Capítulo 2: Primera misión

Martes 7 a.m. Me levanté más temprano para ir a ver a Tadeo antes de que saliera. Espero no tener los ojos hinchados por llorar, no quería que se vaya. Siempre es tan difícil y con el pasar de los años creo que es peor.

Como es costumbre, no dijimos "adiós". Esto no es una despedida, es un "hasta pronto", una promesa.

Cuando vuelva de mi primera misión seguiremos escribiéndonos cartas. Tardan tres días en llegar, por lo que, hasta que la envió y vuelve son un poco más de seis.

Recién lo acabo de ver y ya estoy pensando en escribirle, no lo puedo evitar, lo quiero mucho.

Ya que tuve que ir a la entrada de la ciudad, me queda cerca el punto de reunión de mi equipo. Vine preparada con mis cosas y mi mochila lista para el viaje. Aunque tendré que esperar un poco.

Voy al lado de la muralla de la ciudad, no es muy grande, solo tiene cinco metros de alto. Somos una nación... un tanto pequeña todavía.

Ver todo el campo verde a lo lejos y la forma en la que el sol se asoma iluminando todo es agradable. Incluso la brisa de la mañana es refrescante. Tengo muchas cosas que hacer, por lo que me será fácil no pensar en Tadeo.

Llegue rápido al sitio que se usa como entrenamiento. Está en las afueras de la ciudad, obviamente.

Como llegué temprano, tengo que hacer algo de tiempo. Le di un vistazo rápido a mi mochila. Nunca está de más revisar todo.

Tengo dos cambios de ropa, otro par de zapatos, una daga, comida seca y lista para el viaje, y algunas hierbas que sirven de medicamento.

Desde el primer día que sabía que iba a viajar, ya había preparado todo. No voy a mentir, estoy bastante ansiosa.

El uniforme de guardián me gusta mucho. La pechera es de cuero, con algunos detalles rojos y un pantalón negro corto. No podía esperar más para usarlo.

Mientras miró la hoja de mi espada, me senté en un pequeño tronco que hay. El silencio y la calma que rodea este lugar es muy relajante. El cantar de los pájaros es inconfundible, una clara señal de que el día empieza a cobrar vida.

Pasaron un par de minutos, hasta que por fin vi llegar a alguien. Es una grata sorpresa saber que me emparejaron con un compañero y gran amigo de la academia.

Es bastante alto y ya lleva su armadura de hierro puesta. Parece todo un guerrero. Tiene un escudo atado a su espalda y una mirada llena de entusiasmo.

Parece que también se arregló antes de venir, se cortó el pelo un poco más bajo de lo normal y lo lleva bastante arreglado, su color castaño es parecido al mio.

—Vaya, parece que fui afortunado, me toco contigo, Lucy —exclamó Peitrol con una gran sonrisa al acercarse.

—También me da gusto verte, fortachón —Me puse de pie y le di un fuerte abrazo.

Tengo que levantar la mirada para verlo a los ojos, me saca un poco más de diez centímetros.

La última vez que nos vimos éramos estudiantes, ahora somos guardianes. Estoy seguro que él también piensa eso.

—Supongo que ya no tengo de que preocuparme... tengo conmigo a... —dijo en tono burlón.

—Termina tu frase —Lo miré entrecerrando los ojos—. Anda, dilo.

—A la segunda mejor estudiante...

—¡Traidor! —grite señalándolo con el dedo—. Se supone que estés de mi lado, ¿cómo que segunda? Soy la mejor —afirmé con seguridad.

—Hmmm, no lo sé. —Siguió molestándome, evitando cruzarse con mis ojos—. Me enfrenté muchas veces a ti y a Airón, y... debo de admitir que él me da más problemas...

—Quizás me dabas un poco de lástima y no quería herirte... ¿No pensaste en eso?

—Nunca se me cruzaría por la cabeza que te contengas en una competencia, mucho menos en un entrenamiento.

Tiene razón, no me gusta perder. Ni mucho menos no ir en serio. Pero no estoy mintiendo, soy la mejor estudiante. Puede que con el tonto de Airón hayamos quedado empatados con las notas y nos hayan dicho que "los dos somos los mejores", pero todos saben que yo merecía ser el primer lugar.

Peitrol sólo me está molestando porque estamos de buen humor y es más divertido empezar así el día.

Seguimos hablando y no tardó mucho en llegar la tercera persona. Es el líder del grupo Arthuro. Es un hombre cerca de los cuarenta años y con mucha experiencia, lo pusieron con nosotros en una misión fácil para ir acostumbrándonos y aprendiendo.

Nunca lo había visto, se nota que ya es algo viejo. Tiene las cejas anchas, el mentón algo levantado y una mirada... mucho más agradable de lo que esperaba. No es muy alto, debe medir 173 centímetros, un poco más que yo.

Nos saludo al acercarse y rápidamente Peitrol y yo dejamos de estar "tonteando". Ya estamos en nuestro trabajo, debemos comportarnos.

Me cuesta hacer silencio, estoy muy emocionada. Estar en una misión con un guardián clase A como Arthuro me hace sentir toda una guerrera.

Ya casi es la hora a la que nos citaron y justo en ese momento cayó la última del grupo. La he visto en la academia, pero estaba en otra clase. O sea que, la conozco de vista nada más.

Es una mujer de pelo negro y largo, se hizo dos grandes trenzas que le quedan muy tiernas... parece algo tímida, sonrisa algo nerviosa y no le gusta mantener mucho el contacto visual.

Una vez que se incorporó al grupo, el ambiente cambió y Arthuro se puso delante.

—Como ya sabrán, me llamo Arthuro Xeiltan, y seré su líder/maestro —Esperó unos segundos, analizando nuestra reacción y luego siguió—. Soy un guardián clase A, especializado en combate cuerpo a cuerpo. Las runas que utilizo son: una C.M (Capacidad Mágica) clase A. Una de habilidad clase A, Golpe Contundente y, por último, una P.F (Potenciadora Física) clase A.

Son runas bastante básicas, esperaba que tuviese algo más interesante. Tiene exactamente el mismo estilo que yo. La diferencia está en el nivel, las mías son Clase C, B y C, respectivamente. Siguiendo el mismo tipo de runa.

Y mi habilidad en vez de ser Golpe Contundente, es Tajo perfecto.

Nos hizo que nos presentáramos de la misma forma que él, para así tener una idea de que estilo de combate manejamos.

Si tuviese que resumir al grupo sería: dos guerreros, Arthuro y yo. Un tanque, Peitrol. Y un mago ofensivo, Dadiva, la chica que no conocía.

La forma en que nos manejaremos son las básicas que nos enseñaron en la academia. Nada fuera de lo común, ni complicado. Parece que quiere ponernos a prueba de lo básico. Puso a Peitrol a cargo de las órdenes, algo que no me gustó, pero lo entiendo. Apunta a algo mucho más defensivo y seguro, por eso quiere que nos guiemos por él.

Sin darnos cuenta, esto parece un examen. Arthuro sacó un mapa y empezó a hacernos preguntas de cómo llegaríamos al pueblo que vamos, que ruta tomar, la forma de movernos, lo que llevamos, etc, etc.

No es que me moleste, pero esperaba que ya dieran por hecho que lo sabemos. Supongo que como no nos conoce, no se va a guiar por lo que dicen nuestras fichas de presentación.

Antes de salir, pasamos por el establo de la ciudad, es mucho mejor ir a caballo y con un carruaje, que hacerlo todo caminando.

Hasta este pequeño detalle me tiene emocionada. Cada cosa que hacemos la recibo con gusto y alegría.

Ni que hablar cuando salimos de la ciudad, estoy segura que mis ojos brillan del entusiasmo. Voy sentada en la parte de atrás, vigilando la retaguardia junto a Dadiva. Adelante se encargan de guiar a los caballos Peitrol y Arthuro.

Ver como la capital del reino de Noriver, Belidas, se hace más pequeña, me transmite una sensación tan extraña. ¡De verdad me estoy yendo de aventura! O bueno, a una misión.

De seguro no suena tan excitante decir que vamos a llevar una caja, que no sé qué tiene adentro, y una carta a una persona de un pueblo lejano. Es una misión clase D, lo que significa que el único riesgo que hay es cruzarse con algún bandido o animal peligroso en el viaje.

Los objetos que llevamos no tienen más que valor sentimental, pero... eso no me importa. Voy con la frente en alto y una gran sonrisa. Expectante en todo momento, con mi mano izquierda al lado de mi espada. Cada sonido, cada arbusto que se mueve de manera extraña, lo miró con atención... Estoy en mi primera misión y voy a darlo todo.

Durante los próximos días, más específico, cinco. No pasó nada, absolutamente nada. Y bien, creo que es mejor así, pero... uno espera algo, algún animal, algún bandido de poca monta, lo que sea.

Al comienzo no le di importancia, pero hoy ha sido demasiado aburrido. El único que habla y actúa como si nada es Arthuro.

Es como que una parte de mi quiere relajarse y otra sabe que no debo hacerlo. Incluso cuando pasamos por algunas ciudades y pueblos, ni siquiera me tome un momento para disfrutarlo.

Peitrol trató de animarme a hacerlo, pero no pude. Supongo que son los nervios del primer viaje y quiero que todo salga perfecto. Aunque sea aburrido...

Dadiva tampoco ha hablado mucho, es algo tímida. Me cae bien, es... tierna. Es algo pequeña de complexión, tez blanca, pelo largo y negro, con una mirada de niña. Parece más chica que nosotros y más todavía cuando se pone al lado de Peitrol.

Él es un grandulón, de 1.82 metros. Pero a pesar de su aspecto, es alguien muy animado y muy risueño. Lo que sea que hables con él, te responderá con alguna risa.

A veces me olvido de que detrás de ese aspecto de niño bueno, hay todo un guerrero. Como su función es la de tanque, lleva un gran escudo del tamaño de todo su pecho. Hecho de hierro, al igual que su pechera.

Además de que es la única persona que conozco que puede usar una runa de reforzamiento en un objeto. Todos los demás las absorbemos y la fusionamos con nuestra alma. Él lo logra a través de su escudo, algo que es muy difícil de hacer.

Su runa: Absorción. Le permite, tal como lo dice su nombre, absorber los ataques que recibe y reducir su potencia. Y al llevarla puesta en su escudo, hace que sea mucho más efectiva.

Aunque sigo disfrutando de los paisajes mientras viajamos, me siento algo limitada. Esperó que una vez que entreguemos el objeto, la vuelta sea diferente.

Solo un día más para llegar al pueblo al que vamos. Ya no falta nada y mi primera misión habrá sido todo un éxito.

Pensar esto volvió a sacarme una gran sonrisa. Pero no quiero distraerme, debo seguir atenta, sin importar que lo único que vea sean árboles.

Que no haya pasado nada es lo que buscamos, por eso elegimos esta ruta. No hay puntos en donde puedas ser emboscado, es solo seguir el camino de tierra y disfrutar del paisaje.

De un momento a otro, el carruaje se detuvo. Me gire para ver a Arthuro que está delante y nos hizo la seña de estar atentos.

Sin dudarlo, tomé mis tres runas con las manos y las absorbí. Todos las llevamos con nosotros, ningún guerrero se aparta de estas pequeñas piedras ovaladas y con símbolos en el centro. Si te atrapan antes de usarlas, estas muerto.

Al fusionarme con mis runas, sentí como la magia recorría todo mi cuerpo y sin siquiera esperar que pase algo, me cubrí de energía mágica para poder soportar cualquier ataque o, mejor dicho, cualquiera que esté al mismo nivel que mi defensa.

Nos bajamos del carruaje y tomamos una posición de triángulo, con Dadiva, la maga en el centro. Peitrol al frente, yo a la izquierda y Arthuro a la derecha.

—Atentos, hay algo raro en este lugar —indicó Arthuro.

Por mi parte no veo nada, hay algunos árboles y arbustos, pero nada que llame la atención.

Todos estamos en guardia. Mi corazón late con fuerza, me recuerda al combate final que tuve en la academia. Sentía ansiedad y miedo por pensar que no lograría cumplir las expectativas.

Quizás hago mal en compararlo con eso, aquí no me estoy jugando una mala nota o alguna herida grave, si me equivoco puedo perder la vida.

Pero es curioso, te repiten tantas veces esto qué crees que lo entiendes y no te das cuenta del verdadero peligro hasta que lo vives. Fue exactamente lo que me pasó en este momento...

A cuatro metros delante nuestro cayó una especie de esfera blanca y en el instante que tocó el piso, explotó esparciendo humo blanco a su alrededor. Todos nos enfocamos en ese lugar, cayendo por completo en la trampa.

Un segundo después, del arbusto que está delante mío, a dos metros, salió un hombre a toda velocidad.

No pude hacer nada, solo alcancé a ver como se lanzó por mi costado, yendo directo a Dadiva.

Es lo más básico, atacar al mago.

Si no fuese por Arthuro que se metió en su trayectoria, el hombre habría matado a Dadiva.

A pesar que nuestro líder se puso delante con su espada y recibió el golpe, la fuerza con la que lo embistió el bandido fue tanta, que Arthuro salió volando con él. Incluso chocaron con Dadiva, quien no pudo hacer nada para evitar ser arrastrada.

Todo pasó tan rápido que aún no puedo creerlo, si me hubiese atacado a mí, tal vez habría muerto. En ese momento entendí el peligro en el que estamos y por primera vez en mi vida, sentí una horrible punzada en el pecho al pensar que podría haber muerto.

—¡Atenta, Lucy! —gritó Peitrol, al darse cuenta que estoy perdiendo la concentración.

Del humo que teníamos delante, salió una especie de arpón a toda velocidad.

¡Desvio! —Peitrol activo una de sus magias y su escudo se cubrió de un brillo azulado, recibiendo el ataque y tirándolo hacia un lado.

El arpón se clavó a un costado y por medio de una cadena que tiene lo jalaron de nuevo al humo.

Escuchar una de las habilidades de Peitrol, me trajo de nuevo al campo de batalla. Hemos tenido cientos de batallas de práctica, esta no debe ser diferente. Tengo que actuar como en los entrenamientos, no es momento para dudar.

Arthuro fue arrastrado con Dadiva, no tengo que preocuparme por ellos. Mi objetivo es escuchar a mi compañero y vencer al tipo que está en el humo.

—Avanzamos y cortamos —dije confiada, es una frase que repetimos mucho con Peitrol al luchar juntos.

—Avanzamos y cortamos —afirmó con una sonrisa.

Pero antes de que pudiéramos hacer algo, cerca nuestro cayó otra esfera blanca. Vino de arriba, lo que significa que hay otro sujeto más aparte del que lanzó el arpón.

Por reflejo dimos un pequeño salto hacia atrás, antes de que explotara. Al hacerlo, el humo que salió de ella actuó de una manera extraña, rodeándonos al instante y dejando el centro libre, justo donde estamos.

Se formó una especie de esfera a nuestro alrededor, como si fuese un domo.

Escuché a los caballos relinchar e irse corriendo. No es un dato menor, nuestras cosas están ahí y también la caja que tenemos que entregar.

—No es buena idea estar rodeado por el humo, salgamos de aquí —dijo Peitrol al mirarme por un segundo.

Me hizo un gesto con su cabeza, se que es lo que quiere hacer, por lo que asentí.

Sin más, el corrió hacia adelante con el escudo en alto, si alguno trata de detenerlo, va a usar una de sus habilidades para embestir a cualquiera en su camino. Yo solo debo cubrirle la espalda de ataques rápidos y él se deshará de lo que sea que encuentre enfrente.

Fue algo raro que los bandidos no intentarán hacer nada, y no tardamos en darnos cuenta del por qué: al pasar por esa pared de humo blanco, fuimos devueltos de nuevo al centro por el mismo sitio en el que entramos.

Estamos atrapados en una habilidad bastante molesta.


Fin del capítulo 2

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