Capítulo 7: Cara borrada

Despertó en un precioso lugar, donde los árboles eran bañados por los intensos rayos del sol, viéndose el paisaje en un tono amarillento, era enorme ese bosque. Aunque lo mejor, es que ahí estaban sus hermanos, esperándolo con una sonrisa de oreja a oreja, se divertían saltando en la suave y caliente hierba.

Mientras que la luz golpeaba sus pelajes, haciéndolos lucir de un tono dorado, las pequeñas criaturitas se perseguían unas a otras, disfrutando del hermoso día. Lo único que importaba era divertirse y pasarla bien.

Era un mundo de paz, tranquilidad, diversión, y sobre todo, alegría. El ambiente era alegre y positivo, mientras solo se oían las patitas de los cachorros correteando por el pasto, y los ladridos de felicidad de los pequeños.

¡Era lo mejor!, lo mejor que Perri había sentido desde hace mucho, ahora podía jugar y charlar con sus hermanos, y Rex, ese arrogante perro, solo se divertía y trataba con amabilidad a los demás, ¡era un sueño hecho realidad!

Estuvieron jugando y jugando, sin cansarse, hasta que de pronto, se empezó a sentir una brisa fría, el sol había desaparecido, haciendo que ahora el bosque se vea oscuro y aterrador, el ambiente era húmedo y deprimente. Los hermanos de Perri hicieron una mueca con su boca, y se alejaron de él, como si fuera un ratón podrido.

El sintió un dolor en su corazón, como si lo hubieran apuñalado, ahora los sujetos que más amaba, lo miraban con odio y decepción,«¿Qué he hecho?...», se preguntaba el pobre, mientras pequeñas lágrimas se formaban en sus ojos, y poco a poco se deslizaban por sus mejillas.

Esa sensación de felicidad había sido arrebatada del ambiente, ahora todo se sentía negativo y triste. El empezó a sentir mucho frío, por lo que cerró sus ojos y se dejó caer al suelo, donde solo había barro. Su pequeño cuerpo temblaba por las bajas temperaturas, mientras dejo escapar un grito de tristeza y dolor de sus fauces.

Se sentía solo, como si nadie estuviera junto a él, ¡¿adónde habían ido sus hermanos?!, ¿lo habían abandonado?, se sintió débil y vulnerable. Hasta que una presencia se manifestó delante de él, tenía un aroma familiar, el primero que había sentido incluso antes de nacer, abrió sus ojos como platos y miró hacia arriba con esperanza y nostalgia en ellos.

– ¿Mamá?... – Su voz se quebró, cuando pudo confirmar de que era ella la que lo observaba desde arriba, aunque no podía leer su mirada, era como si no tuviera emociones.

Él se sentía confundido, pero igual intento hablar con ella.

– ¡Te extrañe tanto!, creí que no te iba a ver más, mami...

El pequeño apretó los dientes para no sollozar de nuevo, pero noto que ninguna de sus palabras obtenía respuesta.

– ¿Mami?, ¿Qué ocurre?...

Alzó la mirada y se encontró con lo peor, su madre tenía el rostro borrado, de una manera tan grotesca que era ya irreconocible. Dejó escapar un grito ahogado, y retrocedió unos pasos, mientras sentía que los latidos de su corazón se intensificaban, hasta que llegaban a ser dolorosos.

Lily se acercó a él, y agacho la cabeza, hasta que sus rostros quedaron a centímetros de distancia, Perri podía sentir el frío aliento de su madre. Estaba siendo obligado a verla, alzó la mirada, e intento poder ver su cara, pero no lo logró.

Había sido completamente borrada, solo se podía ver un aura negra, sin fondo alguno, «¡¿Qué está pasando?!», esa pregunta se repetía y repetía en su cabeza. Sentía que su madre le estaba mirando su alma, aunque ni siquiera tenía ojos ahora.

Perri apartó la mirada lo más rápido posible, al escuchar un estruendo detrás de él, se giró, mientras sentía como si su corazón trataba de escaparse por su garganta. Definitivamente alguien lo estaba observando detrás de los árboles, al mirar delante de nuevo, no logro ver a nadie, su madre se había ido.

– ¿Mamá?, ¡mamá! –Gritaba suplicando que alguien lo escuchara y ayude, pero parecía que nadie podía oírlo, solo el ser que lo acosaba desde las sombras...

Se sentía como una presa, volvió a mirar a su alrededor, hasta que sus ojos se encontraron con los que lo observaban desde la oscuridad, eran intensos..., lo único que se le ocurrió fue hacerse bolita en el suelo, y llorar mientras esperaba un horrible final.

Los segundos parecieron horas, hasta que detrás escucho ramas siendo rotas y arbustos siendo movidos de una manera violenta y desesperada, al abrir un ojo, logro ver una sombra en la tierra, miro hacia detrás de él y no pudo ver nada, ¿acaso estaba siendo cazado por alguien que ni siquiera estaba ahí?

Ese pensamiento se derrumbó, cuando unas enormes garras, como cuchillas, lo apuñalaron por detrás, el grito de dolor y entró en pánico. Intentó librarse de su atacante, pero era imposible por la exagerada fuerza que este poseía, hasta que por fin pudo, y al darse la vuelta, se encontró en un nido, justo debajo de unas plantas.

Abrió más los ojos, era una hermosa mañana, con muchas nubes..., pero eso ¿Qué importa?, él se confundió aún más, ¿adónde había ido el bosque?, ¿y su atacante?, al percatarse de que ya no le dolía más su herida, giró su cabeza por detrás de sus hombros.

Y abrió su boca por sorpresa, al ver que no tenía ningún rasguño, al buscar la causa, vio una rama grande, caída justo debajo de su lomo. Seguramente todo había sido una horrenda pesadilla, y al moverse mucho al dormir, esa rama había caído encima de él, haciéndolo, por fin, despertar.

Perri sonrió levemente, por la idea de que una rama lo había salvado de la peor pesadilla de todas, aunque se puso alerta al oír un agudo y tierno maullido delante de él. Miro hacia delante y se encontró con una esponjosa gatita, la misma que lo había estado mirando desde la ventana anoche.

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