Capítulo 6: Regreso

Luego de un interminable viaje de catorce días, por fin estamos llegando de vuelta a Belidas, ya puedo ver la muralla que rodea la capital.

Todo el camino de regreso fue... desolador.

No he estado durmiendo bien y ni siquiera tengo el valor para mirar la parte de atrás del carruaje, donde están Peitrol y Dadiva.

Ya quiero llegar a mi casa y descansar. Olvidarme de todo, tratando de buscar consuelo en mi cama y en las cartas de Tadeo.

Al entrar en la capital, veo que todo sigue igual a como estaba cuando me fui. Las luces, gente por todas partes, los árboles y aún quedan algunas decoraciones del festival.

Es de noche y está algo frío, pero sigue notándose lleno de vida, como siempre.

Nunca pensé que me molestaría ver a la gente contenta. Me da la sensación de que todos siguen su curso y nada va a cambiar, a pesar de la horrible situación que pase hace ocho días.

Ya no voy a poder visitar a Peitrol, ni entrenar o juntarme a hablar de cualquier tontería con él...

Maldición... es tan frustrante.

Todavía no puedo irme a casa, tengo que ir a dar el informe oral de todo lo que pasó. Nos queda el último tramo hasta el centro de la ciudad, a el Edificio de Guardianes de Noriver (E.G.N).

Es el lugar donde la gente deja sus peticiones y al que debemos informar nuestro regreso.

No tardamos mucho en llegar.

El E.G.N mantiene los colores rojos y negros de nuestra nación. Es bastante grande y vistoso. Mantiene un estilo algo común, parecido a un gremio.

No es muy diferente a este, es prácticamente lo mismo, con la diferencia que este lugar está respaldado por el reino. Solo gente que estudió y se entrenó en la academia pueden entrar, y alguna que otra excepción, cómo Tadeo.

Actuamos representando a Noriver, por eso hay muchos más controles y es necesario un registro.

A diferencia de los gremios de cazadores o mercenarios, donde no tienen un puesto político y no sirven de manera directa a nadie. Todo es por encargo y la gente que trabaja ahí puede ser cualquiera que ellos elijan.

Cuando abrí la puerta de madera y entré a su gran sala de recepción, fue... decepcionante. No porque estuviera fea o los detalles no me gustaran. Es solo que, por mucho tiempo imaginamos con Peitrol la manera triunfal con la que volveríamos después de nuestra primera misión.

Es otro duro golpe de realidad. Ni éxito en el trabajo, ni... Peitrol a mi lado.

Arthuro entró detrás mío, una vez que dejó los caballos atados. Fuimos directo a donde está el recepcionista y al ver nuestras caras se dio cuenta que no nos fue del todo bien.

Nos guío por un pasillo y luego de subir unas escaleras, entramos a otra habitación, donde hay un hombre mayor vestido de manera más formal, detrás de un escritorio.

Saludé al entrar y luego mantuve la cabeza agachada, mientras Arthuro explica todo lo que sucedió.

No quería seguir escuchando y recordando mi fracaso, pero es el procedimiento. Empezó a anotar todo lo que le dijimos, primero desde el punto de vista de Arthuro y luego el mío.

La última pregunta que me hizo fue... la peor.

"¿Quieres ser quien le dé la mala noticia a la familia de Peitrol?". Me dejó decidir, ya que le conté que éramos amigos desde hace mucho y estudiamos juntos.

Como si tuviese el valor para ver a su madre y... decirle que su hijo ha muerto.

Me negué y ahí acabó todo por hoy. Aún tengo que entregar el informe escrito, pero para eso me dan algunos días.

Arthuro me indico que ya puedo irme a mi casa. Escuchar eso me hizo suspirar, por fin voy a poder estar sola.

Él se encargó de todo lo respecto a... Peitrol y Dadiva. Cuando llegamos al pueblo donde teníamos nuestra misión, fue Arthuro quien buscó todos los materiales para conservar los cuerpos de nuestros colegas. Embebió las telas que los cubrían para que sus cuerpos soporten el viaje y estén el mejor estado posible a la hora de entregarlos.

Es bastante directo y duro, pero no es un mal hombre. Lo sé. De seguro pasó por esto un centenar de veces.

Mi casa está cerca de la academia, alquilo un lugar bastante cómodo con la ayuda de mis padres y la beca que me daban. Aunque ahora ya no la tengo, debo mantenerme con mi nuevo sueldo.

Todo el camino a mi hogar fue bastante tranquilo. Mantuve la cabeza agachada para no ver a nadie, no quiero tener que saludar o... encontrarme con alguien que se detenga a hablarme.

Solo me concentré en avanzar por el sendero que tantas miles de veces cruce. Sintiendo la amarga compañía del frío y el fracaso.

Cuando llegué, lo primero que hice fue revisar el buzón al lado de la puerta. Me va a venir tan bien leer lo que me dice Tadeo.

Pero para mi sorpresa no encontré nada.

Parece que es cierto lo que dicen, cuando estás de mal humor, todo te sale mal.

Donde vivo no hay muchas cosas, una pequeña sala, una cocina separada por una pared, un pasillo que te lleva al baño y mi cuarto al final.

Está todo cubierto de decoraciones de mi pueblo natal, ya sean juguetes, telas, arte o flores. Es la forma de tener a mi familia aquí, conmigo.

Mis padres vienen a visitarme cada mucho tiempo, al igual que yo a ellos. Es un viaje largo.

Me vendría tan bien verlos.

Avance sin prestarle atención a nada, fui directo a mi cuarto y me desplomé en mi cama. Ni siquiera me quité la ropa, solo me acurruque con la almohada y... dejé de contenerme.

Ahora puedo llorar, gritar y patalear. Voy a hacer lo que quiera para quitarme esta sensación tan desagradable.

Sin darme cuenta, luego de un buen rato, me quedé dormida.

Pero más que ayudarme, solo me hizo soñar con todo lo que se viene ahora: el funeral, encontrarme a la familia de Peitrol desconsolada, tener que verlos a la cara y... pedir perdón.

Todo lo que cruzaba por mi mente era desagradable.

Desperté de golpe y me tomé un momento para tratar de digerirlo.

Aún es de noche, o sea que, no paso nada de tiempo.

Tengo los ojos bastante hinchados y me duele el cuerpo. No creo que pueda seguir acostada, además que no quiero hacerlo, no me gustó lo que soñé.

Fui a la cocina, tomé algo de leña y empecé a calentar agua. Voy a darme un baño para relajarme.

Mientras espero, busqué un pedazo de papel y empecé a escribir una carta para Tadeo. Me ayudará a desahogarme, y también es porque quiero contarle todo lo que pasó.

Empecé saludándolo, para no ir con todo de inicio. Aunque no tardé en decirle con detalle cómo me siento y todo lo que estoy pasando. Me es fácil expresarme si pienso en Tadeo. Incluso me ayuda a imaginar formas en que me va a responder o la manera en que actuaría si estuviera conmigo ahora. Es... algo dulce.

No está físicamente aquí, pero siento su compañía. Quizás ahora que logré relajarme un poco pude pensar en él.

Fue bastante extenso lo que le escribí, pero necesario. Desde ya le doy las gracias por estar en mi vida. Me aguante un poco las ganas de regañarlo por no haberme escrito antes. Pensar esto... me saco una pequeña sonrisa. Eso significa que estoy un poco mejor como para poder bromear.

Durante los siguientes tres días, me la pase en casa. Solo salí para buscar comida y, bueno, para el funeral de Peitrol.

Ver llorar a sus padres fue desgarrador. Me siento tan culpable, que... no me atrevo a mirarlos a los ojos.

Él siempre fue alguien amable y protector. Por eso no me sorprendió ver tanta gente yendo a despedirlo.

Es la primera vez que estoy en el cementerio de la ciudad. Creía que me iban a preguntar algunas cosas, ya que todos sabían que fui con él a su última misión, pero nadie lo hizo. Supongo que mi cara les daba miedo y no quisieron molestar.

Hay muchos compañeros de academia que no vi. De seguro están afuera en sus respectivas misiones. Cuando vuelva y se enteren de la noticia seguro quedarán impactados.

Me fui apenas enterraron a Peitrol, lo lamento, pero no puedo seguir ahí.

Soy una cobarde.

Cuando llegué a mi casa, como en todos estos días, lo primero que hice fue ver el correo. Esto de tener la mente en un mal estado es horrible, no paró de pensar que tal vez le pasó algo a Tadeo.

Él sabe cuidarse solo, lo sé. ¿Pero por qué no me escribe? ¿Habrá pasado algo con el correo?

Al entrar en casa me acomodé en el salón y empecé a escribirle otra carta. Regañándolo, obviamente.

Sentí que vendría bien no decirle nada serió. Bromear un poco con él para... sonreír un poco. Fue algo extenso todo lo que le puse, pero sobre todo en un buen humor. Cursilerías y cosas que me gustaría hacerle: abrazarlo, verlo, acariciarlo, morderlo para molestarlo, etc.

Como quisiera que estuviese aquí.

Al día siguiente, durante la noche, fui al E.G.N para entregar mi informe escrito.

Poner tantas cosas en papel, me ayudó bastante a desahogarme. Me siento... un poco más ligera.

Sin darme cuenta estoy levantando la cabeza y mirando a mi alrededor. Ya no le doy tanta importancia a los que me rodean, supongo que entiendo que la vida debe seguir. Me guste o no me guste.

Se que suena algo injusto, estoy aquí porque Peitrol me salvó..., pero... si él me viera lamentándome tanto, de seguro me engañaría.

Ver algunos lugares de comida me antojaron. Estoy cansada de comer lo mismo en casa, quizás me venga bien el cambio de aire.

Entregué mi informe y me fui rápido. Por fin todo lo relacionado a mi primera misión termina. Ya no tengo que pensar en ello.

No es que el dolor vaya a desaparecer, pero ayuda bastante el no tener algo relacionado con ello.

Mientras camino por las calles de mi ciudad, voy viendo mi alrededor, tal como lo hacía antes. Ver a la gente paseando y de buen humor, ahora no me molesta. Lo... disfruto. El mundo no se detuvo, todo sigue su curso y por más que extrañe a mi amigo, Peitrol, tengo que continuar.

Respire hondo tratando de asimilar esto. Tengo que creerlo, no solo decirlo.

En ese momento, vi una figura familiar en una esquina. Está de espalda, mirando al suelo, pero lo reconocí con facilidad. Sin dudarlo, me acerqué hasta él.

—Hola, Airón —Lo salude forzando una sonrisa.

—¿Qué quieres, Lucy? —preguntó sin siquiera voltear a verme.

Tan amigable como siempre. Aunque... su voz se siente extraña.

—Solo te estoy saludando, ¿acaso no puedo ni acercarme a ti?

Airon se pasó las manos por la cara antes de voltearse y verme de frente.

Sus ojos son de un negro intenso, al igual que su pelo. Sumado a que siempre mantiene muecas de enojo y de pocos amigos, es un "berrinchudo", por eso se ganó un buen título de amargado en la academia.

Es bastante... energético y activo. No le gusta perder y las únicas veces que lo vi sonreír es cuando lo hace para burlarse de mí o para provocarme.

Pero esta vez su mirada no es desafiante, parece... triste.

—No quiero hablar en este momento, vete —dijo y se giró de nuevo.

«¿Está llorando?», pensé al notar sus ojos un poco rojos.

—¿Estás bien, Airón? —pregunté y di un paso para acercarme.

Él chasqueó la lengua y empezó a irse.

Esto me molesto, sobre que me tome la molestia de hablarle y preocuparme por él, no puede reaccionar de manera tan odiosa. Aunque no me sorprende... es solo que hoy no es el momento para que me trate así.

—¡Ey, te estoy hablando! —grite y lo sujete del brazo.

—¡Suéltame, no me toques! —Se sacó mi agarre y me miró con firmeza.

—¿¡Qué te pasa, idiota!?

—Hoy me entere lo de Peitrol —escucharlo decir eso me hizo calmar—. Todo esto es tan frustrante —expresó, mientras aprieta sus puños con fuerza.

—Lo sé... yo t...

—Tensei también está muerto —reacciona sorprendida a su declaración—. Él fue mi compañero en la misión que tuvimos... y... —Sus ojos se llenaron de lágrimas y su voz se quebró por un momento—... murió.

»Si tan solo fuese más fuerte, si tan solo hubiese podido protegerlo... él estaría aquí —agachó la cabeza y guardó silencio por un instante—. Pensé que con mi nivel actual estaba bien. Creí que, al ser el mejor estudiante de la academia, todo saldría bien..., pero estoy tan lejos de ser útil.

»No volverá a pasar. No dejaré que nadie muera mientras yo esté. —Levantó su mirada con firmeza, viéndome de la misma manera que me desafío tantas veces—. Ya no voy a competir contra ti, Lucy. Tengo que apuntar a lo más alto si quiero proteger a la gente... voy a superarte y seguir hacía adelante de una buena vez.

Me quedé en blanco con todo lo que dijo. No esperaba la noticia de Tensei. No era mi amigo, solo un compañero con el que cruzaba miradas o uno que otro entrenamiento. Pero, se siente muy mal enterarte de algo como eso.

No sé qué responderle, solo me quede callada. Sin decirme adiós ni algo por el estilo, Airón se dio la vuelta y se fue.

Perdí el apetito con esta... "charla".

En otro momento, me hubiese puesto a discutir con él. Pero ahora no tengo ganas y no creo que tenga algo para decirle.

Él está pasando por la misma situación que yo..., pero la afronta de manera diferente. ¿Superarme? ¿Apuntar más alto? En vez de encerrarse y lamentarse como lo estoy haciendo, Airón ya piensa en el futuro y en seguir adelante.

Es un tonto..., pero tiene una fuerte convicción. No va a bajar los brazos fácilmente, nunca lo hizo y... estoy segura que tampoco lo hará. Él también apunta a ser el héroe de Noriver. Más que nada porque no hay mayor orgullo para alguien de nuestro reino. Además, siempre remarco que quiere hacer que su familia sea feliz consiguiendo ese logro.

Mientras pienso en todo lo que pasó, me dirigí a mi casa de nuevo. Al final no voy a comer nada, quiero ir y estar en mi cama para descansar.

Es un sentimiento extraño el saber que no volverás a ver a una persona. Con Tensei ni se me cruzó por la cabeza volver a encontrarme con él..., pero una parte de ti sabe que él está ahí y que en cualquier momento lo podrás ver de nuevo.

Cuando una persona muere, es como si se creara un vacío. Algo que no se puede llenar con otra cosa.

El hueco que dejó Peitrol es demasiado grande. Hay mucho que me imaginaba haciendo con él y ahora que no está, ese espacio vacío duele.

Airón por su parte, toma ese lugar y lo llena con motivación. Él quiere seguir adelante...

Siempre estoy en contra de la forma en que actúa, pero ahora, quiero ser un poco como él. Solo un poco, no me gustaría volverme amargada y andar con el ceño fruncido todo el rato como Airón.

Salir a tomar algo de aire fue una buena idea. Estaba a punto de dejar el informe para mañana, pero creo que cruzarme con él me ayudó. Aunque al comienzo me molesto la forma en que me trató.

Cuando estaba por llegar a mi casa, vi a alguien en la entrada. Otro encuentro inesperado, parece que mi día está lleno de sorpresas.

Es un hombre de pelo largo negro y atado, formando una coleta. Con unos ojos color café, idénticos a los de mi amado Tadeo. Aunque a mi pareja le quedan mucho mejor.

Ver a Razel me sacó una gran sonrisa. Suelo cruzarlo poco y no charlamos mucho, pero somos familia, o por lo menos así lo veo. Él siempre me trató con amabilidad y respeto.

—Que sorpresa de verte... no esperaba tu visita —dije al acercarme.

¿Será que viene a consolarme por el fracaso de mi primera misión? De seguro Tadeo lo mandó para que me acompañara un poco. Es lo único que se me ocurre.

—¿Podemos pasar a tu casa? —pregunto con seriedad, algo que me preocupo al instante.

Asentí y entramos. Estaba por preparar alguna bebida caliente para invitarle, pero me dijo que tomará asiento... No me gustó el tono de su voz.

Al estar delante de él, sentí una punzada en el pecho. Al igual que cuando pasó lo de Peitrol. Además, la mirada que tiene Razel es la misma que puso Arthuro al ver a Dadiva.

No me gusta esto, tengo un mal presentimiento.

—Lucy, lo siento. Tadeo está muerto... —dijo con un enorme pesar.

Una vez escuche que, el dolor de una pérdida es proporcional a lo que amabas a esa persona. Si Peitrol dejó un gran hueco en mi vida... no sé si con esto quedará algo de mí para seguir.



Fin del capítulo 6

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