Capítulo 31: El apóstol de Miedo

El amor es la peor maldición de todas.

Tiene la capacidad de potenciar todo lo que uno siente: felicidad, seguridad, confianza, valentía, esperanza... Absolutamente todo. Los días pasan más rápido, los momentos tristes duran menos, el dolor se divide y ya no pesa tanto.

Los sueños y anhelos se vuelven cercanos, son siempre una posibilidad, una meta a la cual se puede llegar.

La vida toma un color diferente, donde siempre ganas, a pesar de perder. Porque lo importante no es el resultado, es el esfuerzo y la lucha, junto a los que amas.

¿De qué sirve una vida exitosa sin amor? Los logros y hazañas se olvidan, los trofeos y medallas se llenan de polvo, pero los recuerdos, la forma en que ves al mundo, te acompañan por el resto de tu vida. Por eso, si tienes a tu lado a la persona que amas, todo lo demás no importa, siempre podrás sonreír al final del día. Siempre habrá algo que te motive a seguir y buscar un mejor resultado, da igual si no lo haces por ti, lo harás por la felicidad de quien amas.

El amor lo potencia todo... lo que uno siente: tristeza, dolor, envidia, celos, odio... Absolutamente todo. Los días pasan más lentos, los momentos tristes duran más, el dolor se multiplica y es tan agobiante que no soportas su peso.

Los sueños y anhelos desaparecen, parece que nunca podrás alcanzarlos, pues sientes que no los mereces.

La vida tomó un color diferente, donde siempre pierdes, a pesar de ganar. Porque lo importante no es el resultado, ni el esfuerzo o la lucha, no podrás estar junto a quien amas.

El amor es el arma más peligrosa.

Mi vida era perfecta, lo tenía todo. Y ahora... que me arrebataron lo que más ame, todo lo que me rodea pierde su valor. Mi mundo se cae a pedazos.

La sala tan grande en la que me encuentro es la misma de siempre... Desde que entré por primera vez a los diez años, sigue igual, en más de trece años.

El suelo de cerámica, de un color celeste como el cielo, tan pulcro que es un deleite a los ojos. Los candelabros colgados son de oro y diamantes. Las pinturas en las paredes hechas por los mejores artistas del continente. Las flores más raras y bellas fueron buscadas y traídas específicamente para adornar esta sala. Cada objeto en este gran salón, sigue en su lugar y... aun así, siento que ya lo he perdido todo.

Camine cabizbajo, acompañado del eco de mis pasos y una desagradable sensación de frío, que ni siquiera la horrible nieve de Baiffrel se le compara. Todas las banderas de color blanco y azul, con el emblema del león, que cuelgan de las paredes, están apunto de convertirse en simple tela, sin valor, sin nada a que representar. Solo serán un recordatorio de una antigua nación, que fue reducida a cenizas.

A lo lejos, está el trono, ya no hay nadie sentado en el. Y es lo único que le daba valor a todo en este lugar... sin él, todo se siente vacío.

No me atrevía a levantar la mirada. Un trono sin su rey, es una escena lamentable.

Me duele tanto el pecho, que siento que va a explotar. En un vano intento de mi cuerpo de calmar la agobiante presión, puse mi mano en mi corazón y traté de arrancarlo. Ya no lo necesito, ya no lo quiero.

Caí de rodillas, maldiciendo y recriminando todos los errores que cometí. Les falle a todo, incluso a la persona que más amo.

Quería llorar, pero ya no tengo lágrimas. Quería morir, pero no merezco una muerte rápida, pues mi mayor pecado no fue proteger a quien amo, si no que, no pude proteger lo que él amaba y rompí mi última promesa...

El legado por el que tanto luchó y se sacrificó, el cual me confío, está apunto de desaparecer.

La puerta del salón real se abrió y por ella apareció un hombre vestido de saco blanco, con el símbolo de un león a la altura del pecho y una camisa azul, con un pañuelo blanco en el cuello. Sus ojos emanan magia, tomando un brillo celeste. Esto es a causa de su runa.

En su rostro resaltan sus pómulos y mentón, tiene el aspecto de una calavera. Algo muy característico en él, al igual que su mirada brillante. Lleva un parche en su ojo izquierdo, debido a que hace poco uso su habilidad y por un tiempo no podrá ver.

Su preocupación es notable, está desesperado, es la primera vez que lo veo así de asustado.

—¡Damian, tenemos que irnos! ¡Nos alejaremos por las entradas secretas del palacio!, ¡ya hemos reunido a la mayoría de la gente!

No tengo palabras, mi voz no sale. Solo... quiero que todo acabe de una vez. Me quedé en silencio, rogando por poder llorar y quitarme toda esta pena que me invade.

—¡Damian, no tenemos tiempo! —gritó el anciano, de ojos brillantes.

Cruce miradas con él, mis pena y sufrimiento es notable, no necesito palabras para demostrarlo. Él al instante lo supo, sabe que no voy a moverme de aquí...

Él me dedicó unos segundos de silencio, agachando la cabeza con pena y se fue sin decir nada.

¿Qué sentido tiene la vida? Esta nos arrebató todo... sin una razón aparente. Un mero capricho del destino. Jamás pensé que podía ser posible este desenlace y ahí estuvo mi error, creer que la felicidad iba a ser para siempre...

Me levanté tambaleando, a duras penas, y me acerqué a una de las ventanas del palacio. Quería ver por última vez a mi amado reino, antes de que se convirtiera en polvo y ceniza.

Los gritos del auge de la batalla comienzan a escucharse cerca del palacio. La mayoría de los edificios están en llamas o en ruinas... Hay explosiones por todos lados, paladines luchando hasta el final, tratando de no verse presas del pánico. Tan orgullosos y sublimes como siempre, pero... solo alargan lo inevitable.

El color blanco y azul que rebosaba en nuestro amado reino ha sido mancillado con sangre y ceniza. La capital está apunto de caer, junto a mi promesa de protegerla y a salvar a nuestros habitantes...

Soy una vergüenza como estratega y... como ser humano.

A lo lejos, a las afueras de lo que queda de mi amada ciudad, apareció otro enorme círculo mágico de color celeste, del tamaño de una hectárea. Y una vez más, de él empezaron a llover cientos de miles de hilos, como si fueran estrellas fugaces...

En otro momento, podría decir que es una bonita escena... ahora, solo logra congelarme la sangre, aquella magia es la sentencia de muerte para mi nación...

Aparte la mirada, abrumado con la situación. No puedo seguir viendo, es todo tan injusto... primero mi amado rey murió y ahora, su tesoro, nuestra nación, la cual me encomendó cuidar, está a minutos de caer...

—Lo siento, amado mío, de verdad lo siento... —susurre con todas mis fuerzas, rompiendo ese nudo en la garganta que me agobia.

—Si algún dios escucha mis plegarias, si de verdad las divinidades existen, por favor, escúchenme mis súplicas... No importa el costo o lo que sea necesario, les daré lo que sea... lo que sea si me ayudan a salvar a mi nación...

»Por favor, ayúdenme... les daré lo que pidan —seguí insistiendo, preso de la locura y el pavor—. Solo quiero salvar lo que queda de mi nación... ¡Por favor!

Suplique y suplique... aferrándome a un vano instinto de supervivencia. Sé que no va a servir de nada... O por lo menos... eso es lo qu...

—Damian, acaba de amanecer —me despertó una suave voz.

Rápidamente me incliné sobre mi cama y me llevé las manos a la cara. Me duele recordar el pasado... Cada sentimiento es tan desgarrador como lo fue en ese momento. Es una tortura constante con la que vivo... No podía hablar, siento la boca seca y una intensa presión en el pecho.

—Vaya... parece que la estás pasando mal —dijo Karma en un tono burlón, con su típica voz ronca a causa de la dificultad que tiene en el habla—. Es raro verte tan asustado... Parece que estás sufriendo —agregó sonriendo de manera forzada.

Ni siquiera quiero mirarlo, empecé a hacerle gestos con mi mano para que me deje solo. Necesito algo de tiempo para recuperarme. Debo concentrarme y olvidarme de todo lo que pasó, si me dejo llevar por mi yugo, volveré a fracasar...

—¿Quieres agua? ¿O hay algo que pueda hacer por ti? —insistió el pelirrojo de ojos color sangre.

—So-lo... vete y déjame en paz —dije a duras penas.

—¿A qué le temes? Se supone que conmigo no tendrías que preocu...

—¡Cállate de una vez, Karma! —grité, fulminándolo con la mirada.

—Esa actitud me gusta más —exclamó sonriendo—. El color de la ira es mucho más atractivo que él del miedo... —comentó mientras salía de mi carpa.

Con sus ojos puede ver las emociones y el alma de las personas... Seguro vino a despertarme porque vio que estaba sufriendo. Puede que su viste sea mala, tengo entendido que solo ve un aura alrededor de las personas, el cual muestra el "alma" y las emociones de esta. Todos sus demás sentido, los utiliza cubriéndose con magia, incluso a la hora de hablar debe hacerlo de esa forma. Es el precio a pagar por todo su poder, un sacrificio necesario para nuestro objetivo.

Me recosté una vez más, tratando de calmarme. Tengo que mantener la mente fría, no puedo arruinarlo esta vez.

Luego de respirar y lograr aguantar mi dolor, salí de mi tienda de campaña. El sol empieza a asomarse en el horizonte, lo que significa que es hora de ir por el desgraciado del apóstol.

Avance por medio del "campamento improvisado" que hicimos, en medio del bosque, ignorando a Tayler, Freddie y Katarina. Ellos están al lado de una fogata, listos para continuar. Mientras que el resto se encuentra vigilando a nuestro objetivo.

Camine directo al río que tenemos al lado, para lavarme la cara. Nos encontramos en una zona boscosa, bien al norte, casi al final del mapa. A unos cuantos kilómetros se encuentra el mar.

El agua helada en mi rostro no me quita el miedo y no sirve para "despertarme". Todavía cargó con todas esas desagradables emociones de mi sueño...

Pero lo entiendo, no me sorprende que haya vuelto a soñar con mi pasado... Después de todo, estoy apunto de encontrarme con la persona que le arrebató la vida a mi amado rey...

Mientras mi mirada se pierde en el movimiento del agua, una vez más, Karma vino a buscarme.

—El color de tu alma es muy extraño... Ha ido empeorando en estos días —dijo el bendecido sin perder su sonrisa y tono animado.

—No le des importancia —respondí poniéndome de pie y secándome la cara con mi remera. Luego, empecé a atarme el pelo.

—¿Por qué dudas tanto?

—Él miedo es una emoción bastante desagradable, abre la puerta a sentimientos negativos y te inunda con ellos.

—Hmmm.

—No lo entenderías —agregue de mala gana, no estoy de humor para explicarle como de costumbre.

—Tengo la impresión de que no crees que pueda vencerlo... ¿acaso no dijiste que soy invencible? —preguntó clavándome su ojos de color rojo, sonriendo de manera espeluznante. A veces no sabe qué expresión actuar y solo sonríe de manera forzada.

—Siempre y cuando utilicemos tu poder de la manera correcta, no hay forma de que pierdas —afirme con seriedad.

A pesar de las habilidades de Karma, no debo confiarme, ya aprendí que no hay nadie que no pueda ser derrotado. Gana aquel que esté mejor preparado y sepa usar mejor sus cartas.

—Hmmm.

No parece convencido con mi respuesta, pero eso no importa, no hay tiempo que perder. Le indiqué ir con el resto y al juntarnos, Freddie me cargó en su espalda y fuimos todos a buscar al resto.

Tardamos veinte minutos en llegar a donde están Garganel, Bandoro, Zafael y Estephan. Ellos se encuentran haciendo guardia, vigilando que nuestro objetivo no se aleje.

Solo tardamos treinta y tres días en encontrarlo. En realidad, llegamos a él anoche, pero conozco varias de sus habilidades y enfrentarlo de noche es una mala idea.

Desde nuestra ubicación, el acantilado de una colina, podemos ver toda la zona. A lo lejos, toda la naturaleza deja su vivo color verde y empieza a teñirse de gris y marrón. Los árboles y plantas están secos, dejando una clara muestra de que la muerte acecha el lugar.

Bandoro nos explicó dónde se encuentra el sujeto, dándonos toda la información que consiguió durante su noche en guardia.

—Solo iremos Karma, Freddie y yo —dije al empezar a dar las órdenes—. Los demás mantendrán la distancia y solo si las cosas se salen de control, irán a sacarnos... Pero no a combatir —agregue con énfasis, dejando en claro lo que deben hacer.

El apóstol de Miedo no debe ser enfrentado en grupo, mientras más personas estén cerca, más peligroso se vuelve. Ni siquiera Tayler es un rival para él, no puedo perder una pieza tan importante en vano. 

Hay pocas personas en el continente que podrían enfrentar en un uno a uno contra un apóstol. Entre ellas, la héroe de Dexus, Samantha, la reina de Sylvanas De Galassia y nuestro futuro compañero, conocido como Santa.

Por otro lado, Leonari y Karma, como apóstoles que son, están en su mismo nivel. Aunque en este caso Karma tiene la ventaja, se podría decir que su falta de emociones y su habilidades, lo hacen el enemigo perfecto para el apóstol de Miedo. Además que el pelirrojo fue elegido desde antes de nacer, por eso es la única persona en este continente, que es un bendecido y tiene el favor de un demonio. 

Me subí a la espalda de Freddie de nuevo y di la indicación de seguir. El musico ya absorbió sus runas y preparó su habilidad, puedo confiar en que podrá aguantar un poco, en caso de que todo salga mal.

No podemos perder, tenemos toda la ventaja con Karma de nuestro lado. Es nuestra carta de triunfo. 

Llegamos en cuestión de segundos a la zona marchitada del bosque. El piso cruje con cada paso, el césped seco y las hojas en el suelo están por todas partes. El lugar se ve bastante lúgubre, te pone los nervios de punta.

Karma y Freddie empezaron a correr a toda prisa, mientras que yo lucho para aferrarme a la espalda del músico. Nuestro bendecido, no va a tardar en dar con nuestro objetivo, solo tenemos que guiarnos por él.

—¡Aléjense! —se escuchó una temblorosa voz a lo lejos, lo que hizo que mis compañeros aceleren el paso en su dirección—. ¿¡Por qué no me dejan en paz!? —gritó, aún no lo vemos.

—Veinte metros —indicó Karma, sin perder su sonrisa—. El color de este hombre es... asqueroso...

—¡No se acerquen! —chillo el delgado hombre al toparse con nosotros y siguió huyendo por el marchitado bosque. Corría de manera tosca y torpe, tropezando con las raíces del lugar y chocando con los árboles.

—Mantén tu distancia, Freddie, evita a toda costa que llegue hasta ti —ordene de inmediato—. Karma, has que se detenga, solo concéntrate en defendernos.

—Entendido —dijo el bendecido, luego cubrió sus pies de magia, dando un enorme salto por encima de los árboles y conjuro desde arriba una de sus habilidades: desde sus manos salieron disparadas varios proyectiles de agua.

El delgado hombre se detuvo de golpe para evitar ser golpeado por estos y cayó sentado en el suelo. Unas pequeñas partículas violáceas y brillantes, empezaron a aparecer alrededor de su cuerpo, como si fueran copos de nieve, y poco a poco fueron metiéndose dentro de él.

—Ustedes... ¿también vienen por mi? —grito asustado, no puedo ver sus expresiones por la máscara que lleva—. ¡Déjenme en paz!

Freddie se detuvo a cinco metros de distancia y desenfundo una de las empuñaduras sin hoja que tiene en la cintura, poniéndose en posición defensiva. Con su otra mano me sostenía, para que no me caiga de su espalda. Luego vino Karma y se detuvo a nuestro lado.

El hombre delante nuestro está vestido con una remera y pantalones que se encuentran cubiertos de tierra, parecen harapos. En su cabeza lleva puesto de máscara la cabeza de un ciervo. Le hizo unos huecos a la altura del cuello, para poder ver por ahí.

Sus brazos eran muy delgados, se puede ver las separaciones de sus músculos, por la poca carne que tiene. Sus piernas están en igual condiciones, pareciera que hasta un niño podría tumbarlo de un empujón.

—Venimos a...

—¡¡Un bendecido!! —gritó sorprendido el apóstol al ver los ojos de Karma.

Una enorme sombra apareció a sus pies y empezó a expandirse como si fuera un agujero. Freddie y Karma saltaron hacia atrás, subiendo a las ramas de un árbol. Todo el suelo alrededor de treinta metros se cubrió por un oscuro círculo, tan profundo que parece no tener fondo.

Es obvio que va a reaccionar así, una de sus misiones es matar a los bendecidos. Pensé que por lo menos dialogaríamos un poco, antes de saltar al combate.

El apóstol seguía en el centro del círculo que creo, cayó de rodillas y empezó a retorcerse, como si se estuviera quemando, gritando fuertes alaridos y súplicas. Una vez más, aquellas partículas violáceas empezaron a aparecer y a danzar alrededor de él. Eran demasiadas, como si fueran un enjambre de abejas dando vueltas. De golpe, esas partículas de magia se metieron con fuerza en el cuerpo del delgado hombre.

—¡No toquen la sombra que está en el suelo! —grité enseguida, sujetando con fuerza la espalda de Freddie. 

Una espada emergió lentamente al lado del apóstol, con una empuñadora gris y la hoja de color ébano. Él la tomó con su mano y la apuntó hacia nosotros, algo que parecía físicamente imposible, ya que era enorme, debía de medir un poco más de ciento setenta y cinco centímetros y era tan ancha como su pecho. Su delgado brazo se mantenía firme, como si estuviera cargando un juguete.

—Karma, no bajes la guardia —indique al saber lo que se viene.

—No te preocupes —respondió volteando a verme—, yo me hago car...

En un parpadeo, el apóstol apareció delante de Karma, atravesando su pecho con una estocada.

—¡Aléjate, Freddie! —ordene con desesperación, antes siquiera que la sangre de Karma llegara al suelo.

Alrededor nuestro empezaron a salir aquellas partículas violáceas y a flotar en dirección al apóstol. El hombre con máscara de ciervo quitó el cuerpo de Karma de su arma y lo arrojó al suelo. Luego, saltó hacia nosotros...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top