Capítulo 1: No estamos solos

Lily se encontraba acostada limpiando a Perri mientras dormía, a su lado estaban sus 3 hermanos, Charlie simplemente dormía al igual que Perri, Crema suspiraba observando el cielo, y Rex estaba serio, con cada lametón que su madre le daba a Perri, la pata de Rex temblaba de envidia, la cachorrita entrecerró los ojos, preparándose para dormir en ese aburrido y nublado día, Rex se levanta lentamente y comienza a caminar en la suave tierra, en otra dirección.

Su madre lo mira confundida, y antes de que el cachorro siga avanzando, le pregunta:

—¿Adónde crees que vas?... —El cachorro se detiene mientras Lily lo observa.

—Me aburro... —Responde Rex mientras gira la cabeza lentamente hacia su madre, con una cara extraña.

La pastora alemana piensa mientras baja la mirada, observando a su hija, que estaba con los ojos cerrados, pero no del todo dormida.

—Crema, ¿quieres jugar con tu hermano?—La interrumpió Perri saltando emocionado y gritando.

—¡Yo quiero! —Gritó el cachorro dando saltitos, sus ojos se iluminaron mientras le rogaba a su madre.

—Esta bien, esta bien, ve. —respondió dulcemente Lily, mientras Rex hacía muecas de disgusto, y rodaba los ojos, Perri se abalanzó sobre él de sorpresa y el otro cachorro lo empujó molesto, Crema los miró sorprendida, ya que ni siquiera había logrado responder la pregunta de su madre, Lily le dio un suave empujón, la pequeña fue a jugar con sus hermanos, Lily giró la cabeza pensando, mientras escuchaba a sus cachorros pelear en el juego.


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Un mes después, los pequeños se encontraban jugando y Perri se quejaba diciendo que tenía hambre.

—Ya vuelvo, iré a buscar comida. —Dijo Lily saliendo del barranco.

Los cachorros vieron a su madre irse, Rex comenzó a sonreír lentamente y Perri al darse cuenta de esto lo miró con cara extraña.

—Y ahora ¿Qué te vino a la mente? —Preguntó Charlie, mirando de reojo a su hermano mayor, mientras Crema ya sabía lo que iba a pasar.

—¿Qué tal si salimos a explorar? —El canino preguntó con expresión maliciosa, la hembra presionó sus orejas contra su cráneo y se mantuvo firme.

—¡Lo sabía! ¡Es obvio que no vamos a salir, tonto!—Ella le gruñó a su hermano.

—Lo que dice Crema es cierto —Señaló Charlie.— Nuestra madre nos castigará si salimos.

Rex le gruñó a Charlie, mientras Perri solo los observaba, a el no le gustaba pelear, bajó las orejas y guardó la cola, cuando sus hermanos comenzaron a discutir, el comenzó a apretar los dientes y gritó:

—¡Iré con Rex! —El cachorro se agachó y se cubrió el hocico con sus patas marrones, Charlie y Crema miraron confundidos y Rex volvió a sonreír.

—Bien, vámonos, dejemos a estos cobardes. —El pastor alemán guió a su hermano y se marcharon.

Charlie y Crema intercambiaron miradas, sorprendidos por el extraño comportamiento de Perri, como si leyeran la mente del otro comenzaron a correr tras ellos.

—¡Espérennos! —Ambos gritaron al mismo tiempo alcanzando a sus hermanos.

Los 4 cachorros exploraron el barranco, Perri giraba lentamente la cabeza, con cada paso que daba. Mirando hacia atrás para ver si su madre venía, observó el lugar a su alrededor y preguntó con nerviosismo en su voz.

—Rex, ¿A dónde vamos realmente?... —El otro cachorro, al contestar, ni siquiera lo miró.

—Ya lo dije, solo vamos a explorar. —Perri permaneció en silencio, haciendo que solo se escucharan los pasos torpes de los pastores alemanes y sus garras raspando el suave suelo, Crema rodó los ojos hacia atrás.

—Está bien, pero esta exploración debe ser rápida, debemos regresar antes de que regrese mamá.

Charlie se detuvo mientras sus hermanos continuaban caminando, miró a su alrededor cuando escuchó un ruido extraño.

—Chicos... creo que no estamos solos... —Los demás dejaron de caminar, y se pusieron alerta a lo que Charlie había dicho.

—Meh, idiotas, sigan caminando y-

Rex no terminó lo que decía, se quedó tenso mirando al cielo, dando pequeños pasos hacia atrás, los demás levantaron la cabeza, Perri avanzó un poco, ya que la luz del sol no le dejaba ver con claridad, conforme la silueta oscura se acercaba se hacía cada vez más visible, era..., ¡un gato!

—¡Aléjate, rata gris! —Exclamó Rex, Charlie se sobresaltó y cubrió el hocico de su hermano, para que el gato no se diera cuenta de que estaban allí.

Paralizado, el pequeño cachorro miró directamente al gran gato gris. Sus hermanos presionaron sus orejas contra sus cráneos, por miedo, Perri de repente sintió una enorme fuerza que lo empujaba hacia un lado. Al caer levantó polvo y quedó aturdido.

Abrió los ojos y lo único que pudo ver fue a sus hermanos huyendo despavoridos. Miró hacia atrás con el rabillo del ojo y vio que el gato había desaparecido. Entró en pánico y se levantó del suelo lo más rápido que pudo, giró la cabeza hacia los otros perros y comenzó a correr rápidamente.

Respiraba muy rápido, se habían parado a esperarlo. Al llegar con sus hermanos, continuaron corriendo hacia la guarida, pero Rex tropezó. Levantando pedazos de roca, que desafortunadamente cayeron en los ojos de Perri.

Cayó al suelo gimiendo y gruñendo mientras se quitaba los restos de piedra de sus pequeños ojos. Cuando los abrió de nuevo, vio frente a la guarida, con los demás ya dentro, sacudió su oscuro pelaje y se apresuró a entrar.

—Deberíamos decírselo a mamá —Señaló Charlie mirando a sus hermanos.

—Es cierto. —murmuró Crema, mirando directamente en la dirección donde habían visto al gato.

Perri simplemente los miró, tratando de respirar después de agitarse tanto. Cuando miró hacia otro lado, vio a Rex sentado en la entrada, mirando al vacío.

—No, nos castigaría por salir, además es solo un gato, mamá puede cortar uno por la mitad de un solo mordisco.

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