Capítulo 4: La peor tormenta
Un mes después, Lily se despertó extrañada, al sentir su pelaje empapado. No podría ser lluvia, ya que la guarida los protege de la mayor parte del agua. Lily, siempre tan alerta, sintió un escalofrío recorrer su lomo al notar el frío húmedo que se filtraba por la guarida. Sus ojos, normalmente tranquilos, se agrandaron al ver cómo el agua comenzaba a subir inexorablemente, amenazando el frágil refugio que había encontrado para sus cachorros.
—Almohadillas rotas... —Maldijo asustada, mientras agarraba con cuidado a cada uno de sus hijos; Se apuró al ver cómo crecía el agua.
Antes de que los pequeños comenzaran a ahogarse, los sujetó suavemente con su hocico, saliendo lo más rápido de la guarida, temiendo por la salud de los cachorros. Pego sus orejas al craneo y apresuro el paso, ahora le llegaba hasta la mitad de las patas, el agua subía muy rápido. Corrió lo más que pudo, buscando un lugar donde estar a salvo con sus cachorros.
Los que lloraban por la confusión y el miedo, Lily se lleno de pánico cuando sus piernas ya estaban completamente sumergidas. Levantó la cabeza para que los cachorros no se mojen, estaba completamente empapada por la fuerte lluvia. Toda la tierra, o mejor dicho barro, se estaba mojando demasiado.
Intento subirse a un sitio alto, pero falló; ensuciándose por el lodo, vio unas rocas por el otro lado. Por lo cual se dirigió, ahora nadando, hacia ellas, si no llegaba a sobrevivir, se encargaría de que sus cachorros lo hagan. Nado lo más veloz que pudo, moviendo de manera desesperada sus delgadas patas.
Mientras Lily nadaba desesperadamente hacia las rocas, recordó la primera vez que había visto a sus cachorros. Eran tan pequeños e indefensos, y ella había hecho todo lo posible por protegerlos. Ahora, la vida de todos ellos estaba en peligro.
Ahora ellos lloraban por la angustia, ella logró llegar a las rocas, se trepó un poco, y lanzó a los pequeños hacia arriba, cayendo aturdidos pero a salvo. Luego de hacer eso, intento saltar detrás de ellos, pero fallo, solo logrando resbalarse. Hizo varios intentos, pero el agua ya le llegaba al cuello. Comenzó a llorar por el miedo y dolor, mientras veía a sus hijos aterrados.
Sus almohadillas se desgarraban en las piedras mientras intentaba escalar, sus músculos estaban adoloridos, y ya tenía mojada hasta la barbilla. Varias lágrimas salían de sus ojos, ella ya estaba muy agotada, hasta que se rindió.
—Creo que no podré ir con ustedes..., busquen un lugar seguro, permanezcan siempre juntos. Los amo... — Dijo llorando, cuando ya tenía su hocico sumergido se soltó, dejándose llevar por la corriente. Lo último que vio fueron las miradas horrorizadas de sus pequeños hijos, cerro sus ojos al estar completamente bajo el agua.
Perri no lo podía creer, apretó los dientes, mientras observaba el río que se había formado justo delante de él. Estaba cansado de tanto llorar. Su madre, que lo había cuidado, protegido y amado, ahora estaba desvanecida en frente de su nariz; El no iba a dejar que eso pasara, Clavó sus garras en las duras rocas. Pensó unos segundos antes de hacerlo, pero al final, se lanzó a salvar al perro que más amaba...
Sintió una punzada de dolor al tirarse, y alguien lo sostenía de su suave cola con sus fauces. Él gruñó rechinando los dientes, y se giró tan agresivo como una rata con rabia, abrió su boca dejando ver unos enormes colmillos. Para atacar al causante de que no pudiera ir a salvar a su madre, al cerrarla sintió algo caliente entre sus dientes, mientras se oyó un grito de desesperación y dolor.
Al soltar vio que había lastimado el ojo de Rex, aunque no se veía tan profunda la herida, parecía muy dolorosa. Su hermano cayó en las rocas, gruñendo de dolor mientras se llevaba sus patas al ojo dañado. Los demás corrieron a ayudarlo, preguntándole si estaba bien, mientras Perri, poco a poco, se fue arrepintiendo de su reciente acto.
—Lo lamento...—Dijo estallando en lágrimas, no podía creer lo que estaba sucediendo.
Rex clavó su único ojo sano, ahora de un celeste intenso y frío, en Perri. Su respiración se entrecortó, y sus labios se curvaron en una mueca que no era del todo una sonrisa. En ese instante, Perri vio en la mirada de su hermano mayor no solo odio, sino también una profunda tristeza y resentimiento que lo habían acompañado durante mucho tiempo.
—¡Hay que salvar a mamá! —dejó escapar un grito de dolor el hermano menor, mientras se giraba a ver toda el agua, que se había llevado a su madre. No pudo soportar todo el peso de la pérdida, y cayó encima de sus patas, llorando como nunca antes lo había hecho.
—Ya es demasiado tarde... —Se lamento Crema.
—¡Mentira!, y me llaman a mi cobarde... —Exclamo Perri, mientras su pelaje, empapado por la lluvia, se tensaba por el dolor y la furia.
—Nosotros nunca te llamamos cobarde.
—Rex si lo hizo...
Crema se quedo petrificada al oir la respuesta de su hermano menor, girando su cabeza lentamente, observando a Rex sin parpadear. Y vio que en Charlie no se veia ni una pizca de sorpresa, dejando un silencio que duro minutos, solo oyendose el agua golpeando fuertemente las rocas que estaban debajo de sus patas. Mientras los cachorros recordaban todos esos momentos.
Cuando al abrir sus ojos por primera vez, se encontraron con los de su madre, toda la felicidad que compartieron, sus mentes se llenaron de hermosos recuerdos, y el ambiente se torno en uno nostalgico, pero todo eso no ocurria en los pensamientos de Rex, el solo recordo como su madre siempre lo dejo de lado, solo preocupandose por Perri, solo porque era el menor... El vio toda la sangre que salia de su herida, y su corazon solo se lleno de odio hacia todo.
Charlie observo detenidamente a su hermano mayor, y luego de un suspiro les explico a los demas.
—Debemos irnos, no podemos quedarnos aqui. La herida de Rex necesita ser tratada...
—Pero si nadie aqui sabe como tratar una herida...—Le recordo la hembra.
Perri se seco las lagrimas y dijo levantandose:
—Es cierto lo que dice Charlie. Debemos irnos de aqui...
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