Capítulo 23: Viaje / declaración

Han pasado catorce días, estamos listos para viajar.

Me encuentro en el E.G.N, en una de sus tantas habitaciones. Llevo puesto un uniforme especial, a diferencia del común, este tiene una capucha negra, remera mangas largas, pantalón largo, guantes y botas un tanto más elegante de color oscuro, una pechera de cuero bastante bonita y, por último, una máscara roja.

Tengo atado el pelo y sostenido con una redecilla. Incluso nos dieron armas idénticas a todos, tenemos que estar lo más parecido posible. Es cierto que la contextura física es un poco diferente, pero no podemos mostrar nada de piel, ni siquiera nuestros ojos se ven.

Estoy junto a otras dos personas, no sé quienes son. No debemos hablar, ni hacer ruidos, no tenemos permitido identificarnos, ni comunicarnos entre nosotros a menos que haya una emergencia. Y todo, a base de señas con las manos.

Durante estos catorce días, he estado estudiando cada detalle. Nunca pensé que sufriría tanto por tener que memorizar cosas: ruta por la que vamos, ruta de desvío según el lugar por el que nos encontremos, ruta de escape, ruta de escape por la senda de desvío, segunda ruta de escape si la primera se complica. También está pensado un lugar para que los escoltas huyamos, según la indicación del líder. Ni hablar de los puntos de encuentro en caso de separarnos, etcétera, etcétera...

Y todo por medio de gestos con las manos, es casi como si fuese un lenguaje nuevo.

También la forma en que me debo mover, cada determinado tiempo tengo que rotar de cierta forma. No sé qué tienen que hacer mis compañeros, solo sé que uno debe estar en X posición y si no lo está, se da la señal de que hay algo raro. Al instante, el líder debe reducirlo e interrogarlo, y si, por una de esas se resiste, se actúa de inmediato para matar.

Fue una completa tortura todo lo relacionado a esta misión, jamás pensé que nos exigirían tantas cosas.

Ahora solo nos queda esperar en esta habitación hasta la señal.

Estamos separados en tres diferentes grupos de cuatro personas, cada uno escoltara un carruaje por un camino diferente. No se cuales de todos ellos son los señuelos, ni donde estará nuestro representante, solo sé que tengo que actuar sin importar si se encuentra conmigo o no.

Lo más seguro es que Razel estará con él. Y es por eso que ni siquiera sabemos quien son nuestros líderes, pero cada uno de los encargados lleva una máscara con algunos detalles distintos para identificarlo. En caso de que lo maten, hay designado un segundo al mando, el cual debe decir una contraseña en especifico para mí y otra para el segundo escolta.

Si por una de esa casualidad él también se muere, pasamos a otra táctica de huida según muchos "supuestos" y bla, bla, bla... Prácticamente está todo previsto...

Golpearon la puerta y los tres en la habitación nos levantamos al instante. Marchamos en fila siguiendo a nuestro líder. Nos guió hasta la parte trasera del edificio, hay un caballo para cada uno y el carruaje ya está preparado para salir.

Salimos adoptando las posiciones iniciales, dejándome a mi la parte de atrás, a la derecha. Marchamos uno en cada lado.

Aún es de noche, pero por las luces de las farolas mágicas se puede apreciar bien lo elegante que es el carro: es de un negro brillante, con muchos diseños rojos, formando el emblema de Noriver, un escudo. Cada pliegue está marcado de un rojo oscuro que se mezcla bien con toda la pintura. No se puede ver adentro, está cerrado por completo y detrás de los vidrios hay una cortina.

Hay una persona que está subida adelante, guiando a los dos caballos. También se encuentra vestido como guardián, aunque tengo entendido que su única función es la de conducir. Ante cualquier amenaza, su prioridad es esconderse y mantenerse a salvo. Y, aunque suene algo cruel, nosotros no debemos enfocarnos en cubrirlo, debemos pasar de él.

Espero que no pase nada, no sé si voy a poder hacer eso...

Luego de un par de minutos desde que salimos de Belidas, el sol empezó a asomarse por el horizonte. Ya puedo dar por comenzada mi tercera misión...


Al mismo tiempo, en las fronteras de Galassia,

en una cueva subterránea hecha con magia

No recuerdo cuándo fue la última vez que dormí más de 3 horas seguidas. No logro que mi cuerpo descanse y no es por culpa de las mugrosas cuevas o camas tan incómodas, siento que no puedo desperdiciar ni un segundo.

Siempre hay algo para hacer, para adelantar. Y cuando estamos cerca de fechas importantes en las que debo actuar, ni hablar, en el momento que empiezo a soñar, me visualizo haciendo lo que haré mañana apenas me levante...

No sé si Tayler llegará a tiempo, por lo que voy a prepararme para actuar sin él. El viaje desde Baiffrel es demasiado largo.

Karma y Boric avanzaron bien en Dexus, según las cartas que me mandaron, Katarina les dio un buen empujón. Por otra parte, de ella no he tenido noticias, parece que no puede encontrar su objetivo. Quizás Zafael y Estefan la están atrasando.

No, no es eso. No le puedo dar muchos detalles y es alguien bastante escurridizo al que buscan, solo debo ser paciente, sé que lo harán.

Freddie por lo menos me mandó un mensaje, sigue sin pistas, pero no va a detenerse.

—Señor Damián, el señor Bandoro ya volvió —me aviso Garganel desde atrás de la cortina.

—En seguida salgo —respondí.

Me levanté de la piedra en la que estoy sentado y empecé a acomodar varias cartas que he estado escribiendo, sé que no es bueno dejar este tipo de mensajes, pero quien sabe, la próxima jugada es muy arriesgada y puede que no vuelva. Tengo que dejar detallado como seguir con todo para que Tayler tome las riendas.

Me di un último vistazo en el espejo y me peine un poco. Tengo el pelo un poco más largo de lo que me gusta, el flequillo ya me llega a los ojos, voy a tener que darme unos retoques luego.

Salí de mi "cuarto" y Garganel me está esperando de pie. El pequeño hombre de mirada temerosa me recibió con una reverencia, no sé por qué actúa así, nunca le pedí o le enseñe a que me trate de esa forma. Como es habitual en él, mantiene las manos en alto, para así no tocar nada por accidente. Entre sus dedos hay unos anillos especiales, algo estilo nudilleras, que recubren la parte dorsal de su mano, para así ayudarlo.

—¡El afortunado Bandoro! —Lo saludé con entusiasmo al acercarme—. Gracias por venir y darme una mano...

—Me alegra ser útil, hacía mucho que no sabía nada de ti —dijo con el mismo ánimo mío.

Nuestro ya mayor "compañero", se podría decir que es una pieza de reserva. Como mi escolta personal Tayler, no está para protegerme, voy a usar a este hombre. No puedo andar solo, hay que ser precavido.

Bandoro tiene cuarenta y nueve años, ya se le nota la edad en la piel y su aspecto. El poco pelo que tiene ya es de color blanco. Usa un peinado un tanto "extravagante", está rapado a los lados, dejándose solo la parte de arriba. Tiene una razón en particular, del lado izquierdo, tiene una enorme cicatriz, la lleva con orgullo. Es la única persona que se conoce que logró sobrevivir al enfrentarse a un héroe, específicamente a Samantha de Dexus. Por eso se ganó el título de "el afortunado".

Debe medir cerca de 180 centímetros. Es bastante "rústico", se expresa y se comporta como alguien que nunca estuvo en una ciudad. Gesticula mucho al hablar y moverse, tal vez por eso se lo ve como alguien amigable.

Él era un antiguo soldado de un país del norte, nada en especial. Hace varios años, muchas regiones estallaron en conflicto con Dexus, sus políticas autoritarias y dominantes causaron bastantes problemas. Algunos lugares intentaron soportar todo lo posible, pero enfrentarse a uno de los cinco grandes reinos es bastante complicado. Sobre todo, por los conocidos "héroes".

Como la magia predomina demasiado en los conflictos, no es una cuestión de números, sino de poder. Los "héroes", salvo por el actual de Baiffrel, son guerreros de la categoría más alta "S" y la única forma de vencer o detener a uno de ellos, es con otro del mismo nivel. De lo contrario arrasan con todo a su paso.

Bandoro está cerca del nivel de Freddie y Katarina. Con él como "reserva", somos diez. Un pequeño grupo de soñadores. Y para competir con los gigantes a los que nos enfrentamos, tenemos que ser cuidadosos y arriesgarnos en oportunidades muy específicas, de lo contrario, todo el continente será devorado...

—No voy a pedirte mucho, solo que me protejas durante los siguientes días —le indiqué con una sonrisa.

—¿El viejo Taylor se tomó unas vacaciones? —preguntó de manera juguetona.

—Así son los viejos, cada vez que pueden, se escapan... —le seguí la broma, molestandolo un poco.

—Ya les llegará su momento a los jóvenes de entender el por qué nos tomamos nuestros descansos, ¿verdad, Garganel?

—Y-yo... tengo veintiséis años, señor Bandoro... —contestó algo nervioso.

El afortunado hizo una cara bastante clara mostrando culpa por decir algo fuera de lugar. Es cierto que por el aspecto de Garganel parece mucho mayor, pero no lo mencionó a propósito, le pasa por tratar de ser amigable.

Luego, durante los siguientes días me encerré en mi "cuarto" y empecé a dejar anotaciones claras de lo que deberán hacer cada uno. Para lo único que salía, era para cocinar y bañarme. Bandoro hace de guardia y trae la comida, Garganel no sirve para nada más que usar su runa de teletransporte.

Hoy ya es el día previo al cumpleaños de la princesa Estrella, ya tengo todo listo. Camine en silencio por la oscura y fría cueva, guiado como si fuera un insecto a la luz, anhelando llegar a tocar aquel brillo que visualizó a lo lejos, aún si me cuesta la vida.

Los rayos del sol me golpearon con fuerza, obligándome a levantar la mano para disminuir el dolor que me provocan en los ojos. Tarde unos segundos en acostumbrarme y una vez cómodo, inhalé todo el aire que pude, tratando de apreciar su frescura y la sensación de vitalidad que me da.

Todo lo que he visto durante tantos años y no le di importancia, ahora me parece tan hermoso. Cada color a mi alrededor, cada ser vivo y cada sonido, se sienten tan diferentes... Uno al acostumbrarse deja de admirar la belleza que lo rodea, da por seguro que siempre estará ahí y cuando llega el momento de decir adiós, descubres toda la hermosura que se estuvo perdiendo por no detenerte a apreciarla ni siquiera un momento.

No me estoy dando por muerto, pero mi siguiente jugada es un todo o nada. Es una de las partes más importantes de mi plan y solo puede ser posible gracias al cumpleaños de la princesa. Es la única oportunidad que tengo y voy a ir con todo.

Garganel y Bandoro están parados detrás de mí, observando en silencio. De seguro se dieron cuenta que actuó extraño.

Me acerqué al pequeño hombre y lo miré directo a los ojos. Sujeté su mano izquierda, envolviéndola con mis palmas, tratando de mostrarle el aprecio y agradecimiento que tengo.

—Garganel, Tayler va a cuidarte, no te dejaremos solo —le susurré, sin dejar de verlo—. No te preocupes por eso, ¿entendido?

—P-pero, s-señor Damián, que signi...

—Confió en ti, mi querido compañero.

Él asintió y quedó cabizbajo. Saque de uno de mi bolsillo una nota para él, con unas indicaciones que quiero que haga.

—Sí algo sale mal, Bandoro te escoltara al siguiente escondite.

Y con esto último, me despedí de ellos.

Camine solo y en silencio durante las próximas horas, quiero tener este tiempo para mí. Pensé que mi mente no iba a parar y me castigaría con culpa por estar sin hacer nada..., pero fue todo lo contrario, estoy en calma. Solo escucho mi respiración y el ruido de algunos animales por el bosque.

Fue una agradable sorpresa, ojalá me pasará más seguido...

No es momento para peticiones o arrepentimientos, pronto llegará mi compañía.

Por fin llegué a la carretera y me senté a un costado, expectante. Mi cuerpo está en paz, creo que sé lo que sucede, este es el lugar a donde pertenezco. Siento que estoy por volver a casa..., pero, por más que quiera, ya no puedo hacerlo. Soy una persona responsable y no puedo dejar de lado aquella promesa que hice. Sin duda... el amor es la peor maldición de todas.

Al cabo de varios minutos, a lo lejos vi un carruaje acercarse, viene con algunos escoltas. Sin perder tiempo, me puse a mitad del camino para que me vean y levante ambas manos en señal de que estoy desarmado.

Se detuvieron a varios metros y los escoltas, de armadura plateada con hombreras azules, me gritaron una advertencia, si no me muevo, me van a matar.

—¡Vengo a hablar de manera personal con el Rey Leonari Bolrian Elihadri! —grité sin levantar la cabeza—. ¡Majestad, por favor escuche lo que tengo que decir, el comienzo es importante! —guarde silencio por un segundo y los escoltas dieron la segunda advertencia, desenvainando sus armas—. ¡Ahora puedo obtener sus tierras o lucharé!

Un código sencillo, pero los que no conozcan el mensaje oculto no entenderán lo que quiero decir. Hay una palabra oculta y fácil de encontrar, no te parecerá nada importante si no tienes una idea del verdadero significado de apóstol.

Una voz se escuchó dentro del carruaje, deteniendo a los escoltas. Estoy seguro que nunca esperaban recoger a alguien en medio de la nada.

Los escoltas, los cuales visten con una pequeña armadura blanca con algunos detalles azules, me dieron la señal de que puedo ir a hablar con él y con una leve sonrisa, camine hacia mi objetivo.

Por fin voy a encontrarme con la persona que más amo y admiro, el rey de Argaluz. Si fuese por mí, iría dando saltos de alegría, pero debo mantener las apariencias. Las emociones no deben mostrarse, es la clave de las conversaciones importantes.

Al pasar por el carruaje, aproveche para disfrutar de aquellos colores tan bellos. La forma en que el blanco se mantiene tan limpio y se mezcla con el azul son sublimes... El emblema de Argaluz, un león, se muestra de manera majestuosa. Los detalles dorados le dan un toque elegante y sofisticado.

Al abrir la puerta entré con la cabeza agachada, apreciando la alfombra azul que recubre todo el lugar. Los asientos están recubiertos de la tela más fina y cara, digna de la realeza. Al sentarme espere con calma que el lugar se amolde a mí, disfrutando cada segundo que soy absorbido por la suavidad.

Mi mirada sigue abajo, a los pies del rey. Con tan solo ver sus zapatos y su pantalón blanco, estoy más que feliz. Mi corazón me grita desesperado para que levante la vista y lo vea.

Antes de hablar, subí mi mirada y me crucé con sus ojos, tan celestes y brillantes, como si se trataran del diamante más pulido y raro del mundo. Son tan atrapantes que, si no me concentro, puedo quedarme horas viéndolo.

Su pelo rubio, resplandece aún sin que le de la luz, no la necesita, su propio cabello nos bendice con ella. Soy un simple insecto, atrapado en esa intensidad, es con lo que fantaseaba hoy al salir de la cueva.

Los rasgos de su rostro están bien marcados, dejando en claro el aspecto de todo un hombre. Aunque aún le falta por crecer un poco, mi amado rey solo tiene diecinueve años. En tan solo cuatro años, ha demostrado ser alguien digno del trono del reino más grande de todo el continente.

Todos temen al joven rey con el título de "invencible". Y no se equivocan, es la persona más fuerte de la que tengan conocimiento... "por ahora".

—Es un placer conocerlo, Rey Leonari Bolrian Elihadri —dije con mucho respeto, conteniendo todas mis demás emociones—. Me presento, mi nombre es Damián. —Hice una reverencia—. Lamento no darle mi apellido, pero lo he abandonado hace mucho tiempo —No por gusto, pero si mantengo mis dos apellidos, sabrán que provengo de Argaluz.

Que porte tan exquisito que tiene, su postura tan imponente y elegante resalta al instante. De verdad, puedo estar horas viéndolo.

—Un placer, Damián —contestó en un tono amigable—. Disculpa si me salto ciertas etiquetas, pero has dicho algo muy curioso y que no puedo dejar pasar.

Su sonrisa es única, la vi en ciento de cuadros y jamás pudieron igualar a la original. Parecen estrellas, te dan ganas de pedir deseos al verla. No me molestaría pedir que no pare nunca de sonreír. O despertar por las mañanas con su presencia, eso tampoco estaría nada mal.

Respire hondo y suspire para calmarme, luego me incline un poco hacia adelante y sin dejar de mirarlo a los ojos, sentencie su muerte:

—Antes que nada, me gustaría decirle que he venido aquí para anunciar que voy a matarlo, Rey Leonari.

Mi corazón no deja de latir, no por miedo, ni nerviosismo, por amor. Hace tanto que deseo verlo y por fin lo tengo delante. No podría estar más feliz, de verdad que necesitaba esto. Mi amado rey, es hora de poner todo en juego.

Después de todo, no tengo problema en morir en sus manos...



Fin del capítulo 23

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