dar la tranquilidad de que siempre fue tratada con amor, la protegimos y la amamos, intentando que no le faltara nada, o al menos le dimos todo lo que nos fue posible.
―Le creo y le aseguro y cuando se aclare la situación de Ileana, me encargare en persona de que el orfanato continúe teniendo lo necesario para la gran labor que realizan, creo... ―miro a su alrededor ―que necesitan mucho mas que un puñado de dinero, restauraremos el lugar, lo haremos propicio para ustedes y sobre todo para los niños.
―Es usted muy generoso señor Cameron.
―Es lo menos que puedo hacer por las personas que cuidaron tan bien de mi hija, porque, estoy seguro de que esa niña es mi hija.
Después de un rato mas de charla, en la cual Luna casi no intervino, salieron de allí. Esta que hervía por dentro por todas las atribuciones que el se había tomado con respecto a ella. Decir que se casarían, que adoptarían a la niña, que ellos estarían juntos por tanto tiempo.
―¡Como te atreves! ―le grito furiosa dentro del auto ―Eres un maldito infeliz, ¿porque le dijiste a la madre superiora que nos casaríamos?
―Porque lo haremos.
―¿Que? ¡Claro que no!
―En pocos días veras que si ―fue lo único que respondió mientras ponía en marcha el vehículo.
Luna tuvo una amarga sensación en la boca del estomago, volvió a pensar en lo del embarazo y gimió con angustia.
―Dejame aquí por favor, iré a ver a mi madre con mi hermana.
―Las puedo llevar ―ofreció Mikael de inmediato.
Luna lo fulmino con la mirada y negó.
―Ya tuve suficiente de ti por este día Mikael, dejame hacer esto con mi hermana sin pretender intervenir en mi vida, después de todo ya tomaste todas las decisiones por mi ¿verdad?
―Luna...
―Mikael me duele la cabeza, en serio me quiero bajar.
―Esta bien, lo siento.
―Como sea...
Luna bajo y cerro la puerta con mas violencia de la que pensó, se llevo la mano a la frente y se la froto con cansancio repentino, luego llamo a su hermana y le dijo donde estaba, sentándose a esperar que pasara a recogerla, ese día parecía no tener fin...
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