Capítulo 8: Promesa

Acabamos de salir de mi casa, estoy siendo guiada por Airón. Él avanza delante mío manteniendo cierta distancia.

Caminamos por las calles de la ciudad, pero no estoy prestando atención a lo que me rodea, mis ojos no se apartan de su espalda.

En medio del silencio, mientras esperó con ansias el poder cerrarle la boca, me invaden los recuerdos de la academia.

No me había dado cuenta, pero ya tiene el aspecto de un hombre. Su espalda ancha y entrenada resalta bastante.

Por un momento mire hacia mis hombros, tratando de hacer la comparación. Obviamente, mi contextura es diferente. A pesar de que entrene tanto o más que él, no tengo el mismo físico. Soy más pequeña.

Desde que tenía doce, he crecido con Airón. Viéndonos en las clases, por la ciudad, entrenamientos, biblioteca, pasillos de la academia y... cualquier otra parte de Belidas. Quizás por eso nunca noté lo mucho que crecimos, ya no somos niños.

Lo siguiente en que me enfoque fueron sus manos. Las mantiene formando un puño, al igual que yo. Estoy segura de que está ansioso por pelear conmigo, pero no va a salir como él espera. Voy a vencerlo.

Luego de una corta y silenciosa caminata, llegamos al objetivo: la academia de guardianes.

No me sorprende que quisiera venir aquí, a decir verdad, me parece el lugar indicado.

Saltamos la pared que rodea el edificio principal, estamos entrando sin llamar la atención, de lo contrario dudo que nos dejen pasar. Vamos a hurtadillas, para así llegar al patio.

Sin importar que esté oscuro, avanzamos de manera ágil, nos conocemos este lugar de memoria. Sabemos que zonas hay que evitar y por donde está más descuidado.

Seguimos hasta por fin llegar a la zona de entrenamiento de la academia.

Un gran lugar sin techo, con suelo de tierra y diferentes partes en las que practicar. Hay una piscina a lo lejos, una parte de arena y una llena de muñecos de práctica de madera.

Extrañaba venir aquí, es como mi hogar. Mis mayores alegrías en la academia las conseguí aquí. Al igual que algunas derrotas...

Airón se adelantó tres pasos y se dio vuelta, por fin cruzamos miradas desde que salimos de mi casa.

Me molesta... me molesta mucho como me ve ahora, parece que... me tiene lastima. Hubiese preferido su habitual mirada desafiante, la que me invitaba a pelear o competir.

Está oscuro e igual, conozco tanto a Airón, que no necesito ver por completo sus muecas, mi mente rellena al instante lo que falta. Lo vi miles de veces, nos enfrentamos cientos, y, aunque él dice que me derrotó más veces, se que es al revés, yo soy la que lleva más victorias.

Pero eso no importa, hoy se aclara todo.

Ambos sacamos nuestras runas al mismo tiempo, ya sabemos cómo es el procedimiento.

Mi corazón volvió a latir con fuerza, entusiasmado, pero cubierto de ira. Lo que hizo cuando estábamos con Smile fue demasiado, no tenía el derecho de tratarme así.

Siempre se creyó mejor, como si pudiese mandonearme y ahora ya no estoy de humor para soportar su arrogante actitud.

Absorbimos nuestras runas y desenvainamos nuestras espadas.

No hace falta decir nada más, lo diremos todo con nuestras acciones. No hay profesores que intervengan, ni espadas de maderas o excusas que valgan... Esto se acaba aquí.

Nos abalanzamos en el mismo momento y chocamos nuestras espadas. Midiendo fuerzas para ver quien toma la delantera.

Pero no vine a competir, estoy aquí para ganar. Por eso hice a un lado su guardia y empecé a arremeter con todo.

Sé que ataques no me conviene hacer, sé cuáles van a ser sus reacciones, conozco sus hábitos y estilos, por eso debo tomar ventaja de ello y abrumarlo, voy a marcar el ritmo de la pelea desde un comienzo.

Empecé a lanzar cortes en todas las direcciones, para que no supiese cuáles son mis intenciones. Aún así, él está firme, no se mueve.

Esta vez, no intente golpearlo, le di un fuerte empujón, logrando que retroceda un paso.

Corte Rápido —conjure y mi espada brillo de un color blanco—. Tajo perfecto. —Sume a mi anterior habilidad, no voy a contenerme.

A la velocidad de un parpadeo, me acerque a él y ataque con todo lo que tengo.

Airón logró recibir el ataque con su espada y al chocar con la mía, sentí como sus pies se hundieron un poco en la tierra, pero no se movió.

Se quitó mi arma de encima y me dio una fuerte patada en el pecho, haciendo que retroceda.

Filo mágico —conjuro Airón y contraataco.

Esa habilidad es muy molesta, le permite cortar con facilidad la magia. Eso quiere decir que es muy buena para limitar al combate a una lucha de fuerzas. Algo que le viene bien, ya que dos de sus runas son potenciadoras físicas.

Empecé a retroceder mientras desvió los ataques que lanza. Está siendo mucho más agresivo que de costumbre, su estilo suele ser más lento y ortodoxo.

No puedo quitármelo de encima, me cuesta mantener la guardia.

Corte Preciso —Activo su siguiente habilidad y su espada brillo de color blanco, antes de que esa luz saliera disparada en mi dirección.

—¡Tajo Perfecto! —grité y me enfoque en cortar esa habilidad mágica.

Y, aunque por poco lo logré, caí sentada al suelo.

No es la primera vez que Airón logra derribarme, muchas veces lo hizo en los entrenamientos. Pero nunca había tardado tan poco.

—¿¡Por qué me miras así!? ¿¡Te vas a quedar ahí parado sin hacer nada!? —grité enfurecida al ver que me seguía mirando con lástima.

Enterré una de mis manos en la tierra y dejé mis manos marcadas al formar un puño para tratar de dejar salir este enojo que me cubre.

Me levanté de golpe y fui de nuevo a atacarlo.

—¡Cor... —Y antes de que activara alguna habilidad, él me interrumpió dando un salto y poniéndose a la ofensiva.

Siento sus golpes muy fuertes, me obliga a retroceder y mientras me esfuerzo por no perder mi guardia, él dio un giro extraño y me quitó mi espada de un golpe. Traté de agarrarlo y hacerle una llave, ya que lo tengo cerca, pero Airón se me escabullo por un costado y me dio una patada en la espalda.

Me mantuve de pie, esperando otro ataque y nada.

Agache la cabeza y sin voltearme a verlo, espere unos segundos para respirar.

Mi espada está lejos, ataque a lo loco y terminé cansándome, se acabó...

—No vas a darte por vencida, ¿verdad? —dijo sin moverse de donde está.

Me giré y antes de responderle, vi como él tiró su arma a un costado y levantó los puños para pelear.

—¿Te estás burlando?

—No —respondió a secas.

Respire hondo y sin pensarlo mucho, me lance por él.

Puñetazo que arroje, puñetazo que esquivo.

Además, los golpes que el lanza si me dan. Pero no duelen, ni siquiera se está cubriendo con magia. Es como... si fueran empujones. Que vergonzoso...

Logró darme varios seguidos en la cara, por lo que retrocedí. El no sentir dolor me molesta, estoy cansada de esto.

—¡Deja de estar jugando, Airón!

—¿Ya vas a rendirte?

Apreté los dientes molesta. No quiero hablarle.

Corrí hacia él, con el brazo listo para aprovechar el envión que tome, y cuando lance el golpe, el solo se movió a un lado para esquivarlo y me empujo por la espalda.

Caí de rodillas y para no irme al suelo, puse mis manos. Es tan humillante todo esto... no lo soporto.

—Levántate —dijo desde su lugar.

—¡Cállate, no quiero escucharte!

—¿Te rindes?

—¡Sí! ¿¡Contento!? —grité y rompí en llanto—. ¡Ya puedes estar contento, no voy a ir mañana! ¡Se acabó, no tienes por qué seguir viéndome con lástima!

—Yo no t...

—¡Vete, Airón! —Sin voltear a verlo, agarré algo de tierra y empecé a tirársela— ¡Déjame sola!

Luego, me quedé quieta, sollozando, mientras veo las marcas de mis dedos en el suelo.

—Tú ganas... —murmure—. Estoy cansada de todo esto... Se supone que todo sería mejor y lo único que hace es empeorar. Ni siquiera puedo pelear contigo... Ya no se qu...

Sin darme cuenta, Airón se acercó y me abrazó por la espalda. Ni siquiera sentí cuando se agachó.

—Nunca te mire con lástima —susurró al lado de mí oreja—. Me duele no verte tan animada, ni actuando orgullosa o comportándote como la mejor. No puedo soportar mirarte y encontrarte con la cabeza agachada. Me duele.

Mientras lo escucho, no puedo quitar mi vista de sus manos. Están juntas, encima de donde me lastimaron en mi primera misión. Son bastante grandes, las de un hombre.

Nos quedamos en silencio, con el sonido que hago al sorber mi nariz.

—No quiero que vayas a la misión... porque no sé si podré protegerte. Como no estás segura de lo que debes hacer, no puedes pelear bien —dijo con sutileza—. No podría soportar que te pasará algo...

Que palabras tan dulces... Jamás pensé escucharlo decir eso. Estoy en blanco, no entiendo qué está pasando, pero... sentí que quería agarrar su mano y lo hice, las sujeté con delicadeza. Es cálida y al tenerlas juntas, puedo ver lo pequeñas que son las mías en comparación.

Me siento cómoda.

—... Siempre fuiste... alguien que me motivó. Me ayudaste a esforzarme al máximo y ha siempre ir por más. No podía descuidarme o te me adelantarías, y... no quería alejarme de ti —Me abrazo con un poco más de fuerza antes de seguir—. Y se que ahora perdiste a personas muy importantes para ti. Tu apoyo, la que te inspiraba a ser mejor, tu guía... Por eso... quiero que sepas que yo estoy aquí para ti. Y si no sabes que hacer, te lo mostraré de la única forma en que sé que entiendes... No estás sola, Luc...

No pude soportar más y me di vuelta para abrazarlo. Me tiré encima de él, acurrucándome en su pecho mientras lloro. Él cayó sentado y me sujetó con fuerza.

Llore sin contenerme, quitándome toda la rabia y frustración que tengo. Es un idiota, un tonto y arrogante..., pero me hacia falta escuchar esas palabras. Más viniendo de él. Significan tanto, que no quiero detenerme a pensar, de lo contrario dudaría de si en verdad es Airón.

—También entiendo con palabras... solo que tienes que ser más sutil —susurre al calmarme.

—¿Mejor? —preguntó tratando de verme a los ojos.

Pero estoy bien acurrucada en su pecho, no pudo mirarme a la cara. Solo asentí.

Tal vez es porque está un poco frío, pero todo lo que está haciendo se siente tan cálido.

Airón me apartó con cuidado y se levantó. Luego extendió su mano y me ayudó a ponerme de pie.

Lo mire con cierta molestia, pero de una forma más cariñosa, como cuando estoy "berrinchuda". Hasta él se dio cuenta, porque sonrió.

—Yo me convertiré en el héroe de Noriver —afirmó con seguridad—. Me encargaré de que nadie pierda a su familia y seres cercanos. Y tú, Lucy, puedes intentar seguirme el paso..., pero nunca me vas a alcanzar.

¿Me está desafiando? Es la primera vez que escucho a Airón decir que quiere que vaya detrás de él. Siempre dijo que quería ser un guardián que protegiera a la gente, para que las familias puedan mantenerse unidas. Él es muy apegado a ese tema.

¿Es por Tadeo? ¿Airón me está diciendo indirectamente que quiere ocupar su lugar y que yo esté a su lado?

—Seré esa persona con la que necesitas competir y que no quieres que se te adelante —agregó.

Ah, ahora lo entiendo. Estaba confundiendo las cosas. Él quiere ser para mí, lo que yo soy para él. Es... tierno.

—No creas que siempre podrás ganarme, tonto —dije de manera juguetona—. Estás actuando arrogante, como siempre.

—Por algo fui el mejor estudiante de la academia.

—Ya quisieras... —respondí, entrecerrando los ojos—. Todos saben que ese título me pertenece.

—¿No acabas de ver lo que pasó?

—Ah... —Aparte la mirada, decepcionada.

—Aceptare la revancha cuando volvamos del viaje.

—¿Eh? ¿Volvamos? —reaccione sorprendida—. Pensé que no querías que vaya.

—No quiero que vayas si no estás segura de lo que quieres hacer. No peleaste bien por eso y te pasará lo mismo si viajas en ese estado.

—Lo sé...

—Entonces, quiero proponerte algo.

Levante la cabeza y lo mire directo a los ojos.

—Cuando uno de los dos esté perdido y no sepa qué camino tomar, él otro deberá ayudarlo. De la misma forma que ahora —propuso con una leve sonrisa—. El que gane la pelea, le dirá al otro que tiene que hacer.

—¿Algo así como obligarlo?

—Algo así como un trató.

—Es extraño.

—¿Tienes miedo de que te haga hacer cosas raras? —dijo en tono burlón y con su típica mirada de victoria—. Ya estás pensando en que vas a perder de nuevo... —comento para desafiarme.

—Está bien, me parece bien entonces —acepte, devolviéndole su actitud—. Luego no te quejes cuando te obligue a hacer estupideces.

—Es una promesa —puso su puño delante de mí.

—Es una promesa —conteste, chocando el puño con él.

Al bajar las manos, nos quedamos viendo por unos segundos.

—Y como primera petición... voy a escoger que...

—Ey, todavía no habíamos empezado —me queje al ver que ya se está aprovechando.

—No te rindas, Lucy —dijo con seriedad—. No bajes los brazos y lucha por las personas que ya no están. Puede que no estén físicamente, pero siguen a tú lado... Lo sé, porque eres lo que eres gracias a ellos... y siempre los llevarás contigo.

Rápido le di la espalda para que no me vea llorar. Es un tonto, no es justo que me este tratando de manera tan tierna. Aunque... no me molestaría que lo haga más seguido.

Mientras trató de calmarme, él pasó por mi lado y siguió adelante. Es hora de irnos.

Hicimos todo el mismo recorrido por el que entramos..., pero al saltar la pared, nos encontramos con Julián, el director de la academia.

Está bastante viejo ya, no solo su pelo es todo blanco, sus cejas y bigote también. Antes tenía un aspecto más serio, ahora es algo tierno, como un abuelito.

—Vaya... vaya... vaya... Qué sorpresa toparme con los dos mejores estudiantes.

Los dos entramos en modo, "aceptando el regaño". Como un niño que acaba de ser descubierto por sus padres luego de hacer una travesura.

—Eso explica lo bueno de sus notas, estudian de noche y a pesar de que no tengan la necesidad de hacerlo... —Busca encontrarse con nuestros ojos, pero ninguno se atrevió a darle el gusto—. Espero que hayan encontrado lo que... querían —dijo en un tono más amable, lo cual nos sorprendió—. La próxima, no hagan tanto ruido.

Sin más, empezó a caminar. Con Airón nos miramos con alegría, o bueno, yo lo hice, él está serio. Pero antes de festejar, Julián se detuvo.

—Cuando vuelvan de su próxima misión, tendrán una semana de castigo en la academia, ya que tanto les gusta venir, les haré un favor.

—Sí, señor —aceptamos nuestra condena, con cierta decepción por no habernos salvado.

Él se despidió y siguió a su paso, lento, pero contento.

Nosotros nos fuimos por la dirección contraria. Algo que me parecía raro, Airón no vive por aquí.

Él me acompañó hasta mi casa y una vez ahí, hizo un gesto en señal de despedida y se fue.

Caminar con él fue agradable. No hablamos, pero sentir que está ahí, es reconfortante. Ni hablar de todo lo que pasó... Me siento mucho más ligera, como si me hubiese quitado un peso de encima.

Sonrió al recordar sus palabras: "no te rindas", "no quiero alejarme de ti", o "me inspiras".

Fue muy dulce. Aunque al comienzo fue un idiota. No, no "fue", es un idiota. Pero en cierta forma, siempre lo vi de la misma manera que él a mí. Pero no voy a admitirlo, ni a decírselo.

Por primera vez en mucho tiempo, me puse mi pijama. No me di cuenta, solo lo hice como es costumbre. Estaba distraída en mis pensamientos y no presté atención a lo que hacía.

Al acurrucarme en mi cama y envolverme con la sábana, recordé su abrazo. Tan cálido y cómodo. Tan necesario. Cerré los ojos para disfrutar más de aquella sensación y... me quedé dormida.

Voy a necesitar todas las energías que pueda conseguir para mañana...


Fin del capítulo 8

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