Capítulo 2: Problemas

Perri se tensó al imaginar ese escenario, los gritos de dolor del gato, toda la sangre saliendo del hocico de su madre, pero la voz de Charlie lo devolvió a la realidad.

—¿Pero qué pasa si viene cuando mamá no está? —Rex giró lentamente la cabeza hacia su hermano, se levantó y se acercó a él.

—Juntos podemos contra él.

—¿Y si hay más de ellos? —Crema preguntó, pero Rex la ignoró y aguzó el oído.

Los demás hicieron lo mismo, se oían pasos por encima de la guarida. Mientras Perri olfateaba, percibió el olor de su madre. Su hermano mayor miró por la entrada, abrió los ojos y bajó las orejas. Se giró y susurró:

—Es mamá, si alguna vez le cuentan algo de lo que pasó... —Sus ojos miraron directamente a los de Perri, haciéndolo sentir incómodo.

La gran pastora alemana entró con restos de comida en la boca, haciendo todo lo posible por mantener sanos a sus cachorros. Crema suspiró y se acercó a su madre. El cachorro menor sintió la ansiedad de Charlie, él también sentía lo mismo. ¿Crema iba a ignorar las palabras de Rex y contarle todo a su madre de todos modos?

La hembra siguió avanzando, solo empezó a saltar y ladrar de emoción por la comida, Lily sonrió y dejó lo que había traído para sus cachorros, recostándose en el suelo.

El estómago de Perri rugió, recordándole lo hambriento que estaba, así que se acercó a la comida, moviendo la cola con felicidad y alivio.

Después de comer, la mirada de Lily estaba perdida, como siempre. Perri saboreó los restos de comida que habían quedado en su hocico. Se puso a reflexionar, si habían hecho lo correcto en no contarle a su madre sobre el gato, se dio cuenta de que la antes mencionada se había quedado dormida, en un rincón de la guarida.

—Deberíamos ir a jugar.—Sugirió Charlie con una sonrisa, obviamente falsa. Señalando con su pata derecha hacia afuera.

El más joven pensó que, tal vez, lo dijo para ver si el felino todavía estaba allí. Los otros cachorros miraron al colorado.

—¡Cierto!, podríamos salir a respirar aire libre y divertirnos.—Dijo Perri alegremente, pero bajo para no despertar a su madre.

Los demás se miraron y asintieron con la cabeza en señal de acuerdo. Charlie se dirigió hacia afuera y sus hermanos lo siguieron. El cachorro bronceado iba a saltitos, hasta que Rex se dio cuenta de eso, y lo miró con una cara extrañada.

—¿Qué?, acaso no puedo ser feli-

Perri se chocó contra el trasero de Crema y luego se cayó.

—¡¿Qué haces?! —Exclamó la cachorra dándose la vuelta, para ver al pequeño levantándose del piso. Detrás de él estaba Rex, que no podía aguantarse la risa de lo ocurrido.

—Si tan solo quitaras tu trasero de mi camino. —Perri bajó las orejas al ver que Crema se acercaba a él, con una mirada no tan agradable.

Luego de unos minutos, Charlie saltó sobre Perri jugando, los cachorros sonrieron y siguieron persiguiéndose entre ellos. En un momento, el menor se giró para observar a su madre, Lily estaba recostada, su respiración era lenta mientras estaba durmiendo.

El cachorro miró a sus hermanos para seguir divirtiéndose, Crema persiguió a Rex y saltó sobre él inmovilizándolo en la tierra, Rex se dio la vuelta rápidamente y la empujo con sus patas para liberarse.

La cachorra, luego de ser lanzada, cayó en el suelo, pero enseguida se levantó sonriendo y riéndose. Los demás también sonrieron, Perri comenzó a jugar con su hermana, intentando imitar el movimiento de Rex, pero no lograba hacerlo.

Con el rabillo del ojo, se percató de que sus dos hermanos ya no estaban, por lo cual le preguntó a la hembra, casi en un susurro.

—¿Y los demás?...—Crema miró alrededor, buscándolos con la mirada, para luego responder, con un movimiento, dando a entender de que no sabía.

El pequeño se confundió más, pero sus orejas se dieron la vuelta al oír un sonido, le dio una seña a su hermana con la cola. Crema se sentó observándolo, el cachorro observó detrás de un arbusto, el murmullo provenía del otro lado.

—¡Pero es un idiota! —La voz era familiar, Rex estaba ahí.

—Aquí están. —Crema rodeó el arbusto, ignorando lo que le había pedido Perri.

Por lo cual, el pelaje de Charlie se tensó al ver a su hermana, como si estuvieran ocultando algo. Rex simplemente la observó de reojo antes de hablar, con una pequeña sonrisa formándose en su rostro.

—¿Seguimos jugando?, ¡Yo contra Perri! —Luego de decirlo, se abalanzó encima de su hermano, agarrándolo por sorpresa.

El de pelaje bronceado luchó para liberarse, y logró lanzar al otro cachorro unos pocos metros lejos. Rex se levantó enseguida, agarró con sus fauces a Perri, por los omóplatos, aunque sin llegar a herirlo, lo lanzo con mucha fuerza.

Y el pequeño cayó aturdido en el suelo, levantando polvo. Al ponerse de pie, tropezó hacia atrás, cayendo en una planta. Todos se quedaron en shock al oír un grito de dolor y furia salir de ahí. Aunque en vez de ser del perro, se oía como otra cosa.

El perro se quejó de dolor, y salió desesperado de la planta, con sangre por encima de su hocico, detrás de el salto el mismo gato que habían visto por la mañana. Su expresión era una mezcla entre miedo y enojo. Los cachorros no sabían qué hacer.

El felino les bufaba, mostrándole sus amarillentos colmillos, con el pelaje inflado. Los pequeños dieron unos pequeños pasos hacia atrás, y giraron rápidamente la cabeza, al oír pisadas rápidas y un fuerte ladrido.

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