Una mentira a medias.
Muchas gracias por haber leído está historia, me hace falta sacar algo del pecho y no creo que este sea mi mejor capitulo, pero gracias a quienes llegaron hasta aqui.
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Me encuentro ante el muro de los perdidos, monumento en piedra a aquellos que jamás volvieron a casa.
Mientras paseo, mi mirada se queda a curiosear entre tantas fotografías que cuelgan del monolito en la plaza central. Y en mi nace una pregunta. ¿Quien sabe cuántas historias terminaron tan prematuramente?
Admito que cuando comencé mi trabajo, lo hice con el único fin de recabar solo los datos para comprender mejor el panorama. Pero al final me encontré con tantas historias que serían imposibles de recabar en este estudio. Ahora más que nunca me gustaría que una parte de esas voces no quedaran en el olvido.
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Penitenciaría Last resting place.
A pesar de la sentencia Maheswaran se muestra durante la entrevista con una completa serenidad y una mirada orgullosa. Su tono de voz parece no mostrar el más mínimo ápice de arrepentimiento.
Cómo sabrá, ya no dispongo de mucho tiempo y se lo que va a preguntar. Evite repetir ¿Por qué lo hice? Tampoco me sermonee con "Eran unos inocentes niños" créame que no eran tan niños ni tan inocentes.
Ella me pide un cigarrillo y después de que se lo doy y lo enciendo, vuelve a hablar.
Yo no era una empleada de Marty, él era mi perro y el muy estúpido no entendió que debía limitarse a cerrar el hocico. Él solo era quien debía de conseguir lo necesario y deshacerse de lo restante.
En mi caso yo era una verdadera cirujana. Incluso después de perder mi licencia, seguía ejerciendo para aquellos que supiesen llegarme al precio. No me iba a ir a trabajar de sol a sol para aspirar a una miseria de lo que alguna vez fueron mis honorarios.
Así que un día mientras le sacaba la bala a un criminal de poca monta, me cuestione ¿Cómo es que existian tantos en esta ciudad que no le suman nada a este mundo? Fue ahí que me di cuenta del desperdicio de mi tiempo y de las oportunidades tiradas a la basura. Fue entonces que se me ocurrió una manera de lucrar y al mismo tiempo sacar de su miseria a tantos desafortunados, hacer de ellos algo más útil.
Todo fue de maravilla. En apenas unos trabajos ya estábamos haciendo mucho dinero. A la vez las calles de nuestra ciudad y de las pequeñas ciudades cercanas también lucian mejor. Nos deshaciamos de ese lastre que era la gente improductiva.
A este punto de mi vida no me queda más que cincerarme ¿Quién los iba a extrañar? ¿Acaso no era más humano evitarles una vida de miseria? Si realmente a la hipócrita sociedad les importara, no los hubiesen permitido caer en aquella miseria.
No culpó al gobierno de nadie por mis actos. Soy conciente de que esté ve solo por los intereses de los ciudadanos que si representan una parte significativa de la población producción. Pero si las demás facciones que no suman, son un problema, entonces yo no era mala, yo era una solución que pocos se atreverían a comprender y aun muchos menos a tomar.
Se detiene durante un momento y fuma de su cigarrillo.
La cosa se complicó cuando decidimos expandirnos. Nos reubicamos con todo, lejos en una pequeña bodega, a un lugar donde no existen los vecinos curiosos. También conseguimos dos tipos que eran ayudantes para Marty.
Al principio nos limitamos a hacer nuestro trabajo, pero aquellos dos.
Empezaron a meterle ideas a Marty. A pesar de sus torpes y perezosas manos quería ganar una parte más sustanciosa.
Luego se volvio más difícil trabajar con él y sus dos idiotas. Empezo Marty a mirar a las jóvenes con malicia, cerdo. Anhelaba hacer cosas que no era capas de si quiera mencionar en publico. Deseaban hacer de mi lugar de trabajo su pequeña guarida para sus extrañas perversiones.
Sabía que las cosas querian ponerse peor cuando el imbécil se canso de mirarme y empezó a tratar de tocar mi cuerpo. Además se desbordó por una vida de excesos, de seguro el infeliz seguía traumado o acomplejado.
"¿Traumado?"
Si. Estoy casi segura que Marty la debió pasar muy mal de pequeño. Ya que no podía parar de tratar de lucirse con los otros dos. Repetía que él era "el hombre" Por eso prefería golpear a los más jóvenes, ese era su delirio, su manera de decir yo no soy la perra.
Fue entonces que compre un arma y empecé a llevarla siempre conmigo. Estaba empezando a enfadarme de Marty. Yo era quien hacía el verdadero trabajo, la que tenía que poner de sus conocimientos, quién invirtió en todo el instrumental, ¡No tienen ni idea de todo lo sacrifique! No es como si tan fácilmente se abriera un cuerpo y se sacará un órgano para echarlo en hielo. ¿A quien se lo iba a vender así?
Marty empezaba a ser problematico, dejaba de arrojar los restos al horno, su deficiente trabajo perjudicó el mío, corría el enorme riesgo de contaminación y por ende perdidas para mí inversión.
La doctora hace una larga pausa.
Pero la gota que derramó el vaso fue cuando lo escuché conspirar con los otros dos. Empezaron a fantasear que con su fuerza y número podian someterme, encerrarme en una jaula y turnarse toda la noche. Fue cuando decidí desaserme de ellos, de todos. Yo no era la perra de nadie.
El asunto fue fácil de planear. Lo único que tuve que hacer era cambiarle la receta a Marty de las porquerías que se metía al cuerpo. Además agregar algo a sus bebidas con la esperanza de irlo envenenando, era obvio que tarde o temprano buscaría mi ayuda y ahí le daría el golpe de gracia.
La noche que todo ocurrió se acerco a mi área de trabajo. Venía galante con una botella corriente de whisky.
Me dijo. "Hey doc. Me parece una linda noche para celebrar" quería celebrar, no había nada por lo cual celebrar. De seguro pensó en atontarme para jugar conmigo a su antojo. Aún así supe usar esto como mi propia oportunidad. Decidida, de la manera más coqueta le indique que mandara a sus ayudantes a casa. Y que se preparase porque cuando regresará de mis asuntos, le iba a hacer algo especial.
Sonríe ella con malicia.
Le deje toda la receta surtida y me prepare para ir a casa. Dejaría que Marty se intoxicase y sin nadie que le ayudara en ese lugar, después me desaria de él.
Pero nada salió como lo tenía planeado. Cuando regrese, me encontré con un enorme desastre.
Quizá Marty estubo limpiando y creyo encontrarse con otro cuerpo sin vida en una de las jaulas. Debió creer que si yo me enteraba de que nuevamente había otro muerto desaprovechado, me enojaría y entre gritos perdería las ganas de darle el mejor sexo de su vida.
Para él no era problema echar al horno uno más. Pero si se equivocaba y el chico seguía vivo. Entonces sería un escuchar de gritos, de esos que se te quedan por siempre en la cabeza, de lo mas horrible.
Marty no se dió cuánta que este joven había fingido tragarse la lengua, tampoco pudo sentir el pulso del sucio chico, así que lo saco de la jaula y lo llevo como pudo hasta el horno. Le pareció fácil solo arrojarlo al fuego y dejar que las llamas resolvieran el asunto.
Así que Marty decidio asegurarse una vez más y pegar su oído con toda la concentración del mundo y de repente ¡Zas!
La mujer da un golpe a la mesa.
El maldito chico se aferro al cuello de Marty y lo mordio de tal manera que le hizo gritar y sangrar. Era como ver una película de terror.
Después de que el crio me hace el favor de joder a Marty, se suelta y a duras penas empieza a huir lejos, primero arrastrándose y luego de torpemente incorporarse corre entre la oscuridad. No estoy muy segura pero juraría que entre blasfemias y gritos, Marty trato de pedirme ayuda.
No comprendo si fue siempre un plan o fue a causa de un descuido. Pero el chico se había hecho de las llaves de Marty y buscaba una salida. Todo se pudrió cuando de la nada algunas jaulas se abrieron. Pues mientras Marty seguía buscando al chico, los demás vagos le iban a dar fin.
Fue entonces cuando algunos de esos jóvenes llenos de enojo, se abalanzaron contra Marty. Cómo si de una jauría se tratase, se unieron para atraparlo y destrozarlo.
Pronto el lugar se llenó de más gritos. Ninguna de las detonaciones de mi arma logro hacerlos desistir, algunos siguieron en su batalla mientras otros se movieron como ratas buscando huir.
Una locura, que me da la razón. Ellos, todos ellos eran animales. Peligrosos, sepa que entre todos arrastraron a Marty y lo arrojaron al horno.
Ojalá entienda por qué le digo que esos niños, cómo la prensa se atrevió a llamarlos, ya no eran inocentes niños, pues su inocencia se había terminado hace mucho.
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Ciudad silenciosa.
Saidy es ahora en sus propias palabras una mujer feliz y ya no esa asustada jovencita. Se le reconocio en su momento como una de las primeras en escapar y ser la que trajo la ayuda.
Después de dormir a su hermosa bebé se da un tiempo para narranos entre lágrimas como ella y en aquel entonces su novio habían terminado por accidente con los otros en el granero. Decide además contarnos lo que recuerda de su escape.
Se que muchos detalles en las noticias quedaron a la imaginación. Además será casi imposible que alguien más quiera hablar del tema con usted. Hasta yo me tarde en contárselo a un profesional. Pero creo que aún me queda algo que quiero sanar.
Como todos en aquel lugar perdí la noción del tiempo, me encontraba sola con aquellos desconocidos, asustada. Tenía poco de que mi ex-novio se había ahogado con su propia lengua y le habían sacado de conmigo...
Hace una pequeña pausa y después de respirar profundamente libera el nudo de su pecho y continúa.
Ahora que lo pienso no fue si quiera como en la adaptación de esa nueva serie que se baso en la noticia. Ya sabe, dónde cambiaron el tema con trata de mujeres. Jamás podrán igualar el frío y el dolor que alguna vez se experimento en ese lugar.
Ni siquiera la serie es fiel en el desenlace, cómo odio esa serie. Nora la principal es toda una Mary sue. Durante su escape le propone al guardia de turno que si le deja salir le hará una felación. ¡Carajo! y el tipo acepta, baja su bragueta y cuando Nora lo tiene en la boca lo muerde y el tipo muere desangrando y ella sin esfuerzo libera a todos. Menuda mentira... No ocurrió algo así, casi le arranca el cuello a ese maldito de una mordida.
Corrio el peque de aquí para allá buscando a alguien, repitiendo un nombré, solo buscando. Sin éxito trato de abrir algunas rejas antes de llegar a nuestra celda y mientras nos abría, con desesperación preguntaba si la habíamos visto. ¿Cuándo pregunté a quien se refería? El chico salió corriendo.
No tenía pinta heroica, él solo buscaba a alguien y quería lo mismo que todos, salir. Pero aún así se tomó el tiempo de ayudarnos. Y siguió a pesar de que muchos al tenerlo cerca le jalaban para arrebatarle las llaves.
El chico fue por aquí y por alla, hasta que se encontró con una barra de fierro, que servía más como gancho, se aferro a esta con fuerza y siguió corriendo.
Si se pregunta ¿Qué ocurrió con nosotros? A pesar de que nuestra jaula estaba abierta, nosotros estábamos inertes, asustados como para salir. Algo en nuestra cabeza nos impedía ayudar o actuar. Queríamos evitar enojar a nuestros captores, inclusive queríamos agradarles. ¿Que demonios nos pasaba? Yo no podía simplemente salirme y huir, no quería enfrentarlos. Temia hacerlos enojar.
Otros más grandes tomaron la iniciativa. Salieron en sigilo esperando ser los suficientes para atacar.
Por su parte el chico se topo con una pared en un callejón sin salida.
Ya no había más a dónde correr. Marty se acercó por el angosto pasillo, enojado como un perro con rabia. Todos sabíamos lo que le aguardaba al pequeño.
A duras penas el chico soltaba uno que otro desesperado golpe, y cuando uno impactaba no tenía la fuerza si quiera para mover a aquel adulto.
Aún así el chico se aferró al llavero y a su improvisada arma. Se lanzó a atacar a Marty. Pero antes de que el pequeño alcanzará a dar un golpe Marty lo recibió con una fuerte patada.
El chico cayo de espaldas casi dándose en la cabeza con el muro. Todos los demas empezaron a gritar a golpear las rejas. Algunos llenos de ira y otros parecían solo mofarse del chico. Era una locura.
Marty lo agarro y lo azotó contra la barda, contra las rejas, iba a matarlo.
Cuando Marty se disponía a devolverle la mordida en el cuello, el chico que parecía ya un trapo vio una pequeña oportunidad y con las llaves en mano soltó un último golpe que alcanzó a arañar el ojo de Marty.
Quisiera decir que supe que hacer cuando las cosa se pusieron feas. Eso sería seguirme mintiendo. Con mucha vergüenza debo admitir que fue muy diferente a lo que las noticias contaron. No fue que todos unidos nos liberamos y valientemente lo ayudaramos, no.
En mi caso tuve miedo de seguir mirando y ese miedo alcanzo otro nivel al escuchar los primeros disparos provenientes del otro lado de las jaulas. Me aterraba levantar la vista y ver como quien estaba a mi lado caía fulminado por un certero tiro en la cabeza. No pude mas que encorvarme, llorar y hacerme tan pequeña e insignificante, rogando que las sombras de los demás me cubriesen. Corrí fuera de la jaula casi como un animal que va en cuatro patas, pues a todo mi ser solo se dejaba llevar por ese miedo.
No tardo mucho para que alguien encontrara una salida y todos le siguiésemos rogando que quien estuviera al frente supiese a donde ir. Yo no podía mirar atrás y ver la pelea de los que se aventuraron a atacar a Marty, me arrepiento de no tener el coraje de voltear a ver qué ocurrió.
Solo seguí corriendo tras de alguien, hasta que mis propios pasos se encontraron con la tierra y un camino rodeado de maleza. Había salido sin saber el como, pero aún no sentía la seguridad, pues se que no me detuve hasta que mis agotados pasos se encontraron con un solitario camino pavimentado.
Recuerdo que cuando unos chicos me encontraron vagando, no pude mas que romper en llanto. No pude formar una oración coherente para pedir ayuda. Solo me atrevi a mirar atrás hasta que venía sentada segura en el asiento trasero de su auto, esperando ver salir a alguien más. Pero no fue así.
Solo quiero dejar claro que yo no fui la valiente que salio en las noticias. Que tampoco hubo una heroica joven que nos salvará como en esa serie. Alguien nos abrió la jaula, eso es verdad, pero con culpa admito que no sé si acaso él y los más valientes también lograron salir de ahí.
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En las afueras de la ciudad capital.
En un bar llamado la bola ocho, me encuentro con una ex agente del orden, quien por gusto prefiere guardar su nombre en el anonimato.
Solo me permite decir de ella que es bastante fornida y dueña de una melena larga blanquisa.
Después de que ella da un trago de whisky me mira y dice.
En aquel entonces yo fui de las primeras en ser notificada y también de los que llegaron al granero. La verdad es que no quiero revivir el impacto que fue abrir las puertas y encontrarnos con todas esa jaulas y con esa peste.
Agradezco al desconocido que la semana pasada le prendió fuego a ese maldito lugar. Enserio era un mal recuerdo para todos. Más para aquellos que perdieron a un hijo.
Pero lo que ocurrió después. Trate de imaginarse a todas esas familias y el cómo se agolpaban sobre la puerta de la estación y en el hospital. Todas esas personas con fotografías en las manos y entre lágrimas exigiendo saber si su pequeño Piddy estaba entre los jóvenes encontrados. Recuerdo sus rostros de decepción, sus despectivas palabras que no eran solo para nosotros.
Todos esos rostros llenos de enojo. Que no paraban de maldecirmos por no haber llegado antes, nos repetian "Por su culpa mi niña puede estar muerta o ¿Dónde está mi hijo?" Fue una pesadilla recuperar todos esos cuerpos.
No los culpo, entiendo lo difícil para las familias, el tener que aceptar que esa persona querida aún no ha vuelto a casa, que no solo deja un lugar desocupado en la mesa. Es jodido y más jodido ni siquiera saber si acaso está muerta o sufriendo en vida. La angustia mata más de lo que uno se imagina.
La ex oficial da otro trago a su bebida y sin dejar de mirar hacia la barra.
La verdad es que muchos de los jóvenes encontrados no tenía a dónde ir, entiendo si terminaron buscado seguridad en una pandilla o en las calles. Me inquieta saber qué algunos, los más pequeños no tenían un lugar al cuál llamar hogar. No había una familia que los esperase o si quiera supiera quienes eran. Nadie quería recibirlos, así que los borramos y lo repartimos sin saber su destino.
Muchas veces por las noches me pongo a pensar si acaso alguno de ellos habrá llegado a buen puerto. Algunos apenas si recibieron tres consultas con un psicólogo, pero otros simplemente les llegamos a perder el rastro. Como le dije, me inquieta pero la verdad es que no había modo de ayudarlos a todos.
Eso sí, algunos volvieron a los malos pasos y a esos los encerramos... Cómo si eso les fuera a ayudar.
La ex oficial parece ponerse reflexiva pero sin cambiar su tono de voz me explica.
Hace poco oí en la radio que uno de esos chicos, se despertó en la oscuridad de una habitación y en defensa propia apuñaló a una joven que trato de ayudarle. El drogado chico de seguro seguia creyendo que aún está en peligro su vida, que venían por él. Pobre de esos dos.
¿Los dos? ¿Qué le ocurrió a él?
El joven en algún momento recupero la cordura y se dió cuenta de la horrible verdad. Descubrio que su mente ya no tenía arreglo, que no podía tener una vida normal. Sabrá cómo demonios creyó que por el bien de todos a su alrededor era preferible huir de la escena, para después saltar de un puente. Termino por fin con la angustia, todos sus problemas terminaron en aquel rio, ya no quiso poner a nadie más en riesgo.
Algunos otros les dió el síndrome del superviviente o algo asi, no lo sé, yo no sé mucho del tema. Digamos que es como sentir culpa, culpa por haber sobrevivido. De eso jamás se habló y después quedó en el olvido, enterrada bajo otras nuevas y escandalosas noticias. Ya sabe cómo el extraño virus ese.
Pero le digo una cosa. Aquello fue para quienes lo vimos, algo que cambio nuestra forma de seguir. Mi compañera Topacio, no volvió a ser la misma, y eso que era una tipa ruda de pocas palabras. No fue mucho después de estar tantos días en la investigación. Le costaba dormir por las noches al punto de que casi comete una tontería, por su propio bien se decidió por retirarse de la fuerza y dedicarse a otra cosa.
Sólo espero que al igual que Topacio y que donde quiera que hayan llegado esos chicos, encuentren algo de esa paz que tanto les hacia falta.
***
Me doy cuenta de tantos cabos sueltos en aquellas historias. Como una verdad que nadie quiere tocar. Creo que emocionalmente no puedo continuar con esto.
Debo admitir que subestime la tarea y que doy por concluido mi investigación.
Con aún más preguntas que respuestas.
Atte: La aspirante a investigadora Peridot Birkin.
(Está historia continuará)
Espero les guste el próximo capítulo.
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