VIII

Era un nuevo amanecer con una nueva perspectiva, con una nueva meta y el destino escrito entre los cráteres de la luna que le escuchó sollozar por las noches. Ahora estaba tranquilo con lo que sea que pasará, estaba más dócil; dejaba que le adornarán con la respectiva joyería de la jerarquía y llevaba sin molestia la piel de lobo para el invierno. Estaba dispuesto a encajar un cierto tiempo hasta que conociera las rajaduras que lo llevarían a los corazones de sus enemigos.

Analizaba todo en silencio, estudiaba la sociedad en donde ocupaba un puesto alto en su jerarquía y hallaba todas las fallas que aquella nación había incurrido. Era una sociedad injusta, déspota y terrible, desplazaban a los débiles y reforzaban a los más fuertes; lo podía ver en los líderes.

Jungkook era el más fuerte de la nación, con dibujos permanentes adornando su piel, cicatrices en sus brazos y su rostro que simbolizaban las luchas que había vencido. Siempre caminaba con la cabeza en alto y hablaba con autoridad a sus súbditos, la piel de lobo que le protegía del frío era una más pesada y brillante; otra de sus conquistas, suponía.

Hanbin, el padre de Jungkook y el segundo en jerarquía por la edad, contaba con menos dibujos permanentes que su hijo pero aún así se lucían en su cuerpo como símbolo de pertenencia y de sus batallas, hablaba con sabiduría y autoridad, era el segundo en los discursos de guerra que su hijo daba antes de mandar a soldados para que colonizaran más territorio. Caminaba lento y cansado, piel de lobo liviana protegiendo sus pulmones del cruento invierno.

Nayoung, la madre de Jungkook, era la débil desplazada de su propia familia, en los discursos matutinos o de guerra permanecía al lado de su esposo e hijo sin decir ni una palabra, sumisa a las órdenes de su pareja y a los gritos de su hijo. Ella era más joven que su esposo, las arrugas apenas se lucían en su rostro y el cansancio en sus ojos era nulo; aunque si Jimin era honesto, veía en su mirada una insatisfacción terrible. La omega quería ser algo más que la pareja y la madre de los líderes de la nación, quería el respeto y admiración que merecía por haber traído al mundo a un guerrero como Jungkook.

Pero Byzantaria era la tierra de los fuertes, de los alfas puros que podían destruir aldeas enteras. Byzantaria era la tierra de los puros. En Byzantaria no había lugar para el coraje y la fuerza de los omegas o betas, ellos eran los débiles que estaban desplazados de la sociedad siendo vistos como sacos de parir o inútiles.

Y Jimin sabía, que en la insatisfacción de Nayoung encontraría el corazón palpitante.

;

Los ojos de su “suegra” no le dejaban en ningún momento, en todas las cenas podía sentir como aquella mujer observaba cada uno de sus movimientos, sabía que lo odiaba y que no aprobaba su unión con Jungkook, era un impuro después de todo y mancharia la línea genética que tanto habían conservado. También creía que el desprecio de Nayoung venía por la superstición que ella podía ver en la ira que las pupilas de Jimin emanaban. Ella sabía que ese omega impuro era su perdición.

“¿Quiere dejar de mirarme? Trato de comer y lo único en lo que puedo pensar es en su mirada. Basta.” Dijo Jimin en cuanto Jungkook se retiró de la mesa para atender unos asuntos militares.

“¿Por qué no te fuiste esa noche?” Preguntó mirándole a los ojos.

“¿Qué noche?”

“Cuando te escabulliste en el bosque y luego volviste, nadie te iba a perseguir, ¿por qué no te lárgate?”

“¿Quiere que me vaya?” Sonrío.

“Claro, no soporto pensar que mi hijo pueda manchar nuestra sangre al unirse con un impuro como tú, los bastardos que tengan tendrán la sangre manchada y no serán puros.”

“¿Es lo único que le importa?” Levantó una ceja, acercándose al rostro de la mujer. “¿No siente pena por mí?”

“¿Por qué debería?”

“Al igual que a usted, me cortaron las alas y me obligan a tener un perfil bajo en esta tierra que no es mía. Al igual que usted me metieron en una nación que me llena de rabia y me pisotea a pesar de tener un cargo alto en su jerarquía.”

“Esta es mi tierra.”

“¿Segura? Hasta lo que vi esta es la tierra de los alfas, ni usted ni yo tenemos un lugar entre tanta fuerza y brutalidad porque ni siquiera se detienen a escucharnos. No es nuestra tierra.”

Nayoung se levantó de la mesa azotando su platillo contra la mesa, llamando la atención de los presentes, se agachó hasta estar nariz con nariz a Jimin y mirándole profundamente le dijo:

“Quiero que te largues, quiero que desaparezcas de mis tierras y te evapores para nunca volver.”

“Yo también quiero hacerlo.” Le dijo mirándolo con enojo y cansancio. “Pero no me iré hasta tener lo que quiero.”

“¿Y eso qué es? Para dártelo y así tenerte fuera de nuestras vidas.”

“No creo que pueda.” Ladeó su rostro para mirar a otra dirección que las pocas arrugas de Nayoung. “Tampoco quiero quedarme, yo no fui criado en la tiranía de los alfas, en mi hogar todos éramos iguales y tan importantes como un insecto.” Volvió a mirarle. “Cuando tenga la oportunidad me largare de aquí, no quiero ser parte de esta creciente nación que solo ha sabido cosechar sangre.”

Nayoung se retiró, los pasos se hacían cada vez más lejanos al oído de Jimin. Una vez más comía solo en aquella mesa tan larga, una vez más sentía los ojos de miles que le observaban con muchos sentimientos que iban más allá de la curiosidad. Se sentía desnudo ante ellos, vulnerable, sabía que esperaban el momento exacto para rasgar su piel y dejar nada de su existencia.

O solo era la ansiedad que todo le causaba, la depresión y el trauma aún no le abandonaba, solo crecían cada vez más y más. No soportaba que lo miraran solo a él y esperarán al siguiente de sus movimientos.

También se retiró de la mesa dejando su plato a la mitad, con la cabeza gacha y mordiéndose el labio salió del comedor, sintiéndose derrotado por bajar la mirada a unas cuantas miradas. Aunque no debería importarle ya que su guerra no era contra aquellos desconocidos, sino con los que conocía muy bien su nombre.

“¿Y que nos trajo el viento?” Escuchó muy cerca suyo, lo rodearon en cuanto se alejó por demás de su ruta diaria. “El premio de Jeon.” El hombre que le hablaba se atrevió a tocarle los cabellos y levantarle el mentón para que sus ojos se encontraran. “Pero vaya que eres precioso, sí que obtuvo un buen botín, ah.” Sostuvo fuertemente su mentón y haciendo el ademán de susurrarle dijo: “Si hubieras sido mi botín no te dejaría salir sin antes haberte llenado de esperma, ya te tendría redondo con mis hijos.” Le dijo en voz alta humillandolo frente a los demás alfas que se reían al unísono.

El coraje se formó en Jimin, pero antes de que pudiera darle un rodillazo en la ingle alguien más ya tenía al alfa en el piso sangrando por la nariz: Jungkook.

No supo en qué momento llegó, pero ya se había abalanzado al alfa y lo molía a golpes, como un salvaje envuelto en adrenalina. La sorpresa era grande, más aún cuando lo escucho decir: “Vuelve a hablarle así a mi pareja y juro que te mato, ¿me oíste?”

El gesto no movió nada en él, solo era la pelea de dos bestias que batallaban por ser el que tenga las bolas más grandes y la testosterona más fuerte. Jimin se retiró del lugar volviendo a su ruta, pensando en como la voz de Jungkook rugió al decir aquello.

En su camino se topó con una omega que ya conocía, no recordaba su nombre pero sí la calidez que le dio en la celda. Ella le sonrió y se dio el lujo de venir hacia él para acompañarlo en la fría noche de invierno.

“Hola.” Sonrío. “¿Cómo ha estado?”

“Bien.” Asintió. “¿Usted?”

“Ahí vamos.” Sonrío dulcemente. “Me alegra saber que ya…se resigno.”

“Nunca me resignare.” Dijo. “Nunca tomaré esta tierra como la mía, pero supongo que ya acepté las cosas.”

“Así es la vida…”

“No la mía.” Negó con la cabeza, comenzando a caminar siendo seguido por la omega. “Mi vida no comenzó aquí y no pertenece a estas tierras. La vida no es así, no la mía.”

“Lo lamento, pero creí que la resignación podría calmar su corazón lleno de dolor.” Dijo ella siguiendo su paso. “A veces eso es lo que necesitamos, resignarnos al camino en el que la luna nos puso.”

“Tal vez.” Ladeó la cabeza.

“Además, está unido a un alfa proveedor, un alfa fuerte y que le dará todas las comodidades sobre todo en su posición.” Suspiro, en aquel gesto Jimin encontró muchas interrogantes y una curiosidad enorme, ¿por qué suspiraba como si su corazón palpitara por el alfa?

“No me importa en realidad, en Jungkook solo veo la muerte de los míos.”

“Ya veo…” Susurró con pena, con algo de esperanza incluso. “Pero él no es malo.”

“¿No lo es?” Soltó una risa entrecortada.

“No lo es, sólo sigue su posición de líder y de guerrero, tiene bondad en su corazón que si se da el tiempo de conocer lo entenderá.”

“Perdón pero no me interesa, para mi él es el peor hombre en esta tierra. Sobre todo al haber quemado mi vida solo por el deseo de poseerme.” Explicó con rabia en sus palabras, coraje de pensar que en cierta parte era el causante de su propia desgracia.

El deseo de Jungkook hizo que su vida ardiera. Tenía parte de culpa.

Sus palabras parecieron afectar a la omega, estaba muy sorprendida y al parecer triste, la curiosidad calaba aún más en Jimin.

“De todas formas, ¿cual es tu nombre? Quiero agradecerte por ser la única que me mostró compasión cuando solo era un prisionero y el botín de Jeon.”

“Bae Joohyun.” Sonrío dulcemente. “Y no agradezcas por eso, fue un acto de humanidad que debías tener.”

Jimin sonrió asintiendo.

“Trata de darle paz a tu corazón.” Le dijo Joohyun. “Es difícil pero… trata de tenerla, no te condenes.”

Jimin solo asintió. “Buenas noches, espero verte por ahí mañana.” Dijo girándose para entrar a sus aposentos sin esperar la respuesta de la omega.

Solo escucho un suave “buenas noches” y se alejó encerrándose en las cuatro paredes que parecían cerrarse cada vez más.

Esperó como siempre a Jungkook, el alfa le había ordenado que solo entraría a la cama cuando él esté presente, sus órdenes le parecían estúpidas pero tenía que seguirlas por su propio bien. Su espera se hizo corta cuando su aroma lo ahogó y cuando azotó la puerta. Olía a adrenalina.

“Levántate.” Ordenó. Jimin obedeció. “Ven para acá.” El omega se acercó a él y en un momento de rapidez el alfa tomó su rostro para juntar sus labios. Un beso que los ahogaba, con mucho poder de por medio mientras el deseo se escurría entre las manos de Jungkook al pasarlas por la cintura de su pareja.

“Basta.” Murmuró entre el beso cuando pudo separar sus labios.

“Recibe lo que te doy.” Exigió volviendo a tomar su rostro de forma brusca.

“¡No!” Lo empujó de su cuerpo, dando un paso atrás. “Te dije que ni en tus sueños me pondrías una mano encima. No quiero esto.”

Jungkook solo suspiro, limpio sus labios con el dorso de su mano y se sentó al borde de la cama que compartían. “Entonces, si no serás un buen omega satisfaciendo mis necesidades, siquiera limpia mis heridas.”

Jimin no dijo nada, lo observó por unos segundos y fue a tomar un bote de agua junto a unas telas para limpiar las manchas de sangre que ensuciaba la cara del alfa.

Se sentó a su lado y llevó las telas empapadas a las manchas para quitarlas, hipnotizandose por el tajo que aún ardía en su mejilla; herida que él le había hecho en la noche de su unión. Sonrío complacido al ver que era difícil de cicatrizar. Jimin estaba tan perdido en la satisfacción de haber herido al alfa que no se dio cuenta de los ojos redondos que le miraban atento.

Jungkook no se movía ni podía decir nada mientras contemplaba el rostro delicado de su omega, tenía muchas ganas de pasar su mano por cada porción de piel del rostro de Jimin, quería acariciar sus mejillas y revolver sus cabellos.

Quería poseerlo, pero no quería quebrarlo.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top